Conocí a esta autora a través del trabajo colectivo en forma de libro titulado “Memories of the Afterlife” que publicó el Instituto Newton bajo la dirección de su fundador, el doctor Michael Newton. En ese libro, traducido y publicado en español bajo el título: “Memorias del Alma”, (aunque yo prefiero el de “recuerdos de la posvida”), aparece el relato “El ganso blanco”, en el que Ursula Demarmels refiere la vida anterior de una cliente que pasa por la experiencia conmovedora de la vida de un joven soldado alemán en la segunda guerra mundial.
El libro alemán fue vertido a lengua inglesa en 2015 con el título que traduzco al español como: “Regresión espiritual para la paz y la sanación: descubre la misión de tu vida mediante la exploración de vidas pasadas”. Este libro sigue fielmente la versión alemana y, por tanto, quien no domine la lengua alemana puede beber de la versión en inglés. El libro explica el método de Michael Newton de forma muy amena y esclarecedora y finaliza con 20 casos de regresiones que ejecutó la autora a lo largo de su ejercicio profesional.
Son casos cortos, pero intensos, y dan una muy buena perspectiva los sobre diferentes asuntos que las almas pueden tratar en sus encarnaciones. Algunos son realmente conmovedores, como el caso 20, que me llegó muy dentro. En cualquier caso, entremos en materia.
QUIÉN FUI EN EL CAMINO: EL EFECTO POSITIVO DE LAS REGRESIONES ESPIRITUALES.
O, si se prefiere:
REGRESIÓN ESPIRITUAL PARA LA PAZ Y LA CURACIÓN: DESCUBRE LA MISIÓN DE TU VIDA A TRAVÉS DE LA EXPLORACIÓN DE VIDAS PASADAS.
Por Ursula Demarmels.
Capitulo 15. Veinte ejemplos de regresiones
de mi práctica profesional.
Te presento los siguientes veinte casos de mi práctica de regresión para que puedas sumergirte aún más emocionalmente en el tema de la regresión espiritual. Nombres y fechas de nacimiento de los clientes, así como los datos precisos sobre sus vidas pasadas, se han cambiado para proteger la identidad de las personas, pero esto no distorsiona el significado del contenido real. Estos ejemplos proporcionan solo un breve fragmento de cada sesión. Sin embargo, ilustran vívidamente cómo funciona este trabajo espiritual y terapéutico, y cómo una persona puede obtener una perspectiva totalmente nueva de su vida a través de una regresión.
En los siguientes ejemplos de casos, los temas que se cubren deberían ser relevantes para la mayoría de las personas en algún momento de sus vidas.
1. Pablo: Menos es, a menudo, más.
Para algunas personas, una regresión despierta sobre todo una sensación de vitalidad y alegría de vivir olvidada hace mucho tiempo. Así me pareció en el caso de Pablo L. Incluso mientras estaba sentado, resoplaba como un tren de vapor, a pesar de que acababa de cumplir treinta y dos años. Llevaba al menos 40 kilos de exceso de peso y su médico le había aconsejado que cambiara su estilo de vida con urgencia.
Pablo era un comedor por placer. Parecía agobiado e impotente. Consultada su historia de vida, dijo que era el hijo menor y la oveja negra de una exitosa familia de médicos. Estudió relativamente duro en la escuela, y cuando cumplió once años, lo enviaron a un internado, donde se le exigió sacar buenas notas. A partir de ese momento no hubo tiempo para el deporte, que hasta ese instgante le había gustado practicar.
Renunció a sus estudios de medicina
después de dos trimestres. En el momento de la regresión, Pablo era
contable en una firma muy conocida, algo que disfrutaba, incluso aunque sus
hermanos, todos médicos respetados, se burlaban continuamente de él por ese
trabajo. En su tiempo libre, en lugar de relajarse, hacía las cuentas
contables de su padre y hermanos, y tenía que escuchar decirle que podría ganar
la misma cantidad de dinero que ellos si no fuera tan perezoso.
El cliente apenas había comenzado a mirar su vida pasada cuando gritó con entusiasmo:
Cliente: ¡Soy tan fuerte! ¡Soy
vigoroso y poderoso! ¡Y qué músculos! ¡Tener un cuerpo así es una
gran sensación!
Úrsula: (Riéndome.) Pues toma este
sentimiento y llévalo muy adentro, ahora. Inspíralo y llévalo a todas tus
células. ¿Cómo funciona eso?
Cliente: (Respirando hondo).
Sí. ¡Es maravilloso!
Úrsula: ¿Quién eres en esa
vida? ¿Qué estás haciendo?
Cliente: (Ansiosamente). Soy
albañil. Quizá de dieciocho años. Mi nombre es Sandrino. Mi
familia me envió lejos, a los trece años, para ganar dinero. Me gusta
trabajar con la piedra.
Úrsula: ¿Y dónde estás?
Cliente: En Italia. Es
alrededor del año 1050. Estamos construyendo el palacio de un
noble. Va a ser grande. ¡Nunca lo terminaremos! (Con alegría.)
¡Tengo un trabajo de por vida!
Úrsula: ¿Y cómo es tu
vida? ¿Te sientes satisfecho?
Cliente: Sí, es bueno. A
menudo puede ser muy exigente, pero lo disfruto. ¡Qué hermoso
edificio! Y yo soy tan joven y fuerte. Es maravilloso. Quizá
esto nunca termine, pero seguiremos construyendo, en paz y sin ser molestados,
y usando mi fuerza y habilidades.
La siguiente escena que surgió en la vida de Sandrino también resultó ser la última: alrededor de los veinte años, cayó desde el andamio y murió. Un poco más tarde notó a su guía espiritual, quien lo recogió y acompañó hasta el mundo de los espíritus.
En el diván de la consulta, Pablo pareció revitalizado. Estaba rebosante de nuevas ideas sobre cómo podría cambiar las cosas en su vidaactual: quería tocar más la guitarra, caminar por el bosque y visitar un spa termal. Ahora se permitiría más tiempo libre y parecía decidido a disfrutarlo.
Cliente: Estoy satisfecho con mi
vida de contable. Es suficiente para mí, y
no voy a dejar que alguien trate de convencerme de que soy un fracasado.
Úrsula: ¿Quién intenta hacer eso?
Cliente: Mi familia. (Pausa).
¡No puedes medir lo feliz que eres solo por el dinero! Creo que tengo que
hacer oídos sordos a todo eso: preferiría romper el contacto. Y ya no voy
a ocuparme más de sus cuentas. ¡Eso acaba de convertirse en trabajo extra
a tiempo parcial! No lo haré ahora. Necesito este tiempo para mí,
para mi vida privada.
2. Luz: No sin ti.
Nos encontramos con Juana Luz, Luz para los amigos. Se trata de una odontóloga, o dentista que es como se llama normalmente a los sacamuelas, de treinta y seis años. Parecía ser persona con pies bien plantados en tierra. Sin embargo, Luz se sentía sola e incapaz de establecer relaciones más profundas. Como ya había probado algunos enfoques terapéuticos diferentes, sabía que no había sucedido cosa traumática en su infancia o adolescencia. Ahora, sin embargo, esperaba encontrar, en alguna vida pasada, la razón de esta soledad persistente e indeseada.
En la sesión de hipnosis no hubo duda al respecto ya que, casi de inmediato, nos topamos con el mismo tema: la soledad. En una vida anterior, Luz se encontró agachada en una habitación oscura, como mujer de cuarenta y un años y de nombre Perla, sintiéndose abandonada y sin ninguna alegría en la vida. Supuso que el año era 1798. Resultó que había trabajado como tutora, y acompañante vigilante de buen comportamiento, para algunas familias adineradas de Inglaterra. Perla estaba muy contenta con esto, y cuando tenía treinta años, conoció a un constructor de barcos. Se habían conocido en durente paseo por los salvajes y románticos acantilados calcáreos de Gales, no lejos de donde vivía Perla. Su relación fue apasionada y feliz, aunque ella tuvo que mantenerlo en secreto ante sus empleadores. Algunos años más tarde, sin embargo, el constructor de barcos fue encontrado ahogado en la playa. Por el dolor que le causó esto, Perla se apartó de todo, descuidó su trabajo y, como consecuencia de ello, fue despedida,
Veamos parte de la sesión:
Cliente: Voy a los acantilados.
Úrsula: ¿Sí?. (Pausa). ¿Y qué
más ocurre?
Cliente: Voy derecho al
borde. El mar rompe debajo de mí. (Pausa). Salto.
Úrsula: Vaya. (Pausa muy
larga). ¿Y ahora?
Cliente: Mi cuerpo yace allí, sobre
las rocas. Lo veo justo en el fondo, completamente despedazado. Me muevo
más allá de él, y me elevo. (Feliz y sorprendida ). ¡Ay, ahí está mi
amigo! ¡Me está esperando!
Un poco más tarde, su espíritu guía
recibe a Perla, pero la lleva directamente, de regreso, a su cuerpo en el
suelo, para que pueda aprender la lección de su existencia terrenal.
Úrsula: ¿Y para qué fue eso, acaso
tiene que ver con tu muerte, con el
salto desde los acantilados?
Cliente: (Temblando). Debí haber
podido aprender a vivir mejor conmigo misma y, también, a amar a los demás.
Úrsula: ¿Entonces el suicidio no fue una
buena idea?
Cliente: Estuvo bien, pero debería
haber sido capaz de aprender.
Úrsula: Mira a tu guía espiritual. ¿Qué
actitud tiene respecto a que te suicidaras porque tu amigo ya no estaba
allí? (Pausa.) Míralo de cerca. ¿Él cree que fue bueno?
Cliente: No. Tiene una opinión
diferente: no fue bueno Quería que lo viera a través de, digamos, la
vida. Eso es.
Úrsula: Cada vida es una gran
oportunidad, ¿no?
Cliente: Sí. Yo, sospecho, lo
tiré todo por la borda.
Úrsula: Vaya. (Pausa larga.)
Haz una buena respiración profunda. (Pausa). Pregunta a tu guía
espiritual si era parte del plan de tu vida, como Perla, que tu amado
muriera y que luego tú quedaras en el planeta. ¿Deberías haber aprendido a
seguir involucrándote con otras personas incluso después de este cruel golpe
del destino?
Cliente: ¡Sí, y pensaba que sería muy
fácil!
Luz se dio cuenta de que en la vida actual continuaba haciendo lo que hizo en su vida anterior. No dejaba que nadie se acercara a ella por temor a que una persona amada muriera, o la abandonara. Pero ahora, que la causa de este comportamiento estaba más clara, y que también reconocía que el plan de vida de Perla era no retroceder, se sentía casi liberada. También sabía que la despedida seguía siendo parte de la vida y, de todos modos, no es para siempre. Retirarse y huir no son buenas soluciones.
3.
Xabel Timanfaya: El éxito tiene dos caras.
Exclama, atónito el cliente: ¡Esta chica, María, que no tiene educación y sí problemas de desarrollo, era mucho más feliz de lo que yo soy hoy! ¡Tenía alegría, y amor en su corazón!
Esta declaración de mi cliente fue el
punto de inflexión decisivo en su proceso de regresión. Cuando Xabel, de
cuarenta y cuatro años, entró en mi oficina, actuó de manera tan errática y
agresiva que incluso consideré rechazarlo.
Casi de inmediato comenzó a provocarme, y para hacerlo usó todo tipo de ingeniosos juegos mentales, pero no mordí el anzuelo. Poco a poco, sin embargo, la razón por la que había acudido a mí empezó a aclararse. Como brillante abogado, se había ganado la admiración de sus colegas, el miedo de sus oponentes, y mucho dinero además de la sensación de un gran poder. “Soy un ganador”, anunció con orgullo, “y fueran o no culpables, todos mis clientes fueron absueltos en los tribunales y fue mi oponente quien tuvo que pagar”.
Luego, sin embargo, comenzó a ser
atormentado por horribles sueños en los que decenas de manos intentaban
sumergirlo bajo el agua. A los cuarenta y tres años sufrió un
infarto. Después de eso trató de recuperarse y regresar a los tribunales,
pero sus esfuerzos fueron en vano.
Xabel relató cómo, una noche después de otra pesadilla, se vio perdido sin sabér qué hacer. “Fue entonces cuando comencé a rezar pidiendo ayuda. Y ahora estoy sentado aquí con usted, que es lo que me recomendó un amigo al día siguiente de ese episodio”. Así concluyó la historia, con un trasfondo sarcástico que era difícil pasar por alto.
Empezamos con la regresión y la primera escena que Xabel recogió de sus vidas pasadas fue espantosa. Nos llevó mucho tiempo darnos cuenta de lo que ocurría, ya que le costaba expresarse como la mujer que era en ese momento. Al final quedó claro que le estaban dando descargas eléctricas con la esperanza de que la hicieran "normal" nuevamente. Xabel estaba experimentando la vida de una mujer joven con discapacidades de desarrollo mental, a fines de la década de 1940.
Hasta los dieciocho años María, que así se llamaba en esa vida, vivió en un pueblo austríaco y deambulaba alegremente por las calles mientras la gente hacía todo tipo de bromas desagradables a su costa, aunque en general ella no se lo tomaba a mal. Se reía con despreocupación. Sin embargo sus padres, que la querían mucho y la cuidaban, fallecieron. Tuvo que mudarse, con la familia de su hermano, a los suburbios. Allí se avergonzaban de su “diferencia”. Su cuñada prohibía que los niños jugaran con ella, e incluso la golpeaban en muchas ocasiones. (Tuve que cambiar sus palabras, con fragmentos a veces confusos, a un lenguaje mucho más claro y comprensible).
Cliente: Tengo miedo.
Úrsula: ¿De qué?
Cliente: Estoy escondida tras un
árbol.
Úrsula: ¿Por qué? ¿Es que alguien
quiere hacerte algo malo?
Cliente: Todos me persiguen y
golpean.
Úrsula: ¿Cómo te sientes?
Cliente: Triste. ¿Por qué no
puedo jugar con los niños? (Pausa). Hay un pájaro cantando en el
árbol. (Ríe alegremente). Es tan alegre.
