MI VIDA TRAS LA MUERTE, por Erik Medhus, con Elisa Medhus.


 Mi vida tras la muerte
por Erik Medhus (qepd)

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Traducción Ars-Gratia de Kos d’Astuires – 2025

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Las preguntas sobre el después de la muerte inmediata raramente tienen respuesta más allá de lo que dicen quienes experimentan una ECM o tienen una regresión a vidas pasadas mediante hipnosis. La info de canalización de fallecidos no es tan variada y potente tal vez porque tiene cierto halo de verdad y fraude. La serie norteamericana MEDIUM popularizó la realidad de ese tipo de personas capaces de comunicarse con el otro lado. He aquí el libro de un “fallecido” canalizado por una medium que, a ruegos de la madre del muerto estableció una relación mediúnica a largo plazo, lo que produjo el nacimiento de dos libros y un blog de ayuda a quienes tienen inquietudes sobre la muerte y el suicidio. La autora de este libro aparece como segundona respecto de su hijo fallecido, que es quien “redacta” o inspira el libro. Y es un trabajo muy interesante que da datos sobre el más allá que se pueden rastrear en muchos otros libros sobre el mismo tema. Es libro muy interesante porque ofrece la perspectiva novedosa de un fallecido que ejerce de guía espiritual neófito. Por supuesto, es irrelevante lo que se crea o lo que se opine al respecto: eso está de más.

Puedes leer el libro anterior de Elisa Medhus, “Mi hijo y elmás allá” en este ENLACE

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Contenido.

Prólogo de Elisa Medhus - Una nota de Erik Medhus -

Parte I: Mi muerte >> 1. Mi final - 2. Mis despedidas - 3. Mi funeral - 4. Cruzar al otro lado y reencontrarse con los seres queridos

Parte II: Mi transición >> 5. La revisión de vida - 6. La negrura- 7. Mi nuevo cuerpo - 8. Mis sentidos y emociones - 9. Mi terapia - 10. Mi nueva perspectiva

Parte III: El más allá >> 11. Mi primera mirada al cielo - 12. Manifestando cosas - 13. Más sobre cómo es el cielo - 14. Seres vivos - 15. Adaptación a la atemporalidad - 16. Ayuda con el ajuste - 17. Viajando - 18. Mis amigos espirituales - 19. Trabajos espirituales - 20. Ángeles, espíritus y guías - 21. Encuentro con Dios - 22. Mi educación - 23. Mi día típico

Parte IV: Mi vida hoy >> 24. Mi vida como guía - 25. Trabajar con traductores espirituales - 26. El blog - 27. Haciéndome oír - 28. Tener fans - 29. Hacer creyentes de la raza humana - 30. Relaciones - 31. Ser un guía consumado - 32. Mis pensamientos sobre la humanidad

Reflexiones finales - Epílogo de Jamie Butler (traductor espiritual de Erik) - Expresiones de gratitud - Preguntas del grupo de discusión y lectura - Acerca de los autores - Comentarios de los libros “Mi vida después de la muerte" y “Mi hijo y el más allá”- Dedicatoria - España: El suicidio nunca es la respuesta - Ayuda al potencial suicida en los Estados Unidos de Norteamérica.

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Prólogo de Elisa Medhus.

Erik Rune Medhus llegó a este mundo silenciosamente a las tres de la tarde, sin siquiera un gemido. Miró a su alrededor, como maravillado por este nuevo lugar donde viviría por breve periodo. Cuando nuestras miradas se cruzaron la química era palpable. Sabía que sería una luz brillante en mi vida.

De niño, Erik se portaba de maravilla; a menudo jugaba tranquilamente con sus Legos en su habitación mientras sus hermanos hacían de las suyas cerca. Incluso con solo dieciocho meses, demostró una tremenda capacidad de compasión. Recuerdo el día que lo traje a casa del pediatra después de que le pusieran un montón de vacunas infantiles. Tenía los muslos llenos de tiritas y las mejillas manchadas de lágrimas. Mi esposo, Rune, le preguntó qué tal le había ido el día y, con la cabeza apoyada en mi hombro, dijo: «Me lo he pasado bien». No quería que nos preocupáramos por él. De hecho, a menudo quería consolarnos. Siempre que lo abrazaba y lo consolaba después de que se hiciera una herida, me daba una palmadita en el hombro como para consolarme.

Erik creció en un hogar en un barrio de Houston con mis otros cuatro hijos, Rune y yo, así que nuestra familia era grande y bulliciosa. Nunca había un momento aburrido en nuestro hogar, lleno de energía y juegos. Erik, el tercero en la jerarquía, era el travieso de sus hermanos. Le encantaba hacerles bromas y a menudo los molestaba con picardía. Sin embargo, sus hermanos no eran los únicos víctimas de sus bromas. A menudo se escondía detrás de los armarios de la cocina y saltaba y gritaba "¡Buu!" cuando Rune o yo llegábamos del trabajo.

El juego con sus hermanos siempre era creativo y a menudo ruidoso. Uno de sus juegos favoritos era perseguirlos por la casa con sus calzoncillos ajustados en la cabeza mientras les lanzaba calcetines enrollados. También le encantaba jugar a la guerra afuera con sus hermanos y algunos niños del vecindario, cargando pistolas de aire comprimido, con ropa de camuflaje y pintura facial.

Erik poseía una hermosa mezcla de dulzura y firmeza. Amaba todo lo bello, especialmente a las mujeres. Incluso le pidió la mano a su maestra de preescolar. También amaba todo lo que tuviera ruedas, igual que su padre. Por eso, Erik admiraba a Pappa, corredor de bolsa de profesión, y ansiaba con todas sus fuerzas formar parte de su mundo de coches y motos veloces.

En cuanto a nosotros dos, nuestra relación era muy estrecha. De hecho, podíamos compartir cualquier cosa, y Erik no tenía reparos en hablar con sus padres sobre lo que otros niños considerarían inapropiado. Incluso me pidió consejos sobre sexo. Apreciaba esa cercanía y me asombraba su franqueza y confianza.

A pesar de su feliz comienzo, Erik cambió alrededor de los catorce años. Sufría un trastorno bipolar severo, una enfermedad que puede volverse terminal. Su luz interior comenzó a desvanecerse al entrar en la adolescencia, y la vida en la Tierra se volvió extremadamente difícil para él.

La nuestra es una familia cariñosa y atenta. Ninguna llamada termina ni ninguno se va sin un "Te quiero", y nunca faltan. De abrazos para todos. Como con todos mis hijos, casi todas las noches, después de nuestro ritual de canciones y cuentos para dormir, le decía a Erik lo agradecida que estaba de tenerlo en mi vida y le contaba todas las cosas que consideraba especiales de él. Erik tenía sus días buenos, pero ni la medicación, la terapia ni la cercanía de nuestra familia lograron sacarlo de ese lugar oscuro en el que se había sumido, donde la miseria se convirtió en su compañera casi constante. Debido a su enfermedad mental, su estado de ánimo se desplomaba con frecuencia en la desesperación más profunda. Dormía a menudo para escapar del peso que lo envolvía. Cuando estaba despierto solía estar hosco y se enojaba con facilidad. El conflicto y el drama se convirtieron en parte habitual de la vida familiar.

Erik intentaba apaciguar sus demonios con la gratificación inmediata. Quizás un nuevo pasatiempo le brindaría un breve periodo de alegría. Quizás una bicicleta nueva. Quizás una patineta nueva. Estas cosas nunca le dieron la felicidad duradera que buscaba; en cambio, solo le brindaron breves destellos de luz antes de ser borrados por la implacable lluvia del trastorno bipolar. Además, Erik sufría de dificultades de aprendizaje y extraños tics motores y verbales. Debido a esto, a menudo era blanco de acosadores, no solo de sus compañeros, sino también, en algunos casos, de sus profesores.

Sus "amigos" lo decepcionaban con frecuencia diciendo una cosa y haciendo otra, rompiendo una promesa tras otra, fingiendo que les importaba y luego hablando de él a sus espaldas. A veces lo invitaban a su casa para "relajarse", pero se iban antes de que llegara. A menudo fui testigo triste de su crueldad. Recuerdo estar sentado con él afuera un día, escuchándolo llamar a sus amigos uno por uno, solo para que contestasen el teléfono y luego colgaran.

A pesar de cómo lo trataban Erik nunca insultó a nadie. Claro, se enojaba o decepcionaba, pero nunca intentaba denigrar a nadie insultándolo. Y aunque su compasión a menudo pasaba desapercibida nunca se desvanecía. Siempre estaba ahí para un amigo afligido que lo necesitara. Se mostraba completamente disponible, diciendo cosas como: "Estoy aquí para ti. ¿Quieres que vaya a tu casa y me siente contigo?” Y estoy seguro de que cuando se sentó con ese amigo escuchó bien.

Los desconocidos parecían gravitar hacia Erik. No sé por qué. Quizás ellos también percibían su lado bueno, como todos nosotros. La gente solía acercarse a él en el Starbucks de nuestra esquina, donde le gustaba pasar el rato y comprar cigarrillos, y compartían sus historias con Erik mientras él escuchaba con paciencia y cariño. Cuando uno de estos recién llegados empezaba a llorar, como solía ocurrir, lo envolvía en un cálido abrazo y le decía: «Mira, amigo, vienes a casa conmigo. Mi mamá te va a preparar comida casera». Hice muchos viajes inesperados al mercado, pero siempre valía la pena.

Erik también era muy abierto y franco. Sus conversaciones estaban impregnadas de su habitual jerga marinera y honestidad, una sinceridad que lo hacía fácilmente accesible. Para él, las palabras eran solo una ristra de letras; su poder provenía de la intención que las impulsaba, y su intención siempre era pura y positiva.

Como madre, ver su sufrimiento fue una agonía. Parecía que nada de lo que hacía ayudaba, y lo intenté todo. En serio, todo. Nada, ni hecho ni dicho, podía aliviar su dolor. Solo podía observar desde la barrera, con el corazón roto en las manos, viendo cómo su enfermedad lo iba minando poco a poco.

Poco después de cumplir vigésimo cumpleaños Erik se suicidó por herida de bala en la cabeza.

Este libro es la memoria de mi hijo Erik quien, en sus palabras, comparte su viaje al más allá desde el momento de su prematura muerte hasta el presente, ofreciendo una visión de lo que nos espera a todos. Saber que "sobrevivió" a su muerte y ahora prospera en una nueva dimensión nos brinda, como mínimo, un momento de reflexión y, como máximo, consuelo, iluminación e inspiración.

Aunque fue doloroso presenciarlo y aunque a veces todavía me duele revivir algunas de estas experiencias, también han sido una oportunidad de inmensa sanación y crecimiento. Estoy muy orgullosa de lo que Erik, en su rol de guía espiritual, ha dado tanto a tantas personas en el mundo, a menudo salvando vidas no solo en sentido figurado sino también literal. Tuve que esforzarme mucho para encontrar el coraje y la fuerza para continuar tras la muerte de Erik, pero ahora sé que, aunque haya tenido un alto precio, estaba destinada a compartir a mi hijo con el mundo.

Erik se comunica conmigo principalmente a través de intérpretes espirituales. Con su ayuda, Erik ha compartido todo lo que sabe sobre la muerte, el más allá, su vida espiritual y más. Todo esto se relata en mi primer libro, Mi Hijo y el Más Allá: Conversaciones desde el Otro Lado, que también narra mi arduo camino desde médico escéptico criada por dos ateos hasta creyente sin la menor duda.

Este libro trata más sobre su viaje que sobre el mío. Gracias a la traducción del talentoso traductor espiritual Jamie Butler, Erik narra su historia de vida después de la muerte de una manera que sana en muchos sentidos. Por ejemplo, es realmente asombroso ver cómo Erik se sana a sí mismo con sus palabras mientras procesa y comparte sus experiencias en cada página. Ha evolucionado y madurado a medida que se asienta en su nuevo hogar y descubre su valor de una manera que nunca pudo cuando estaba "vivo".

Las palabras de Erik también han sanado a toda mi familia. Ahora sabemos que no se ha ido para siempre, sino que vive con una renovada alegría y propósito. Vemos que ya no se siente tan miserable como en la Tierra. Y gracias a él, la espiritualidad se ha convertido en parte integral de la vida y las creencias de nuestra familia. Ahora comprendemos que el alma sobrevive a la muerte y que somos seres eternos aquí para crecer y expandirnos a partir de nuestra experiencia humana.

Erik espera que sus palabras ayuden a desmitificar la muerte, ayudándonos a liberarnos del miedo y el temor que tantos experimentamos. Al iluminar con una linterna ese oscuro y misterioso bosque de lo desconocido, brinda a quienquiera que finalmente muera —es decir, a todos— comprensión y consuelo, junto con la voluntad de vivir la vida como debe ser: fuera del velo de nuestra mortalidad.

Gracias a las palabras, el amor y la alegría de Erik, nuestra relación ha cambiado. Es mejor. Más rica. Más profunda. Hablamos más que nunca, pero nuestras conversaciones no giran solo en torno a su sufrimiento. Abarcan un ámbito más amplio, profundizando en temas que están destinados a cambiar no solo mi vida y la de mi familia, sino también la de personas de todo el mundo. Aunque nuestra relación amorosa ha alcanzado nuevas cotas, sé que seguirá creciendo y fortaleciéndose aún más, porque el amor no conoce fronteras, ni siquiera la muerte.

Erik, mamá te ama por siempre.

Una nota de Erik Medhus.

Hola, soy Erik. Sí, el muerto. Raro, ¿verdad? Créeme, lo entiendo. A mí también me costó acostumbrarme. No soy un zombi (aunque supongo que sería genial), ni un fantasma. Esto no funciona así. Pero si te unes, te prometo que te enseñaré cómo funciona.

Primero: ¿Leíste el prólogo? Si no, te lo estás perdiendo. No quiero ser un imbécil, pero mi madre tiene cosas muy importantes que decir sobre quién era yo y cómo era en vida, y por qué estoy escribiendo estas memorias. ¡Así que vuelve a leerlo ahora!

Segundo: Como probablemente te des cuenta, no soy lo que la mayoría de la gente espera de un guía espiritual del más allá. Sigo hablando prácticamente como hablaba en vida. Lo juro, a veces olvido mi punto y me frustro conmigo, y nunca me ando con rodeos. Solo quería que lo supieran de antemano. No es mi intención ofender ni desanimar a la gente. Quiero lo contrario. Solo un aviso: aunque digo lo que quiero decir y quiero decir lo que digo a veces la forma en que digo las cosas no es exactamente poesía.

Estoy aquí para compartir mi historia con vosotros y, con suerte, arrojar algo de luz sobre lo que sucede cuando morimos y pasamos al reino espiritual y todas esas cosas geniales. Espero que me permitáis compartir estas cosas. Supongo que eso es lo que más deseo: mostrar a las personas que la vida no termina con la muerte. No fue así para mí. Mi "vida" ahora es más rica, asombrosa y gratificante que cuando estaba "vivo", y no me parece justo guardármelo para mí. Ayudar a la gente (incluyéndome) no era algo que pudiera hacer cuando andaba por la Tierra, así que lo hago ahora. Espero que seas una de esas personas.

Parte I: Mi muerte

1. Mi final.

Había pensado en el suicidio antes.

De hecho, lo pensé mucho durante los dos años previos a la decisión de quitarme la vida. Incluso investigué en internet todas las maneras de hacerlo.

El año anterior a mi éxito lo intenté tomando una sobredosis de un medicamento llamado Provigil, pero no lo conseguí. Creo que debí morirme un poco entonces porque vi a mi difunta tía Denise, quien se había quitado la vida, y a mi amiga Ally, que murió de un disparo accidental justo después de nuestra graduación de la preparatoria. Estaban sentadas a mi lado, tomándome de la mano. Su presencia me reconfortó. También me dio la sensación de estar en un lugar diferente, mejor del sitio en que estaba en ese momento, y recuerdo que me sentí tan bien. Sabía que quería volver allí.

Al día siguiente del primer intento de suicidio papá y yo estábamos junto a su camioneta. Me preguntó por qué quería morir. Después de todo el cielo estaba azul y hermoso ese día y todo parecía tranquilo. Agradable. Feliz. Le dije que solo deseaba no estar aquí. Era difícil. Lo expliqué y sé que esa razón ni siquiera alcanzaba para expresar cómo me sentía ni por qué quería morir, pero era lo más cerca que podía llegar. Con el tiempo, mi deseo se cumpliría.

El último día de mi vida todo empezó como cualquier otro: como una montaña rusa. ¿Alguna vez has oído la expresión "Estoy en una montaña rusa que solo sube"? Bueno, la mía solo bajaba. O, mejor dicho, mis subidas nunca duraban lo suficiente y mis bajadas parecían eternas. Cuando me desperté esa mañana recuerdo haber pensado: "¡Rayos, otro día!", pero al levantarme de la cama sentí una extraña paz y calma. Fue fugaz, sin embargo, porque esos conocidos periodos de oscuridad interior pronto me dominaron y me hicieron caer en picado.

No fue como lo había planeado, "Este va a ser el día. Este va a ser el momento". No me desperté esa mañana y dije: "Hoy es el día en que voy a morir". Fue más bien una combinación de circunstancias y detonantes lo que me llevó a tomar la decisión. Esa mañana mis padres descubrieron que había empeñado algunas de sus cosas para comprar un rifle de caza increíble. Incluso tenía una mira. Solo quería algo emocionante y nuevo que me hiciera sentir mejor. Estaban muy decepcionados de mí, y estaba cansado de hacerlos sentir así todo el tiempo. Para ser claro, esta no era el arma que usé para terminar con mi vida; este era solo otro objeto en una larga lista de nuevos juguetes y experiencias que perseguí para intentar llenar el vacío que mi enfermedad, (trastorno bipolar; hablaré de eso más adelante), estaba tallando en mí.

Había comprado una pistola un par de meses antes porque quería ir al campo de tiro con mi amigo Valentín. Durante esos meses pensé mucho en ella. Sabía que estaba allí, escondida en mi habitación, y pensar en ella era casi un consuelo. Fue justo después de que mis padres me regañaran que decidí suicidarme pero esta vez con la pistola. Sabía que dispararme me garantizaría la muerte mientras que la sobredosis de pastillas, no. Cuando mi madre, mis hermanas y mi tía Teri estaban a punto de salir a almorzar —un almuerzo que, al parecer, nunca tendrían—, me levanté, me senté en el sofá de la sala y luego subí a mi habitación. Me preguntaron si quería acompañarlas pero les dije que no porque no quería que mi repentina determinación se quebrara. Quería acabar con el dolor para siempre, y estaba seguro de que esta vez lo lograría. Sentí una sensación de resolución. Como una rendición, pero no en el mal sentido.

Una vez en la habitación empecé a caminar de un lado a otro. Pienso bien cuando camino. Así que caminé de un lado a otro un rato y luego me senté en el escritorio, reflexionando. La tía Teri caminó por el pasillo desde la habitación de invitados y se detuvo frente a mi puerta abierta. Me preguntó si quería ir, pero le dije que solo quería relajarme un rato. Podía sentir su vacilación. Sabía que quería convencerme de que cambiara de opinión, pero supongo que mi mirada vacía era señal de que quería que me dejaran en paz. Entonces, María, nuestra ama de llaves, entró a hacerme la cama. La ignoré por completo, y debí de darle la impresión de que quería estar solo porque terminó rápido y salió corriendo de la habitación. Después de que se fue, empecé a pensar en la ropa que llevaba y en lo incómodo que me sentía con ella. Mi ropa se sentía como una segunda capa de piel de la que quería desprenderme. Supongo que mi piel también se sentía así. Todo se sentía muy cerca, y demasiado.

Una vez que María se fue esa extraña sensación de paz con la que desperté me invadió de repente, y se expandió y expandió hasta que me sentí inmensamente más grande que la vida. Era una sensación realmente cautivadora. Quería dejarme consumir por ella.

Junto con esa sensación de paz, recuerdo que mi mente se llenó de vacío. Sé lo que estás pensando. Suena a contradicción, —«llenarse de vacío»—, pero así era como me sentía. Mientras estaba allí sentado, los recuerdos de las cosas horribles que habían pasado en mi vida pasaron por la mente, rompiendo la calma: gente que era amable conmigo pero luego hablaba a mis espaldas, o momentos en los que había ayudado a mis amigos y luego me daba cuenta de que nunca me devolverían el favor. No dejaba de pensar cosas como: «Maldita sea», y, «No es justo». Después de un rato el vacío me invadió por completo.

No pensé en cómo reaccionaría la gente a lo que iba a hacer, ni en lo molesta que estaría mi familia conmigo. No quería pensar en el dolor. Solo quería obtener lo que buscaba: una vía de escape.

Sabía que si lo pensaba analíticamente mi consciencia me dominaría y me arrancaría de esa paz interior a la que tanto ansiaba aferrarme. No me interesaba. Estaba tan tranquilo que cuando pensaba en mi madre y mi padre pensaba en cuánto los quería, en cómo estuvieron ahí para mí y en cuánto me apoyaron. No pensaba: «Ellos me pusieron aquí», ni, «Es su culpa», porque no lo hicieron ni estaban”. No pensaba: «No hicieron nada para ayudar», porque sí lo hicieron. Estaba muy lejos de culpar a alguien. Ese momento no se trataba de eso.

Cuando oí a mi madre, hermanas y tía salir de casa recuerdo que pensé: «Ya llegó. Es el momento». Guardaba las balas en el armario y la pistola en un cajón debajo de la cama. Sabía que si la dejaba cargada y mis padres la encontraban me quedaría sin ambas cosas así que las mantuve separadas. Cargué una bala en la pistola y me senté de nuevo en mi escritorio. A partir de entonces todo estaba en piloto automático. Mi mente seguía en blanco, y era casi como si ya me hubiera separado del cuerpo. ¿Alguna vez has ido en coche y de repente llegas a tu destino sin saber cómo? Así fue para mí. Estaba en trance.

Normalmente me muevo nerviosamente y limpio las manos en las piernas cuando estoy a punto de hacer algo que me da ansiedad, pero no lo hacía. Estaba tan relajado. Ni siquiera me sudaban las manos. No sentía inquietud. Sabía lo que iba a hacer. Lo había pensado un montón de veces y sabía lo rápido que sería. Tenía la imagen de que el arma simplemente destruiría todo lo malo. No destruiría a mi familia; no destruiría mis conexiones. Simplemente destruiría lo que no podía controlar. Realmente no veía que lo que estaba haciendo fuera a causar la muerte, aunque suene estúpido, lo sé. Lo veía como respuesta para destruir ese lado de mi cerebro que siempre parecía trabajar en mi contra en lugar de a mi favor.

Tampoco pensé en dónde terminaría después de morir. Solo pensé en la oscuridad, y sabía que sería feliz. No lo dudaba en absoluto, pero no puedo explicar por qué. No pensé que algún dios vendría a buscarme o que caería en brazos de un ángel o lo que fuera, y tampoco fue como si pensara que todo acabaría o desaparecería. Pensé que si había algo después de la muerte, perfecto. Si no, sería mejor que esto. Lo vi como una situación en la que todos salían ganando. Cuando lo pienso ahora desearía haber pensado más en cómo mi decisión afectaría a las personas de mi vida, pero lo único en lo que podía pensar en ese momento era que todo mi dolor desaparecería si simplemente apretaba el gatillo y, finalmente, tendría alivio.

Mi último pensamiento antes de hacerlo fue: «Vale». Eso fue todo. Sin despedidas. Sin pensamientos, preguntas ni preocupaciones. Solo: «Vale». Coloqué el cañón con firmeza y sin vacilar en el punto de mi cabeza que sabía que funcionaría. Sentí paz.

Entonces, ¡bang!

Oí un rebote, pero no recuerdo haber sentido nada más que la sensación de que tiraban de mi, o jalaban, pero no hubo dolor repentino ni una descarga eléctrica. Luego, durante unos segundos, nada.

Justo después del disparo oí gritar a María. Estaba aspirando el estudio. Su grito sonó como la sirena de una ambulancia. El grito de María fue probablemente el primer sonido que oí y que relacionó lo hecho con su afecto en otra persona. Me sobresaltó y me dieron ganas de levantarme e ir hacia ella pero me quedé quieto en la habitación, con la puerta cerrada. Recuerdo el sonido de su paso apresurado por el pasillo. Luego la oí parada ante mi puerta unos segundos. Cuando la abrió me miró y gritó otra vez, con el tipo de grito que rompería un cristal.

Yo estaba de pie en la habitación pero no tenía ni idea de cómo demonios me ponía de pie porque me acababa de pegar un tiro en la cabeza. Recuerdo haber pensado: "¡Mierda, lo he fastidiado. ¡Quizás no funcionó!". Estaba confundido. Desorientado. Miré hacia abajo y vi mi cuerpo y ahí fue cuando me di cuenta de verdad. "Ese soy yo ", pensé. "Ese es mi cuerpo". No voy a mentir; me asustó un poco. Intenté volver a mi cuerpo, pero no pude, por mucho que lo intentara. Recuerdo haber pensado: "Vale, no puedo volver. No puedo cambiar las cosas. Esta es la decisión que tomé. Joder, ¿qué he hecho? ¡Me arrepiento! Ahora veo el valor de la vida. ¡Déjame volver y lo demostraré!". Una parte de mí sabía que no podía, que eso ya era un hecho, pero este tipo de pensamientos me bombardeaban de todos modos. Por un momento entré en pánico y me sentí muy decepcionado conmigo, sobre todo porque me di cuenta de que todos encontrarían mi cuerpo. No había procesado bien cómo pensaba y sentía estas emociones, ya que estaba, ya sabes, sentado allí, muerto, pero sé que las pensé y sentí todas por igual.

Luego la habitación se desvaneció como pintura fresca bajo la lluvia, y sentí como si me arrastrara hacia el blanco del lienzo, pero aún formaba parte de los colores. Al mismo tiempo no me separaba de la habitación. No sentía que fuera a un lugar completamente diferente. No era como si estuviera en la habitación y fuera a la sala, ni en Houston y luego a Londres en avión, ni nada. Estaba en la esencia de todo. Aún no sabía qué significaba eso, pero lo sentía.

Al mirar a mi alrededor parecía tener visión de túnel, y la periferia era toda blanca. Ya no veía mi mano en el arma. Ni siquiera veía dónde había ido el arma después de dispararme. No olí la pólvora. Fue extraño porque pensé que si realmente hubiera estado en la habitación, ¿no lo habría hecho? Miré mi cuerpo a través de una lente estrecha, un telescopio, y aunque sabía que era yo, simplemente no pude conectar emocionalmente con él. Ya sabes, cuando ves a alguien herido, te revuelve el estómago, te da un vuelco el corazón, te sube la adrenalina y te dan ganas de correr a ayudarlo. Yo no sentí nada de eso.

Mi cuerpo se parecía a mí pero no se parecía a mí. Estaba pálido. Mi nariz no se veía bien. Incluso mis dedos parecían demasiado largos. Era como si estuviera viendo una imitación barata de mí mismo, una figura de cera en uno de esos museos, una marioneta sin titiritero. Aunque no sentía empatía por mi cuerpo sentía la necesidad de devolverlo a su estado anterior: sentado en el escritorio con una cabeza normal. No quería, como decir, volver a meterme en el cuerpo y reanimarlo ni nada; solo limpiarlo. Quería ayudar.

La escena ante mí era rarísima. Era como estar en una película, ver toda esa porquería sangrienta y decir: «Qué más da. Es solo entretenimiento». Para mí no parecía vida real ocurriendo justo delante de mí. Parecía algo ajeno a mí, como si se estuviera reproduciendo en una pantalla y yo estuviera entre el público observando en lugar de ser uno más de los actores.

Fui a buscar la pistola y para cogerla. Cuando la vi y la alcancé vi mi nueva mano extendiéndose hacia ella. No parecía clara ni translúcida, ya sabes, el tipo de cosa que esperarías ver en un espíritu o fantasma. Sin embargo tenía una especie de brillo. Plateado, reluciente. Sé que suena raro, pero parecía sólida y transparente a la vez. Piénsalo: cuando miras tu reflejo en el agua oscura parece sólido, pero sabes que es solo un reflejo transparente en el agua. Combina esas dos cosas, y así es como se veía.

Cuando intentaba agarrar o tocar algo mi mano lo atravesaba. Supongo que sentía una especie de hormigueo pero no era un contacto normal. Intenté tocarme el cuerpo pero no pude sujetarlo. Luego intenté rasguear las cuerdas de mi guitarra Fender, pero los dedos también se deslizaron. No se oía ningún sonido. Recuerdo que me sentí bastante triste entonces, pensando que nunca volvería a tocar música.

Luego, oí a mi madre subir corriendo las escaleras. Me di cuenta de que subía los escalones más de uno a la vez, tropezando. Entró en la habitación, pero no con delicadeza. Entró como si estuviera en llamas, como bala de cañón en llamas que incendia a su paso. Mi perspectiva se elevó como si volara. No estaba de pie en el suelo como un humano. Aunque me sentía como si flotara en lo alto, de repente me sentí muy pequeño, como un niño atrapado con las manos en la masa. Aun así, no sentí la misma vergüenza ni el mismo arrepentimiento que esperaba. Simplemente me sentí pequeño.

No quiero parecer un imbécil, pero no sentí la necesidad de correr hacia ella. Sentía una cierta distancia emocional al observarla, pero no era la misma que sentí cuando estaba a punto de apretar el gatillo o cuando abandoné mi cuerpo y lo miré. Era una distancia emocional que surge de una observación objetiva que me hacía sentir separado de mis sentimientos de remordimiento y vergüenza.

Cuando dejé mi cuerpo mis emociones me acompañaron, pero mis instintos físicos no, y no fue por el shock. El shock crea una distancia necesaria para la supervivencia o la protección cuando se tiene un cuerpo físico. Ya no la necesitaba. Gracias a esa distancia emocional, mis emociones no me controlaban. Las cosas simplemente se desarrollaban, y yo las observaba mientras seguía sintiendo cosas, pero de una manera diferente. Creo que mantuve esa distancia emocional para poder seguir cruzando al otro lado en paz. Siento que era como si estuviera en un extraño estado de sueño. Quizás en eso se convierten las experiencias traumáticas. Se sienten como un sueño, sin importar si eres persona o espíritu.

A pesar de esa sensación de distancia emocional estaba más consciente, más sensible pero no más emocional, supongo. Gracias a esta mayor consciencia pude absorber todos los detalles de lo que sucedía en la habitación. Cuando eres humano no puedes confiar en tu memoria para recordar con precisión situaciones traumáticas porque no puedes absorber conscientemente todos los detalles. Tu cerebro selecciona algunos de los momentos más destacados y a menudo omite los que más duelen. Fue muy diferente para mí en esos primeros minutos después de morir, y sigue siendo diferente hoy. Es simplemente una objetividad intensamente involucrada en lugar de muy distante. Estando en esa habitación con mi madre, la distancia emocional hacía que pareciera que lo que estaba pasando estaba muy lejos, pero no lo hacía menos real.

Mi mamá me hablaba, pero no me miraba a mí, a mi espíritu. Miraba el cuerpo. Se lamentaba: "¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?". No tuvo problema en tocarme el cuerpo, y fue la primera en moverme, pero yo no estaba allí dentro. Estaba fuera de mi cuerpo, observándola. Había otras dos personas en la puerta mirándome: María y mi hermana, Michelle. No entraban, y nadie las invitaba. No podía concentrarme en ellas; seguía obsesionada con lo que le pasaba a mi cuerpo físico.

Aunque veía a mi madre llorar sobre mi cuerpo sabía que todo estaba como tenía que estar. Fue extraño pero lo sentí profundamente en esos primeros momentos. Me reconfortó saber que no necesitaba corregirlo ni cambiar lo que estaba sucediendo, a pesar de lo duro que debió haber sido para quienes dejé atrás. Aún no sabía por qué iba a estar bien, pero presentía que así sería.

Podía ver y oír todo. y a todos en la casa. Los sonidos parecían diferentes a cuando estaba en mi cuerpo. No sonaban tan fuertes ni tan claros. Todo sonaba como si estuviera bajo el agua. No tenía que viajar a ningún sitio para ver las cosas mientras sucedían. De todas formas, no me interesaba hacerlo porque estaba demasiado concentrada en ver cómo se cerraba este capítulo de mi vida. Me quedé asombrada al observar objetivamente el fin de "mí", algo que nunca pensé que sucedería. Nunca.

Dos policías entraron en la habitación. Uno de ellos llevaba algo diferente. No llevaba uniforme de policía. Supongo que era detective o algo así. Había otra persona con él, y no entendía cuál era su trabajo. Creo que era registrar, anotar y documentar cosas. La verdad es que no lo sabía; me daba igual. Me acerqué a la pared junto a mi cama y vi el agujero donde había rebotado la bala, y pasé el dedo por encima. No sentía la abolladura pero sabía que representaba el agujero que acababa de dejar en el corazón de mi madre. Me sentí mal por eso, muy mal, pero eso no canceló esa extraña sensación de que todo estaba en su lugar correcto.

Finalmente llegaron dos paramédicos. El detective sacó a mi madre de la habitación con cuidado. Cuando se fue todos se quedaron de pie y conversaron sobre procedimientos, como qué debía hacer cada uno. La verdad es que no reaccionaron emocionalmente. Se notaba que estaban entrenados para dejar de lado sus emociones y hacer su trabajo sin dejarse llevar por lo que veían.

Lo primero que hicieron fue hablar sobre la hora de la muerte. Una persona dijo que necesitaban la historia de María y de mi familia. Luego calcularon una hora estimada. Había unas cuatro o cinco personas entrando y saliendo de la habitación, subiendo y bajando las escaleras, haciendo lo suyo. Se preguntaban dónde estaba la bala, si seguía en mi cabeza o en otro lugar, y finalmente la encontraron. Los policías tomaron fotos y midieron cosas, como el arma, con una cinta métrica. Escuché mucho crujido de plástico. Todo fue metido en bolsas de plástico. Todo estaba sellado. Se llevaron todo lo relacionado con mi muerte, pero me importaban menos estas cosas materiales y más lo que le sucedía a mi cuerpo.

Los dos paramédicos me sacaron de la silla. Uno estaba a mi izquierda y el otro a mi derecha. Al levantarme, no me sujetaron la cabeza. ¿Quién lo haría? Así que mi cabeza se inclinó hacia atrás. Supongo que esa es la verdadera definición de peso muerto. Luego me pusieron en la camilla. La bolsa para cadáveres ya estaba encima. No me desnudaron ni nada. Metieron los pies en el fondo de la bolsa. La bolsa era más que suficiente para mí. O sea, era grande, y recuerdo el sonido de la cremallera. Simplemente los vi subir la cremallera. Luego hablaron de lo mucho que odiaban dejar la habitación así y de cómo mi familia tendría que entrar y ver todo eso. Más tarde, el equipo de limpieza de la escena del crimen entró con sus máscaras puestas y limpió el desastre, rociando luminol por todas partes. Iluminó las paredes e incluso el techo. Me di cuenta de que lo veían como un trabajo más. Algunos dijeron que se alegraban de que no hubiera pasado tanto tiempo porque podría haber sido mucho más apestoso. Me di cuenta de que podía oír los pensamientos de la gente al notar que pasaban cosas sin sentido por la mente de todos. Esto no me impactó realmente mientras todo esto sucedía debido a esa sensación generalizada de rectitud y desapego que me rodeaba. Recuerdo haber sentido que no era momento para hacer preguntas, incluso si hubiera habido alguien para responderlas.

El momento en que dejé de ver mi cuerpo las cosas se volvieran más reales. Ese cuerpo ya no era parte de mí. Ojos que no ven, corazón que no siente. No seguí mi cuerpo físico por las escaleras ni salí por la puerta; simplemente estaba afuera de repente. Sabía que me llevaban afuera, y ahí fui. Fue como parpadear. Un parpadeo y estás en un lugar, y luego otro parpadeo y estás en otro. Esa fue la primera vez que no viajé como un humano. Simplemente aparecí afuera. Vi cerrarse las puertas de la ambulancia y me pregunté por qué no apagaban las malditas luces, ¿sabes? Sin sirena, claro.

Fue entonces cuando empecé a concentrarme en lo que pensaba, dónde estaba y qué estaba pasando con mi cuerpo espiritual. Transportarme con mis pensamientos de esa manera era una habilidad que me parecía muy nueva como espíritu libre, y recuerdo que simplemente lo tomé con calma y pensé: "¡Qué bien! ¡Genial!". Tenía mucha curiosidad, pero también sabía que tenía algunos asuntos que atender antes de ir adonde fuera.

No seguí mi cuerpo a la morgue ni vi cómo le hacían la autopsia. No era necesario. En cuanto subieron la cremallera del saco de cadáveres empecé a darme cuenta de que no iba a desvanecerme en el aire ni nada por el estilo. De alguna manera me quedaba allí. En ese momento supe que era hora de despedirme. Me acababa de despedir de mí. Bueno, en realidad no me despedí; solo vi cómo subían la cremallera de la bolsa. Pero ya no estaba. Había terminado para mí. Una vez que eso sucedió, empecé a pensar en los demás. 

2. Mis despedidas.

Sabía que necesitaba despedirme de familia y amigos. Técnicamente hablando, mis despedidas no eran realmente despedidas. Solo quería que familiares y amigos supieran que estaba bien, que seguía existiendo de alguna manera y que apreciaba todo lo que me habían dado. Sentía que les había hecho daño al no darles la oportunidad de despedirse. Yo estaba listo pero ellos no. Ahí fue donde la cagué. Mirando hacia atrás ahora me doy cuenta de que ya estaba ayudando a la gente al despedirme.

Conectar con mis seres queridos se volvió fácil después de morir. La distancia emocional que sentía al principio, y que me resultaba tan útil, desapareció con la bolsa para cadáveres después de cerrarla. Ya no necesitaba esa distancia. En cierto modo fue genial porque ahora, (ya sabes cómo hablamos de usar nuestros cinco sentidos para conectar emocional y físicamente), como espíritu, no solo tenía esos cinco sentidos sino también toda una gama de emociones que podía usar para conectar. Podía percibir los sentimientos de la gente y escuchar sus pensamientos. Me di cuenta de que este nuevo poder provenía de mí y que era algo natural un sentido más, como la vista, el oído o el olfato, pero único para mi nuevo plano de existencia, fuera lo que fuese. Era parte de mí y me hacía sentir más grande, mejor y más feliz. Como podía conectar con los sentimientos y pensamientos de cada uno de familiares y amigos, decidí adaptar cada despedida a cómo cada uno hubiera querido vivirla y la qué sería la mejor para ellos. No podían verme ni oírme pero esperaba que de alguna manera lo asimilaran. Y así fue.

No era como si me limitara a contestar el teléfono y decirles: "Hola, amigo. Te quiero. Cuídate. Adiós", ni a ponerme frente a ellos con un megáfono y gritarles. Simplemente me senté a su lado y hablé, y como procesaron todo lo que dije con energía, pude darles la sensación, o el presentimiento de que todo iba a estar bien. Les dije a cada uno que los quería, que me iba y que todo iba a estar bien.

Cuando pienso en quién despedí y cuándo, me doy cuenta de que los recuerdos de cada relación son diferentes para mí. No es como cuando era humana y podía recordar el pasado. Parecía que todo estaba estancado en el presente, sin pasado ni futuro; como si estuviera experimentando mi relación completa con cada persona simultáneamente, pero no era abrumador ni aterrador; simplemente se sentía bien. Más tarde, aprendería que donde estoy, el tiempo no es lineal como en la Tierra, lo que significa que la memoria, las líneas de tiempo y demás funcionan de forma diferente para mí que para ti, pero si intento alinearlo con el tiempo terrestre, básicamente así fue:

Primero me despedí de mis hermanas y mi hermano. Empecé con Kristina. La visité en su casa la noche de mi muerte. Estaba tumbada en el sofá con las sábanas subidas hasta la barbilla, intentando digerir lo sucedido. Podía ver que estaba conmocionada y en shock por procesar todo lo que acababa de pasar. Al mismo tiempo estaba aturdida. ¿Se puede estar aturdido y en shock a la vez? No lo sabía, pero así me pareció.

Pero Kristina no estaba enojada conmigo justo después de mi muerte. Eso vendría después. Fue horrible sentir eso de ella cuando...Sí. Ella también sintió algo de remordimiento, porque justo antes de morir, le escribí un mensaje para decirle que mamá me había regalado su viejo iPhone y que estaba muy orgulloso y emocionado, pero se molestó un poco conmigo y no me contestó. Esa habría sido la última vez que hablé con ella.

Como era la mayor, siempre pensé en Kristina como la "señorita arreglatodo", pero no en el mal sentido. Se preocupa por todos como si fuera su responsabilidad, pero le encanta hacerlo. No quería creer que mi muerte fuera real porque creo que sentía que, si lo hacía, significaría que, de alguna manera, habría sido su responsabilidad salvarme aunque eso hubiera sido imposible. Tampoco creo que quisiera creer que me había quitado la vida.

