SANACIÓN ESENCIAL por Paul Aurand

 SANACIÓN ESENCIAL - Paul Aurand



Traducción Ars-Gratia de Kos d’Astuires

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NOTA DEL TRADUCTOR: Parte de este libro tiene soporte audio a través del sitio web:

 https://sanacionesencial.blogspot.com/


CONTENIDO

Prefacio - Introducción: La experiencia de ser alcanzado por un rayo - Capítulo 1: Rompe tu trance protector saliendo de la mente - Capítulo 2: Entra en el corazón, la puerta a tu mundo interior - Capítulo 3: Desenterrar emociones, creencias y estrategias de supervivencia - Capítulo 4: Involucra a tu niño herido y al maravilloso - Capítulo 5: Integra las partes y el todo - Capítulo 6: Desenreda e integra las partes fragmentadas de tu alma - Capítulo 7: Aprende a confiar en tu sabiduría interior - Capítulo 8: Regresa a los recuerdos de tu alma - Capítulo 9: Conéctate con la esencia de tu alma y conoce a tu guía - Guía práctica - Expresiones de gratitud – Sobre el Autor.

 

PREFACIO

En las últimas décadas los avances en psicología, neurociencia y filosofía de la mente han convergido en la prueba de la existencia del alma, (entendida como sentido superior del yo), en su camino vital. Incluso la medicina moderna reconoce que la creencias sobre un tratamiento pueden influir significativamente en la salud utilizando el efecto placebo al valorar un tratamiento. El poder curativo de la mente, demostrado por el efecto placebo, es innegable en medio de ejemplos extraordinarios de remisión espontánea de cánceres avanzados, infecciones que desaparecen sin explicación desde la medicina convencional, y curaciones milagrosas durante experiencias cercanas a la muerte. Todo esto ilustra el poder que la voluntad puede tener para manifestar una mejor salud. La medicina moderna reconoce plenamente el papel que las actitudes desempeñan en la salud física, lo que deja claro que conciencia y creencias tienen al menos el mismo efecto en la curación de la psique y en última instancia del alma. Ya es hora de que permitamos que el poder de la creencia florezca en todos los ámbitos de la salud.

El maravilloso libro que tienes en tus manos representa el poder de contar con un hipnoterapeuta experimentado que ha tenido una profunda experiencia cercana a la muerte que le ayuda a guiar su oficio, compartir su cambio de visión del mundo y su práctica personal y profesional en formas que benefician enormemente a las personas que necesitan curación.

Partiendo de su experiencia cercana a la muerte tras ser alcanzado por un rayo hace dos décadas, y de las profundas lecciones personales que esta generó, Paul guía cuidadosamente al lector a través de niveles de interacción cada vez más refinados con aspectos más profundos de sí mismo, a la vez que aclara diversas opciones de aprendizaje y enseñanza a lo largo del camino. El primer paso es comprender que no somos la "mente egoica" ni el torrente de pensamientos que invade la cabeza. La solución es acceder a la "puerta hacia el mundo interior": el corazón. Aquí es donde gran parte del trauma de la infancia, e incluso de antes, sirve como equipaje que necesita ser procesado y, en última instancia, asimilado. El libro incluye numerosos casos clínicos específicos e ilustrativos para ayudar a comprender claramente los problemas encontrados y su posible resolución a través de este poderoso programa terapéutico. Además, Paul ha incluido ejercicios muy específicos para ayudar al lector, como si estuviera allí mismo, guiándolo a través del proceso.

Acceder al corazón facilita el reconocimiento y la liberación de diversas emociones que podrían haber obstaculizado el crecimiento así como el procesamiento de creencias relacionadas (sobre uno mismo y el mundo) y estrategias de supervivencia que podrían indicar una relación deficiente con el mundo en general. Acceder al corazón, en última instancia, permite hacerlo tanto al niño herido como al niño maravilloso que todos llevamos dentro. Identificar las diversas partes del yo permite su integración en un todo, un paso crucial en el camino hacia el conocimiento y sanación del alma. El perfeccionamiento de este proceso implica una mayor desenredo de diversos aspectos del yo y una integración progresiva en una identidad más holística.

En las capas más avanzadas de trabajo, Paul ayuda al lector a reconocer y comunicarse con sus guías espirituales, permitiéndoles descubrir la gran sabiduría que reside en su interior. A medida que la noción neurocientífica moderna de la mente única que todos compartimos, esa conciencia primordial en el corazón de todo ser, se profundiza nos damos cuenta de los beneficios que ofrece esta poderosa visión del mundo para respaldar la realidad de este excepcional trabajo con el alma. Como paso final, Paul incorpora revisiones de vida (basadas en su frecuente ocurrencia en muchas de las experiencias cercanas a la muerte más poderosas y transformadoras) y gran parte de la sabiduría adquirida en su papel como orientador del Instituto Michael Newton, con un rico repertorio de regresiones hipnóticas no solo para recuperar recuerdos del alma de vidas pasadas sino también el trabajo crucial que el doctor Newton introdujo en torno a la regresión hipnótica de la Vida Entre Vidas. La capa final de este efectivo programa consiste en conectar con la esencia de tu alma.

Prepárate para descubrir tesoros de conocimiento, perspectivas reveladoras y anécdotas que hacen de este libro una herramienta relevante para una amplia gama de temas relacionados con el viaje del alma. Los ejemplos clínicos enriquecen y simplifican enormemente la utilidad y aplicabilidad del libro para cada persona en búsqueda espiritual. Tiene mucho que ofrecer a otros profesionales clínicos interesados en el trabajo esencial del alma, pero está escrito con un estilo atractivo, sincero y personal que atraerá a una amplia gama de lectores, desde principiantes hasta avanzados.

Así que, ¡buen viaje en tu exploración para descubrir la razón misma de la existencia de tu alma y para identificarte y alinearte con la esencia de tu alma!

—Eben Alexander, neurocirujano y autor de Proof of Heaven, The Map of Heaven, y Living in a Mindful Universe.

 

INTRODUCCIÓN: La experiencia de ser alcanzado por un rayo.

El día que cumplí cuarenta estaba sentado en la playa meditando cuando tuve la experiencia interna espontánea de sumergirme en mí mismo y atravesar todas las capas que consideraba mi yo. Estas capas comprendían mi mente racional, mi corazón sensible, emociones almacenadas, mi niño interior y otras partes de mi psique que me habían servido a lo largo de la vida. Después de un tiempo, encontré una pequeña llama, como la luz piloto de una estufa, y gradualmente se convirtió en un resplandor más intenso, casi como una hoguera que me llamaba. Al responder a la llamada el fuego pareció quemar todas esas capas costrosas que se habían acumulado a lo largo de los años y, desde mi perspectiva, también en vidas pasadas. Las capas contenían depósitos de blindaje, de historias inventadas que pretendían protegerme de heridas, penas y decepciones de la vida, pero que ahora me separaban de la esencia de mi ser, algo que llegué a llamar mi "esencia del alma".

Todos hemos acumulado estas capas incrustadas de dolor de la infancia y de las defensas que hemos creado para evitar más daño las cuales, con el tiempo, se ido acumulado cubriendo el espíritu interior profundo. Estas capas oscurecen lo que es un tú magnífico, tu propia y auténtica esencia del alma. Es la chispa divina dentro de ti que es sabia más allá del intelecto, que emana amor incondicional y es una con todas las cosas. También es la parte de ti que seguirá existiendo después de que tu cuerpo físico y tu cerebro hayan muerto. Algunas personas la llaman conciencia no local o, simplemente, alma. El nombre no es importante mientras aprendas a reconocer su presencia dentro de ti. Algunas tradiciones orientales hablan de esta naturaleza interior como algo que se nos oculta, como sol oculto por día nublado. El sol siempre está ahí, por supuesto; solo tenemos que encontrar la manera de atravesar las nubes.

Sentado en la playa, la sensación danzante e iluminada de romper mis capas de protección interior representaba una especie de consciencia expandida que había intentado alcanzar mediante la meditación durante años y sin mucho éxito. Esa sensación, que me acompañó durante varios días, no era la misma que la esencia de mi alma pero me permitió sentir su presencia en mi interior con la calidez y brillo de cien soles.

No diría que soy capaz de mantener ese estado de dicha y expansión con regularidad, pero con un cuidado esmerado —como el que comparto en este libro— ahora está mucho más vivo en mí. Cuando acompaño a personas en el viaje de reconexión con la esencia de su alma se topan con las mismas capas obstructivas que experimenté en esa playa, incluyendo varios bloqueos que nos mantienen estancados e impiden o limitan la capacidad de conectar con las ricas capas internas de sabiduría intuitiva, recuerdos y esencia del alma en el núcleo más profundo. La Sanación Esencial es un proceso que te ayudará a conectar con la esencia de tu alma y recuperar la plenitud, con cuerpo, mente y espíritu conectados y trabajando al unísono. Desarrollé mi práctica de Sanación Esencial como forma de trabajar a través de las capas que he descrito, abordándolas en secuencia como haré a lo largo de los nueve capítulos de este libro, dedicando un capítulo a cada una de las nueve capas: mente, corazón sensible, emociones almacenadas, tu niño interior, aspectos arquetípicos y partes de la psique, equipaje parental y ancestral, sabiduría interior, memoria del alma y esencia del alma.

Si bien podemos anhelar experiencias de despertar como la que tuve en mi cuarenta cumpleaños, que son maravillosas, debemos ser conscientes de que a menudo también se acompañan de un dolor intenso. Todos hemos pasado por algún suceso traumático, probablemente muchos, y los sobrevivimos lo mejor que pudimos en el momento. Pero lo que sucede después determina si este dolor nos cierra o si lo vemos como una invitación a sanar, abrirnos y recibir los dones de la esencia para vivir desde el núcleo del amor y la sabiduría incondicionales que sentimos.

El shock que cargó la esencia de mi alma.

Podemos leer sobre el amor incondicional todo lo que queramos, incluso anhelarlo, pero ¿con qué frecuencia lo experimentamos en la vida? Los padres pueden sentir amor incondicional por un recién nacido pero incluso eso se pondrá a prueba a medida que el niño crece. El amor incondicional no se basa en complacer a alguien, aprender algo, la apariencia, ni en lo inteligentes, atléticos o incluso compasivos que seamos. La intuición nos dice que en lo profundo de cada uno de nosotros reside un gran espíritu de profunda sabiduría, creatividad y poder, con la capacidad de dar y recibir amor incondicional. Me consideraba capaz de sentir amor romántico, el amor de un hijo por sus padres y el amor de un padre por su hijo. Pero nunca había sentido amor incondicional hasta que me cayó un rayo. Para ser claros, el amor incondicional del que hablo, que también describen personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte, así como innumerables místicos, es un amor que trasciende cualquier amor humano. Es un amor que te acepta por completo, que te abarca hasta la médula. Cuando más tarde reviví la experiencia de ser alcanzado por un rayo a través de una poderosa forma de hipnosis, los efectos de ese choque se trasladaron a mi mente consciente para cambiar profundamente el curso de mi vida.

Cuatro años después de mi primer despertar en la playa, en el verano de 1998, llevé a mi hijo de tres años, Orión, a una competición de natación en el lago Greenwood, un estrecho cuerpo de agua de once kilómetros de largo que se extiende a ambos lados de la linde entre el norte del estado de Nueva York y Nueva Jersey. Era un glorioso día soleado de junio, y difícilmente podía imaginar un lugar más encantador: un lago reluciente rodeado de frondoso bosque estatal. Lo único que frenaba mi entusiasmo era que los socorristas habían pospuesto el inicio de la competición para dejar pasar una tormenta justo por el norte del lago. Pensé que estaban siendo demasiado precavidos porque, aunque oíamos truenos lejanos, no vi el cielo oscurecerse, ni siquiera a lo lejos. Después de esperar un rato, los socorristas anunciaron que tendríamos que esperar aún más porque la tormenta no se había ido. Me recosté en mi tumbona y saqué una bebida fría de la nevera portátil. Pero a mi hijo de tres años le costaba más relajarse. Aburrido e inquieto, Orión quería irse. Tenía que admitir que no era muy divertido quedarse sentado, sin permiso para meter un dedo del pie en el lago por temor a posibles rayos.

Orión se volvió más insistente. "¡Vamos a casa, papá!", gritó. "¡Vamos a casa!". Momentos después, cuando los socorristas anunciaron que la competición se había retrasado otra vez, decidía irme. Recogimos las sillas de playa y neveras portátiles y subimos la colina donde estaba aparcado el coche, cerca de un desagüe pluvial. Después de asegurar a Orión en el asiento delantero, metí las cosas de playa en el maletero y saqué las llaves. Al instante siguiente oí y sentí una explosión, como si hubiera explotado una bomba, acompañada de un destello abrasador de luz blanca. El impacto de la explosión me conmovió profundamente. No tenía ni idea de qué estaba pasando exactamente. Había visto unos cables eléctricos y un transformador encima, y pensé que quizá el transformador había cortocircuitado, pero el ruido era demasiado fuerte para eso. ¡Era ensordecedor!

Pero junto con el sonido una vibración estremecedora me sacudió todo el cuerpo. Completamente rígido, me estremecí con tanta fuerza que daba botes en el pavimento. La gorra de béisbol que llevaba, y las gafas, volaron de cabeza y cara como en una escena de dibujos animados. Al menos eso me dijeron después las personas que estaban cerca. También dijeron que vieron tentáculos de un rayo salir de la alcantarilla, cerca de la cual estaba, y saltar sobre mí. El rayo me quemó las piernas, trazó un arco entre pecho y brazo izquierdo, salió por el brazo y me voló las llaves de la mano cuando estaba parado detrás del maletero del auto. Desde allí, saltó directamente al coche, quemando el sistema eléctrico, emergió por delante y derribó a otra persona que estaba allí. Como Orión estaba a salvo en el asiento delantero, no sufrió daños.

Pero desconocía todos esos detalles. Mientras la electricidad me recorría, sentí que luchaba por la vida. El dolor era insoportable, como si tuviera miles de calambres a la vez. Instintivamente, me enfurecí contra la implacable carga de energía que me invadía. "¡ No! ", grité en mi mente. "¡Sal de mi cuerpo! "

Un rayo puede atravesar un cuerpo humano en tan solo tres milisegundos y causa la mayor parte del daño en la cabeza, hombros y parte superior del torso. Además de enviarme más de 150 millones de voltios el impacto calentó el aire circundante a más de 25 mil grados centígrados, lo que me dejó quemaduras leves (un patrón distintivo causado por la humedad en las piernas) y ampollas en brazo y torso. "La descarga de un rayo generalmente sigue al sistema nervioso", dijo el Dr. Michael Murano, cirujano de la unidad de quemados del Centro Médico St. Barnabas en Livingston, Nueva York, en un artículo periodístico al día siguiente. "Los nervios conducen mejor. Esa es su función especializada: conducir la electricidad". 1 Mis nervios claramente estaban haciendo su trabajo.

1 Maia Davis, “Víctimas del rayo marcadas por la dura prueba”, The Record (21 de julio de 1998).

A pesar de la brevísima duración del rayo, el tiempo se ralentizó mientras las réplicas seguían sacudiéndome el cuerpo. Tuve tiempo de pensar que llevaba sandalias con suela de goma y que debería estar aislado, aunque obviamente no lo estaba. De hecho, justo entonces volé por los aires, como un misil lanzado en arco, y caí de cabeza a unos dos metros de distancia. En ese momento mi memoria consciente pareció quedar en blanco. Cuando el rayo me impactó la lluvia aún no había empezado a caer. Para cuando recuperé la consciencia yacía en varios centímetros de agua y la lluvia, el granizo y viento azotaban a mi alrededor. Todavía no puedo decir cuánto tiempo estuve inconsciente, pero la tormenta debió de tardar al menos diez o quince minutos en materializarse con tanta intensidad.

El noventa por ciento de las víctimas de rayos sobreviven, aunque generalmente con lesiones importantes. Dos testigos me dijeron que el rayo impactó inicialmente en un árbol grande cerca del coche, se desplazó hasta el desagüe pluvial y regresó antes de impactarme. Ese rodeo podría haberme salvado la vida, ya que es raro escapar de un impacto directo sin sufrir lesiones graves, incluyendo daño cerebral (la estructura celular del cerebro se quema por la corriente). El resultado puede ser pérdida de memoria a corto plazo o amnesia, parálisis temporal o permanente, convulsiones, tímpanos reventados, cataratas y dolor crónico. (2 Jack Williams, “Cómo los rayos matan y hieren a las víctimas”, Washington Post (27 de junio de 2013), https://www.washingtonpost.com/news/capital-weather-gang/wp/2013/06/27/how-lightning-kills -and-injures-victims/).

Mientras yacía aturdido, retorciéndome de dolor en el suelo en una especie de delirio, los demás padres se apartaron comentando el peligro potencial de tocar a alguien alcanzado por un rayo: un mito. La tormenta había derribado muchos árboles, bloqueando carreteras principales, así que policía y ambulancia tardaron tiempo en llegar. La policía llegó primero y nos subió a Orión y a mí a un coche cercano porque la lluvia y el granizo eran fuertes. Esperamos casi una hora a que llegara la ambulancia para darse cuenta de que habían olvidado traer su desfibrilador. Por suerte no lo necesitábamos. Los médicos del hospital hicieron todo lo posible por aliviar el dolor y el trauma que sufría, así como las quemaduras, pero el hospital prácticamente no tenía experiencia con supervivientes de rayos. Mientras estuve allí me comporté de forma errática, alternando entre sollozos y risas, contando chistes morbosos y dando gracias a un Dios en el que realmente no creía. En un momento me puse una manta sobre los hombros como si fuera un superhéroe y caminé por el hospital gritando queera el Salvador.

En los días siguientes descubrí que algunas de las secuelas del rayo no eran fáciles de tratar. Tenía dolor de espalda persistente. Era hipersensible no solo a las tormentas sino también a la electricidad en sus múltiples formas. A veces tenía miedo de abrir la puerta del refrigerador o encender una lámpara. Horas antes de que llegara una tormenta la sentía en las piernas, que empezaban a dolerme como al día siguiente del rayo. Mi nivel de energía era frustrantemente bajo y la pérdida de memoria, aterradora.