Invité a Xabel a pasar al final de la vida de María. Se vio a sí mismo como una mujer desaliñada que vivía en un manicomio. Aquí fue donde le dieron las descargas eléctricas. Seguí preguntando:
Úrsula: ¿Cómo estás?
Cliente: Bastante bien. Me
dejan sola ahora. (Pausa). Todavía estoy sola.
Úrsula: ¿Cómo es eso para ti?
Cliente: Me gustaría reír. Reír
de nuevo. Pero estoy muy cansada, muerta de cansancio.
María murió en esta institución en condiciones miserables. Cuando Xabel habló con su guía espiritual al respecto y le preguntó por qué le mostraban esa vida, sus sentimientos lo abrumaron. Para mi sorpresa, dijo:
Cliente: Se trata de las pequeñas alegrías. María apenas había luchado contra las cosas. Ni una sola vez se enojó. No sabía casi nada, pero siempre estaba alegre, a pesar de que los otros eran tan desagradables con ella.
Úrsula: ¿Qué te puedes llevar de
esta a tu vida como Xabel?
Cliente: (En un arrebato). ¡Siento
que estoy al final! ¡Mi cuerpo, mis nervios, todos los sueños que
tenía para el futuro! ¿Qué puedo esperar a continuación? (Pausa).
Este lado más sensible, este lado amable, ingenuo y amoroso. Simplemente nunca
lo había notado antes.
Úrsula: Quizás haya algo acerca de
eso. ¿Por qué no preguntas a tu guía espiritual?
Cliente: Me está mostrando la
figura de la Justicia, con su balanza y su venda en los ojos, como una estatua
viviente. Las balanzas conectan los dos lados, los que luchan y los
apacibles. Es una cuestión de justicia. Sí, acabo de tener la
sensación de que vine a la Tierra por eso: para ayudar a los más débiles, y a
luchar contra la injusticia.
Úrsula: Tienes el trabajo perfecto
para eso, ¿no?
Cliente: Ah, sí. Sí
tengo. Hasta ahora, he tomado cualquier trabajo que se
presentó. Ganar los casos perdidos, poder conseguir absolver a los
culpables. (Pausa). Ahora puedo hacer las cosas de manera diferente:
buscar a mis clientes en otra parte. Más que cualquier otra cosa, se
tratará de la justicia, y dónde está fallando y dónde puedo
conseguirla. Es como si pudiera defender a otra María, para que pueda
vivir una vida decente y feliz.
Úrsula: Eso suena bien. Puedes
usar tus habilidades excepcionales para cumplir el propósito de tu
vida. Al hacerlo, también estarás haciendo algo bueno para la sociedad.
Cliente: (Sorprendido). Esa es una
forma muy diferente de ver las cosas: anteponer la justicia y la
verdad. No tanto ganar a cualquier precio. Se trata más de trabajar
en valores más altos. Si lo hago creo que podré empezar a disfrutar más de
las cosas. Pero necesitaré mucha fuerza.
Úrsula: ¿Y qué podría ayudarte con
eso?
Cliente: (Después de una pausa).
Tal vez orando de nuevo. Pidiendo ayuda, a los cielos, por así decirlo.
Úrsula: Eso suena muy
bien. Rezar es mejor que solo pedir, porque también es una forma de dar
gracias y de conectar con lo divino. Y escuchar, para saber cómo suena
realmente la respuesta a tu oración.
Cliente: Sí, puedo intentarlo.
Una vez más llevé a Xabel a través de una escena en la que la niña María estaba inequívocamente feliz. Luego lo guié para anclar este sentimiento en su vida actual como Xabel, utilizando la respiración profunda. Finalmente su espíritu guía lo envolvió por unos minutos con su energía, para enviarle confianza y un profundo sentimiento de aceptación. Ese día, saqué a un hombre muy cambiado de la regresión. Parecía más relajado y positivo y deseé, de todo corazón, que pudiera integrar, el resto de su vida, lo que parecía tan importante en nuestra sesión.
4. El caso de Maria: La vida bajo la
presión de tener que conseguir.
Marimacho, cortés y un poco agotada, así es como vi a Maria K, al comienzo de la sesión. Propietaria de un taller de reparación de automóviles, con treinta y tres años, ya había logrado mucho en su joven vida, y tenía mucho más por delante.
Necesitaba hacer mejoras en el taller,
aunque su marido, que enseñaba alemán y música, pensaba que no era
necesario. Él intentó, sin éxito, refrenar el constante afán de logro de
su esposa. María quería criar a su hija para que fuera una joven
totalmente moderna, con habilidades tanto técnicas como musicales, y la rutina
diaria de la niña, de ocho años, estaba sobrecargada de lecciones y
tareas. La pequeña a menudo estaba irritable y tenía problemas para
dormir. María vino a la consulta porque quería acceder a un potencial más
profundo a través de la regresión y buscaba formas de encontrar más energía,
tanto para su hija como para todos sus proyectos personales.
Se experimentó a sí misma, durante la
Segunda Guerra Mundial, como un soldado llamado Fritz que dejó atrás a su
familia, resultó herido en las trincheras, pasó varios años en cautiverio y
finalmente regresó a casa. Una vez allí, descubrió que su granja, que
estaba al lado de Lüneburg Heath, había sobrevivido a la guerra sin daños y, en
todo caso, se había vuelto aún más hermosa, ya que su hijo, ahora adulto, y su
esposa la habían cuidado muy bien. En los años que siguieron, la granja
siguió floreciendo, adquirieron aún más animales y, finalmente, agregaron una
escuela de equitación. Fritz continuó trabajando duro a pesar de que había
perdido una pierna y tres dedos en la guerra. La familia prosperó. Y
así, la vida de Fritz llegó a su fin, y esto cuenta:
Cliente: Estoy enfermo, acostado en la cama.
Úrsula: ¿Y luego qué pasa?
Cliente: Es como si, sencillamente,
me fuera alejando, como a través de un velo. Es bastante fácil.
Úrsula: ¡Por favor, quédate en tu cuerpo
un poco más! ¿Hay alguien contigo? ¿Está tu familia?
Cliente: (Entrecortadamente). No.
Tienen cosas que hacer. Vendrán más tarde. (Pausa). No quiero morir
todavía. Es horrible.
Úrsula: ¿Qué es horrible?
Cliente: Estoy esperando, pero.
(María llora y sigue diciendo). No tardará mucho.
Úrsula: ¿Qué te pone
triste? ¿Estás triste porque tu familia no está, o porque hay que
dejarlos?
Cliente: (Sollozando). Quería.
Quería, por lo menos, abrazarlos por última vez. (Pausa).
Úrsula: ¿Adónde vas después de morir
como Fritz?
Cliente: Es como una extensión sin
fin. Todo es muy ligero y fácil. (Pausa). Hay algunas personas que me
están esperando. (Alegre). ¡Los conozco!
Úrsula: ¿Quiénes está ahí?
Cliente: Muchas almas. Están
llenos de amor. Nos conocemos desde hace mucho tiempo.
Úrsula: ¿Cómo son?
Cliente: Como luz, luz brillante,
sin forma real como la conocemos. Es, sí, es mi hogar.
Úrsula: Disfrútalo en paz.
Cliente: (Pausa, luego risas). Es
una locura, las risas y la diversión que están teniendo. Es tan hermoso.
Úrsula: Lleva esa jovialidad y
alegría a lo más profundo de ti.
Después de esta liberadora bienvenida al mundo de los espíritus María, junto con su espíritu guía, echó un vistazo a su vida como Fritz. Notó rápidamente que fue una buena vida a nivel puramente material. Sin embargo, se había descuidado toda el área de las relaciones interpersonales, al igual que el área de la espiritualidad (este no era un tema recurrente en esa vida en particular). Sobre todo, le dolió el alma cuando notó que los animales, que eran el principal sustento de la familia, habían sido tratados como objetos inanimados. Fritz notó, justo tras la muerte, que nunca había sentido algo por ellos y que nunca los percibió como seres vivos. Además, el cliente gritó en un momento dado: “¡Hemos rociado tanto veneno en los campos! Eso es algo que Fritz no pensó dos veces”.
Rápidamente quedó claro el mensaje para
María: más amor, empatía, relajación y disfrute, esa era la esencia. Al
principio eso parecía ser un desafío difícil para ella, ya que realmente no
encajaba con las convicciones por las que había vivido su vida hasta ese
momento. Pero luego se dio cuenta de que podía usar a su hija como
indicador para juzgar si estaba en el camino correcto. La niña siempre estaba
alegre y contenta a menos que su madre la presionara con expectativas cada vez
mayores. María estaba empezando a tener la sensación de que debería dejar
que la niña tuviera más infancia y jugar más con ella en vez de animarla a
seguir adelante todo el tiempo. Ahora estaba lista para dejar que su hija
cumpliera su más ardiente deseo: tener una pequeña mascota. Más que nada, María
quería que la niña alegre que llevaba dentro cobrara, por fin, vida.
5. Martín: Sin embargo, este amor aún
permanece.
A pesar de varios contratiempos personales, Martín irradiaba mucha alegría de vivir. En privado, este experto en informática, de veintinueve años, y de un pequeño pueblo de Suiza, consideraba varias cuestiones sobre ética y espiritualidad. Estaba teniendo más y más dudas sobre si algo de eso tenía algún sentido cuando, sus experiencias le mostraban que, según todas las apariencias externas, estaba equivocado. Perdió a su madre a temprana edad, y en su adolescencia tuvo un grave accidente. No había podido encontrar la realización a través de su trabajo, y cuando tenía veintiséis años su amada esposa lo dejó y ésta todavía trataba de hacerle la vida difícil. El joven no buscaba culpar a los acontecimientos externos, sino que tendía a culparse a sí mismo. Sin embargo, también parecía estar cada vez menos convencido de esta actitud. Tenía la impresión de que lo estaba haciendo demasiado difícil para sí mismo y que aún no había descubierto el verdadero significado de todo.
En una vida anterior, Martín se encontró
en un calabozo oscuro. Era un conde llamado Miguel, que debía ser quemado
en la hoguera al día siguiente. Veamos cómo lo cuenta:
Úrsula: ¿Por qué estás preso aquí? ¿Cómo ha ocurrido?
Cliente: Desafié al obispo, al
poder del obispo.
Úrsula: ¿Por qué?
Cliente: Para dar ejemplo.
Úrsula: ¿En qué país estás?
Cliente: Alemania, hacia el siglo
XII.
Úrsula: ¿Y por qué quisiste dar
ejemplo?
Cliente: Porque el contrato social
entre los hombres y sus patrones ya no se sostiene. Todo está
desequilibrado en la forma en que los hombres tratan a sus semejantes.
Úrsula: Entonces, ¿qué cosas malas
están haciendo?
Cliente: La opresión los siervos y
el trato general a los campesinos.
Úrsula: ¿Pudiste lograr algo?
Cliente: Más de lo que se podía ver
desde fuera.
Úrsula: ¿Más?
Cliente: Sí, más. Estoy
seguro de eso. Fue importante. (Pausa). Pero a veces yo también tengo
dudas. Me enviaron un sacerdote que debía explicarme y exponer la
palabra de Dios. ¡Qué tonto egoísta! (Se ríe amargamente). Pero luego
me puse a pensar: “me he metido en un buen lío”.
Úrsula: ¿De qué tenías dudas?
Cliente: Bueno, tal vez estuvo mal,
o sea, rebelarse así.
Úrsula: ¿Te dijo eso el cura?
Cliente: Sí, por supuesto. (En
voz baja). Tal vez plantó la duda en mi mente. Dijo que estaría actuando
en contra de las órdenes de Dios.
Úrsula: Veamos ahora cómo terminó
esta vida. Ve a tu último día, a los últimos minutos.
Cliente: Me vistieron con una
túnica blanca, me ataron las manos a la espalda y me condujeron a un montón de
leña, la pira funeraria, que había sido apilada allí arriba con una estaca en
el medio. Me ataron a ella. .
Úrsula: ¿Estás solo, o hay otros ahí?
Cliente: Estoy solo. Soy el
ultimo
Úrsula: ¿Entonces hubo otros?
Cliente: Éramos bastantes los que
plantábamos cara al obispo. Pero no los tomaron prisioneros como a mí, los
mataron en el acto.
Úrsula: ¿Y qué está pasando ahora?
Cliente: Encienden la pira.
Úrsula: ¿Y cómo sientes eso?
Cliente: (Sorprendido.) Estoy
sintiendo mucho amor. A pesar de todo, siento mucho amor. (Llorando). Este
amor aún permanece.
Úrsula: ¿Hay gente? ¿Público?
Cliente: Sí, hay algunos
espectadores, y también está el obispo. Está sentado frente a mí en
su trono, a cierta distancia, con sus seguidores. (Despacio). Pero tengo
tanto amor, también para ellos.
Úrsula: ¿Existe sólo el amor?
Cliente: También duele mucho.
Úrsula: Sí.
Cliente: Y también hay, también hay
tal sentimiento de odio.
Úrsula: Sí.
Cliente: Y, sobre todo, mucha
tristeza.
Úrsula: Toma conciencia de todas
estas muchas y variadas sensaciones, y luego observa cómo termina tu vida como
Miguel.
Cliente: Estoy tratando de inhalar,
muy profundamente, estos vapores iniciales de color gris pardusco blanquecino a
medida que se elevan de los troncos húmedos para perder el conocimiento lo
más rápido posible.
Úrsula: ¿Y funciona eso?
Cliente: Sí.
Úrsula: Bien. ¿Y qué sigue?
Cliente: Voy dejando ir mi cuerpo.
Úrsula: ¿Cómo haces eso?
Cliente: Es fácil, es como dar un
paso hacia un lado.
Úrsula: ¿Cómo se desarrolla la
escena?
Cliente: Veo lo que está
pasando. Mi ángel de la guarda, mi guía espiritual, ha venido y se coloca
detrás de mí, justo a la izquierda, y me pone una mano en el hombro.
Úrsula: ¿Cómo se siente eso?
