MASCOTAS DEL MAS ALLA. Señales de que es hora de dejarla ir


De la mano de Kristy Robinett, medium norteamericana, veamos estos casos de animales y posvida.

Caso MMA 2.1. Indy: la yegua conectada.

Nuestras mascotas pueden darnos señales desde el Otro Lado para avisarnos de que están cerca. Puede que no siempre sea obvio, o trascendental pero, de hecho, podrías pedirles una señal específica. En ese caso, ten paciencia.

Estefanía creció en la ciudad, con sus grandes luces y calles ruidosas. Estaba en la universidad cuando su compañera de cuarto, Lucía, la invitó a ir a su casa un fin de semana. Fue entonces cuando se enamoró del país.

"¿Tienes caballos?" preguntó con asombro a Lucía.

“Caballos, burros en miniatura, gallinas y patos también”, enumeró la compañera de cuarto.

Ese fin de semana, Estefanía cambió sus pantalones de diseño y costosas botas de cuero por monos de trabajo y botas de goma. Sostuvo gallinas, montó a caballo y acarició burros. Se rió de las tontas aventuras de los patos persiguiendo a la nueva camada de gatitos por el establo, y ni siquiera le importó ensuciarse las uñas. No es que Estefanía tuviera un comportamiento raro, simplemente es que era diferente, y sentía que respiraba mejor aquí, reía más fuerte e incluso tenía más apetito.

"Es el aire del campo", se rió la madre de Lucía cuando Estefanía se disculpó por tomarse unos segundo y luego un tercer plato de comida durante la cena.

Estefanía se propuso la meta de llegar a ser dueña de un pequeño pedazo de aquel país al graduarse, pero aunque tengas un propósito, eso no significa que la vida te lo facilite. Estefanía pasó todo el tiempo que pudo lejos de la ciudad, de su sofocante apartamento en un décimo piso. Conducía por el campo y  se detenía en los caminos para admirar la tranquilidad de lo que sentía que era un pedacito de cielo.

Quince años después de la universidad, la encontramos con un esposo que la apoyaba, tres hijos, y su sueño al alcance de la mano. Finalmente firmó los papeles de compraventa que le abrían las puertas a su nuevo hogar, que incluía un tendejón con funciones de granero, varios edificios, y poco más de 12 hectáreas de terreno. El trato también incluía tres caballos, gallinas y dos pequeños burros.

Al principio le horrorizó que los dueños le entregaran los animales así, sin más, pero las circunstancias de la parte vendedora eran bastante tristes. El esposo, y sostén de familia, había sido diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad degenerativa neuromuscular que lleva, irremediablemente, a la muerte en su etapa final. La pareja vendedora no tenía hijos a quienes poder pasar la explotación de la granja, o que les ayudara en los quehaceres de lamisma, por lo que pensaron que era mejor vender todo en un paquete. Después de tener varias ofertas, vieron que Estefanía y su familia no solo cuidarían bien de la casa que amaban, sino también de los animales que apreciaban.

“Pueden visitarnos en cualquier momento”, dijo gentilmente Estefanía a los vendedores, quienes le agradecieron el detalle mientras intercambiaban los números de teléfono.

Mudarse de casa es un obstáculo estresante, pero hacerlo, y  a la vez tener que cuidar del ganado, es todavía más caótico. Pero Estefanía y su familia se las arreglaron, trabajaron en equipo, junto con amigos, y lo lograron, asegurándose todo el tiempo de que los animales fueran alimentados, bañados, cepillados y amados. A medida que los días se convirtieron en meses, y los meses en años, la familia se unió sentimentalmente a los animales y éstos con la familia, también. Todas las mañanas, antes del trabajo, Estefanía iba al establo para hacer sus quehaceres, en busca de su ratito de felicidad. Amaba a cada uno de los animales, pero había una yegua con la que se vinculó de inmediato. Su nombre era, Indy.