Luché por volver a la normalidad sin saber qué significaba eso exactamente. ¿Qué quería que fuera mi vida? ¿Sacaría el máximo provecho de esta extraña experiencia o permitiría que me limitara el resto de mi existencia? Algunos amigos y colegas dijeron que Dios me había tocado. Pero otros opinaban que los demonios me perseguían. Algunos lo llamaron una iniciación chamánica, pero durante la lucha por recuperarme y continuar con mi vida no sentí nada sagrado en ello. No fue hasta que entré en una forma profunda del estado hipnótico, que había usado durante mucho tiempo para ayudar a otros a sanar, que me di cuenta del poder de la hipnosis para el despertar espiritual.

Qué hace realmente la hipnoterapia.

Haré una pausa en la historia para aclarar qué es la hipnosis y compartir cómo ha evolucionado mi uso como tratamiento terapéutico. Probablemente hayas visto una demostración de hipnosis —si no en persona, probablemente en películas o televisión— en la que el hipnotizador recluta a algunos voluntarios del público. He observado varias sesiones de este tipo y participé en una, y mi experiencia fue instructiva. El hipnotizador de escenario generalmente encuentra la manera de determinar qué miembros del público son los más receptivos a la sugestión. De forma disimulada, sugiere que los que suben al escenario se divertirán y disfrutarán formando parte del espectáculo. "¿Quién quiere subir?", dirá, "¿y pasárselo bien de verdad?". Y una vez que subes allí, con cientos de personas observándote, puedes sentirte más tonto por no hacer las tonterías que te pide que hagas, que por hacerlas. Así me sentí después de un tiempo, como uno de los voluntarios, como si decepcionara a todo el público si no participaba. Además, en cuanto dejas de actuar uno de sus asistentes te saca del escenario. Invita a una docena de voluntarios porque sabe que va a perder a algunos; sujetos que alcanzan un límite que no están dispuestos a superar.

Permíteme ayudarte a comprender qué sucede en estas situaciones, ofreciéndote definiciones claras de "hipnosis", "autohipnosis" e "hipnoterapia". Ten en cuenta que mis definiciones son poco convencionales y específicas del proceso de Sanación Esencial. La hipnosis es un método para alcanzar un estado alterado de consciencia al guiar la mente para que se libere y retraiga, dando acceso al subconsciente permitiendo que se expanda más allá de los límites de la mente. La autohipnosis es un estado terapéutico autoinducido que te ayuda a alcanzar un estado de consciencia expandido y convertirte en un observador objetivo, algo que explicaré en breve. Finalmente, la hipnoterapia es la aplicación terapéutica de la hipnosis para ofrecer sugestiones que te ayuden a cambiar el comportamiento y alcanzar estados de consciencia expandidos. A medida que tu consciencia se expande más allá de los límites de la mente te conviertes en un observador más objetivo con una perspectiva más amplia de ti mismo, del mundo y del cosmos/universo. Esto te permite percibir e interactuar con mayor facilidad con diversas partes de ti mismo de una manera mucho más objetiva. El proceso también te ayuda a recuperar recuerdos almacenados en tu cuerpo y en las capas más profundas de la mente, que generalmente llamamos inconsciente o subconsciente, alma o superconsciente. En estados de consciencia altamente expandidos, libres de los límites de la mente, no solo puedes recordar, sino también reexperimentar el amor incondicional y la unidad que todos anhelamos.

Después de que un voluntario hace algo realmente vergonzoso en el escenario el hipnotizador suele darle una salida diciendo que tiene amnesia y que no recordará nada de lo que acaba de hacer. El hipnotizador manipula la situación haciendo que algo que normalmente sería indeseable parezca deseable. Esta es la clave del éxito de un espectáculo hipnótico, ya que durante la hipnosis ocurren principalmente dos cosas: la mente se retrae, dando acceso al subconsciente, y la persona se vuelve más sugestionable.

En la hipnoterapia practicada por un hipnoterapeuta capacitado y acreditado, una vez que se alcanza ese estado de relajación mental, las sugestiones pueden ser efectivas para cambiar comportamientos indeseados como fumar o comer en exceso, pero solo si son deseables, creíbles y alcanzables. Por eso, por ejemplo, algunas afirmaciones son más efectivas que otras. Para alguien que intenta mejorar su situación financiera repetir la afirmación "Soy millonario" no suele ser efectivo porque no es creíble. Pero si, en cambio, dice "Cada día soy más próspero", tiene muchas más posibilidades de éxito.

Por el mismo principio, las sugestiones hipnóticas no funcionarán si su objetivo es que hagas algo indeseable o que no creas que puedas lograr. Asimismo, el hipnoterapeuta no puede obligarte a hacer algo contra tu voluntad. Para entender por qué, primero debemos comprender que la persona hipnotizada no está dormida ni inconsciente; se encuentra en un estado de consciencia expandida, más allá de los confines de la mente. Seamos realistas, la mente racional es limitada y está sujeta a sus restricciones, por lo que necesitamos acceder a un nivel más profundo de consciencia. En la hipnoterapia, las personas aceptan sugestiones para cambiar su comportamiento, especialmente los tóxicos y autodestructivos, pero no aceptan sugestiones para hacer cosas que normalmente no harían. Si alguien viene a verme y me dice: "Mi esposo quiere que deje de fumar", mi primera pregunta es: "¿ Quieres tú dejar de fumar?". Si no lo hace, todas las sugestiones hipnóticas que pueda aplicar no tendrán un efecto duradero.

Antes de que me cayera un rayo, mi carrera como hipnoterapeuta médico certificado me había proporcionado mucho éxito terapéutico. Empecé trabajando en una consulta médica tratando enfermedades clínicas que iban desde el dolor crónico y el insomnio hasta la fibromialgia, y ayudando a modificar conductas autodestructivas como el tabaquismo, la sobrealimentación y la bulimia. A veces veía de ocho a diez personas al día, y me encantaba usar la hipnoterapia para curar sus dolencias, pero había empezado a cuestionar la eficacia de tratar los síntomas que a menudo reaparecían al poco tiempo. Un día, una mujer acudió a mí con dolor de hombro que padecía desde hacía más de siete años. Diagnosticada con tendinitis y bursitis Jeanie, que así se llamaba, había probado fisioterapia, quiropraxia y analgésicos sin obtener alivio duradero. Cuando finalmente le recomendaron una cirugía decidió probar la hipnoterapia como último recurso para evitarla.

Mientras llevaba a Jeanie al trance profundo para llegar a la raíz de su dolor, empezó a describir una inesperada situación onírica en la que había sido esclava. Su amo había estado dando a ella y a su hijo tan poca comida que este se moría de hambre lentamente. Una noche, desesperada, se coló en la casa del amo y robó pan para alimentar a su hijo. El amo la sorprendió en el acto y la golpeó hasta matarla. En el proceso le pisoteó el hombro y lo aplastó. Cuando saqué a Jeanie, pareció sorprendida, pero dijo que su hombro se sentía mucho mejor. El simple hecho de revivir la historia, después de siete años de tratamiento infructuoso, pareció marcar una gran diferencia. No sabía si lo que había sucedido era fantasía, psicosis o un recuerdo real de una vida pasada para Jeanie, pero cuando meses después me contó que seguía sin dolor, y después de sanaciones similares con varios clientes posteriores, supe que necesitaba aprender más sobre la regresión.

El concepto de usar la hipnosis para regresar a un paciente a su infancia y luego a una vida anterior era bastante radical a principios de la década de 1990. Estudié los escritos de Brian Weiss, y Roger Woolger, ambos autores de libros clásicos sobre la regresión a vidas pasadas, y en 1996 realicé un curso sobre el tratamiento en la Asociación Nacional de Hipnoterapeutas Transpersonales. Aunque mucha gente consideraba entonces la regresión a vidas pasadas demasiado superficial para un profesional médico, tuve mucho éxito con ella y mi clientela crecía. Pero también había aprendido a parar de vez en cuando y disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como llevar a mi hijo a una competición de natación de verano en un entorno pintoresco, solo para acabar casi muerto. Mientras me recuperaba, luchando por recuperarme y convertirme en una especie de ser humano funcional, la hipnoterapia resultó ser una gran aliada personal, además de profesional.

Las perspectivas de revivir una experiencia cercana a la muerte.

Ocho meses después de que me alcanzara el rayo, patrociné un taller impartido por un colega hipnoterapeuta llamado David Quigley, quien enseña una técnica que él llama “Sanación Somática2. Años antes, Quigley había aprendido a curarse a sí mismo de una artritis reumatoide incapacitante, y alergias crónicas entre otras afecciones. En el proceso, se formó como hipnoterapeuta y, tras recuperar la salud, impartía clases de Sanación Somática en California combinando hipnosis y terapia regresiva. Cuando me conoció, David percibió que aún sufría las secuelas del rayo y se ofreció a trabajar conmigo como parte de su demostración. David cree que almacenamos el trauma en el cuerpo, y sus técnicas se centran en localizarlo y liberarlo.

Frente a un pequeño grupo de estudiantes comprensivos, sugirió que hiciera una regresión a los momentos previos al rayo para ver si, juntos, podíamos localizar el origen de mi dolor persistente. Me pidió que me tumbara en el suelo sobre una colchoneta de gimnasia y, a medida que me acomodaba, comenzó a hacerme una regresión suave al suceso.

La primera imagen que me vino a la mente fue una que se había repetido desde el rayo. Me vi dejando a Orión junto al coche, abrir la puerta y sentarlo en el asiento delantero. Con esta imagen me di cuenta de que si se hubiera quedado allí unos segundos más el rayo lo habría matado. Esa imagen inició el proceso de revivir todo el suceso a cámara lenta. David, con el apoyo de todo el grupo, me guió hábilmente hasta el momento en que el rayo entró en mi cuerpo. Al revivir el suceso de nuevo, esta vez a cámara lenta, pude sentir, durante unas tres horas, lo que había durado como máximo una fracción de segundo.

A medida que seguía retrocediendo mis pies empezaron a hormiguear y luego temblaron, lentamente al principio, luego cada vez con más fuerza. El temblor subía por mis piernas siguiendo el mismo recorrido que el rayo. Diez o quince minutos después de la regresión mis piernas temblaban con más fuerza y velocidad de la que habría podido moverlas si lo hubiera intentado conscientemente. Parecía como si hubiera sufrido una convulsión tónico-clónica. A medida que el temblor subía por las caderas y espalda, todo el cuerpo empezó a convulsionar, ondulando en el suelo en oleadas de liberación. Cada oleada me traía más recuerdos del dolor insoportable que había experimentado. Pero cada oleada también liberaba más del trauma que tenía tan fuertemente aferrado a músculos y nervios.

Recordé que mientras me electrocutaba el rayo atravesaba el cuerpo en oleadas y cada pulsación me acercaba a lo que estaba seguro que podría ser la muerte. En ese momento, David me animó a recibir el rayo en mi cuerpo. Pensé que estaba loco o quizás era un poco cruel. Pero luego me explicó que, aunque había luchado contra el rayo con todas mis fuerzas cuando me impactó, gran parte de la energía y el trauma seguían atrapados en mi cuerpo. Durante este proceso, me quedó claro que el dolor de espalda que había estado experimentando desde el impacto estaba relacionado con la tremenda energía sin procesar que se había alojado en la espalda. Soltar y dejar que esa tremenda fuerza me atravesara era justo lo que necesitaba hacer, como expulsar un trozo de metralla de una vieja herida.

Al dejar de luchar y "dar la bienvenida" al rayo, mi cuerpo comenzó a relajarse. Los violentos temblores y convulsiones disminuyeron gradualmente. Y entonces llegó la muerte. Apoyado física y emocionalmente por el grupo, me hice un ovillo y me puse en posición fetal boca arriba. Todo se oscureció y entré en ese gran vacío, ese lugar de la "nada" que algunas personas relatan en sus experiencias cercanas a la muerte. Recordé haber gritado en silencio, una vez más: “¡No! ". No sé cuántas opciones tenía al respecto, pero en lo que a mí respectaba, no había forma de que estuviera listo para morir todavía.

Desde ese vacío tranquilo y apacible, escuché a David guiándome en silencio para preguntarme por qué. ¿Por qué había sucedido esto? ¿Qué debía aprender del lo? Y en ese momento, supe que era porque me amaban. Sin embargo, incluso mientras ese pensamiento me asaltaba, lo cuestionaba. "¿Amado? ¿Así es como me aman? ¿Qué clase de amor es este?"

En ese momento sentí una inmensa gratitud por todas aquellas personas cuyas vidas había tocado con mis sesiones y talleres de sanación a lo largo de los años. Fue casi como si un estadio lleno de mis pacientes se hubiera puesto de pie, al unísono, para vitorearme. Toda esa gratitud me llenó de tal sentimiento de valía, de ser útil al mundo, que me sentí profundamente inspirado y, en cierto sentido, aliviado. Mi vida tenía más valor del que había imaginado.

La liberación que obtuve al acoger el rayo y el dolor continuó multiplicándose, deshaciendo lentamente el terrible daño que cien millones de voltios de energía bruta me habían infligido. A medida que la sensación de alivio y liberación aumentaba, experimenté estar en lo que he llegado a llamar el "Mar Universal de la Conciencia", completamente envuelto por amor incondicional. Durante esa experiencia, me sentí conectado con toda la vida pero, curiosamente, sin perder mi identidad. Muchos de los relatos de místicos y otras personas que han tenido experiencias de unión divina o cósmica a menudo suenan como si su identidad personal fuera absorbida por la sensación de ser Uno con todo, y esencialmente desapareciera. Eso no fue lo que sentí, y tener la sensación de identidad y no sentirme separado de los demás fue una experiencia transformadora.

Esa conciencia hace mucho más difícil hacer daño. Te hace mucho menos crítico. Más tarde, tras salir de esa regresión, reconocí la separación como una herida profunda que todos llevamos. Esta ilusión de estar separados a menudo nos hace enterrar la sensación de unión absoluta que experimentamos en el útero.

En esa abrumadora oleada de amor incondicional y unidad, me llegó un mensaje. «Escucha», decía. No podría decir si era un recuerdo de lo que experimenté durante el largo lapso de tiempo después de caer de cabeza, o era la voz de guía que me llegó después de dejar de luchar contra el rayo y acogerlo. No «escuché» una voz en mi cabeza. Era más como un torrente de pensamientos que iluminaba silenciosamente una idea que podría haber surgido de un guía espiritual, o de mi propio ser superior. «Escucha al espíritu. Tienes una mente maravillosa, pero no confíes demasiado en ella. Medita, mira hacia dentro y escucha. El espíritu te habla constantemente; solo necesitas escuchar. Escucha con el corazón. Escucha con el cuerpo».

Inundado de amor por todo lo que era y por todo lo que había hecho para ayudar a los demás, comencé el viaje de regreso a mi cuerpo. Habían pasado casi tres horas desde el inicio de la regresión y me sentía completamente transformado, como el bebé que comienza nueva vida. Regresé al cuerpo con la comprensión de que, incluso cuando el cuerpo está inconsciente o quizás clínicamente muerto, una parte de nosotros está plenamente viva, observándolo todo. Nunca había tenido problemas con el concepto de reencarnación porque tenía más sentido para mí que la creencia occidental convencional en el cielo y el infierno. Pero sobrevivir a un tipo de muerte lo hizo real. Ahí es donde comenzó mi búsqueda. Supe en ese momento que tendría que encontrar una manera de ayudar a otras personas a tener esta misma experiencia profunda sin necesidad de morir, o casi morir, para tenerla.

Buceando a través de las capas, hacia la esencia de tu alma.

Gracias a la apertura interior que experimenté en la playa el día que cumplí cuarenta años, la experiencia cercana a la muerte por el rayo, y la sesión con David Quigley, he podido sumergirme en mí mismo, quemar esas protecciones incrustadas y encontrar una llama interior que crece lentamente y continúa creciendo, que he llegado a identificar como mi "esencia del alma". Esa esencia del alma, en el centro del ser, es la imagen y la metáfora que, en última instancia, te guiará a través de las etapas de tu viaje en este libro.

La tabla que sigue te dará una idea de por dónde iremos a lo largo del libro. Puedes pensar en estas nueve capas como una serie de círculos concéntricos, aunque es más fácil leerlas en este formato lineal. Cabe señalar que las primeras cinco capas consisten en varios bloqueos, pero también contienen recursos, como el corazón y el niño maravilloso, mientras que las últimas tres capas se componen principalmente de recursos espirituales a los que tendrás acceso una vez que superes los bloqueos externos. Esta tabla te muestra las características básicas de cada capa, y las comprenderás mejor a medida que avances en el libro. Por supuesto, puedes volver a esta tabla en cualquier momento para recordar el camino. Cubriremos una capa en cada uno de los nueve capítulos siguientes. A lo largo del camino te guiaré con una serie de prácticas para ayudarte a superar cada capa. Al terminar no solo tendrás una experiencia de la esencia de tu alma, sino que también habrás aprendido ejercicios valiosos que podrás seguir usando después de terminar el libro.

Las 9 capas.

Capa/Capítulo

Elementos de la capa

1. Mente

Pensamiento, análisis, interferencia consciente, limitación de la conciencia.

2. Corazón

Sentir, dar y recibir amor, puerta al mundo interior, protección.

3. Emociones almacenadas

Retirarse a la seguridad de la mente, sentirse provocado, impulsar conductas, formar creencias, estrategias de supervivencia

4. Niño interior

Niño maravilloso, niño herido

5. Partes

Viejos programas, arquetipos, subpersonalidades, cosas que has llegado a creer sobre ti mismo.

6. Equipaje

Lo que llevas para otros, lo heredas, lo das a otros; pérdida del alma

7. Sabiduría interior

Más allá del intelecto, el Proceso de Sabiduría Corporal, el sabio interior

8. Memoria del alma

Conocimiento, superconciencia, propósito de vida, vidas de aprendizaje.