Cliente: Los dos vemos la escena
frente a nosotros. Hay mucha tristeza. (Sollozos). Porque hemos
perdido una gran oportunidad para que las personas restablezcan el
equilibrio. (Pausa). Estoy recibiendo una gran cantidad de energía de mi
guía espiritual, mucha. Mi guía hace que fluya nuevamente ante mi todo lo que
salió mal durante la tortura psíquica, y todas las cosas de las últimas semanas
y, debido a eso, ahora todo va mucho mejor para mí.
Úrsula: Genial. Ahora toma eso
y llévalo profundamente a tu interior.
Cliente: Aunque parezca que estas
personas podrían haber desperdiciado una oportunidad, todo esto ha sido mucho
más efectivo en un nivel más profundo.
Úrsula: Cuéntame más sobre esto.
Cliente: (Vacilante). Hay, hay más
seres allí, que solo mi guía de luz y yo. Hay muchos seres de luz
allí. Así es como es: durante todo este acontecimiento, hubo como una
campana tocando a muerto, como luto, por
todos estos seres. Ha sido como un espectáculo interior de
tristeza. Y a pesar de que estas personas estaban sentadas en sus sillas,
con tanta autosuficiencia, había mucho dolor brotando de sus corazones. Y
al menos esto también ayudará a todos con su desarrollo posterior.
Al recordar esta vida como Miguel, Martín se dio cuenta de que se sentía bastante cómodo en su vida actual, pero también se había vuelto muy conformista y ansioso. Se volvió importante para él tomar más riesgos y ser más solidario consigo mismo. Era hora de que prestara atención a su sabia esencia interior y aprovechara más sus intuiciones y grandes visiones en el mundo cotidiano y, además, como él mismo dijo, “hacerlo con compromiso total y sin esta horrible duda. Las dificultades externas no deben tomarse como una especie de prueba de que estoy en el camino equivocado”. Lo llamé para que volviera a tener un sentido de sí mismo como alma madura y llena de luz, y para que se conectara con ella a través de su existencia consciente actual como Martín, de forma que luego pueda ser guiado por ella.
En esa vida anterior, el bienestar personal de Martín no era un problema. Comprendió muy claramente que había tenido la oportunidad de hacer una contribución al bien general de todos, de actuar como un reformador positivo en el curso de la historia. Martín también reconoció esto como el trabajo de su vida hoy.
6. Andrea: La humildad del corazón.
Ya durante su tiempo en el útero, (al menos como lo experimentó durante la primera fase de su regresión), Andrea tuvo la sensación de que realmente no quería estar en la Tierra. Luchó desesperadamente contra eso y se sintió impotente, y así lo dice: “Sólo logré hacer breve contacto con el alma. Sabía, sin embargo, que venía voluntariamente”.
Este cliente, de profesión terapeuta, mujer de cuarenta y seis años y de Munich, entró en mi consulta con aire de mandona, dando la sensación de estar muy pagada de si misma ya se consideraba más o menos ilustrada. Su actitud desdeñosa hacia otras personas, la naturaleza, animales y las plantas, era notablemente fuerte. Cuando le pregunté sobre eso me explicó que, en última instancia, solo le preocupaban los niveles más elevados de la existencia. Una vez que soltó una infinita procesión de frases esotéricas dijo, con desánimo, que ninguna de sus relaciones la había llenado del todo, que se sentía vacía y desilusionada, y que desde hacía tiempo, incluso, pensaba en el suicidio. Se sentía como si no hubiera sido hecha para esta Tierra.
En una vida anterior se vio a sí misma como ermitaño en el Himalaya indio, vestida nada más que con una túnica, sin posesiones, y morando en soledad en una cueva. Así lo cuenta:
Cliente: Estoy satisfecho conmigo
mismo. Soy feliz estando solo, pero...
Úrsula: ¿Pero qué?
Cliente: Que, simplemente, no hay
nadie allí.
Úrsula: ¿Echas de menos tener a
alguien más?
Cliente: (Muy bajito). Sí.
Nos remontamos más atrás en esa vida. Como ermitaño de la cueva del Himalaya, él, (es decir, quien hoy es la mujer que conocemos como Andrea), inicialmente se sintió excepcionalmente fuerte, con chakras radiantes y vibrantes en la mitad inferior de su cuerpo, y un profundo sentido de conexión con toda la existencia. Vivió durante unos años con una mujer que, finalmente, lo dejó para volver a vivir una vida normal y secular. Él no quiso ir con ella y, después de eso, perdió todo su poder y optimismo.
Cliente: Me estoy muriendo de
corazón roto. Así es como se siente.
Úrsula: ¿Qué te ha roto el corazón?
Cliente: La mujer que me
dejó. Nunca tuve la intención de entablar una relación. La gente es
impredecible y egoísta.
Úrsula: Vaya.
Cliente: También he dejado de
brillar. He perdido mi poder.
Después de morir, el alma del ermitaño subió al mundo de los espíritus y, junto con su guía espiritual, revisó todas las etapas de esa vida. Esto nos dice:
Cliente: Por esa mujer entregué mi
espiritualidad. Ya no la cultivé más, y por eso se perdió.
Úrsula: ¿Qué aprendiste en esta vida, o
gracias a esa vida?
Cliente: Bueno, que a veces no hace
falta mucho para deslizarse desde un lugar elevado, puro, y luminoso, al
infierno.
Úrsula: Ya…
Cliente: (La mujer hace una
repentina exclamación). ¡En cuyo caso mi condición, probablemente, no era tan
perfecta después de todo! (Pausa). Sólo estaba, engañándome a mí mismo.
Úrsula: Sí, eso es una buena
conclusión.
Cliente: Todo lo que quiero es
recuperarla y aferrarme a ella.
Úrsula: Aferrarte a qué, exactamente.
Cliente: A esa fuerza vibrante en
mis chakras.
Úrsula: Echemos otro vistazo a lo
que sucedió en aquel tiempo. Has admitido que alguien externo pudo
quitarte este poder, ¿o no fue así?
Cliente: (Vacilante). Yo mismo
entregué mi poder. Faltaba algo en mí.
Úrsula: ¿Y qué era eso que te
faltaba?
Cliente: (Balbuceando). No había.
Me faltaba el corazón. El cuarto chakra: yo ya no estaba allí. No fue
culpa de la mujer. (Pausa). Eso es lo que realmente me gustaría
desarrollar. El corazón tiene que estar ahí para poder vivir. (Llora
durante mucho tiempo).
Hacia el final de la sesión, llevé nuevamente a Andrea al estado que experimentó, como ermitaño, sintiéndose muy cómodo y poderoso. Le di consejos sobre cómo integrar estas energías en su vida cotidiana para que pudiera construir sobre ellas, y dominar el proyecto de su vida: encontrar el amor de su corazón. Tuve la sensación de que tras la sesión dejaba a una mujer mucho más suave. Sonrió, algo insegura de sí misma, y con el rostro húmedo por las lágrimas. Con unas pocas palabras pudo expresar cómo se sentía ahora: “conmovida, y humilde”.
7. Pedro: En un torrente de fuerza y
autoridad.
Cliente: Otro hombre, y yo, corremos por un bosque oscuro. Creo que soy su jefe. Parece acobardarse cada vez que lo miro.
Úrsula: Ajá. ¿Quién
eres? ¿Por qué vas corriendo por el bosque?
Cliente: Es de noche. Hay una
casa con sólo una mujer en ella.
Úrsula: ¿Y?
Cliente: Somos ladrones. Sí,
soy ladrón.
Úrsula: ¿Vas a irrumpir en la casa?
Cliente: Sí. Ahí hay comida y
también debe haber un poco de dinero. Vaya, la mujer está sola. Una mujer
joven.
Úrsula: ¿Tienes un arma?
Cliente: Un grueso garrote de
madera.
Úrsula: ¿Cómo te sientes?
Cliente: Fuerte. Me siento muy
bien. Estoy tan entusiasmado. Este allanamiento. Nuestra presa. La mujer,
que me pertenece.
Úrsula: ¿Crees que esta mujer es la
presa?
Cliente: ¡Sí, siempre es así!
Úrsula: ¿Cómo te sientes al
respecto?
Cliente: Soy fuerte. Simplemente no
pienso en eso en absoluto.
Úrsula: ¿Qué pasa ahora?
Cliente: Estamos en la
casa. Solo hay una luz encendida. Todo está tranquilo.
Úrsula: ¿Y entonces?
Cliente: De repente voy muy
rápido. Puedo sentir mi fuerza, cómo un muelle enrollado dentro de mí. ¡Qué fuerte
sentimiento! Nada puede detenerme ahora. Empiezo a gritar, luego
corro hacia la puerta y choco contra ella.
(El cliente está desconcertado, y sigue contando). Pero la puerta se abre sola. ¿Qué está
sucediendo? Caigo al suelo, dentro de la casa. Luego, n golpe en la
cabeza.
Úrsula: ¿Qué tipo de golpe?
Cliente: No lo sé, pero duele como
el infierno. (hay una pausa, y Pedro continúa). Todo ha terminado. Me
veo tirado allí. El cuerpo. Estoy flotando sobre él. Mi compañero
escapó. (Pedro está sorprendido y aturdido, y añade). Un hombre grande
arrastra mi cuerpo afuera.
Aquí nos encontramos con Pedro, agente inmobiliario, inteligente y demasiado seguro de sí mismo, de la ciudad de Hamburgo, que había vuelto a su vida como ladrón en el siglo XVIII en lo que ahora es la República Checa. Justo cuando parecía que le iba a ir tan bien, lo mataron. La sensación de conmoción y decepción que sintió fue evidente e inmediata. No era su primera regresión, y una y otra vez se enfrentaría al problema de la violencia. Inicialmente no podía entender su conexión con su vida actual, ya que este hombre, más bien delgado, no era un matón, ni recordaba haber sido agredido. Al repasar los sucesos que acababa de volver a experimentar, todo se volvió un poco más claro, y así lo cuenta:
Cliente: Me consideraba invencible, y tomaba cuanto quería.
Úrsula: Vaya.
Cliente: Y ahora, cuando lo miro
desde el punto de vista del alma, me duele.
Úrsula: Sí.
Cliente: Estoy amargamente
decepcionado de mí mismo. (Llora).
Úrsula: Sí, así es. ¿Y qué
aprendiste de lo has visto de esa vida?
Cliente: Que es doloroso y sin
sentido, diciéndolo sin rodeos. Esta violencia no tiene
sentido. (Pausa). Destruye, rompe todo, te deja solo. Es tan inútil,
y no es como se supone que debe ser la vida. Puedo sentir eso ahora.
Úrsula: Sí, ahora lo sientes como
alma.
Cliente: (En voz baja). Este
frenesí de violencia fue placentero, una y otra vez, a lo largo de muchas
vidas. Pero no me trajo nada. Bueno, no exactamente, me trajo solo
prisa y luego, después de eso...
Úrsula: ¿Y cómo es para ti eso,
hoy? Ponte en contacto con tu guía espiritual.
Cliente: Sin violencia. Es
mucho mejor. He aprendido. (Pausa). Mi espíritu guía parece tan
serio. ¡Oh! Pero yo, sí, lo estoy haciendo aparentemente
diferente hoy pero, en cierto modo, también es similar a lo que hacía entonces.
Úrsula: ¿A qué te refieres? ¿Qué
estás haciendo hoy que es similar a lo anterior?
Cliente: Todavía quiero ser
invencible y fuerte, y tener admiración. Nadie debe saber que me siento
herido como, por ejemplo, cuando mi esposa está fuera, con otra
persona. Lo hago con mi cabeza, con mi conocimiento y hasta con
cuestiones esotéricas. Permito ser admirado por eso. Soy misterioso Es
un juego de poder, como lo fue entonces. Solo que ahora sin el garrote de
madera.
En esta sesión, Pedro, de sesenta y cuatro años, se dio cuenta de cuánto se había aislado de sus verdaderos sentimientos, y también de sus semejantes. Su esposa lo había dejado siete años atrás, y él enterró su amarga decepción en lo más profundo de su ser.
Como consecuencia de esto, exteriormente
jugaría el papel de macho que tenía todo bajo control. Sin embargo, desde
entonces nunca logró entablar otra
relación, y describía el sexo como actividad sucia. Me alegró mucho
recibir una carta de él, alrededor de un año después de esta sesión, en la que
describía cómo se había reunido con una mujer muy querida. Pude leer entre
líneas que se había convertido en un hombre feliz que disfrutaba de los
placeres simples de la vida, un hombre diferente del que hube conocido antes.
8. Marcos: Todo con el flujo adecuado.
A los veintisiete años, Marcos estaba en su último año de formación como restaurador. Trabajaba como conductor de la empresa “Comida-sobre-ruedas”, cantaba en una banda, y con su compañero sentimental se preparaba para abrir su propio restaurante. Iba a ser una especie de café artístico, en una ciudad de provincias austriaca, en el que serviría sus propias creaciones culinarias, únicas y con ingredientes orgánicos. Estaba lleno de energía y de la alegría de vivir cuando me contaba sobre este proyecto.
Marcos es un buen ejemplo del tipo de
cliente que, sobre todo, toma la regresión como una forma de validar que está
en el camino correcto. Como dijo, “Estoy tan fascinado por las posibilidades
que ofrece la regresión que realmente quiero experimentar una por mí
mismo. Es importante para mí aprender más sobre mí, y sobre la
vida”.
La regresión presenta a tales clientes
el conocimiento profundo de que todos podemos encontrar nuestro lugar en un
orden mayor, uno en el que podemos depositar nuestra confianza de todo
corazón.
Durante la regresión, inicialmente nos
demoramos un tiempo en el momento en el que Marcos todavía estaba en el útero:
Cliente: Está este latido. El corazón es…
Úrsula: Sí.
Cliente: pum, pum…
Úrsula: Fíjate dónde se encuentra
tu madre. ¿Está al aire libre, o en casa?
Cliente: Al aire libre.
Úrsula: ¿Qué está haciendo?
Cliente: Está de pie, junto a la
cerca del jardín, hablando con otra mujer. Luce el sol y tiene el
pelo castaño, bastante largo, lleva un vestido azul y una gran barriga.