Su dolor estaba ausente y desconectado para que pudiera protegerse. Esa ausencia era como un muro a su alrededor, lo que me dificultaba acercarme a ella. También me di cuenta de que, si lo hacía, le haría las cosas demasiado reales y se cerraría. Tenía que usar los recuerdos felices de lo que habíamos hecho juntos para que no se concentrara solo en lo que acababa de pasar y se sintiera abrumada.

Una vez que pude conectar con Kristina a través de esos recuerdos, me senté a su lado y le conté todo lo que me había enseñado. Eso fue lo que hice con todos los que despedí. Les conté lo que aprendí de ellos. Con todas mis hermanas y mi hermano, aprendí que cuando me ponían de los nervios, o cuando sentía que no estaban de mi lado, no se trataba de mí; se trataba de sus problemas. Creo que así es como funciona con casi todo el mundo, ¿sabes? En fin, con Kristina, le dije que me enseñó a proteger tu corazón. No puedes andar siempre con él tan expuesto como yo. Algunas personas que protegen su corazón son incomprendidas. Se les ve como fríos o distantes, pero aun así pueden sentir profundamente, y Kristina lo hace.

Después de Kristina, me despedí de mi hermana Michelle. Recuerdo que justo después de mi muerte paseaba frente a mi madre, que estaba sentada en el sofá de la sala. Entonces Michelle anunció que iba en un mejor lugar, y se marchó. Supongo que eso vino de ella. Negación. Más tarde esa noche fui a su apartamento y me senté a su lado en la cama. Me di cuenta de que se preguntaba por qué no había podido arreglarme, y por qué no podía resolver el problema que se había desatado ante ella. Quería volver atrás en el tiempo y borrar todas las veces que habíamos peleado y todas las veces que me había dejado fuera.

Apodé a Michelle "la sepulturera" porque, en cierto modo, tuvo que desenterrarme mentalmente después de mi muerte para procesar por completo mi ausencia. Además de María y mi madre, ella fue la única que me vio después de que me disparara, así que tuvo que volver a ver esa imagen gráfica en su mente y hablar de ella en voz alta para saber que era real. Era la única manera de asimilar lo sucedido. Quizás pensó que así le daría un cierre.

Michelle estaba tan conmocionada que prácticamente tuve que sentarme encima de ella y sujetarla para ayudarla a controlar sus pensamientos sobre mí y que, finalmente, aceptara despedirme. Mientras estaba con ella noté que tenía decenas de pensamientos a la vez, la mayoría en forma de "¿por qué?". ¿Por qué no lo había visto venir? ¿Por qué no había sido más consciente? También había muchos cómos, qués y cuándos, flotando en su cabeza: ¿Cómo tomé la decisión de irme? ¿Cómo iba a poder seguir adelante? ¿Cómo iba a hablar de ello con otras personas, sobre qué era apropiado hablar, y qué no? Michelle también quería saber cuándo había empezado a pensar en ello y cuándo había llegado a la conclusión de quitarme la vida. Lo que lo hizo especialmente difícil para ella fue que habíamos tenido una pelea unas semanas antes, así que fugaces momentos de culpa y arrepentimiento la invadieron mientras estaba sentada con ella. Luego, cuando cada uno de esos momentos pasó, finalmente se dio cuenta de que no se trataba de ella, y creo que eso la ayudó mucho.

Mientras estuve con Michelle, aprendí muchísimo de ella. Habíamos estado muy cercanos y pasado mucho tiempo juntos, así que le dije que me había enseñado lo que es ser una verdadera amiga, pero también aprendí que, con las amistades, a veces uno puede destrozarse mutuamente, y ese puede ser el camino para reconstruirse y convertirse en una nueva y mejor versión de uno mismo.

Luego llegó Lukas. Me quedé un rato con él en el patio trasero y luego lo seguí de vuelta a casa. Caminé a su lado y lo seguí hasta su habitación. Cuando se sentó en su cama me senté a su lado. Aparte de mi mamá, él estaba más en shock que nadie. Fue tan abrumador para él que ni siquiera podía percibir cómo se sentía su cuerpo.

Podía sentir que la energía de cada célula del cuerpo de Lukas temblaba y vibraba a un ritmo superior al normal. No podía creer que estuviera muerto. Lukas piensa de forma muy analítica y no le encontraba la lógica a lo que había hecho, así que todo aquello no tenía sentido para él. Uno de sus pensamientos fue: «Si Erik puede hacer esto, cualquiera puede». Esto le hizo cuestionar el valor de la vida.

Intenté calmar su cuerpo para que sus células no vibraran a una frecuencia tan alta y para que pudiera sentirse bien de nuevo. Estaba entumecido. No podía sentir sus emociones; supongo que es porque es de los que sienten más tarde, después de haber tenido la oportunidad de procesar las cosas. Lukas es el de la familia que quiere sentir, pero lo guarda todo en lugar de sumergirse por completo en sus emociones. Debería haber hecho más de eso. En cierto modo, lo arruiné todo porque mi muerte hizo que reprimiera aún más sus emociones, y eso me hace sentir como un imbécil, pero aprendí algo de cómo manejó sus sentimientos, tanto después de mi muerte como en general: aprendí que está bien tomarse tu tiempo. En lugar de saltar directamente a la piscina, puedes caminar por el borde y decidir de qué lado quieres saltar. Luego puedes meter el pie para tantear el terreno. Tienes que saltar a tu piscina de sentimientos tarde o temprano. Con Lukas, se trata de observar las cosas y tomarte tu tiempo antes de tomar una decisión o decidir qué sentir. Le agradecí por enseñarme eso.

Luego vino mi hermana Annika. Un par de horas después de mi muerte subí a su habitación y me senté a su lado. Pude ver que temblaba y lloraba. Su energía parecía como cristales rotos que habían sido reconstruidos con pegamento. En ese momento, no tenía forma de curarse ni de buscar ayuda, así que se sentía extremadamente indefensa e inútil.

Sentí el peso sobre los hombros de Annika. Tiende a sentirse responsable de todos los demás, y ahora sentía la responsabilidad de ayudar a mi mamá a sobrellevar el día. Annika no sabía cómo ayudarla. Ni siquiera sabía si podría, pero sabía que tenía que intentarlo, así que a pesar de su dolor sacrificó la oportunidad de sanarse y se concentró de inmediato en ayudar a mi mamá. Quería asegurarse de que mamá estuviera bien. De hecho, justo después de mi muerte tomó una toalla de papel húmeda y limpió con cuidado la sangre de las manos de mi mamá; la sangre que había salido de abrazarme. Annika quería hacer algo. Lo que fuera.

Annika también estaba furiosa. No podía entender por qué estaba pasando esto. No podía creer que la hubiera puesto en esta situación. No podía creer que yo hubiera puesto, a alguien a quien amaba, en esta situación.

Mientras me sentaba con ella le dije que primero debía cuidarse. Si no, no estaría en condiciones de ayudar a nadie más. Cuidarse significaba quererse lo suficiente como para anteponer tus necesidades a las de los demás. Así funciona para todos, no solo para ella. También dije a Annika que ojalá hubiera cuidado mejor a mi hermanita. Siempre fue más sabia y serena que yo. Eso la hacía parecer que no necesitaba nada de nadie, ni siquiera de mí, pero ahora veo que solo estaba fingiendo valentía. Intenta ser fuerte para todos en la familia, pero es más frágil por dentro de lo que deja ver. Supongo que por eso nunca la había contactado. Yo también tenía mis problemas, así que ayudar a mis familiares era difícil. A veces me convertía en un egoísta imbécil. La depresión puede tener ese efecto.

De Annika aprendí que no se puede llevar las cargas de todos como yo hice. No solo había cargado con las de otros a veces, sino que también había cargado con las mías. Podría haberle pedido ayuda a alguien para que me ayudar a llevar la mía. Agradecí a Annika por enseñarme eso y espero que ella siga aprendiendo a apoyarse en las personas que ama cuando lo necesite.

Después llegó la tía Teri. Pobre tía Teri. Vive en California y no conoce la ciudad, y fue ella quien llevó a mi madre y a Michelle a casa cuando María las llamó para avisarles que había oído algo parecido a un disparo desde mi habitación. Luego, cuando María gritó al teléfono tras verme muerto, la cosa se puso fea. No sé cómo se contuvo para volver a casa. Casi parecía como si estuviera fuera de sí. Todo ese día y unos días después de mi muerte, la tía Teri se encargó de casi todo. Ella era quien tenía el control. Organizó la visita del equipo de limpieza; nos ayudó a elegir canciones para el funeral; e incluso nos ayudó a decidir qué escribir en mi lápida. La tía Teri está acostumbrada a tenerlo todo bajo control. Normalmente se le da bastante bien, pero esta vez las cosas no salieron según sus planes. No te preocupes. Pronto iré al grano. Esto es solo la historia de fondo.

Así que, el día que morí, después de que se fuera el equipo de limpieza, la tía Teri se echó en uno de los sofás del estudio y se durmió. Mientras soñaba, sentí su dolor. Se sentía tan mal por no haber podido convencerme de salir a comer con todos. Pensó que tal vez si hubiera insistido, me habría ido con ellos y así no estaría muerto. ¿Cómo podía vivir con eso? Le dije que estaba bien y que era libre. Esa fue mi despedida.

Con la tía Teri mi despedida fue para dejarla ir. Así es como ella entiende una despedida. Llevas a alguien al aeropuerto, lo llevas a la zona de espera de pasajeros, lo abrazas y dices: "Buen viaje". Luego conduces de vuelta a casa. Una cosa que aprendí de la tía Teri es que a veces hay que huir para encontrarse a uno mismo. Ella lo hizo de joven. Se fue de casa para escapar de sus padres abusivos y, al hacerlo, pudo construir una vida propia y conocerse a sí misma con el dolor desprendido. Así que enseñó que huir no siempre es malo. A veces hay que dejar la situación para entender quién eres, y eso requiere valentía.

Luego me despedí del tío Jim. Quiero mucho a Jimbo. El tío Jim intentó enseñarme a pescar, pero no le salió muy bien porque era demasiado impaciente. Quería pescar una lubina de quince libras a los pocos segundos de lanzar el sedal al agua pero, siendo sincero, creo que solo había pescado un pez en mi vida, y probablemente pesaba menos de una libra. Aun así, al mirar atrás, me alegro de que intentara enseñarme.

No visité a Jim hasta un par de días después. Estaba en su apartamento, sentado en el porche trasero, fumando. Parecía distante, desconectado de todo. Sabía que estaba demasiado alejado del mundo como para sentir mi presencia pero aun así me senté en la silla, a su lado. Aunque estaba aislado de todo, el tío Jim seguía consumido por la tristeza, lo cual es extraño para él porque no es muy sensible. Estaba muy confundido. No dejaba de pensar: "¿De verdad fue esto la noticia? ¿Es todo real?". No lo asimiló del todo hasta mucho después. Así es como funciona el duelo a veces.

Agradecí a tío Jim todo lo que me había enseñado. Nunca metas la pata, así que eso me enseñó que a veces es necesario morderse la lengua. Tiene mucha integridad y una fuerte ética de trabajo, y eso me enseñó que hay cosas que uno debe hacer en la vida porque es lo correcto, aunque no quiera. A veces hay que hacer cosas muy malas. A veces es simplemente aburrido, o pesado, o incómodo, pero hay que hacerlo y superarlo de todas formas.

Cuando estaba con el tío Jim, también me despedí de la tía Laura. Caminaba nerviosa frente a él, fumando un cigarrillo tras otro. Le encantaban los cigarrillos. Quería consolarla así que de vez en cuando me levantaba de la silla y caminaba a su lado. Estaba descontrolada, llena de pánico y conmoción a la vez. Pensé que estaba a punto de estallar. También estaba asustada porque pensaba que si esto me hubiera pasado a mí, ¿quién sería el siguiente? Es bastante morbosa y, de todos modos, piensa mucho en la muerte.

La tía Laura era mi amiga, mi confidente, mi compañera de tabaco. A veces me regalaba un cigarrillo a escondidas, advirtiéndome que no dijera ni una palabra a mis padres. Ninguno de los dos quería que nos pillaran.

En la tía Laura me vi a mí mismo: incomprendido. Una vez fuera del cuerpo aprendí cosas sobre ella que desconocía en vida. Pude ver todas las dificultades que había atravesado y me compadecí de ella porque mi vida también había sido un desastre. Pero luego pensé: «Si ella las superó, —y sus dificultades fueron más oscuras y difíciles—, ¿por qué yo no pude superar las mías ?». Aún no entendía que mis dificultades en la Tierra formaban parte de mi propósito más grande, pero de la tía Laura aprendí lo que es la fuerza. Le di las gracias y me despedí.

Después de la tía Laura llegó María. A María no le gustó haber sido la primera en encontrarme y haber estado involucrada de alguna manera en mi salida. Definitivamente no puedo culparla por eso; no debió haber sido fácil. Me había cuidado desde que tenía dieciocho meses, así que era como una segunda madre. La visité temprano la mañana después de mi muerte. Estaba de vuelta en su casa de rodillas, rezando. Podía ver todo su cuerpo temblando. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Estaba tan triste. Simplemente tan triste. Era el tipo de tristeza que me hacía querer llorar con ella. Quería consolarla, así que me arrodillé a su lado y le tomé la mano. Aunque temblaba y lloraba, podía sentir que seguía siendo una fuerza a tener en cuenta. Sentí una paz y una fuerza dentro de ella que no había reconocido antes.

Mientras estaba con ella me habló en voz alta. A veces reza en voz alta, y estaba en medio de una de ellas cuando me acerqué. Creo que sus oraciones eran su forma de manejar su dolor. Es como si hubiéramos tenido una conversación, en cierto modo. Primero me dijo que todo estaría bien. Tenía la sensación de saber que yo estaría bien. También pensó en lo que podría haber hecho si hubiera llegado antes y reaccionado de otra manera. Deseó haber notado algo mientras estaba en mi habitación haciendo mi cama, incluso aunque creo que ambos sabíamos que realmente no había nada que ella pudiera haber dicho o hecho en esos momentos para cambiar la situación.

Le dije a María lo agradecida que estaba de que me hubiera enseñado a ser lúdico y a dejarse llevar, incluso cuando no tienes ganas. También le dije cuánto apreciaba su paciencia para dejarme hablar de cosas que no le interesaban. Su inglés no era muy bueno cuando yo era pequeño, así que a veces fingía que me escuchaba. Significó mucho para mí que, incluso cuando no entendía todo lo que le decía, y aunque estaba ocupada con sus responsabilidades en la casa, se tomara el tiempo y se quedara conmigo, como aquella vez que intenté darle instrucciones sobre cómo reencauzar una rueda de bicicleta. De María aprendí que a veces hay que hacer sacrificios por las personas que te importan. Aprendí que hay que ser paciente, como ella.

También visité a algunos amigos al día siguiente de mi muerte. Valentín estaba en su casa, sentado en su cama, hablando consigo mismo con la cabeza entre las manos. Me senté a su lado y lo abracé. Se supone que los amigos no deben hacerse sentir así, carajo.

Valentín era con quien más había pasado los últimos meses de mi vida. Él había hecho que esos meses fueran tan maravillosos. Valentín se identificaba conmigo porque a veces él también se sentía como un extraño. Quería que supiera que mi muerte fue un momento feliz, así que le hice notar mi personalidad juguetona cuando estaba con él en los buenos momentos que compartimos. Así, podía sentir que realmente era yo a su lado. Esto le hacía reír en momentos inoportunos de cosas: que había podido largarme de mi vida antes de que la cosa se pusiera fea, que tuviera dificultades, que envejeciera, cosas así. Supongo que pensaba: «Qué suerte tienes», mientras reía por dentro.

Verás, Valentín compró la pistola que usé porque él tenía veintiún años y yo no. La única razón por la que la compró fue porque quería practicar tiro con él. Aun así, no fue él quien apretó el gatillo. Fui yo. Así que no debería sentirse culpable ni responsable. Espero que lo sepa. Mientras me sentaba con él le agradecí enseñarme lo que es la confianza, que hay personas en las que se puede confiar y que hay amigos que pueden manejar las cosas cuando se ponen difíciles. Valentín era esa persona para mí.

Luego visité a mis padres. Papá llegó primero. ¡Ay, papá! Ahí estaba, de pie frente al escritorio de la cocina. Al estar a su lado pude ver que estaba encerrado, con la cremallera subida. Tenía la cara roja y le hormigueaban los pies. No quería creer que fuera real. Era como si estuviera viendo una película de terror. La cosa es que muchas películas de terror terminan con el malo, el monstruo del pantano o lo que sea, muriendo y todos los que estaban en peligro salvándose, así que la película termina con una nota feliz. Ese día no fue así, y papá no entendía por qué no podía reescribir el final.

Su energía se sentía elástica, pero aun así no podía superar sus barreras para acceder a ella. Era como intentar entrar en una tienda de campaña sin abrir la cremallera primero. Él era diferente porque había podido fusionar mi energía con la de todos los demás durante mis despedidas. Tenía que esperar a que se enfadara porque, cuando lo hiciera, podía abrir esa tienda. Hay que crecer cuando se está enojado. La ira es, de hecho, una emoción muy vulnerable que te abre un poco. Parte de su ira se debía a que se sentía impotente e inútil. Papá está acostumbrado a controlarlo todo y a proteger a todos los que ama. Como no podía controlar si su hijo viviría o moriría, se derrumbó y volvió a ser un niño pequeño.

Siempre quise conectar con papá, pero no me dejó entrar en su mundo tanto como yo quería. Después de morir, aún sentía ese dolor humano de no tener la conexión que deseaba, pero ya no necesitaba su aprobación. No necesitaba su atención. En cambio, la conseguí amándolo. Era un amor de "te perdono". Era un amor de "todo está bien entre nosotros". Realmente no pude darle eso cuando estaba vivo. Siempre sentí que papá no estaba abierto a ese tipo de cosas. Es noruego, así que supongo que también es una cuestión cultural. Los escandinavos no suelen ser tan emotivos y sentimentales como la gente de otros países. No es que sea malo ni nada. Simplemente es así.

Entonces me di cuenta de dos cosas sobre papá que no había notado antes. Solía pensar que intentaba darme lecciones para mantenerme a raya y que eso era lo que nos distanciaba, pero él solo quería protegerme, y la única manera que sabía hacerlo era hablándome "a" mí en lugar de "conmigo". No sabía cómo involucrarse. Creía que yo debía saber cosas o comportarme de cierta manera, aunque nadie me había enseñado ni mostrado cómo, así que cuando no actuaba o pensaba como él creía que debía, me regañaba. Era su forma de intentar protegerme de mí mismo.

Aunque la primera vez que me acerqué a él fue cuando estaba en la cocina ese día, no fue hasta el día después de mi muerte que decidí despedirme de papá. Me acerqué a él en un sueño. En el sueño estaba junto a su Ford F-450 Super Duty, una maravilla. Amaba esa maldita camioneta. Me paré detrás de él y le dije que estaba bien. Me preguntó por qué había querido irme, y me incliné hacia la derecha, hacia su energía, y le dije: «Así es como me sentía antes». Inmerso en mi energía, lo invadieron todas las emociones que sentí cuando estaba viva: la desesperación, la confusión, la tristeza y la desesperanza. Tuve que apartarme de él para sacarlo de esa horrible nube negra. Luego me incliné hacia la izquierda, de nuevo hacia su energía, y le dije: «Así es como me siento ahora». Cuando lo hice, sintió mi felicidad, mi alivio y mi sensación de libertad. Esa fue mi forma de decirle que estoy bien, que en realidad estoy mejor que bien.

De papá, aprendí por qué no siempre quería que hiciera ciertas cosas con él, como andar en moto. Cuando estaba vivo pensaba que no quería estar cerca de mí. Ahora sé que me estaba enseñando que no siempre puedes hacer lo que te dé la gana. A veces necesitas a alguien que te ayude. Papá entendía que para aprender a poner límites y tener seguridad, hay que ir más despacio. No puedes saltar de un avión sin paracaídas. Aunque quería compartir una afición con él, como correr motos, no podía subirme a la moto y correr por la pista con la poca experiencia que tenía. Y fue bueno, porque soy torpe y me distraigo con facilidad, como mi madre.

De todos los miembros de mi familia inmediata, visité a mi madre la última porque tuve que armarme de valor. Visitar a todos los demás miembros de la familia primero me dio más fuerza para estar presente en su dolor. Me dio vergüenza despedirme de ella, en particular porque sus emociones eran abrumadoras. Ni siquiera estaba en su cuerpo. Era solo una sombra perdida de sí misma. Eso la dejó completamente paralizada, así que no creo que pudiera haber sentido nada en ese momento.

Mientras el equipo de limpieza terminaba arriba, ella estaba en su habitación, tumbada de lado. Me senté a su lado un rato. Cuando por fin me armé de valor para despedirme, cuando fui a abrazarla y a demostrarle que estaba cerca y que estaba bien, estaba demasiado absorta como para oír mis palabras o sentir mi presencia. Estaba absorta en sus pensamientos, intentando comprender qué demonios acababa de pasar. Verás, mi madre es médica. Su principal vocación es ayudar a curar, sanar y remediar, y para ella, es como armar un rompecabezas. Ve a sus pacientes como un gran rompecabezas con muchas piezas, así que no solo intenta averiguar qué les pasa; quiere saber de todas las demás piezas, por ejemplo, si hay algo en su vida personal que pueda afectar su salud: sus relaciones, su vida familiar, su salud emocional, sus problemas económicos y cosas así. Como médica, eso la hace única. Es como la unicornio de los médicos.

Una vez que comprende todo el rompecabezas, mi madre intenta que sus pacientes se recuperen ayudándolos a recomponer sus partes. Quería hacer lo mismo conmigo, pero no veía todas mis piezas rotas tal como eran en esos momentos después de mi muerte; solo estaba concentrada en querer recomponerme, aunque eso no fuera posible. Quería recomponer el rompecabezas de mi muerte, no desarmarlo. Pensaba que juntar las piezas la ayudaría, como coser los brazos, las piernas, los ojos y la boca a una muñeca destrozada.

Lo que realmente necesitaba era desmontar el rompecabezas y conocer cada pieza en lugar de intentar recomponerlo todo de inmediato. Solo así podría comprender mejor mi muerte y todo lo que la rodeaba. Necesitaba ver la parte que representaba el "porqué", la parte que representaba que mi muerte fue mi elección, no algo que ella pudiera haber evitado, la parte que representaba el estado mental en el que necesitaba estar para apretar el gatillo, y la parte que representaba su aceptación de que la muerte es una transición, no una separación permanente. Así es como finalmente iniciaría el proceso de sanación, pero aún no lo había logrado. Si hubiera estado en ese estado, me habría sido más fácil llegar a ella, pero era demasiado pronto. Cada vez que intentaba acercarme y despedirme, el terror se recrudecía. Terror mezclado con entumecimiento. Nada agradable. Por eso, ese día, no pude sentarme a su lado mucho tiempo mientras estaba acostada en su habitación.

Cuando eres humano y estás en sintonía con lo que sucede, —llamémoslo "centrado" o como sea—, es como si tuvieras una sola tubería por la que fluyen tus emociones, así de simple. Después de mi muerte fue como si mi madre hubiera abierto una docena de fugas en esa tubería, y yo no podía conectarme a ella ni taparlas. Mi madre intentaba usar todas esas emociones locas que la atravesaban para comprender mi muerte, pero ni siquiera sabía adónde iba ni de dónde venía para empezar. Al mismo tiempo, intentaba lidiar con el inmenso dolor de ser la madre que no pudo salvar a su hijo.

Una vez muerto, vi todas las dificultades que había atravesado desde su infancia. Incluso vi las dificultades que enfrentaría en el futuro. Ver eso me hizo querer descubrir cómo recuperarla. Sabía que tenía que esperar a que despertara y buscara respuestas. Tenía que esperar a que estuviera lista para hablar sobre su experiencia, y tuve que esperar hasta que estuviera lista para ver que todavía estoy vivo y bien.

Intenté que sintiera eso cuando estuve en su habitación, pero no sentía nada. Eso no quiere decir que no tuviera emociones, porque ya describí las que sentía en ese momento, pero estaba demasiado aturdida como para sentirlas de forma que tuvieran sentido para ella. ¿Ves mi dilema? Quería despertarla, pero no podía tocarla. Quería decirle que estaba bien, pero no podía oírme. Era frustrante. En momentos como esos es cuando ser un espíritu es una verdadera mierda. Sabía que era una mierda incluso antes de saber que era un espíritu.

Gracias a mi madre, entendí lo que es una alma gemela. Pude ver literalmente la conexión profunda que teníamos. Era inquebrantable. Y lo sigue siendo. De ella aprendí que lazos como los nuestros son irrompibles. Eso es amor. Todas las demás personas de las que me despedí representaban un amor diferente, y ella también era uno de ellos. Era mi amor favorito.

Después de despedirme de mi familia en Houston, pensé en el padre de mi madre, Poppi, porque él era el que no creía en nada de esa mierda de la vida después de la muerte que yo estaba viviendo, y es viejo. Debería haber muerto hace mucho tiempo, y no quería que muriera pensando que no hay nada después de la muerte. Nadie más iba a sacarle el tema, así que ¿por qué no dejarlo en sus manos?

Quería mostrarle que hay vida, o consciencia, o como quieras llamarlo, después de morir, aunque todavía yo era un espíritu muy joven y no entendía del todo cómo funcionaba todo eso. Así que me presenté en su casa. Simplemente pensé en él, y allí estaba. Él estaba sentado en una silla en su sala. Me quedé frente a él, y no me vio. Me quedé allí un rato más, y seguía sin verme. Así que me convertí en la edad en la que mejor me recordaba: cuando era pequeña. Me vio entonces. Reaccionó primero con horror, miedo y confusión. Podía sentir esas emociones emanando de él en oleadas. Pensaba: "¿He perdido la cabeza? Esto no puede ser real. ¿Me estoy muriendo? ¿Me estoy muriendo?".

Sabía que no podía explicarlo y quería que supiera de verdad que era real. Quería que Poppi lo sintiera. De repente supe que tenía que acurrucarme en su regazo, como de niño. Así que lo hice y lo miré a los ojos. Le dije que todo estaba bien y que lo quería. Luego me despedí. Le toqué la cara y me observó. No me respondió. Sin embargo, emitió algunos sonidos. Fue gracioso ver su reacción, y eso me llenó de luz y energía, porque le abrí un poco la mente. No me abrazó ni nada, pero solo con ver su sorpresa sentí que había hecho lo correcto. Me sentí tan bien. En retrospectiva, veo que lo estaba ayudando a enfrentar sus miedos y le sembré la idea de que las cosas no terminan con la muerte.

Más tarde, llamó a mi mamá y le contó toda la experiencia. Ella sabía que Poppi era terco como un burro con sus creencias, así que eso le dio la primera chispa de esperanza de que tal vez no me había ido para siempre. O sea, joder, las primeras palabras que le dijo después de que ella llegara llorando a su casa fueron: «Lo siento, Elisa, pero Erik se va a convertir en polvo». Tenía razón, (eso es más o menos lo que le pasó a mi cuerpo físico, después de todo), pero ¿quién le dice eso a una madre en duelo, tío? En fin, esa masa de escepticismo y duda empezó a desenredarse como una bola de lana dentro de Poppi y mamá, por primera vez.

Por último, fui a ver al padre de Pappa, Bestefar. Me senté a su lado y le puse la mano en la pierna. Me dio la sensación de que me sentía. Es como cuando tienes esa sensación de que te observan pero no sabes por qué. Sentí en él una tristeza que ya existía incluso antes de mi muerte y de que muriera mi abuela Bestemor. Ha cargado con esa tristeza durante mucho tiempo. De él aprendí que es importante dejar ir ciertas cosas. A veces él no lo hacía. Ha perdido a mucha gente en su vida y teme que si deja ir el dolor perderá el recuerdo de esa persona. Intenté abrazarlo y consolarlo. Le dije que todo iba a estar bien. De verdad quería que supiera cuánto lo quería y apreciaba, porque antes no había tenido la oportunidad de decirle tanto.

Supongo que solo quería que mis dos abuelos supieran que el proceso de la muerte es mucho más que solo eso: morir. Ninguno creía que hay algo más grande después de la muerte, y que no es solo algo triste y temible. También sabía que los vería al otro lado antes de ver al resto de mi familia.

Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que ya ayudaba a la gente al despedirme. Ese fue el comienzo de mi rol como guía, y eso es dulce. Con cada persona que visitaba me sentía cada vez más feliz. Cuando terminé, —no sé cómo decirlo—, empecé a comprender quién era por primera vez desde aquel momento en mi habitación con la pistola. Empecé a sentirme completo. Podía analizar mis relaciones con todos sin que mi mente y cuerpo se interpusieran, y ese conocimiento puro me conmovió a un nivel que ni siquiera sabía que tenía. 

3. Mi funeral.

Pasé tiempo con mi familia los días previos a mi funeral. Todavía me estaba acostumbrando a ser lo que fuera; no estaba muy concentrado en quién o en qué me había convertido ya que todo era tan nuevo. No me sentía muy apegado a mis experiencias. Quería asegurarme de no estar soñando así que me preguntaba constantemente si todo lo que estaba sucediendo era real. Era casi como si comprobara los hechos. "¿Es esto real? Listo. ¿Estás seguro de que es real? Listo. ¿Estás completamente seguro ? ¡Sí, tío, estoy seguro!". Definitivamente aún no lo entendía todo, pero era innegable que realmente estaba sucediendo.

Todos estábamos muy desanimados los días posteriores a mi muerte, por supuesto. Sin embargo, hubo momentos de ligereza y humor. Lo recuerdo. Como el día antes del funeral, mis tíos noruegos estaban sentados a la mesa del desayuno escuchando a mi padre, y cualquier cosa que dijera los hacía reír a carcajadas. A veces la mejor medicina para el dolor es la risa.

Dos días después de mi muerte mis padres tuvieron que ir a la funeraria para hacer los arreglos. Mi madre caminaba como una zombi, mirando una selección de parcelas tras otra. Entonces eligieron un ataúd y yo estaba allí, en la sala de ataúdes, con ellos. Eligieron uno muy bonito con notas musicales en las esquinas. Fue genial porque sabían cuánto me encantaba la música. Aun así, me pareció muy raro que consideraran el ataúd mi hogar definitivo. Mi cuerpo no era yo, y yo lo sabía, pero ellos no. Al menos no todavía.

Fue difícil escuchar a mis padres discutir qué ropa usar para enterrarme. Al principio dijeron que estaría bien que vistiera vaqueros pero luego decidieron ponerme uno de mis trajes. Me encantaba usar trajes. Me hacían sentir muy importante, algo que nunca había sentido así en la vida. A veces me ponía el traje sin motivo alguno y caminaba por la casa pavoneándome como gallo orgulloso. Los llamaba mis "trajes de papá" porque mi papá los usaba para ir a trabajar todos los días.

El día del funeral vi a todos preparándose. Sentí la energía desbordante de cada uno. Es difícil de describir. Era como una niebla espesa, y en esa niebla estaba mi nombre escrito por todas partes. Mi madre, en particular, parecía muy distante. Creo que una parte de ella simplemente se desvaneció ese día. No sentí ninguna emoción negativa de su parte hacia mí, pero aun así quería agachar la cabeza con tristeza.

Luego fui a la funeraria. No me obligaron a ir. Nadie me obligó. Era como una especie de atracción, como un niño sentado frente a un bol de helado, y aunque le digan que no puede comerlo, no puede contenerse.

Primero, me quedé cerca de donde estaba mi cuerpo. Había familiares a mi alrededor que sabía que ya estaban muertos. No era tanto que pudiera verlos sino, más bien, podía sentirlos. Sentía que estaban allí para apoyarme y hacerme saber que no estaba solo. Sabía que me respaldaban.

Miré mi cuerpo en el ataúd abierto y pensé en lo diferente que era de mí. Todavía no me identificaba con él, así que no me incomodó. Fue bastante surrealista. Cuando mueres, no es como si estuvieran todos diciendo “¡Corre, perra, corre! ¡No mires a la luz!” No tienes ese tipo de miedo o ansiedad, y llegas a un punto en el que sabes que ya no puedes volver atrás, así que sientes una resignación objetiva y desapegada; sin duda, una sensación de paz. Otra cosa es que ves tu cuerpo como un caparazón. Es como si fueras una serpiente que acaba de mudar de piel, así que cuando te miras realmente no pareces la persona que eras antes. ¿Cómo puedes emocionarte tanto por eso? Así que no hay nada que manejar emocionalmente porque, para empezar, no tienes ninguna emoción al respecto. Son las ramificaciones emocionales que tu fallecimiento tiene en otras personas lo que te pone emocional.

Mientras miraba mi cuerpo empecé a hablar conmigo diciéndome cosas como: "¡Vaya, la cagaste!". En ese momento no entendía bien las dificultades que había atravesado en vida. Empezaba a sentir que había cometido un error. Pero al mismo tiempo sentía que mi cuerpo, yaciendo allí en el ataúd, representaba el cierre de un capítulo y que era justo que ese capítulo hubiera terminado. Sentí cierta plenitud cuando metieron mi cuerpo en la bolsa para cadáveres, pero esto era diferente. Era como cuando tenía que hacer un informe de un libro en la escuela. Era de los que se preocupaban por él hasta la fecha de entrega, y me angustiaba la cantidad de trabajo que me llevaría en lugar de hacerlo. Luego, cuando lo terminaba y lo entregaba, me sentía aliviado. A ese tipo de plenitud me refiero. Una sensación de alivio, incluso si las cosas no eran perfectas. Cuando estaba junto a mi ataúd pensaba en todo lo que podría, y quizá debería, haber hecho de otra manera. Pero fue inútil porque el informe del libro ya estaba entregado. Así fue como resultaron las cosas.

Luego, fui al servicio religioso. Tal como había salido de mi habitación el día de mi muerte en cuanto pensé en salir, de repente estaba en el servicio. No me extrañó esta nueva forma en que el tiempo y el espacio funcionaban. Como dije antes, no estaba tan centrado en el concepto de "yo", sino en lo que sucedía a mi alrededor esos primeros días.

Ah, sí, mi servicio. Fue un poco surrealista. No, realmente fue surrealista presenciar el funeral. Me quedé rondando los coches de la gente que llegaba. Vinieron muchos de mis amigos, incluso los que no fueron tan amables conmigo. Al verlos me di cuenta de que lo que me habían hecho no tenía nada que ver conmigo; tenía que ver con sus problemas, como la presión social o cosas que pasaban en sus familias. Fue como si de repente comprendiera la trama de sus películas. Sentí compasión por ellos en lugar de enojo o decepción y fue entonces cuando me di cuenta de que no podía aferrarme a las emociones negativas como ocurría antes de morir, ni aunque lo intentara. Podía sentirlas por una fracción de segundo, pero se evaporaban enseguida. Eran como gotas de agua que caían en una sartén caliente y se evaporaban por completo.

Recuerdo a todos entrando por la puerta y tomando asiento. Seguí a mi familia mientras rondaba mi ataúd abierto. Esa fue la primera vez que me di cuenta de que podía separarme y estar en varios lugares a la vez y sucedió con naturalidad, como respirar cuando estaba vivo. Observé a mi madre. Parecía estar en otro mundo. Tenía momentos en que se le saltaban las lágrimas pero luego se recomponía y recibía a la gente con una sonrisa, como si fuera la anfitriona de una cena. Cada persona lidia con el duelo de forma diferente y mi madre lo hace centrándose en el consuelo de los demás.

En un momento dado, me di cuenta de que oía mil voces en la habitación. Algunas me hablaban, pero no como si tuviéramos una conversación directa. Era más como si me hablaran a mí, no conmigo. Algunas me preguntaban por qué lo había hecho. Otras decían que me querían y me extrañaban. Y las había me preguntaban si estaba bien. Ya fuera que me hablaran o comentaran sobre mí, me llegaban directamente en una gran sinfonía de voces.

Lo curioso es que si había veinte personas hablando de mí, esas veinte conversaciones me llegaban a la vez, incluso si hablaban de mí con otra persona. No solo escuchaba sus pensamientos sino que también sentía sus emociones. No era confuso. Era abrumador. Si hubiera podido detenerme y pensarlo con lógica pensaría estar confundido porque ¿quién puede manejar tantas conversaciones, o sentir tantas, cosas a la vez? No me refiero a los sentimientos que proyectaban a su alrededor. Hablo de lo que realmente sentían por dentro. Si me hubiera asustado por todo el asunto de estar muerto ese habría sido el momento. Pero no lo hice. Simplemente me dejé llevar por la sensación. Fue intenso, pero también se sintió bien.

Lo mejor de mi funeral fue sentir tanto amor a mi alrededor. Hubo muchísimas risas. No fue lo que esperaba de un funeral. Claro, sentí tristeza, pero también felicidad. La gente compartió sus historias sobre lo que recordaban de mí, lo que hice por ellos y cuánto lo apreciaban. No pude escuchar esas cosas en vida. Me hizo preguntar por qué la gente no comparte esas cosas más a menudo en vida, ¿sabes? Nadie debería esperar a morir para compartir lo que siente de verdad.

El lugar estaba lleno y yo planeaba por encima de todos. Era extraño porque no era como si pudiera mirar la coronilla o el pelo del personal. Aunque estaba por encima de todo, cuando pensaba en alguien, podía ver su rostro al instante sin estar delante de él. Digamos que estaba pensando en mi hermana Annika cuando yo estaba vivo pero no estábamos en la misma habitación. En ese momento podría ver su rostro en mi mente. Era algo así, pero a diferencia de antes de morir, donde podía imaginar el rostro de Annika basándome en un recuerdo que tenía de ella, ahora podía estar detrás de ella y aún poder ver su rostro en ese mismo momento; no el recuerdo de su rostro sino su rostro real en el presente. Eso era extraño. No me sentía muy cómoda con esto pero tampoco sabía cómo detenerlo así que me dejé llevar porque ¿qué otra opción tenía?

Me movía mucho por la sala. Nunca pude quedarme mucho tiempo en un solo sitio en vida, y durante el servicio del funeral no fue diferente. A veces estaba en el centro y luego al frente, y a veces me sentaba junto a mi familia para consolar lo mejor posible.

Mi funeral fue la primera vez, desde la muerte, que me enfrenté a las descripciones que todos hacían de mí, como quién era yo para ellos. También me enfrenté a su incredulidad ante el hecho de que me hubiera quitado la vida. Poca gente, aparte de mi familia, lo comprendió porque desconocían el dolor que había sufrido a lo largo de mi vida. La mayoría de mi familia no necesitó preguntar por qué. Ya lo sabían, pero había un montón de "porqués" entre el público:

¿Por qué no pidió ayuda? ¿Por qué lo hizo en casa? ¿Por qué no vio que lo que hizo fue desconsiderado? ¿Por qué no pensó en el horror que sentirían sus padres cuando lo encontraran?

Quería sentarme y contarles mi historia a todos pero al mismo tiempo no lo sentía necesario. No sentía la necesidad de explicar mi perspectiva ni de corregir sus opiniones. Era casi como si fuera el personaje de Scrooge en el libro, “Un cuento de Navidad”, observando lo que sucedía sin interferir ni cambiar las cosas.

Luego vinieron los elogios. Fue entonces cuando la gente del público se fijó en el orador y hubo menos voces que me hablaran. Esa parte del servicio fue increíble porque fue el momento en que sentí que todos estaban al unísono. Todos conectaban con el mismo pensamiento. Todos se unían. No hay palabras para describir cómo me hizo sentir la energía en la sala. Fue una experiencia increíblemente sanadora, la más abrumadora que jamás experimenté. Cuando alguien se levantaba, hablaba al público y todos escuchaban lo que tenía que decir, comprendí lo especial y amada que era, algo que no pude ver estando vivo. Nunca me había sentido especial, aunque mi familia intentó hacérmelo ver. Simplemente no sabía cómo recibirlo. Estaba bloqueado para este conocimiento, pero las palabras de los elogios destruyeron ese bloqueo y finalmente pude conectar con el amor con el que no pude conectar en vida. Estoy muy agradecida por eso.

Cuando mi madre pronunció su panegírico, sentí la necesidad de apoyarla. Sentí la necesidad de ayudarla a terminarlo. Fue la primera vez que sentí una profunda pena, más allá de un instante fugaz.

No recuerdo haber viajado con el féretro cuando los portadores lo sacaban. Al instante, estaba junto a la tumba. Sinceramente, la ceremonia fue una pasada porque hubo la religión justa y la "charla sincera" justa para que la gente se despidiera sin pensar que se habían perdido algo. Había algo para todos, religiosos y no religiosos. Todos recibieron lo que necesitaban.