9. Esencia del alma

Sabiduría, amor incondicional, unidad, guía interior, guías.

 

Desarrollé talleres inspirados en mi experiencia de iluminación y los perfeccioné a lo largo de más de veinte años trabajando con miles de personas. Si bien he aplicado muchas de las mismas técnicas que usaba en mi práctica de hipnoterapia, las adapté para ir no solo al origen de una dolencia física o un comportamiento tóxico, sino a la esencia misma del Ser. Este es el yo esencial que descubrí aquel día en la playa al cumplir cuarenta años y que reencontré durante mi experiencia cercana a la muerte: es esa parte nuestra que creo que está más allá del tiempo y el espacio; que es, en una palabra, inmortal.

Para acceder a la esencia del alma, aunque sea fugazmente al principio, es necesario profundizar en las nueve capas descritas en la tabla anterior, algunas de las cuales hemos construido a lo largo de los años precisamente para separarnos de esos persistentes sentimientos de desconfianza o negatividad que tanto nos esforzamos por suprimir. A lo largo de este libro presento prácticas para conectar con la esencia de tu alma, desarrollar la superconciencia y sanar traumas y otros dolores para vivir desde tu esencia: una fuente de amor y sabiduría incondicionales. Mediante las prácticas viajarás desde la mente, a través de la protección del corazón, al corazón, donde encontrarás emociones almacenadas y a tu niño interior. A medida que profundices en tu interior, descubrirás y trabajarás con diversas partes de tu psique y el bagaje que te ha mantenido estancado, hasta alcanzar tu sabiduría interior, recuerdos del alma y, finalmente, tu esencia del alma.

La superconciencia es un nivel de conciencia al que te guiaré que percibe tanto la realidad material como la energía y la consciencia que la sustentan. La mente superconsciente, sinónimo de tu alma, abarca tu ser esencial y es la fuente de tus impulsos espirituales, incluyendo la compasión y el impulso para alcanzar una mayor consciencia. La mejor manera de usar los extraordinarios poderes de la mente superconsciente para vivir en armonía es mediante prácticas intuitivas basadas en adaptaciones de técnicas de autohipnosis y el uso de estados expandidos de consciencia que te permiten abrir canales de comunicación entre la mente consciente y tu superconsciente. He perfeccionado estas prácticas a lo largo de décadas y las presento en los siguientes nueve capítulos para que puedas practicarlas por tu cuenta.

Esta forma práctica de autocuidado también le permite revisar tu vida y desarrollo como ser espiritual, (algo análogo a la llamada “revisión de vida” que las personas informan durante las experiencias cercanas a la muerte), a medida que encuentras tu camino hacia la curación y la comprensión espiritual.

A lo largo del camino cuento historias y comparto experiencias de mis clientes y asistentes a los talleres para ilustrar cómo estas enseñanzas y prácticas han ayudado a otras personas reales, como tú. A medida que te guío por el programa irás avanzando de forma natural de una capa a otra hasta que conectes con la esencia de tu alma y aprendas a mantenerte en contacto con ella. Al final, te apropiarás del camino de forma personal y podrás usarlo para guiarte ante diversos desafíos y situaciones problemáticas de la vida cotidiana.

Mi experiencia con la hipnosis y las terapias de regresión a vidas pasadas me ha enseñado a ayudar a las personas a salir de su mente, a atravesar las capas de protección que rodean el corazón y, finalmente, a llegar lo suficientemente profundo como para conectar con la esencia de tu alma. A través de este libro, podrás descubrir la fuente de tu dolor, (ya sea que resida en cuerpo, mente, corazón, historia personal y familiar, o en tu alma), y podrás liberarlo y sanarlo para que cada vez haya menos capas que bloqueen la expresión de tu esencia. La verdadera sanación significa conectar con la esencia del alma y sanar desde adentro hacia afuera. Así que, prepárate para conectar con tu superconciencia y el corazón, y para involucrar a intuición, ya que estos son los caminos que despertarán a tu sabio interior y te llevarán a la esencia de tu alma.

En tu viaje hacia la esencia del alma atravesarás cada una de las nueve capas, eliminando bloqueos o encontrando recursos que te ayuden en tu camino. Algunas capas pueden requerir más trabajo y repetición de las prácticas asociadas, mientras que otras pueden requerir menos atención en tu camino hacia la esencia del alma. Una vez que te reconectas con ella, y esta comienza a emerger desde ese lugar profundo en tu interior donde reside, te ayudará a sanar desde dentro, superando el dolor emocional y el trauma que te ha mantenido estancado.

 

CAPÍTULO 1: Rompe el trance protector saliendo de la mente.

Mucha gente vive la vida en una especie de trance mental. Trabajando en Nueva York durante muchos años vi lo fácil que es pasar el día entero, (comprando el almuerzo, tomando café, yendo en metro), sin mirar a los ojos, sin decir una palabra a la gente, ni siquiera saborear la comida. El trance puede parecer una solución para poder desenvolverte en un entorno acelerado y sobreestimulante, día tras día.

En mi trabajo como hipnoterapeuta médico descubrí que muchos de mis pacientes también se encontraban en una especie de trance, y tuve que encontrar una manera, específica para su condición o enfermedad, de despertarlos. Las personas con fibromialgia, por ejemplo, suelen quedar en trance para evitar el aumento del dolor. El dolor se ha convertido en una parte tan importante de su vida que por mucho que deseen que pare a menudo se sienten impotentes y caminan como en una nube de confusión.

Otras personas sufren diversos tipos de dolor emocional que se manifiestan físicamente. Trabajé con varias bulímicas, generalmente mujeres jóvenes, que reprimían emociones intensas. Las personas con bulimia se ven abrumadas por pensamientos y sentimientos negativos. Se sienten culpables, o se sienten mal, o ambas cosas a la vez. También experimentan un intenso debate interno: ¿Debería comer, o no? ¿Debería vomitar, o no? Casi siempre, sin embargo, las emociones negativas dominan el diálogo interno para producir su versión de un estado de trance.

El comienzo del viaje esencial de sanación es romper el trance en el que caes para afrontarlo y poder empezar a sanar. Todos nos esforzamos por ignorar los sentimientos o, si no lo logramos, reprimirlos cuando afloran. No importa si estos sentimientos son culpa y vergüenza o una persistente sensación de que no hacemos lo que deberíamos hacer en la vida.

Llamamos a las emociones "sentimientos" porque van acompañadas de una correspondiente sensación física en el cuerpo. Por ejemplo, ¿cómo se siente el duelo? Yo lo experimento como sensación de opresión y contracción en el pecho. Cuando la mente niega la existencia de tales sentimientos podemos causarnos daño físico o psicológico. Hábitos destructivos, como fumar, beber y el sexo compulsivo, suelen ser resultado de evitar sentir. Bajo la presión de luchar contra estas emociones las personas suelen entrar en una especie de estado alterado, (un trance), y actuar irracionalmente, con atracones o autolesiones. Mientras ignoremos el mensaje del cuerpo este seguirá subiendo la apuesta, subiendo el volumen hasta que captemos la atención.

Lo que puede parecer un simple accidente o lesión casi siempre esconde un mensaje más profundo. Si se repara la lesión o el comportamiento tóxico sin abordar la causa subyacente, con el tiempo regresará. Con pacientes con bulimia, aprendí a ir a contracorriente e intentar que sintieran la emoción que causaba ese comportamiento. Les preguntaba dónde sentían el dolor: en el vientre, el pecho, la garganta. Una paciente colocaba la mano donde sentía culpa, ira o miedo, y luego intentábamos encontrar una forma segura rastrear su origen. Este es un proceso que llamo "presencia", en el que tomamos conciencia de lo que realmente sentimos para poder trabajar con las fuentes de los síntomas. Para la bulimia ideé un novedoso plan de tratamiento: enseñé a los pacientes a vomitar. Con esto quiero decir que les enseñé a vomitar sus emociones en lugar de la comida. Y una vez que lo hacían no necesitaban vomitar el alimento.

El viaje de la cabeza al corazón y al alma, a lo largo de este libro, comienza sumergiéndonos en la mente racional, la primer capa que nos mantiene absortos, ensimismados, y descendemos a las capas de salvaguardias y la armadura protectora que hemos construido alrededor del corazón. Cuando el corazón se siente amenazado muchos buscamos refugio en la cabeza porque allí nos sentimos más seguros, creando una especie de círculo vicioso que nos mantiene estancados. Por eso podemos repetir el mismo comportamiento inapropiado e ineficaz una y otra vez: estamos tan absortos en los pensamientos que nos desconectamos de la sabiduría interior que nos guiaría a tomar un mejor rumbo.

Para liberarse del trance de su mente necesitas evitar el impulso seductor de retirarte a la seguridad del pensamiento racional que elude el dolor emocional.

 

Conciencia expandida: Alcanzando estados más allá de la mente.

La llamada “atención plena” está de moda, ¡pero yo prefiero la inconsciencia. Perder la cabeza es un buen estado. Cuando hablo de la mente me refiero a la mente racional, o lo mental, sinónimo del ego. (La distingo de la Mente Cósmica o Grande, que Larry Dossey y otros suelen usar para referirse a la consciencia universal que toda la humanidad comparte y a la que accedí durante mi experiencia cercana a la muerte). Sobrevaloramos el intelecto y la educación, que son necesarios, pero no a costa de bloquear las emociones y, sobre todo, la sabiduría interior. Como resultado, nos quedamos atrapados en la mente mientras los corazones permanecen cerrados, apagados, desconectados. El aspecto racional del Ser pretende ayudarnos a desenvolvernos con éxito en el mundo material, pero criticarnos constantemente, paradójicamente, erosiona la autoestima y deteriora precisamente aquello que busca proteger.

Al intentar lidiar con los pensamientos interminables, a menudo cometemos el error de intentar aquietar la mente con diversas estrategias, incluida la meditación. Sin embargo, la mayoría de las veces esto no funciona porque la mayoría de las personas no han recibido formación para meditar o no sienten que tengan tiempo para convertirlo en un hábito diario. En cambio, terminan enemistándose con la mente al intentar someterla. Algo similar ocurre cuando intentamos silenciar por la fuerza el ego que nos acosa, especialmente si hemos sufrido algún tipo de trauma en la infancia. Defino el trauma como una experiencia emocionalmente abrumadora o una lesión física que deja una herida, que lo que significa la raíz griega "trauma". Al igual que algunas heridas físicas, los traumas suelen dejar una especie de cicatriz, y parte de esta cicatriz es que nos sentimos solos y aislados con dolor. Esto es evidente en casos de abuso sexual, en los que la persona abusada tiene miedo de contarlo, pero es cierto también en casos de accidentes de tráfico o enfermedades incapacitantes. Las semillas del trauma se pueden plantar de muchas maneras: viviendo con padres alcohólicos, drogadictos o con enfermedades mentales o crónicas, pero también teniendo padres que pasan por un divorcio, teniendo un hermano con una enfermedad crónica o algo aparentemente tan menor como ser regañado por un maestro por no hacer una tarea.

Tuve un cliente que era corredor de motos de velocidad extrema, un tipo aparentemente intrépido, con tatuajes en ambos brazos, que podía correr por un circuito en su motocicleta con la rodilla casi arrastrándose por el suelo. Y, sin embargo, tenía tanto miedo a los fuegos artificiales que no podía llevar a su hijo de cuatro años a un espectáculo pirotécnico, ni siquiera sostener una bengala. Cuando llegó al origen de su miedo recordó un espectáculo de fuegos artificiales al que sus padres lo llevaron cuando tenía nueve años, donde sintió mucho miedo y quiso irse. Su padre se burló de él y lo humilló diciéndole: "sé un hombre". En ese momento se puso tan nervioso que se orinó en los pantalones y su padre lo castigó.

Esa semilla, plantada en el terreno fértil del subconsciente, creció con el tiempo y se vio reforzada por varias experiencias con amigos y su padre; esta experiencia se denomina "suceso sensibilizante posterior" o SSP. Los SSP intensificaron su fobia de tal manera que la perduró hasta la edad adulta, pero la causa inicial permaneció oculta en el subconsciente hasta que la descubrió. Así es como algo aparentemente insignificante puede exacerbarse en el subconsciente con el tiempo.

El resurgimiento de un suceso traumático, olvidado hace mucho tiempo o aparentemente menor, demuestra el dinamismo de la red neuronal que conecta tu intelecto y percepciones con tus emociones. Ese suceso, sin importar cuán lejano haya sido, puede desencadenar una reacción fóbica. Para sanar el impacto negativo de los traumas arraigados puedes explorar las vías involucradas. Pero primero necesitas aprender a ir más allá del instinto protector de la mente.

Cuando comencé el trabajo esencial de sanación de "perder la cabeza", descubrí que mi mente temía que algo malo sucediera si dejaba ir por completo los pensamientos. Con el tiempo me di cuenta de que mi mente trabaja para mí en lugar de ser yo mismo y, como resultado, pude sentir que mi mente se relajaba un poco. A la mente le encantaría que creyeras que solo eres eso. Pero eres mucho más que la mente. Lo cierto es que teme perder el control porque parte de su trabajo es dar sentido lógico a las cosas, y puede sentirse amenazada ante la idea de soltar el control. Pero eso es exactamente lo que necesitas hacer para liberarte del dolor emocional resultante del trauma. Te resultará liberador expandir tu consciencia más allá de las restricciones de la naturaleza controladora de la mente.

Es posible que hayas escuchado el término “conciencia expandida” asociado con el uso de drogas sintéticas o plantas psicotrópicas, como la psilocibina, la ayahuasca y el cannabis, pero no necesitas ninguna del las para expandir la capacidad de la mente de abrirse a niveles superiores de conciencia.

Sin embargo, no esperes una euforia alucinante. Sabrás que vas por buen camino cuando empieces a sentir la presencia tranquila y perdurable que quizás hayas experimentado al meditar. Si nunca has meditado, es más sencillo de lo que muchos creen. Deja que tus ojos se desenfoquen suavemente por un rato, sin pensar en nada, pero sin distraerte. Luego, cerrando los ojos, simplemente sigue tu respiración mientras respiras profunda y lentamente. Imagínate sentado en un lugar seguro y cómodo, quizás un hermoso prado, con la espalda apoyada en un árbol, absorto en el canto de los pájaros y sintiendo la brisa.

Práctica: Fuera de la mente.

Respirando profunda y lentamente, relajando el cuerpo e invitando a la mente a tomar distancia y soltarse, tu consciencia comienza a expandirse. A medida que se expande puedes empezar a relajarte lo suficiente como para observar lo que dice la mente. Al convertirte en el observador de la mente te liberas de sus limitaciones, abriendo una puerta a tu subconsciente y a sus dimensiones mucho más vastas. Esta expansión de la consciencia es, en realidad, la base de todas las prácticas que realizaremos en este libro.

Esta técnica para expandir la conciencia es parte tanto de la hipnoterapia como de la meditación, (que son vehículos diferentes y se incluyen en las prácticas que siguen), disciplinas que comparten el objetivo de permitirte disminuir la velocidad del ritmo rápido de la vida cotidiana y obtener acceso a tu subconsciente y, en última instancia, a la mente superconsciente.

Un efecto útil de expandir la consciencia es que puedes comenzar a usar la mente como está previsto: para ayudarte a funcionar en la vida diaria. Tu mente también te ayuda a implementar, de manera práctica, las perspectivas y la dirección que recibes durante estados de consciencia más expandidos fruto de seguir las prácticas que haremos en este libro. Necesitas saber que incluso la mente intelectual más aguda tiene limitaciones; por un lado, no puede comprender ciertos aspectos de la consciencia o incluso de la realidad material. Esto es especialmente cierto en el caso del trauma. Las personas se atascan tratando de descifrar el trauma porque a veces no hay un porqué. Los sucesos traumáticos y sus consecuencias no tienen sentido racional, por lo que a menudo nos atascamos en el porqué. "¿Por qué mi madre me hizo eso?" Estás tratando de darle sentido a tonterías, pero no puedes. Estás tratando de encontrarle sentido lógico a lo que fue una acción o comportamiento ilógico.

Si nos enemistamos con la mente se atrinchera aún más, por lo que necesitamos relajarla antes de encontrar maneras de sortearla. Tu mente racional probablemente teme recordar algo traumático de una manera que te retraumatizará en lugar de sanarte, por lo que bloquea tu acceso al corazón y a las emociones. A esto lo llamo "interferencia consciente". Neutralizarla implica unos pasos básicos.

Relajación de Interferencia Consciente

Cuando te des cuenta de que la mente está interfiriendo pregúntale si tiene alguna preocupación específica, y cuál es. Las preocupaciones pueden ser simples, como una incomodidad o un ruido exterior que te distraiga; en ese caso, puedes ajustar tu entorno, reorganizar tu asiento o cerrar la ventana. Pero algunas preocupaciones pueden estar relacionadas con preocupaciones más serias, como la que acabo de mencionar: que algo malo pueda suceder si la mente "pierde el control". Si sientes que la mente se bloquea por el miedo, primero debes reconocer y agradecer a la mente por su importante papel para mantenerte vivo todos estos años. Luego, dile con delicadeza que este trabajo introspectivo es necesario y pídele que se siente en una silla y que, simplemente, observe y registre lo que sucede.

No puedes hacer que la mente desaparezca suprimiéndola, pero al no atacarla y, en cambio, ofrecerle algo que la ocupe, puedes empezar a ver más allá de su trance protector. La mente consciente solo puede hacer una cosa a la vez, así que si le das algo que hacer, te dejará en paz. Esa es una de las razones por las que tradicionalmente usamos campanas, velas y mantras en la práctica espiritual para distraer la mente consciente y permitirnos acceder a los niveles más profundos del subconsciente, o lo que algunos llaman el “yo superior”.