Úrsula: ¿Y cómo te ves
tú? ¿Puedes describirte?
Cliente: No puedo verme, pero sí a
ella desde arriba y en ángulo. Puedo flotar. Es ¡excelente! Ya no
estoy dentro de ella. (Pausa). Ahí está mi guía espiritual.
Úrsula: ¿Cómo sabes que es él?
Cliente: Es como si hubiera una luz
a mi lado, y siempre está ahí. Yo también estoy hecho de luz en este
momento.
Úrsula: ¿Qué sabes de la vida que tienes
por delante? ¿Qué tipo de vida será?
Cliente: Va a ser estresante, van a
pasar muchas cosas.
Úrsula: ¿Sabes el porqué?
Cliente: Muchos desafíos. Y
miedos.
Úrsula: ¿Qué has decidido
hacer? ¿Qué sabes de tus metas y lecciones de vida?
Cliente: (el cliente entra en
profunda contemplación). Sí, quiero sentir amor. Amor entre personas,
el que viene del corazón, sin convencionalismos, esos que siempre bloquean las
cosas.
Úrsula: Eso es bueno.
Cliente: Tengo muchas ganas de
tocar el corazón de la gente.
Cuando más tarde pregunté a Marcos si creía que podría encontrar en su vida, de ahora en adelante, eso, dijo que sí, con estas palabras: “Los desafíos, eso trataba, principalmente, sobre ser homosexual. Aceptar eso no fue fácil, pero no quería vivir una mentira”.
Después del tiempo en el útero, guié a Marcos a una vida pasada. Descubrió que en ella era una monja budista, en el norte de Japón y en algún momento del siglo XVI. Tenía setenta y tantos años y recordaba su vida.
Cliente: Estoy en paz. Eso es lo que he estado buscando. Cuando estoy sentada aquí, en esta montaña, tocando mi flauta y contemplando el paisaje que tengo a mis pies, me siento muy bien.
Úrsula: ¿Te sientes cómoda contigo
misma?
Cliente: (Vacilante). He perdido un
poco de ver el mundo. Creo que no he visto mucho de eso, y hay mucho que
no he experimentado.
Úrsula: ¿Te arrepientes?
Cliente: Realmente, no. A
veces, ahora, es como un anhelo. (Hay una pausa, y sigue diciendo). Pero
está bien.
Úrsula: Respira hondo y pasa a lo
siguiente de esa vida que quiere surgir.
Cliente: Me veo como una señora
mayor, como de ochenta y cuatro años.
Úrsula: ¿Cómo te va
ahora? ¿Sigues animada, o estás enferma y cansada?
Cliente: Animada. Pero ahora
estoy un poco encorvada.
Úrsula: ¿Sigues en el monasterio?
Cliente: Sí. Estoy en el
manantial, recogiendo agua. Luego regreso a la cocina, para encender el
fuego y guisar. (Pausa). Rezo mis oraciones todo el tiempo.
Úrsula: En el fondo, ¿cómo te sientes
ahora?
Cliente: He encontrado la paz
perfecta en mi vida. Era una vida muy buena, con mucha paz en el
corazón. Ahora entiendo mucho mejor cómo se desarrollan las cosas.
Después de la muerte de la monja, Marcos volvió a experimentar el mundo de los espíritus como alma. Su guía espiritual lo condujo a un gran salón, y esto cuenta:
Cliente: Esta habitación tiene una ventana enorme, como una cúpula de vidrio. Es como el universo, las estrellas, los planetas, pero me parece que todo está en esta habitación.
Úrsula: ¿Qué significa eso para ti?
Cliente: El guía espiritual me
muestra que cada ser tiene su lugar en el universo. Todos siguen su tarea
asignada, que es servir al bien mayor y, por lo tanto, seguir
desarrollándose más.
Úrsula: ¿Conoces tu lugar en la
vida, como Marcos?
Cliente: (Después de una pausa). Mi
lugar siempre es, exactamente, donde ya estoy, y donde puedo dar lo mejor de
mí, que es, exactamente, lo que sale de mi corazón.
9. Mariana: A pesar de todo.
Mariana tenía cuarenta y seis años cuando vino a mi consulta. Era una mujer enjuta y de aspecto afligido, con una voz fuerte, que vivía en un pueblo cerca de Konstanz, en Alemania. Quería dejar su trabajo como dependienta, que no le gustaba, para poder ayudar a otras personas de alguna forma terapéutica. Quería usar la regresión para encontrar un punto de partida.
En su vida anterior era abogado judío en una ciudad provincial de Brandeburgo, durante la Segunda Guerra Mundial. Él, su familia, y sus vecinos acababan de ser capturados por los nazionalsozialistas, y esto relata:
Cliente: Un hombre, de las SS, se nos acerca. Me mira de una manera extraña.
Úrsula: ¿Qué quieres decir con eso?
Cliente: Él, ¡es como con asco!
Úrsula: ¿Es lo que expresa ese hombre, o
eres tú quien siente asco?
Cliente: Es él quien lo
siente. Es como si estuviera mirando algo sucio. Es una mirada tan
helada.
Úrsula: ¿Qué más sucede?
Cliente: (Vacilante). Nos conducen
a un granero. Seis soldados con armas.
Úrsula: ¿Y qué más?
Cliente: Ahora nos van a
fusilar. Nos alinean en una fila. Jacobo, mi hijo, a mi lado, y los
vecinos y dos niñas, lloran.
Úrsula: ¿Cómo te sientes?
Cliente: Siento miedo, pero también
espero que se acabe pronto.
Úrsula: Sí.
Cliente: Ahora Jacobo está muy
cerca de mí.
Úrsula: ¿Puedes asirlo?
Cliente: Tengo su mano. (De
repente, el cliente estalla y dice). ¡Odio a esta gente! ¡Son bestias!
Úrsula: Continua.
Cliente: Espero que se acabe
pronto. Están dando órdenes, detrás de mí. Es tan frío y duro.
Úrsula: ¿Y qué mas pasa?
Cliente: Armas disparando.
Tiros. Puedo escucharlos pero, de alguna manera, no me preocupa.
Úrsula: ¿Dónde estás, ahora?
Cliente: Lo veo desde arriba.
Úrsula: ¿Están todos
muertos? ¿Puedes ver tu cuerpo?
Cliente: Sí. Sigue
vivo. Solo un poco.
Úrsula: ¡Ah! Así que saliste
temprano. Muy bien. Eso es muy bueno.
Cliente: (Después de una pausa).
Están retirando los cuerpos. El mío también está ahora sin vida.
Estoy muerto.
Úrsula: ¿Puedes ver a Jacobo?
Cliente: Ahora está más arriba,
sobre mí. Se ve algo transparente.
Úrsula: ¿Y cómo te percibes tú?
Cliente: Transparente también, una
forma alargada. Una especie de vórtice me arrastra hacia arriba.
Úrsula: ¿Todavía tienes forma humana, o
se ha ido?
Cliente: Es como una banda
estrecha. Brillante.
Úrsula: ¿Y cómo te sientes?
Cliente: Ligero. De alguna manera,
libre.
Mariana entendió que tenía que aprender a dejar ir a los más cercanos a ella. Además, en momentos de peligro, no siempre podría protegerlos, al igual que no pudo proteger a su hijo Jacobo. Pero existe una forma de protección mucho más elevada: la vida después de la muerte.
Seguimos la sesión y le pregunto:
Úrsula: ¿Hay algo que no hiciste tan bien? ¿Cómo ves ahora, como alma, esta vida anterior?
Cliente: No creía todas las
habladurías.
Úrsula: ¿Te refieres a aquellas
sobre la persecución de los judíos?
Cliente: Tal vez deberíamos
habernos ido.
Úrsula: Echa un vistazo a tu guía
espiritual y dime: ¿Ignoraste el peligro?
Cliente: No, no pasé nada por
alto. Así fue. No necesito reprocharme.
Úrsula: ¿Hubo algo que no salió tan
bien?
Cliente: La ira expresada justo al
final.
Úrsula: ¿Antes del tiroteo?
Cliente: Ese oficial, su mirada. Lo
odiaba.
Úrsula: Sí.
Cliente: Me aferré a ese odio y lo
traje conmigo a esta vida actual.
Úrsula: Sea lo que sea que una
persona odie, realmente no puede dejarlo ir. Lo acabas arrastrando
contigo, incluso si las circunstancias externas son completamente
diferentes. Es muy importante. Entonces, ¿qué puedes aprender de
esto, para tu vida de hoy?
Cliente: Es la cuestión de esa
ira. Hoy en día prefiero estar sola porque, bueno, por si acaso me
encuentro confiando en alguien y me decepciona, porque entonces vuelve el
odio. ¡No quiero eso!
Úrsula: Echemos otra mirada atrás:
a aquel entonces, como joven al que van a fusilar con su hijo. Esa es
una situación excepcionalmente difícil. Quizás necesites aportar un
poco más de comprensión.
Cliente: Eso es
cierto. (Pausa). Supongo que podría haberle dicho al oficial: “Haga lo que
deba hacer: es cosa suya". Y en lugar de ira podría haber tenido amor
por mi hijo. Simplemente podría haber sentido eso.
Úrsula: Eso hubiera sido mejor, sin
duda, pero es muy difícil. (Pausa). Las almas no conocen el odio; que
solo existe en la Tierra. Si traes la conciencia de tu alma a la
Tierra, tu odio se evaporará. En el pasado, eso no salió del todo
bien. Además, todo sucedió tan rápido al final. Moriste poco
después y ya no estabas en condiciones de cambiar tus
sentimientos. Pero hoy todo ese tema parece haber vuelto. Hoy también
hay odio en…
Cliente: (La cliente me interrumpe,
repentinamente emocionado, y exclama): ¡Jacobo!, ¡Jacobo es mi madre
ahora!
Úrsula: Mira a su guía
espiritual. ¿Es eso cierto?
Cliente: Asiente con la
cabeza. Sí, es verdad.
Úrsula: ¿Hay alguna tarea
específica, entre vosotros, en la que ambos tendríais que trabajar?
Cliente: No lo
sabría. (Pausa).
Úrsula: Deja que tu guía espiritual
te ayude con eso.
Cliente: Me está mostrando una foto
de mi padre.
De repente, Mariana se dio cuenta de un aspecto bastante diferente de su vida actual: que el eje y punto de apoyo de su vida cotidiana seguía siendo, de hecho, su padre, un hombre particularmente indiferente y egoísta que había muerto ocho años antes. La clienta vivía en la casa de su madre, y ambas mujeres despotricaban desde el amanecer hasta el anochecer contra su esposo y padre, a quien culpaban absolutamente de todo lo que les iba mal en la vida. Mariana dijo que sus sentimientos de odio hacia él se hacían más fuertes cada día. Según sus relatos, era innegable que era un hombre que había hecho muchas cosas malas.
Sin embargo, ahora se daba cuenta de que
se aferraba a su condición de víctima agraviada, y que su padre le servía como
una coartada conveniente para eso.
Por otro lado, su madre le hacía una
acusación velada: que ella solo había mantenido este matrimonio inestable
para que Mariana no perdiera a su padre. De esta forma, Mariana quedó
suspendida en un estado de dependencia culpable con su madre.
Sugerí a la cliente, con carácter de urgencia, que se centrara en las cosas positivas en lugar de maldecir a su padre.
Cuando Mariana apareció ocho semanas
después, para su segunda cita, parecía más alegre y menos reprochadora hacia su
padre y lo que había sucedido entre ellos. Incluso su trabajo actual no
parecía tan malo como antes. Hasta podía reírse de todo ahora que era
consciente de que ya no podía culpar a su padre muerto por todo. En cierto
modo todavía lo hacía, pero solo de vez en cuando y por el bien de su madre
quien, según ella misma cuenta, supuestamente había sufrido mucho con
él. Sin embargo, después de un nuevo encuentro con su guía espiritual,
Mariana pronto se dio cuenta de que esto no tenía sentido.
Tras esta segunda sesión abordó, tímidamente, la idea de que podría conseguir su propio piso para poder descubrir quién era ella realmente, independientemente de su padre y de su madre.
10. Natalia: Esperando un príncipe azul.
Esta mujer, parisina de treinta y cuatro abriles, vivía desde hacía varios años en Zürich. Anteriormente había trabajado en la recepción de un hotel, pero desde que se casó no tuvo que trabajar más. La cliente, que era muy bonita pero algo afectada, estaba bien preparada de antemano para su cita de regresión, al menos a su manera particular: Natalia tenía consigo una larga lista de todo lo que la irritaba de su marido. Su anterior compañero, el gran amor de su vida, la había abandonado en un momento difícil. Luego se casó con este hombre amoroso, que nunca podía hacer lo suficiente por ella y solo se ganó su ingratitud. Ella lo consideraba responsable de sentirse insatisfecha, infeliz y afligida por la pérdida del otro hombre.
Una situación bastante similar se le presentó a Natalia en su vida anterior. Era bailarina en Damasco y amaba a un hombre rico y apuesto. Estaba feliz, podía experimentar su cuerpo mientras bailaba, lleno de lujuria por la vida y erotismo emocionante. Luego, quedó embarazada y el hombre la dejó. Y nuevamente, incluso en ese pasado, otro hombre la tomó bajo su protección. Pregunto a Natalia:
Úrsula: ¿Por qué te aceptó? ¿Él
sabía que ibas a tener un hijo?
Cliente: Yo ya había tenido el
niño. Él me tomó, con el niño. Él lo sabía, sí.
Úrsula: ¿Algo así era costumbre en esos
días en Damasco?
Cliente: ¡No, absolutamente
no! Esto era una locura. Fue una gran demostración de amor por su
parte. (Sonríe con orgullo). Significo mucho para él.
Asustada, Natalia declaró más tarde que estaba persiguiendo un sueño romántico incluso entonces, y que pisoteó todo el amor que realmente la rodeaba. En aquel tiempo dejó de bailar, se deprimió y se quejaba continuamente a su esposo quien, a pesar de eso, permanecía a su lado. La siguiente declaración podría ser aplicable a la vida de ambas encarnaciones:
Cliente: Mi esposo es totalmente cariñoso y amable. Además, también me ofrece un nivel de vida muy decente. Es maravilloso con los niños. No podría pedir más. Y, sin embargo, siento que me falta un algo en particular, una chispa, ese carisma increíble.