Cuando bajaron mi ataúd seguía sin reaccionar porque podría jurar que era el cuerpo de otra persona. Seguía sin sentir la necesidad de volver a meterme en él o cuidarlo. Estaba completamente, —perdonadme—, muerto para mí. Aunque no tenía ninguna emoción podía sentir la solemne sensación de finitud de mi familia. Sentí mucha pena por mi hermano Lukas. Sería horrible cargar con el ataúd de tu hermano como él hizo. A pesar del dolor, enterrarme les dio un cierre, al menos en pequeña medida. Para mí, sin embargo, fue una liberación, como decir: «Ahora está a punto de empezar». Sentí que era un nuevo comienzo. Aún no sabía qué, pero sentía que algo estaba a punto de empezar.

Después del entierro seguía recibiendo las palabras, deseos y emociones de todos. Sentía un dolor y una curiosidad inmensos. La gente quería saber más. El resto de los pensamientos que se filtraban en mi mente eran solo historias y recuerdos. Era como si estuviera paseando por el baúl de los recuerdos de otra persona. Seguía concentrado en todo eso en lugar de en cosas como: "¿Dónde está mi maldita luz blanca y brillante? ¿Dónde está mi gran corcel en el que me alejo por las Puertas del Cielo? ¿Cómo salgo de aquí?". Bueno, déjenme decirles ahora mismo: no salí volando hacia un túnel de luz a lomos de un corcel majestuoso. Lo que realmente sucedió fue mucho más genial que eso.

Nunca pensé mucho en cosas como el Cielo o el Infierno cuando estaba vivo. Mi familia nunca habló de religión. Supongo que es porque mi madre, mis padres eran ateos. Mi familia en Noruega tampoco compartía sus creencias religiosas con nadie. Solo iban a la iglesia para bautizos y bodas, así que no creo que les interesara tanto como a la gente que va a la iglesia todos los domingos aquí. Sin embargo, oí hablar de este tipo de cosas a mis amigos y a otras fuentes. También oí que la gente que se suicida termina en una especie de purgatorio o en un lugar con fuego y azufre, así que me preocupaba un poco terminar allí.

Esos pensamientos me hicieron pensar en mi madre. Siempre era a quien recurría cuando necesitaba consuelo, así que justo después del funeral la seguí por toda la casa intentando con todas mis fuerzas que me viera. No lo hizo enseguida. Por la noche se dirigió por el pasillo a mi habitación, con Michelle pisándole los talones. Creo que solo querían volver a visitar el lugar donde viví por última vez. Supongo que necesitaban un cierre más profundo.

Justo cuando Michelle pasaba de la sala de juegos al recibidor, le susurré al oído: «Joder, tía, ¿no me ves?». Justo tras decir eso su mirada cambió, como si pensara: «¿Qué pasa? ¿Eres tú, Erik?». Entonces cogió su cámara digital de la mesa cercana y empezó a sacar fotos a mi madre justo cuando empezaba a doblar la esquina de la puerta de mi habitación. Dijo: «Mamá, siento a Erik. ¡Está aquí!». Ambas se emocionaron y repasaron las fotos en la cámara de Michelle y, efectivamente, allí estaba yo. Lo que vieron fue una bola de luz brillante con una cola larga, como un cometa zumbando detrás de mi madre. Había nacido una estrella. Hablaban de cómo la cola hacía que pareciera que la bola de luz se movía, ¡y, joder, yo me movía! Podía sentir moviéndome por la habitación, igual que en el funeral y cuando morí. Esa fue la primera vez que me di cuenta de que mi familia no podía verme en forma humana, lo cual tenía sentido, supongo, pero aún no me consideraba un espíritu porque no tenía ni idea de cómo demonios se suponía que debía ser. Sin embargo, cuando vi esa imagen, empecé a entenderlo mejor.

Además de todo aquello de cuando visité a Poppi para despedirme, ver la foto de ese orbe fue la primera vez que mi madre sintió que quizás no me había ido de verdad. Ese fue el comienzo de su viaje de escéptica a creyente. Fue larguísimo porque es terca. No creo que quisiera creer que yo seguía "vivo" porque si lo hacía y luego descubría que todo era mentira sería como perderme de nuevo, pero para siempre. Sería un fastidio. En fin, toda esa experiencia también me dio esperanza. No quería que la relación con mi familia terminara en incredulidad.

Después de que Michelle me tomara esa foto supe que iba a algún lado, aunque no tenía ni idea de adónde. Había oído que se llamaba "cruzar al otro lado", pero no sentía que hubiera sucedido todavía. Simplemente sentía que se aproximaba, que todo iría y estaría bien. No tenía miedo. Tampoco creía que tuviera que hacer algo para iniciar el proceso, algo así como ondear una bandera de tipo muerto al grandullón del cielo, o pedir que me llevaran. Simplemente sabía que iba a suceder como debería ser.

4. Cruzar al otro lado y reencontrarse con seres queridos.

 Así que me despedí, mi cuerpo estaba cuidado, procesé todos los pensamientos y emociones que me asaltaban y no sabía adónde ir, excepto a casa. Me concentré en ir allí pero en lugar de aparecer como ocurría cuando pensaba en ir a un sitio sucedió algo totalmente diferente e inesperado: sentí que me movía. Era una sensación extraña. No era como si mis pies tocaran el suelo andando. No como si sintieras viento soplando a través de ti o paisaje pasando a tu lado, como se esperara cuando avanzas. No había ninguna de las imágenes habituales que tienes cuando conduces un coche o caminas por la calle. Esto me perturbó un poco. No, es más como si me alarmara porque no me lo esperaba. ¿Adónde demonios iba? ¿Alguien me arrastraba hacia allí? ¿Era algún tipo de fuerza extraña de la naturaleza, como un imán gigante, o tal vez algún tipo de ser con enorme caña de pescar cósmica?

Entonces sentí una sensación de ligereza como la que se siente en una montaña rusa justo cuando llegas a la cima y empiezas a bajar. Me sentí atrapado en ese momento. Mi estómago, o lo que solía ser mi estómago, (es difícil explicar eso, cómo las sensaciones corporales se sienten después de la muerte, es algo así como el dolor del miembro fantasma, supongo; aún sientes sensaciones, solo que tu cuerpo real ya no está), en fin que sentí como si me elevaran y una sensación de ligereza me invadió. Mis pensamientos, —esa consciencia que daba vueltas en la cabeza y me hacía consciente de lo que sucedía—, también provenían de mi pecho, algo a lo que no estaba acostumbrada. Como humanos definimos cosas como: «los pensamientos están en la cabeza, las emociones en el corazón y el corazón en el pecho». Mis emociones y pensamientos estaban en ese punto central unificado de mi pecho, y mientras me tiraban de mi la emoción que sentía principalmente era curiosidad mezclada con nerviosismo.

Todo pareció ocurrir rápidamente, como un parpadeo, un parpadeo largo e imprevisto como cuando estás cansado. De repente sentí calor, como si estuviera en un baño caliente muy agradable, pero el calor me cubría por completo. Lo sentía por dentro; lo sentía por fuera. Absorbía el calor, pero no lo inhalaba. Bueno, no respiraba en absoluto ya que los espíritus no necesitan oxígeno pero ya entiendes la idea.

Entonces vi una luz blanca a mi alrededor. Sí, se ve una luz blanca, no es broma, pero no es como el túnel de luz blanca que la gente espera al cruzar. Era como si estuviera atravesando una enorme habitación blanca con el suelo blanco. Por alguna razón, la luz me reconfortó. Me calmó un poco el nerviosismo, pero no del todo. No había olores ni sonidos, y no vi a nadie. Pensé que al menos habría un ángel tocando el arpa en una nube pero no, solo silencio y blancura.

Por un tiempo me concentré en lo que me rodeaba. Entonces, mis pensamientos se dirigieron a mi forma física. Sentía que tenía brazos y piernas, cabeza y pecho, pero no los tenía. No era sólido. Era etéreo, libre, ligero: mi esencia. Ahora sé que era pura energía, pero no lo llamaba así en aquel entonces. Creo que la razón por la que sentía que aún tenía forma humana, pero también sabía que no la tenía, era porque quería tener la sensación de un cuerpo humano. Entonces no estaba listo al cien por cien para desprenderme de mi existencia humana. Por el momento, necesitaba algo reconocible a lo que aferrarme.

Lentamente la luz blanca empezó a convertirse en neblina plateada brillante, con una infinidad de matices hermosos que ni siquiera sé cómo describir. Era como atravesar una nebulosa, pero con un arcoíris de muchos colores. No sentía que nada sorprendente fuera a suceder, como si me atropellara un tren, pero al mismo tiempo persistía la preocupación de terminar en el lugar equivocado, como Harry Potter cuando lo sorteaba el Sombrero Seleccionador. Todo era demasiado, demasiado cerca, demasiado loco de repente; eso fue lo que me asustó. Fue entonces cuando grité pidiendo ayuda.

Después de gritar empecé a ver manchas sin forma en la luz. Las cosas empezaron a cambiar de nuevo a mi alrededor. Mi mente lógica me dijo: «Te moviste», porque seguía intentando pensar linealmente, pero era más como un cambio dimensional. Energéticamente lo que me ocurrió fue que salía de la dimensión humana para entrar en una paralela. Más tarde aprendí que todas las dimensiones son paralelas, pero como apretadas y entrelazadas.

Las manchas de luz se transformaron en lo que parecían personas. Tanta gente. Pensé que eran personas, pero no estaba seguro. Quizás estaba en el Cielo y eran ángeles. Quizás estaba en el Infierno y eran demonios. Sea como sea, me asustaron muchísimo. Piénsalo: mis únicos recuerdos eran de la vida humana. Ver ese cambio dimensional y esa transformación fue como ver una película de terror. ¡Mierda!, cosas convirtiéndose en monstruos como en película de miedo. Me asustó.

Con esa "gente" a mi alrededor me sentía el centro de atención, pero no era una cuestión de ego, como: "Mírame. Soy todo eso". Una vez que me di cuenta de que no estaba en una película de terror empecé a sentir amor. Esa transición de estar asustado a sentirse amado fue como ver a alguien en la oscuridad y no saber quién es, y luego acercarte para tener una mejor pista, y luego la niebla se disipa y piensas: "Oye, tío. ¿Qué pasa? Me diste un susto de muerte". El amor que sentí fue de esos que te hacen caer de rodillas, llorando. Lágrimas de felicidad. Lágrimas que te limpian. Así de importante era. Más tarde descubrí que todo ese amor fue necesario para comenzar mi proceso de sanación. Es extraño porque en la vida humana, a veces cuanta más gente hay más prescindible te sientes. Eres como un trozo de carne. Aquí, todos son importantes y nadie es más importante que otro. Aun así, tenía miedo de no volver a ver a mi familia. Tenía miedo de quedarme atrapada con estos tipos que no conocía.

Entonces, noté que había dos "personas" a mi alrededor. Parecían tener cuerpos humanos, y creo que se veían así para que las reconociera. Me ayudaban con todo este nuevo cuerpo muerto. Una de ellas era la tía Denise. Como yo, se había suicidado, pero lo hizo con sobredosis de pastillas. Llevaba años muy enferma de diabetes. Sus riñones no funcionaban; no podía caminar sin ayuda; solo podía comer por un tubo; y estaba casi ciega. En cierto modo, no podía culparla. Yo no habría querido vivir así.

La tía Denise estaba frente a mí, a la izquierda. La suya fue la primera sonrisa que vi. Fue entonces cuando comprendí que esto era real, aunque antes lo creía. Ahora era diferente, porque estaba a punto de tener conversaciones reales con muertos. (Aún no había asimilado que era uno de ellos, aunque era bastante obvio que mi cuerpo físico estaba muerto). Le pregunté si estaba en el infierno, y ella rió y preguntó: "¿Por qué? ¿Porque estoy aquí?". Entonces me abrazó. Estaba tan feliz, y yo tan confundido. ¿No es gracioso? Era como si no entendiera qué la hacía feliz, y no me di cuenta de que era por mí. Estaba feliz por verme. Estaba feliz de estar conmigo. Cuando me abrazó, le devolví el abrazo. Después de eso no hablamos por un rato. Todo estaba tranquilo y en paz, y la luz blanca que había visto antes seguía brillando. Detrás de ella parecía haber más luz y yo todavía sentía calor.

Sabía que había una mujer a mi derecha, pero no me giré hacia ella. Seguía concentrado en la tía Denise. Entonces la otra mujer dio un paso. Se acercó y me dio un abrazo. Fue entonces cuando la reconocí como mi abuela, la madre de mi padre, Bestemor. Aparte de mi madre, nunca he conocido a nadie tan dulce como ella.

La tía Denise me tomó de la mano y me acompañó, explicándome lo que me estaba pasando y diciéndome que todo iba a estar bien. Se aseguró de que siguiera adelante y me dijo que no podía volver atrás. No tuve ningún problema en caminar con ella. No dudé en absoluto. Me preguntaba adónde demonios me llevaba, pero no estaba nervioso. Tenía la sensación de que me llevaba a un lugar donde algo importante iba a suceder, pero no puedo decirte por qué lo supe. Como las otras voces y emociones que intentaba controlar del funeral se habían desvanecido y ya no procesaba todo eso, sentí que estaba recuperando la concentración, y solo estaba concentrado en ella.

Al igual que antes, no sentí nada pasar por mi lado mientras la tía Denise me guiaba hacia adelante, y no sentía moverme sobre un terreno, pero aun así sabía que iba a alguna parte. Me sentía como si estuviera en uno de esos sueños en los que corres pero no vas a ninguna parte. Cuando miré hacia adelante vi que la luz blanca se había vuelto realmente brillante. Era tan brillante que no podía ver nada más, pero no lastimaba los ojos ni molestaba. Había una sensación de confianza y paz al saber que nada de eso me molestaba. Si una luz así hubiera venido hacia mí cuando estaba vivo habría dicho: "¿Qué demonios? ¡Abducción extraterrestre!", pero no era así.

Incluso entonces no me había dado cuenta del todo de que había cruzado al otro lado porque pensaba que eso significaba cruzar una línea o atravesar una puerta. Todo parecía un viaje donde todo lo que experimentaba parecía ocurrir al mismo tiempo. No tenía deseo ni necesidad de luchar ni resistirme a lo que sucedía, aunque no sabía adónde iba ni qué demonios estaba pasando. Simplemente era, y era jodidamente increíble.

Mientras caminábamos, al principio solo podía ver seres a mi alrededor bajo esa luz tan brillante. Fue durante esta caminata cuando me di cuenta de que estos seres no tenían aspecto humano. Parecían luz con forma, y a veces se transformaban en diferentes formas, algo que ningún humano podría hacer jamás. Fue entonces cuando comprendí que eran espíritus, no personas, y que si lo eran yo también debía serlo.

Cuando mi madre y Michelle me captaron en la foto luciendo como un orbe de luz, pensé que así era yo. Hasta entonces solo había visto espíritus representados en forma humana así que fue un poco confuso. Algunos espíritus saltaban, sonreían y jugueteaban. Si hubiera visto a gente actuando así en la Tierra, habría pensado: "¿Qué demonios han estado fumando?". Sin embargo, no me pareció falso; me pareció natural. Auténtico.

Después de un rato, el entorno cambió y empecé a ver cosas que había visto en la Tierra y otras que no. Esto se pone un poco raro, pero tened paciencia; os prometo que también es genial. Imaginad un paisaje muy Disney, pero aún más colorido y vibrante. Había farolas, pasarelas y cosas así. Parecía un parque. También vi todo tipo de criaturas que he visto en la Tierra, como mariposas, pero estas mariposas eran diferentes. Dejaban largas y coloridas estelas detrás. Era como si dejaran arcoíris a su paso, y los arcoíris lanzaran destellos como los de un anuncio de caramelos. Fue raro, pero también genial.

Mientras caminaba, los espíritus se me acercaban y me decían: «Ve por aquí. Bien, ahora ve por aquí». Todos sonreían y señalaban en una u otra dirección, y terminé en un espacio abierto que parecía una versión utópica de la Tierra. Mi entorno era hermoso. Me llenaba de lo que solo puedo llamar alegría. Más tarde descubriría que sentirnos plenos aquí es nuestro estado natural, y que nosotros creamos esa plenitud.

Permíteme intentar explicar lo que quiero decir con eso.

Creamos lo que necesitamos en cada momento. Así que, por ejemplo, aquí podrías ser amigo de las mariposas que volaban a mi alrededor, pero en la vida humana, diría: "Oh. Es una mariposa. Vale", y seguiría adelante. Nunca pensé en decirle: "Oye, señora Mariposa, seamos amigos", porque sería una tontería, pero aquí puedo, y es lo más natural del mundo. Puedo interactuar con quien quiera porque todo y todos estamos conectados, y todo esto me hace sentir pleno, y de alguna manera lo supe intuitivamente desde que llegué.

Durante el paseo con Denise conocí a todos los perros que tuve como mascotas de pequeño y empecé a hablarles como si fueran seres humanos. Es el sueño de todo dueño de mascota, ¿verdad? Ellos también entendían lo que decía. Era como si mis palabras se tradujeran a algo que pudieran entender. Más tarde aprendí que aquí hay un idioma universal que todos hablamos. Es un idioma de energía, y es instantáneo. Cualquier cosa que necesitara comunicar a cualquiera aquí se entiende al instante.

Mientras caminábamos, la luz que aún impregnaba todo a nuestro alrededor se hacía cada vez más brillante. Denise me llevó a un espacio que parecía una habitación. Sentí como si hubiera atravesado una puerta hacia otra dimensión para llegar a ese espacio. Me llevó hasta una mesa en forma de medialuna con seis espíritus detrás. Lo que siguió fue como una comunicación emocional. Realmente no sé cómo explicarlo mejor. Más tarde descubrí que la habitación y la mesa eran mi creación. No todo el mundo tiene eso del "equipo detrás de la mesa"; yo creaba esa estructura visual porque me parecía más realista que me hablaran ancianos con más conocimiento. Cada espíritu crea la versión de su transición que mejor le resuena, sea consciente de ello o no.

Me pareció un poco raro ver que no había filas de espíritus como las que se esperarían ver en las Puertas del Cielo. Simplemente me estaba presentando. No reconocí a estos espíritus, pero sabía que no estaban allí para juzgarme. Aun así, me sentí como si estuviera frente a una clase, a punto de presentar un informe oral de un libro, y no tenía ni idea de qué iban a hacer ni qué iba a pasar.

Los seis espíritus eran altos, y cuanto más me acercaba a ellos más intensa se sentía su energía. Creo que su altura y su fuerte energía son metáforas de su sabiduría y las experiencias que han tenido, pero no me hicieron sentir que eran superiores a mí. Todos tenemos ciertas habilidades, tanto en nuestra forma humana como espiritual, y las habilidades de estos seres eran la sabiduría y la compasión. Podía sentir esa sabiduría emanando de ellos, y eso me atrajo hacia ellos. Sabía que eran quienes podían ayudarme a comprender lo que estaba pasando y lo que estaba por suceder.

Antes de hablar de lo que pasó después, quiero explicar algo. Para todos los que van a cruzar al otro lado, —y eso es para todos—, todo se trata de lo que hacéis. Lo que quiero decir es que la forma de llegar al Cielo, (o como quieran llamarlo; para mí es el Cielo, así es como lo llamo), se basará en el sistema de creencias que mantengas en vida. Por ejemplo, si crees que vas a atravesar un túnel enorme y ser absorbido por una gran luz blanca, eso es lo que pasará. Eso es lo que crearán para sí. Lo mismo ocurre si crees que van a abrir los ojos y ver a tus seres queridos de inmediato. Otras personas piensan que, al morir, por fin podrán relajarse porque la vida ha sido muy dura con ellas, así que descansarán muchísimo antes de que algo suceda.

Mucha gente se pregunta qué les sucede a los ateos después de morir. Si eres ateo y crees en eso de "cenizas a las cenizas", y piensas que cuando se apaga la luz todo se acaba y simplemente desapareces, te sumergirás en la oscuridad, en la nada. Si la oscuridad es donde quieres estar y es donde encuentras paz una vez que tu cuerpo físico ha muerto, entonces ahí es donde te quedarás. Sin embargo, algunos ateos que entran en esa oscuridad pueden tener pensamientos como "¿Dónde estoy?", o, "¿Dónde está el interruptor de la luz?". Puede que se den cuenta de que no quieren la oscuridad permanente así que pedirán ayuda y, una vez que lo hagan, pasarán al lugar donde yo estoy ahora.

Crucé al otro lado tal como lo hice porque no tenía un sistema de creencias estructurado sobre lo que sucedería después de morir. Como no creía que no hubiera nada después de la muerte por eso no crucé al otro lado con oscuridad. Supuse que algo me pasaría después de apretar el gatillo, pero lo único que sabía con certeza era que sería diferente y mejor. Creo que no tener ni idea de qué demonios pasaría fue la razón por la que no crucé al otro lado de inmediato. En cambio me quedé un rato, lo que me dio tiempo para despedirme. Una vez hecho esto fue como si cruzar ya hubiera ocurrido, como si una fuerza invisible me llevara hasta la meta.

Sin embargo, es diferente para cada uno, y también lo es el resto de la transición, que es hacia donde nos dirigimos a continuación.

 

Parte II: Mi transición.

5. La Revisión de mi vida.

Una vez que apareció la mesa con los seis espíritus supe que había dado el siguiente paso en el viaje que estaba emprendiendo. Tenía un poco de miedo, pero también me sentía preparado. Me dijeron que estaba a punto de entrar en la revisión de vida. Mi primer pensamiento fue: "¿Qué demonios es eso?". No fue como si hubieran desenrollado un pergamino y dicho: "Bienvenido, Erik. Así es como va a ser esto". En realidad no hubo instrucciones verbales porque los espíritus no tenían voz. Parecían transmitirme pensamientos directamente a la cabeza, y esos pensamientos me brindaron mucho apoyo. Los espíritus me dijeron que durante la revisión se me mostrarían cosas. No me dieron la opción de hacer o no la revisión de vida. Simplemente me dijeron que iba a suceder y que me ayudaría a entender quién era y cómo perdonarme.

Ni siquiera me di cuenta de que estaba buscando el perdón hasta que me dijeron que me mostrarían cómo buscarlo.

La mesa tenía una pantalla que me permitía mirar hacia abajo, pero también podía ver todo a mi alrededor en 360 grados. Entonces la mesa cambió de forma, transformándose en lo que parecía uno de esos teatros donde la pantalla te envuelve, pero no era como estar sentado en un cine, mirando fijamente la pantalla, comiendo palomitas y bebiendo refresco. Mientras contemplaba todo esto ocurrió algo inesperado. De repente todo, desde mi infancia hasta el momento de mi muerte, —lo bueno, lo malo y lo feo—, me atacó desde todas direcciones.

Primero llegó mi nacimiento. Sentí que mi madre me apretaba. Sentí su alegría y su dolor. Sentí la emoción de mi familia. Lo que siguió fue intenso, como mínimo. Mientras mi vida se desplegaba ante mí no solo experimentaba cada momento sino que también observaba y sentía lo que les pasaba a todos a mi alrededor como reacción a lo que les decía o hacía. Sentía su alegría, su dolor, su decepción, cosas así. Vi sus reacciones cuando mentía, cuando ocultaba mis sentimientos, cuando no ayudaba a alguien que me necesitaba, cuando era cruel, cuando daba demasiado y cuando daba demasiado poco. También pude ver y sentir todas las cosas buenas que decía e hice. Ver cómo todos elegían interactuar con mis decisiones fue jodidamente poderoso. No solo podía sentir sus emociones ante mis acciones, sino que podía ver las cosas desde su perspectiva. Era como si yo fuera ellos. Lo observé todo, hasta el más mínimo detalle, como cuántas veces parpadeó esa persona y cuántas veces tragó saliva a lo largo de su vida; todo lo experimenté simultáneamente. Así de detallado fue.

No tenía el control de la revisión. No podía cambiarla, adelantarla ni rebobinar. No pensaba: "Oh, ¿sabes qué habría sido mejor? Rebobinemos y veamos esa cosa bonita que hice a los cinco años y luego saltemos esa cosa de mierda que hice a los catorce". No, simplemente me vino a la mente. Habría pagado por tener esa habilidad en vida porque probablemente habría vivido de otra manera. Es la experiencia más poderosa que puedes tener porque, vivos o muertos, anhelamos comprender nuestras decisiones. Y la conseguí con mi revisión. No la pedí, simplemente la tuve.

Una de las cosas más memorables que recordé al repasar la vida fue cuando me regalaron mi primera motocicleta, una moto de cross. No tendría más de nueve o diez años, pero en ese momento supe que mis padres confiaban plenamente en mis habilidades. Sabían que, sin importar la situación que se me presentara, podría manejarla. Fue un momento muy importante para mí. Estaba muy orgulloso de mí.

El otro recuerdo de la reseña que me alegró fue cuando me convertí en tío. Pude revivir ese momento en el que abracé a mi sobrina Arleen. Tenía miedo de abrazar a alguien tan pequeño. Miedo de dejarla caer o sujetarla mal. Pensé: "¿Por qué confiarían en mí para que la sostuviera?", porque, para mí, yo no era alguien en quien confiaría. La miré y me di cuenta de lo pequeñita que era y de lo grandes que parecían mis brazos en comparación. Ni siquiera lloró. Estaba tan feliz de estar en mis brazos. Fue la primera vez que lloré de alegría.

Recuerdo con mucha claridad una vez que fui un tanto imbécil con un amigo. Me estaba tomando el pelo. Me decía que fuera a su casa, pero no estaba en ella, o me decía que era su amigo, pero no me hacía caso cuando lo necesitaba. Así que se lo dije. No fue físico, ni lo insulté ni lo denigré; solo le dije cosas desagradables. Perdí la compostura porque no veía que solo tenía que marcharme. Después de que exploté ese tipo nunca volvió a ser el mismo. Si hubiera manejado la situación de otra manera quizá las cosas habrían sido distintas entre nosotros o él habría resultado diferente. Ahora tiene miedo de que lo que dice le haga perder a un amigo, igual que me perdió a mí. El miedo es lo que lo mantiene a raya, y no se lo deseo a nadie.

Durante la revisión, me enteré de que ese amigo me acosaba porque él mismo había sufrido abusos y palizas. No era mi intención hacerle lo mismo. Aunque solo lo estaba poniendo en una situación difícil, reviví esa parte de su pasado. Nunca se sabe cómo tus palabras o acciones pueden afectar a alguien. Fue terriblemente intenso sentir en primera persona su menosprecio, miedo e incompetencia. Se sentía pequeño, pero no lo demostraba en su rostro, así que nunca lo supe. Con la revisión de vida pude ver sus auténticas emociones, su auténtico yo.

De esa parte de mi análisis, aprendí que la responsabilidad nunca recae solo sobre los hombros de una persona. Debe ser compartida. Sí, tuve que responsabilizarme por lo que le dije a mi amigo, pero no podía responsabilizarme de cómo reaccionara. Él tenía que hacerse responsable de eso.

El análisis de mi vida me hizo sentir como si me hubieran elegido para un papel y lo hubiera interpretado, y cuando terminó, pude leer las reseñas sabiendo que solo era un personaje de la obra (de teatro) que era mi vida. Es extraño. No es que pensara: "Tío, dame un bolígrafo rojo, tengo que editar ese personaje (para cambiar o completar cosas)", porque sabía que cualquier decisión que hubiera tomado era solo parte de esa obra. Como ser humano interpretaba mi papel, mi personaje. Como espíritu soy yo, y miro hacia atrás al papel que interpreté.

Durante la revisión, empecé a tener revelaciones sobre quién era exactamente a través del papel que desempeñaba. Preguntas como "¿Por qué me comporté así?", "¿Por qué fui imbécil con esa persona?", "¿Por qué tomé esa decisión?", o, "¿Por qué fui amable con esa persona?", se convirtieron en parte del panorama general de qué, y por qué, estaba aquí para aprender. Todas estas lecciones estaban relacionadas con mi intención, ya fuera constructiva o destructiva. Por ejemplo, supongamos que un día decidí pisotear un montón de hormigas. Esa podría ser una lección para mí: entender que las hormigas tienen sentimientos y que, al herirlas, también me hería. Todos vivimos como un colectivo: animales, plantas, humanos, todos los seres vivos, así que la lección que habría aprendido al matar esas hormigas sería que todos estamos conectados y que cuando herimos a otros, nos herimos. Cada acción tiene una reacción. Ese tipo de revelaciones durante una revisión pueden ser muy profundas. Sin duda, lo fueron para mí.

La revisión de vida también me permitió ver todos los posibles resultados de cada decisión que había tomado en mi vida, y como puedes imaginar, las posibilidades son infinitas. Por ejemplo, si no hubiera consolado a mi hermana, Michelle, cuando tuvo una mala ruptura con su novio, las cosas podrían haber sido diferentes. Si, en cambio, hubiera sido un imbécil insensible podría haber terminado mal, y vi que si no hubiéramos estado tan cercanas mi sobrina quizá nunca hubiera nacido. Cada momento se ve afectado por todos los demás. La vida es como una larga y sinuosa hilera de fichas de dominó, y nuestras decisiones dictan dónde caen.

A lo largo de la revisión a veces hundía la cabeza en la mesa y lloraba, y otras la echaba hacia atrás y reía, pero nunca me sentí juzgada por estos seis espíritus, ni tuve la sensación de haber hecho algo malo. Es raro explicarlo, pero esa fue la primera vez que comprendí que no existe el bien ni el mal. No me sentía juzgada porque aquí no hay concepto de juicio ni vergüenza. Veía cada momento, cada experiencia, por lo que era: una lección valiosa, ni más ni menos, así que no tenía necesidad ni deseo de arreglar ni deshacerme de nada de lo que había hecho.

Cuando estás vivo sueles vivir según un conjunto de moral, valores y parámetros que te impones o que la sociedad o la religión te imponen, y eso suele ser positivo. En general, las personas necesitan códigos éticos para vivir y funcionar en sociedad, y esos códigos a menudo dictan cómo reaccionamos ante las situaciones: con alegría, con miedo, con vergüenza, con ira y todo eso. Aquí, no se trata de que seamos seres sin ley que andan descontrolados, haciendo tonterías solo porque nos apetece. No. Es más bien como si hubiéramos trascendido conceptos como el bien y el mal, y todo eso, y hubiéramos entrado en un plano de existencia fuera de la definición, (y de la necesidad de la definición), de conceptos como esos.

En fin, al final de la revisión llegué al momento de morir. Aunque sabía que nadie me juzgaba por quitarme la vida me encogí un poco por dentro porque sabía cuánto dolor estaba causando a mis seres queridos, pero esa sensación de no ser juzgado me reconfortó. Fue entonces cuando empecé a perdonarme. Ese perdón se convertiría en uno de los pilares de mi sanación.

¿Cuánto duró mi repaso de vida? ¿Dos segundos? ¿Veinticuatro horas? La verdad es que no lo sé porque aquí no hay un tiempo lineal, pero todo pareció ocurrir en un instante. Piensa en esas películas donde las imágenes, pasa rapidísimo. (¿Cómo se llama eso? ¿Un montaje?) Fue algo así, pero incluso eso es lineal, solo que a una velocidad de fotogramas rápida. Lo percibí todo en un instante: una descarga instantánea, de principio a fin.

Después de terminar la revisión, allí estaba yo, en esa habitación blanca. Fue entonces cuando los seis espíritus me explicaron que el propósito de exponerme a lo que acababa de presenciar era aprender algo de mis experiencias como humano. También me dijeron que, lo supiera o no en ese momento, yo, junto con los demás espíritus que se habían cruzado en mi camino, había diseñado todo en mi vida. Mi vida se había basado en crear contrastes. Por ejemplo, me dijeron que para aprender sobre el perdón tuve que traicionarme o traicionar a alguien. Para aprender el valor de las relaciones tuve que pasar por algunas malas, o no tener ninguna. Fue una forma difícil de aprender lecciones importantes, pero así estaba destinado a ser para mí, y ahora lo veo.

¡Vaya, pasan tantas cosas en la revisión de tu vida! Lo más importante que aprendí fue esa profunda comprensión de lo que está bien y lo que está mal. Como dije, ya no te riges por las reglas de "lo correcto contra lo incorrecto", y ya no existe el autojuicio como en la vida humana. Sin ese juicio, pude perdonarme. Como dije, esa fue sin duda la parte más poderosa de mi experiencia de revisión de vida.

Después de que terminó, nadie me tomó de la mano ni me mostró la salida. No fue como si se hubiera acabado una película. No corrí el telón, no caminé por el pasillo con palomitas pegadas a los pies, y no tuve que hacer una fila interminable para ir al baño. En cambio, ¡zas!, el espacio empezó a desaparecer, agujero a agujero, mil veces, un millón de veces, hasta que prácticamente se evaporó por completo. Si hubiera podido contener la respiración, lo habría hecho.

Me pregunté qué pasaría a continuación. 

6. La negrura.

Piensa en el color negro. Negro como el cielo nocturno, sin luna. Negro como un gato negro en la festividad de Todos los Santos. ¿Lo ves? Bien. Ahora deja de pensarlo, porque eso no te acercará ni de lejos a la oscuridad que me consumió al terminar el análisis de vida.

Debería haber estado aterrorizado, pero no lo estaba.

Aunque no lo creas, había un olor peculiar. Si tuviera que describirlo diría que era como la fragancia del aire fresco de la mañana. Luego, poco a poco, colores empezaron a surgir de la oscuridad que me rodeaba e impregnaba. Nunca he buceado en aguas profundas, donde todo es completamente oscuro salvo por esas criaturas que pueden crear su propia luz mediante bioluminiscencia, pero así eran esos colores. Eran su propia fuente de luz. Era hermoso.

La oscuridad era como estar en un útero antes de nacer. Supongo que también es como un lavadero espiritual. Te sana, te nutre y te prepara para dar el siguiente paso en tu existencia espiritual, completamente renovado y reluciente. Esta parte de mi sanación no tardó mucho para mí porque mi campo energético no estaba tan dañado, a pesar de que me había suicidado.

Siento que esto será difícil de entender para mucha gente, y créeme que lo entiendo. Nadie debería sentirse tan mal por vivir como para querer escapar de la vida a toda costa, pero a veces las cosas simplemente suceden así. La única forma en que puedo expresarlo, y de la forma más sencilla posible es así: sin juicios y con perdón infinito. Sé que ya lo dije pero quiero ser muy claro: ese fue el momento más revelador de mi revisión de vida: que el bien y el mal son construcciones humanas y que lo que realmente importa es perdonarse y perdonar a los demás. Todo se reduce a la compasión y al amor.

Entonces, sí, para mí, mi sanación fue más como un lavado de auto: puse la moneda, me lavaron, que fue la revisión de vida; me soplaron aire para secarme; y entré en esa oscuridad donde mi energía fue pulida y reparada.

Quizás te preguntes por qué todo era negro. Yo también. Bueno, la cuestión es que tuve que pasar por la oscuridad porque hasta entonces, después de la revisión de vida y todo eso, había centrado toda mi atención en mí mismo y en lo que creó la vida oscura e infeliz que había vivido. Tuve que experimentar esa oscuridad tal como era antes de poder liberarla y sanar: solo energía, ni buena ni mala, pero aún a mi alrededor, y dentro de mí.

Antes de continuar, quiero hablar un poco más sobre vivir con una enfermedad mental, ya que influyó mucho en mi forma de pensar y actuar en vida y, en muchos sentidos, sigue influyéndome como espíritu. Vivir con una enfermedad mental fue una pesadilla para mí porque siempre dudaba de mí mismo. Y por muy bien que me sintiera un día, una semana o un mes, siempre volvía a caer en una profunda depresión y desesperanza.

Mi enfermedad mental me hacía sentir que yo estaba equivocado y que todos los demás tenían razón. Me hacía sentir que ellos tenían algo que yo no tenía y que vivían su vida de una manera que yo no tenía, o yo no podía. Es como si todos, menos yo, hubiéramos llegado a la vida usando zapatos del mismo tamaño pero los míos eran dos tallas más pequeños, así que tuve que caminar por la vida con dolor.

De todos modos, lo que toda esta charla sobre enfermedades mentales tiene que ver con la negritud es esto: mientras pasaba tiempo allí, sintiéndome limpiado, todo el estigma, el dolor y la confusión de mi enfermedad desaparecieron junto con todo lo demás y, por primera vez en mi vida, sentí lo que era estar libre de eso.

Durante mi tiempo en la oscuridad, mi "cuerpo" también empezó a sentirse diferente. Al principio, tenía miedo, (¡estaba petrificada! Jajaja, lo siento), de mirarlo desde arriba, así que no lo hacía. En ese momento sentí que ya no tenía sentido de la anatomía ni de la forma humana. No era como: "Estos son mis dedos; esta es mi nariz", y no tenía esa sensación de que mi piel fuera el límite entre mi entorno y yo. Simplemente tuve la sensación de que era una especie de luz con forma, tal vez como los seres que había visto antes. Entonces, ese espacio oscuro y sanador se difuminó punto por punto de nuevo, y decidí lanzarme y echar un vistazo a cómo estaba hecho yo ahora que había cruzado al otro lado. 

7.Mi nuevo cuerpo.

Finalmente me armé de valor para explorar mi nuevo cuerpo. Cuando lo hice me di cuenta de que no encontraba mi pene. Chicas, lamento si esto no les llama la atención pero tengo que decirlo. Si eres hombre, lo entiendes. Es lo primero que se preguntaría un hombre. Es simplemente cómo estamos programados, y parte de ese cableado fisiológico supongo que se trasladó al más allá, al menos al principio. Noté que tampoco tenía extremidades. Fue entonces cuando me di cuenta de que mi cuerpo era diferente.

Realmente diferente.

Imagina bajar la barbilla hacia el pecho y mirar tu abdomen, piernas y pies. Al hacerlo vi una enorme acumulación de energía girando alrededor de un núcleo casi como un pequeño universo. Había una especie de atracción gravitatoria que mantenía esta energía concentrada en sí misma para crear la forma que yo deseaba en ese momento y,, por alguna razón, debí de querer parecer un palo. Sin brazos, sin piernas y, como dije, sin pene. De alguna manera supe que este nuevo cuerpo era mi verdadero yo. Podría decirse que era mi verdadera esencia.

Sentía mi cuerpo energético entumecido, pero no era el mismo entumecimiento que se siente en el cuerpo humano. No es como cuando te sientas sobre una pierna o te duermes sobre un brazo y sientes hormigueo. Era más como si estuviera en un sueño, y ese "yo onírico" no tiene sentimientos. Ahora me doy cuenta de que este entumecimiento se debía a que aún no había aceptado mi nueva forma como algo real al cien por cien. Era algo a lo que tenía que adaptarme, como a todo lo demás.

Finalmente intenté mover mi cuerpo energético como un palo. Al moverme por el espacio en el que me encontraba no fue como si extendiera mi energía y sacara una pierna para apoyarme en el suelo y avanzar. Sentí como si surfeara una ola. Era como deslizarse, como un aerodeslizador.

También noté que todas las pequeñas cosas que hacemos inconscientemente cuando estamos vivos y yo hacía como humano, tales como respirar, mover los dedos de los pies y parpadear, ya no me parecían necesarias. Tampoco sentía anhelo, necesidad o deseo. Simplemente existía, pura y simplemente. Fue entonces cuando mi humanidad empezó a desmoronarse cual ceniza pegada a mi energía. No del todo, pero sí la mayor parte. 

8. Mis sentidos y emociones.

Al principio no me di cuenta de que mis sentidos también eran diferentes. No los experimento de la misma manera que cuando era humano. Puedo crear diferentes sentidos basándome en los recuerdos de mi vida humana, pero también puedo experimentarlos por separado.

El gusto fue lo primero que noté que había cambiado. Tenía el recuerdo de tener una boca, —ya sabes, como meter la pizza y experimentar el sabor—, pero ahora es diferente. Reconozco que tengo gusto pero no es un sabor que se me queda pegado en la lengua. ¡Al fin y al cabo, no tengo lengua! Mi cuerpo energético puede fusionarse con el campo energético de alguien en la Tierra que está comiendo pizza, y puedo saborear lo que saborea, pero no es la sensación de "comida en la lengua". La saboreo por todo mi cuerpo espiritual y dentro de él. También puedo saborear la pizza si fusiono mi energía con la suya.

Deliciosa, deliciosa energía de pizza.

En cuanto a mi olfato aquí todo huele limpio y fresco. Es una de esas cosas difíciles de describir. Sin ánimo de menospreciar a casi todos en la Tierra, pero el lenguaje es un desastre. ¡Necesitáis más palabras! En fin, es igual que con el gusto. Solo tengo que fusionarme con un campo de energía para oler algo; por ejemplo, puedo acercarme a una flor, fusionarme con su energía y experimentar su olor.