Esto puede iniciar una cascada de respuestas sanadoras: cuando conscientemente das un paso atrás y te conviertes en el observador de la mente, esta se aquieta, a menudo por primera vez en tu vida, dándote la oportunidad de conectar con tu subconsciente. El subconsciente es multitarea: almacena recuerdos y emociones, y dirige el sistema nervioso autónomo, que actúa en gran medida de forma inconsciente para regular funciones corporales como la frecuencia cardíaca, la digestión, la frecuencia respiratoria y la excitación sexual. Así que, siempre que notes que la mente se resiste, te pone barreras, te hace afirmaciones negativas o te insensibiliza de alguna manera impidiéndote acceder a tus emociones dale a esta interferencia consciente la tarea de convertirse en observadora y registradora. En esencia, retírala del escenario para que puedas abrirte a otros niveles de conciencia.

Evoca tu respuesta de relajación

El término, "respuesta de relajación", fue acuñado por el cardiólogo estadounidense Herbert Benson, quien en 1968 fue contactado por practicantes de Meditación Trascendental, una versión de la meditación tradicional india promulgada por Maharishi Mahesh Yogi. Los practicantes insistían en que podían controlar su presión arterial al entrar en un estado meditativo. Benson accedió a estudiar a los practicantes siempre y cuando tuviera la libertad de publicar todos sus hallazgos, tanto a favor como en contra. Resultó que Benson descubrió que los participantes efectivamente podían reducir su presión arterial meditando. En aquel entonces, la mayoría de los médicos aún creían que el sistema cardiovascular era completamente autónomo y no podía controlarse conscientemente, por lo que este fue un avance significativo. Benson también determinó que las técnicas de relajación simples, derivadas de la meditación, podían reducir la respiración, la frecuencia cardíaca y la actividad cerebral, y que los meditadores no requerían ninguna creencia espiritual, (aunque tampoco las desaconsejó). Benson finalmente adaptó la práctica de la meditación a un formato secularizado que denominó «respuesta de relajación» y, en 1975, publicó sus hallazgos en un libro bajo el mismo nombre. En breve veremos por qué esta capacidad es significativa.

Generar sentimientos de seguridad y calma ofrece una base que te permitirá realizar las prácticas que aprenderás en este libro. Una clave para contrarrestar la mente temerosa y sobreprotectora es crear un "lugar seguro" al que pueda acceder, basado en la memoria o la imaginería, que puede ser visual, auditiva, kinestésica o sensorial, gustativa u olfativa. Usaremos todas esas imágenes, aunque las tres primeras son las más comunes. Esto estimula a tu cuerpo a liberar sustancias químicas y señales cerebrales que ralentizan músculos y órganos, y aumentan el flujo sanguíneo al cerebro. Y, si te encuentras con un trauma pasado en tu viaje interior y lo encuentras abrumador, puedes refugiarte en ese sito en un instante. Si eres propenso a la ansiedad, e incluso a los ataques de pánico, esto también te ayudará a reducir la cantidad y la gravedad de esos ataques al facilitar tu respuesta de lucha o huida para que permanezcas relajado.

Para empezar a aprender a salir de la mente y adentrarte en el corazón y superconciencia, primero debes ser capaz de inducir tu propia respuesta de relajación. En esta sección, compartiré varias maneras de lograrlo para que puedas explorar y ver cuál te funciona mejor. O si relajarte es un verdadero desafío, puedes combinarlas todas en un solo proceso con etapas que te llevarán, progresivamente, a una sensación de seguridad y calma.

Establecer un lugar seguro en la mente

Imaginarse en un lugar donde uno se siente seguro provoca la misma respuesta de relajación que a menudo generan la meditación o la visualización. ¿Cómo es tu lugar seguro? Puede ser tu playa favorita o una ruta de senderismo, un templo o una capilla con hermosas vidrieras. María, una talentosa pianista, tenía un miedo escénico tan grave que a veces cometía errores evidentes cuando actuaba con una importante orquesta sinfónica estatal. La situación se agravó tanto que a veces leía un libro mientras actuaba para distraerse. Su lugar seguro evocaba varios sentidos a la vez. María eligió un prado tranquilo donde podía sentir la calidez del sol en su rostro, oler la hierba y las flores, y observar las mariposas revoloteando a su alrededor.

PRÁCTICA: ENCONTRAR TU LUGAR SEGURO

Cierra los ojos y respira profundamente un par de veces para soltar. Recuerda un momento y un lugar donde alguna vez te sentiste tranquilo y seguro. Puede ser un lugar real, en la naturaleza, una casa, un templo, una capilla u otro lugar sagrado, o un lugar imaginario, como la sala de hologramas de la nave espacial Enterprise. (No debería ser en los brazos de tus padres, un amante ni ninguna otra persona que pueda evocar una situación de dependencia). Usando todos tus sentidos de la forma más vívida posible, imagina que estás allí. Tal vez sientas el calor del sol, disipando la tensión del cuerpo; tal vez huelas las flores o el césped recién cortado; tal vez oigas el sonido de las suaves olas o música relajante. Disfruta de la sensación especial de "ah", que te produce estar allí.

Una vez que te hayas adaptado al entorno seguro y familiarizado con él, te será útil crear un punto de referencia para que puedas recordar el lugar seguro al instante. Un punto de referencia puede adoptar muchas formas: un dibujo o una imagen, una palabra clave, una acción física, o una combinación de todo esto.

 Nota del Traductor. Esto, en programación neurolingüística, se denomina “ancla”. Un anclaje recibe también el nombre de “reflejo condicinal o condicionamiento clásico”. Se trata de una característica del sistema nervioso que nos facilita aprendizajes rápidos en forma de estímulo-reacción. Ivan Pavlov, fisiólogo y psicólogo ruso, estudió conductas de los perros, a los que daba comida al mismo tiempo que hacía sonar una campanita creando un anclaje en los perros. Al cabo de un tiempo los perros habían asociado de forma inconsciente el sonido de la campanita al acto de comer, y sólo escuchando la campanita empezaban a salivar. Los anclajes hacen que podamos recordar, de forma inmediata, estados y emociones de situaciones vividas que pueden llegar a ser tan intensas que sólo con el actuar del ancla podemos notar en el cuerpo las sensaciones fisiológicas del momento al cual nos transporta el ancla. Fin de la nota.

María necesitaba evocar la comodidad de su lugar seguro mientras tocaba a toda velocidad con la orquesta. Claramente no podía tocarse los dedos de la mano mientras tocaba las teclas del piano, así que desarrollamos una "presión de puntera con los dedos de los pies" que podía invocar antes de subir al escenario. Luego, al presionar los pedales con el pie mientras tocaba, eso reactivaba el ancla y sentía cómo la envolvía la atmósfera relajante de la pradera. Rara vez, o nunca, volvió a cometer errores evidentes.

Práctica: Creando un ancla para tu lugar seguro.

Para crear un punto de anclaje para tu lugar seguro empieza usando tus sentidos con la mayor intensidad posible para imaginarte en el lugar seguro que elegiste en la práctica anterior. Una vez que sientas que estás ahí, mientras presionas el pulgar y el índice, di en silencio, varias veces: «Estoy a salvo, aquí y ahora». Manteniendo la agradable sensación de estar en tu lugar seguro, separa el pulgar y el índice. Luego, abre los ojos, sintiéndote seguro, tranquilo y relajado.

Como con cualquier habilidad nueva, para reforzar el anclaje deberías practicarlo varias veces en una situación sin estrés, por ejemplo en tu dormitorio o sala de meditación. Después puedes usarlo en cualquier situación donde sientas ansiedad, ya sea en un autobús o tren lleno de gente, en un avión, o incluso en una fiesta o reunión donde te sientas incómodo.

El efecto de tener un punto de apoyo seguro suele ser prácticamente inmediato, mucho más rápido que el efecto químico de los ansiolíticos, y también puede ayudarte a afrontar situaciones desagradables. De pequeño, tuve un dentista terriblemente inepto que rara vez me daba suficiente novocaína como anestésico, me perforaba las encías con frecuencia y, en general, me inculcó miedo terrible a la odontología. Como resultado, de adulto posponía ir al dentista todo lo que podía, y cuando iba necesitaba el doble de la dosis habitual de anestesia, además de óxido nitroso, con independencia de lo hábil o delicado que fuera el dentista. Mi ansiedad, por supuesto, dificultaba aún más el trabajo del dentista. Después de aprender hipnosis desarrollé mi propia imaginería de un lugar seguro para usarla antes y durante las visitas al dentista.

La primera vez que lo probé, el dentista notó la diferencia y quiso saber qué había pasado. "Usé la mitad de la novocaína que suelo usar, y no de administré el gas", dijo asombrado. "Estabas mucho más relajado que cuando usaba el doble de novocaína y gas". Tras ver el sacamuelas lo efectiva que resultaba la imaginería del lugar seguro me recomendó a muchos de sus pacientes, y me alegró poder ayudarlos también a superar viejas experiencias dolorosas.

Siéntete seguro en tu cuerpo.

Algunas personas descubren que sugerirles visualizar un lugar seguro no siempre funciona. Al intentar encontrar un lugar seguro puede que te hayas sentido demasiado expuesto en la playa, o tenido miedo de perderte en un bosque, o incluso sentido claustrofobia en una sala de meditación.

Las personas que sufren de dolor crónico, ansiedad y afecciones relacionadas, como la fibromialgia, o el trastorno de estrés postraumático (TEPT), a menudo descubren que simplemente visualizar un lugar seguro no siempre funciona. A menudo, han estado en alerta máxima durante tanto tiempo que no pueden reiniciar fácilmente su sistema de alarma. Cuando se vive en un estado de constante percepción de peligro se puede desarrollar una especie de radar para detectar cualquier posible amenaza. Un niño que crece con un padre alcohólico o drogadicto suele desarrollar diversas estrategias para mantenerse a salvo. Puede volverse hiperconsciente a las señales de peligro, como el sonido de pies que tropiezan, voces enojadas o el olor a alcohol del aliento. Con el tiempo, su sistema permanece en alerta máxima y se vuelve hipervigilante.

La hipervigilancia también puede causar respuestas fisiológicas dolorosas. Incluso si el miedo es ilógico, sentirás los mismos síntomas dolorosos que si te enfrentara a un intruso armado. Por ejemplo, un gran porcentaje de personas con hipervigilancia sufren de insomnio. Cuando estás constantemente en alerta roja, tu cuerpo libera potentes sustancias químicas que lo mantienen súper alerta y luego dificultan la relajación para un sueño profundo. Cuando estas sustancias químicas, como la hormona cortisol, se liberan durante un tiempo prolongado, pueden tener un efecto perjudicial. A medida que tu cuerpo intenta protegerse mediante la activación continua e innecesaria de la respuesta de lucha o huida, genera diversos síntomas y, de hecho, lo expone a mayor riesgo de daño físico.

Cuando la mente está muy absorta en estado de alerta constante le ocurre lo mismo que al ordenador que no tienes suficiente memoria al ejecutar sus programas: se bloquea. Estar constantemente alerta ante cualquier peligro también puede impedirte responder a la práctica del refugio. Desarrollé la siguiente práctica para ayudarte a alcanzar el umbral donde finalmente puedas empezar a relajarte. Si has sufrido diversas enfermedades físicas, ansiedad o ataques de pánico, observa si esta práctica te ayuda a empoderarte para afrontar esos estados por tu cuenta, y a comenzar a acceder al estado de superconciencia que te ayudará a desarrollar tu camino espiritual.

Práctica: Recuerda a tu cuerpo: “Estoy a salvo”.

Esta práctica ayuda a que la mente vuelva a un estado más neutral en el presente. Trabajar con partes aisladas del cuerpo suele ser mucho más efectivo que darte instrucciones generales, como "¡Relájate!". La mente tiende a obsesionarse con el pasado, (arrepentimientos), o el futuro, (miedo a lo desconocido), por lo que nunca se siente segura.

Comienza cerrando los ojos y respirando profundamente unas cuantas veces. Lleva el aire hacia el abdomen para que sientas cómo se expande el vientre al inhalar.

Continúa el proceso de relajar mente y cuerpo, volviéndote hacia tu interior y permitiendo que tu consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Deja atrás las inquietudes del pasado y las preocupaciones del futuro, concéntrate en el presente y envía un mensaje de seguridad a tres áreas importantes del cuerpo.

Primero, envía el mensaje a pies y piernas, hablando muy suavemente o incluso en silencio, lenta y deliberadamente, con breves pausas entre cada palabra o frase: «Pies y piernas, estoy a salvo, aquí, ahora». Repite esta frase varias veces y deja que pies y piernas se relajen lo más posible.

Segundo. Di a manos y brazos: «Manos y brazos, estoy a salvo, aquí, ahora mismo. Manos y brazos, podéis relajaros, y soltar, y dejaros ir». Ahora, relaja manos y brazos lo más que puedas.

Finalmente, di a la columna vertebral y al sistema nervioso: «Columna vertebral y sistema nervioso… estoy a salvo… aquí y ahora. Columna vertebral y sistema nervioso, podéis relajaros, y soltar, y dejaros llevar». Ahora deja que la columna vertebral y el sistema nervioso se relajen lo más posible.

Disfruta de la sensación de relajarte, más y más profundamente. Repite el mensaje: "Estoy a salvo", tantas veces como necesites. Luego, siente cómo respondel cuerpo. Si se tensa o rebela, repite el mensaje, profundizando cada vez más en la relajación.

Cada uno de nosotros tiene zonas específicas del cuerpo en las que solemos acumular más tensión y preocupación. Si sientes tensión o ansiedad proveniente de otra parte del cuerpo, (mandíbula, abdomen, hombros o frente), puedes repetir el mismo proceso en esas zonas.

Dedica tiempo a esta práctica de forma continua. A medida que te familiarices con la sensación de seguridad en estas zonas clave del cuerpo crearás una memoria corporal. Esta es una buena manera de reentrenar la mente y cuerpo para estar en un nivel de alerta más bajo y sentirte más seguro. Con el tiempo descubrirás que las palabras: "Estoy a salvo", pueden desencadenar una respuesta de relajación instantánea. Puedes ir un paso más allá aprendiendo a usar la "sala de control" de la mente para restablecer tu nivel general de alerta.

 

Práctica: Restablecer el nivel de alerta de protección de tu “sala de control”

Todos tenemos un sistema de alerta interno, que suele estar configurado en uno de tres niveles: verde para calma y relajación, amarillo para precaución, y rojo para peligro inminente. Cuando el sistema está configurado en verde, el cuerpo puede renovarse y rejuvenecerse. Nos sentimos más concentrados y más cómodos, podemos dormir mejor y digerir mejor. El amarillo, o precaución, se utiliza para las raras ocasiones en las que percibimos una amenaza inmediata de lesión grave. Y la alerta roja se reserva para las muy raras ocasiones en las que percibimos amenaza inmediata de muerte natural o violenta.

Claramente, el verde, (calma y relajación), es el nivel ideal la mayor parte del tiempo. Sin embargo es posible que hayas configurado el sistema de alerta en un nivel alto por necesidad, probablemente hace mucho tiempo. La respuesta de lucha o huida es tal que se produce automáticamente, ignorando la parte pensante del cerebro. Es posible que hayas mantenido esa configuración incluso después de que la amenaza real haya desaparecido, quizás durante tanto tiempo que ni siquiera eres consciente del la.

Una vez que determines dónde está configurado tu sistema, puedes recalibrarlo según sea necesario usando la sala de control de la mente. Esta práctica te guiará en ese proceso, seguido de la visualización de un lugar seguro.

Empieza imaginando que tu consciencia tiene el tamaño justo para viajar a cualquier parte del cuerpo, (algo así como la película de ciencia ficción de los años 60, Viaje Fantástico). Puedes imaginarte como un diminuto recipiente, o simplemente como una consciencia abstracta, como una luz de colores, o humo.

Mientras recorres tu cuerpo, entra en la sala de control de la mente. Hay una zona con un gran panel con botones, mandos, relojes e indicadores. En el centro de ese panel localiza una sección especial llamada "Sistema de Alerta de Emergencia". Revisa en qué nivel está configurado tu sistema de nivel de alerta.

Si está configurado en precaución amarilla, o alerta roja, toma el control del Sistema de advertencia de emergencia y bájalo a un nivel más apropiado para este momento: verde para calma y relajación.

Ahora que has bajado la configuración de control, envía los mismos mensajes que enviaste a brazos, piernas y columna diciendo: (“Estoy a salvo aquí, ahora mismo. Puedes relajarte, y soltar, y dejarte ir.”). Envía este mensaje, desde la sala de control, a través de todo tu cuerpo como suaves olas de relajación.

Ahora, usando todos tus sentidos, de la forma más vívida posible, imagínate en un lugar donde te sientes seguro, tranquilo y relajado. Puede ser una playa, un bosque, un jardín u otro entorno natural, o un entorno espiritual donde te sientas seguro, como una iglesia, un templo, un santuario, o un altar en casa. Imagina un lugar donde puedas sentarte y entrar en estado alterado de consciencia, permitiendo que tu consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. En ese lugar puedes descansar y, simplemente, ser.

Al terminar esta práctica, siente el cuerpo y toma consciencia de tu presencia física. Abre los ojos, lentamente, y observa tu entorno inmediato. Respira de forma relajante unas cuantas veces más y prepárate para continuar con tus actividades del día a día.

Siempre puedes regresar a tu lugar seguro cuando sientas que tu sistema pasa al nivel de alerta amarilla o roja. "Estoy, a salvo, aquí, ahora mismo". Estas palabras son poderosas porque, al penetrar en tu cuerpo físico, tienen efectos fisiológicos inmediatos que puedes observar a través de la consciencia. Es similar a la sensación de un aspecto de tu consciencia observando otros aspectos durante la meditación. Puede que incluso lo hayas sentido fuera de una experiencia meditativa, ya que es algo común y no resulta especialmente misterioso. Lo que ocurre es que el aspecto observador de la mente trabaja a un nivel de consciencia superior o expandido, y el aspecto observado es la mente, o simplemente el ego. Puedes aprender a desarrollar este proceso de autoobservación, incluso sin aprender a meditar.

Se testigo de la mente como observador.