Tuve la impresión de que después de esta sesión le quedó claro que era ella misma la responsable de su propia felicidad, y nadie más. Había comprendido plenamente que había ignorado por completo el papel que tenía que desempeñar en una relación plena y, sobre todo, que el amor es algo diferente de lo que había creído hasta entonces.
11. Pacífico: Encontrando tu verdadero
poder.
Un cliente, llamado Pacífico, era el tipo de persona que ayudaría a todo caracol a cruzar la calle. Era maestro jubilado, de educación religiosa católica, en St. Gallen, Suiza, y se había dedicado exclusivamente a la búsqueda espiritual durante varios años. Parecía relajado y alegre. Sin embargo, las cosas eran bastante diferentes en la primera vida anterior que se le presentó. En ella era un brutal amo de esclavos, en la antigua Roma. Al final, fue asesinado en una disputa.
Su guía espiritual tenía otra vida preparada para Pacífico, una durante la época de los nazis. Y así lo cuenta:
Cliente: (El cliente está
sorprendido y algo irritado). ¡Ha vuelto a pasar! Creo que tengo, otra vez
un trabajo parecido. (Pausa). Es un campo de concentración. Soy un
guardia
Úrsula: ¿Por qué se te ha mostrado todo
esto?
Cliente: Esa es una buena pregunta.
Úrsula: Esto parece demostrar algún
tipo de tema, ¿no crees? ¿De qué crees que se trata?
Cliente: (Pausa más larga). Parece
que se trata de poder, de fuerza, de aplicar el poder con sensatez.
Después de la muerte en esta vida pasada, Pacífico tuvo la experiencia de ser un alma en conversación con su espíritu guía. Así lo relata:
Cliente: Siento un estallido de rabia. ¡Casi me está destrozando!
Úrsula: ¿Por qué?
Cliente: Por esta vida. ¡Por
lo que hice! ¡No solo por participar en ella sino porque me divirtió
tanto el miedo que se desarrollaba ante a mí que algunos de ellos oraban para
que no les hiciera nada!
Úrsula: Déjalo ir de
nuevo. Tomar una respiración profunda y vuelve a ponerse en contacto con
tu guía espiritual. Pregúntale para qué servía todo aquello. ¿Por qué
se te mostraron estas vidas?
Cliente: ¡Ese poder! Ese es el
tema aquí. En ambas vidas fui muy fuerte, muy poderoso. Pero
solo hice cosas malas con ese poder, incluso contra mi propia
alma. ¡Quería usar esta fuerza solo para mí, solo para mi propio ego!
Úrsula: ¿Se trata de reconocer hasta
dónde se puede llegar cuando se vive sin espiritualidad?
Cliente: (Empieza a temblar).
¡Sí! Tenía una gran cantidad de poder, pero en realidad sentía que siempre
me estrellaba contra una pared de ladrillos.
Úrsula: ¿Cómo va eso en tu vida actual?
Cliente: Creo que estoy en el
camino correcto. Pero a veces, quiero decir, aquí es completamente al
revés. Me dejo intimidar, completamente, por ciertas personas. Me hago
pequeño, me encojo como un perro. (Pausa). Tampoco profeso abiertamente
que creo en la reencarnación.
Úrsula: ¿De qué crees que podría
tratarse?
Cliente: En realidad sé que no son
muy fuertes. (Con amargura). Ya lo he descubierto por mí mismo como
guardia y amo de esclavos. No es poder genuino. Nada a lo que podrías
someterte.
Úrsula: ¿Qué hay, ahora, en la agenda
para ti?
Cliente: Hoy tengo conexión con mi
alma. Creo que necesito vivir eso mucho más plenamente. ¡Defenderme a mí
mismo, y el camino que he tomado! Necesito más coraje y fuerza.
Úrsula: ¿Qué piensa tu guía espiritual?
Cliente: (Pausa). El verdadero
poder es aquel que acompaña a Dios.
12. Gallu Kiriku: Pasos de desarrollo.
Todo lo que dijo mi cliente, llamado Gallu Kiriku, de 62 años y del pueblo de Wuppertal, en Alemania, durante nuestras conversaciones preliminares podría reducirse a un denominador común: “No he ganado nada esperando en la fila, y todos me empujan a un lado”. Su padre había abandonado a su esposa, su madre, cuando estaba embarazada. Luego, su padrastro hizo que la vida de Gallu fuera un infierno y su madre no pudo encontrar la fuerza para defenderle. A principios de la cincuentena, Gallu Kiriku intentó ponerse en contacto con su padre biológico, pero éste no respondió muy bien. Tampoco logró crear una familia feliz: su esposa abandonó a Gallu y a su pequeña hija. Sin embargo, Gallu cuidó a la niña con amor y ahora, ya mujer, estaba bien situada en su profesión como médico.
El tema del rechazo recorrió la vida pasada de Gallu Kiriku. Inicialmente se vio a sí mismo en España, en el cuerpo de una niña llamada Ana, cuyos padres habían dejado el pueblo, años antes. Se habían olvidado de llevarla con ellos, o al menos esa era la razón por la que la niña se explicaba su orfandad. Ana creció con padres adoptivos. A los dieciséis años se involucró en una relación y quedó embarazada; enseguida el hombre desapareció sin dejar rastro. Unos años más tarde dejó a su padre adoptivo, que para entonces era anciano y dependiente, y acababa de enviudar: Ana explicó que lo hizo porque: “Me estaba restringiendo demasiado”. En ese momento, la sesión se detuvo. El cliente solo dio respuestas vagas.
Yo sabía que allí debía haber algo
importante para Gallu Kiriku, pero no salía nada. En tales
situaciones pido ayuda al mundo de los espíritus. Entré en estrecho
contacto con mi guía espiritual y el del cliente. De repente me llegaron
las siguientes preguntas, y llevaron la conversación hacia adelante:
Úrsula: ¿Dónde está tu hijo?
Cliente: Él está bien.
Úrsula: ¿Dónde está?
Cliente: No lo sé.
Úrsula: ¿No lo sabes? ¿Qué pasó?
Cliente: No lo sé.
Úrsula: No me creo que no lo
sepas. ¿Hace cuánto que desapareció?
Cliente: Era pequeño.
Úrsula: ¿Qué pasó?
Cliente: No sé, no viene nada.
Úrsula: Retrocede un poco, a ese
lugar donde sabes lo que le pasó. ¡Contaré hasta tres, y luego
estarás allí! Uno, dos, tres.
Cliente: Está bien. Tiene cuatro, o
cinco años. Digamos cuatro.
Úrsula: Sí. ¿Y?
Cliente: Todos se van, todos los
hombres. Hay una guerra. Él, sí, va con ellos.
Úrsula: ¿Qué? ¡Eso es una
locura! ¿Un niño de cuatro años que va a la guerra?
Cliente: (Pausa). Se lo llevaron.
Úrsula: ¿Por qué? ¡Por favor, mira
lo que realmente sucedió! ¿Está el niño enfermo?
Cliente: No, no.
Úrsula: ¿Un accidente?
Cliente: No.
Úrsula: (Despacio). ¿Te aburriste
de él, y lo regalaste?
Cliente: No.
Úrsula: Entonces, ¿qué pasó?
Cliente: (Muy vacilante). Yo, yo
estoy sentada allí y estoy esperando. El niño, lo voy a entregar. Ellos van
viniendo.
Úrsula: ¿Quién viene?
Cliente: Un matrimonio, de la
ciudad. Se llevan al niño.
Úrsula: ¿Por qué se llevan a tu hijo?
Cliente: (Ríe insegura, y se encoge
de hombros). Quería que,
porque, no tengo mucho. No
tengo dinero, ni nada.
Úrsula: ¿Parecen agradables?
Cliente: Están bien
vestidos. Definitivamente tienen suficiente dinero.
Úrsula: ¿Y cómo reacciona tu
hijo? ¿Simplemente va con ellos?
Cliente: Sí. Le dije que lo
hiciera.
Úrsula: ¿Y eso qué te
parece? ¿Que sientes?
Cliente: No sé. Creo que así será
mejor para él. No había nada más que pudiera darle.
Úrsula: Vaya. Tal vez
realmente no necesitaba mucho, aparte del amor de una madre y un pequeño bocado
para comer. ¿Por qué no fuiste a trabajar?
Cliente: No, no trabajo.
Úrsula: ¿Por qué no? Eres joven.
Cliente: Me gusta sentarme aquí.
Úrsula: Sí, pero no obtienes mucho
dinero de esa manera, ¿verdad?
Cliente: No.
Úrsula: Mírate honradamente y
contesta: ¿Que pasa contigo?
Cliente: No me gusta trabajar.
Úrsula: ¿Y es así, exactamente,
como termina esto? Así que regalas a tu hijo y eso genera algo de
dinero. Él era una carga para ti y tú debías seguir adelante.
Cliente: Sí. (En voz baja).
¡Qué vaga!
En la conversación que Gallu Kiriku tuvo después, con su guía espiritual, una cosa le quedó clara: era importante reconocer que había hecho mejor trabajo con su vida actual que con la del pasado. Aunque había tenido que soportar gran cantidad de rechazos en su vida, había cuidado bien a su hija y trabajado lo necesario para que siempre hubiera suficiente para ambos. También había tenido que empezar a aprender a perdonar, como lo demuestran los pasos que había dado para reunirse con su padre, aunque durante toda su vida no había querido conocerlo. En el mundo de los espíritus, se dio cuenta de que el alma de su padre adoptivo, durante su encarnación española como Ana, estaba en el cuerpo de su madre actual.
Para Gallu, se trataba de defender sus
propios sentimientos de ahora en adelante, pero también de desechar el
caparazón protector de su autocompasión y reconocer el progreso que estaba
haciendo. Casi incrédulo, profundamente afectado y también con un toque de
orgullo hacia el final de la sesión, Gallu Kiriku dijo sobre su vida
actual: “Yo, en fin, soy bastante bueno en esto ahora, ¿no es así?”.
13. Humberto: Adicto al amor.
Nos encontramos con un gerente, de cincuenta y tres años, de una sucursal en una cadena de grandes almacenes de Graz, Austria. A simple vista parecía abierto y seguro de sí mismo. Sin embargo, lo que lo había llevado a venir a mi consulta eran angustiosas dudas sobre sí mismo. Sufría, cada vez más, episodios de sudoración y manchas rojas en cara y cuello que aparecían cada vez que tenía que encontrarse con una persona de la que tenía grandes expectativas: socios comerciales, clientes y, especialmente, mujeres. Por otro lado, a menudo se consideraba bastante espléndido y noble, aunque de una manera desagradablemente fría y distante.
Una vez en trance, Humberto se encuentra en Alsacia, como zapatero llamado Maxl, en una posada del siglo XIV. Estaba golpeando, con estrépito, un cubilete de dados sobre la mesa.
Cliente: Voy a ganar. ¡Tengo
que hacerlo!
Úrsula: ¿Por qué todo esto?
Cliente: (Forzando las palabras,
con dificultad). Ya lo he perdido todo.
Úrsula: ¿Qué? ¿Qué has
perdido?
Cliente: Todo. Todavía tengo
la casa, pero ya no hay nada en ella. Todo se ha ido: el taller, los
muebles, todo. Los niños lloraban cuando regresé a la posada. No
puedo volver a la casa otra vez. ¡Tengo que ganar!
Como Max, mi cliente experimentó la poderosa atracción de la adicción al juego. Le costó a su familia, además de la mayor parte de su patrimonio. Su esposa realmente lo amaba, pero él siguió jugando y, con el tiempo, dejó a la familia para no hacer desaparecer, también, el techo sobre sus cabezas. Cuando miró hacia atrás, a esa infeliz vida como Max, Humberto se dio cuenta del paralelismo con todos sus problemas actuales. Y así lo dice:
Cliente: En realidad, el amor es lo más importante.
Úrsula: ¿Más importante que todo lo
demás?
Cliente: Sí.
Úrsula: En esa vida como Max,
¿amabas a tu esposa e hijos?
Cliente: Sí, por
supuesto. Pero el juego de dados era lo más importante.
Úrsula: ¿Cómo te sientes hoy acerca
de los juegos de azar? ¿Son un problema para ti?
Cliente: Eso ya no es un
problema. Bueno, sí, fue un problema una vez, pero por corto tiempo. Ya,
no.
Úrsula: Vaya. ¿Has caído en
las garras de algo más?
Cliente: El amor.
Úrsula: Ajá. Entonces, ¿tiene
eso el mismo efecto, hoy, que el juego de aquel tiempo?
Cliente: Sí, creo que sí.
Úrsula: ¿Te hace feliz?
Cliente: Bueno, no
realmente. Me siento orgulloso cuando las mujeres me quieren. Cuando,
cuando me aman.
Úrsula: ¿Te aman? ¿Las amas?
Cliente: Sí. Bueno, no sé.
Úrsula: Mira a tu guía
espiritual. ¿Qué piensa él sobre esto?
Cliente: Me dice que conquistar
mujeres hoy me da el subidón que me daba el juego. Es una adicción.
¡Pero es amor lo que busco!
Úrsula: ¿Qué es el amor para ti?
Cliente: Todavía lo estoy
buscando Creo que el sexo también es amor. Pero ¡no me meto en la
cama con todas las mujeres que conozco!
Úrsula: ¿Es el sexo el amor que
buscas?
Cliente: Esto es confuso. ¡El sexo,
simplemente, se apodera de mí!
Úrsula: Está bien. ¿Y cómo va
el amor por ti?
Cliente: (Rápidamente). Me
amo. Bueno, no lo sé.
Úrsula: Antes dijiste que los
bosques son importantes para ti. ¿Amas la naturaleza?
Cliente: (Con alegría). ¡Oh,
sí! Sí, tengo eso. Amo la naturaleza. ¡Me siento tan feliz allí,
tan relajado!
Úrsula: Eso no tiene nada que ver
con el sexo, ¿verdad?