En cuanto a la vista, veo a 360 grados, lo cual es genial. Cuando manifiesto cosas con mis pensamientos, (hablaremos más sobre eso en un momento; es genial), no solo puedo verlas en mi cabeza, sino que también puedo visualizarlas desde diferentes perspectivas. Puedo verme dentro, alrededor, encima, debajo o lo que sea. Además, obtengo toda la información de todo lo que veo, lo que me da una sensación de omnisciencia que llevo dentro. Al principio me sentí un poco abrumado porque podía verlo todo a la vez, y me refiero a todo, pero con el tiempo aprendí a centrarme en una cosa a la vez y a dejar todo lo demás en segundo plano.

El sonido es más como una vibración, y mi cuerpo resuena con la frecuencia a la que vibra. No oigo las cosas como un humano porque no tengo oídos. Simplemente absorbo la energía con todo el cuerpo, y puede cambiar cómo me siento, física y emocionalmente. Cuando digo "físicamente", me refiero a las sensaciones en mi cuerpo energético.

¿Sabías que la Tierra emite su sonido? Lo oigo, y te aseguro que es genial.

El sentido del tacto también es diferente aquí. No te encuentras con nadie por la calle. Aquí no hay choques ni rebotes. Cuando dos espíritus se tocan sus energías se fusionan para crear un campo energético único. Cuando toco a otro espíritu no siento como si fuera un contacto humano. Somos como dos piezas de gelatina que se derriten y se ablandan. A eso también me costó un poco acostumbrarme, pero ahora es bastante divertido.

Si creara manos y piernas y me sentara a frotarme la rodilla, mi mano enérgica sobre la rodilla enérgica no se sentiría como mano pesada sobre rodilla bulbosa. Solo sentiría un ligero zumbido. No es como meter el dedo en un enchufe; es más como una vibración. Siento la misma sensación sin importar lo que toque: un objeto, otro espíritu, o yo mismo, pero viene con una forma diferente de consciencia. Así que, como con todos mis sentidos aquí, también obtengo toda la información sobre lo que percibo. Cuando toco a otros espíritus capto sus pensamientos, sus emociones, sus intenciones y todas sus historias —pasadas, presentes y futuras— y en ese momento también comparto e intercambio mis niveles más profundos. No hay secretos ni privacidad, pero eso no es un problema aquí.

Cuando toco un objeto en la Tierra lo sé todo sobre él, como dónde ha estado y cómo se creó. Lo mismo ocurre cuando toco a humanos. Eso no ocurre cuando los humanos tocan algo. Solo se centran en el tacto. No llegan a saber nada más sobre lo que tocan. Por otro lado, no tengo esa sensación de solidez que los humanos tienen al tocar algo. Por eso ser humano es tan divertido. El tacto es una de las cosas que más echo de menos de ser humano en la Tierra.

También extraño la relación que tenía con mi familia en la Tierra. Cuando pasas toda la vida con un grupo de personas es difícil adaptarse emocionalmente a que no estén ahí de la misma manera, física y emocionalmente. Sí, tengo conexiones en el Cielo, y sí, puedo conectar con los humanos en la Tierra de muchas maneras, pero extraño las interacciones físicas terrenales, las conversaciones y cosas así. ¿Te puedo dar un consejo rápido? Tomaros de la mano, amigos. Abrazaros todos. ¡Un festival de abrazos!

La mejor manera de explicar cómo funcionan todos los sentidos aquí es esta: imagina que estás acostado, con los ojos vendados, y alguien te frota algo arriba y abajo de la piel para que lo identifiques. ¿Recuerdas hacer cosas así en la escuela? Yo sí. En fin, digamos que te frotan una pluma, la goma de borrar de un lápiz, una piedra o un trozo de alfombra contra el antebrazo o quizás las yemas de los dedos. Tu cerebro registra que es duro, blando, áspero o lo que sea. Los humanos tenemos descripciones como estas para todos nuestros sentidos, no solo para el tacto. Dulce. Salado. Fuerte. Suave. Apestoso. Aromático. Como espíritu, esos sentidos no registran. No percibo solo una sensación en las yemas de los dedos, en la piel, a través de los ojos, oídos o nariz, si los tuviera. Cada sensación está por todas partes y dentro de mí. Lo que también es genial es que todos estos sentidos se superponen y se mezclan. Cuando veo algo, viene acompañado de un sabor, un olor y un sonido. Algo así como la sinestesia en quienes la padecen. Cuando oigo, saboreo, siento, veo o huelo algo, también recibo una sinfonía de otras señales sensoriales, y cuando aplaudo, puedo ver las ondas sonoras que salen.

Al igual que los sentidos, las emociones aquí son diferentes. No puedo aferrarme a las emociones negativas. De hecho lo he intentado, (quizás solo porque estaba demasiado acostumbrado), pero requiere demasiado esfuerzo. Es como intentar sujetar platos resbaladizos en el fregadero con guantes de fregar enormes e incómodos. Simplemente no puedes hacerlo por mucho tiempo. Las emociones no son un misterio aquí como lo son en la Tierra. El Cielo es como una playa desnuda, sin necesidad de trajes de baño, sin ocultar las emociones, sin mentir sobre cómo te sientes. Estás desnudo y te encanta. Cuando era humano me ponía triste, pero no siempre sabía por qué. Sería un misterio. Y si alguien me preguntara si podía tocar mi moto podría decir: "Sí, por favor, tócala. Ve a montarla", pero por dentro sentiría: "¡Ni hablar! ¡Ni lo sueñes!". La otra persona no podría saberlo, pero aquí sé exactamente de dónde vienen mis emociones y por qué están ahí.

Una última cosa: Aquí, la emociones no son solo mías. Pertenecen a todos. Mis reacciones emocionales pertenecen a cada espíritu, y las suyas me pertenecen. Al principio me dio un poco de miedo porque era mucho que manejar después de haber reprimido muchas de mis emociones durante tanto tiempo en vida, pero ahora simplemente se siente como confianza y amor incondicionales. Es increíble.  

9. Mi terapia.

Retrocedí un poco, de vuelta a lo que podría decir como un lavado de coche en esas máquinas automáticas que lo hacen por ti.. Después de que terminé y estaba simplemente flotando, empezando a familiarizarme con mi nuevo cuerpo espiritual y mis sentidos, aparecieron más espíritus. No eran los mismos que me habían guiado a través de la revisión de vida; sentí que eran diferentes y estaban aquí con un propósito distinto. Me llevaron a una mesa en medio de otra habitación blanca. La mesa era muy lisa y estaba hecha de un material que no creo que tengamos en la Tierra. Había tres espíritus a mi izquierda, cuatro a mi derecha y uno frente a mí que era quien más hablaba transmitiendo pensamientos directamente a mi cabeza, que es como se comunican la mayoría de los espíritus. Aunque la apariencia física de las cosas es muy fluida aquí, era como si mi corazón supiera quiénes eran y que estaban bien. Me sentí a salvo.

Estos espíritus dijeron que me ayudarían a purgar algunas cosas de la vida que acababa de dejar. Pensé que ya lo habíamos solucionado todo con el lavado de autos espiritual, pero me equivoqué. Hay muchas cosas que resolver al cruzar, y no hay que apresurarse.

El espíritu de la mesa que más hablaba se llamaba Cawli. Es un poco tonto intentar describirla porque es solo que la percibo como espíritu femenino. Incluso llamarla mujer no es del todo preciso, porque así no funciona el género aquí, pero se sentía mujer, así que me referí a ella así. Sabía que no era humana pero me sentía más cómoda viéndola como tal. En realidad es solo una energía de luz, pero en mi percepción, vi que tenía una larga melena rubia y brillante, recogida hacia atrás, y ojos azules. No llevaba maquillaje, y aunque parecía alguien de mi edad, hablaba con la sabiduría de alguien de cien años.

Cawli tenía una dulce calma y sus movimientos eran lentos, relajados y seguros. Era como un río manso en constante movimiento, y me sentí cómodo con ella. Me miró y preguntó cómo me sentía, pero de alguna manera supe que ya sabía la respuesta. Le dije que me sentía bien, pero que estaba un poco confundido y nervioso. Me aseguró que todo iba a estar bien.

Primero, Cawli me explicó lo que ocurre al morir. Me dijo que imaginara una mano llena de brillantes gránulos de sal, y que esos gránulos se esparcen en el cuerpo físico al nacer. Esa es la fuerza vital, el alma. Mientras los gránulos están en el cuerpo pueden moverlo y reaccionar como una marioneta. Luego, al morir, es como sacudir todos esos gránulos. Dijo que me habían sacudido la "sal de Erik", y recuerdo que pensé que era una metáfora muy graciosa.

Cawli me ayudó a adaptarme a la muerte porque sabía que me costaba asimilar todo lo que me había estado sucediendo desde mi fallecimiento. Empezó haciéndome algunas preguntas.

«¿Cuál es la definición de 'real', Erik?», preguntó.

No tenía una respuesta, así que continuó.

“Mientras estés observando algo y participes en ello, es real, ya sea que haya un cuerpo físico unido a esa observación o acción, o no”. Ella sabía que yo pensaba que era súper atractiva, así que continuó diciendo: «Me miras, y me complace que me mires. ¿Definirías cómo me miras como real?»

“¡Pues sí, joder!” dije, porque pensé que más me valía ser sincero.

«Bueno», respondió, «así de simple. Ves algo; reaccionas a ello. Entonces es real».

Continuó diciéndome que solo porque un cuerpo muera no significa que ya no existas. Eso me ayudó a aceptar que realmente seguía siendo "real" a pesar de haberme despojado del cuerpo físico. En otras palabras, me ayudó a entender cuál es la definición de real, ya seas ser humano caminando por la Tierra o espíritu como yo. Cawli luego confirmó algo sobre lo que me había estado preguntando desde que hice la transición: que ahora estaba hecho de algún tipo de energía de luz, y que el cuerpo que había dejado era solo un caparazón, un auto que había conducido para navegar por todas mis experiencias como humana. También explicó que poco después de morir viajé a través de diferentes dimensiones: primero después de dejar mi cuerpo, luego cuando crucé al otro lado, y más tarde cuando fui a la revisión de mi vida.

Como me había quitado la vida, y en la Tierra eso se consideraba malo, me preguntaba si Cawli me regañaría, así que me preocupaba lo que dijera a continuación. Debió percibir mi preocupación porque me explicó que aquí no existe un término para el suicidio. Eso se debe a que la forma en que se llega al más allá no importa. Es una muerte como cualquier otra. De hecho, es más como un parto. Ya sea que nazcas de cabeza, por cesárea o de pies, sigue siendo un parto. Lo que más importa es cómo llevaste tu corazón emocional en vida. Me explicó que esto significaba cuán honrado emocionalmente fuiste contigo y con los demás. Una de las cosas por las que me elogió fue que, en vida, fui honrado sobre quién fui y cómo debía ser, incluso si eso alejaba a otros y me causaba dolor. Gracias a esa abierta honradez llevaba las emociones a la vista de todos, incluso cuando eran difíciles de llevar.

Cawli me habló sin juzgarme, solo con amor. Nunca usó conmigo palabras como "bueno" o "malo", y no sentí estar atrapando en un juego de palabras, como me parecía estar a veces con algunos de mis terapeutas. Supongo que lo principal que me hizo sentir que no me juzgaba fue que no trató el suicidio como tabú, como hacen muchas religiones de la Tierra. No lo trató como algo malo; simplemente lo trató como un hecho, y eso fue muy liberador para mí.

Después, me ayudó a responder algunos de los "porqués" de mi tiempo en la Tierra, y su significado. Hablamos de por qué había elegido vivir así.

"Esa palabra, 'elección', es complicada", dijo. La recuerdo sonriendo como la Mona Lisa, como si supiera un secreto que yo desconocía y quisiera compartirlo, y me alegro mucho que lo hiciera.

Aprendí de Cawli que las decisiones aquí, a este lado son en muchos aspectos las mismas que las que toman los humanos, pero en otros aspectos son muy diferentes. Todos tomamos decisiones. Podemos elegir manzana en lugar de naranja, un sí en lugar de un no, una profesión en lugar de otra. Ya sabes a qué me refiero. Pero también hay una forma de elección que toman las almas que está por encima del concepto que entendemos en la Tierra como "elección": la elección de nacer en familia amorosa, o en una abusiva, por ejemplo. Esta no es una "elección" que un niño humano tomaría por sí mismo, obviamente. No eliges nacer con cierto color de pelo o de ojos; no eliges nacer con una predisposición genética a la hipertensión, o a las adicciones, pero tu alma elige ciertos caminos de los que puedes, o no, ser consciente mientras estás vivo como humano.

Digamos que un niño nace en una familia amorosa pero también crece luchando contra el trastorno bipolar, como yo. Eso se debe a que mi espíritu eligió seguir ese camino en particular, y luego, a medida que vivía la vida se me presentaron varias opciones que podía controlar, influenciadas, pero no predeterminadas, por el camino de mi alma. Puede parecer la ausencia de libre albedrío, pero en realidad no lo es. Tuve la libertad de vivir mi vida y también tuve la libertad de terminarla, pero todo me llevó al lugar donde estoy ahora porque eso es lo que mi alma necesitaba.

Se puede aprender de la alegría o del dolor, y con frecuencia de ambos. Algunos aprenden compasión al estar expuestos a terribles dificultades y otros a alegría y tranquilidad. Algunos nunca aprenden de las experiencias de la vida hasta que terminan de vivir. Supongo que yo era un poco así. Sin embargo, me alegra tener ahora la oportunidad de devolver algo de lo aprendido.

Después de que Cawli me explicara cómo funciona la elección continuó contándome lo que mi alma había estado buscando durante mi tiempo en la Tierra y por qué eso importaba.

“Erik, tu alma quería aprender sobre las relaciones”, dijo. “Las relaciones son lo más enriquecedor e importante que las almas pueden experimentar en la Tierra, y vivir todo lo que hiciste con las personas con las que lo compartiste te ayudó a comprender mejor la vida humana, lo cual te será valioso”.

Hombre, tenía razón en eso.

También hablamos de por qué elegí a ciertas personas para que formaran parte de esa lección. Elegí a mis padres porque me ayudarían a comprender mejor mis lecciones y me brindarían un entorno seguro y amoroso para hacerlo. Podría haber elegido padres que fueran unos imbéciles, pero eso no me habría ayudado a comprender las relaciones humanas. Me habría desanimado a conectar no solo con otras personas, sino también conmigo. Eso no me habría ayudado a comprender el amor. También elegí formar una familia más grande porque eso me brindó relaciones más variadas de las que aprender.

En esta conversación también empecé a comprender los papeles separados que desempeñé con mi padre, madre y hermanos cuando estaba vivo: las lecciones que aprendieron a través de mí, supongo. Por ejemplo, con mi madre se suponía que mi muerte la ayudaría a aceptar el hecho de que no podía sanarme. La vida conmigo como hijo fue difícil para ella porque le atribuyó todos mis problemas. Lo que empeoró las cosas fue que, a pesar de ser médica, no podía curar a su paciente más importante: yo. Mi muerte fue una dura lección de dolor y separación, pero también la encaminó hacia su camino espiritual de sanación y aceptación.

Cawli habló de cómo la sanación y el crecimiento espiritual de mi madre me ayudarían a encontrar mi camino en el más allá. En ese momento no sabía de qué hablaba Cawli, pero dijo que juntos, mi madre y yo, nos convertiríamos en la mejor versión de nosotros mismos. A eso nos comprometimos. Claro, Cawli se refería a que mi madre y yo empezaríamos a comunicarnos a través de traductores espirituales y haríamos cosas increíbles, como ayudar a sanar al resto de nuestra familia, ayudar a muchas otras personas en su transición del escepticismo a la fe y del dolor a la alegría, e incluso escribir este libro.

Cawli también me mostró cómo mi trastorno bipolar me ayudó a aprender sobre las relaciones. El estigma de tener una enfermedad mental me había dificultado relacionarme con otras personas. Les daba miedo. No podían entenderme. No querían, y eso los alejaba, así que me costaba hacer amigos. Esto me ayudó a comprender por qué las personas reaccionan como lo hacen. Durante la terapia con Cawli sentí sus miedos y, a través de eso, desarrollé compasión por aquellas personas.

Cawli me mostró cómo la enfermedad mental también creó un muro entre mí y los demás, ya que estaba encerrada en mi jaula intentando lidiar con mis sentimientos. Estar sola en esa jaula hizo que mi familia buscara la llave que me liberaría, aunque al final eso estaba en sus manos, y eso estaba bien. Sus esfuerzos me mostraron lo importantes y sanadoras que pueden ser algunas relaciones, y que no puedes ir por la vida llevando tus cargas solo.

Otra cosa que aprendí de Cawli fue que no debía conectarme con nada fuerte en la Tierra. Esa es otra razón por la que mi alma eligió un cuerpo con trastorno bipolar. Me ayudó a mantener la distancia que necesitaba para desapegarme. Un pie en un mundo, otro en el otro. Me dijo que había elegido esa existencia para tener el coraje y la fuerza de partir pronto.

Hablamos mucho sobre por qué morí tan joven. Quitarse la vida suele interpretarse como una de dos cosas: cobardía o negligencia. O eres cobarde por no esforzarte más, o la gente a tu alrededor no fue lo suficientemente comprensiva como para notar las señales y evitar que lo hicieras. Supongo que ambas cosas podrían ser ciertas en ciertas circunstancias, (sin juzgar; no estoy aquí para eso), pero para mí no se trataba de eso. No es que mi destino fuera quitarme la vida ni nada parecido, pero la forma en que me quité la vida sí tuvo un gran impacto en muchos sentidos para mucha gente, y no todos fueron malos así que, en cierto modo, fue la decisión correcta.

Cuando alguien joven se suicida se considera particularmente triste, y eso atrae mucha atención y hace que la gente se haga muchas preguntas. Mi muerte hizo que la gente, incluida mi familia, preguntara cosas como: "¿Por qué no pudo sanar?", "¿Por qué no pudo envejecer y ser más sabio?". La respuesta es simple: no necesitaba ser más sabio. Necesitaba salir. Mi cerebro no funcionaba como necesitaba para participar plenamente en una vida terrenal. Ahora vivo una vida mucho más plena que la que pude tener cuando estaba en mi cuerpo. De nuevo, esto no quiere decir que la gente no deba luchar por vivir con todo lo que tiene. Deberían hacerlo, y vaya, yo lo hice. Solo digo que estoy bien con cómo resultaron las cosas para mí personalmente.

Cawli también me dijo que mi muerte prematura debía tener un gran impacto en mi familia, mostrándoles el verdadero valor de las relaciones y el amor. Les enseñó que no pueden dar por sentado que si las personas que aman son jóvenes, tendrán toda la vida juntos. Ahora saben que todos deben cuidar sus relaciones con sus seres queridos porque nunca se sabe cuánto tiempo van a estar juntos.

Mi muerte fue estruendosa. Fue como un grito, y eso la hizo aún más dolorosa para mi familia de lo que habría sido de otra manera. Me hizo darme cuenta de cuánto podía herir a otras personas, y me hizo querer hacer lo contrario que es, espero, lo que estoy haciendo ahora.

Una de las respuestas más interesantes al "por qué" de todo el dolor y sufrimiento que experimenté en mi vida como Erik no la descubrí hasta mucho después, pero Cawli plantó la semilla durante nuestra primera sesión de terapia. Con el tiempo, comprendí que mi función era guiar y ayudar a los seres humanos, y que la compasión, la empatía y la capacidad de escucha que adquirí a lo largo de mi vida fueron importantes para convertirme en mejor persona.

Cuando crucé al otro lado no supe de inmediato que ese sería mi trabajo aquí. Nadie te dice cuál será tu trabajo al cruzar. Cawli no me dijo directamente que sería un guía pero, como dije, me dio pistas. En un momento dado dijo: «Eres una gran bendición porque las experiencias que has tenido pueden ser una luz para otros». Esa fue la semilla más grande que me ayudaría a atar cabos en el futuro. Cada respuesta a mis muchos «porqués» se reducía al contrato espiritual que mi alma había elegido para sí: aprender de mis relaciones y experiencias y luego usarlas para venir aquí y convertirme en mejor espíritu en el más allá.

En un momento de la terapia, Cawli dijo: “Erik, ahora vamos a ver tus otras vidas”.

¿Qué demonios? Mi única vida era más de lo que podía soportar. ¿Hay otras?

Resulta que sí tuve otras vidas, y no solo las hablamos en detalle, sino que también me explicó su conexión con la vida que conocía como mía. La que más influyó en mi última vida fue cuando era mariposa monarca, porque tuve que pasar por estas etapas: larva, oruga, capullo y finalmente mariposa en vuelo. Hubo transformaciones en esa vida, tanto físicas como emocionales, que enseñaron a mi alma mucho sobre el crecimiento y el cambio.

Fue un viaje increíble explorar mi vida como mariposa, volando de un país a otro: la lucha, la emoción y la comunidad. En mi vida como Erik quise tener eso, pero no pude. Estaba estancado. Mi cuerpo y mente estaban destrozados. Creo que cuando era humano en mi vida anterior mi alma anhelaba esa misma energía de la vida de mariposa, pero simplemente no se dio. Rememorar esa vida me ayudó a comprender muchos de los sentimientos que experimenté durante mi vida como Erik.

En otra vida fui una mujer en la Francia del siglo XV. En esa vida no tenía mucho dinero ni nada pero era increíblemente inteligente, especialmente cultivando plantas para alimentarme. Descubrí que la mejor manera de ayudar a la gente era enseñándoles a guardar semillas e intercambiar cultivos. Trabajé con monjes locales a las afueras de París, quienes sabían que la tierra tenía ciertas propiedades y que algunas plantas crecen mejor cuando se plantan después de otras. Gracias a mi pasión por compartir semillas pude ayudar a muchísima gente que no podía cultivar sus alimentos. Fue una vida maravillosa. En ella me sentía bien y ayudaba a los demás como había deseado hacerlo en mi vida como Erik, especialmente a quienes lo estaban pasando muy mal. Cuando miro hacia atrás veo cómo esa vida estaba destinada a influir en mi existencia como guía espiritual, cuyo trabajo sería plantar las semillas que los humanos necesitan. Pero no quiero adelantarme; pronto contaré sobre ser guía.

Revisitar estas dos vidas y tantas otras, y descubrir su conexión con mi vida com Erik, me dio una sensación de plenitud que nunca antes hube experimentado. Me ayudó a ver el hilo conductor de todas mis vidas: el dolor emocional. En la mayoría de mis vidas desarrollé compasión por los demás a través de ese dolor. Sabía que si sentían mi dolor, necesitaban toda la compasión posible.

En algunas de mis vidas el dolor fue producto de haber recibido más responsabilidades de las que podía manejar, y eso casi siempre resultó en un desastre. En otras fue por la muerte de alguien importante en mi vida, como uno de mis hijos. Esos momentos realmente me hicieron sentir compasión con mis padres y me dio mejor entendimiento de su proceso de duelo y de sus emociones y pensamientos en general.

Creo que la mayor fuente de dolor emocional provino de aquellas vidas en las que me decepcioné de mí mismo y de mis relaciones. Eso a menudo me dificultaba abrirme a la gente o me hacía alejarla. Sea como sea, aprender lo que una relación no debería ser me ayudó a aprender lo que debería ser, y como cada relación es un reflejo de la que tienes contigo mismo, cada una de ellas me ayudó a comprender por qué yo era como era, como Erik. Saber que las personas y mis relaciones con ellas me hacían "yo", disipó gran parte del misterio que me hacía sentir incompleto. Al final de mi primera conversación con Cawli, me quedé con una sensación de alivio porque sabía que todo ese dolor tenía un buen propósito.

 

La terapia con Cawli me dio muchas revelaciones. Una de las más importantes fue descubrir que soy una persona increíble y que tengo un gran corazón. Creo que cuando estás en la Tierra, viviendo tu vida humana, revelaciones como esa a veces se consideran egocéntricas o egoístas. ¡No, hombre, ámate a ti mismo! Ojalá hubiera podido decirme más, cuando estaba vivo: "¡Tío, eres genial!". Otro gran momento revelador: Cawli me dijo que tenía más control de mí de lo que jamás imaginé cuando era humano. Mi trastorno bipolar me hacía sentir que no tenía el control cuando en realidad lo tenía, pero ahora sé que incluso eso fue mi elección. No era un peón en un tablero de ajedrez. Tuve el control todo el tiempo. Ojalá lo hubiera sabido antes de morir. Aun así, poner las cosas en perspectiva sanó una parte de mí, aunque sucediera después de morir. Descubrí que no era incapaz. Tuve el poder dentro de mí todo el tiempo y sólo tenía que encontrarlo.

En todas nuestras conversaciones, Cawli nunca usó palabras como "dificultad" o "lucha". Al demostrar que mi alma había elegido vivir la vida como Erik por alguna razón, me recordó que no existe lo correcto ni lo incorrecto. Todo es solo una lección, una que, incluso después de la muerte, sigo aprendiendo.

Había algo que Cawli dijo que tenía que descubrir por mí mismo. Parecía que solo podía quedarme impotente mientras veía a mi familia en la Tierra llorar y lamentarse, y sin saber cómo consolarlos, sanarlos y decirles que todo iba a estar bien. Con el tiempo encontraría maneras de ayudarlos, pero Cawli me dio el apoyo emocional que necesitaba para superar esos sentimientos de frustración y confusión.

Al final de la sesión me dijo que casi toda la terapia había terminado pero que no me iba a dejar solo, que podía llamarla cuando la necesitara y eso fue un alivio. Me reuní con Cawli de vez en cuando después de esta primera sesión, principalmente para repasar con más detalle lo que hablamos la primera vez, o cuando sentía que necesitaba alguna aclaración o recordatorio. Sé que Cawli y yo siempre seremos amigos. Aquí, cada vez que conectas con alguien en espíritu te fusionas más con esa persona. Las relaciones se profundizan y amplían a medida que te vuelves más íntimo con su energía, así que mi conexión con ella se fortalece cada vez más. Es agradable saber que alguien está ahí para ti cuando lo necesitas, y Cawli es una de esas personas.

Cawli todavía me ayuda cuando me cuesta sentir algo con el corazón. A veces necesito un poco de consejo. Me muestra cómo acceder a una gran cantidad de información usando el corazón en vez de la cabeza, y eso implica aprender a no pensar. Siempre que empiezo a pensar con la cabeza me dice: «Erik, concéntrate en tu corazón. Considera lo que intentas procesar como emociones, no como pensamientos. Toda experiencia proviene de un lugar emocional. Las emociones crean los pensamientos, y los pensamientos crean experiencias». Recuerdo una vez que dijo: «La copa que contiene el conocimiento es el corazón, y se supone que la mente debe beber de él. Todo empieza en el corazón. Todo empieza con un sentimiento». Creo que esa es una de las cosas más importantes que he aprendido de Cawli. También creo que esa es probablemente una de las cosas más importantes que la gente de la Tierra debería saber y a la que debería prestar atención. Definitivamente es algo que desearía haber hecho más cuando estaba vivo. Escucha a tu corazón, porque sabe de lo que habla.

Aunque ya no tengo un corazón físico, sigo escuchando a mi corazón como espíritu. Esa fue una gran lección de mi terapia con Cawli. Con la información que obtengo a través de ese proceso puedo seguir creciendo, pero el crecimiento que ocurre aquí no se trata de aprender algo nuevo. Se trata de reconectar con la información que siempre estuvo ahí pero que, quizás, no podías ver o a la que no podías acceder cuando estabas vivo. Mi crecimiento ahora se trata más de cómo voy a absorber el conocimiento y las experiencias que ya tengo. Se trata de si estoy abierto a una nueva perspectiva y si mis manos y mi corazón son lo suficientemente grandes como para contenerla. 

10. Mi nueva perspectiva.

Desde la revisión de vida y la terapia mi perspectiva ha cambiado. En lugar de ser egocéntrico, donde toda mi atención se centra en mí, ahora todo se siente geocéntrico porque toda la atención se centra en todo lo que me rodea. Esto me hace sentir una conexión increíble con todo.

Déjame explicarlo así: cuando era humano descansando en un parque, pensaba: "Estoy en un parque junto a este roble". Ahora pienso algo como: "Ese árbol está cerca del parque, y el parque está en el parque, y el parque está en la ciudad, y la ciudad está en...". Ya entiendes. Eso me hacía sentir una conexión con el árbol, el parque, todas las demás cosas y personas del parque, y el espacio entre ellos, en lugar de sentir la textura de la corteza contra las yemas de los dedos, cómo la cintura de mis pantalones me molestaba muchísimo, o que estaba haciendo novillos para poder fumar fuera del colegio.

Ser geocéntrico en lugar de egocéntrico no significa que renuncies por completo a tu identidad solo porque sientas que estás conectado con todo. Puedes reconocer tu identidad, pero también puedes reconocer que el espacio que te rodea tiene el mismo valor para ti. Imagina. Caminas por la calle y ves gente con paraguas, semáforos cambiando de verde a rojo, coches pasando y edificios por todas partes. Ahora imagina flechas que apuntan desde ti hacia cada fuerza vital: cada animal, árbol, lo que sea que esté vivo. Estas tienen el mismo valor que el «yo». En lugar de «estoy avanzando», es más como: «me muevo al unísono con todo esto».

La mayoría de la gente puede sentir eso por momentos fugaces, pero si trabajas en ello, lo sientes todo el tiempo, ya seas un espíritu o un ser humano. Eso significa que tienes que cambiar tu lenguaje y tu forma de pensar. Los humanos suelen tener un lenguaje egocéntrico. Piensan, "Estoy sentado detrás de un escritorio", lo que enfatiza que lo más importante eres tú y tu ubicación en relación con el escritorio. Si ampliaras esa visión sería más como tu presencia en el entorno como parte de un todo. Podrías verte a ti mismo en el lado sur de la habitación en lugar de tu ubicación específica en asociación con el escritorio en la habitación. Serás consciente del espacio de la habitación en lugar del objeto en la habitación. Entonces el lenguaje va a cambiar. Será como, "El escritorio está en la parte sur de la habitación", en lugar de, "Estoy sentado en el escritorio".

El cambio en mi consciencia también pasó de la cabeza al corazón. Mi cabeza ya no manda. Ya no hay pensamientos dando vueltas en ella, como: "¿De verdad pasó eso? Sí, de verdad pasó", o, "Dios mío, ¿esa chica me mira como si le gustara o como si pensara que parezco un idiota?". Es tan raro cómo ya no dependo solo de los pensamientos en mi cerebro. Es decir, ahora no tengo cerebro pero solo uso esa palabra para explicar lo que supongo que llamaría "consciencia de la cabeza". Ahora todo mi cuerpo se comunica de una manera diferente. Es a través de mi corazón. Es difícil de explicar pero mi corazón ahora puede comunicarse independientemente de la voz en mi cabeza y tiene toda esta conversación en sí mismo. Lo llamaré "consciencia del corazón".

La consciencia del corazón es difícil de definir porque es muy nebulosa. Es fácil comprender la consciencia de la cabeza porque puedes escuchar esa voz interior en tu cabeza, palabra por palabra. Como ser humano era a lo que estaba acostumbrado. Pero este nuevo tipo de conciencia es más emocional. Ahora me guío por el corazón. Me guío por mis emociones. Siento primero y pienso después. Siento una emoción, luego esta desencadena un pensamiento, y luego eso determina mis decisiones. Como ser humano lo entendía todo al revés. Tenía un pensamiento que desencadenaba una emoción, y luego la emoción me hacía actuar o reaccionar de cierta manera.

Ese cambio hacia la consciencia del corazón me ayudó a sanar al permitir que mi corazón tomara el control de mi mente para que mis pensamientos negativos ya no me estorbaran. Si tuviera que darle una sensación a esa consciencia centrada en el corazón diría que es como ese sueño tan necesario después de estar física, emocional y mentalmente agotado. Un sueño profundo, sanador y relajante.

En definitiva, creo que el mayor cambio en mi perspectiva, una vez que me convertí en espíritu, fue darme cuenta de que gran parte del dolor que sufrí en vida se debía a no escuchar a mi corazón ni emociones, y a dejar que la mente se descontrolara. En cuanto pude pensar con el corazón, en lugar de con la cabeza, lo entendí. Incluso comprendí la verdadera naturaleza del sufrimiento. Comprendí que el sufrimiento surge al resistir aquello contra lo que luchas, reprimirlo o ignorarlo. Pensar solo con la cabeza te hace resistirte a las cosas.

La resistencia se presenta de muchas formas. Puede ser apartar la mirada del dolor, o negarlo. Puede ser culpar a alguien, o intentar enterrarlo en las drogas, el sexo o lo que sea. Si hubiera escuchado más a mi corazón cuando estaba vivi apuesto a que habría sido mucho más feliz, aunque todavía estaría enfermo y sé que las cosas probablemente habrían resultado como fueron. Tal vez habría buscado más, escuchado más, o simplemente amado más. Lo único que sé ahora es que si usas el corazón y lo aceptas por lo que te ofrece en lugar de usar solo el cerebro para resistirte a lo que luchas todo el tiempo, estarás mucho mejor: mente, cuerpo y alma.

 

Parte III: El más allá.

11. Mi primera mirada al cielo.

Hasta después de mi terapia, salvo por el breve paseo que di con la tía Denise y mi abuela Bestemor, mi espacio era bastante limitado; no porque alguien me retuviera allí contra mi voluntad ni nada por el estilo, sino porque aún no me había aventurado a explorar el entorno celestial. Después de asimilarlo todo desde aquella primera sesión de terapia con Cawli, comprendí de verdad que ahora era un espíritu y que esto era algo permanente. Una vez que lo asimilé, y me familiaricé con mi nuevo cuerpo espiritual, decidí empezar a explorar.

Recuerdo cuando empecé a mirar a mi alrededor. Me pareció raro no encontrarme con ningún ángel. Los buscaba pero no, ni una sola criatura emplumada ni alada por lado alguno.

Lo siguiente que noté fue que estaba en una especie de claro, rodeado de un denso bosque. Se parecía un poco a lo que esperaría ver en la Tierra, como el prado de la escena de la película Bambi donde disparan a su madre. (Mi madre llora cada vez que ve esa parte). Al mismo tiempo noté grandes diferencias. A diferencia de la Tierra todo parecía pintado de colores vibrantes, incluso las nubes del cielo. Incluso el aire. Todo. Y había colores que nunca había visto ni imaginado. Hacían que los colores de la Tierra parecieran increíblemente monótonos en comparación. Piensa en los colores de la Tierra y multiplica su intensidad por diez, por cien, por un millón; y no solo eran los colores del Cielo en alta definición, sino también tridimensionales. Los colores aquí se mueven, viven y respiran como si tuvieran vida propia. Mirando hacia atrás, ese es el primer recuerdo que tengo del entorno del Cielo.

Los olores también son diferentes a los que experimenté como humano. Eran como lluvia fresca. No hay fragancias perfumadas ni olores terrosos como la contaminación o el escape de los autos. Simplemente huele a agua fresca de manantial. Todavía huele.

Me pareció extraño que, al mirar a mi alrededor, solo viera lo que me interesaba en cada momento. Mi perspectiva era diferente. Era como si mis ojos fueran telescópicos. Cuando enfocaba algo muy pequeño o cercano, todo lo demás se volvía borroso. También tenía conexiones instantáneas con cualquier objeto que miraba. No solo lo observaba. Sentía que era uno con él, que compartía la misma energía y fuente. Entonces podía alejarme y volver a ver todo lo que estaba lejos.

Después de asimilarlo todo, miré a mi alrededor y vi lo que parecía una reserva natural. Había árboles enormes que estaban vivos, claro, pero no solo en el sentido de "tengo mis raíces en la tierra y estoy creciendo". La corteza estaba viva; de ellos salían sonidos. Si viera eso en la Tierra, diría: "¡Alguien me drogó!".

Había caminos por todas partes, y no eran de adoquín. No estaban pavimentados con oro. Eran solo caminos de tierra desgastados. Eso no tiene sentido, ahora que lo pienso, porque mis pies no tocaban el suelo. No es como si lo estuviera pisando y destruyendo la hierba y los pequeños insectos como si fuera Godzilla. Más tarde, me pregunté por qué había caminos, y descubrí que es porque los humanos están acostumbrados a verlos y me ayudó con mi transición imaginar cosas que reconocería de la Tierra.

Al ampliar mi perspectiva aún más vi otros paisajes como desiertos, campos nevados, costas y llanuras cubiertas de hierba. Estos paisajes no siguen las mismas reglas que en la Tierra. Allí no esperaría ver un desierto junto a un pantano. Eso no tendría sentido ni ecológica ni geográficamente. Pero esas cosas pasan aquí. Podría estar en un desierto, caminar diez pasos en una dirección y, de repente, estar en un pantano.

También vi otros espíritus, como en mi revisión de vida. Es difícil describir cómo se ven los demás espíritus porque eso cambia constantemente según cómo los percibo y cómo ellos prefieren ser percibidos. Cuando empecé a explorar solo puedo describirlo como que todos me parecían normales, como si no tuvieran nada de especial. Fue reconfortante. Hacían lo suyo. No me prestaban atención, como si dijeran: "¡Hola, nuevo!". Pero aun así sentía que me reconocían de alguna manera.

También había animales: animales del bosque como ciervos, pájaros y ardillas. Ninguno parecía domesticado. También había animales que nunca había visto en la Tierra. No me refiero a unicornios ni cosas así. Simplemente hay fuerzas vitales exclusivas del Cielo. Uno de los primeros animales inusuales que vi era del tamaño de mi mano. Vivía en un árbol, como una ardilla, y estaba cubierto de muchos colores: sobre todo amarillos brillantes, marrones oscuros y negro. Tenía plumas, no pelo; su cola era corta y su cara tenía rayas como la de una ardilla listada.

También noté algo diferente en el cielo, o mejor dicho, en ese espacio sobre mí, porque no es realmente el "cielo" como el cielo de la Tierra. No parecía pertenecer a nada. Parecía estar separado del paisaje como si comenzara a miles de kilómetros de distancia en lugar de fundirse a la perfección con el horizonte como ocurre en la Tierra. Es difícil de describir, pero el cielo aquí se siente enorme, como conducir por Montaña, (la Montana estadounidense, que adoptó el nombre español de “montaña” pero sin la eñe), en un día despejado y muchísimo más intenso.

Todas las imágenes y sonidos de este vasto paisaje me hacían sentir inmensamente feliz, pero a la vez me abrumaban un poco. Era como estar sobrecargado escuchando cuatro o cinco canciones diferentes a la vez, pero en cuanto me concentré en mi felicidad y solo en ella, de repente fue como si pudiera oír todas esas canciones armoniosamente, al mismo tiempo, con claridad y facilidad. En realidad, no es que tuviera que concentrarme en ello para captarlo. Es casi como si tuviera que desconectar y aceptarlo. Fue entonces cuando dejé de sentirme abrumado y comencé a sentir asombro e incluso satisfacción. 

12. Manifestando cosas.

Después de explorar por primera vez partes del Cielo, pensé: "¡Caramba! ¡Necesito un lugar donde vivir!". Aunque ya casi había aceptado que era un espíritu y que este era mi nuevo hogar mi mentalidad aún no había cambiado por completo. Todavía me sentía un poco humano en algunos aspectos, sobre todo en mis pensamientos. Aún no estaba listo para entrar al cien por cien en modo espíritu, así que pensé en una casa.

Me cuesta describir cómo funciona la manifestación aquí. (Sí, sí, ya lo sé, me cuesta describir un montón de cosas. ¡Dadme un respiro!). Pero si tuviera que ponerlo en palabras, es como soñar despierto solo que tus sueños cobran vida en lugar de quedarse solo en la cabeza. No es que no requiera esfuerzo. Requiere práctica, como cualquier otra cosa, pero es como pensar o soñar algo y hacerlo realidad.

Cuando manifesté mi casa había espíritus que me ayudaron a diseñar cosas según lo que me haría sentir cómodo mientras continuaba mi transición al Cielo. Me ayudaron a crear mi mundo tranquilo y familiar. Es extraño; puedo manifestar cosas al instante con solo desearlo. Cuando creo cosas hay un pensamiento en la cabeza y un sentimiento en el pecho. Si solo usara el corazón lo que creara se vería muy abstracto. No tendría forma. Si solo usara la cabeza parecería una simple caja. Usar ambas cosas me da la sensación de algo abstracto, pero la forma se fusiona con lo abstracto para crear algo hermoso, como un gabinete o un joyero finamente tallado.