El objetivo de alcanzar un estado de consciencia expandido es promover tu sanación esencial. El objetivo no es necesariamente acallar comportamientos destructivos ,—aunque eso puede ocurrir—, sino expandir la consciencia más allá de los confines de la mente. En este estado, la consciencia se amplía y te conviertes en el observador objetivo; alcanzas un estado a veces llamado "consciencia de testigo". Quizás hayas oído hablar de "consciencia de testigo"; el autor de autoayuda Wayne Dyer escribió extensamente sobre él, y la frase en sí se remonta al maestro espiritual indio del siglo noveno, Shankara. Esto significa, simplemente, que aunque el "observador objetivo" es un método utilizado por muchos hipnoterapeutas actuales en realidad se basa en la sabiduría ancestral y en prácticas contemporáneas de eficacia comprobada.

Las prácticas de este capítulo pueden combinarse para sentar las bases de tu proceso de sanación esencial. Te permiten alcanzar una perspectiva superior, más allá del ego cotidiano o de la mente. Estas prácticas pueden superponerse e interconectarse durante cualquier sesión, y su intensidad puede variar con el tiempo. Por ahora, unámoslas para que puedas experimentar cómo salir de la mente y entrar en tu estado de sanación esencial.

Práctica: Sentirse liberado del pensamiento.

El requisito principal para esta práctica es estar en un lugar relativamente tranquilo y libre de intrusiones. Después, comenzar a explorar cómo se siente estar en estado de consciencia, relajado y abierto.

Cierra los ojos y respira profundamente varias veces para relajarte. Respira hondo, llevando el aire hacia el abdomen para que sientas cómo se expande tu vientre al inhalar. Comienza el proceso de relajar mente y cuerpo, volviéndote hacia tu interior y permitiendo que la consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Relaja pies y piernas; luego, manos y brazos; relaja cuello y hombros; cara, mandíbula, boca, ojos y la frente.

Ahora, usando todos los sentidos imagina, con la mayor intensidad posible, que estás en un lugar donde te sientes seguro, tranquilo y relajado. Puede ser una playa, un bosque, jardín u otro entorno natural, o un entorno espiritual donde te sientas seguro, como una iglesia, templo, santuario o altar en tu hogar. Imagina ese lugar donde puedas sentarte y entrar en estado alterado de consciencia, permitiendo que esta se expanda más allá de los límites de la mente.

Ahora, date unos minutos para observar los pensamientos. Simplemente presta atención a lo que dice la mente. Deja que fluyan y se vayan. Nota la libertad de sentirte liberado de tus pensamientos. Disfruta del estado de consciencia expandida que has alcanzado durante unos minutos.

Al terminar la práctica siente tu cuerpo y toma consciencia de tu presencia física. Abre los ojos lentamente y observa tu entorno inmediato. Respira de forma relajante unas cuantas veces más y prepárate para continuar con tus actividades del día.

Considero que es mejor realizar esta práctica por la mañana o por la noche, pero deberías elegir un momento en el que no te sientas presionado. Te recomendamos practicarla regularmente a medida que avanzas en este libro, integrándola con las demás prácticas.

Cuando observas la mente, generalmente sucede una de estas tres cosas: puede estar en silencio, expresar una preocupación o intentar ayudarte sugiriendo que te relajes. Aquí tienes algunas maneras de responder:

  • Si la mente está tranquila, está bien; ¡disfruta del silencio!
  • Si intenta interferir, por ejemplo sugiriendo que todo este proceso es una pérdida de tiempo, (lo que describí antes como interferencia consciente), dale las gracias y hazle saber que aunque te ayuda en la vida diaria lo que estás haciendo aquí supera su capacidad y que la mejor manera de ayudarte es dar un paso atrás y soltar. Pídele que se siente a tu lado y que simplemente observe y registre lo que sucede.
  • Sin embargo, si expresa una preocupación, deberás abordarla. Comienza preguntándole qué le preocupa. No es necesario que lo hagas en voz alta, pero escucha lo que la mente te dice. Las dos preocupaciones más comunes son mantenerte a salvo o cuestionar tu capacidad para hacerlo correctamente; en este último caso puedes decirle que no está diseñada para este tipo de trabajo. La mente también puede quejarse del ruido o la incomodidad, en cuyo caso debes adaptar tu entorno en consecuencia.
  • Si te sientes inseguro, o cuando empieces a sentirte ansioso o amenazado, puedes crear un "lugar seguro" al que puedas acudir en cualquier momento, como hiciste en la práctica: "Encontrar tu lugar seguro". Al repetir esta práctica es posible que notes que tu lugar seguro cambia de vez en cuando según tu estado de ánimo, lo cual es perfectamente normal.

Liberarse de los pensamientos y convertirse en observador objetivo es una práctica viva y continua que evolucionará, y es posible que encuentres menos resistencia a medida que te sientas más cómodo con ella. La interferencia consciente puede ocurrir en cualquier momento mientras realizas las prácticas. La clave está en aprender a lograr que la mente te deje en paz el tiempo suficiente para expandir la consciencia y avanzar en las etapas de tu despertar.

En esencia, si la mente dice que no quiere profundizar en el dolor pídele que se aleje lo suficiente para que puedas continuar. Pregúntale si tiene alguna inquietud y, de ser así, abórdala. Puedes ajustar cualquier distracción menor, pero si la mente se vuelve demasiado temerosa, simplemente reconócela y agradécele por ayudarte a sobrevivir. Luego, dile con delicadeza que este trabajo es necesario y pídele que te ayude sentándote en una silla, observando y registrando lo que sucede.

Cuando puedas observar la mente, libre de interferencias conscientes, te convertirás en observador objetivo. Estás listo para salir del la y continuar expandiendo la consciencia. Descubrirás que la repetición te facilitará cada vez más soltar la mente. Esto servirá como base, o punto de partida, para todas las prácticas futuras del libro, a medida que te acerques a la esencia del alma en tu núcleo. De hecho, puedes usar este proceso de liberación de pensamientos en cualquier momento para evitar que la mente distorsione o bloquee otros ejercicios. Ten en cuenta que algunos de estos ejercicios pueden llevarte a un estado de relajación muy profundo, por lo que es importante dejar un poco de tiempo al final para volver al habitual estado mental activo.

Este capítulo se ha dedicado a prepararte para alcanzar una consciencia expandida que puedas repetir cuando lo necesites. Cada vez que te des cuenta de que la mente interfiere, tendrás herramientas para contrarrestarla.

 

Capítulo 2: Entra en el corazón, la puerta al mundo interior

¿Sientes algo tan doloroso, ya sea emocional, psicológica o físicamente, que lo niegas? Cuando nos enfrentamos a sentimientos dolorosos y emociones reprimidas podemos refugiarnos en la mente analítica e intentar "pensar" para superarlos. Como aprendiste en el capítulo 1, esto es contraproducente porque produce una especie de trance mental que nos impide vivir plenamente. Esta estrategia de ignorar el dolor se intensifica a medida que nos retiramos de él y, finalmente, buscamos anestesiarlo. Para contrarrestar ese impulso debes conectar con el dolor: explorarlo, sentirlo, dialogar con él y expresarlo de una manera que no haga daño ni a ti ni a nadie más.

Lawrence era un asesor financiero de unos cuarenta años que había tenido mucho éxito profesional, pero se sentía vacío durante gran parte de su vida. Le consternaba especialmente que sus relaciones románticas nunca parecieran ir bien. Después de hablar con él me di cuenta del problema. Lawrence estaba tan encerrado en sí mismo que no podía identificar ni una sola emoción. Necesitaba salir de la mente analítica y adentrarse en el corazón. Pero cuando el corazón está tan cerrado, y tan profundamente protegido como el suyo, eso puede ser difícil. Así que le pedí que siguiera el proceso que describí en el capítulo anterior: cerrar los ojos, respirar tranquilo y pedir a la mente que se sentara y tomara notas. Mientras se relajaba respirando se dio cuenta de que, años antes, había experimentado una ruptura emocionalmente devastadora con una mujer que esperaba desposar, y desde aquello le costaba sentir algo.

Pedí a Lawrence que se pusiera una mano en el pecho, sobre el corazón. Dijo que sentía el peso y el calor de la mano sobre el pecho. Lo siguiente que sintió fue una opresión. Tener una sensación física suele ser el preludio de una emoción, y al centrar la atención en esa opresión empezó a sentir profunda tristeza. Al principio, Lawrence sollozó lentamente, y luego lloró desconsolado por la pérdida de su prometida. Mientras lloraba su corazón se abrió y pudimos comenzar el viaje interior.

Al realizar las prácticas de apertura que compartiré en este capítulo, Lawrence se sintió más cómodo con su corazón. Como resultado no solo pudo comprender qué había detrás del fracaso de tantas relaciones anteriores sino que también emprendió el viaje hacia la comprensión de su naturaleza más profunda: la esencia de su alma.

Una vez que dejamos atrás el pensamiento racional, y nos adentramos en el corazón, podemos procesar las heridas que llevamos dentro y empezar a sentir amor. El objetivo de este capítulo es abrir el corazón, la siguiente capa en el proceso de Sanación Esencial y puerta al mundo interior al pasar del pensamiento al sentimiento. No me refiero al órgano físico del corazón, sino al centro del sentimiento que se encuentra en medio del pecho. El reto es que, al pasar de la mente al corazón, probablemente nos topemos con la protección del corazón, una especie de armadura que solemos desarrollar en los primeros años de vida y que lo protege del dolor.

Práctica: Sentir en el corazón

Pasamos tanto tiempo en la cabeza que no dedicamos suficiente tiempo a identificarnos con el corazón. Al colocar la mano sobre el pecho, podemos trasladar mejor la atención de la mente pensante al corazón sensible.

Cierra los ojos y respira profundamente. Respira sutilmente, llevando el aire hacia el abdomen para que sientas cómo se expande el vientre al inhalar. Dirige la atención al centro del pecho, el centro de tus emociones. Coloca la mano sobre el centro del corazón. Invita al corazón a abrirse, siente dentro del corazón y observa lo que sientes. Pregúntate: "¿Qué siento ahora?".

Esta es una práctica sencilla que puedes repetir a lo largo del día, y en cualquier momento, para familiarizarte con los sentimientos. Normalmente sabemos lo que pensamos, pero no tan a menudo lo que sentimos.

Explora la protección del corazón

El desafío radica en que, al pasar de la mente al corazón, es probable que te topes con la protección del corazón, una especie de armadura que solemos desarrollar en los primeros años de vida y que lo protege del dolor. Todos tenemos algún tipo de protección cardíaca; algunos, como Lawrence, podemos estar tan protegidos que ya ni siquiera somos conscientes de lo que sentimos. Cuando formo a terapeutas para la terapia de regresión les digo que, independientemente de las técnicas que hayan aprendido para inducir la hipnosis o profundizar ese estado, si el corazón del cliente está cerrado y protegido no llegará muy lejos porque el corazón es, en realidad, la puerta al mundo interior.

Es fundamental trabajar con esta protección del corazón, que todos tenemos, e identificar la forma particular que adopta. Probablemente cumplió una función que antes te servía pero ahora puede haber perdido su propósito y causarte dolor y aislamiento. Tener un nivel considerable de protección no solo retiene viejas heridas, bloqueándolas por así decirlo, sino que también dificulta conectar con los demás a nivel emocional. Esto incluso podría significar no estar abiertos al amor cuando se presente.

Si actualmente te encuentras en una situación que aún requiere mucha protección, por ejemplo, una relación (con tu pareja, padre, madre, hijo o compañero de trabajo), en la que te sientes amenazado, maltratado o en riesgo, quizás necesites mantener la protección en el corazón para mantenerte a salvo. No te preocupes, es importante protegerte. Puedes permitir que el corazón se ablande lo suficiente como para acceder a él sabiendo que no necesitas abrirlo a nadie más en este momento. Esto te permitirá conectar con los sentimientos y la sabiduría interior que residen en él.

Conozcamos la protección.

La acumulación de protección del corazón, a lo largo de los años, puede dificultar la apertura del mismo o la identificación de sentimientos por lo que puede ser útil objetivar esa protección del corazón para permitir establecer una conexión más profunda con él. "Objetivar" significa ver o sentir algo, incluso una emoción, como un objeto de algún tipo. Algunas personas identificarán la depresión, por ejemplo, como una manta pesada, oscura y fría, o verán la ira como una bola de fuego explosiva. Una vez que puedas nombrar algo, puedes interactuar con ello; tenerlo en tus manos, por así decirlo. La siguiente práctica te animará a preguntarte: si tu protección del corazón fuera un objeto con un tamaño, forma, color o textura particular, ¿cuál sería? Algunas personas describen su protección del corazón como una puerta de acero, pared de ladrillos, o alambre de púas. Otras dicen que tiene un olor a podrido o pútrido, o que emite un fuerte crujido o zumbido, como un campo de fuerza eléctrico.

Una cliente se encontró con puertas de acero protegidas por pistolas láser que escaneaban constantemente el perímetro para eliminar a posibles invasores. Le sugerí que en lugar de intentar desmontar las pistolas láser y las puertas de acero de inmediato, primero les agradeciera por mantenerla a salvo. Al fin y al cabo la habían mantenido segura durante bastantes años, y aunque ya no las necesitaba seguían funcionando. Al agradecer, como suele ocurrir, las protecciones se suavizaron y se volvieron más permeables. De esta manera, gradualmente pudo acceder a su mundo interior.

Debido a que las estrategias de afrontamiento que generaron sus protecciones pueden ya no ser necesarias, te sugiero que observes en qué condición parece estar el objeto. Algunas personas encuentran que su escudo protector esta viejo y destartalado, mientras que otras pueden caracterizarlo como bien conservado.

Práctica: Identificar los objetos que te protegen

Desarrollar una relación con la protección es esencial, ya que te ayudará a identificar su origen y a explorar qué la hizo necesaria. Al igual que hiciste con la mente en la capa anterior, que también cumplía una función protectora, comenzarás agradeciendo a la protección por mantenerte a salvo durante tantos años. Una vez que la reconozcas y la agradezcas, podrás suprimirla o ir a través del la.

Si la mente se siente hiperactiva en algún momento de esta práctica, aplica lo aprendido en el capítulo 1 y pídele que se siente a un lado para observar y tomar notas. Si por alguna razón te sientes inseguro, puedes usar la práctica "Recordarle a tu cuerpo: 'Estoy seguro'". Te sugiero que, en un momento dado coloques la mano sobre el corazón durante un rato. Luego, si en algún momento te sientes más cómodo relájala y colócala a un lado o en el regazo, no hay problema.

Es probable que al realizar esta práctica por primera vez experimentes una avalancha de sentimientos. Cuando el corazón ha estado cerrado durante mucho tiempo puedes sentir alivio al comenzar a abrirse de nuevo. Tras ese alivio inicial suele surgir una tristeza largamente contenida, generalmente seguida de un profundo sentimiento de amor. Si estas emociones surgen, simplemente relájate y déjalas fluir. Te proporcionarán la materia prima con la que trabajaremos en el siguiente capítulo, donde trabajarás con la capa emocional.

Te recomiendo que consigas un diario o cuaderno para registrar respuestas a las prácticas de este libro. No necesitas un diario sofisticado; un cuaderno de espiral o unas hojas te servirán, o incluso un archivo digital si lo prefieres.

Cierra los ojos y respira profundamente varias veces para relajarte. Respira profundamente, llevando el aire hacia el abdomen para que sientas cómo se expande el vientre al inhalar. Comienza el proceso de relajar mente y cuerpo, volviéndote hacia tu interior y permitiendo que la consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Mientras continúas respirando, relaja pies y piernas; luego, manos y brazos; relaja cuello y hombros; sigue con la cara, mandíbula, boca, ojos y frente.

Tómate un momento para observar tus pensamientos. Presta atención a lo que dice la mente. Luego, dirige la atención al centro del corazón, en medio del pecho, el centro de tus sentimientos y emociones. Respira hacia este centro del corazón e invítalo a abrirse. Puedes colocar la mano sobre el pecho para palpar la conexión. Permítete tomar conciencia de cualquier protección que puedas tener alrededor del corazón.

Respira hondo y pregúntate: «Si la protección del corazón fuera un objeto, ¿qué sería?». Observa el tamaño y la forma de tu protección. Observa también su estado. ¿Parece robusta y segura o un poco desgastada y desvencijada? ¿Qué se siente tenerla ahí?

A continuación haz estas preguntas al protector y escucha lo que dice. Escribe las respuestas en una hoja de papel o en un dispositivo digital:

·         ¿Cuál es tu propósito?

·         ¿Cómo me proteges?

·         ¿Para quién trabajas?

·         ¿Cuando llegaste a mi vida?

·         ¿Qué te hizo necesario?

Tras observar las reacciones del objeto protector, agradécele por haberte mantenido a salvo durante tanto tiempo. Al agradecerle, generalmente se ablandará y relajará.

Al seguir funcionando como hasta ahora, la protección en realidad te causa dolor. Al retener viejas heridas del pasado también impide que un nuevo amor llegue a tu vida. Aunque no quieres deshacerte del la, sí quieres transformarla en una forma de protección más maleable y permeable. Cuando abrimos el corazón nos volvemos vulnerables. Para desenvolvernos en el mundo cotidiano, —tomar el transporte público, hacer negocios, incluso interactuar con familiares—, necesitamos protección. Lo más útil es una forma de protección dinámica que pueda cambiar según las circunstancias.

La apertura de la lente de una cámara puede ser una metáfora útil. La apertura se abre y cierra según la cantidad de luz ambiental para no distorsionar la imagen. De la misma manera, puedes abrir o cerrar el corazón en distintos grados según sea necesario. Sin perder la capacidad de abrir el corazón a quienes amamos o a quienes queremos ayudar, podemos usar el discernimiento para ajustar la apertura y evitar ser dañados. No tenemos solo una opción binaria, completamente abierto o cerrado, sino más bien un abanico de grados de apertura.

Cuando la protección ha estado vigente durante mucho tiempo y la modificamos haciéndola más flexible es posible que necesitemos revisar el corazón durante el transcurso del día para ver cómo está funcionando la nueva protección.