Cliente: (Riéndose). No.
A Humberto le estaba quedando claro que, una vez más, solo perseguía una espejismo, que nunca alcanzaría el amor que buscaba de esa manera. Empezaba a notar que las conquistas y el sexo no tenían nada que ver con el amor. Se alegró cuando su guía espiritual le mostró que su incertidumbre era básicamente algo bueno. Le había impedido perderse por completo en su adicción. La incertidumbre, y su piel inflamada, habían jugado un papel importante al recordarle que no se trataba de juego, sino de sentimientos sinceros de amor.
14. Martina: En casa no hay miedo.
Martina sufría de miedo latente a la vida, que no tenía fundamento en su vida actual, miedo que finalmente la llevó a acudir a m consulta.
Hay algunas personas que ya tienen una
idea de lo que va a ser su regresión, aunque esto no suele ser el
caso. Sin embargo, Martina, de veintidós años, sabía que debía tener una
conexión profunda con el judaísmo. Ella soñaba con eso, estaba
inusualmente afectada por la música judía y, básicamente, siempre regresaba a
esa cultura. Y así, en nuestra sesión, se encontró de nuevo como una niña
judía, en un campo de concentración. Oigamos cómo se desarrolla la escena:
Cliente: Siempre se llevan a
alguien, pero todavía somos muchos niños.
Úrsula: Sí.
Cliente: Me siento feliz cada vez
que se llevan a alguien, y no a mí. Sé que es malo, pero trato de
esconderme detrás de otra persona.
Úrsula: ¿Conoces a alguien allí?
Cliente: No me
importa. (Llora). Mis padres se han ido. Debe estar en el cielo.
Úrsula: Sí. ¿Cuántos años
tienes?
Cliente: Nueve.
Úrsula: ¿Qué más pasa?
Cliente: (Fuerte llanto).
Úrsula: Respira hondo, así. Todo
está bien y tranquilo. Sí. Ahora ve más lejos. Dime qué está
sucediendo.
Cliente: (Horrorizada, y respirando
con dificultad). Me han pillado. Estoy gritando. No
entiendo. Llevan la estrella, como yo, pero son tan horribles.
Úrsula: ¡Mira todo lo más rápido que
puedas! y supéralo rápidamente.
Cliente: Me arrastran, a mí ya
algunos otros, a un sótano.
Úrsula: ¿Qué aspecto tiene?
Cliente: Está oscuro (Pausa). Tengo
miedo. Todos a mi alrededor están llorando, pero lo hacen tan
silenciosamente. Están gimiendo. Es horrible. Realmente no lo
entiendo bien.
Úrsula: No debes quedarte allí
mucho tiempo. Así que, simplemente, supera toda esa escena rápidamente.
Cliente: Estoy sentada en el
suelo. Una niña muy pequeña está desplomada en mi regazo, sin moverse. Le
acaricio un poco la cabeza, pero yo también estoy muy débil.
Úrsula: Avanza un poco
más. ¿Qué más sucede?
Cliente: Todos los niños yacen
muertos. Mi cuerpo está junto al de la niña, caído encima de ella.
Úrsula: ¿Dónde estás?
Cliente: Arriba, en el
techo. Me estoy alejando de allí rápidamente. (Pausa). ¡Ah, aquí está
mi mami! Ella esperó por mí.
Úrsula: ¿Qué aspecto
tiene? ¿El mismo que tenía siempre?
Cliente: Ella es luz. (Risas
de alivio). Es tan hermosa.
Úrsula: ¿Qué hace tu mamá?
Cliente: (Suspiro de satisfacción).
Me está abrazando. Papá también está allí. Es tan hermoso. ¡Hay
tanto amor!
Úrsula: Disfrútalo. Siéntelo
muy dentro de ti.
Cliente: Estoy feliz pero, al mismo
tiempo, me siento apesadumbrada.
Úrsula: ¿Por qué?
Cliente: La gente nos trató tan
mal.
Úrsula: Sí.
Cliente: Mami dice que eso ya no es
importante. Todo es bueno aquí.
Úrsula: Inhala esa sensación de que
todo está bien hacia lo más profundo de ti.
Cliente: (Profundamente afectada).
Ya no debo tener miedo. Puedo confiar. Es tan grande. Hay almas, este
cielo, todo brilla intensamente. Ahora me siento muy ligera. Estoy en
casa.
Martina podría afirmar, con respecto a su vida actual, que hasta ahora le ha faltado precisamente esa confianza básica fundamental de que el alma es inquebrantable, incluso en las pruebas más crueles a las que la vida te pueda arrojar.
Gustavo, hombre de setenta y cinco años, del Tirol del Sur, en Italia, me visitaba en secreto. Su esposa no tenía que saber nada de la regresión, o lo tomaría por “impío”. Siempre estaba tratando de ser una buena persona y trató, toda su vida, de cumplir con las expectativas de los demás. Mostraba a los más cercanos a él solo ciertas partes de sí mismo, cuidadosamente elegidas.
En su vida anterior, se encontró en África Central como mujer muy pobre que criaba sola a ocho hijos, y que además tenía que sobrevivir a la persecución, las amenazas y la opresión. Mientras miraba hacia atrás en esta vida, Gustavo de repente se puso muy triste, y esto nos cuenta:
Cliente: En mi vida ahora tengo tanto miedo de lastimar a los demás, de ser una carga para otros. Ya soy viejo y no he aprendido esto todavía, todavía no lo he aprendido.
Úrsula: ¿Qué, exactamente, no has
aprendido?
Cliente: Quiero hacer lo correcto
para todos. Me siento horrible, me vuelvo cada vez más extraño a mí mismo, y
todas esas otras personas me gustan cada vez menos. La fuerza que tiene
esta mujer africana, que yo tenía entonces, la necesito hoy.
Úrsula: ¿Cómo se siente esta
fuerza? Trata de volver a ese sentimiento.
Cliente: (Pausa). ¡Mis sentimientos
importan! Cuido de los niños para que puedan sobrevivir. No dejaré
que nadie me diga lo contrario. ¡Tengo mucha dignidad!
Úrsula: ¿No podrías aplicarte eso
también en esta vida de ahora?
Cliente: (Pausa). Sí. De
hacerlo, sería honrado y
auténtico. (Pausa). ¡Y también volvería a ser más feliz y agradable para
todos! (Risas). Bueno, sí, ¡para algunas personas lo sería de todos modos!
16. Manuela: Una pastora
verdaderamente buena.
A los treinta y tres años, Manuela, costurera de Berlín, ya tenía a sus espaldas un número considerable de relaciones, a menudo con hombres mayores que solían estar casados. En consecuencia, empezaba a anhelar la seguridad de una familia funcional. Esto era algo que no había experimentado de niña, ya que el estado de ánimo de su padre era errático, bebía y jugaba. Sus padres mantuvieron una relación “abierta”; siempre tenían aventuras y por eso prestaban poca atención a su hija. De niña. y luego de joven, a menudo estaba sola o sentía ser una molestia.
Como adulta, Manuela se sintió impulsada
por una inquietud, interior sin experimentar sentimientos profundos. Sus
ojos solo se iluminaban cuando hablaba de su mascota, un loro, y era entonces
cuando irradiaba calidez y alegría de vivir. Lo primero que gritó cuando
llegó a su vida pasada fue: “Oh, qué hermoso. ¡Aquí me siento como en
casa!”
Describió un paisaje alpino, con
montañas que brillaban de color rojo,
exuberantes prados, y un rebaño de ovejas que se arremolinaban a su
alrededor. En esa vida era un pastor llamado Sepp, un hombre
tranquilo y contento en las montañas, cerca de Innsbruck, alrededor del año
1900. De repente, Sepp comenzó a llorar en voz baja y esto nos cuenta en la
sesión:
Úrsula: ¿Qué te pasa? Mira a tu
alrededor y dime qué sucede.
Cliente: Ella se ha ido.
Úrsula: ¿Quién?
Cliente: Mi esposa.
Úrsula: Hmmm. ¿Hace cuánto
tiempo de eso? ¿Cuando ocurrió?
Cliente: Hace veinticinco años.
Úrsula: ¿Y por qué se fue? ¿Qué
sucedió?
Cliente: Yo siempre estaba con las
ovejas.
Úrsula: ¿Ella se sentía sola? ¿Hubo
otra causa para que se fuera?
Cliente: Quería experimentar
cosas. Ver gente.
Úrsula: ¿Y tú? ¿No podrías
haber ir con ella?
Cliente: Quería quedarme con mis
ovejas.
Úrsula: ¿Cómo ha sido, para ti, estos
veinticinco años sin ella?
Cliente: No ha sido fácil. Todavía
la extraño.
Úrsula: ¿Fue buena decisión el
quedarse, aquí o te arrepientes de ello?
Cliente: No me arrepiento: soy
pastor. (La cliente habla con mucha calidez). Este este es mi grupo, mi
familia: las ovejas.
Úrsula: ¿Y tu esposa? Ella
también es tu familia, ¿no?
Cliente: Creo que a ella nunca le
gustaron las ovejas como a mí. Ella no quería seguir siendo pobre
así. Yo siempre fui pastor, es lo que quería ser. Fui pastor mucho
tiempo antes de conocer a mi esposa.
Úrsula: ¿Qué esperaba ella que hicieras?
Cliente: Vender mis ovejas y
mudarme a la ciudad.
Úrsula: Ah. ¿Cómo fue eso para
ti?
Cliente: (La cliente se enfurece y
sigue diciendo). ¡Eso no era una cuestión negociable! ¡No iba a pasar!
Cuando cumplió ochenta años, el pastor se había debilitado. No podía moverse tan fácilmente y ya no podía cuidar de sus ovejas. Tuvo que regalar sus animales a otra persona. Y el pastor continúa diciendo:
Cliente: Espero tanto que sean bien tratadas. Me causa mucha preocupación.
Úrsula: ¿Y cómo estás ahora?
Cliente: No quiero seguir
más. Es el final. He terminado con todo. Ya no estoy
realmente allí. Es como si, que casi ha terminado.
Úrsula: ¿Estás listo para irte?
Cliente: Sí.
Úrsula: ¿Y cómo te sientes al
respecto?
Cliente: Feliz. Y cansado.
Úrsula: Ve al último momento de
esta vida. ¿Qué sucede ahora?
Cliente: Me veo desde arriba,
acostado en la cama.
Úrsula: ¿Ya has muerto?
Cliente: Todavía respiro un poco.
Úrsula: Bien. Sigue, continúa.
Cliente: Voy dejando el cuerpo,
y es como si flotase.
Úrsula: ¿Cómo te sientes acerca de
tu cuerpo, mientras permaneces ahí?
Cliente: Simplemente, que era el
cuerpo.
Úrsula: Sí. ¿No es algo más
importante que eso?
Cliente: No, no más
importante. (El cliente empieza a llorar).
Úrsula: ¿Por qué lloras, ahora?
Cliente: Miro de nuevo a las
ovejas.
Úrsula: ¿Haces eso? ¿Y cómo
están?
Cliente: (Suspira con alivio y
contesta). Están bien. Todas vivas. Pastan en la ladera de la
montaña.
Úrsula: ¿Quieres
despedirte? Tómate tu tiempo. (Pausa). ¿Te reconocen?
Cliente: Creo que sí.
Úrsula: ¿Cómo reaccionan?
Cliente: Ellas. Es tan
encantador. Todas me miran. Me muestran su agradecimiento.
Úrsula: ¿Y cómo hacen eso?
Cliente: Sólo sé que lo hacen.
Úrsula: ¿Cómo te sientes por eso?
Cliente: Está bien. (La
cliente sonríe feliz y contenta).
Úrsula: Toma este maravilloso
sentimiento y llévalo muy dentro de ti, lleva este gran amor y calidez que os
conecta.
Al mirar hacia atrás con el espíritu guía, el alma del pastor dijo que estaba orgullosa de haberse quedado con las ovejas. En general, sin embargo, se reprendió a sí mismo, con bastante dureza, pensando que debería haber cuidado mejor a la esposa del pastor. El guía espiritual la tranquilizó y dijo que estaba muy satisfecho con la actuación del alma.
Se trataba de que en su vida actual, el alma
aprendiera a hacer lo que hizo el pastor en su vida: atender a aquello que
estaba más cerca de su corazón, aunque haciéndolo pasara por algunos aspectos
dolorosos. Por otra parte, no habría sido feliz el pastor si hubiera elegido el
otro camino porque, entonces, habría descuidado la tarea elegida.
Confiabilidad, responsabilidad, cuidado,
devoción y constancia: el alma aprendió todas estas cosas como pastor en las
montañas.
En conclusión, Manuela sintió profunda conexión con la alegría de este humilde y bondadoso hombre que en aquel tiempo fue ella como pastor. Ahora parecía relajada y en paz consigo misma. Su guía espiritual le recordó a su querido loro. Mi cliente parecía profundamente conmovida por que este amado animal apareciera ante ella en el mundo de los espíritus. El guía le dijo que este loro le mostraría el camino a seguir en su vida actual. Si pudiera amarse a sí misma tanto como amaba a su pájaro, y pudiera atender sus verdaderas necesidades como ella hacía con las de él, entonces su búsqueda salvaje y su desesperada inquietud llegarían a su fin.
17. Bernardo: De persona a persona.
Bernardo, de treinta y tantos años y oriundo de Viena, me pareció hombre simpático y afectuoso. Cuando hablaba de sus hijos irradiaba amor y alegría. Su esposa había sido diagnosticada con cáncer dos años antes, pero sus posibilidades de recuperación eran buenas. Bernardo había cambiado desde el inicio de su enfermedad. De repente quiso saber más sobre las conexiones más profundas que hay entre la vida y la muerte. Al ser consultado sobre los desafíos que enfrentaba actualmente, dijo que le habían sugerido en su trabajo que debería tomar algunos cursos de trabajo en equipo. No podía entender, sin embargo, cómo podían encontrar algún defecto en él. Naturalmente, a veces podía ser un poco grosero, “pero los números que entrega mi equipo son los mejores de la compañía”, dijo.