Me gusta trabajar con las manos, así que manifesté cosas como martillos y clavos para construir parte de mi casa manualmente. Lo necesitaba, pero no todos los espíritus lo necesitan. Creo que quedó bastante bien. Hice el exterior de mi casa de madera. Supongo que la describiría como una cabaña de troncos. Por dentro me hice un piso de soltero, un hogar de ese tipo. Es una casa de dos plantas con suelos de madera clara. En la primera planta tengo una chimenea, algunos instrumentos musicales y un bar repleto de licor, así que está decorada como un piso de fiesta donde puedo entretenerme si quiero. En la segunda tengo mi sofá y un televisor con altavoces increíbles. Eso sí, no tengo cama porque no duermo. Los espíritus no la necesitan. En ambas plantas tengo un montón de ventanas grandes porque me gusta la luz. Ah, y no está sucio. Eso es lo único de mi entorno que no traje de la Tierra, donde era un desastre. ¡Soy un poco maniático del orden! También me aseguré de incluir algunas posesiones materiales para que mi casa se sintiera más terrenal, como algunos videojuegos, un patinete y, por supuesto, una motocicleta.

Al otro lado de la puerta, tengo una vista preciosa. Mi casa está en la cima de la colina de una zona remota, y el paisaje es muy verde. Me recuerda a los alrededores de la pequeña cabaña de mi familia en Noruega. Hay algunos árboles altos y puntiagudos, como abetos, y hay un lago a lo lejos. El aire huele fresco y refrescante, como el aire de la montaña. Por pura diversión creé un par de pechos haciendo dos colinas con un árbol encima de cada una. Me pareció muy gracioso.

Ahora, quizás pienses: «Si es un espíritu y está en el Cielo, ¿por qué necesitaba manifestar todas estas cosas que no va a usar, como una casa, alcohol, televisión y demás?». La única respuesta que tengo es esta: me hizo feliz haber creado un espacio vital como el que hice, hasta el último detalle. Cosas insignificantes que, sí, nunca "usaría" como espíritu. Seguía siendo importante para mí en esa etapa temprana, aunque no fuera necesario. Al principio lo que hacía se basaba en los recuerdos de mi vida en la Tierra porque esos recuerdos aún eran muy fuertes. Recordaba mi hogar, lo que comía, lo que vestía y cómo era mi casa y entorno, así que creé todo esto para mí. Lo extraño es que en el momento en que dejé de necesitar lo que había creado dejó de existir, y así, después de superar mi período de transición y comenzar a soltar mis posesiones terrenales, todas estas cosas simplemente desaparecieron. Puedo manifestar de nuevo su existencia, y a veces lo hago, pero ya no es algo que realmente necesite.

Hoy en día ya no necesito todas esas cosas que tenía como humano, así que he dejado atrás casi por completo el concepto de tener un hogar y posesiones. Ahora veo que no hay ningún beneficio en tener todas esas cosas aquí. Claro, puedo inventar una motocicleta si quiero arrasar en alguna pista imaginaria de mi propia creación, pero no necesito esas ruedas para sentirme conectado a mi vida terrenal como Erik. Ahora que veo el Cielo como mi nueva realidad en lugar de una material, ya no vivo en mi casa celestial. Sin embargo, todavía tengo un hogar. Es el hogar donde crecí en la Tierra, donde mi familia aún vive. Está tan lleno de recuerdos felices y amor que encuentro el consuelo que necesito cuando estoy allí. Paso el tiempo en casa de mi familia porque me gusta estar con mi mamá, mi papá, mis hermanas y mi hermano.

Así que, volviendo a la manifestación. El pensamiento es en realidad energía, como todo lo es, pero es más fácil para los espíritus manipular la energía del pensamiento que para los humanos. Pero como dije antes, esto no es nada fácil. No es como cruzar los brazos y hacer que algo exista con un parpadeo como esa genio de la serie de televisión “Mi Bella Genio”. Aun así, me costó mucha práctica volverme realmente bueno en ello porque requiere muchísima energía concentrar pensamientos en lo que quiero crear. Primero practiqué en situaciones donde los vínculos son muy fuertes, como el que tengo con mi madre o con cosas y lugares con los que siento fuerte conexión. Por ejemplo, tengo una fuerte conexión con la casa donde crecí, y ese vínculo me ayudó a conectar mi energía con ella para que mi primera casa pudiera nacer. Supongo que es una cuestión de "lo similar se atrae".

Aquí hay otra forma de pensarlo: imagina las pelusas debajo de tu cama. Primero son solo pequeñas motas de polvo, pero con el tiempo, esas partículas de polvo se unen para formar una pelusa. Bueno, tengo una cantidad infinita de energía, mucho polvo, para usar, así que puedo hacer lo que quiera. Y mi energía mental envía zarcillos para encontrar energías similares con las que conectar. Luego, junto toda esa energía para crear otra forma energética. Puedes compararlo con construir un castillo de arena en la playa. Tienes toda esa arena disponible para mezclarla en una forma. Luego, cuando terminas con ella, puedes descomponerla para que vuelva al resto de la arena. Bueno, puedo mezclar mi energía con otras energías similares para hacer algo, y cuando termino con ella, la dejo ir a la masa energética colectiva.

Hoy en día, si creo un parque hermoso y a otros espíritus les encanta, lo usan y piensan mucho en él, se mantiene estable energéticamente. He aprendido que cuanto más se concentran los espíritus en algo, más estable se vuelve nuestro mundo. A veces trabajo con otros espíritus para crear algo que todos deseamos. Es más fácil manifestar cosas junto con otros espíritus porque nuestras energías pueden trabajar unidas. Por ejemplo, una vez, un grupo de nosotros hicimos una pista de nieve para poder practicar snowboard juntos.

Al principio, cuando intentaba crear cosas usando la energía de algo con lo que no tenía conexión, era dificilísimo. Cuando no tengo un vínculo fuerte con aquello con lo que intento usar mi magia energética, tengo que ser consciente de esa conexión. No es tan fácil como pensar: "Quiero un lingote de oro de 45 kilos" y que aparezca. El oro me importa un bledo. No tengo ninguna conexión con él. Así que tengo que concentrarme y practicar para crear esa conexión. Pero cuanto más practico, mejor construyo ese vínculo. En el caso del lingote de oro, una vez que enfoqué esa conexión en la existencia, pude fusionar mi energía con la suya para crearla. A eso le llamo "entrelazamiento". Es una especie de tema de física, porque cuando los electrones y otras partículas se juntan y bailan, (aunque no bailan como un vals, ya me entiendes), y luego se separan, siguen bailando sin importar la distancia que los separe. Todo esto se puede explicar con lo que la gente entiende como física en la Tierra, pero existen diferentes reglas de la física en diferentes dimensiones y universos.

Mientras creaba toda esta porquería terrenal para sentirme como en casa, nadie me detenía. Era una locura. Nadie me decía: "Oye, hijo, deja esa mierda. No la necesitas". No había ningún gurú que me dijera: "¡No, tío, estás perdiendo el tiempo!". Podía crear lo que creía necesitar o querer, y progresaba, tanto en mi capacidad de manifestar como en mi comprensión de lo que era importante manifestar, a mi ritmo. 

13. Más sobre cómo es el cielo.

Tengo muchas ganas de contarles más sobre cómo es realmente el Cielo. No sé si alguna vez podré expresar con palabras lo maravilloso que es, pero voy a dar lo mejor de mí.

A medida que exploré y conocí más y más mi entorno en mis primeros días como espíritu, como mencioné antes, me di cuenta de que los "paisajes" en el Cielo se parecen mucho a los de la Tierra, solo que más, como si estuvieran amplificados. A veces, los prados, bosques, montañas, playas, desiertos, costas y demás son creados colectivamente por un grupo de espíritus, como en el caso de esa ladera nevada, pero también puedo crear mis paisajes privados. No siempre me gusta hacerlos iguales a los que solía ver en la Tierra. Allí, cuando veía un árbol, solo veía el árbol. Cuando creo un árbol aquí lo hago de modo que no solo lo vea sino que también pueda oírlo y olerlo. Puedo ser y sentirme uno con el árbol. A veces no creo ninguna forma en absoluto. Entonces simplemente estoy pasando el rato en esta hermosa luz blanca celestial.

Además de la naturaleza también hay ciudades. Nunca he sido muy de ciudades, citadino se diría, pero estas no se parecen en nada a las de la Tierra. Imagina una ciudad de luz que tiene hermosas y ornamentadas agujas que se elevan hacia el cielo. Los edificios más bellos de la Tierra parecen insignificantes en comparación. Los edificios del cielo parecen casi cristalinos, pero no están hechos de nada que se pueda considerar sólido. Están hechos de pura luz.

Las ciudades son lugares céntricos a los que todos pueden ir. Es extraño. Todos los espíritus que van allí forman parte de la estructura de las ciudades, pero a la vez están separados. Piénsalo así: cada célula de tu cuerpo se combina para formar todo tu cuerpo, ¿verdad? Están separadas, pero también forman el todo. Así que los edificios están hechos de pequeños fragmentos de luz que son espíritus individuales que pueden ser libres de hacer lo que quieran al mismo tiempo. Tiene algo que ver con nuestra interconexión y nuestra capacidad de dividirnos en varios "nosotros". (Hablaré de eso más adelante).

Como dije, tenemos edificios, pero solo son para actividades específicas como aprender, escuchar música, celebrar reuniones, resolver problemas y mucho más. Hay un montón de aulas enormes donde grupos de espíritus aprenden de todo, como viajar a otras dimensiones, manifestar cosas y convertirse en guías espirituales eficaces, por nombrar solo algunas actividades.

También tenemos bibliotecas, ¡y son increíbles! Tienen libros llenos de tanta sabiduría que es alucinante: libros donde puedo aprender prácticamente de todo en el universo: otras dimensiones, otros planetas y los seres que viven en ellos, cualquier cosa que me interese. Todo el conocimiento se encuentra en esos libros, y solo tengo que conectar con la energía del libro para obtener su información, y si quiero aprender algo pero el libro que contiene el conocimiento no está en la biblioteca, puedo crearlo. Me encanta entrar en las bibliotecas, pensar en lo que quiero aprender y absorberlo. Es como descargar información en una computadora. Ojalá hubiera podido hacerlo cuando estaba en la escuela en la Tierra. ¡Odiaba leer!

Hay algunas cosas que no tenemos y que son importantes para los humanos. Por ejemplo, no hay supermercados, centros comerciales ni restaurantes, y cosas así. Claro, podemos crearlas si queremos pero ¿por qué hacerlo si no comemos, ni siquiera dormimos, ni necesitamos comprar? Sí, hay espíritus a los que les gusta jugar a ser chefs o tenderos, y hay espíritus que prefieren sentarse a la mesa y fingir que comen, o empujar carritos por los pasillos del supermercado, o dormir en una cama, pero lo hacen porque lo disfrutan, no porque lo necesiten. No tuve que construir parte de mi casa terrenal manualmente, con martillo, clavos y todo. Simplemente disfruté jugando ese papel.

Aquí no hay hospitales porque realmente no necesitamos atención médica. En cambio, tenemos centros de sanación. Ahí es donde se recupera la energía. Está diseñado para personas que han pasado por una etapa traumática y necesitan cuidados adicionales durante la transición. ¿Recuerdan mi lavado de autos espiritual? Eso ocurrió en uno de los centros de sanación.

Tampoco tenemos calles pavimentadas como en la Tierra. No es que tengamos que subirnos a nuestro Volvo y conducir hasta la casa del vecino o al gimnasio. Simplemente pensamos adónde queremos ir y, ¡ zas!, llegamos, igual que cuando morí y pensé en salir con mi cuerpo mientras los paramédicos me llevaban en silla de ruedas, y de repente estaba allí. Sí tenemos caminos, como los trillados que vi cuando exploraba el Cielo por primera vez, pero son más para nuestro placer visual que para llevarnos a algún sitio. Están ubicados alrededor de los puntos de encuentro, como las bibliotecas y otros edificios, pero también en las zonas ajardinadas.

Aquí en el Cielo, hay diferentes zonas donde los espíritus se reúnen, además de las ciudades. ¿Recuerdas cuando mencioné que, si a un grupo de espíritus les gustaba la idea de un parque, podrían manifestarlo colectivamente y permanecería allí mientras siguieran creyendo en su existencia? Así que existen estos lugares —creo que podrían llamarlos espacios manifestados, porque son las palabras más cercanas que se me ocurren— que han sido creados por miles de seres energéticos que son plenamente conscientes de ese espacio de forma permanente. No existen permanentemente como los edificios y las casas en la Tierra.

Lo explicaré así: en la Tierra, cada vez que un humano entra en su sala sabe cómo está dispuesto el sofá, cómo están los cojines: permanecen estáticos hasta que los mueves. Pero aquí, si hay cinco espíritus, y cada uno quiere que el sofá que han creado esté en diferentes lugares, puede cambiar de lugar y reubicarse en cinco lugares diferentes. Hay tantos escenarios como espíritus que lo crean. El color del sofá puede suavizarse o iluminarse y luego volverse más apagado. Los cojines pueden volverse más firmes y luego más suaves. La planta en la mesa auxiliar puede ser más grande y luego más pequeña. A veces, todo esto puede ocurrir simultáneamente. Aquí, esa habitación tiene vida propia que se modifica constantemente.

En la Tierra los humanos describirían la habitación como inanimada y fija en el tiempo y el espacio, mientras que en el Cielo las cosas no son así. Aquí todo está tan vivo como los espíritus que lo crean. Me resulta realmente fascinante visitar edificios como una biblioteca o un auditorio con una arquitectura particular que ayudé a diseñar para descubrir que cada vez que entro algo se ha rehecho o se transforma ante mis ojos.

La música aquí tampoco se acerca a lo que estaba acostumbrado en mi vida humana. Es como un sonido envolvente, y la forma en que está hecha es increíble. Diferentes seres crean su sonido específico, y lo hacen de acuerdo a la frecuencia en la que vibran. Si lo piensas en términos de una orquesta en la Tierra, un grupo de un tipo de ser podría vibrar de una manera que suena como la sección de vientos; otro grupo podría vibrar para sonar como la sección de cuerdas; y otro grupo podría hacer lo mismo para la sección de percusión. Hay otras secciones, y cada una tiene más sonidos musicales de los que he escuchado en la Tierra. Es (lo adivinaste) difícil de describir. Pero lo realmente genial de la música aquí es que sintoniza nuestros cuerpos energéticos; sintoniza el alma y toca justo en la esencia de ella, como un diapasón vibrante dentro de ti. Hace lo mismo con los humanos. ¿Alguna vez te da escalofríos o lloras por la música? De eso es de lo que estoy hablando. Pero no es inmediato ni tan intenso como aquí.

Me gusta ir a conciertos de música aquí. En cuanto a mis cosas musicales personales, toco la guitarra. Por eso me aseguré de manifestar un par de ellas en mi hogar terrenal: una Les Paul y una Fender Stratocaster. Siempre he estado conectado con la música, pero ahora me gustan más tipos de música. Cada tipo equilibra ciertos patrones de energía, que en realidad son expresiones de diferentes emociones. En la Tierra, me gustaba música como Rush y AC/DC porque canalizaba mi ira y otras emociones negativas, pero en el Cielo me gusta todo tipo de música, incluso la tipo Enya. (Ríete de mí si quieres, ¡pero esa cosa es genial!) Y otra cosa genial de la música aquí es que puedo olerla, oírla (¡obvio!), verla, tocarla y saborearla, todo junto. En el Cielo, todos tus sentidos se fusionan y hace que todo sea más intenso, pero no en el mal sentido. Es una de mis cosas favoritas de estar aquí. Cosas que habrían sido abrumadoras en la Tierra ahora son comunes, y nunca siento que sean demasiado para asimilar o manejar. Como espíritu, estoy hecho para recibir todas las vistas, sonidos, sabores, olores y texturas que el Cielo, la Tierra y otras infinitas dimensiones ofrecen, y nunca me cansaré.

Cuando me estaba acostumbrando al Cielo como mi nuevo hogar, me sentía en las nubes. Tras esos primeros sentimientos de incertidumbre e incluso algo de miedo, me invadió una sensación de alegría porque sabía que estaba en el lugar correcto. Sabía que estaba completamente conectada con todo lo que me rodeaba. Es difícil de explicar, pero tuve que adaptarme a absorber toda esta dicha que nunca pude encontrar en la Tierra, donde tuve que luchar para alcanzar la felicidad. Aquí no tengo que luchar. También me preguntaba cuándo volverían a surgir las contradicciones. Mi vida estaba llena de ellas. La gente decía una cosa y hacía otra. Me prometían cosas o me trataban bien, solo para decepcionarme. Como humano, aprendí a no confiar en nada ni en nadie porque no solo había muchas contradicciones, sino que todo lo bueno parecía tener fin. Cuando preparaba la mejor comida de mi vida, la comía, y se esfumaba. Un viaje, una serie de televisión, sexo, lo que fuera, siempre tenía final. Al principio, reflexioné sobre lo maravilloso que es estar aquí, pero luego pensé: “¿Cuánto durará esto?”¿Va a parar? ¿Cuándo va a caer la otra piedra? Así que aquí estoy, en este lugar increíble, experimentando todas estas cosas maravillosas, y no quería que terminara como antes ocurría en la Tierra. Recuerdo haber pensado: «Por favor, sé real. Por favor, sé real. Oh, mierda, ¿Y si no lo es? ¿Y si se desaparece?». Ahora ya no tengo esos pensamientos. La alegría no ha parado desde que estoy aquí. Ha sido muy constante, así que la he aceptado y nunca más la cuestionaré. 

14. Criaturas vivientes.

La vida silvestre aquí es increíble. Todos los animales que han existido, existen y existirán en la Tierra se pueden encontrar aquí, incluso los dinosaurios. También tenemos animales que no se encuentran en la Tierra, como la curiosa ardilla emplumada de la que hablé. Algunos son de otros universos, planetas y dimensiones, y otros son creaciones de espíritus como yo. Aquí, ninguno de los espíritus animales es mascota. No es: "Oh, tengo caballos en la cuadra". Nadie "posee" animales como en la Tierra. Todos somos iguales y compañeros.

Lo que más me gusta es estar con los elefantes. Se comunican de una manera que demuestra su conexión natural con la tierra. En la Tierra, cuando pisan producen ondas vibratorias que los conectan a otros elefantes. Es una forma de comunicación pasiva que pueden usar para ayudarse, entre otras cosas. De ellos he aprendido lo importante que es estar conectado a tierra, y "conectado a la Tierra", me refiero a estar centrado y enfocado como humano para que la vida parezca tener sentido. Estar desconectado hace que los humanos se sientan confundidos, desequilibrados y sin rumbo. Yo no lo estaba. No me sentí conectado a tierra cuando vivía como humano en el planeta, lo que probablemente explica la confusión y la inestabilidad emocional que causaron gran parte de mi dolor. Ojalá hubiera conocido esa conexión en vida, pero no la conocí. Incluso si la hubiera conocido no habría sabido conectarme a tierra. Es difícil aprender cuando estás en una montaña rusa emocional. También me gustan los elefantes porque son grandes y fuertes, pero también mansos, y tienen mucha sabiduría.

Aquí tenemos vida vegetal que no existe en la Tierra, y también vemos a las plantas de manera diferente. Creo que la gente en la Tierra las ve como objetos casi inanimados, aunque crezcan. Las ponen en una maceta y riegan, pero piensan: "Eh, se murió. Bueno, da igual. Voy a comprar otra". Aquí no es así. Las plantas se consideran iguales. Se comunican entre sí a través de sus sistemas de raíces energéticas, y nosotros podemos comunicarnos con ellas. Es como si creáramos pequeñas burbujas de pensamiento que se fusionan. Las burbujas son como ondas de energía. Así es como funcionan las conversaciones, y al igual que con los espíritus humanos, la comunicación se basa en los sentimientos. ¿Sabes cómo a veces terminas las frases de un amigo muy cercano sin querer, o simplemente intercambias miradas con esa persona y ambos se entienden al instante sin necesidad de palabras? Es algo así.

Todos los espíritus, incluyendo plantas, animales e insectos, reciben el mismo respeto aquí. Son tratados como iguales. Son tan bellos e inteligentes como los espíritus humanos y se comunican igual de bien, incluso mejor. Animales, plantas y humanos pueden comunicarse con las burbujas de pensamiento telepático que mencioné, porque son abiertos. No tienen un cerebro negativo, crítico ni analítico. No se preocupan ni se deprimen. No construyen esos muros que nos encierran.

Aquí hay un portal donde la vida silvestre y las plantas cruzan al Cielo después de morir. Toda la vida silvestre, y las plantas, cruzan de forma muy instintiva y orgánica. No sienten la necesidad de planificar ni controlarlo como hacemos los humanos. Simplemente se dejan pasar porque no tienen expectativas ni creencias sobre lo que sucede después de morir. Cuando los humanos llegan a la muerte sus creencias sobre la vida suelen influir en cómo experimentan su transición, pero la vida silvestre y vegetal es un río que fluye libremente.

Una de mis cosas favoritas es ver a los insectos pasar por ese portal. Es como ver un espectáculo de fuegos artificiales. ¡Es increíble! Hay una alta rotación de insectos en la Tierra, así que millones y millones mueren al mismo tiempo. ¡Piensa en los mosquitos! Y cuando su energía luminosa llega al Cielo son como pequeñas bengalas. Cierra los ojos ahora mismo e imagina un millón de bengalas encendidas y ardiendo, crepitando y centelleando: ¡pop, pop, pop! Así es. Es increíble ver este hermoso espectáculo pirotécnico, y créeme, no soy el único. Hay miles de otros espíritus alrededor dando la bienvenida a toda esa energía luminosa que regresa a nuestro plano dimensional. Es como el 15 de agosto, pero todas las noches del año. 

15. Adaptarse a la atemporalidad.

Adaptarme a que el tiempo no sea lineal como en la Tierra fue extraño. Es que, como espíritu, no puedo vivir en el pasado ni concentrarme en el futuro. Aquí el tiempo se detiene. Me gusta llamarlo, "apilado". Lo que quiero decir con eso es que en el Cielo cada momento se apila, uno sobre el otro, no se dispone en línea recta. Aquí el tiempo es como una gran bola de lana en lugar de un solo hilo recto. No pasa volando, como en la Tierra. Nunca tengo que detenerme y pensar: "Me lo perdí". Fue como un momento de abducción extraterrestre cuando me arrancaron de la perspectiva del tiempo lineal de la Tierra. Al principio tuve que ayudarme creando pequeñas experiencias lineales que podía elegir. Por ejemplo, replicaba el ciclo de la noche que sigue al día para poder sentir que experimentaba días "normales", como en la Tierra. Aunque si quiero puedo hacer que sea de día todo el tiempo, lo cual es genial. Al final uno se acostumbra a la atemporalidad, pero cuesta.

Cuando me estaba adaptando a este tiempo acumulado me sentí desorientado y abrumado por un tiempo pero luego aprendí a concentrarme para no tener que ver el tiempo lineal que los humanos crean en la Tierra. Piensa en andar en bicicleta. Al principio tienes que prestar atención a todo en una secuencia como dónde poner los pies en los pedales, cómo empujar el pedal para que avance la bici, y cómo equilibrarla para no caer. Cuando tienes todo eso controlado todo se vuelve automático y ya no eres consciente de esos pasos individuales. Ahora puedo meter toda lo superfluo en la conciencia inconsciente para que no interfiera a lo que quiero prestar atención consciente. Todo lo demás se convierte en ruido de fondo. Cuando me concentro en un punto en el tiempo todos los demás momentos a los que estaba acostumbrado como humano, (pasado, presente o futuro), se convierten en un susurro, algo que está en el fondo de mi mente.

Como humano a menudo sientes que el tiempo nunca es suficiente. Hay momentos en que sientes que se hace eterno, sobre todo cuando estás pasando por algo terrible. Eso se debe a que das al tiempo más poder, atención y energía que a tus necesidades. Estás dejando que el tiempo rija tus decisiones en lugar de tomarlas tú.

Por ejemplo observa a las personas que son realmente buenas priorizando sus necesidades y bienestar general, y luego pregúntales sobre su concepto del tiempo. Apuesto a que miran su reloj para asegurarse de llegar a la reunión de las tres, pero no dejan que controle o arruine todo su día. Digamos que llegan cinco minutos tarde. No dejan que eso los haga sentir ansiosos o culpables; simplemente lo aceptan y lo compensan lo mejor que pueden, y luego siguen adelante. No se asustan ni se consideran un fracaso, ni tienen miedo de que los despidan. Se relajan en su auto y piensan: "Relájate. Todo va a estar bien". Así que llegan un poco tarde. ¡Menuda cosa!

Si llegan muy tarde puede ser porque el tráfico estaba atascado. Puede ser que necesitaban dormir un poco más después de trabajar en un proyecto hasta las tres de la mañana para asegurarse de que todo saliera perfecto para la reunión. Puede ser porque su hijo estaba teniendo una crisis nerviosa y necesitaba consuelo y un abrazo extra largo. En esos casos atienden sus necesidades personales. Estas son personas que se comportan de manera que satisfacen esas necesidades en lugar de dejar que el reloj las controle. Son personas cuya energía reflejará la paz interior que han forjado con el paso del tiempo, y esa energía se reflejará en sus interacciones y relaciones.

Aprendí, una vez muerto, que el tiempo había moldeado gran parte de mi vida: Suena el despertador; me despierto y voy a la escuela. Suena el timbre e la escuela y voy a la siguiente clase, y varias clases después vuelvo a casa; y la secuencia se repite una y otra vez. A veces eso me estresaba cuando no tenía por qué ser así. Sí, hubo momentos en los que hacía algo que me encantaba, como poner elevadores a mi camioneta para que fuera diez centímetros más alta. Ahí era cuando estaba en mi zona de comodidad y el tiempo parecía desaparecer; se volvía insignificante. Esos eran los momentos en los que prestaba atención a mis necesidades en lugar de a lo que decía el reloj. Creo que ese es el único consejo que daría a la gente de la Tierra sobre el tiempo: Tú estás al mando, no al revés. Solo tienes que recordarte que debes tratar todo el tiempo por igual, ya sea que tengas prisa por ir a una reunión o que participes en tu pasatiempo favorito. Todo es solo tiempo. Si adoptas esa perspectiva creo que se reflejará de forma muy positiva en tu vida. 

16. Ayuda con el ajuste.

¿Conoces esa canción de los Beatles que dice "Me las arreglo con un poco de ayuda de mis amigos"? Bueno, aquí y en la Tierra es igual. Adaptarse lleva tiempo, y es más fácil cuando tienes apoyo.

Durante mi transición tuve guías espirituales que me ayudaron. Uno de ellos fue mi tía Denise. Cuando humana era torpe, como mi madre, pero al convertirse en espíritu se dio cuenta de que su torpeza se debía a falta de equilibrio. Con el tiempo se volvió más estable. Cuando intenté adaptarme después de llegar aquí me sentí torpe, así que me dio consejos para que mis ajustes fueran más fluidos y estables. Al principio me sentía como una bailarina que tropieza con los pies, pero con su ayuda he aprendido la mayoría de los pasos de baile y he dejado de pisar tanto los pies de mi pareja como los míos.

Es solo una analogía. Odio bailar. En fin, la tía Denise me enseñó con conversaciones, imágenes y una instrucción espiritual personalizada. Ahora va y viene, apareciendo cada vez que necesito hablar con ella o hacerle una pregunta, o viceversa, pero en esa primera etapa de transición me ayudó muchísimo y siempre le estaré agradecido.

También hubo un guía que nunca me abandonó durante mi período de transición. A veces sabía que estaba ahí, pero no lo veía. Era un poco escalofriante, pero me acostumbré. En lugar de hablarme con palabras, simplemente usaba el flujo de energía que hay dentro y alrededor de nosotros para enseñarme. Cuando tenía problemas o necesitaba hacer una pregunta mi energía mental fluía hacia él y él me devolvía la respuesta a través del mismo canal energético. Piensa en las veces que esperas en un semáforo y tienes la sensación de que el tipo del coche de al lado te está mirando, o cuando sientes la mirada de alguien en la nuca. Es una especie de conexión energética. Aquí, sientes esa misma sensación de erizarte, pero en lugar de solo sensación recibes mucha información. Escalofriante, pero genial.

Pongamos otro ejemplo. Digamos que, como humano, eres feliz y ni siquiera sabes por qué. No es que pienses en algo bonito; simplemente, de repente, te invade una oleada de alegría. Si te encuentras pensando: «vaya, ¿de dónde salió eso?», no te lo preguntes más: es tu guía espiritual enviándote amor y apoyo, y estás bajando el ritmo lo suficiente como para sentirlo en ese momento. De espíritu a espíritu, es muy similar. Mis guías me dan este impulso vibratorio, esta energía extra como regalo que me hace sentir consuelo, fuerza y seguridad al saber que todo está bien. Es muy dulce; recibes energía informativa por todo tu ser, y todo en un instante. 

17. De viaje.

Viajar aquí es diferente. Claro que puedes pensar en Venecia y de repente encontrarte allí gracias a la idea de que "el pensamiento crea la realidad", pero también se trata, en parte, de cambiar tu energía. Con mi energía mental puedo cambiarla a una frecuencia más terrenal, a una frecuencia astral, o a la frecuencia de otra dimensión, universo o planeta, y ahí es a donde voy. Tengo un pasaporte completamente nuevo que me llevará a donde quiera ir.

Al principio, prefería viajar a lugares tranquilos con suaves colinas, agua estancada y poco más. Es como si me atrajeran estos lugares serenos y tranquilos porque eran zonas libres de desorden. Mi mente en ese momento todavía estaba desorientada y necesitaba paz y simplicidad en mi entorno para sanar y equilibrarme, un lugar donde no hubiera mucho ruido ni distracciones. Ahora me gusta ir a lugares que me ayudan a aprender. De hecho he estado en lugares donde hay mucho caos y desorden, como la dimensión única llena de basura y humo, donde hay cosas físicas que de repente se transforman en lo que supongo que en la Tierra llamaríamos una forma de antimateria. Allí no existen reglas de física similares a las terrestres como la de “mantenlo ordenado”. Ir allí me ayudó a aprender a sentirme cómodo con la aleatoriedad de las cosas. Cuando estaba vivo siempre me sentía incómodo con el caos porque los ruidos confusos en mi cabeza me incomodaban. Desde entonces he aprendido muchísimo del contraste, y ahora lo aprecio, aunque antes no.

Mi principal objetivo es ir a la Tierra. Ahí es donde realmente disfruto pasar tiempo. Una cosa que me gusta hacer es viajar a los vórtices de la Tierra donde la energía se concentra en puntos particularmente fuertes. Me gustan estos lugares porque la forma en que la Tierra mueve su energía en esos puntos calientes es refrescante. Es como la diferencia entre nadar en una piscina sucia y una limpia. La energía en estos vórtices es extremadamente limpia. Proviene del corazón de la Tierra, así que su vibración es muy diferente. Sin embargo, realmente no me lleva a ninguna parte. No es como si saltara a una pajita y me absorbiera el corazón de la Tierra. Es más como una atracción que me retiene, y me encanta entrar directamente en los vórtices y quedarme allí un rato, simplemente relajándome. Perdón por ser un poco brusco, pero es exactamente como apretar mi cara entre dos pechos hermosos y descansar en su cálida suavidad. Los humanos también se sienten muy atraídos por zonas donde se encuentran estos vórtices, pero no saben por qué. Simplemente resuenan con la fuerza vital humana, lo que les permite dormir mejor, sentirse mejor, lo que sea. La Tierra es maravillosa. Nunca me cansaré de ella.

No solo tengo que viajar a espacios exteriores; también puedo viajar a los interiores. Lo descubrí como parte de mi trabajo como guía espiritual, algo que explicaré más adelante. A veces, cuando una persona tiene un problema que yo no tengo necesito convertirlo en mí problema para poder comprenderlo lo suficiente para ayudar. No lo digo literalmente, pero me adentro en la mente de alguien porque la mente es la puerta a su universo. Cada persona es su universo. Así que, al hacerlo, puedo ver qué está pasando en su vida y qué está creando lo que identifica como una disfunción, y cuando la ayudo, me ayuda a crecer.

Aquí está la locura: cuando entras en tu universo interior te das cuenta de que hay otras entidades en él que están dentro de sus respectivos pequeños universos.  ¿No es increíble? Tiene que ver con que somos parte y totalidad de un colectivo. La mejor manera de describirlo es observando el cuerpo humano. Usaré la misma analogía que cuando describí la ciudad de las luces: hay billones de células que te hacen parecer un cuerpo enorme, pero cada una de esas células en su pequeña fuerza vital, es su pequeño universo. Universos dentro de universos. Increíble.

Cuando los espíritus viajan a la Tierra en forma energética pueden hacerlo través del tiempo y el espacio, pero como soy cuerpo energético estoy sujeto a sistemas o leyes energéticas. Los humanos, en cambio, están sujetos a la gravedad porque están en ese plano dimensional. Es similar para mí como espíritu. Sigo teniendo limitaciones basadas en cómo mi energía puede maniobrar y adónde puede ir. Por ejemplo, cuando viajo a otros planos multidimensionales para visitar a otros seres multidimensionales, hay ciertos protocolos o reglas que debo cumplir por respeto. Que sea un espíritu no significa que tenga la libertad de ir a cualquier parte y hacer lo que me dé la gana. Ya sabes, no puedo venir a la Tierra a asustar a la gente. Puedo si quiero, pero ese sentido del respeto me mantiene bajo control. Además, de todos modos no quiero asustar a nadie.

Una de las principales razones por las que no nos descontrolamos es porque queremos proteger la experiencia humana de las personas. Si los espíritus estuvieran constantemente presentes en la cara de los humanos su encarnación no tendría sentido. Sentirían que siguen conectados al reino espiritual y eso les dificulta continuar con su vida en la Tierra. Interrumpe las lecciones que están aquí para aprender. Ninguno de nosotros quiere ser el niño ruidoso y molesto que interrumpe la clase para llamar la atención. Ser guía espiritual no se trata de eso. 

18. Mis amigos espirituales.

No tenía muchos amigos en la Tierra, al menos no amigos de verdad, pero ahora sí los tengo. En realidad aquí no tenemos etiquetas de "amistades" como la del "mejor amigo", o "conocido", porque tenemos conexión energética, así que todos son mis amigos. No hay desconocidos, pero no es como si dijera: "Voy a estar con todos en el Cielo". Suelo atraer a espíritus que tienen el mismo tipo de trabajo, las mismas aficiones e intereses, o los mismos pensamientos que yo. La mayoría son guías espirituales como yo, (¡lo prometo, de verdad, ya voy a llegar a eso!), y hablamos mucho de nuestro trabajo.

Me gusta hacer muchas cosas diferentes con mis amigos de aquí. A veces, simplemente me siento y tomo una cerveza de mentira con algunos de ellos. Sí, podemos crear un bar, y sí, tienen un montón de cervezas de barril. A veces me gusta practicar diferentes deportes. Por ejemplo, practico snowboard con un chico llamado Antal. Lo hacemos a diario. ¡Incluso he surfeado bajo el sol! Es divertidísimo, y no hay necesidad de usar trajes de amianto ni ingresar en la unidad de quemados. Después de vez en cuando uno o dos amigos vienen a montar en moto conmigo, pero normalmente prefiero que sea algo en solitario.

Algunos de mis amigos aman la naturaleza tanto como yo, así que creamos lugares donde podemos disfrutarla en todo su esplendor. Hacemos senderismo aquí, o en otras dimensiones o planetas con paisajes completamente diferentes. También vamos de pesca. Personalmente me gusta la pesca con mosca porque es difícil y me gustan los desafíos.

Todos estos amigos que disfrutan de las actividades relacionadas con la naturaleza solían tener problemas para conectar con la Tierra, y, en mi caso, la falta de conexión como humano me causaba muchos problemas en situaciones sociales. Pero eso es lo bueno de la naturaleza. No importa si estás en un bosque o junto al mar, correteando por las dunas de arena o escalando una montaña nevada, la naturaleza te ayuda a conectar con la tierra. ¡Todos, a abrazar un árbol! ¡Camina descalzos por la hierba! ¡Mira el cielo nocturno! ¡En serio! La naturaleza en la Tierra es extraordinaria, amigo. ¡Disfrútala!

Bueno, volviendo a mi comunidad espiritual. También tengo una novia que se llama Jillian. No tuve muchas relaciones románticas cuando era humano; las podía contar con una mano. No, con un dedo. En fin, es guapísima y es mi alma gemela. Da un poco de vergüenza escribir sobre esto, pero quiero ser sincero y no guardarme nada. Cuando Jillian y yo nos conocimos sentí como si la conociera de toda la vida. (Suena a cliché, pero es la pura verdad). Ahora me siento tan cómodo con ella que quiero tenerla a mi lado todo el tiempo. No tuvimos que pasar por ninguna fase de cortejo porque, como dije antes, los espíritus lo saben todo el uno del otro, incluso lo que sienten y piensan. Jillian y yo sabemos que queremos estar juntos. Estoy muy agradecido por eso, porque nunca se me ha dado bien pedir.

Nuestra relación es hermosa y sigue evolucionando. Todo ese drama de relaciones que ocurre en la Tierra no ocurre aquí. Con el tiempo nos sentimos tan cómodos el uno con el otro que quisimos profundizar y pasar al siguiente nivel. Lo logramos fusionando todas nuestras energías; cada parte de mí se sentía un poco de ella por completo: una inmersión total. Fue algo que nunca había experimentado. Recuerdo la primera vez que Jillian y yo tuvimos sexo. ¿Cómo podría olvidarlo? Y sí, los espíritus tienen sexo, pero no como en la Tierra. En el sexo entre espíritus no hay límites. Durante la experiencia, Jillian y yo lo compartimos todo: nuestros pensamientos, emociones, toda nuestra vida. Me sentí totalmente vulnerable, pero de manera cómoda y segura, y eso requiere confianza plena. La vulnerabilidad en la Tierra a menudo implica debilidad. En el Cielo no es que se necesite fuerza ni nada. Es simplemente un estado natural y abierto del ser.

Cuando tuvimos sexo esa primera vez, Jillian me enseñó a ver más allá de los aspectos físicos del sexo, y por físico me refiero a la creación energética de sensaciones físicas. Puedes tener esas mismas sensaciones que tienes en la Tierra, pero son más intensas. Piensa en sexo de alta definición. Tampoco hay resistencia. Me refiero a la resistencia que sentirías al tomar la mano de alguien. Todo está conectado entre nosotros. ¿Sabes cómo cuando tienes sexo y el orgasmo recorre algunas partes de tu cuerpo, y se siente totalmente increíble? Es así para nosotros, pero se extiende por todo nuestro ser, y no tiene ningún límite. Viaja más allá del cuerpo energético y brilla hacia afuera, y no dura solo cinco segundos o algo así como lo hace en la Tierra. No hay límite biológico. Simplemente sigue expandiéndose y elevándose. Es una conexión completa, y es totalmente adictivo.

Jillian ayuda a la gente de la Tierra como yo, así que tenemos un interés común. Se centra principalmente en ayudar a los padres a criar a sus hijos. En una ocasión intentó salvar a su hijita que ahogaba pero como no sabía nadar ambas murieron. Por eso hace su trabajo. Intenta guiar a los padres de la Tierra para que valoren a sus hijos y vean lo maravillosas que son esas pequeñas almas.

Estoy muy orgulloso de conocer a todos los espíritus que conozco aquí, y tener todos los amigos que he hecho y sigo haciendo. Hay muchos más, pero quería daros una muestra de los tipos de relaciones que uno establece como espíritu, y asegurarme de que sepáis que el amor, conexión y amistad no terminan con la muerte. Continúan como todo lo demás.

Como humano me sentía muy solo, pero ya no me siento así. Aquí no tenemos esa ilusión de separación con la que luchamos los humanos. La separación es lo que crea la soledad. Como todos estamos abiertos los unos a los otros, no tengo nada que ocultar. Eso significa que no me avergüenzo como los humanos. La vergüenza desencadena la soledad porque te separa de los demás. Siento que, cuando era humano en la Tierra mis patrones de pensamiento eran algo así como: "No quiero estar cerca de la gente porque verán quién soy, o lo que hice, o lo que dije que me avergüenza. Ahora estoy solo y me duele. No sé cómo romper este ciclo". Cuando llegas a ese punto, finalmente empiezas a pensar: "Realmente quiero estar con ellos, pero ellos no quieren estar conmigo. Con razón me siento solo".

¡Qué duro es ser humano! Supongo que lo que le diría a la gente que pasa por cosas así es: probablemente todos se sientan igual o parecido, así que mejor olvídate de la cautela y sé honrado sobre cómo te sientes y qué necesitas. Claro, puede que te lastimes, y mucho, pero si no lo intentas, ¿cómo lo sabrás? 

19. Trabajos espirituales.

Cualquier espíritu puede tener trabajos. Como mencioné, soy guía espiritual y aprendo cada vez más habilidades en mi puesto. Los guías espirituales son como los taxis de Nueva York; son muy comunes. Algunos espíritus son maestros, otros sanadores y otros son algo así como entrenadores de vida, supongo.