Aprendiendo a escuchar al corazón

Durante mi experiencia cercana a la muerte recibí la contundente señal de que siendo mi mente sana tiendo a depender demasiado del la. Entendí que necesito escuchar más al corazón, y hacerlo ha transformado mi vida. Nos pasamos el día escuchando la voz de la mente diciéndonos lo que piensa y, sin embargo, ¿con qué frecuencia escuchamos lo que siente el corazón? No digo que debamos dejar de escuchar a la mente; cumple una función valiosa. Sin embargo, creo que necesitamos reorganizar las prioridades.

En realidad es mejor invertir el orden habitual: primero escucha lo que el corazón desea; luego consulta a la mente para descubrir cómo lograrlo. Si el corazón te dice que quiere pasar más tiempo en la naturaleza, pregunta a la mente cómo puedes lograrlo. Quizás te sugiera hacer más escapadas de fin de semana fuera de la ciudad, o quizás que te conviertas en guardabosques. La mente es buena para encontrar soluciones a problemas, pero el corazón es mucho mejor para indicarte qué problemas realmente necesitas resolver.

Práctica: Aclarando la voz del corazón

En el diario dibuja un círculo y divídelo en cuatro cuadrantes. Los dos de la izquierda son «Mi mente piensa»; los dos de la derecha son «Mi corazón siente». Los cuadrantes superiores son «ahora» y los inferiores son «futuro». Piensa un momento en algunas cosas que necesitas ahora mismo y escríbelas en el cuadrante superior izquierdo. Luego, en el cuadrante inferior izquierdo, escribe una o dos cosas que creas que necesitarás en el futuro.

Ahora, coloca la mano sobre tu pecho, respira, siente el centro del corazón, y siente lo que el corazón más anhela ahora mismo. Escríbelo o dibújalo en el cuadrante superior derecho. Luego, siente lo que el corazón más desea para el futuro y escríbelo o dibújalo en el cuadrante inferior derecho. De esta manera, las cosas que crees necesitar estarán en la mitad izquierda del círculo, y lo que el corazón anhela estará en la mitad derecha. Por ejemplo, la mente podría decirte que necesitas trabajar más para ganar dinero, pero el corazón podría decirte que necesitas más tiempo en la naturaleza.

Observa lo escrito y dibujado, y evalúa la diferencia entre lo que la mente considera más importante ahora y en el futuro, escrito en la mitad izquierda del círculo, y lo que el corazón anhela en la mitad derecha. Si dejas las necesidades del corazón en último lugar o las ignoras, crearás una vida desequilibrada. Si prestas atención a lo que el corazón anhela y usas la mente para lograrlo lo mejor posible, probablemente vivirás una vida más plena.

Cuando nos negamos a escuchar al corazón

Beth vino a la consulta quejándose de síndrome del intestino irritable y un dolor punzante de estómago que empeoraba durante la menstruación. Estaba casada con un médico que conoció en la facultad de medicina y había dejado la práctica de la profesión como neuróloga tras casarse y empezar a tener hijos: dos niños, de diez y doce años. Llevaban quince años juntos pero en los diez años transcurridos desde el nacimiento de su segundo hijo el matrimonio se había convertido en una relación más bien superficial. Aunque su marido no era abiertamente abusivo, con el paso del tiempo notaba que carecía de calidez y conexión emocional. Rara vez tenían relaciones sexuales, y Beth se refería a al marido como "el padre de mis hijos". Quizás porque había tenido una relación anterior con un hombre que la maltrataba física y emocionalmente, su actual marido le servía de alivio. Estuvo tentada a seguir con el matrimonio simplemente porque su marido era un buen proveedor, le daba la libertad de hacer lo que quisiera y cuidaba a su hijo menor, que es autista, las 24 horas. "Mi marido no es un mal tipo", dijo. “Ya no siento nada.”

Beth sospechó que su dolor podría estar relacionado, de alguna manera, con su dilema, y tras esforzarse por conectar con el corazón decidió dejar al esposo y su malestar estomacal mejoró durante un tiempo. Pero finalmente no pudo romper y, con el tiempo, el malestar estomacal volvió a empeorar. A menudo es solo cuestión de tiempo antes de que la angustia causada por ignorar el impulso del corazón se vuelva lo suficientemente fuerte como para hacernos escuchar.

La disparidad entre lo que dicen mente y corazón puede generar gran parte del estrés que sientes en tu vida diaria. ¿Qué pasaría si, en distintos momentos del día, te detuvieras un minuto, pusieras la mano sobre el corazón y le preguntaras qué quiere, qué necesita?

Práctica: Encuentro con el corazón.

La mente juzga las emociones, pero el corazón puede albergar muchas emociones a la vez, incluso opuestas, como el amor y el odio. Esto puede causar confusión al intentar identificar la naturaleza de un sentimiento en particular. Debemos tener en cuenta que las emociones tienen sensaciones físicas correspondientes, y podemos sentirlas antes de sentir las emociones reales. Algunas personas sienten opresión en el pecho, como Lawrence, o quizás un nudo en el estómago. Cuando estas sensaciones surjan al realizar esta práctica simplemente obsérvalas, respira profundamente y déjalas ir y venir. No las juzgues, déjalas estar. Aunque traigan dolor, puedes encontrar el camino de regreso al amor en el corazón una vez que disuelvas o eludas la protección del corazón. Con el tiempo, aprender a escuchar al corazón abrirá la puerta a la escucha de la esencia de tu alma.

Comienza por liberarte de tus pensamientos. Visualiza el objeto que identificaste como la protección del corazón. Agradece a tu protección por haberte servido bien en el pasado.

Oriéntate alrededor, por encima, por debajo o a través del objeto protector. Al soltar los escudos y muros protectores, al menos por ahora, permite que el corazón se abra a ti y comienza el viaje hacia tu interior, cada vez más profundo en este corazón.

Una vez que hayas superado la protección observa cómo se ve y se siente el corazón. Pregúntale qué necesita y anhela realmente, qué es lo que más desea en este momento. Pregúntale qué quiere mostrar o decir.

Ahora reemplaza la protección del corazón que encontraste por una forma de protección más dinámica, una que sea más permeable y que pueda cambiar con las circunstancias.

Con el corazón más abierto y manteniendo la conexión con él, vuelve suave y gradualmente al estado natural de vigilia.

Práctica: Ver el corazón de nuevo.

El trabajo que has realizado en este capítulo es poderoso, así que te animo a escribir lo que has descubierto en tu diario siguiendo las siguientes indicaciones. Tener esta visión general te apoya continuamente para que puedas tomar decisiones diarias, grandes y pequeñas, según lo que el corazón necesite y los mensajes que te comparte.

·         Mi protección del corazón se ve así:

·         Tener la protección de mi corazón se siente como:

·         Mi protección del corazón existe para:

·         Me sirve para:

·         Cuando entro en el corazón, se ve y se siente:

·         Mi corazón necesita:

·         Mi corazón me muestra/dice:

·         Mi nueva protección cardíaca es:

·         Mi corazón quiere mostrarme o decirme:

Perforar o derretir la protección nos permite enfrentar los sentimientos auténticos, y a muchas personas les resulta abrumador. Pero los sentimientos son solo sentimientos: debemos dejarlos ir y venir porque aferrarnos a ellos e internalizarlos causará enfermedades emocionales o físicas. En casos extremos pueden estallar en un torrente emocional dañino que a menudo hiere a quienes más amamos. Quizás descubras que necesitas abrir el corazón gradualmente durante este proceso. Por eso, el siguiente capítulo te ayudará a aprender a procesar e integrar tus emociones.

 

Capítulo 3: Desenterrar emociones, creencias y estrategias de supervivencia

Cuando tenía cuatro años, enfermé gravemente con fiebre altísima e inflamación de garganta. Al principio el pediatra pensó que tenía paperas, pero no era así. Como la fiebre seguía subiendo me hospitalizaron y recetaron antibióticos, pero la fiebre persistió hasta que empecé a delirar y casi muero. Solo tengo vagos recuerdos de esa larga semana o diez días. Sin que yo lo supiera, mi estado era tan grave que los médicos les dijeron a mis padres que debían estar preparados para la posibilidad de que no sobreviviera.

Esa horrible fiebre finalmente remitió tan misteriosamente como había llegado, pero quedé completamente paralizado por artritis reumatoide. Pasé el año siguiente en el Hospital Infantil de Stanford, (entonces llamado Hogar Stanford para Niños Convalecientes), recibiendo tratamiento y rehabilitación. Estaba completamente incapacitado. No podía levantar un lápiz ni sostener un tenedor. Tenía que desplazarme en silla de ruedas. Ni siquiera podía comer ni lavarme. Aunque recibí una atención excelente, y mis padres venían a visitarme con frecuencia, estaba asustado y me sentía solo.

En la cama junto a mí, en la sala de grupo que se había convertido en mi hogar, había un niño muy enfermo, al que apenas podía ver a través de las paredes de plástico empañadas de la carpa de oxígeno que lo rodeaba. Al despertar una mañana vi que la carpa de oxígeno había desaparecido, y también Jimmy. Jimmy no sobrevivió. Su estado había empeorado y falleció durante la noche.

Me preguntaba: ¿Qué pasó? ¿Adónde se fue Jimmy? Y en mi mente infantil me preocupé: ¿Soy el siguiente? En ese momento tenía mucho miedo y me sentí aún más solo. Claro, a esa edad, no entendía mucho sobre la muerte. Pero empecé a pensar: ¿Qué puedo hacer para evitar que me lleven en plena noche? Quizás si soy realmente bueno y muy fuerte, no vendrán por mí. Así que decidí que sobreviviría volviéndome bueno y fuerte. A este tipo de pensamiento lo llamo: "magia infantil".

Después de interminables baños calientes y fríos, fisioterapia, diversas terapias de rehabilitación y muchos esteroides, poco a poco pude volver a caminar y a sujetar cosas con los dedos. Más tarde, mis padres solían contar la historia del día en el hospital cuando, por fin, pude volver a sujetar un tenedor y comer solo. Tras casi un año de tratamientos, la artritis que me había paralizado el cuerpo remitió y pude volver a casa. Ese es un día que siempre recordaré. ¡Tenía una nueva hermana y un nuevo hogar! Mi "magia infantil" había funcionado. Sobreviví. No habían venido a buscarme en mitad de la noche. En mi mente infantil, ¡ser bueno y fuerte había dado sus frutos! En aquel momento no sabía que ser bueno y fuerte se convertiría en mi estrategia de supervivencia para toda la vida.

Y, sin embargo, los niños de cuatro años no deberían tener que ser fuertes y buenos. Mi estrategia de ser "bueno y fuerte" significaba no ser una molestia para mi madre, que estaba sobrecargada, además de sentirme responsable de mis hermanos menores. Sobre todo, estaba convencido de que debía negar mis sentimientos porque si no lo hacía, moriría. Y si esto se convierte en tu estrategia de supervivencia, como me pasó a mí, puede llevar a conflictos emocionales más adelante en la vida. Al llevar esa creencia a la edad adulta, ni siquiera sabía por qué creía que nunca debería sentirme cansado y que siempre debería saber, instintivamente, qué hacer en cualquier situación. Y, en cualquier escenario difícil, debería fingir ser fuerte y nunca mostrar debilidad. Pero, de hecho, necesitamos hacer lo contrario; necesitamos encontrar maneras de sentir y expresar esas emociones, esa es la siguiente etapa en el camino hacia la sanación esencial.

Los efectos de la supresión emocional.

A medida que continuamos el viaje para descubrir y conectar con la esencia del alma examinaremos principalmente tres cosas: las emociones almacenadas, las creencias limitantes que surgen de esas emociones, y las estrategias de supervivencia que han evolucionado para hacer frente a esas creencias.

Uno de los grandes beneficios de modificar la protección del corazón, como aprendiste en el capítulo anterior, es acceder más abiertamente a él y a las muchas emociones que alberga. Todas ellas exigen ser expresadas. Por su propia naturaleza, las emociones buscan ser expresadas. Los sentimientos buscan ser exteriorizados. Imagina sentir un amor intenso por alguien cercano, ya sea pareja, cónyuge, padre, hijo, hermano o hermana. ¿Qué sentido tendría guardar tu amor en el interior en lugar de expresarlo abrazando al ser querido en cada oportunidad que tengas?

Cuando internalizamos las emociones, o en otras palabras, cuando no las expresamos, perdemos la oportunidad de una experiencia de vida más plena y cálida. Además, generamos estrés. Lo mismo ocurre con las emociones aflictivas, como ira y resentimiento. Reprimir estos sentimientos a menudo conduce a la enfermedad.

Tomemos como ejemplo la tristeza. Cuando nos sentimos tristes, solemos empeorar las cosas reprimiendo continuamente los sentimientos de tristeza que, con el tiempo, pueden derivar en depresión. Esta es una distinción importante. Todos nos sentimos tristes en alguna ocasión; la tristeza puede deberse a la muerte de un viejo amigo o familiar cercano, un revés en el trabajo, o incluso la cancelación de última hora de una cena con amigos. Ese tipo de tristeza pasa con el tiempo o, en algunos casos, puede impulsarnos a actuar. Pero cuando nos sentimos tristes de forma persistente debido a ira reprimida o a sentimientos de baja autoestima, esa tristeza acumulada puede crear un reservorio de depresión. Las personas que reprimen implacablemente sus sentimientos de tristeza pueden llegar a temer, excesivamente, experimentar cualquier tipo de tristeza e intentarán evitar situaciones que puedan desencadenarla o buscar maneras de insensibilizarse. Los vehículos más comunes para insensibilizarnos son el consumo excesivo de alcohol, comida en exceso, uso de drogas, pero también existen otras formas menos obvias de insensibilizarnos como las compras y el juego.

Al descubrir la naturaleza y los componentes de la protección de tu corazón, como hiciste en el capítulo anterior, ahora puedes pasar a la siguiente capa y abordar las emociones expuestas y almacenadas, las creencias arraigadas y las estrategias de supervivencia que llevaron a la construcción de esa protección.

FORMAS en las que revivimos los mismos dolores.

Con el corazón abierto profundizamos trabajando con las emociones, creencias y estrategias de supervivencia resultantes que conforman la tercera capa en el camino hacia el yo interior. Por ejemplo, es tristemente común sentir que no nos han querido, que no nos han deseado o que nos han abandonado. Estos sentimientos se arraigan en la creencia de que no somos lo suficientemente buenos, o que no hay suficiente para todos. Y luego, esas creencias se activan cada vez que estamos en una relación porque queremos evitar que nos vuelvan a herir. Así, inconscientemente, adoptamos la estrategia de supervivencia de irnos antes de que se vayan. Desafortunadamente terminamos sintiéndonos aún más tristes y solos.

Cheryl estaba pasando por grandes dificultades en su matrimonio, aunque creía que su esposo era "un buen hombre". Al pedirle que describiera sus sentimientos hacia los hombres en el pasado expresó la creencia de que: "todos se van". Siendo muy joven, su padre se fue de viaje de negocios, sufrió un derrame cerebral y murió de aneurisma. No lo volvió a ver. Su madre no la llevó al funeral, así que Cheryl solo sabía que su padre, a quien amaba profundamente, se fue y nunca regresó. Su estrategia de supervivencia era no dejar que nadie se acercara demasiado porque, sin duda, se irían y eso la lastimaría. Esta dinámica había comenzado a manifestarse en su matrimonio. Su esposo le preguntaba constantemente: "¿Por qué no me dejas entrar?". A lo que ella respondía: "Porque te irás y me lastimarás de nuevo". Él respondía que su estrategia estaba creando una dinámica emocional que, de hecho, podría darle una razón para irse a pesar de su amor por ella. Sin liberar la emociones de abandono almacenadas y su estrategia de supervivencia de no dejar entrar a nadie, Cheryl seguirá perpetuando la soledad. (Veremos en el próximo capítulo diversas maneras de trabajar con los traumas infantiles y diseñar estrategias efectivas para sanarlos).

El subconsciente siempre prevalecerá sobre la mente consciente, por lo que necesitamos explorar y resolver los patrones negativos. Aquí, de nuevo, utilizaremos la herramienta de la objetivación. Una vez que las emociones empiecen a aflorar, las abordaremos con cariño. En los ejercicios de este capítulo, aprenderás a ver, sentir o percibir estas emociones a medida que surgen. Sentir abarca las respuestas cinestésicas, y sentir es principalmente intuitivo. El objetivo es animarte a confiar en tu conocimiento interior, que puede adoptar muchas formas que pronto exploraremos.

Aunque las estrategias de supervivencia surgen directamente de emociones reprimidas y creencias erróneas que hemos generado para protegernos del las estas estrategias no nos protegen realmente de sufrir daño. Esto se debe a que son, esencialmente, ineficaces tanto para liberar las emociones como para resolver la causa del dolor. Como vimos con Cheryl, si has llegado a creer que todas las relaciones inevitablemente conducen al dolor puedes desarrollar la estrategia de evitar nuevas relaciones o, si comienzas una, ¡ser el primero en dejarla! Así como a menudo desconocemos las emociones y creencias almacenadas también ignoramos, en gran medida, cómo conducen a estrategias de supervivencia ineficaces pues operan, principalmente, a nivel subconsciente. Una vez que hayamos liberado algunas de las emociones almacenadas podemos empezar a trabajar en las creencias y estrategias de supervivencia. Esto nos permite elegir creencias y estrategias más efectivas.

De la tristeza a la depresión.

En uno de mis talleres, Julia comentó que temía que si empezaba a sentir su tristeza con demasiada intensidad acabaría cayendo en lo que se había convertido en su enorme reserva de depresión y nunca más podría salir del la. Pero las prácticas que realizamos durante el taller, que incluyeron varias técnicas para expresar y liberar emociones atrapadas, que se describen en este capítulo, tuvieron un efecto notable en Julia. Liberar su tristeza le permitió descubrir más de la felicidad inherente a su ser.

Existen muchos tipos y niveles de depresión. Puede comenzar como una tristeza inexplicable, —inexplicable solo porque desconocemos su causa—, que si no se aborda puede convertirse en depresión grave, incluso clínica. Paradójicamente, los sentimientos reprimidos también actúan como imanes que atraen a personas o situaciones con esas emociones. Cuando ciertas personas perciben que tenemos baja autoestima, lo cual también puede ser un problema para ellas (pues lo similar atrae a lo similar), pueden aprovechar la oportunidad para dominar a alguien que parece tener una opinión aún peor de sí mismo.