Indy tenía doce años, ojos color chocolate y un sedoso color marrón. Tenía algunos problemas crónicos, pero nada que no fuera manejable según el veterinario. Parecía feliz y juguetona, sin importar la hora del día. Indy sirvió de madre a los demás animales, incluso a los burros, que a menudo eran un incordio.

Una cálida mañana de septiembre Estefanía notó que Indy no era la misma. Cuando fue a ofrecerle unas caricias tras las orejas, Indy retiró la cabeza. Estefanía se dio cuenta de que la yegua no había comido, y cuando hizo que todos los animales se levantaran y salieran, Indy permaneció en el establo.

"Estoy preocupada por Indy", dijo Estefanía a su esposo cuando entró en casa. "Llamaré al veterinario".

El esposo de Estefanía bromeó diciendo que Indy probablemente solo estaba de mal humor, pero ella sospechaba que había más. El veterinario no encontró nada malo, le pidió que vigilara sus hábitos alimenticios y que le llamara al día siguiente para informar.

"Probablemente solo esté de mal humor", dijo el veterinario, coincidiendo con su marido.

Pero Estefanía no podía deshacerse de su intuición  y sacó el número de teléfonode los anteriores propietarios. No había tenido noticias de ellos desde el día en que recibió las llaves de la propiedad, lo que le sorprendía. Estaba segura de que después de todos los años que habían pasado con los animales alguna vez vendrían a visitarlos. Su esposo razonó que podrían haber pensado que era demasiado doloroso volver a lo que ya no es tuyo, y que a veces una ruptura definitiva en la mejor solución. Cuando nadie contestó a su llamada telefónica, Estefanía decidió ir a ver qué pasaba.

Estefanía sentía que había algo que la molestaba, así que condujo hasta la residencia de personas con necesidades de cuidados, lugar al que se habían mudado los anteriores propietarios. En el mostrador de recepción preguntó por la señora, y la empleada la miró de reojo, con cierto aire extraño. Contestó:

"La señora Hart está en el comedor”, y señaló a la izquierda. Estefanía dio las gracias, y siguió las indicaciones al comedor sintiendo, de repente, una profunda tristeza.

La Sra. Hart estaba sentada sola, en una mesa, sin expresión alguna, sin nada frente a ella, mirando sin ver hacia el televisor que mostraba en voz alta un popular programa de la tribunales.

"¿Señora Hart?” Preguntó Estefanía tocando suavemente su hombro para no asustarla.

La Sra. Hart por un momento pareció sorprendida, pero la reconoció. Le pidió que tomara asiento, y se dirigió a un residente para que bajar el volumen del televisor, cosa que éste hizo en grado casi inapreciable, pero suficiente para que pudieran conversar.

Estefanía preguntó por su marido mientras miraba enrededor por si es estaba allí, y no lo veía.

La Sra. Hart bajó  la mirada hacia a la mesa, sin reaccionar antes de hablar, y dijo "está en coma, con soporte vital. Tengo que tomar una decisión hoy”, tratando de contener la emoción.

Estefanía tenía un millón de preguntas, pero sabía que no era asunto suyo.

"¿Puedo hacerte una pregunta algo rara?"

La Sra. Hart agarró la mano de Estefanía y preguntó a su vez: "¿Cómo están mis hijos?".

Estefanía tardó un segundo en darse cuenta de que se refería a los animales. "Por eso estoy aquí, Sra. Hart. Indy está actuando de forma extraña,  aunque no tiene nada malo".

“Oh, Indy. Indy era la favorita de Walter". La Sra. Hart sonrió. "No se supone que tengas que tener  favoritos, lo sé, pero los dos tenían una conexión especial. Siempre estuvo llena de vida, pero pude ver que cuando la enfermedad de Walter empeoraba, Indy reaccionaba. Había una conexión espiritual".

Estefanía asintió, entendiendo ahora por qué Indy actuaba de esa manera, y señaló: "Creo que el espíritu del Sr. Hart podría estar con Indy, y ella lo ve".