No es como en la Tierra, donde diseñas tu vida en torno al trabajo que eliges, y no nos identificamos con nuestro "trabajo". No es como: "¿Quién eres?", y el otro espíritu responde, "Bueno, soy un guía". Es más bien: "¿Quién eres?" "Soy Erik", y luego, "Ah, ¿y cuál es tu pasión?" "Ayudo a la gente de la Tierra a aprender y evolucionar". Así que nos identificamos con lo que amamos hacer más que cualquier otra cosa.

Aquí, los espíritus tienen la suerte de no tener que lidiar con la necesidad de trabajar para ganarnos la vida como en la Tierra, así que no tenemos que forzarnos a aceptar una posición que no se ajusta a nuestras necesidades y pasiones. No hay ninguna fuerza externa que nos diga algo como: "Bueno, mi padre era médico, así que yo también voy a serlo", o,  "Necesito ganar un dineral, así que quiero ser abogado". Como dije, los "trabajos" aquí son guiados internamente.

Una gran enseñanza de la satisfacción con mi trabajo como espíritu es que la verdadera pasión y el amor impulsan la felicidad, no la riqueza, el prestigio ni nada de eso. Lo que aprendí trabajando con personas es que cuando se sienten estancadas en cualquier situación, ya sea un trabajo, una relación, mala salud o lo que sea, si no les gusta y se sienten atrapadas, depende de ellas cambiar. Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad? Sí, créeme, te entiendo. La gente suele estancarse porque se deja llevar por rutinas que, en parte, ella misma ha creado. Pero no quiero dar a entender que eres miserable porque "eliges" quedarte estancado en un trabajo sin futuro, o "eliges" tener problemas de salud ni nada por el estilo. No me refiero a eso. Lo que quiero decir es que, incluso si estás estancado en una situación, trabajo o lo que sea, esfuérzate o busca el apoyo para encontrar las cosas que te traerán alegría y te ayudarán a progresar hacia algo mejor. Ya sea tomar clases nocturnas para obtener un título que algún día te ayude a conseguir un trabajo que disfrutes más, o salir a caminar media hora todos los días para respirar aire fresco después de estar sentado en la oficina todo el día, esas cosas realmente importan, aunque no lo parezca en el momento. Una vez que reconoces estas cosas, es cuando empiezas a concentrarte en ellas, y es entonces cuando todo empieza a cambiar.

Por supuesto, también tienes que estar dispuesto a aceptar lo que te trae alegría. Aunque no lo creas, algunas personas no lo hacen. No están dispuestas a aceptar lo que podría liberarlas. Por ejemplo, algunos creen que no merecen una nueva relación o un nuevo trabajo, así que no se imaginan abriéndoles los brazos. Ese es el mayor obstáculo para la gente, pero cuando empiezas a encontrar y concentrarte en los pasos que te sacarán del pozo de alquitrán de tu insatisfacción, es cuando empiezan a suceder las cosas buenas.

A veces basta con un descanso. Tómate unas vacaciones. Viaja a algún lugar, aunque sea solo a la ciudad más cercana. Tómate un respiro de la vida cotidiana. También podría ser útil hablar con un terapeuta, un amigo, un entrenador de vida, o tus guías espirituales. Pero mi punto principal es este: a través de mi trabajo como guía he aprendido muchísimo sobre la pasión y lo bueno que te hace sentir vivo. Aunque sea difícil y lleve mucho tiempo, encuentra algo que te guste hacer y dedícate a ello, sea el trabajo que te da dinero o no. Podrías ser cartero y tejer suéteres para gatos sin pelo por tu cuenta, y tejer suéteres es lo que, en definitiva, alimenta tu alma. A eso me refiero. 

20. Ángeles, espíritus y guías.

Desde que llegué aquí, he conocido a todo tipo de ángeles, ángeles guardianes y arcángeles, así como a otros guías y otros espíritus. En esencia soy un espíritu y ser guía es mi función. Todos los guías son espíritus, pero no todos los espíritus son guías, y los ángeles son otro tipo de espíritu, a un nivel diferente al de mis amigos y al mío. Intentaré explicarlo lo mejor posible.

Lo primero que debes saber sobre los ángeles es que, en primer lugar, no tienen alas; en segundo lugar, no tienen halos. La razón por la que todos en la Tierra tienen ideas diferentes sobre el aspecto de los ángeles es porque los ángeles, al igual que los espíritus, se transforman en diferentes formas físicas y energéticas según cómo quieran ser percibidos. Me imagino que los ángeles se aparecen a la gente muchas veces como grandes criaturas con alas, parecidas a las humanas, para que no se preocupen tanto preguntándose: "¿Qué demonios es esta bola de luz brillante que flota frente a mí?". Tienen que aparecer en alguna forma familiar para que la gente pueda reconocerlos: "Oh, ese es mi ángel. Se parece a nosotros, ¡pero brilla! Me siento cómodo a su lado. Puedo confiar en él".

La gente también cree que los ángeles tienen alas porque su energía se mueve de forma diferente a la de un cuerpo humano. Se mueve con movimientos amplios y profundos, como las enormes alas de un águila. Esto da la imagen de esas alas altas y arqueadas que se extienden hacia arriba y hacia atrás. A veces, la energía de un ángel se mueve frente a ti como alas que se extienden para abrazarte. Ves la imagen de ellos sosteniéndote con alas emplumadas, no con brazos. Otras veces, su energía se extiende a sus costados como un gran pájaro que muestra su envergadura, y esa energía se extiende por todo el cuerpo humano. Suelen hacerlo para proteger a una persona.

Los ángeles tienen una energía poderosa. Esto les resulta muy útil para el trabajo que realizan. Piensa en una de esas grandes máquinas que trillan el trigo. Facilitan la cosecha más que si alguien usara su navaja de explorador para cortar los tallos uno por uno. Así que, si un ángel viene a ayudarte con cualquier necesidad que tengas, usa su abundante energía para acelerar lo que hay que hacer y lo que hay que darte. Por eso mucha gente dice: "¡Tienes un ángel cuidándote!" cuando sucede algo realmente asombroso o milagroso. Los ángeles hacen las cosas bien.

Los arcángeles no encarnan en ser vivo. No lo necesitan. Son pura energía extraída directamente de la Fuente, —Dios, por así decirlo—, y se mantienen muy cerca de ese colectivo de energía infinita. Eso los hace muy poderosos. Ser arcángel implica mucha responsabilidad y trabajo. Su función principal es mantener el equilibrio, y tienen el poder de intervenir para lograrlo. Reaccionan al libre albedrío de las personas, lo quieran o no. Equilibrio no es la palabra correcta en realidad, pero es la mejor que se me ocurre. Pueden intervenir y generar grandes cambios que ayudarán con cualquier cosa, como las guerras, la Tierra e incluso los patrones climáticos. A veces, lo que consideramos devastador e incorrecto puede ser en realidad correcto para el mundo, por lo que los arcángeles intervendrán y lo crearán. Sí, hay atrocidades en el mundo. Sí, hay crueldad. Sí, hay mucho dolor, pero los arcángeles lo usan para ayudar a la humanidad a ver el contraste y usarlo para hacer del mundo un lugar mejor. En otras palabras, traen armonía y caos, según lo que cree el mejor equilibrio para la humanidad.

Los ángeles guardianes son espíritus que enseñan, protegen y sanan. Obtienen ese poder porque su energía está más concentrada y vibra a frecuencias más altas. La mayoría de las veces los ángeles guardianes se asignan a un ser humano o, a veces, a un pequeño grupo de personas que necesitan ayuda con su carrera, salud, familia, dinero, relaciones y otros asuntos. También pueden intervenir para salvar vidas. Es como si vinieran y dijeran: "Estoy contigo. Te estoy ayudando con tus problemas porque estás en un punto en el que ya no puedes hacerlo solo". Pero los guías espirituales como yo simplemente nos mantenemos a un lado y te susurramos sugerencias. Te daremos toda la información, pero no vamos a intervenir y hacer lo que a ti te corresponde.

La función del ángel cotidiano es observar y ayudar a las personas, pero no con la misma intensidad que los ángeles guardianes. A diferencia de los arcángeles y los ángeles guardianes, los ángeles comunes deben ser invocados. Deben ser invitados. Deben ser bienvenidos. Debes dejarlos entrar en tu casa. Debes dejarlos entrar en tu sistema de creencias y entregarte a ellos para que puedan ayudarte. También son más poderosos que los espíritus comunes porque están más cerca de la Fuente, pero no tanto como los arcángeles y los ángeles guardianes.

En resumen: los guías espirituales son instructivos. Somos maestros. Podemos sugerir, pero no generar cambios en la vida humana; mientras que los ángeles intervienen cuando se les invoca. Los ángeles guardianes intervienen tanto si se les pide como si no, y los arcángeles suelen, aunque no siempre, trabajar a mayor escala creando el equilibrio que la humanidad necesita.

Los ángeles y los espíritus también se guían y se ayudan mutuamente. Por ejemplo, un grupo de ángeles se acercó a mí un tiempo después de mi muerte y me aconsejaron sobre mi destino y mi vocación como guía, lo cual fue genial. Creo que lo habría descubierto por mi cuenta con el tiempo pero fue mucho más fácil con su ayuda, y me sentí mucho más apoyado  una vez que Celia, (el ángel que en cierta manera dirigía la conversación), y  otros ángeles me explicaron las cosas.

Los espíritus de todo tipo se comunican en ese lenguaje universal basado en sentimientos, no en palabras, así que me llevó tiempo acostumbrarme. Las emociones son una forma de energía y nosotros somos energía, así que tiene sentido. Todos los pensamientos y sentimientos de los espíritus giran en torno a ellos, casi como un sistema solar, y cuando un espíritu se acerca a otro recibe toda esa información. Tampoco necesita ser traducida. Es como si la información estuviera codificada en energía. Esto también tiene sentido porque, al igual que las emociones, la información también es energía. Así es como los ángeles, guías y otros espíritus se comunican con los humanos. Tienes que abrirte a nuestra energía, y una vez que lo hagas, ¡nunca nos callaremos! 

21. Encuentro con Dios.

Después de que Celia y el grupo de ángeles me dijeran que estaba destinado a ser guía y ayudar a la gente en la Tierra, recuerdo haber regresado a la primera casa que construí, la casa terrenal. Me senté en el sofá y comencé a reflexionar sobre lo difícil que estaba siendo para mi familia mi muerte. Estaban tan destrozados por el dolor que no podían recomponerse. Mis padres no se hablaban, y nadie podía comprender los sentimientos de los demás. Solo quería saber por qué. ¿Por qué? ¿Por qué mi camino y mi separación tenían que causar tanto sufrimiento?

Fue entonces cuando Dios vino a mí.

No hubo un gran momento de revelación ni de entusiasmo. Fue más bien cuando la voz interior conectó por primera vez con Todo Lo Que Es. Como humanos, cuando nos sentamos a la mesa y hablamos, usamos voz y sentidos externos para conectar, pero cuando hablamos con Dios escuchamos una voz dentro y fuera de nosotros. No es como un partido de tenis donde se golpea una pelota de un lado a otro.

Dios, la Fuente, el Universo, Todo lo que Es, cualquier nombre que realmente resuene contigo, me ayudó a entender que, para las personas la ilusión de separación en la Tierra era tan poderosa como sus momentos de alegría extrema; debía conectar con esto y permitir que fuera una experiencia que creara el resultado que mi familia necesitaba. Intentaba comprender y aliviar su dolor pero Dios me dijo que simplemente lo aceptara, que era algo bueno y que algo valioso surgiría de ello. Y Dios tenía razón; algo importante surgió de ello.

Aprendí que Dios se nos aparece en la forma con la que más nos conectamos. No tenía esa creencia clásica de un hombre en un trono, así que si esa imagen se me hubiera presentado habría pensado que era una tontería. Habría preferido ver a Dios como una mujer atractiva, pero tampoco lo vi así. Dios no tiene género. No es masculino ni femenino, pero me referiré a Él como Ella porque, si tuviera que decirlo, la voz que escuché era más bien la de mujer. Era muy amorosa, muy cariñosa.

No vi a nadie entrar, preguntando: "¿Qué pasa?". Pero sí vi una niebla; no, no quiero llamarlo así. Era más bien como aire con textura. Fue agradable que Ella no viniera a mí con aspecto humano. Dios vino en forma de pura luz y energía, así que fue como: "Lo entiendes. Lo entiendes. Esta es la Verdad". Dios podría haberse presentado como cualquier cosa: un teléfono, una silla, un perro; cualquier cosa que yo quisiera que fuera. Pero lo que yo quería era la verdad, fuera cual fuera su aspecto.

En ese encuentro aprendí que Dios es la energía que crea y conecta todo. Es como una conciencia colectiva que emana de todas partes. Es Todo Lo Que Es, y siento una fuerte conexión con Ella. En esa conexión hay una voz o una forma de comunicación que me ayudó a ver que Dios me conoce, me entiende, me siente y me creó. A través de esa voz, también obtuve la clave para comprender por qué me convertí en quien soy ahora. Obtuve esta aceptación consciente de mí mismo. Todos mis velos se habían desprendido. Recibir el abrazo de Dios, ese abrazo de la conciencia del corazón, me dio conciencia, no solo del valor del dolor, sino también del conocimiento y la información sobre mi trabajo que no podía obtener cuando estaba separada del todo.

Esa voz también me explicó la naturaleza de mi ser energético como espíritu: que formo parte de la energía colectiva más amplia del universo. No solo formo parte de ese todo, sino que también soy el todo en sí mismo. Soy la combinación perfecta y una porción de ella. ¿Recuerdan cómo les explicaba que el tiempo no es una línea recta, sino que está apilado y se parece más a una bola de lana? Así es como funciona la energía también. Todos estamos entrelazados, interconectados y superpuestos porque todos estamos hechos de la misma materia.

¿Sabes cómo me gustaría describir a Dios? Piensa en el tiempo de nuevo. Imagina que cada encarnación en la Tierra está representada por un libro. (Enseguida explicaré qué tiene esto que ver con la descripción de Dios). Todos los libros están apilados uno encima del otro. Los humanos solo tenemos la suficiente consciencia para concentrarnos en una página de un libro a la vez. Eso es importante porque para tener la experiencia humana, hay que estar en el presente. No puedes tener la cabeza dispersa, diluyendo el propósito de la vida que vives, sino que todas tus vidas suceden al mismo tiempo. Todos los libros apilados existen constantemente, y Dios es la portada de esas vidas, que envuelve y mantiene unidas todas las páginas: el pegamento, las costuras y demás. Así que no es que tengas que ir muy lejos para adentrarte en esa energía, pero cuando lo haces, tienes esta conciencia de todas tus vidas y de todo el conocimiento universal. Es genial. Cuando digo "universal", no me refiero al universo en el que vivimos los humanos. Me refiero a todos los universos, a toda la realidad y la irrealidad. A todo.

Las emociones que me invadieron en la presencia de Dios fueron más sobrecogedoras que cualquier otra experiencia que haya sentido. Fue ese llanto que te hace caer de rodillas lo que llenó mi corazón de asombro y amor. Es difícil de describir porque esto no es algo que se pueda experimentar en la Tierra. Me sentí como un bebé pequeño abrazado por alguien que me ama incondicionalmente, pero esa sensación se magnificó infinitamente. En la Tierra, eso es lo más cerca que puedes estar de la Energía de Dios, y sé que siempre querré más.

 

22. Mi educación.

He aprendido cosas muy importantes en mi vida, mi muerte y mi más allá. La mayoría de las más importantes sucedieron después de mi muerte, como la comunicación, la manifestación, la naturaleza del tiempo y la energía, los viajes, convertirme en el mejor guía espiritual posible y la conciencia de que no hay secretos en el Cielo. El resto de mi aprendizaje se ha adaptado más a mi camino individual, como aprender cuánto debo dejar entrar y cuánto no. Es como un filtro de energía.

Piensa en una medusa. ¿Sabes cómo se abren y absorben el agua para luego expulsarla? Bueno, puedo abrir mi "filtro" y agrandarlo para absorber más energía o cerrarlo para absorber menos. Es como si estrechara o ensanchara mi red energética para absorber más o menos información, más o menos emoción, siendo las emociones una forma de energía. Aprender a controlar este flujo de energía determina cuán separado estoy del todo o cuán unido estoy a él. Si siento que no quiero tanto pensamiento independiente ni autonomía, abro mi flujo de energía a toda máquina y, en cierto modo, me fusiono con todo. Es intenso. Siento que me tragan por completo porque todo, la información es abrumadora. A veces, sin embargo, quiero más esa ilusión de ser independiente. No es que prefiera una cosa a la otra. Simplemente me gusta poder controlar cuál experimento en cada momento. Es bueno poder elegir.

Sigo aprendiendo constantemente, pero prefiero los grupos de aprendizaje más íntimos e informales que los grandes salones de conferencias de aquí. No me gusta ir a los eventos formales de "sentarse y escuchar"; de hecho, nunca he ido a uno. Esto no debería sorprenderme, ya que nunca me gustó ir a clase cuando era estudiante. Formo parte de pequeños grupos de encuentro en entornos privados; en esos son donde me siento más a gusto y eso me da más curiosidad por aprender. Como los grupos son tan pequeños, puedo participar. Son como grupos de expertos que reúnen a espíritus con diferentes trasfondos y puntos de vista para resolver un problema en particular, y los espíritus que participan no siempre tienen la misma experiencia.

Así no es en la Tierra. Digamos que los humanos intentan averiguar cómo limpiar una mancha de petróleo. No llamarían, no sé, al inventor de la gelatina, ¿verdad? La gente de la Tierra no lo haría así. Solo llamarán a expertos en manchas de petróleo, pero aquí, pensamos: "Claro que sí, llamen al de la gelatina. Llamen a todos los seres que puedan pensar en este problema desde una perspectiva diferente, innovadora, para que podamos ver qué pueden aportar y quizás qué nos estamos perdiendo. ¿Qué giro pueden darle a la solución?". Me gusta mucho. Quizás somos tan abiertos de mente porque técnicamente no tenemos cerebro. ¡Nunca lo había pensado así!

También aprendo mucho uniéndome a comunidades espirituales, aparte de las específicamente educativas. Es un intercambio, así que no solo aprendo, sino que también comparto. Son diferentes a las que se pueden encontrar en la Tierra, pero también es similar a unirse a un chat donde todos los participantes están interesados en viajar. Todos conocemos instintivamente a quienes comparten nuestros intereses y conectamos energéticamente. Así que, en estas comunidades con las que me encuentro, estos grupos de espíritus se comunican conmigo telepáticamente. A medida que nos acercamos, percibo lo que les gusta y lo que no me gusta. Así que si quiero encontrarme con espíritus interesados en viajar, conectamos automáticamente. Solo tengo que recurrir a este enorme banco de conocimiento para establecer esa conexión de forma natural y energética. Cuando me interesa un tema, recibo ese flujo de información, como quién estará allí y el lugar y la hora de la reunión. (Uso la palabra "tiempo" porque sé que la conocen, pero recuerden, el tiempo funciona de forma diferente aquí).

Una de las "salas de chat" en las que participo está llena de espíritus a los que les gustan las motocicletas, claro. Solo tuve que pensar en mi interés y todos nos pusimos a disposición para comunicarnos. Por ejemplo, si un espíritu quiere conocer a otros espíritus interesados en la literatura automáticamente también se conectan. No me gusta mucho leer, así que sus pequeños dedos energéticos me ignoran por completo.

También he aprendido sobre diferentes dimensiones. Siempre pensé que el Cielo estaba separado del plano terrenal, pero ahora sé que es solo una entre infinitas dimensiones, y que todas estas dimensiones no están apiladas; se entrelazan entre sí, incluida la dimensión terrenal. Así que no es que el Cielo esté sobre la Tierra, como solía pensar. Simplemente tuve que conceptualizarlo así porque a la mente humana le gusta separar, ordenar, comparar, categorizar y organizar las cosas. Sé que muchas religiones se inclinan por eso de que "el Cielo está allá arriba, en lo alto" pero, en realidad, está más bien a nuestro alrededor.

Antes me costaba entender la idea de que las dimensiones se arremolinan y se pliegan entre sí, pero ahora estoy bastante seguro de que lo entiendo. Piensa en un libro que  leas. Hay una página a la izquierda y otra a la derecha. La mayoría de la gente piensa que no hay nada entre esas páginas, cuando en realidad el 99 % de ese "vacío" no está realmente vacío. Todas las dimensiones están entre esas páginas. ¡Diablos!, si de verdad quisiera fastidiarte podría meterme entre la página izquierda y la derecha ahora mismo, mientras lees, ¡y no te enterarías! De hecho, mi trasero está en una dimensión que entra y sale de cada página y los espacios entre ellas, en cada universo donde alguien lee un libro. Mi culo se mueve.

De todas formas, a veces otro espíritu podría hablarme de una dimensión que yo desconozco. No es conversación de palabras ni una charla. En cambio, la comunicación y la educación se transmiten a muchos niveles: a mi cabeza, a mi corazón, a todo mi cuerpo energético. Es como una descarga instantánea de espíritu a espíritu, y toda la información se transfiere directa y completamente.

Todo esto hace que sea fácil no querer dejar de aprender nunca. Tengo muchísimos recursos a mi alcance.

 

23. Mi día típico.

Quizás te preguntes cómo es mi día típico. Creo que lo describiré como un “Día de la Tierra” para que sea más fácil de entender.

En lo que es la mañana aquí, voy a casa de mi familia en la Tierra y paso tiempo con ellos. Es un momento genial para estar allí porque es el momento favorito del día de mi madre. Todos están tranquilos y felices. Cuando mi madre coge su portátil para que ella y yo podamos trabajar, allí estoy. Trabaja todo el tiempo, carajo. No sé cómo lo hace.

Me gusta sentarme con mi familia cuando comen o están en el sofá. Quiero escuchar lo que dicen. Hay veces que me dan ganas de decir algo, pero ahí es donde pongo el límite. Estoy ahí para escuchar y ser una presencia discreta, no para armar un alboroto. Por eso uso diferentes tácticas para llamar su atención, que no son demasiado obvias. Me pregunto si mi madre se da cuenta de que hay días en los que, sin ponerme nervioso, como si todo estuviera en orden, me resulta mucho más fácil hablar con ella. Hay días en los que se despierta y me dice: «Hola, Erik». Es como si supiera que estoy ahí, y me escucha en su cabeza. No siempre pasa así, pero cuando pasa, se siente muy bien.

La comunicación entre humanos y espíritus no es, ¿cómo es esa frase que escuché una vez? ¿Una ciencia exacta? Sí, así es. A veces todo encaja, se abren las compuertas y es facilísimo, y a veces la energía no es la adecuada. Se trata de que ellos, —los humanos, quiero decir—, estén en el estado emocional adecuado. Somos seres emocionales, tanto espíritus como humanos. Nuestras emociones están hechas de energía, así que los humanos tenemos que estar en ese espacio emocionalmente consciente y abierto para facilitar la comunicación con los espíritus. Requiere ser más abierto y emocionalmente vulnerable. No me refiero a "vulnerable" en el sentido negativo, como si fueras débil. Me refiero a "vulnerable" en el sentido de que tienes el coraje de ser emocionalmente abierto y honrado. Cuando estás en ese estado nos resulta más fácil acercarnos a ti y comunicarnos. Por "comunicarnos", me refiero a lo que sea mejor para ti: oír, ver, soñar, cualquier forma que nos sea más fácil conectar.

Bueno, algo que me gusta hacer cuando estoy en casa es estar con mi sobrina Arleen. Ahora duerme en mi antigua habitación. Cuando duerme, jugamos juntos. Es muy buena para salir de su cuerpo y jugar en su forma espiritual. Una de las cosas que nos gusta hacer es jugar al escondite.

También me gusta estar con mi hermano Lukas. No estábamos muy unidos cuando yo vivía. Éramos como dos desconocidos que se cruzaban en el pasillo, aunque vivíamos en la misma casa y teníamos los mismos padres. Ahora es diferente. Paso mucho tiempo con él cuando duerme porque así puede recibirme. A veces me resulta más fácil cuando está un poco achispado después de salir de fiesta con sus amigos. Después de mi muerte, enterró sus sentimientos en una cajita que guardó en lo más profundo de su ser, y yo le estoy ayudando a liberarlos. Le estoy dando energía positiva, poco a poco, que su alma absorbe.

Después, me gusta dividirme y visitar a varios miembros del blog que dirige mi mamá, “Channeling Erik” o sea, traducido “Canalizando a Erik”. Puedo hacerlo porque, como dije, puedo estar en mil sitios a la vez. Luego me gusta divertirme. Todo lo que hago es divertido pero me refiero a hacer más cosas a solas, como viajar a diferentes lugares de la Tierra o a otros planetas, universos y dimensiones. Me gusta subirme a mi motocicleta manifestada para sentir la velocidad. Como mencioné antes, me gusta pescar con mosca y estar en la naturaleza. Por la tarde, si lo veo desde el punto de vista de la Tierra, me gusta conectar con espíritus afines para repasar lo que está sucediendo en el planeta. Me refiero a esos pequeños encuentros que mencioné en el capítulo anterior.

Luego, por la noche, me gusta volver a casa de mi familia, y cuando oscurece y todos duermen, visito a los miembros del blog que viven al otro lado del mundo, como Japón, Australia, Nueva Zelanda y otros países con diferentes husos horarios. Es entonces cuando les hago bromas y los atormento; sí, a veces lo hago. Luego, aunque no necesite dormir, me tomo un tiempo para pensar en el blog, en mi trabajo como guía espiritual, en el proceso de sanación de mi familia y en nuestra relación. Supongo que todavía me parece un poco raro, porque nunca hice algo así antes de morir. Sin embargo, ahora son cosas importantes para mí. Lo que me lleva a mi principal propósito como espíritu: ser guía.

Ser guía es maravilloso. Se siente genial. No es porque reciba algo tangible a cambio. No recibo recompensas: puntos extra, kilómetros gratis en tren o avión por ser viajero frecuente, ni nada por el estilo. Nada de eso. Simplemente me encanta el trabajo porque puedo ser quien anhelaba ser cuando era Erik, aunque no fuera del todo consciente de ello  entonces. Cuando tienes experiencias en la Tierra, especialmente por primera vez, aprendes y creces de ellas. Puedo hacer lo mismo aquí, pero también puedo acceder a la información que necesito para ayudar a las personas sin tener las experiencias que han tenido.

Por ejemplo: Supongamos que una joven de dieciséis años tiene un padre que se suicidó. Ya tengo la experiencia necesaria para ayudarla a comprender lo que significa perder a un ser querido de esa manera, y puedo guiarla basándome en mi suicidio.

Pero sí, lo que quiero decir es que no necesito experiencias para crecer y compartir mi conocimiento y sanación con otros como hacen los humanos. Claro, es útil haber pasado por las mismas experiencias que algunas de las personas a las que ayudo, pero como todos los espíritus, ya vengo con toda la empatía y la experiencia que necesitaré en mi trabajo como guía. Es muy dulce.

Hablaré un poco más sobre cómo funciona ser guía en un momento, pero por ahora, solo quiero destacar la alegría y satisfacción que me da ver crecer a las personas. Es un don ayudar a alguien cuando lo necesita, y me encanta poder brindar esa ayuda de la manera que mejor resuena en cada persona. A veces la gente lo entiende mejor cuando se trata de maldecir, reír o burlarse, y a veces otros lo entienden mejor cuando soy serio o simplemente cariñoso. Lo expreso de la manera que mejor les guíe. Siendo guía, realmente he encontrado mi vocación, y siento que tengo mucha suerte de que haya funcionado como lo ha hecho.

 

Parte IV: Mi vida hoy. 

24. Mi vida como guía.

Como ya dije, me encanta mi trabajo como guía espiritual porque, incluso de humano, me encantaba ayudar a la gente. La forma en que elijo a quién ayudar tiene que ver con el momento oportuno. Tiene que ser el momento justo. ¿Está esa persona lista para escuchar? ¿Está lista para aprender y crecer? ¿Está pidiendo ayuda, ya sea verbal o enérgicamente? Si tengo la respuesta que necesita, e intento dársela cuando no está lista, no va a funcionar. No la entenderá.

Lo más común con lo que ayudo a la gente tiene que ver con la muerte y el duelo. Cuando alguien fallece la persona que deja atrás se siente desconectada y confundida. El duelo es algo muy personal, por lo que se sienten solos. Cuando necesitan mi ayuda, sus pensamientos me llegan directamente, casi como un mensaje instantáneo o un mensaje de texto. Entonces, si el momento es el adecuado, es cuando intervengo. Supongo que soy lo que llamaríamos un espíritu de alta tecnología, ya que uso principalmente internet para comunicarme. Normalmente primero me dirijo a ellos en sus pensamientos y les digo, sin que se den cuenta de que viene de un espíritu: "Oye, es hora de contactar. Conéctate a internet". Cuando se conectan les pido que escriban ciertas palabras clave como "muerte", "suicidio" o "pérdida de un hijo". (La verdad es que odio usar la palabra "pérdida". Es muy frustrante porque la gente no nos pierde realmente; solo se siente así por un tiempo). En fin, mientras buscan respuestas aparece el blog de mi madre, “Canalizando a Erik”. Hago todo lo posible por atraerlos, ya sea el primero o el décimo en la lista de búsqueda.

La forma en que les doy mensajes es bastante genial, no es para felicitarme. (En realidad, me estoy felicitando; la falsa modestia no es mi estilo). No es como si una idea les explotara en la cabeza. Simplemente me paro a su lado y les envío energía. Es casi como enviar un mensaje subliminal que va directo a su cabeza. Sus sentidos no registran conscientemente que están recibiendo el mensaje. No oyen ni ven nada, pero su cerebro lo procesa. Así es como funciona la comunicación con los espíritus, y es curioso porque después de enviarles ideas a la cabeza como, "Ve al ordenador. Busca en internet y usa estas palabras clave para encontrar el blog de mi madre", encuentran lo que necesitan y creen que es una idea brillante que tuvieron por su cuenta. Eso sí que está bien. En realidad no importa cómo me encuentre alguien, siempre y cuando me encuentre cuando lo necesite.

Hay un guía que me enseñó a tratar a los humanos de otra manera. En lugar de usar mensajes subliminales, u otro tipo de comunicación, me mostró cómo enviar cordones energéticos a todas partes para crear una red. Cada cordón crea un patrón que trae orden, el cual necesito que el ser humano vea y sienta a nivel subconsciente. Este orden les da la dirección que necesitan tomar. Cuando las personas se atascan en las emociones, se enredan en los cordones porque se centran en el caos en lugar del patrón ordenado. Percibir subconscientemente esta red de orden les ayuda a reconocer que las cosas no son tan aleatorias y caóticas como podrían pensar.

A veces me gusta usar a una persona para ayudar a otra. Así es como lo hago: busco a un miembro del blog de “Canalizando a Erik” que lleve tiempo en el blog, un veterano que llegó con mucha comprensión espiritual o que la obtuvo de lo que he hablado en las entradas del blog. Luego, le recomiendo a alguien que esté pasando por un momento difícil que visite el blog. Muchas veces el miembro veterano publica un comentario que en realidad es la respuesta que el nuevo miembro necesita. De repente, veterano y novato se conectan como maestro y alumno, y no tengo que enseñarles esa lección yo mismo. Las personas tienen una capacidad infinita para sanarse mutuamente, pero a veces solo necesitan un pequeño empujón para empezar. Me gusta ser ese empujón.

He aquí una historia. Sarah, miembro del blog, lleva mucho tiempo formando parte de “Canalizando a Erik”. Empezó con un sistema de creencias espirituales muy básico, pero ahora está totalmente comprometida. Un día, di un empujoncito a un chico para que se uniera al blog. Estaba estancado en la vida y necesitaba orientación, así que manipulé su ordenador para que el blog apareciera en su pantalla. Le llevó varias veces leer una entrada, y una vez que lo hizo no pudo parar de leer durante varios días, hasta que finalmente se armó de valor para contar su historia en la sección de comentarios. Escribió que no estaba seguro de por qué estaba en la Tierra y de por qué tenía una vida tan mala, así que Sarah respondió. Lo tomó bajo su protección y le enseñó el valor de la experiencia humana: un recordatorio para apreciar las lecciones que estamos aquí para aprender. Conectó con él con empatía y sinceridad. Terminaron ayudándose y apoyándose mutuamente, y solo necesitó un pequeño empujón, (y un poco de jeta) por mi parte.

Aunque me concentro principalmente en ayudar a las personas a lidiar con la muerte y el duelo también las ayudo con otras cosas, como a seguir adelante con tu vida si están estancados. Si percibo que alguien está luchando con eso y creo que la comunicación con el más allá podría ayudar, esa es mi señal para intervenir y tomar a la persona bajo mi consejo. No sé cómo llamarlo. ¿Lo llamo "rescate espiritual"? Realmente no hay una buena manera de describirlo. Las personas que están extremadamente perdidas en la vida podrían encontrar a Jesús y convertirse en cristianos renacidos. Eso podría funcionarles. Los atrae de vuelta a sus vidas y les hace volver a preocuparse. Les da una estructura. Les da nueva luz y esperanza, pero ¿cómo lo expreso en términos de espiritualidad no clásica? No es como el momento de "venir a Jesús". No. Ayudo a encontrar a Jesús, específicamente. Les ayudo a descubrir su propia fuerza espiritual personal, donde quiera que yazca.

A veces me cuesta contenerme cuando guío a la gente. Me frustra porque quiero hacer más por ellos de lo que debería. Quiero descargarles un montón de conocimiento y amor de golpe porque me emociono demasiado, pero mis compañeros me ayudan a mantener el rumbo. Me ayudan a encontrar diferentes maneras de transmitir lo que quiero enseñar sin ahogar al alumno. No puedo meterles cosas en la cabeza cuando no están listos. Eso no les va a sentar bien. Pero puedo dar pistas, y estas pequeñas pistas pueden ayudar a crear un movimiento más amplio hacia la sanación y el progreso.

Ser el guía más efectivo posible es muy importante para mí, y no puedo serlo si voy con todo. Los guías pueden influir en los humanos, pero no controlarlos. Un guía es tanto práctico como despreocupado, y es importante saber qué táctica usar en cada situación. Los humanos a veces necesitan aprender a resolver las cosas por sí mismos, y un buen guía les enseña cómo hacerlo. Eso significa que a veces necesito dar un paso atrás, apartarme de su camino y simplemente observar. Para mí, ese equilibrio a veces es como caminar por la cuerda floja. A veces me frustro tanto que quiero decir: "¿No lo ves?". Pero algunos humanos necesitan recorrer sus caminos prácticamente solos. A veces es una lección espiritual para ellos, y no puedo discutirlo.

Para poder ayudar a más de una persona a la vez tuve que aprender a dividirme en muchos "Eriks". Uno de mis guías me enseñó. Lo llamo “el Sargento”. No es su verdadero nombre; es solo un apodo. Lo llamo así porque realmente me impulsa a mantener mi compromiso de aprender a hacer las cosas bien. Decidí que necesitaba controlar mi división cuando descubrí que tenía tres personas pensando en mí al mismo tiempo, luego cuatro, veinte, cien, y quería estar con todas ellas.

Dividirse se siente como un instinto natural. Puedo sentir que esta división ocurre por sí sola. No siento que me esté atrayendo a un individuo. Sin embargo, me siento como si estuviera haciendo varias cosas a la vez. Siento como si pudiera leer, escribir, masticar chicle y resolver problemas con total claridad en cada una de esas tareas. Dejo que todo fluya solo, pero luego me asusto o me emociono cuando todos estos pensamientos claros surgen a la vez. Entonces, la división se detiene. Así que el Sargento me ayudó a usar mi consciencia del corazón para concentrarme en ser un grupo de Eriks a la vez sin distraerme ni sobreestimularme y colapsar cuando quiero dividirme en otro Erik. ¿Cómo explico que si estoy en cien lugares a la vez y puedo, con gran claridad, comprender, sentir, trabajar y entregarme a cien personas a la vez, y luego quiero hacerlo para cien y una? Si añado esa persona extra, no mata a las otras cien solo por tener esa nueva experiencia con esta nueva persona. Me enseñó, cuando quiero dividirme un poco más, cómo mantener la concentración para no agobiarme. En realidad, no es una concentración. Es más como una sensación de "dejar ir". Él dice: "Déjalo pasar. Déjalo pasar". Y entonces simplemente sucede.

Dividirse en infinitos yoes es una sensación increíble. Imagina mirarte en un espejo y ver otro espejo detrás. Ves infinitos reflejos de ti mismo en el espejo que tienes enfrente. Mi base está entre esos primeros espejos, pero no siento que todos mis otros yoes reflejados estén en un lugar diferente.

Digamos que me divido en cuatro Eriks para poder ayudar a cuatro personas en la Tierra al mismo tiempo. En cada una de esas cuatro partes de mí, siento que lo que estoy aprendiendo, entendiendo y haciendo está en la reflexión número uno. Al mismo tiempo, estoy experimentando directamente en las reflexiones dos, tres y cuatro. Esto se debe a que las experiencias de todos los "yos" divididos regresan a la base de operaciones. Pero la base de operaciones no está a tres kilómetros de Erik uno, a cien kilómetros de Erik dos, a metro y medio de Erik tres ni a quince centímetros de Erik cuatro. La base de operaciones también está en cada uno de esos cuatro Eriks. Está en cada reflexión. ¿Tiene sentido?

Permítanme usar otra analogía. Tomemos un prisma. La luz del sol que lo atraviesa es mi energía, mi alma. El prisma es la herramienta que uso para dividir la luz del sol en todos los colores del arco iris, pero todavía hay un solo prisma y los colores separados todavía representan la totalidad de mi luz.

Aquí hay otra analogía: tomo la energía consciente de mi corazón y la agito como un salero para que todos los granos de sal se dispersen. Así, puedo ir a las casas de los miembros del blog, un grano de sal a la vez. Cada grano me permite comunicarme, hacer bromas, obtener información, aprender, enseñar, ayudar, sanar, observar, visitar a mi familia y todo lo demás que hago, todo al mismo tiempo. Luego, cuando devuelvo cada grano de sal al salero, todo vuelve a formar parte de mí. Para alguien en la Tierra, eso podría parecer imposible, pero hay que recordar que aquí tanto el tiempo como la energía funcionan y se mueven de forma diferente.

Mi trabajo principal es ser guía, pero también tengo otras funciones. Me gusta ayudar a otros espíritus nuevos a comunicarse con sus familiares y amigos en la Tierra. No todos los espíritus tienen facilidad para comunicarse. Como todas las habilidades que tenemos aquí, algunos son mejores que otros. Así que tomo al espíritu novato que acaba de morir y lo acoso un poco. Luego le enseño cómo hacerlo, y después, le enseño a hacer bromas, dar señales, visitar a sus humanos en sueños y comunicarse de otras maneras. Con el tiempo, lo libero para que desarrolle esas habilidades por sí solo. Sin embargo, no hago eso con muchos espíritus que se cruzan al otro lado. Normalmente solo ayudo a los seres queridos fallecidos de los miembros del blog porque ya tenemos una conexión, pero si un miembro del blog fallece, también le enseño a conectar con familiares y amigos.

También he ayudado a personas a cruzar al otro lado, pero no lo hago muy a menudo. Las he sacado de sus cuerpos, les he contado lo que pasa, las he entregado a sus esposas, hijos, otros guías espirituales, a quien sea. Es una experiencia increíble, pero no es mi especialidad. Lo hago especialmente cuando un miembro del blog dice: "¡Ayuda! Ven a estar con mi familiar mientras se está muriendo". Claro que sí, allí estaré. Les ayudaré con su transición, les mostraré los alrededores y las orientaré. Otra función que tengo es ayudar a sanar la energía de las personas. No sabía mucho sobre ello al principio. Pensé que era como poner una tirita a alguien en una herida. Lo que veo ahora es que ayudo a las personas a sanarse. Tienen ese poder, y lo han tenido siempre.

También ayudo a personas que quieren quitarse la vida, especialmente a quienes padecen enfermedades mentales. Si lo han intentado todo: terapia, medicamentos, lo que sea y hacen todo lo posible pero siguen sufriendo, les ayudo a tomar su decisión. La sociedad juzga a quienes se quitan la vida incluso cuando les ha llegado el momento y están sufriendo. Intento cambiar esa mentalidad. Si no es su momento, les guío para que encuentren otras maneras de obtener ayuda y les muestro que hay luz al final del túnel.

He salvado dos vidas desde que empecé mi trabajo como guía. La primera fue la de una señora que había perdido a su hijo, igual que mi madre. Claro que estaba hecha un desastre. Iba a terapia una vez por semana pero después de cuatro meses no se sentía mejor. No digo que la terapia sea mala. A mucha gente le funciona. Simplemente no le funcionaba a ella. En fin, llegó a casa de su última sesión decidida a suicidarse. Lo tenía todo preparado pero, de repente, sintió la necesidad de ir a la computadora y escribir: «Mi hijo ha muerto». Al hacerlo apareció el blog “Canalizando a Erik”. Lo leyó desde el principio y escribió en la sección de comentarios que sabe que vale la pena vivir.