Las emociones que alimentan tu auto-derrota.

La mente juzga las emociones y esa es una de las razones por las que las ocultamos. Pensamos: «No debería tener estos sentimientos», o, «Debería sentirme de otra manera». Como resultado, se acumulan en el subconsciente y en el cuerpo. Como se mencionó anteriormente, llamamos «sentimientos» a las emociones porque cada una tiene una sensación física correspondiente. Recuerda que las emociones son formas de energía que exigen expresión, (necesitamos externalizarlas), pero cuando experimentamos una emoción incómoda es más probable que la internalicemos o suprimamos.

Esto generalmente conduce a una de dos cosas. Puede contribuir a una enfermedad, o causarla directamente, o si se acumulan suficientes emociones reprimidas con el tiempo, pueden generar una volatilidad interna de modo que, cuando finalmente las liberamos, pueden explotar de forma desproporcionada al suceso que las desencadena. A menudo, dirigimos estas explosiones hacia las personas que más queremos. Lo que necesitamos es una forma de expresar estas emociones de forma segura, es decir, sin hacernos daño ni dañar a los demás. El primer paso para lograrlo es reconocer, con intención, lo que sentimos.

Práctica: Encontrar la sede de las emociones.

El paso entre bloquear las emociones y reconocerlas es identificar las sensaciones físicas y localizar dónde residen en el cuerpo. Solo se necesitan tres preguntas sencillas.

Cierra los ojos, respira profundamente unas cuantas veces, y pregúntate:

·         ¿Qué emoción estoy sintiendo ahora mismo? (Por ejemplo, ansiedad).

·         ¿En qué parte del cuerpo siento esta emoción? (Por ejemplo, en pecho y vientre).

·         ¿Cómo se ve y se siente esta emoción allí? (Por ejemplo, tensa y palpitante).

Anota la respuestas a estas tres preguntas. Puedes repetir esta práctica en distintos momentos, cuando sientas que surge una emoción. Te puede resultar útil fechar cada anotación. Es una excelente manera de ser más consciente de cuándo y por qué surgen determinados sentimientos y dónde se localizan en tu cuerpo. Vincular las emociones con las sensaciones y zonas específicas del cuerpo te ayudará a comprender mejor cómo operan en tu interior. Esto también te preparará para las prácticas que se presentan más adelante en este capítulo para ayudarte a liberar tus emociones de forma segura, ya que antes de poder liberar los sentimientos primero debemos identificarlos y localizarlos.

Mientras realizaba el ejercicio que titulo, "Encontrar el Residencia de las Emociones", Barry sintió su depresión como una manta oscura, pesada y húmeda, que le oprimía por todo el cuerpo. Percibió que el propósito de la manta era contener su rabia. Como hombre homosexual criado en el sur, (recordemos que también existe la homosexualidad femenina, conocida como lesbianismo), Barry fue atormentado por acosadores y humillado por su identidad sexual. La ira que sentía hacia sus numerosos agresores era tan abrumadora que no se atrevía a expresarla por miedo a empeorar las cosas. Cuando finalmente abandonó el hogar situado en el sur de norteamérica, llevó consigo la rabia y la mantuvo reprimida. Tras liberar la ira mediante una de las técnicas que se describen a continuación ya no necesitó la manta de la depresión y, finalmente, logró soltarla. A menudo nos esforzamos tanto por no sentir la ira que no tenemos ni idea de que reside en el cuerpo ni en qué lugar de éste se registra. Cada persona experimenta la ira de formas, y en lugares, diferentes: rubor en la cara, opresión en la garganta, turbulencia en el estómago. La gente suele describirla como una especie de presión, o calor. Otros describen una sensación de asfixia, como si alguien los estrangulara. Pero la asfixia, en realidad, consiste en cortar la ira antes de que pueda expresarse. Estamos estrangulando las propias emociones y puedes experimentar ira en diferentes momentos y lugares.

El siguiente es un ejercicio sencillo que puedes hacer ahora mismo para identificar cómo se siente la ira en tu cuerpo y dónde la sientes.

Práctica: ¿Cómo sienteS LA IRA?

Respira profundamente, varias veces, y cierra los ojos. Recuerda una ocasión en la que algo te hizo sentir especialmente enojado, con ira. Respira y siente la ira. Observa en qué parte del cuerpo la sientes, y cómo se siente. ¿Qué notas? Respira de nuevo y abre los ojos.

La ira suele reprimirse en el estómago y el pecho, y cuando se desencadena buscando una salida suele ascender por el cuerpo. A medida que asciende y empiezas a sentir ira la mente puede decir: «No debería sentir esto. La ira es un mal sentimiento, o mi ira es peligrosa y no debería expresarla». Pero entonces, ¿qué hacemos? A menudo, reprimimos la ira, nos la tragamos, la internalizamos de alguna manera, lo que es justo lo contrario de lo que deberíamos hacer. Lo principal que debemos hacer con las emociones aflictivas, una vez identificadas, es expresarlas y liberarlas.

Cómo liberar la presión de emociones almacenadas.

Reprimir las emociones puede provocar enfermedades o trastornos y la forma de evitarlo es encontrar una forma segura de liberarlas. Piensa en la válvula de una olla a presión que permite sacar el vapor acumulado de forma segura; sin la válvula, la olla explotaría.

La siguiente serie de tres prácticas ofrece formas seguras de liberar las emociones. Quizás te resulten útiles una o más, dependiendo de las emociones que influyan en tu vida. También podrías descubrir que estas técnicas pueden ayudarte en diferentes momentos y situaciones, así que te recomiendo que las pruebes todas.

También te animo a que diseñes técnicas propias que quizás te resulten aún más efectivas. Podemos liberar las emociones de muchas maneras: escribiendo, dibujando, visualizando, verbalizando o emitiendo sonidos. Una vez, cuando estaba molesto por algo, mi terapeuta me dio una raqueta de tenis y me animó a golpear un sofá con ella. Me pareció forzado e inútil, sobre todo con él allí mirándome. Más tarde, por mi cuenta, descubrí que era mucho más efectivo ponerme la mano en el vientre, donde sentía la ira, e imaginar que la expulsaba como lava de un volcán.

Una vez que diriges la atención a las emociones estancadas, generalmente comenzarán a moverse. Dependiendo de la emoción puede querer fluir hacia arriba o hacia abajo para encontrar la salida del cuerpo. Las emociones más pesadas, como tristeza, depresión y duelo, pueden querer fluir hacia abajo y hacia afuera. Puedes drenar estos sentimientos del cuerpo como si drenaras el agua de un depósito. Pero los sentimientos más volátiles, como ira, miedo y ansiedad, pueden querer elevarse y ventilarse fuera del cuerpo. A medida que la ira aumenta puedes liberarla hacia arriba, tal vez como lava de volcán en erupción, como yo descubrí. También puedes ventilarla directamente, como si fuera el aire caliente de un escape.

Práctica: La liberación del volcán.

Usar la liberación del volcán es especialmente adecuado para ira y rabia, que pueden ser dañinas si se reprimen. Pregúntate: "¿Cuál es la fuerza que impulsa mi ira?". ¿Es una ira justificada, como la que surge ante una situación injusta? ¿O es rabia irracional generada por un ego herido? A veces la ira puede ser empoderadora, pero si se vuelve tan intensa que te impide actuar adecuadamente, necesitas calmarla para poder seguir adelante. Podemos dirigir la ira justificada hacia una persona o institución que sentimos que nos ha tratado injustamente, o hacia la injusticia en el mundo. Esa ira puede canalizarse constructivamente hacia el activismo político o comunitario, pero la emoción que la sustenta aún necesita ser desahogada de forma segura. Algunas personas se paralizan y no pueden reaccionar ante la ira. Pero la clave es liberarla de forma segura.

Cierra los ojos, pon la mano en el pecho, respira un par de veces y recuerda una situación de tu vida que te haga sentir iracundo, o enojado. Con la mano en el vientre, respira y siente la ira acumulada allí. Observa cómo se ve y se siente. Respira profundamente.

Ahora, imagina que pudieras reunir toda la ira del cuerpo y expulsarla por el estómago o la parte superior del cuerpo como lava que sale de un volcán. ¡Libérala! Deja que brote, que fluya, que rezume, que se derrame, se dispare o salga corriendo del cuerpo. Quizás descubras que emitir algún sonido, o incluso decir algunas palabras en voz alta, te ayuda a liberar la ira almacenada. Al expulsarla puedes enviarla a la tierra o al sol, donde puede transformarse o vaporizarse. Ya no la necesitas. Déjala ir.

Práctica: Lanzamiento de globos.

La liberación de globos puede ser la técnica más apropiada para diversas sensaciones que parecen estar atrapadas en diferentes zonas del cuerpo. Puede ser especialmente útil si te cuesta determinar con exactitud cuáles son las emociones o en qué partes del cuerpo residen. (Si lo deseas, después de completar esta práctica puedes escribir los nombres de las emociones que te surjan).

Cierra los ojos, pon la mano en el pecho, respira un par de veces e imagina una situación que te preocupa. Imagina que todos los sentimientos estancados, y que estás listo para soltar, son globos de helio. Cada globo está lleno de uno de los sentimientos que te preocupan.

Deja que el primer globo suba a la superficie, flote hacia arriba y hacia afuera del cuerpo. Al salir, observa que tiene algo escrito. Una especie de etiqueta o pegatina indicará qué sensación hay en él. ¿Qué dice el primero?

Con todos esos sentimientos llenando ese globo, cuando estés listo, suéltalo. Suéltalo y observa cómo se aleja. Empújalo si es necesario y observa cómo se aleja cada vez más y más. Cada vez más alto, hacia el sol, donde se desintegra, se vaporiza, desaparece para siempre. Suéltalo. Respira profunda y relajadamente.

Ahora deja que suba el siguiente globo. ¿Qué te dice? Deja que todos esos sentimientos lo llenen. Ahora suéltalo también. Suéltalo y observa cómo sube cada vez más lejos, hasta que también se vaporice. Repite esto tantas veces como sea necesario hasta que desaparezcan todos.

Ahora es el momento de respirar en el espacio que has creado. Siente cómo se llena de algo más sanador y nutritivo, como la calma, el amor o la luz del sol. Puedes usar la palabra, la imagen o simplemente la sensación para llenar ese espacio.

Inhala, deja que te llene y descansa en la comodidad de esa sensación. Siente cómo tus pies descansan en el suelo, conectándote a tierra, y permite que los ojos se abran suavemente. Respira unas cuantas veces más y prepárate para seguir con el resto del día.

Práctica: Liberando tus cargas.

La siguiente práctica es especialmente útil y liberadora si sueles asumir más responsabilidades de las que te corresponden. Aunque quizás no puedas liberarte de la responsabilidad de cuidar a un padre anciano, o a un hijo con necesidades especiales, al menos puedes aliviar parte del peso emocional que llevas. Esto es especialmente cierto si tu papel como cuidador está teniendo un impacto negativo en tu salud mental o física.

Cierra los ojos y respira hondo y relajadamente. Imagínate caminando por un hermoso sendero de montaña. Observa el color de las hojas, el cielo azul y el dulce aroma del bosque. A medida que el sendero sube nota que llevas una mochila. Es una mochila llena de todas tus cargas, responsabilidades u obligaciones. Son todas las cargas que te oprimen, que te impiden ser quien realmente eres, y esas cargas tienen la forma de piedras. Siente el peso de las piedras. Observa cómo las cargas te frenan y te dificultan el movimiento.

Cuando estés listo, detente en el sendero y abre la mochila. Mira dentro y observa todas las piedras. Saca la primera y fíjate la carga que está escrita en ella. ¿Qué dice la primera piedra?

Ahora tómala y deshazte del la. Hazla rodar por el borde del precipicio. Tírala. Hazlo como quieras, pero deshazte del la. Deja ir esa carga.

Cuando desaparezca, saca la siguiente y haz lo mismo. Después de tirarla por el acantilado, saca la siguiente, y así sucesivamente, hasta que desaparezcan todas las piedras.

Si tienes problemas para soltar una de las piedras primero puedes explorar la experiencia en torno a las sensaciones. Deja la piedra en el suelo y trabaja con ella. Observa su tamaño, textura y color. Observa de qué está compuesta. Incluso puedes tener una conversación en silencio con ella. Después de resolver la situación relacionada con las sensaciones y la piedra podrás tirarla por el precipicio, o hacerla rodar.

Qué bien. Ahora que ya no quedan piedras, puedes quitarte la mochila y tirarla también. Ya no tienes que cargar con esas viejas cargas. Sintiéndote más ligero y libre, subes a la cima de la colina, donde te sientas a meditar o, simplemente, disfrutas de la belleza y la libertad de la vista.

Si has tenido dificultades para liberar las emociones mediante estas técnicas es posible que se originaran antes del nacimiento y, por lo tanto, sean más difíciles de liberar. En ese caso, la práctica "Reparentalización del yo intrauterino", del capítulo 8, puede serte útil.

Cómo las creencias surgen de las emociones reprimidas.

Cuando arrastramos emociones almacenadas durante mucho tiempo, especialmente desde la infancia, a menudo nos llevan a formar creencias de las que no somos conscientes. Además de desconocer el origen de estas creencias, casi siempre son falsas. No las formamos mediante un proceso racional de autoexamen y discernimiento, —que es proceso beneficioso si se lleva a cabo conscientemente y sin juzgar—, sino como respuesta inconsciente a emociones acumuladas. Y porque desconocemos su existencia y cómo se formaron estas creencias es por lo que ejercen un control extraordinario sobre el comportamiento. Al igual que el sistema operativo de un ordenador, que ejecuta una serie de programas en segundo plano mientras solo somos conscientes de lo que vemos en la pantalla, las creencias inconscientes controlan cómo nos comportamos en el mundo. Algunas personas las llaman «creencias limitantes» porque a menudo nos limitan de maneras de las que no somos conscientes y, como resultado, no somos capaces de cambiarlas aunque suelen ser erróneas.

Una de las creencias más comunes que tenemos es la de "no es suficiente". Puede manifestarse como: "No soy suficientemente inteligente", "No soy lo suficientemente rico", "No soy suficientemente atractivo", etc. Otra variante es: "No hay suficiente, —no hay suficiente amor, no hay suficiente prosperidad, no hay suficiente comida—, para todos".

A nivel personal, esta creencia se expresa como: «Tengo que hacer algo para ser amado». Esto puede llevarnos a acciones autolimitantes, como decir que sí a alguien cuando deberíamos decir que no. También puede llevarnos a querer complacer a los otros pretendiendo ganar su amor.

Cuando decimos o pensamos: «Hay algo mal en mí», lo que realmente queremos decir es: «No estoy completo». Esto implica que somos incapaces de cambiar los comportamientos porque carecemos de suficientes recursos internos para controlar las acciones.

En la siguiente práctica analizarás algunas de las creencias que te han llevado a desarrollar ciertos comportamientos y estrategias de supervivencia. Probablemente sean las mismas creencias que te limitan o causan problemas.

Práctica: Encontrar tu declaración de creencias

A continuación se presenta una lista de algunas de las creencias más comunes que pueden ayudarle a identificar algunas de las suyas.

·            No soy suficiente

o  no suficientemente bueno

o  no suficientemente inteligente

o  no suficientemente bonita

o  no suficientemente varonil

o  ... por mi mismo

·            No hay suficiente

o  dinero

o  comida

o  no es suficiente para mí

o  no hay suficiente tiempo

o  no hay suficiente amor

o  no hay suficiente para todos.

·            No soy digno de ser amado.

o  nadie puede amarme.

o  no merezco amor.

o  no soy necesario

o  no soy deseado.

·            Algo anda mal conmigo.

o  soy imperfecto

o  estoy roto

o  soy raro

o  estoy dañado

o  soy demasiado sensible.

o  no pertenezco al grupo

·            No merezco / No soy digno de

o  amar

o  cuidar

o  atención

o  respeto

o  ser visto

o  ser escuchado.

·            No estoy seguro / No es seguro.

o  el mundo no es seguro.

o  la gente no es confiable.

o  no es seguro tener éxito.

o  no es seguro confiar.

o  no es seguro ser feliz.

Aunque te sientas identificado con varias, elige una o dos que se ajusten mejor a la creencia limitante básica que tienes sobre ti mismo. Escribe en el diario tu declaración de creencia. Por ejemplo, si elegiste "No soy lo suficientemente inteligente" y "No tengo suficiente dinero", escribe: "Creo que no soy lo suficientemente inteligente y no tengo suficiente dinero".

Considera qué actividades resultan de esta creencia. Anótalas en tu diario completando lo siguiente: Como creo que no soy lo suficientemente inteligente y no tengo suficiente dinero, lo que suelo hacer es…

¿Cuál es la estrategia de supervivencia que impulsa estas acciones? Por ejemplo: «Tiendo a elegir trabajos para los que estoy sobrecualificado y mal pagado, así que siempre estoy endeudado. No creo que pueda permitirme formarme u obtener un título superior para conseguir un trabajo mejor remunerado». Escribe sobre tu estrategia en tu diario.

Las fuentes de tus creencias subyacentes.

La mayoría de las creencias erróneas se basan en sucesos de la infancia que pueden ser traumáticos, pero algunas simplemente provienen de experiencias cotidianas. Desafortunadamente, a menudo no solo desconocemos estas creencias, sino también su origen. Quizás seas consciente de tus creencias erróneas, pero necesitas ir más allá e identificar y erradicar su causa. Algunas personas prefieren rastrear estas creencias hasta su educación religiosa pero esa no es necesariamente la influencia principal. Las creencias familiares influyen, y en muchos casos padres y abuelos (influenciados a su vez por sus antecesores) desarrollaron sus propias creencias y nos las transmitieron. Este es un tema que abordaremos en profundidad en el capítulo 6.