La regresión llevó a Bernardo al norte
de Alemania, donde formaba parte de la aristocracia terrateniente que vivía en
una espléndida propiedad, alrededor de 1690. Allí, era el gobernante
indiscutible de todo y de todos, algo que claramente disfrutaba como
noble. Para, Bernardo, ver esto fue algo desagradable. El noble se
consideraba gobernante bueno y popular. Después de una velada de alcohol, cayó
por unas escaleras y murió al instante. En lugar de ascender al mundo de
los espíritus, su alma fue atraída por los acantilados y hacia las
profundidades del mar. Y así lo cuenta:
Cliente: El agua hace espuma y
ataca. (Asustado). ¡Vaya! Eso parece una especie de pulpo, con muchas
cabezas, ¡un número infinito de ellas!
Úrsula: ¿Qué tipo de cabezas?
Cliente: Están mirando a su
alrededor bastante enojadas.
Úrsula: ¿Te han hecho algo?
Cliente: Todavía no.
Úrsula: ¿Qué pasa después?
Cliente: Ahora estoy siendo atraído
hacia una mujer. Tiene el pelo muy largo, no está pasando por un buen
momento. Realmente sufre.
Úrsula: Ajá. ¿Y quién es?
Cliente: No tengo ni idea de quién
es. Solo sé que es una mujer.
Úrsula: Acércate a ella y
pregúntale qué necesita.
Cliente: No puedo llegar a
ella. Hay paredes a su alrededor, está encarcelada.
Úrsula: Entonces, ¿eso te recuerda
algo?
Cliente: (Sorprendido). ¡A mi
mujer! (Pausa). Hice que la arrojaran a un calabozo. Eso fue
hace siete años. Después de aquello, realmente no pensé más en eso.
Úrsula: ¡¿Qué hiciste
qué?! ¿Por qué?
Cliente: ¡Me traicionó con un
copero. Mandé decapitarlo.
Nota del Traductor. Copero es el hombre
que tiene por oficio traer la copa y dar de beber a su señor. Fin de la nota.
Úrsula: Mira a tu mujer. ¿Qué sientes?
Cliente: Ya no me siento
enojado. (Pausa). Dice que me traicionó porque yo también le había
traicionado muchas veces, y porque nunca estuve allí para ella. Ella
amaba al copero.
Úrsula: ¿Por qué la encarcelaste cuando,
después de todo, también tú la habías traicionado?
Cliente: ¡Eso era algo que, simplemente,
no iba a tolerar! Estaba en contra de todo lo que defiendo. ¡Soy un
gobernante! ¡Realmente no podía dejar pasar eso!
Úrsula: ¿La amabas?
Cliente: No, no creo que lo
hiciera. Pero me gustaba. Ahora todas esas cabezas malvadas se están
acercando de nuevo, ¡horrible! Son todos súbditos míos, gritando y
gritándome. Oh, no. También los encarcelé o mandé matar. (Grita
aterrorizado). ¡Los tentáculos del pulpo intentan agarrarme!
Justo después de este desagradable giro de acontecimientos, el alma del cliente logró llegar al mundo de los espíritus. Trató de justificarse frente al guía espiritual afirmando que, en esos días, solo tenías que ser duro como gobernante. Pronto, sin embargo, el alma se dio cuenta de que se trataba de una excusa endeble. Había aprovechado la posición y costumbres de la época para encumbrarse. En cierto sentido, se había intoxicado con el poder: gobernaba sobre la vida y la muerte. Ahora, como alma, reconocía que aquella debería haber sido una oportunidad para usar el poder en beneficio de un bien mayor, y la justicia. Y así sigue la sesión:
Úrsula: ¿Qué puedes sacar de esto para tu vida actual?
Cliente: Hoy, hago todo bien.
Úrsula: También pensaste eso en el
pasado.
Cliente: ¡Me estoy preocupando por
otras personas!
Úrsula: Creo que lo haces en tu
vida privada.
Cliente: (Enojado. Sí, pero también profesionalmente. ¡Estoy seguro
de eso, y no seré como era en el pasado!
Úrsula: ¿Qué quieres decir? ¿Cómo
crees que tus colegas ven las cosas?
Cliente: (Pausa). Algunos de mis
colegas también podrían estar esperándome en el mar, y tener cosas que
gritarme. (Vacilante). Sí, es cierto, a veces podría ser un poco más
amable.
Úrsula: ¿Qué te impide hacer eso?
Cliente: ¡La presión! Tenemos
que actuar profesionalmente bien, tener números en blanco, y esas cosas.
Úrsula: ¿Amenaza eso la misión de
ser más agradable?
Cliente: Tal vez, en realidad,
debería tratar de trabajar más en colaboración, más de persona a
persona. Pero seguiré siendo el jefe.
Úrsula: Suena bien.
Cliente: (Riéndose). ¡Así que mejor
voy a ese seminario sobre trabajo en equipo!
Úrsula: ¿Tu guía espiritual también
piensa eso?
Cliente: (Irritada). No, piensa que
ya debería haberlo hecho.
18. Luz: Como Francisco de Asís.
La primera vez que apareció en mi consulta habría descrito a Luz, (hipocorístico de Ludivina), como mujer poderosa e inquisitiva, de risa fácil. Estaba casada y tenía tres hijos, y a sus cincuenta y dos años tena la sensación de que su vida estaba "bien, por ahora", pero no podía ignorar la sensación de que debería haber habido algo más.
Mientras hacía bromas y chistes, aún más nerviosa, le hablé de manera particularmente tranquila y gentil, hasta que se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. “Ahora entiendo. Cuando pierdo el contacto con mi ser más íntimo, y me siento insegura, trato de distraerme para poder escapar de ese desagradable sentimiento”, dijo.
Como miembro de la orquesta municipal del estado alemán de Turingia, estaba, según sus palabras, más preocupada por las limitaciones financieras de trabajar en el campo cultural que por la música en sí, y eso era bastante agotador. También impartía lecciones de violonchelo, cuyo progreso iba despacio. Describió el ambiente familiar como bueno, “siempre y cuando pudiera tener el control de todos los resortes”.
Todas estas cosas, una encima de la otra, llevaron a mi cliente a sentir una profunda insatisfacción que, a menudo, se manifestaba como irritabilidad. Luz llegó a sentirse encorsetada y prisionera de su cuerpo. Al acudir a mí con el deseo de hacer una regresión, estaba lista para descubrir qué le pasaba.
Lo que Luz experimentó entonces fue una
vida anterior asombrosa y profundamente conmovedora Se vio a sí misma como monje franciscano
llamado Francisco, en la región alemana de Baviera.
Este joven podía recordar que había sido
sirviente personal del Príncipe Alberto, que reinaba desde un castillo en
aquellas tierras. Sin embargo, alrededor de 1582, el príncipe fue
envenenado por su rival, llamado Fernando. Enfermó gravemente pero no
murió. Mientras Fernando se hizo cargo, el hermano Francisco se vio
obligado a aceptar que el príncipe se había vuelto loco, pues corría por el
vecindario como un salvaje, hablando un galimatías.
Úrsula: ¿Y qué más pasa, ahora?
Cliente: Estamos en una choza en el
bosque, el príncipe y yo. Ya nadie quiere estar con él. Debe vivir aquí,
en el bosque. Voy a quedarme con él.
Úrsula: ¿Por qué? ¿Alguien te ha
dado órdenes para hacer esto?
Cliente: No, es mi trabajo hacer
esto. Estar aquí por el príncipe, esa es mi vida. De joven, solo
tenía que velar por su bienestar físico. Pero desde que me hice
monje, también me preocupo por su bienestar espiritual. En mi
ordenación, él quería que me quedara con él a partir de ese
momento. Este es mi lugar, y mi vida está dedicada a esa tarea.
Úrsula: ¿De qué vives?
Cliente: A veces viene gente que le
aprecia y nos trae comida.
Úrsula: ¿Cómo es para, que eres un
joven de veintiocho años, estar con un loco?
Cliente: Con su corpulencia, a
veces es difícil. Siempre debo tener cuidado de que no escape, se
pierda, o tenga un accidente en el bosque. (Pausa). Pero se vuelve más
tranquilo a medida que pasan los años. Todo es tan hermoso, con su
alma. Hablo de ello. A veces se muestra a sí mismo.
Mi cliente y el príncipe loco vivieron juntos durante casi veinte años. Cuando hubo otro cambio en el gobierno, la gente recordó al príncipe y le ofrecieron una habitación en el castillo. Los dos, sin embargo, querían quedarse en el bosque, donde finalmente pudieron construir una casa de piedra adecuada, en el sitio de la vieja cabaña. Alrededor de los setenta años, Alberto comenzó a prepararse para morir, y así sigue el relato.
Cliente: Es como una muerte que va en oleadas. Su alma sale de él. y luego vuelve a entrar. Una y otra vez y luego, en un punto, ya no vuelve al cuerpo. Está muerto. Sin embargo, el alma se queda conmigo por un tiempo, y también siempre vuelve a visitarme. He aprendido mucho de él, sobre todo que el cuerpo, lo terrenal, no es tan importante. Se trata de lo espiritual. (Pausa). Me da mucha paz estar con el alma de Alberto.
Francisco ya no sale de este lugar. Simplemente se queda donde está. Por muchos años más vive en el bosque, alimentándose de lo que otros le traen o de lo que le brinda el bosque. En sus últimos años, un joven monje de su orden lo visitaba cada vez más porque intuye que podría aprender mucho de este anciano.
Úrsula: ¿Qué hiciste durante todo este
tiempo? ¿Qué clase de vida era esa, cuando el príncipe ya no estaba y tu
misión de cuidarlo había finalizado?
Cliente: (Después de una pausa).
Estuve mucho tiempo en el bosque. Era uno con el bosque. Tuve
conversaciones con las plantas, árboles y animales.
Úrsula: ¿Cómo?
Cliente: A través de los
sentimientos, un intercambio, pero todos somos uno.
Úrsula: ¿También oraste mucho?
Cliente: No realmente en la forma
en que aprendimos como monjes. En realidad, no se usan palabras. He estado
tan cerca de la naturaleza toda mi vida, y las palabras solo perturbarían eso.
Úrsula: Bien. Ahora ve hacia el
momento en que tu vida, como Hermano Francisco, llega a su fin.
Cliente: Ahora experimento en mi lo
que también observé con Alberto. El alma sigue avanzando lentamente
hacia afuera. Quiere experimentar sólo una última cosa. Quiere
adentrarse en el bosque, pero mi cuerpo ya no puede más. Así que me siento
frente a mi casa, el alma se retira, el cuerpo se queda ahí, sentado, y luego
el alma regresa. Y un día, simplemente, no vuelve. Se mantiene
alejada, y Francisco muere.
Mirando hacia atrás, a esta vida especial, el alma y el guía espiritual parecieron quedar muy satisfechos ya que el alma había dado algunos pasos de desarrollo considerables en la persona del padre Francisco. Luz tuvo la sensación de que debía dar los mismos pasos hoy, pero que aún estaba lejos de aceptar la vida con la misma devoción que Francisco. En su conversación con su guía espiritual, le quedó claro que se trataba de saber que lo espiritual siempre debe ser lo primero, y esto se dice:
Úrsula: Sí, esa es una realización importante. ¿Qué podría ayudarte a sentir, y mantener, esta conexión?
Cliente: Me pregunto si la música
podría hacer eso. (Pausa). Pero no siento nada allí.
Úrsula: La música es, realmente,
una buena manera. Quizás no necesariamente para ti, pero supongo que podría
serlo. Solo por una vez, siente muy profundamente de ti cómo podría
ser eso.
Cliente: De la forma en que hago
música, no hay nada que sentir. Toco sin alma.
Úrsula: Ajá. Sin embargo,
¿crees que podrías poner tu alma en ello?
Cliente: Sí. Eso se siente bien. La
música realmente es mi todo. Pero creo me he equivocado porque siempre
quise hacerlo perfecto. Ser técnicamente perfecto, por sí solo, es algo
frío.
Sugerí a mi cliente que debería dejar, conscientemente, que el maravilloso sentimiento por la vida del Hermano Francisco con su profunda conexión con la naturaleza y el mundo espiritual, fluyera hacia su conciencia actual. Y entonces, Luz imaginó cómo podría hacer música, estar con su familia y vivir toda su vida en este estado de conexión.
19. Analena: El destino es su amigo.
Cuando acudió a mí Analena, (nombre compuesto de Ana y Elena) mujer de cuarenta y un años de edad vecina de la ciudad de Schaan, en el Principado de Liechtenstein, se sentía sumamente necesitada. Durante varios años venía sufriendo una forma de esclerosis múltiple que avanzaba rápidamente. Además, su esposo la había dejado, llevándose con él a sus dos hijos y haciendo un arreglo legal para que ella solo pudiera verlos una tarde cada dos semanas. “Voy a seguir luchando”, dijo, “pero pronto me quedaré sin energía, y necesitaré ayuda”.
La entrada a su vida anterior comenzó
con un golpe sordo: el de una pesada carreta de bueyes que choca a toda
velocidad con una mujer, que acaba siendo arrastrada bajo sus ruedas. Esa
mujer yace allí, inmóvil. Analena está
experimentando la vida de un granjero que ocupa el asiendo de conducir de un
carruaje, en la Bulgaria de alrededor del año 1787. Y así se cuenta:
Cliente: ¡Mi esposa! ¡Está muerta! Yace allí.
Úrsula: ¿Pasó por debajo de las ruedas
del carruaje? ¡Qué horrible accidente!
Cliente: Sí.
Úrsula: ¿Cuáles son tus
sentimientos al respecto?
Cliente: (Después de una pausa). No
fue un accidente. Podría haberlo evitado. ¡Pero estaba tan enojado
con ella!
Úrsula: ¿Por qué? ¿Qué pasó?
Cliente: Todo el trabajo
duro. Solo nosotros dos, y ella no podía tener hijos, siempre estaba
enojada conmigo. Yo quería otra esposa. Quería hijos, para la
granja. Quería que mi amante viviera conmigo. No podía seguir así.
Úrsula: ¿Y? ¿Qué pasó?