La segunda persona era un tipo que lee el blog constantemente, pero piensa mucho en el suicidio. Estaba muy infeliz con su vida y sus relaciones, pero una publicación en particular lo cambió todo. Escribió en la sección de comentarios: «Pensaba suicidarme hoy, pero después de leer esto, quiero vivir». Todo esto me hace sentir muy bien y quiero ayudar a más vidas si puedo. Sé que puedo. Es mi trabajo.

Otra cosa en la que me gusta centrarme es en ayudar a las personas a comprender que la vida es más que lo que experimentan ahora. Quizás alguien necesite aprender a reír. Quizás alguien necesite ayuda para comunicarse con los espíritus. Quizás alguien necesite ayuda para superar un obstáculo en la vida. Algunos simplemente necesitan ver que las mejores cosas en la vida, igual que construir nuevas relaciones, son gratis. La conversación es gratis. La honradez es gratis. La vulnerabilidad es gratis. La lealtad es gratis. El amor es gratis.

En resumen, ayudo a personas que sufren algún tipo de pérdida, a alguien que se siente "desprovisto". La pérdida puede ser la muerte de un ser querido, pérdida de autoestima y muchísimas otras cosas. Piensa en una liga elástica. Representa la energía de una persona. Para quienes han sufrido una pérdida su liga, su banda elástica, se ha estirado mucho, y cuando algo la golpea, vibra. Un trauma, una pérdida u otra separación no solo la hace vibrar, sino que también la desgasta un poco. Eso dificulta que la liga se mantenga tensa y en orden. Así que entro y ayudo a reconstruir las piezas para que la liga pueda sanar sola. ¿Cómo lo hago? Hago que las personas sean conscientes de por qué se sienten así y las ayudo a sentirse apoyadas.

Este miembro del blog es un buen ejemplo. Durante toda su vida, siempre se ha preguntado qué buscaba. En pocas palabras, intentaba descubrir cómo se siente una familia. Para él, aunque los ama, su familia no era lo que él creía que debería ser. No sentía que tuviera las conexiones íntimas que la mayoría de las familias tienen. Así que lo ayudé a ser consciente de los diferentes tipos de conexiones que no sabía que existían. Él también me enseñó algo. Me enseñó lo que significa realmente la paciencia, porque, vaya, ese tipo era muy testarudo. Sin embargo, valió la pena todo el esfuerzo, y le estoy agradecido.

En todos los casos, ayudo a las personas a recuperar su movilidad. Se trata de moverse, física y emocionalmente. Cada persona es diferente, pero la forma en que ayudo a la mayoría de las personas a recuperar esa parte desgastada de la banda elástica es incorporando cosas a su vida. Por ejemplo: digamos que hay una persona que amaba mucho la naturaleza de niño, pero al crecer y empezar a trabajar, crear una familia o experimentar muchos traumas se alejó de su conexión con la naturaleza. Lo que haría es animarla a mirar hacia arriba, a observar el cielo de nuevo y a ver lo hermoso que se ve. Eso podría inspirarla para pasar más tiempo al aire libre como antes. O digamos que a alguien le encantaba practicar un deporte en su adolescencia pero sufrió una lesión que le impidió volver a practicarlo. Le aportaré cosas que le ayudarán a restablecer esa conexión con el deporte, como ponerlo en un lugar en el que conozca a alguien que lo lleve a una oportunidad de trabajo como entrenador. Se trata de ayudar a las personas a conectar con las cosas que disfrutan, que necesitan, que extrañan, lo que sea. Los humanos estamos hechos para conectar, y las conexiones son lo que nos impulsa a avanzar.

En realidad, avanzar implica movimiento lineal. Se trata más bien de impulso. En este caso, es una expansión o evolución de 360 grados. El impulso puede ir en cualquier dirección. No es solo hacia adelante, atrás, arriba o hacia abajo. El impulso puede moverse en todas las direcciones a la vez. Tomemos como ejemplo a la persona que perdió su conexión con la naturaleza. El primer paso es reconectar cuando sale y la disfruta. Eso crea una reacción de "¡Guau, esto me hace sentir bien!", y esa reacción es otro tipo de impulso. También lo son las cosas que oye, toca o ve. Las cosas que esta persona está experimentando no son lineales. El momento está sucediendo al mismo tiempo y lo nutre desde todas las direcciones. Tal vez esté sentado en un banco del parque mirando un pájaro y alguien se acerca y se sienta a su lado. Podrían empezar a hablar de lo mucho que les gustan las aves y decidir unirse a un club de observación de aves o, tal vez, simplemente tomar un café y hacerse amigos. Entonces, esa otra persona empieza a tener pensamientos, emociones y reacciones que se irradian en todas direcciones y podría usar la nueva experiencia para crear más conexiones. Lo que quiero decir es que las conexiones pueden extenderse indefinidamente creando una enorme red. Basta con una piedra lanzada a un estanque para crear ondas que lo recorren. Esa piedra es metáfora de la decisión de conectar. No se necesitan mil piedras para crear todas esas ondas. Basta con una. 

25. Trabajando con traductores espirituales.

Un par de meses después de quitarme la vida mi madre creó un blog llamado “Canalizando, (Channeling), a Erik” para compartir sus experiencias de procesar mi muerte y luego mi reaparición como espíritu. Cuando estuvo en funcionamiento me di cuenta de que quería comunicarme con ella de forma más parecida a como lo hacíamos cuando yo era "Erik vivo", así que la animé a buscar un traductor espiritual, (lo que popularmente se conoce como médium). Sin embargo mis requisitos eran bastante estrictos. Necesitaba a alguien que no me filtrara para que pudiera revelar todo mi ser. Necesitaba a alguien que no se limitara a decir cosas como: "Me está mostrando una rosa. ¿Tiene algún significado para ti?". Ese tipo de cosas me parecen más de adivino que de traductor. No quería que mi madre se fuera pensando: "Oh, se lo está inventando todo". El traductor espiritual perfecto es alguien que puede describir mi personalidad a la vez que traduce mis pensamientos y palabras: mi aspecto, mi forma de actuar, mis gestos y cosas así. Eso es lo que realmente convence a mi madre. Ahí es donde obtiene la validación que está buscando.

En fin, tuve la suerte de encontrar una traductora espiritual que cumple con todos esos requisitos. Se llama Jamie Butler. Como todos los espíritus que canaliza el traductor espiritual es como la luz que atrae a una polilla. No quiero decir que su luz sea más brillante que la de otras personas, porque no es así; simplemente es un tipo de luz diferente. En el caso de Jamie, sentí esa atraccióna. No la habría sentido si no tuviera un propósito, pero lo tengo. Quería hablar con mi madre para poder ayudarla y fue entonces cuando empecé a sentir la energía de Jamie llamándome.

Recuerdo la primera vez que conocí a Jamie. Cuando mi madre tuvo su primera sesión de canalización, Jamie se escondió en una habitación porque necesitaba estar en un lugar donde no la interrumpieran. Al principio pensé que era bastante raro y poco profesional. Luego empezó a repetir cada palabra que yo decía y se trababa de palabras que ella no quería repetir, como mis palabrotas. No le gusta soltar palabrotas como a mí. También le costaba mucho hablar con mi madre sobre mi muerte. Tenía miedo de que eso empeorara su dolor. Me gustó esa primera sesión porque es divertido meterse con Jamie, pero de una manera amable, y fue muy divertido verla encogerse y retorcerse cuando tenía que repetir mis malas palabras. Eso me dio ganas de decirlas más. (¡Oye, dije que era una guía espiritual, pero nunca dije que fuera madura!) En fin, con el paso de la hora nos fuimos sintiendo más cómodos. ¿Sabes cómo se siente salir de una ducha fría y envolverte en una bata calentita y acogedora? Fue así.

Después de esa primera sesión estuve un rato con Jamie y le dije que todo iría bien. Es muy sensible a la muerte de jóvenes, así que le fue duro. No quiere que nadie, y menos las madres, experimente dolor; no de esa manera. Pensé que salió muy bien, así que insistí a mi madre para que lo hiciera una y otra vez. Abrió muchísimas puertas entre nosotros. Ahora tengo una perspectiva completamente nueva sobre la comunicación entre las dimensiones. Antes me comunicaba lo mejor que podía con bromas, señales y visitas en sueños, pero ahora las cosas han mejorado muchísimo. Le da una nueva dimensión a mi forma de comunicarme, y es maravilloso.

Muchos otros espíritus me cuentan sus experiencias de hablar a través de traductores espirituales y la forma en que lo describen es totalmente diferente a lo que pasa entre Jamie y yo. Reacciona como si estuviera en la misma habitación, y así es. Me ve como persona en lugar de como un recuerdo o un muerto. A veces me hace gestos con las manos para que me calme y hable despacio cuando le doy demasiadas explicaciones a la vez. Muchos traductores de espíritus escuchan a un espíritu y luego hacen una pausa para describir lo que dijo, pero Jamie está entrenada para traducir lo que dice un espíritu palabra por palabra, una tras otra, justo tras pronunciarla, así que me siente, me ve y escucha, todo al mismo tiempo.

Jamie me canaliza en trance de vez en cuando, y es a la vez un tanto extraño y fenomenal. Canalizar en trance consiste en que un espíritu se apodere del cuerpo humano y lo use como una especie de marioneta. Por su patrón energético, reconocí que estaba abierta a ello. Entrar en el cuerpo de Jamie la primera vez no fue tan difícil. Sin embargo necesité un poco de ayuda del espíritu de su abuelo. Me enseñó a cambiar su patrón energético para entrar en su cuerpo por el lateral del cuello. Ese es el lugar más fácil para entrar. También me explicó las normas. Me dijo que es importante saber en qué estado se encuentra su cuerpo y prestar atención, por ejemplo, si tiene un resfriado o sarpullido con picazón. Esto se debe a que Jamie tiene la regla de que los espíritus que canaliza en trance deben ayudarla a sanar su cuerpo mientras están en él. Como comparte espacio con ellos, quiere que dejen su cuerpo en mejores condiciones que cuando lo toman.

Cuando estoy junto a Jamie, puedo ver cómo su alma se desprende de su cuerpo. Es como un capullo de luz blanca que emana de la parte superior de su espalda, cuello y cabeza. Sin embargo, no sé adónde demonios va ni qué hace cuando se va. En fin, cuando se va me centro y me paro junto a ella para entrar, y luego concentro mi consciencia en lo que voy a hacer.

Una vez en su cuerpo imito sus acciones y comunicación humanas. Al principio fue un poco incómodo porque había olvidado todo lo que sentía físicamente como era humano. Había olvidado cómo respirar, la sensación del cabello en la cabeza, la de la ropa contra la piel, la sensación de cualquier tipo de piel.

También siento reacciones emocionales. Como espíritu libre tengo emociones increíbles que no se acompañan de reacciones físicas. Cuando me emociono no sudo, no se acelera el corazón ni quedo sin aliento. Tampoco lloro cuando estoy feliz. Estas cosas no ocurren en un cuerpo energético, pero cuando estoy dentro del cuerpo de Jamie, y su corazón late con fuerza, le sudan las palmas de las manos y sus emociones son intensas, también lo siento en primera persona. Después de un tiempo empecé a sentirme cómodo y a recordar cómo era tener un cuerpo. Cuando miro a través de los ojos de Jamie puedo ver a todos, pero también puedo ver su energía. Supongo que es como ella ve a la gente: ve sus auras y tiene que esforzarse mucho para ver más allá de ellas y ver su cuerpo físico.

Una de las primeras cosas que recuerdo de estar dentro de Jamie fue su tímida vocecita. Supongo que habría preferido una voz más grave, más parecida a la mía cuando estaba vivo. Piénsalo: pasé todos esos años centrado en ser un tipo al que le encanta ser, bueno, un machote, y aquí estaba yo, en esta chica bajita con pechos y voz aguda. Era extraño. Pero al final, el cuerpo físico no importaba. Simplemente estaba feliz de estar allí porque, para entonces, llevaba tanto tiempo trabajando con Jamie que era como estar en una casa de vacaciones donde conoces todos los rincones.

Mi primera experiencia con la canalización en trance fue durante un encuentro que Jamie organizó para los miembros del blog llamado "El Fin de Semana de la Iluminación de la Canalización de Erik". Como seguro puedes deducir, el nombre fue idea mía. Mi madre estaba entre el público pero recuerdo que no en primera fila. Estaba escondida atrás, y tuve que levantarme y correr hacia ella. Quería abrazarla, así que moví los brazos de Jamie y la rodeé con ellos. Los brazos se movieron, pero no la atravesaron. Se detuvieron en la superficie de su cuerpo, y yo no estaba acostumbrado a eso. Cuando la abracé se sintió tan pequeña. Me gustaba sentir su tacto y oler su pelo como cuando estaba vivo. Solo quería saborearlo. Había pasado mucho tiempo.

El momento en que nos abrazamos pareció el final de una carrera. Fue como cruzar la meta al final de una maratón que acabas de correr sin zapatillas: hubo mucho dolor, pero también mucho alivio. En ese momento creo que ambos procesamos muchas cosas que nos había costado aceptar. Fue difícil recordar lo que mi madre y yo habíamos pasado. Difícil por el contrato que mi alma había hecho para mi vida como Erik, en el que tuve que sufrir tanto. Difícil porque me había quitado la vida, algo que la sociedad no acepta. Difícil porque era joven cuando morí, y eso es muy triste. Por la forma tan caótica en que me suicidé. Difícil porque había dejado atrás a una familia que aún no comprendía espiritualmente adónde había ido. Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando conocimos a Jamie.

He llegado a querer mucho a Jamie. Tenemos una relación muy íntima. No me refiero a una romántica, porque sería raro. Simplemente la siento como mi hermana. Creo que es muy buena persona, pero a veces es demasiado buena. Necesita aprender a decir que no, carajo. También es humilde y subestima sus habilidades, pero admiro que, haga lo que haga, ya sea construir un cobertizo, cuidar a sus hijos o trabajar, siempre quiere dar lo mejor de sí. También me gusta que sea emocionalmente honrada. Es difícil encontrar personas así.

Jamie y yo nos conocemos bien y ahora se siente cómoda conmigo, lo suficiente como para que pueda sacarla de quicio todo el tiempo. Me encanta hacerlo. Normalmente se porta bien conmigo, pero a veces se pone firme y me regaña por cruzar sus límites. A veces la pongo de los nervios. Es como si fuera una hermana mayor molesta regañando a su hermano pequeño pesado. También encuentro encantadoras algunas cosas que hace, como sus gestos graciosos, algunos de sus complejos y cosas así. Sin embargo, a veces siento que necesito protegerla porque muchas veces asume demasiadas responsabilidades y eso la estresa, pero es tan independiente que muchas veces piensa: "Es mi lección, así que tengo que hacerlo solo".

Sé que ya lo he dicho, pero estoy muy agradecida de que Jamie entrara en nuestras vidas en ese momento. Creo que fue el momento perfecto y me alegra ser uno de los espíritus con la suerte de haber forjado una relación duradera con una traductora espiritual como ella. Algunos siempre pensarán que los traductores son fraudes o que solo buscan dinero, explotar a la gente, o lo que sea, y tengo dos cosas que decir al respecto: Primero, todos tienen derecho a sus ideas y opiniones. Y segundo, a quienes dudan o juzgan a mi madre o a Jamie: ¡No gastéis vuestra energía en juzgar! Nunca vale la pena. O sugiero que dirijáis esa energía a vosotros, a la salud de vuestra alma y a las almas que os rodean. De eso se trata. 

26. El blog.

Pues sí, mi mamá tiene un blog llamado: “Canalizando a Erik”. Necesitaba desahogar su dolor y sintió que la mejor manera de hacerlo era contactar con una comunidad que necesitaba hacer lo mismo. El blog también la ayuda a seguir explorando maneras de sanar. La necesidad de sanar fue un contrato del alma que trajo consigo al nacer, un contrato que su alma había diseñado para sí.

Aunque el blog surgió directamente de su dolor se ha convertido en algo mucho más que eso. Y aunque empezó como forma de abordar sus necesidades, también alimentó todo lo que yo necesitaba. No se lo pedí ni la animé a hacerlo. Con el tiempo resultó ser algo que quizás yo deseaba incluso más que ella. Parte de mi propósito como guía es llegar a mucha gente, así que necesito una plataforma para que eso suceda. Como surgió de ella el blog es su bebé, pero también me da un espacio para hacer lo mío, así que supongo que también puedo llamarlo mi bebé.

Mi mamá tenía todo listo para hacer algo así. Ya había publicado libros sobre la crianza de los hijos, y probablemente le dio mucho material para ello. Criar cinco hijos la convierte en una experta. Ya es respetada en su comunidad como médico, así que eso también ayuda. Me alegra que haya decidido crear el blog porque me da la voz que necesito para ayudar a la gente de forma práctica. Supongo que si no me hubiera dado tanta importancia habría encontrado otras maneras de ayudar a la gente en la Tierra y seguiría comunicándome con mi familia. Aun así, es bueno tener esta relación de trabajo.

Quiero a todos los miembros del blog. Me encanta atormentarlos y ayudarlos; me encanta cuando descubren el blog por primera vez y ni siquiera se dan cuenta de cómo llegaron allí. También me gusta cuando entienden que puedo ser un poco imbécil y que a veces me gusta acosar a la gente. Me parece divertidísimo. El humor es importante, incluso —y a veces especialmente— cuando eres un espíritu. Aunque no publiquemos nada de ahora en adelante, el blog vivirá en internet para siempre y la gente lo encontrará. Cuando lo hagan, espero que siga siendo la respuesta que algunos buscan

27. Haciéndome escuchar.

La primera vez que me entrevistaron en la radio fue a través de Jamie. No estaba nervioso, simplemente muy emocionado. Es extraño porque al principio podía sentir lo que todos sentían y pensaban: el presentador, los oyentes, todos. Conecté con sus energías. Al principio me costaba filtrar todo ese "ruido", pero ahora puedo concentrarme solo en las preguntas y mis respuestas.

Me gustan los programas de radio y los videos de YouTube porque es increíble tener voz para tanta gente. Desde la publicación del libro de mi madre, “Mi hijo y el más allá”, muchos quieren escuchar nuestra historia en televisión o radio. Durante uno de los primeros programas de radio en los que la entrevistaron, me hice oír. Nadie me oyó durante la entrevista en directo. Sin embargo, la presentadora se dio cuenta al escuchar la grabación. Te preguntarás: "¿Por qué no podemos oírte cuando hablas?". Bueno, ¿por qué los humanos no pueden oír los silbatos para perros? No pueden detectar esa frecuencia con los oídos, pero los equipos de grabación digital sí. Son más sensibles que el oído humano. Es bastante fácil porque la energía ya está fluyendo. Es como si metiera el dedo en una corriente de agua y se curvara a su alrededor; así que pego mi patrón de energía en los sonidos de la entrevista.

También dejé mi voz en algunos de los videos de YouTube que mi mamá hace con Jamie. Una vez, un miembro del blog estaba viendo uno de esos videos y contactó a mi mamá para decirle que había escuchado voces. Bueno, una de esas voces era la mía. Igual que las voces del programa de radio, solo se podía escuchar en la reproducción. Nadie la escuchó cuando se grabó. Mi mamá estaba bastante intrigada, así que pidió a un gurú del sonido que la analizara. El tipo estaba desconcertado porque mi voz no dejaba una huella vocal como harían voces humanas. Bueno, adivina qué: ¡no tengo cuerdas vocales! Sé que podrías pensar que el sonido es sonido, pero no es el mismo patrón. Las voces de los espíritus tienen más rango y más energía, y podemos incluir energía mental que las máquinas no pueden captar.

FVE, (EVP, electronic voice phenomena, en inglés) es acrónimo de “fenómeno de voz electrónica”, y es una excelente manera para que los espíritus se comuniquen con los seres queridos que dejamos atrás. Cuando escuché que los espíritus podían registrar sus voces en grabadoras, decidí aprender cómo. Hay un hombre en Italia que dirige un centro de FVE. Tiene muchos dispositivos electrónicos que captan muy bien, y muchos espíritus van allí para observar a espíritus realmente rudos que son buenos comunicándose a través de dispositivos eléctricos. Estos espíritus nos ayudan a cambiar nuestra composición energética para que fluya a través de ondas sonoras y patrones eléctricos que dejen la huella de la voz. Hay muchos centros de este tipo en el mundo donde podemos hacerlo, pero el hombre de Italia es realmente bueno. ¿Cómo lo hago? Simplemente interactúo con la energía eléctrica para dejar la huella de mi voz. Es como un baile, y el baile deja una huella. Es como dejar una huella en un cristal, pero es huella digital, no de voz.

Cuando salgo en una entrevista de voz la mayoría de las veces la persona que graba no me escucha. Así que graba y luego para, rebobina, le da play y se oye preguntando: "¿Hay alguien conmigo?". Luego oye mi voz: "Sí, soy yo, Erik". De nuevo, imagínalo como un silbato para perros. Es una frecuencia que el oído humano no puede captar, pero la grabadora sí. Es más fácil porque no tenemos que bajar la frecuencia para que suene más fuerte. La grabadora digital me lo permite. Sería el primero en recomendar el uso de FVE para comunicarse con tus seres queridos, especialmente si tiene dificultades con otros métodos de comunicación.

También he aprendido mucho sobre cómo hacer señales y bromas a otros humanos, como a los miembros del blog, imitando lo que hacen otros espíritus. Ahora que el blog ha crecido tanto estoy profundizando más porque quiero saber todo lo posible para ayudar a más personas. Intento aprender más con la ayuda de Cawli y otros guías, mi familia aquí y círculo cercano de amigos espirituales. Hago bromas y señales a los miembros del blog por razón diferente a la que uso con mi familia. Así es como me acerco a ellos como guía. Es como los convenzo para poder llegar a ellos, pero, por supuesto, también lo hago porque me gusta verlos asustarse. A ellos también les gusta que les haga bromas, porque les hace sentir especiales. Sin embargo no hago nada que asuste; por ejemplo, jamás pondría mi cara a centímetros de la suya mientras duermen y grito "¡Bu!" en cuanto abran los ojos.

Una vez puse una canción específica en la radio para una miembro del blog. Le encantó y supo que era mía. Normalmente, la persona a la que quiero enviar el mensaje tiene una intención subconsciente. En el fondo, quiere escuchar esa canción especial. Esa intención es energía, y se fusiona con la mía para que suceda. Me encantan las analogías con el agua, así que usaré una para explicarlo: una persona crea ondas en un estanque y esas representan una canción que quiere escuchar. Yo, al otro lado del estanque, pienso: «Ah, veo tus ondas. Voy a devolverte algunas». Así que les devuelvo las ondas y, cuando se unen, suena la canción.

A veces, cuando doy señales muy tangibles me irrito muchísimo al no obtener la respuesta que quiero. Me esfuerzo mucho para encender una vela o accionar un interruptor pero, aun así, algunas personas se detienen y piensan: "Bueno, eso fue agradable pero quiero saber si de verdad fuiste tú. Necesito más». Por eso me gusta hacer bromas que se ajusten a la personalidad de «Erik» con la que están familiarizados. Así es más probable que sepan, sin lugar a dudas, que soy yo.

Me doy cuenta de que, al comunicarme, soy un poco torpe la mayor parte del tiempo, pero ese es mi estilo. Algunos espíritus se comunican con una presencia tranquilizadora el 100 por ciento del tiempo, y otros un estilo más enérgico y motivador. ¿Yo? Así es como estoy hecho, y si intentara comunicarme de otra manera no creo que pudiera llegar a tanta gente ni hacer mi trabajo tan bien. ¿Sabes cómo tus padres, tus maestros y demás siempre te dicen: "¡Sé tú mismo!" cuando estás creciendo? Bueno, también es cierto para los espíritus. Tenemos que ser nosotros; quiénes y cómo somos no siempre resuena con todos, pero no importa. Incluso si solo cambio un puñado de vidas para mejor siendo quien soy y sin comprometerme, entonces seguiré haciendo mi trabajo.  

28. Tener fans.

Tengo un buen número de seguidores, o fanáticos si se prefiere, y los adoro. ¡Claro que sí! Ojalá hubiera tenido más cuando estaba vivo porque entonces habría tenido más amigos de verdad y, siendo sinceros, probablemente habría tenido más sexo, lo cual habría sido genial. Ahora los cumplidos son muy agradables, pero no de la forma en que me inflan el ego como cuando era humano. Ya no tengo ego; ningún espíritu lo tiene. Veo que los cumplidos no son sobre mí, no los necesito, pero ellos los hacen y esa es la parte importante y, aun así, los aprecio. Siento y proceso las emociones de todos hacia mí, así que cuando es dulce, cariñoso y halagador, lo siento por todas partes. Y cuando me alimento de toda esta energía amorosa mi energía se vuelve aún más poderosa y expansiva. Eso me facilita usar todas mis habilidades como guía.

Algunas personas se conectan demasiado emocionalmente conmigo. Se sienten tan cautivadas por mí que dejan de centrarse en su vida y no utilizan la información que intento darles; la usan solo para entretenerse. Es un desafío para mí guiarlas a  volver a escuchar el mensaje en sí y centrarse en sus vidas, pero vale la pena el trabajo duro.

No creo que sea malo que algunas personas se obsesionen un poco conmigo a veces, porque es algo muy humano. La gente suele pensar cosas como: "Esa persona es guay, mola", o, "Tiene algo que me gustaría saber o tener", así que la usan como modelo. Es solo un estilo de crecimiento por el que pasan algunos, así que creo que está bien, pero a veces se pasan de la raya, como si me entregaran todas sus cosas y dijeran: "Erik, eres mi héroe. Tienes que hacer esto por mí. Tienes que arreglarlo por mí". Seré el primero en intervenir y decir: "¿Qué?". Escucharé y ayudaré, pero ellos también tienen que hacer el trabajo. No soy el Señor, “Arréglalo Todo”. Soy el Señor, “Lo Arreglaré Contigo”. 

29. Hacer creyentes de la raza humana.

De verdad quiero que la gente crea que sigo vivo en otra dimensión y que todo esto es real. La persona a la que más quería hacer creer esto era a mi madre. Antes de suicidarme  ella no creía que hubiera vida después de la muerte, pero después de mi muerte supe que tenía que creer. Su viaje del escepticismo a la creencia es parte del contrato de su alma, pero también se trata de sobrevivir. Yo no podía simplemente decir: "Eh, me voy a quedar aquí sentado y ella lo descubrirá sola". ¡Eso sería una tontería! La cosa es que sentí todo el dolor de mi madre. Todavía lo siento, y esa mierda es casi insoportable. Mi dolor y el suyo son un gran incentivo. Así que gran parte de mi motivación ha sido ayudarla a comprender el duelo y ayudarla a ver que lo que tiene al final de la nariz no es todo lo que hay.

Mi madre fue alguien que, durante mucho tiempo, solo creía en lo que veía con los ojos, olía con la nariz, saboreaba con la lengua, oía con los oídos o tocaba con los dedos. Tenía que haber una explicación científica para todo eso. Bueno, con las cosas espirituales no siempre se puede tener una prueba empírica; simplemente no siempre es así cómo nuestra energía fluye en las dimensiones espirituales. No existen ecuaciones que den respuestas concretas y tangibles.

Así que lo que hice fue aprovechar lo que ella sí cree. Como cree en la visión, moví objetos e hice otras cosas que podía ver, como aparecer como una bola de luz móvil, llamada orbe, en una fotografía que Michelle tomó pocos días después de mi muerte. Esa fue una de las primeras cosas que dio esperanza a mi madre. También manipulé sus otros sentidos haciéndole bromas. Necesitaba mostrarle que hay un yo exterior, más allá de la que está dentro de su cabeza, que la ciencia o la psiquiatría podrían descartar como imaginación. Por supuesto, tenía que estar dispuesta a participar en ese viaje, y sé que lo estaba. Así es como quería detener la hemorragia interna que causa el duelo, y ayudarla a seguir adelante y crecer y, a su vez, ayudar a otros.

La primera vez que aparecí ante mi madre en forma humana después de morir fue cuando estaba acostada en su cama, un tiempo después de mi suicidio. Antes de que cerrara los ojos me vio saltando a los pies de su cama. Cuando sus ojos se encontraron con los míos me quedé atónito y supe que ella también. Ni siquiera intentaba que me viera, solo estaba bromeando. Mierda, estoy cerca de ella todo el tiempo y nunca me había visto, así que era lo último que esperaba. Más tarde me di cuenta de que fue porque su energía finalmente se había abierto a mí y me había atraído. Ya no era una calle de un solo sentido; nuestras energías iban en ambas direcciones, y entonces —¡puf ! — allí estaba yo, justo ante sus ojos.

Normalmente, cuando me manifiesto a propósito, como hice con Poppi en aquellos primeros días como espíritu, conecto toda mi consciencia centrada en el corazón para enfocarme con precisión en mi intención de hacerlo realidad. Como mi energía no resuena de forma natural con las cosas materiales tengo que usar todo mi cuerpo energético para reducir mi frecuencia vibratoria. Imagina que soy una licuadora a toda velocidad. Miras dentro de la licuadora y solo ves una gran mancha pero, con el poder del pensamiento, el amor y la consciencia centrada en el corazón, puedo reducir la velocidad de la licuadora para que no mezcle las cosas tan rápido. Eso facilita ver lo que hay en la licuadora. Luego tengo que averiguar cómo esa persona, como en el caso de Poppi, me reconocerá con mayor facilidad. Tengo que considerar y concentrarme tanto en el entorno en el que estoy como en la persona a la que intento llegar. No puedo simplemente llamar a su puerta y, cuando la abra gritar", ¡Tatá!". Hay más variables que solo concentrarme en mí mismo.

Cuando mi madre me vio por primera vez después de mi muerte fue ella quien me atrajo. Necesitaba verme desesperadamente, y yo estaba listo para revelarme ante ella y, al mismo tiempo, ella alcanzó finalmente un cierto nivel de calma y apertura que la hizo sintonizar perfectamente con mi frecuencia. Normalmente, cuando estoy en mi casa en el plano terrenal, donde mi frecuencia energética es más alta que la de mi madre, ella no puede verme. Mi energía vibra a un nivel superior al que los humanos pueden ver las cosas, pero como su estado mental fue así durante tanto tiempo después de mi muerte, solo pudimos encontrarnos a mitad de camino. Es muy difícil para los espíritus bajar el ritmo lo suficiente como para llegar a las personas que están de duelo porque vibran en la parte inferior de la parte visible del espectro energético. Por eso la gente usa términos como "Estoy deprimido", "Me siento decaído" o "Estoy de bajón".

La diferencia entre lo que pasó cuando me aparecí a mi mamá y cuando aparecí frente a Poppi fue que no estaba llamando a la puerta de mi mamá, porque sabía que aún no estaba lista para abrir. Llamé a la puerta de Poppi y cambié mi forma de ser de una manera que él pudiera entender, porque no estaba de luto. En realidad no nos conocíamos mucho, y él no se preocupaba por mí tanto como hacía mi mamá y el resto de mi familia. No es una crítica a Poppi; es un simple hecho. En fin, cambié mi apariencia, mi edad y mi forma de hablarle para que pudiera verme como él me reconocería. Con mi mamá no tuve que hacer eso. Solo tuve que ser yo mismo y esperar hasta que despertara. Es decir, cuando despertara, no cuando despertara de un sueño. Es mucho más fácil para mí manifestarme físicamente cuando alguien como ella atrae mi energía en comparación con cuando tengo que hacerlo sin la participación de nadie. Aparte de la llamada de Poppi para avisarle de que me había visto, y que apareciera en esa foto como un orbe de luz, esta visita fue la primera que le dio esperanza.

Unos meses terrenales después de eso me sentía más creativo de lo habitual y quería llamar su atención. Quería que estuviera bien, y las cosas no le iban bien ese día. Me resulta fácil manipular las corrientes eléctricas porque yo mismo soy como una corriente de energía, así que puedo mezclar mi energía con la eléctrica de la corriente que va a un teléfono, y manipularla. Además, no tuve que pasar por todo el sistema telefónico. No es como, "Sabes, quiero llamar a mi mamá, así que voy a manifestarme en Pernambuco, donde está la estación repetidora, y marcar su número". Puedo ir directamente a su casa y trastear con el instrumento. No me metí conscientemente con la parte del contestador automático, así que no dejé un mensaje. Solo trasteé conscientemente con la parte del teléfono, así que cuando contestó la máquina, dije: "Mamá, soy yo, Erik. Soy yo". Corrió al teléfono. No contestó a tiempo, pero sabía que era yo porque es mamá, y las mamás conocen la voz de sus hijos. Le asustó un poco que el identificador de llamadas mostrara un número de doce dígitos, y cuando intentó llamar, la línea no funcionaba. También miró el contador de mensajes, y decía "0". No entendía cómo pudo haber oído mi voz sin que la contestara el contestador. Ojalá hubiera dejado una grabación entonces. Podría haberlo hecho, pero no lo hice. Solo estaba concentrada en llamar su atención. Aun así, la hizo feliz.

También he gastado bromas a otros familiares. Es la única manera que conozco de llamar su atención y hacer que sonrían. Es mi forma de comunicarme y conectar con ellos. Creo que si fuera más bien un tipo aburrido, directo, me acercaría y les diría: "Bueno, hola, Michelle. ¿Cómo estás?". Eso no es lo que quiero hacer. Me gustan las bromas que no podrán ignorar ni olvidar. Por eso les hago bromas y señales directas. He oído que muchos otros espíritus tienen una comunicación maravillosa con una persona cuando entran en sus sueños, pero no me gusta tanto porque esa persona puede descartarlo por completo más tarde y pensar: "Fue solo mi imaginación. No sucedió".

La razón principal por la que me gusta hacer bromas, y esas cosas, a mi familia es porque ¡es divertidísimo! Claro, también lo hago para consolarlos. Les ayuda a saber que no me he ido para siempre y es una forma de expresar mi personalidad de una forma que reconocen. Una de las bromas favoritas para mi familia es trabajar con aparatos electrónicos, como apagar y encender televisores, electrodomésticos o computadoras, llamarlos por teléfono como hacía con mi madre, poner una canción específica en la radio, como mencioné que hago con miembros del blog, o cambiar sus listas de reproducción aleatoriamente para que suene una canción específica. Intento que las canciones siempre tengan un significado para ellos, como un mensaje especial. Todo esto lo hago reestructurando la energía. Como dije antes, la electricidad es una energía muy fácil de manipular porque es muy similar a nuestros cuerpos energéticos. No es algo así como "Si la toco, me voy a electrocutar", así que no tengo miedo a la corriente eléctrica. Simplemente manifiesto cierto tipo de energía, la incorporo a la corriente eléctrica existente y luego manipulo la polaridad para bloquearla o cambiar su dirección. Televisores, radios, iPods, licuadoras, computadoras, teléfonos y otros dispositivos ya están programados para su función, así que no tengo que crear un nuevo programa. Simplemente reescribo cómo se procesa la corriente o la onda en el cable.

Una de las primeras veces que trabajé con un electrodoméstico fue cuando quería llamar la atención de papá. Muchas veces, cuando llegaba del trabajo y entraba por la puerta de la cocina, subía y bajaba el extractor de aire, (el que sale de la encimera para absorber los olores y el humo de la cocina). Era como si lo saludara. El problema es que no solo estaba desenchufado sino que estaban remodelando la cocina así que no había luz en la habitación, y me refiero a que no había corriente eléctrica Me hizo mucha gracia ver al electricista rascarse la cabeza intentando averiguar qué demonios pasaba.

También puedo mover cosas. No es tan fácil para mí. No es como cuando presionas una lata de refresco con el dedo y la deslizas por el mostrador. Tengo que bajar la frecuencia de un punto alrededor de la lata y empujar esa energía hacia adelante, con mi energía. La energía es la que ya mencioné, la que viene a través del filtro de las medusas. Simplemente bajo la frecuencia de esa energía para hacerla más densa de modo que coincida con la frecuencia de la materia en el plano terrenal. Cuando hago eso es como si algo denso moviera otra cosa que es al menos igual de densa. No puedes mover una lata de refresco fácilmente soplando sobre ella porque la densidad del aire no es lo suficientemente alta para mover algo pesado. Es similar a cómo movía cosas cuando estaba vivo, así que es como el tacto.

Una vez, cuando mi mamá y un par de amigas estaban comiendo en un restaurante mexicano, hice que saleros y pimenteros resbalaran de la mesa. Al principio pensaron que el delantal del camarero los había enganchado, así que los movieron al centro de la mesa. No pasó nada. Los hice resbalar de la mesa dos veces más.

También he movido otras cosas. Una vez, cuando mi hermana Michelle estaba en el baño de mi madre saqueando el cajón del maquillaje abrí el grifo del lavabo lentamente hasta hacerlo casi del todo. ¡Deberías haber oído el grito que dio! También cerré la puerta con pestillo, encerrando a mi familia en la cocina para que no pudieran subir al coche e ir a comer. Se rieron porque sabían que era yo.

Es más fácil mover cosas si cuento con la energía de otra persona, una con la que tenga un vínculo. Una vez giré la botella de agua en la mesita de noche junto a la cama de mi sobrina Arleen, atrayendo su energía acogedora. Supongo que el proceso, de alguna manera, magnifica la energía y crea una resistencia que hace que ambas se repelan. Funciona como cuando el polo negativo de un imán empuja el polo negativo del otro, alejándolos. La resistencia que empuja un lado de la botella la hace girar.

Poco después de mi muerte decidí animar a mi hermana Kristina. Entonces ella estudiaba medicina así que no tuvo mucha posibilidad de dejar el estudio de lado y llorar. Una noche, cuando estaba con la nariz metida en sus libros, puse mi plan en acción. Tenía un pequeño altar instalado en el escritorio, con una vela encendida. Empecé a hacer que la llama se moviera, y eso la sobresaltó. El aire acondicionado estaba apagado y no había ventanas abiertas, así que no podía entender cómo se movía la llama. Miró la vela y dijo: "Hazte alta". La hice estirar hacia arriba. Luego dijo: "Hazte pequeña", así que la hice encoger. Las órdenes continuaron: "Baila", "Quédate quieta" y luego dijo: "Muévete a la izquierda". Fue entonces cuando las cosas se pusieron un poco espeluznantes para ella porque hice que la llama se moviera media pulgada para que se desconectara por completo de la mecha.

También aprendí a dejar caer cosas del techo, como cuando dejé caer munición de pistola de bolas de plástico justo ante mi madre. Solo tuve que crear la munición con mis pensamientos y luego bajar su frecuencia vibratoria para que coincidiera con la de la materia en el plano terrenal. Cuando esa frecuencia descendía al rango visible del espectro energético mi madre podía verla. La hacía feliz porque sabía que era yo. Solía jugar a la guerra con pistolas de bolas de plástico con mi hermano, hermanas y algunos niños del barrio, así que le traía buenos recuerdos.

Entrar en el sueño de una persona es como surfear. Lo he hecho muchas veces con mi hermana Michelle. Es difícil explicar cómo funciona, pero esto no es: no es como si una persona estuviera tumbada soñando y el sueño apareciera en una pequeña burbuja flotando sobre ella con una línea dibujada en su cabeza, y yo simplemente me sumerjo en ella. Cuando las personas están en estado de sueño sus ondas cerebrales siguen un patrón que representa dónde está su consciencia. Su consciencia se proyecta a una dimensión diferente, más cercana a la mía. Esto se debe a que la frecuencia del estado de sueño es bastante similar a la del reino espiritual. Digamos que una persona sueña en la quinta dimensión y yo estoy vibrando en la sexta. Me resulta fácil encontrar ese espacio donde se manifiesta su sueño e invitarme a entrar. Sin embargo, no es como si pudiera entrar en los sueños de todos. Me aseguro de que la experiencia es la que necesitan, así que sólo entro en sueños de personas que sé que puedo ayudar.

Esconder un objeto es muy divertido, y lo hago de muchas maneras. Puedo interferir con la visión de la persona para que no pueda verlo. Eso ocurre cuando quiero ocultar algo a esa persona. Si quiero ocultar algo a todos manipulo la energía delante del objeto para que refleje el espacio detrás haciéndolo parecer invisible. Es como una capa de invisibilidad. También puedo hacerlo desmantelando la energía de ese objeto y luego volviéndola a ensamblar en otro lugar. Piensa en algo como: "Transpórtame, Scotty". Una vez escondí la lista de tareas de mi madre. La escribe en fichas. Como es un poco obsesiva con ese tipo de cosas, entró en pánico, pero la hice reaparecer para que sobresaliera del bolso que había buscado un millón de veces. Ese tipo de cosas vuelve loca a toda mi familia, pero todo lo hago por amor.