"No sé cómo voy a vivir sin él", dijo la Sra. Hart, ignorando las palabras de Estefanía.

"Usted es bienvenida en cualquier momento. La invitación que le hicimos sigue en pie. Incluso puedo venir a recogerla para llevarla a casa. ¿De acuerdo?", dijo Estefanía levantándose y abrazando a la Sra. Hart.

Con solo una respuesta de asentimiento, Estefanía regresó a la entrada, en donde la recepcionista le preguntó si había encontrado a la Sra. Hart.

"Si. Me siento tan mal porque el Sr. Hart esté en soporte vital y ella tenga que tomar  la decisión de desconectarle. De todos los días posibles, precisamente tuve que venir hoy”.

La recepcionista la miró de nuevo con aquel aire particular, y dijo: "Se supone que no debo decir esto, pero el Sr. Hart falleció anoche. La Sra. Hart lo sabe. Creo que está un poco ida".

Antes de que Estefanía pudiera reaccionar, sonó su teléfono. Era su marido, que le pedía que regresara a casa de inmediato. Había ido a ver cómo estaban los caballos y descubrió que Indy había fallecido.

No había razón para ello, pero Estefanía asumió que Walter e Indy ya estaban juntos, aunque eso no la ayudó en el duelo.

"Sé que está en el cielo, donde el clima siempre es cálido y hay pasto verde que comer y recorrer. Hay arroyos de agua fresca para que beba y salte y, aún así, estoy triste", me dijo Estefanía durante su sesión.

 Unas fechas más tarde, Estefanía vino a su sesión mediúnica para visitar a su abuela, que había fallecido recientemente, pero en cambio fueron Walter e Indy quienes se presentaron.

Walter se sintió terrible, y juró que no le robó Indy a Estefanía ni a su familia. Indy y Walter simplemente tenían una conexión psíquica tal, que cuando Indy ya no lo sintió en lo físico, también deseó alejarse.

"Creo que Walter la visitó desde el Otro Lado antes de que muriera, por eso estaba actuando de manera extraña. Probablemente no sabía cómo decírtelo, y la decisión también fue difícil para Indy".

"Por eso se alejaba de mí", reflexionó Estefanía. "Yo también la amaba".

"Indy, lo sabe".

 No importa si amaste durante un día o años; el amor y el dolor no tienen horario.

“Sin embargo, tienes que seguir amando. Vuelve a montar a caballo, y cabalga ".

Estefanía me puso los ojos en blanco.

"No puedo evitarlo, es mensaje directo de Walter, y yo solo soy la mensajera".

Ambas nos reímos.

"No te sorprendas, si tanto Walter como Indy se manifiestan a los otros animales", advertí.

"Oh, ya sé que eso ha sucedido, y lo encuentro tranquilizador".

"¿Y qué pasa con la paloma?" Pregunté a Estefanía mientras mis guías seguían mostrándome una paloma sentada en lo alto de un alambre. La imagen no desaparecía, así que recé para que tuviera sentido para ella.

Estefanía sonrió. “Después de que el veterinario vino y se llevó a Indy, me senté afuera mirando la puesta de sol, cuestionándome si había tomado una decisión horrible al mudarnos aquí. Entonces vi la paloma. Nunca la había visto antes, y sé que las palomas tienden a venir en parejas, pero esta no. Ella simplemente se sentó en la cerca, y me miró. Me invadió una extraña sensación de consuelo y supe que tendría que dejar de dudar. De vez en cuando regresa, la mayoría de las veces cuando me asalta la duda".

 Estefanía cumplió la promesa que hizo a la Sra. Hart, y una vez al mes la iba a buscar para llevarla a la granja. La Sra. Hart se convirtió en abuela sustituta de su hijos, y los animales estaban encantados de tenerla cerca. Esto también ayudó a todos cuando, cada uno, tuvo que enfretar las diferentes penas que trae la vida.