Cliente: Yo, yo la atropellé. Ahora
estoy libre.
En aquellos días no se podía probar que esto no fuera un accidente. Sin embargo, entre la gente del pueblo se rumoreaba que su esposa, que había heredado la finca de sus padres, no había muerto por accidente. Como resultado, la amante del marido se distanció de él. A partir de entonces, el granjero vivió solo y comenzó a arrepentirse de sus acciones.
En el momento de su temprana muerte el granjero se había reconciliado consigo mismo, pero sabía, de todos modos, que se había impuesto una pesada carga de culpabilidad.
El alma del granjero recalcó a su guía
espiritual que en su próxima vida quería aprender a tener más respeto por la
vida de los demás, y nunca más jugar con el destino. “Que se haga la
voluntad de Dios”, dijo con severidad.
Para Analena, el mensaje que le deparaba esta vida anterior era el siguiente: se trataba de aceptar las cosas que pueden ocurrir en circunstancias desesperadas.
Ella era alguien que siempre quería
controlarlo todo. Ahora, en su forma más débil, todavía era como el
granjero de entonces. Pensó que tenía que tomar todas las decisiones,
sobre la vida y la muerte, para que todo encajara en su plan. Pero ahora,
con la enfermedad y su situación familiar,
el control que tenía sobre su vida se le había arrebatado por
completo. Solo había un camino sano por delante para ella: rendirse a lo
que fue, y a cómo fueron las cosas, no discutiendo o pervirtiendo la justicia,
haciéndolo con corazón abierto y humilde, dispuesta a confiar en el destino, en
su sentido más profundo.
20 Ramón: La voluntad superior.
Para un alma madura que es consciente de sí misma como ser humano, y se dedica a su camino espiritual, se vuelve cada vez menos necesario pasar por todo tipo de sucesos dramáticos en su vida externa, o trabajar a través de profundas crisis internas para avanzar en su desarrollo.
Hay clientes que acuden a mí sin un problema específico, que solo quieren saber más claramente qué les queda por aprender, si son plenamente conscientes de sus tareas de vida, y si las están ejecutando correctamente. Desean entrar en una conexión aún más profunda y consciente con el mundo de los espíritus.
Ramón, de cincuenta y ocho años y periodista y autor, es un ejemplo de ese tipo personas. Él ya había experimentado la regresión siete veces conmigo, y también pasad períodos intensivos en la vida entre vidas. Durante el tiempo que lo conocí, cambió mucho. Su sentido de alegría y vitalidad aumentaba constantemente.
En una de las sesiones, Ramón
experimentó en su vida pasada que era seguidor de un hombre que vestía
una túnica bordada en oro: un alto funcionario en el Tíbet. Luego se
miró a sí mismo y vio el hábito marrón de monje. Resultó que era un monje
franciscano que, en el siglo XIII, había pasado varios años viajando al Tíbet
para aprender y ampliar horizontes. Después de unos años, regresó a su
tierra natal italiana. Así se relata:
Úrsula: ¿Qué haces como monje?
Cliente: Estoy aquí yaciendo,
frente al altar, rezando. Estoy de regreso del Tíbet, y de vuelta a mi
ciudad natal. Estoy orando tan fervientemente.
Úrsula: ¿De qué va todo ello?
Cliente: Creo que pido perdón por
haber tenido pensamientos desviados, por haber hecho este viaje al Tíbet, y por
ser desleal a las creencias de la Iglesia Católica. Así que fue como una
especie de lapso moral.
Úrsula: ¿Un lapsus moral? ¿Algo así
como tener una aventura? Piénsalo: ¿Fue eso? ¿Estaba mal o equivocado
hacer eso?
Cliente: Soy muy inseguro sobre mí
mismo. Esta duda persiste. (Pausa). No, no estuvo mal. Aprendí,
y vi mucho. No puedo cerrar los ojos y decir que no significa nada.
En la vejez, este monje, que había dejado su antigua orden y vagaba de un lugar a otro, comenzó a transmitir su conocimiento. Les contó a los jóvenes monjes, aquellos que parecían abiertos y listos para ello, sobre su viaje y lo que había experimentado en los templos de los tibetanos. Se dio cuenta de que había muchas cosas buenas y valiosas en ambas religiones, y quería combinarlas.
Esto no agradó a algunos miembros del
clero: el monje fue capturado y quemado públicamente en la
hoguera. Algunos de sus alumnos se vieron obligados a verlo morir mientras
estaba encadenado.
Para él, esta muerte no era gran cosa,
“pues mi vida está cerca de terminar de todos modos, y estoy feliz por haberme
mantenido constante en mis puntos de vista”. Como alma, dejó su cuerpo,
incluso antes de que se encendiera la pira.
También atravesó rápidamente el mundo de los espíritus sin tener que depender de instrucciones o saludos, solo había una sombra marrón que parecía seguirlo obstinadamente. Al principio pensó que era un erudito fiel, algún colega que también hubiera muerto, pero luego se dio cuenta de que era su burro.
Cliente: Sí, es el burro que tuve
en los últimos años difíciles, cuando era un anciano. Tal vez murió de
conmoción o dolor, y quería quedarse conmigo. Se supone que debo llevarlo conmigo ahora a donde quiera que
vaya. Tengo una idea bastante buena de qué es qué, así que puedo flotar
rápidamente. Él, simplemente se aferra a mis faldones y confía en mí.
Úrsula: Cuéntame más sobre el
burro.
Cliente: Era un buen amigo, un buen
compañero, mi único compañero en realidad. Era, por así decirlo, mi
compañero de fatigas mientras yo estaba en el camino. Tal vez estará
conmigo por un poco más de tiempo para que pueda cuidarlo. Luego se irá a
su propio lugar en el cielo, supongo.
Úrsula: ¿Cómo estás ahora, después de
esa vida y esa muerte?
Cliente: Me siento bien porque sé
lo que me espera. Ahora sé que voy a pasar un tiempo maravilloso otra
vez. Y tengo muchas ganas de contar a otras almas sobre la vida que
acabo de vivir.
Úrsula: ¿También estás con tu
espíritu guía?
Cliente: Sí. (Risas). Había
estado ligeramente escondido y ahora está diciendo algo así, como: "No me
pases corriendo". Así que ahora doy la vuelta y me acerco a él.
Úrsula: En retrospectiva, ¿qué te
parece esta vida de monje?
Cliente: Creo que fue mayormente
buena, la experiencia inicial que tuve en el Tíbet. Me quedé allí el
tiempo suficiente como para descubrir todo lo que necesitaba, y no tenía
miedo de entrar en este templo, de aspecto tan extraño, con el monje
tibetano. La parte intermedia no fue tan buena, cuando estaba de vuelta en
casa y lidiaba con tales dudas. Ese momento, cuando estaba tirado en
el piso de la iglesia y suplicando perdón, eso no fue tan bueno. Podría haber
sido más valiente entonces. Realmente solo logré ser valiente justo al
final de mi vida, cuando era un ancian. Entonces defendí la verdad. Eso
era más importante para mí que cualquier otra cosa, pero perdí mucho
tiempo. Debí haber comenzado a defender la verdad mucho antes.
Úrsula: ¿Pero quizás entonces te habrían
ejecutado mucho antes?
Cliente: De todos modos, aún
debería haber sido más atrevido.
Úrsula: ¿Qué te dice eso sobre tu vida
de hoy?
Cliente: Creo que debo entender que
nunca se es demasiado mayor para algo. En ese entonces, el anciano tomó la
decisión correcta. Siempre puedes reconectarte con cosas que has
descuidado durante mucho tiempo, pero que siempre has querido.
Úrsula: ¿Qué deberías estar haciendo
ahora? ¿De qué se trata todo esto para ti, como Ramón?
Cliente: Tengo que aprender a
entender estas conexiones por mi cuenta, sin ayuda. No debo confiar en los
demás, no depender de los demás, sino seguir empujándome y buscando.
Úrsula: Ajá. Eso está bien
para tí?
Cliente: Sí, eso funciona, completamente. Tiendo
a que me guste pasar el rato en algún lugar, esperar a ver si pasa algo o
si se me presenta algo. Mi guía espiritual me mostró un hermoso
paisaje, y eso siempre me recuerda al perro de mi vida actual. Creo que mi
perro está destinado a ayudarme a retirarme, una excusa para que me vuelva un
poco más recluido, al menos por cierta cantidad de tiempo. Para vagar por
el bosque. Eso es lo que aprendo de él. Paciencia y
confianza. Porque el perro cree firmemente en todo lo bueno. Él nunca
deja de creer en mí.
Úrsula: Realmente suena muy
bien. Te está diciendo que tú también puedes ser así.
Cliente: Y algo más. No solo
pensar, sino también sentir más. El sentimiento es la base, me dice
el guía espiritual.
Para profundizar en su experiencia inicial, Ramón pasó por otra regresión, unos meses después, en la que fue Esmeralda, una mujer en Palestina. Pertenecía a una tribu beduina, cultura en la que las mujeres no tenían mucho que decir.
Entre los hijos de Esmeralda estaba Miriam, una niña hermosa y orgullosa. El mayor anhelo de su madre era que Miriam se liberara de esas estrictas reglas y viviera de una manera muy diferente.
Usando todo su poder e influencia,
Esmeralda finalmente logró que Miriam se casara con un rico romano, con quien
tuvo dos hijos y disfrutó de una fabulosa vida de lujo.
Unos años más tarde, sin embargo, las cosas fueron muy diferentes. Ramón experimentó la llegada de Esmeralda, de cincuenta años, a una isla mediante un pequeño bote. Allí, en la orilla, estaba su hija Miriam. Y esto se dice:
Cliente: Es como si tuviera, como
si tuviera lepra. La cara está muy desfigurada.
Úrsula: ¿Puedes ver cicatrices o
deformidades?
Cliente: Deformidades, faltan
cosas, partes, pero también las manos, salen de su manto, pero son
prácticamente solo hueso. Sí, ella es como una figura esquelética.
Úrsula: ¿Cómo te
sientes? ¿Cómo es eso para ti?
Cliente: Es como vacilar entre
sentirse amenazada y sentir compasión.
Úrsula: Sí.
Cliente: Todavía no tengo
absolutamente claro si ella es o no es.
No, ella no es una amenaza. Creo que esto es una colonia de
leprosos. Todos aquí están enfermos.
A partir de ese momento, Esmeralda se mudó al pueblo para vivir con su hija, y cuidarla. Se sentía culpable por lo que le había pasado a Miriam. Esmeralda había arreglado ese matrimonio, y su esposo la desterró a esa isla tan pronto como mostró los primeros síntomas. Y Ramón sigue contando:
Cliente: Este es un punto de inflexión decisivo para mí, ya que también está claro que no podré dejar este pueblo nunca más ahora que he estado aquí solo una vez.
Úrsula: ¿Cómo vives en el tiempo que
sigue?
Cliente: (Muy conmovida). Lo que me fascina es que en esta isla, Miriam es como si, sí, se ha vuelto una persona fuerte, y todos la admiran y abiertamente le dan todo el poder allí. Es como si ella fuera la reina de esta isla, de esta colonia de leprosos.
Úrsula: ¿Y cómo es que ocurre esto?
Cliente: Creo que es porque ella es
muy espiritual. Les dice a los enfermos que es misión de cada uno de ellos
soportar ña enfermedad, y que cuando estén en la vida entre vidas descubrirán
la razón de esto. Ella les muestra que no deben desesperar sino que
deben aceptar las cosas como una lección, y hasta como un honor
especial. Aunque muchas personas en el pueblo se reían de ella al principio,
Miriam irradiaba tal convicción y poder que infundió coraje en un
gran número de ellos.
Úrsula: ¿Ella también te da coraje? ¿Cómo te sientes, Esmeralda?
Cliente: (Pausa más larga). Yo
también moriré de lepra. Estoy bastante mal, pero admiro tanto a mi hija.
Ella está de pie, en la playa, y emana un poder increíble, y ahora es de color
negro y dorado, es como una red, un patrón de poder que irradia luz
divina. Su resplandor, sí, está irradiando negro y dorado. Ha
aceptado su misión.
Úrsula: ¿Y cuál es tu misión?
Cliente: (Despacio). Creo que debí
haberme dado cuenta de cómo te puedes equivocar cuando, como madre, crees saber
el destino de tu hijo. Indicas a este niño la dirección que crees que es
la correcta cuando, en realidad, estaba
destinado a una dirección completamente diferente. (Pausa). Y quiero descubrir
más sobre el poder espiritual.
Incluso tras su muerte, Miriam actuó como una especie de aura, aún perceptible para los aldeanos, como red de energía dorada y negra, para su protección y como símbolo de poder y esperanza.
Durante la conversación con su guía espiritual, el alma de Esmeralda reconoció que había presionado a la niña para que tomara una dirección muy mundana. Como había sido deseo de Miriam vivir una vida espiritual y compartirla con otros, su enfermedad fue, simplemente, la única forma por la que podía alejarse de una vida de lujo y regresar a su verdadera misión. Sigo preguntando en la sesión:
Úrsula: ¿Por qué, entonces fue creada tan hermosa, con esa belleza física, si no se pretendía que ella viviera a través de esos aspectos físicos de sí misma?
Cliente: Pienso que esta Miriam era,
justamente, un alma tan madura, con tal resplandor, sí, que aquellos, para
quienes la belleza exterior era importante, podían ser
conscientes también de su gran resplandor espiritual de la misma manera
que lo eran de su belleza exterior.
Ramón hoy puede tener esta vida como Esmeralda al alcance de la mano, más que nada como lección de que debe tomar conciencia de su influencia indirecta sobre los demás. Reconoció su poder sutil para manipular a otros, que ya había usado como Esmeralda para arreglar el matrimonio de su hija. A través de sus vidas pasadas, Ramón aprendió, junto con muchas otras cosas, a apreciar el estilo femenino, más indirecto, de influir en los demás. Esto es bastante diferente del estilo masculino y directo de "golpear el puño sobre la mesa". Para él, esto no debería usarse para beneficio personal, sino en conjunción con su alma como herramienta para la superior voluntad divina a fin de bendecir a otros.