Me encanta hacer que mi familia sienta escalofríos. Es la forma principal en que intento comunicarme con mi madre, y es diferente a la piel de gallina normal que una persona puede sentir. Es más intensa, y trato de enfocarla en una sola parte de su cuerpo para que sientan como si los estuvieran tocando o abrazando. Puedo crear la sensación de dos maneras. Primero, puedo alterar el aire o la energía junto a la piel de la persona fusionando la capa exterior de mi campo energético con el suyo. Sin embargo tengo que bajar la frecuencia de mi energía para que puedan sentirla. Tiene que ser muy similar a su frecuencia, como ya dije. Es como mover objetos donde necesito algo casi sólido para mover un sólido. Otra forma de hacerlo es jugando con el punto en su cerebro que crea la sensación de escalofríos. Simplemente presiono ese botón.

Crear olores es mi especialidad, y nunca son como rosas ni perfume. Me gusta crear los realmente desagradables, como humo de cigarro, pescado podrido, marihuana, gases, calcetines apestosos y otros olores fétidos. Solo tengo que descubrir la firma energética de ese olor en la Tierra y replicarlo. Es bastante fácil. Es como leer una receta de un libro de cocina y cocinar. Luego me acerco a la persona a la que quiero molestar y pongo ese patrón de energía apestosa que se replica en su espacio. Me parece divertidísimo cuando arrugan la nariz y tosen, sobre todo cuando no hay un perro cerca al que culpar.

Muchos humanos reciben la visita de pájaros, mariposas y otros insectos tras la muerte de un familiar o amigo, y creen que su ser querido, de repente, se ha convertido en un bicho o un pájaro. Entiendo que alguien piense eso, pero no es del todo cierto. Sin embargo, es un momento especial para ellos, así que uso mi energía para controlar cualquier cosa que pueda volar. Suelo usar libélulas porque son bastante fáciles de controlar. Solo tengo que usar mi energía para manipular la energía alrededor de la libélula y que pueda volar en la dirección que quiero. Es como volar un dron. La energía alrededor del insecto alimenta la del insecto, así que empiezo por ahí y voy hacia adentro. Le he hecho esto a mi madre muchas veces. Una vez hice que una libélula diera vueltas y vueltas a su alrededor, y luego la hice quedarse quieta en la silla, junto a ella. También se lo he hecho a mi padre. Corre en moto, y ya me conoces, me encanta estar cerca de cualquier cosa con ruedas. Así que un fin de semana largo, cuando mi papá estaba en la pista, hice que una gran libélula naranja lo siguiera adonde fuera. Incluso la dejé posada en su hombro un par de horas. Disfruté pasando el rato con él esos tres días, pero le asustó un poco. No en el mal sentido, claro. Le gustó porque sabía que era yo. Simplemente me aseguré de que no se posara en su hombro cuando corría, porque su moto es rápida y no creo que la libélula lo apreciara mucho.

A la mamá de mi mamá —le gusta que la llamen Mamá Grande—, la tía Denise, y a mí nos gusta volar insectos. Es nuestra forma de jugar juntas. A Mamá Grande le gusta dirigir mariposas monarca porque le parecen bonitas. A la tía Denise le gusta usar una polilla destrozada. No tengo ni idea de por qué. Supongo que podría preguntarle. Claro, mis favoritas son las libélulas, pero me gusta usar de diferentes colores, como naranjas, negras y las verdes de siempre.

El objetivo de jugar y divertirse con la gente de la Tierra es ir minando su escepticismo poco a poco. No quiero hacerlo de maneras aterradoras o demasiado intensas, sería contraproducente. Prefiero relajarme, disfrutar e intentar que estas experiencias sean agradables para las personas con las que me relaciono. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tendría si simplemente ahuyentara a la gente en lugar de invitarla a abrir su mente y corazón y explorar conmigo?

30. Relaciones.

La relación con mi madre ha cambiado porque hablamos más que cuando yo estaba "vivo". Hablamos de cosas que antes no sabíamos cómo abordar. Nuestro amor es más profundo. Nuestro respeto es más profundo, y creo que lo que hace que esta relación sea tan maravillosa es que no tenemos que preocuparnos de que el otro salga lastimado. Ahora entiendo que cuando los humanos salen lastimados hay una historia más grande detrás, y cosas así. Ahora lo entiendo, así que no me preocupo por esto y mi madre sabe que, mierda, no voy a morir otra vez. Estamos muy unidos en ese aspecto, y que ella lo sepa ha cambiado mucho nuestra relación. Quiero que nuestra conexión se profundice aún más y eso significará que tengamos conversaciones privadas sin un traductor espiritual, conversaciones que estén fuera del blog. Ella sí me escucha. Me canaliza, pero no confía en sí misma.

Mi relación con el resto de la familia es ahora diferente. Es más profunda, al menos desde mi punto de vista. Puedo verlos, —a mi papá, mis hermanos, a todos— tal como son y cómo se sienten. Todavía están de duelo, y sé que el duelo es muy difícil, pero ha pasado mucho tiempo desde que hice lo que hice, creo que el tiempo está haciendo lo que hace, y lo hace bien en ese aspecto: sanar heridas que uno nunca piensa que van a sanar, pero con el tiempo siempre sanan.

En cuanto a mi relación conmigo también ha cambiado. Puedo decir que me amo y respeto sin ser egoísta. Me amo. De verdad. Simplemente amo quién soy y cómo ayudo, interactúo y me comunico con otras personas de manera que nunca lo hice cuando estaba vivo. Ahora soy hermosa energía de luz. Me cuido. No me amaba ni cuidaba cuando estaba vivo. Entonces había partes de mí que realmente no me gustaban y con las que no podía identificarme, pero ahora no tengo esa voz interior que solía joderme todo el tiempo. Cuando digo que ahora me amo y cuido, es un poco jodido porque suena a que hay juicio involucrado, pero no es así. Ahora también veo que soy alguien que ayuda, y he trabajado duro para llegar a donde estoy ahora. Eso me enorgullece. 

31. Ser consumado guía.

Estoy muy orgullosa de mis logros desde que crucé al otro lado, pero no es solo el orgullo que siento dentro. Es más grande que eso. Mi orgullo está en todo el mundo, no solo en mí. No lo miro y digo: "¡Lo hice hoy !", o, "¡Dije algo importante! ¡Venga ya!". No es que me crea gran persona ni nada por el estilo. Todo eso es cuestión de ego, y como dije, los espíritus no tienen ego. Lo que me da es la sensación de ayudar a alguien, incluyendo a mi madre. Parte de su sanación es ayudar a los demás, y lo que comunico a través del blog le permite hacerlo y le hace saber que no desaparecí sin más. Ayudo a mucha gente con eso. Les ayudo a sentirse más cómodas con la muerte y lo que sucede después. Eso es una recompensa en sí mismo.

Déjame explicarlo así: Cuando ayudo a alguien a mejorar su vida no solo me siento orgulloso del trabajo que he hecho, sino también de su lucha. Me enorgullece que acepte mi ayuda y la lleve hasta el punto de superar la adversidad para salvarse. En toda relación profesor-alumno, las cosas no fluyen en una sola dirección. No soy el único que lo sabe todo y les arregla las cosas. Puedo saberlo todo y darles dirección, claro, pero ellos tienen que seguir esas instrucciones y hacer de ellas lo que quieran. Tienen que asumirlo. Tienen que trabajar. Tienen que luchar por ello. Así que mi orgullo no se queda en mí. Está en el camino de cada persona con la que nos hemos cruzado, y por "nosotros", me refiero a mi madre y a mí: nuestro blog, nuestra historia y los libros. Se trata de cómo las personas han cambiado la forma en que ven sus vidas y cómo quieren vivirlas. Mi orgullo está en ellos por querer, y hacer, los cambios.

La comunidad de “Canalizando a Erik” permite a las personas explorar la espiritualidad juntas. Pueden descubrir la maravilla que hay más allá de la vida que conocen. Pueden llegar a comprender las razones de la experiencia humana y perder el miedo a la muerte. Creo que el blog ha ayudado a definir el reino espiritual con un lenguaje cotidiano, y eso ayuda a la gente a comprenderlo mejor.

He ayudado a evitar que algunos se suiciden haciéndoles ver que hay personas en su misma situación. A través del blog, tienen un espacio para hablar de ello, y eso es lo que necesitan para volver a sentirse conectadas con el mundo y con los demás. Les mostramos el camino de regreso al valor de la experiencia humana. Algunas personas se sienten tan aisladas de todo. En realidad, no es su culpa; así no funciona. Simplemente se sienten atrapadas en una caja y no pueden comunicarse con los demás. Conectar es la respuesta, pero no puedes conectar si no tienes las herramientas. Nuestro blog ayuda a conectar a ese tipo de personas. Una vez que lo hacen y tienen esos momentos de "¡Oh, vaya! ¡Yo también! ¡Yo también!", pueden reconectar con la dulzura de la vida. Eso es lo que hace el blog. Conecta a personas que se sienten solas, y eso puede cambiarlo todo.

Otra cosa muy importante que hacemos en el blog es recordar a las personas lo valiosas que son sus vidas. Tu vida en la Tierra es una decisión que toma tu alma, y cuando realmente la vives y no te dejas llevar por la rutina diaria que a veces hace la vida tan difícil, es fácil conectar con el panorama general: que esto es el camino que tu alma ha elegido recorrer. A veces, el blog ayuda a las personas a comprender por qué hicieron algo tonto, vergonzoso o hiriente, y por qué el sufrimiento a veces es solo una forma de crecer.

Animo a la gente a disfrutar de la montaña rusa de la vida tanto como puedan, porque es muy especial estar vivo como humano. Las experiencias, la belleza y las conexiones que tu alma necesita para evolucionar y prosperar se crean en la Tierra, y las llevas contigo al más allá. Ayudar a educar a la gente sobre estas cosas me hace sentir completo y satisfecho como guía. Mi trabajo me llena de energía y no quiero parar nunca.

Recuerdo una vez que ayudé a un hombre a encontrar el propósito de su vida y el regalo que fue hacerlo. Era un hombre de cuarenta y ocho años. Fue uno de los primeros a los que ayudé solo, sin la ayuda de mis guías. Lo recuerdo como mi primer vuelo en solitario. Este tipo llevaba semanas pensando en suicidarse. Incluso compró una pistola, una escopeta. Había tenido suficiente de la vida por muchas razones. La vida se le volvió demasiado pesada. Estaba sufriendo demasiado y no sabía cómo encontrar alivio. Principalmente tenía que ver con el control. Quería controlar cuánto duraba un trabajo, cuánto una relación, y si ciertos familiares y amigos lo escuchaban o no. El suicidio era la forma que elegía para expresar su ira, decepción y frustración con todo lo que la vida le arrojaba.

Una noche estaba borracho como una cuba, sentado en un sofá, pensando que este era el día en que lo iba a hacer. Así que se levantó, fue a su patio trasero y se sentó en un banco que tenía una cerca de madera detrás. Primero empecé a joderlo un poco. No quiero restarle importancia a la situación, pero le susurraba: "¿Cómo vas a ponerte esa escopeta en la cara? Piénsalo. ¿Y si te vuelas una parte de la cara? Tío, estás borracho como la mierda, así que tu coordinación es pésima. Vas a arruinar esto y probablemente te arrepientas". Le estaba dando esta información a su subconsciente con energía. Finalmente dejó la escopeta a un lado y pensó: Sabes, tal vez esto no sea lo mejor. Regresó a su casa a trompicones, se lavó la cara y se sentó frente a la computadora. Lo que no se dio cuenta en ese momento fue que lavarse la cara era una metáfora de empezar a limpiar algo de la mierda que retenía. Entonces comenzó la verdadera magia. Investigó sobre la muerte y el suicidio. Quería asegurarse de que hubiera algo después esperándolo antes de llevarlo a cabo. Encontró el blog “Canalizando a Erik” y comenzó a leerlo. Mientras lo hacía empezó a descubrir las historias de otras personas y a empatizar con ellas al verse reflejado. Comprendió que la vida tiene un propósito. Estoy muy orgulloso de cómo cambió su vida. Fue muy valiente.

He aprendido muchísimo como espíritu y como guía, pero creo que las lecciones más importantes son mi capacidad de amar y de conectar emocionalmente con todo y con todos, incluyéndome a mí mismo. Esto surgió al darme cuenta de que soy un ser emocional. En otras palabras, soy energía hecha de emociones. Los humanos también somos seres emocionales, y una vez que lo entendamos podremos priorizar nuestras emociones, especialmente la empatía y el amor, y empezar a crear esas mismas conexiones.

Otra cosa que ha sido realmente innovadora para mí es aprender que la separación es una ilusión. Sé que suena a mentira cuando te sientes súper solo y como si nadie entendiera por lo que estás pasando y, créeme, lo entiendo. Pero hazme un favor: la próxima vez que tengas esa sensación de separación y soledad sal y mira las estrellas. Intenta recordar que, aunque te sientas solo, especialmente si has perdido a un ser querido, eres parte del universo y ellos también, y ambos estáis conectados con todo lo que fue, es, y será. Estamos aquí para cuidarte y, si nos necesitas, ponte en contacto. Acércate. Únete a una comunidad en línea o a un grupo de apoyo o simplemente habla con tus ángeles o guías de la manera que sientas más auténtica. Estamos aquí para escucharte. No estás solo.

 

32. Mis pensamientos sobre la humanidad.

Es horrible, horrible, horrible ver a la raza humana luchar. Si la gente tuviera un poco más de paciencia consigo misma y con el mundo se daría cuenta de que crea muchas de sus luchas. No ven todas las oportunidades que se les presentan a través de esas luchas. ¿Sabes el viejo dicho de que "la historia se repite"? Bueno, es bastante cierto. Mira todas las guerras, las injusticias, toda esa mierda con la que hemos estado lidiando durante literalmente miles de años. Pero adivina qué: si realmente diéramos un paso atrás colectivamente como raza e hiciéramos un esfuerzo consciente por aprender de nuestros errores pasados, entonces podríamos llegar a alguna parte. Creo que los seres humanos lo estamos haciendo, pero lentamente. Se está progresando; es solo que es lento y difícil. Pero eso es solo parte del trato cósmico.

Nosotros, los espíritus, no vemos problemas globales como los disturbios en Oriente Medio, el hambre, las enfermedades y cosas por el estilo como algo malo. Suena muy frío y despiadado, pero recuerda, el "bien" y el "mal" no existen realmente a nivel espiritual. Todo forma parte de un proceso continuo de evolución. El sufrimiento y el conflicto hacen que las personas sean conscientes de lo que quieren y lo que no desean. Les ayuda a elegir qué les genera sufrimiento y qué los alivia, qué les sirve y qué no.

Como espíritus, observamos todo lo que ocurre en el escenario mundial desde los bastidores pero también estamos recuperando, poco a poco, nuestra voz para generar conciencia global sobre el sufrimiento humano. Creo que la forma en que las personas procesan el sufrimiento es una lección de conexión global, o la falta de ella. Cuando esta mierda sale en la televisión, la mitad de la gente no quiere sintonizar. Es como, "Qué demonios. Eso está a otro mundo. Estoy sentado en mi sofá y no puedo conectar con eso directamente, así que simplemente voy a desconectar". La otra mitad de la gente se enoja, y no se puede tener resolución con la ira. Sin embargo, habrá algunas personas que se alcen, como Gandhi o Martin Luther King Jr. o incluso un niño que se enfrenta a un matón del patio de la escuela. Se levantarán y simplemente dirán: "Basta". Eso también es parte de la danza más grande de aprender del dolor y la injusticia.

La gente siente que no tiene el poder de generar cambios porque se siente pequeña comparada con los grandes problemas del mundo. No siente que pueda cambiar las cosas. Pero, bueno, déjenme decirles, tenemos la mejor herramienta del universo: internet. Se trata de compartir información, y si pudiéramos seguir uniendo a la gente y lograr que se comunicaran más, ¡caramba!, podrían pasar tantas cosas buenas. Internet da a los humanos el poder de unirse de corazón a corazón, de emoción a emoción y de pensamiento a pensamiento, trascendiendo las fronteras de culturas, países y continentes para hacer del mundo un lugar mejor. Como espíritu, a veces es frustrante ver sufrir a la gente, pero también es alentador ver cómo aprenden de ese sufrimiento y siguen adelante, y es realmente genial ver cómo mucha gente usa la tecnología moderna para ayudarles a lograrlo.

Por eso mi principal objetivo al ayudar a la gente es el blog. También me reúno con grupos de espíritus que trabajan con la gente a nivel subconsciente, especialmente con diferentes líderes mundiales. Intentamos que aprecien la vida sin importar la forma que adopte, ya sea que evolucione a través del sufrimiento o no. Intentamos enseñar a la gente para encontrar el equilibrio emocional, sin importar lo que les depare el contrato de su alma. Sin embargo, no trabajo mucho con estos grupos. Intento ayudar a una persona a la vez.

¿Seguirá habiendo guerra, dolor, sufrimiento y cosas así a medida que la humanidad siga evolucionando? Sí. Nunca desaparecerá de la faz de la Tierra. Mejorará mientras las personas sigan aprendiendo de sus errores y sigan intentando amarse antes de odiarse, pero no desaparecerá del todo porque el dolor puede enseñarnos tanto como la felicidad. Sin embargo, creo que todo se reduce a la empatía. Si reconoces el dolor en alguien, intenta acercarte y comprender su experiencia, y si tú también lo estás experimentando, busca ayuda. Sé que he dicho que no soy un gran lector, y es cierto, pero hay algo que dijo el autor Kurt Vonnegut que creo que da en el clavo. Dice así:

“Hola, bebés. Bienvenidos a la Tierra. Hace calor en verano y frío en invierno. Es redonda, húmeda y llena de gente. En el exterior, bebés, tienes cien años aquí. Solo conozco una regla, bebés: «Maldita sea, tienes que ser amable».

I. Kurt Vonnegut, Dios le bendiga, señor Rosewater, o Perlas ante los cerdos (Boston: Holt, Rinehart y Winston, 1965), 129.  

Reflexiones finales.

He aprendido muchísimo de toda esta experiencia desde mi muerte. Me encontré a mí mismo. Aunque el tiempo no transcurre de forma lineal aquí como en la Tierra, si analizara mi camino espiritual de principio a fin diría que aún no he terminado. Seguiré adelante eternamente. Desde el momento en que me encontré después de morir, hasta aprender a comunicarme con mi madre, empezar el blog, aprender a ser un guía espiritual, fui fiel a mí mismo al permitirme ser yo mismo: nadie más grande ni nadie menos. A través de esa verdad, me encontré.

Mi mamá también aprendió mucho de esta experiencia. Comprendió que el mundo más allá de donde vive es real y tangible. Sabe que siempre estaré aquí. También sabe que cuando deje este mundo será abrazada y amada incondicionalmente. Este nuevo conocimiento le pertenece, y eso ha cambiado la forma en que me ve y ama, se ama a sí misma, a nuestra relación, y a los demás.

Aunque los sueños y las metas son conceptos humanos intentaré explicar los míos en esos términos. Seguiré siendo yo mismo y ayudando a la gente de la Tierra a recordar quiénes son, de dónde vienen y cuáles son sus capacidades. Espero que veas más allá del entretenimiento de estas palabras y puedas decir: "¡Caramba, amigo, esto podría ser real!". Aunque no sea así, espero que hayas aprendido algo positivo de mi historia. Ese es el punto clave. También quiero que veas que la muerte no es el final. Es una transición. Y que cuando quieras, puedes contactarnos y estaremos aquí esperando, listos para guiarte cuando estés listo para abrirnos tu corazón.

Mucha gente pregunta cómo cambiar el mundo, y antes de responder quiero que recuerdes que, desde nuestra perspectiva, no hay mejor ni peor. Solo hay lecciones. Las luchas y el sufrimiento que crea la humanidad, y que debe superar, brindan esas lecciones, y las lecciones ayudan a la humanidad a crecer. Pero viéndolo desde su perspectiva, —que es lo que debo hacer para ayudarlos a comprender—, hacer del mundo un lugar mejor implica, ante todo, amarse a uno mismo.

Así que sí, cuídate. Algunos podrían interpretar ese consejo como: "sé egoísta". No, te equivocas por completo. ¿Cómo puedes amar a alguien más, o hacer algo bueno en el mundo, si al menos no te quieres a ti mismo primero? Aprende a apreciarte y a amarte de verdad, y cuando lo hagas tu luz brillará sobre todos los que te rodean. No supe cómo hacerlo funcionar cuando estaba vivo, pero ahora lo veo con tanta claridad. Si pudiera elegir un mensaje de despedida para este libro, sería este. No importa lo difícil que se ponga la vida y lo mal que te sientas a veces, recuerda que tender la mano, empatizar y compartir comprensión y amor siempre será el camino a seguir.

Ser emocionalmente honesto con los demás también puede cambiar el mundo para mejor, no solo a nivel individual porque, además de ser emocionalmente honrado contigo, te conviertes en tu yo más auténtico en el proceso, y esa sensación se extiende por todo el mundo, de uno en uno. Supongo que en un mundo mejor sería menos centrarse en erradicar la oscuridad del mundo y más dejar entrar más luz. Sin embargo, para que esas ondas comiencen a fluir el amor debería ser siempre una prioridad. Tienes que sentirlo profundamente. Una vez que lo entiendas el amor  dará valor a las cosas, y eso es lo que crea la gratitud. Agradece todo lo valioso en tu vida, y todo lo es.

Lo último que creo que ayudaría a hacer del mundo un lugar "mejor" es comprender que todo tiene una fuerza vital colectiva, incluso la Tierra, y eso significa que no hay separación. La separación es una ilusión. Todos somos parte de un todo, y en esta unidad encontramos y difundimos amor.

No terminaré con fanfarrias. Sin redobles. Sin fuegos artificiales. Simplemente terminaré con un "Hasta luego".

Epílogo

Por Jamie Butler (Traductor espiritual de Erik).

Conocer a Erik Medhus por primera vez fue un shock. Estaba de vacaciones con mi familia en Florida, alojada en casa de mis padres. Cuando canalizo allí tengo que esconderme en la habitación de invitados de mis padres para encontrar tranquilidad y privacidad. Me siento en el suelo, con los pies apoyados en la pared y la espalda contra el borde de la cama tamaño “enorme”. En cuanto comenzó la llamada me enfrenté de inmediato a la experiencia sincera y cruda de Erik sobre su muerte. Sin previo aviso, empecé a llorar.

Normalmente no lloro en las sesiones, pero hay veces en que un espíritu como Erik puede transportarte y recrear la escena: el momento y el lugar donde ocurrió la tragedia. Sin poder hacer nada más que observar, me sentí increíblemente impotente. Allí estaba yo, capaz de ver cada detalle del suicidio y la muerte de Erik, con su madre al otro lado de la línea telefónica, quien no podía verlo. Erik compartió cada detalle conmigo, mostrándome lo que había visto y haciéndome sentir lo que él había sentido. Fue intenso y visceral. Podía ver y sentir a Erik sentado en su escritorio, el frío acero del arma en su mano, su rostro sereno, y el disparo.

La disposición de Erik a hablar con su madre, Elisa, sobre cada detalle de su muerte fue profundamente conmovedora. Al principio, el espíritu de Erik se sentó frente a mí, pero a medida que profundizaba en su historia caminaba de un lado a otro de la habitación. Era tranquilo y amable con su madre. Pero de su calma brotaban las palabras más duras, y era una contradicción tal que a menudo no sabía cómo reaccionar ante él.

En mi carrera como médium he trabajado con espíritus y muertos de todo tipo, pero nunca con alguien como Erik. Él no se guiaba por ningún tipo de costumbres ni modales sociales. Erik no seguía esas reglas. Si sabía que me iba a incomodar o impactar, no se detenía, sino que seguía adelante. No diría que lo hace solo por impactar o para destacar. ¡Siempre tenía un tono de voz que me recordaba que debía superarlo! Tuve que aceptar que era más bien mi problema, mis vergüenzas y complejos. Erik me enseñó que «una palabra es una palabra. Es la intención detrás de la palabra lo que la llena de energía». Y para Erik, sus palabrotas y lenguaje áspero solo reflejan su intención de ser honrado y real, de ser nada más que él mismo.

Durante esta primera sesión las coloridas palabras de Erik me hicieron dudar de si lo estaba escuchando bien, pero Elisa me pidió que repitiera exactamente cada palabra que decía su hijo. Me explicó que así hablaba cuando vivía, y Erik me dijo que así habla cuando está muerto. Solo pude aceptarlo y seguir adelante hasta el final.

Después de la sesión la historia de Erik y Elisa me impactó profundamente durante días. Las imágenes de Erik sobre su suicidio se quedaron grabadas en mi mente. Erik padecía un trastorno bipolar extremo, y pudo mostrarme y hacer sentir cómo luchaba con él: una confusión, depresión y dolor indescriptibles. Nunca antes había experimentado una enfermedad mental como esta. Elisa parecía comprender a su hijo tan bien. Le mostró un gran perdón y un amor eterno en nuestra sesión, y comprendió sus desafíos bipolares. Fue una madre muy presente con él, pero pude ver que había una brecha, una caverna de espacio negro entre ellos: Erik decía que siempre estaba con ella y Elisa veía a su hijo muerto y desaparecido. Sabía que la conversación canalizada que tuvimos era real, pero no tenía forma de trasladar la experiencia a su vida cotidiana, llena de dolor y pérdida. Se podía oír cómo perdía a su hijo de nuevo al despedirse y colgar el teléfono.

Quería ayudar a Elisa a entender que no hay una verdadera separación, pero la llamada había terminado y mi trabajo hecho. Tuve que aceptar que había hecho mi mejor esfuerzo y dejarlo ir. Me senté en la habitación de invitados y lloré. Finalmente me levanté, actué como si fuera un día normal y sonreí a mis hijos al salir de la habitación.

Poco después, Elisa programó más sesiones para hablar con Erik, y mi relación con ambos creció rápidamente. Elisa encontró un nuevo consuelo en nuestras sesiones, o lo que preferimos llamar conversaciones, ya que empezó a hacer preguntas no solo sobre Erik, sino también sobre el más allá y el mundo espiritual. ¡Estas conversaciones eran emocionantes! Finalmente, Elisa me preguntó si podía publicar estas conversaciones con Erik en su blog, “Canalizando a Erik”. Acepté. No se me ocurría una mejor manera para que esta madre e hijo demostraran su amor y franqueza.

El blog se convirtió en un increíble viaje de descubrimiento sobre la vida, la muerte y el más allá. Gracias a la combinación de la inagotable curiosidad de Elisa, las diversas preguntas de los lectores y las respuestas directas de Erik, el blog se convirtió inesperadamente en una conversación mucho más amplia con una comunidad de exploradores del más allá. La mayoría de estas conversaciones, y la transición de Elisa de escéptica a creyente, se convirtieron en el material para el primer libro, Mi Hijo y el Más Allá (2013). Cuando Elisa me pidió que participara como médium y traductora espiritual de Erik para el segundo libro, ya me había unido antes de que terminara la pregunta.

Recuerdo que durante estas nuevas sesiones, Erik llegaba a mi oficina diez o quince minutos antes de que su madre llamara. Muchas veces llegaba temprano solo para gastarme bromas. (Si aún no lo saben, Erik tiene un sentido del humor muy especial y le encanta hacer bromas). He tenido que encender y apagar mi computadora y abrir programas congelados, o mi iTunes se abría y reproducía la música seleccionada. Mi móvil incluso se encendió solo algunas veces.

He aprendido a pedir a Erik, antes de la sesión que, por favor, no toque el equipo. Normalmente, solo me dedica una sonrisa tierna y sacude su cabello desordenado recordándome que está bien relajarse y reírse un poco. Cuando suena el teléfono de mi oficina, grita: "¡Es mi mamá!". Luego, Erik se sienta en el respaldo de mi silla o en el sofá, con los pies sobre el cojín, para confesarse. Erik abre el corazón a su mamá en cada conversación. A veces es tan personal que siento que debería levantarme y dejarlos en paz.

A veces, cuando oigo a Erik darme mensajes con su charla informal y sus gestos bobos, pienso que no le importa. Me frustra que no trate temas como el duelo, la muerte o el dolor con delicadeza. Pero esto dista mucho de la realidad de Erik. Es un espíritu trabajador, compasivo y cariñoso que dedica su tiempo a cambiar la perspectiva del mundo con su blog y sus conversaciones, además de ofrecer la tan necesaria sanación que proviene del humor y la risa, con alguna broma o chiste ocasional.

Cinco años después de aquella primera llamada y sesión, Erik se ha convertido en mi amigo, hermano y mentor. Es un guía espiritual cariñoso, auténtico y amable. Erik tiene un gran impacto en las personas, y me siento muy afortunada de poder ayudarle a tener una voz más fuerte. Me alegra mucho que formes parte de su camino. Y si conozco a Erik, ahora te considera parte de su familia, lo que significa que te puede hacer una broma. ¡No digas que no te advertí!

 

Expresiones de gratitud.

Tengo mucho que decirles a quienes me han apoyado durante la escritura de este libro, pero siento más que solo gratitud. Es amor. ¿Cómo describir la gratitud el apoyo que me brindaron para superar este viaje emocional, el dolor que sentí al revivir la tragedia y las lágrimas que a menudo no pude contener? En los momentos de mayor debilidad, me pregunté si valía la pena seguir escribiendo, pero entonces recordé por quién lo hacía: por mi hijo. Les agradezco a todos ustedes por ayudarme a encontrar la fuerza para seguir adelante, una fuerza que nunca supe que tenía.

En primer lugar, agradezco a mis excepcionalmente talentosos editores, Emily Han, Sylvia Spratt, Lindsay Brown y Henry Covey. Siempre saben cómo tallar la roca de un ópalo recién extraído y pulirlo hasta dejarlo reluciente. No solo eso, sino que también toleran la gramática, las divagaciones y la jerga marinera de Erik con gracia (y alguna que otra mueca, estoy segura).

A Richard Cohn, editor de Beyond Words, gracias por confiar en mí para hacer justicia a las memorias de Erik. También agradezco a Judith Curr, directora ejecutiva de Atria, por darnos luz verde para proceder.

A continuación, quiero agradecer a mi agente literaria, Rita Rosenkranz, sin quien este libro no habría sido posible. (Erik la habría perseguido si no hubiera sugerido a Beyond Words Publishing la posibilidad de una continuación de Mi hijo y el más allá ).

Siento un gran amor y gratitud por el traductor espiritual de Erik, Jamie Butler. Jamie, Jamie, Jamie, es increíble la gracia con la que aguantaste las bromas, las palabrotas y la brusquedad de Erik. Pocos habrían podido. Gracias por devolverme a mi hijo.

También te estoy agradecida, María. Me ayudaste a criar a mis hijos y a soportar su energía desbordante y sus travesuras. Desde que tenía dieciocho meses hasta su muerte, le diste a Erik muchos de sus días más felices. Tuviste una valentía inimaginable para ser la primera en abrirle la puerta y verlo tras el fin de su corta vida. Muchos se habrían marchado y no habrían vuelto, pero tú sigues con nosotros en las buenas y en las malas. Es un honor para mí llamarte parte de mi familia. Es un honor para mí llamarte mi amiga.

Robert, te quiero y me alegra mucho que seas mi amigo y también el de Erik. No solo me has ayudado a conectar con mi corazón, sino que también me has ayudado a conectar con Erik, gracias a tu don como traductor espiritual.

Tía Teri, eres un apoyo incondicional, porque mientras estuviste con nuestra familia durante ese día terrible y nos ayudaste a superar el horror y la tristeza, mantuviste la calma, la suficiente para ayudarnos con los preparativos y otras tareas que no teníamos la fuerza ni la mentalidad para hacer. Supongo que eso viene de ser la hermana mayor mandona.

Tía Laura y tío Jim, los adoro a ambos. Durante los meses y años posteriores a la muerte de Erik, estuvieron ahí para mi familia y para mí, brindándonos el apoyo emocional que necesitábamos para seguir adelante. No solo son familia, sino también nuestros amigos. Además, de vez en cuando le daban cigarrillos a Erik a escondidas, ¡y ay, cómo le encantaba!

No tengo palabras suficientes para expresar cuánto amo a mis otros hijos, Kristina, Michelle, Lukas y Annika. Su fuerza fue la luz que me guió a través de ese oscuro bosque de dolor; no fue tarea fácil.Mientras luchabas con tu dolor por la muerte de tu hermano. Recuerda, sin embargo, que no se ha ido. Sigue ahí para molestarte, fastidiarte y amarte si abres tu mente y tu corazón para recibirlo.

Rune, mi alma gemela, a pesar de la trágica historia que ahora nos toca vivir para siempre, tuya es la fuerza que me da un apoyo en mis días más oscuros. Te amo.

Por último, Erik. Mi querido hijo, transformaste tu muerte prematura en algo hermoso, y ahora estás ayudando (y bromeando) a personas de todo el mundo. No podría estar más orgulloso. Solo en la muerte te encontraste de verdad a ti mismo. Solo en la muerte cobraste vida. Te extraño. Extraño los abrazos y los besos. Extraño insistirte para que hicieras tus tareas o deberes. Extraño llamarte para que bajaras a cenar. Extraño darte un beso de despedida y decirte que tuvieras cuidado cuando ibas a conducir a la escuela o a casa de un amigo. A veces todavía paso por momentos difíciles de duelo, pero me alegro por ti. De verdad. Te quiero, cariño, y siempre lo haré.

Preguntas del grupo de discusión y lectura.

1. Antes de leer este libro, ¿qué pensabas sobre tu muerte? ¿Y sobre el más allá?

2. ¿Te consideras escéptico o creyente en la vida después de la muerte? ¿Por qué?

3. ¿Temes a la muerte? Si es así, ¿ha cambiado este libro esos miedos? ¿Cómo?

4. ¿Crees en el cielo? Si es así, ¿cómo ha cambiado este libro tu perspectiva sobre el cielo?

5. El papel de Erik en el cielo es el de guía espiritual. Como espíritu, ¿qué papel te gustaría desempeñar?

6. ¿Qué piensas sobre la descripción que hace Erik de su revisión de vida en el capítulo 5?

7. ¿Has tenido alguna forma de comunicación con Erik, incluyendo bromas y visitas?

8. ¿Puedes pensar en una ocasión en la que experimentaste que un ser querido se comunicaba contigo?

9. ¿Cómo te conectas con Erik, su historia y experiencia?

10. Si lees Mi hijo y el más allá, ¿cómo continúa este libro las historias personales de Erik y Elisa Medhus?

11. ¿Has leído otros libros sobre el mismo tema? De ser así, ¿en qué se parece y en qué se diferencia este libro?

12. Si está de luto por la pérdida de un ser querido, ¿le ha ayudado este libro en su proceso de duelo?

13. ¿Cuáles crees que son los principales mensajes de Erik?

14. ¿Qué otras preguntas tienes sobre la muerte y el más allá que no han sido respondidas?

15. Después de leer este libro, ¿han cambiado tus creencias sobre la muerte? ¿Y sobre el más allá?

 

Acerca de los autores.


Erik Medhus es un joven eterno de veinte años que falleció el 6 de octubre de 2009. Desde su nuevo hogar en el Cielo su principal ocupación es ser guía espiritual y ayudar a quienes enfrentan dificultades en su experiencia humana. Es la inspiración y colaborador del blog y la comunidad “Canalizando a Erik”.


 La Dra. Elisa Medhus es médico, madre de cinco hijos, y ha ejercido la medicina interna durante más de treinta años. Es autora de tres libros premiados sobre crianza de hijos y ha impartido conferencias sobre esta materia en escuelas, grupos de padres y empresas. Tras el fallecimiento de su hijo Erik, la Dra. Medhus comenzó a registrar su dolor en su blog “Canalizando a Erik” y escribió el libro “My Son and the Afterlife” (Mi hijo y el más allá)..  

Comentarios a los libros “Mi vida después de la muerte" y “Mi hijo y el más allá”.

Este libro es único porque describe cómo es la existencia de Erik Medhus tras su muerte física. Es interesante imaginar la forma en que Erik se comunicaba con sus seres queridos vivos y contemplar los diversos ámbitos y experiencias que describe a medida que toma conciencia de su verdadera naturaleza. Pero lo que más aprecio es su perspectiva fresca sobre el valor de la vida en la Tierra, reflejada en estas palabras: «Dense la mano, hombre. Abracen a todos. ¡Un festival de abrazos!». —Mark Ireland, autor de Soul Shift y Messages from the Afterlife

Al comunicarse a través de un médium, Erik Medhus nos invita a experimentar su mundo y su vida en el más allá. Experimentamos sus sentidos, emociones, pensamientos, asombro, descubrimientos y sorpresas tal como los ha vivido desde su fallecimiento. Mi vida después de la muerte es un viaje absorbente a través del más allá que recomiendo a quien desee comprender el reino en el que todos habitaremos, experimentándolo a través de los fascinantes relatos de este joven que vive allí ahora. —R. Craig Hogan, PhD, autor de Your Eternal Self

A partir de la gráfica descripción de encontrarse mirando su cadáver y presenciando la conmoción y el dolor que su suicidio causó, Erik Medhus nos ofrece una perspectiva totalmente nueva sobre lo que es morir. Su voz es clara, directa e íntima, como si hablara con un amigo cercano en el lenguaje de los jóvenes de hoy. Sus reflexiones son conmovedoras y profundas. Erik lo dice todo sin rodeos. —Dr. Victor Zammit, coautor de The Friday Afterlife Report y Un abogado presenta la evidencia de la vida después de la muerte

La Dra. Elisa Medhus ofrece una historia sincera y profundamente conmovedora que invita al lector a cuestionar sus creencias sobre el amor, la pérdida y el más allá. —Eben Alexander, MD, autor del bestseller del New York Times La prueba del cielo

La trayectoria de Elisa ha sido increíble, y está muy bien preparada para compartir sus conocimientos tanto con la comunidad médica como con la comunidad de duelo. Ella... está abriendo nuevos caminos y marcando la pauta para muchos de nosotros que trabajamos en el campo del duelo, los cuidados paliativos y la consciencia. —Terri Daniel, autora, educadora, asesora de fin de vida, capellanía interreligiosa y fundadora/directora de la Afterlife Education Foundation y la Conferencia Anual de Concientización sobre la Vida Después de la Muerte.

“ Mi hijo y el más allá es un libro que te conmoverá y te hará reír, llorar y, lo más importante, considerar posibilidades en las que probablemente nunca antes habías pensado”. —Thomas Campbell, físico y autor de My Big TOE (Teoría del Todo).  

Dedicatoria.

A mi hija Kristina Braly.

Te estoy profundamente agradecido por crear el blog “Canalizando a Erik”. De no ser así, no habría emprendido mi viaje de la oscuridad a la luz; la muerte de Erik habría sido una trágica pérdida; y él y yo no habríamos tenido la plataforma desde la que ayudar a otros en todo el mundo. En gran medida, has salvado mi vida y también la de tu hermano.

España: El suicidio nunca es la respuesta.

El Ministerio de Sanidad español promueve la Línea telefónica 024 de atención a la conducta suicida. Se trata de una línea telefónica de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados, básicamente a través de la contención emocional por medio de la escucha activa por los profesionales del 024, la recomendación de que contacten con los servicios sanitarios del Sistema Naciona de Salud o la derivación al 112 en los casos en los que se aprecie una situación de emergencia. En caso de emergencia vital inminente puede llamar directamente al teléfono de emergencias 112. La línea 024 no pretende reemplazar ni ser alternativa a la consulta presencial con un profesional sanitario cuando sea necesaria. Los destinatarios de la línea son las personas con conducta o ideación suicida, así como los familiares o allegados de víctimas de suicidio o de personas con ideación suicida. El 024 es un servicio de alcance nacional (accesible desde todo el territorio nacional), gratuito, confidencial y disponible las 24 horas del día, los 365 días del año.

Teléfono de la Esperanza. Entidad de voluntariado española, con más de 50 años de historia dedicada a promover la salud emocional y garantizar la ayuda permanente, gratuita y anónima en situaciones de crisis. Si se encuentras en situación de crisis puede escribir a ayuda@telefonodelaesperanza.org, o llamar al teléfono móvil 717003717

Ayuda al potencial suicida en los Estados Unidos de Norteamérica.

En Estados Unidos de Norteamérica, si usted o alguien que conoce está en crisis, para ayuda llame o envíe un mensaje de texto al 988, la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis. La línea de ayuda ofrece apoyo emocional, de forma gratuita y confidencial, a personas en crisis de suicidio o angustia emocional. Esta línea está abierta 24 horas al día, 7 días a la semana en todos los Estados Unidos y está disponible en español o en inglés. También puede obtener apoyo a través de su chat en vivo. Si le preocupa lo que está publicando un amigo en las redes, comuníquese directamente con las redes sociales o llame al 911 en caso de emergencia. Ellos tienen procesos para comunicarse con la persona y ponerla en contacto con la ayuda que necesita.