La primera vez que di una charla sobre hipnosis fue en un club rotario de la ciudad de Tuxedo, Nueva York. Estaba tan nervioso al llegar al sitio que no podía continuar. Así que salí, me senté en el coche y practiqué un poco de autohipnosis. La imagen que me vino a la mente fue algo que ocurrió cuando tenía unos ocho años. Un día, cuando mi padre llegó del trabajo se enfadó porque dejé la bicicleta en la entrada y no pudo aparcar el coche. Mi padre era mecánico de aviones y solía llevar mono de trabajo pero ese día iba de traje. También solía ser bastante amable pero por alguna razón, quizá por estrés extra en el trabajo, ese día estaba de mal humor así que incorporé la imagen de un hombre de traje que se alzaba sobre mí y me criticaba sin tapujos.

Sentado en el coche, en Tuxedo, antes de dar la charla, me di cuenta de que mi yo Paul, de ocho años, intentaba descubrir cómo dar una charla a un grupo de hombres trajeados y hacerlo bien, lleno de la misma ansiedad que había sentido el día de la regañina con su padre por culpa de la bicicleta en la entrada a casa. Me dije: «Mi yo adulto sabe mucho más de hipnosis que tú. Yo puedo con esto. Ve a jugar al bosque, a tu lugar seguro». Cuando volví al pasillo del recinto yo ya era otra persona. Era el yo adulto y profesional, no el niño asustado. Y di una charla excelente.

En el próximo capítulo, exploraremos la relación con tu yo más joven, a menudo llamado “niño interior”. Por ahora, basta con comprender cuán vulnerable se sintió ese niño en aquel entonces y cómo las creencias temerosas a menudo surgen del miedo a perder el amor de los demás, empezando por los padres.

Práctica: Seguimiento de la experiencia pasada que aún estás viviendo.

Selecciona una de las creencias que creaste en la práctica anterior. Digamos que elegiste: “Tengo que ser responsable". Pregúntate: "¿Por qué tengo que ser responsable? ¿Qué temo que pase si no lo soy?". Tu respuesta podría ser: "Todo se derrumbará". Luego, reflexiona sobre la creencia de causa y efecto; por ejemplo: "Si no soy responsable, todo se derrumbará".

Cierra los ojos, respira hondo varias veces y pregúntate: "¿Cómo se siente?". Rememora esa emoción de miedo hasta una de las primeras veces que recuerdes haberla sentido. Respira hondo varias veces más, y repítete: "Si no soy responsable, todo se derrumbará" (o la respuesta que hayas recibido). Ahora, recuérdate vívidamente en la situación que generó tu miedo a que todo se derrumbara.

Registra en tu diario la experiencia que te llevó a sentirte responsable y a sentir miedo de que todo se derrumbe.

Es probable que muchas de las experiencias pasadas que aún vives a través de tus creencias involucren a tus padres o cuidadores principales. A los ojos de un niño, padres y cuidadores se perfilan como figuras divinas. En un ejemplo clásico, el padre llega a casa después de un día agotador en el trabajo y grita al hijo por derramar un vaso de leche, lo que en ese momento puede llevar al niño a sentirse mal. El niño puede formar la creencia de que no es lo suficientemente bueno, que no merece el amor de sus padres. Si este tipo de escena se repite con suficiente frecuencia es más probable que cree emociones reprimidas y, como resultado, una falsa creencia. Pero ese proceso también puede ser el resultado de un solo suceso, como me pasó a mí. El niño desarrolla una estrategia de supervivencia de hacer lo que sea necesario para volver a congraciarse con sus padres.

Las creencias se convierten en estrategias de supervivencia.

Pregúntate qué estrategia de supervivencia has desarrollado para recuperar la confianza de tus padres. Puede que haya sido en respuesta a una "ofensa" aparentemente menor, pero aun así ha tenido un peso excesivo en tu vida. Por ejemplo, si escribiste: "Si no soy responsable, todo se derrumbará", entonces tu estrategia de supervivencia probablemente sería ser demasiado responsable.

Sara vino a verme con su esposo porque él nunca se hacía responsable de pagar las cuentas ni de mantener la casa en orden a pesar de ganar un buen sueldo como camarógrafo de noticias. Cuando hizo esta práctica, Sara recordó que sus padres eran fiesteros y solían invitar a sus amigos a beber y drogarse. Pero nunca limpiaban lo que dejaban, y Sara se enfrentaba al desorden. Su estrategia fue asumir la responsabilidad de limpiar y ordenar. Incluso sobrevivió a la experiencia de que cortaran la luz porque sus padres ignoraban las facturas. Aunque Sara no podía firmar los cheques por si misma, aprendió a abrir las facturas que llegaban y a asegurarse de que los padres las pagaran.

De adulta, Sara atraía parejas fiesteras que le producían la necesidad de limpiar los resultados de la fiesta, una combinación perfecta para su necesidad de ser excesivamente responsable. ¡Llegaba el momento, claro, en el que se enojaba con sus parejas por tener que limpiar siempre sus desastres! Su actual marido encajaba a la perfección en este modelo. Cuando olvidó pagar la factura de la luz y recibieron un aviso de retraso ella se enfureció e insistió en ir a terapia. Su marido se dio cuenta de que el enfado no se debía tanto a que él se equivocara sino a una estrategia de supervivencia ineficaz que su esposa había desarrollado. Aceptó hacerse cargo de más tareas de la casa y asumir más responsabilidad en el pago de las facturas.

Práctica: Seguimiento de cómo DECIDISTE sobrevivir.

Para seguir los pasos que llevaron a que tus creencias se convirtieran en estrategias de supervivencia, aplica esta plantilla a tus percepciones. En tu diario, sustituye los ejemplos entre paréntesis por tus propias estrategias y creencias.

·            Si no soy ____ (estrategia: responsable), tengo miedo de que ____ (creencia: todo se derrumbe).

·            Si yo ____ (estrategia y creencia: no soy responsable y todo se derrumba), tengo miedo de que ____ ( creencia más profunda: se corte la energía).

·            Si no soy ____ responsable, todo se derrumba y se corta la electricidad, tengo miedo de que ____ (creencia más profunda: no sobreviviremos).

·            Pregúntate: “¿Qué me recuerda esto?”

·            Esto me recuerda a ____ (los orígenes de la creencia: mis padres eran irresponsables y nos cortaron la electricidad).

·            En ese momento, lo que decidí que debía hacer para sobrevivir era ____ (como se decide sobrevivir: asumir siempre la responsabilidad).

Ahora que has identificado cómo tu creencia te llevó a una estrategia de supervivencia específica, veamos cómo esa estrategia ha influido en tu vida desde entonces. Probablemente tengas una estrategia principal que te llame la atención, y deberías abordarla primero. Pero si surgen otras, también te resultará útil identificarlas.

La motivación oculta tras las estrategias de supervivencia.

Las estrategias de supervivencia generalmente comienzan a formarse en la infancia, cuando la dependencia de los padres es casi absoluta. Si nos niegan su amor, o lo condicionan a ciertos comportamientos, es probable que ajustemos la conducta para satisfacer sus exigencias. Parte de verlos como figuras divinas se debe a que dependemos literalmente del los para la supervivencia, lo que nos deja con opciones muy limitadas. No podemos marcharnos porque ¿dónde viviríamos? No podemos obligar a un padre que no nos ama a ser más cariñoso ni a un padre alcohólico o adicto a dejar de beber o consumir drogas. Y aunque trabajamos con recursos limitados, aún necesitamos encontrar maneras de lograr que los padres nos amen y nos mantengan a salvo. Si tuviéramos la perspectiva de un adulto, simplemente apretaríamos los dientes y diríamos: "No hay nada más que pueda hacer", pero de niños a menudo llegamos a creer erróneamente: “Es mi culpa y debería poder hacer algo al respecto".

Los niños no son conscientes de que nadie debería tener que comportarse de cierta manera para obtener amor. Así que alguna vez nos preguntamos: “¿Qué puedo hacer para que mis padres me quieran?". Respondimos, quizás inconscientemente, un: “Seré bueno, seré gracioso o los complaceré como pueda". A veces estas estrategias funcionan, a veces no, pero son todo lo que tenemos. Sin embargo, incluso cuando funcionan te dejaban en desventaja. Tu estrategia de payaso podría ayudarte a ganar el amor de tu padre, pero entonces adoptas una personalidad artificial para obtener algo que te corresponde por el solo hecho de ser hijo.

Todos necesitamos dar y recibir amor, pero ese dar y recibir debe surgir de la libertad y no de una necesidad desesperada por sobrevivir. Otro problema es que, una vez que desarrollamos estas estrategias de supervivencia, las trasladamos a la vida adulta. Seguimos siendo el payaso o el complaciente intentando ganarnos el amor de todos, seguimos haciéndonos el acosador o la víctima para estar a salvo, o seguimos siendo el pacificador para que todos parezcan felices. Para superar este ciclo empecemos por reconocer que no podemos seguir siendo el payaso o el complaciente para ganarnos el amor de alguien, no solo de los padres, ni ser el acosador, la víctima o el pacificador para protegernos de personas o situaciones peligrosas.

En algunos casos extremos de tener que lidiar con la disfunción parental, al no poder salir de casa externamente, podríamos haberlo hecho internamente, disociándonos de diversas maneras. De igual manera, este tipo de estrategias se convierten en el sistema operativo interno, funcionando en segundo plano sin que nos demos cuenta. Sería mucho más útil responder a cada nueva situación conforme surge, utilizando la resolución creativa de problemas, en lugar de repetir mecánicamente una vieja estrategia de la infancia que ya no es efectiva.

Lo que realmente necesitamos es desarrollar estrategias más efectivas que aprovechen las fortalezas y capacidades inherentes. En lugar de estrategias de supervivencia basadas en el miedo, y elegidas entre un abanico muy limitado de posibilidades, sería mejor desarrollar estrategias que surjan de la esencia: la esencia espiritual.

Cómo las creencias conducen a la culpa.

Una de las variantes más comunes de la idea de que “no soy suficiente”, es la de, “soy culpable, es mi culpa”. Esta creencia implica que algo anda mal en nosotros, y sentirnos culpables puede incitar a otros a culparnos. Una joven, llamada Aparna, tomó tiempo de su exitosa práctica médica para supervisar el cuidado de su padre, quien estaba recibiendo tratamiento por cáncer de riñón. Sentía un amor intenso por su padre, que él correspondía. Sin embargo, siempre había sentido que su madre no compartía el amor de su padre por ella.

Tras siete años de lucha contra el cáncer, el padre falleció, y aunque había vivido mucho más que la mayoría de los pacientes dado su tipo de cáncer, ella se quedó con la sensación de: «No hice nada por él. No probé suficientes tratamientos. Había un plan de tratamiento experimental al que debería haberlo incluido, pero no pude». Aparna sentía tanta responsabilidad por la salud de su padre que descuidó a su familia y dejó que su práctica profesional se viera afectada. Había cargado con este sentido de responsabilidad desde la infancia porque su madre le dejó claro que quería un hijo, no una hija. Su estrategia para ganarse el amor y la aceptación de su madre fue hacer más, y ser mejor, que cualquier otro. Fue la primera de su clase, fue a la facultad de medicina y se convirtió en una médica exitosa porque eso es lo que su madre habría querido si fuera su «hijo».

Cuando somos incapaces de cambiar la identidad para hacer feliz a alguien, o nos resulta imposible hacerlo, podemos atraer la culpa de esa persona. Esto incluso se extiende a la pareja u otros familiares, como si cargáramos con la culpa a cuestas. La cuestión es que, si llevas una diana sintiéndote culpable, los culpables se ven alentados a disparar una lluvia de flechas sobre ella. Una vez que se lanzan al ataque, nada los detendrá. Es cierto que no puedes eliminar a los arqueros, pero puedes reducir el objetivo liberando tu culpa. Entonces podrán culparte todo lo que quieran, pero sus flechas no podrán dar en el blanco.

Cuando Aparna realizó la práctica para liberar su culpa, descrita a continuación, se dio cuenta de que la razón de su exagerado sentido de la responsabilidad era: "Solo soy una niña", (que era su versión de "No soy suficiente"). Pero a través de la práctica comprendió que no era culpa suya que su padre muriera, y que había hecho todo lo posible para evitar el óbito. En un nivel aún más profundo, se dio cuenta de que cargaba con tanta culpa por no haber nacido varón que se había pasado la vida sobrecompensando ese hecho. Al descubrir que creía que le faltaba algo por no ser un niño, Aparna pudo identificar el origen de su estrategia de supervivencia: intentar ganarse la aprobación de su madre haciendo más que nadie. Reconoció que era una persona merecedora, incluso sin la aprobación de su madre, y que: ¡está bien ser mujer!

La comprensión no viene tanto de hablar sobre tu situación como de liberar la culpa que sientes. Para ello, empieza por identificar en qué parte del cuerpo sientes culpa.

Práctica: Reducir el BLANCO de la culpa.

Para liberarte de la culpa primero toma consciencia de la culpa que cargas. Identifica en qué parte del cuerpo la sientes. Por ejemplo, siento culpa en el estómago: es una sensación corrosiva y contractiva en la zona del plexo solar, donde se encuentra la autoestima. La culpa es uno de los objetivos más comunes, pero puedes adaptar este ejercicio a tus propios objetivos, como el victimismo, la debilidad, la incapacidad de ser suficiente, o, estar siempre equivocado.

Cierra los ojos y respira hondo varias veces. Recuerda un momento en el que te sentiste especialmente culpable, ya sea de niño, adolescente o adulto. Respira profundamente. Observa en qué parte del cuerpo sientes culpa y cómo te sientes al recordarlo.

Registra las sensaciones en tu diario.

Mientras que la ira es intensa y tiende a crecer, la culpa suele ser pesada, así que al liberarla, puedes dejar que fluya hacia la tierra. A medida que empiezas a liberar la culpa arraigada, puede surgir otra capa de creencias sobre por qué no deberías liberarla: porque algo malo sucederá si lo haces. Si esto surge, simplemente continúa liberando tanto como puedas. Después, puede que te resulte útil volver a la práctica "Encontrar tu Declaración de Creencias" para trabajar con esta nueva capa de creencias que has abordado.

Ahora respira hacia la zona donde sientes la culpa. Al inhalar, visualiza cómo el aire llega a esa zona del cuerpo, expandiendo la sensación de espacio a tu alrededor. Quizás te ayude colocar la mano allí. Deja que la culpa, corrosiva y contractiva, comience a fluir. Simplemente déjala salir el tiempo que sea necesario. Observa cómo te sientes al soltar la culpa. Luego, cuando te sientas completo, abre los ojos.

Puedes usar esta práctica cada vez que alguien intente hacerte sentir culpable por no ser quien quiere que seas. Puede tomar tan solo treinta segundos. No necesitas aferrarte a la culpa ni a otras emociones aflictivas, y liberarlas requiere que las sientas a medida que salen del cuerpo. La cuestión no es que no debas sentir cosas ni que debas deshacerte de sentimientos negativos, sino que los sentimientos opresivos no tienen por qué acumularse y persistir como antes.

Ahora bien, si algo te hace sentir enojado o culpable en ese momento, tienes maneras de liberar la ira o la culpa y dejarlas ir. Incluso puedes hacerlo con los ojos abiertos, en el momento, en cualquier situación.

Arquetipos de supervivencia.

La enseñanza primaria y la secundaria son buenos lugares para observar las estrategias de supervivencia en acción, porque para entonces ya hemos empezado a consolidarlas. En el ambiente de presión de la adolescencia y la pubertad, quizás somos más conscientes que nunca del lo, y sabemos cuán vulnerables somos a lo que los compañeros piensan de nosotros.

Si piensas en el tiempo que pasaste en esos períodos escolares probablemente puedas identificar algunos de los arquetipos de supervivencia más comunes que tú. y tus compañeros. adoptasteis. Por ejemplo, quizás recuerdes al complaciente, que aparentemente haría cualquier cosa para encajar y caer bien a los demás. El payaso de la clase se relaciona con el complaciente porque, si bien puede ser genuinamente entretenido, su humor sirve para ganarse el cariño de los demás a la vez que oculta su propia inseguridad. Otra variante del complaciente es el rescatador, que puede dedicarse a "salvar" a otros para ganarse su eterna gratitud. Paradójicamente, el rescatador suele ser la persona que más necesita ser rescatada.

Práctica: Identifica tu estilo de supervivencia.

Aquí tienes algunas de las personalidades o arquetipos más comunes que se pueden aplicar a las estrategias de supervivencia que adoptamos desde la infancia y que llevamos a la adolescencia y a la edad adulta. Aunque puedas encontrar varias, elige una o dos que se ajusten mejor a tus estrategias básicas de supervivencia y escríbelas en tu diario. Si la no está aquí, busca una palabra que la describa.

·            Matón

·            Complaciente

·            Mártir

·            Héroe

·            Pacificador

·            Manipulador

·            El hipervigilante

·            Animador

·            Artista

·            Víctima

·            El responsable

·            Vigilante

·            Persona que logra grandes cosas

·            Perfeccionista

·            El invisible

·            El que va de inocente o se hace el muerto

·            La mascota del profesor

·            Payaso

·            Buen chico/chica

·            Salvador

·            Solucionador de problemas

·            Camaleón

·            Diplomático

Recuerda las estrategias de supervivencia que adoptaste y considera si aún te funcionan. Si sigues actuando como un arquetipo no vives desde el estado de espontaneidad y alegría. Tu estrategia de supervivencia, desarrollada en la infancia, puede haber sido una solución eficaz o incluso brillante para mantenerte a salvo y recibir amor, pero pregúntate si ahora está causando estragos en tu vida. En el diario anota las maneras problemáticas en que te afecta ese arquetipo. Luego, pregúntate qué otras opciones tienes para sentirte más completo por tu cuenta. Escribe sobre esto en profundidad.

Conectando los puntos.

Emociones y creencias no existen en el vacío, sino que se desarrollan, desde unas a otras, y se convierten en estrategias de supervivencia que a menudo dejan de ser efectivas. Puede ser útil analizar cada emoción que te cuesta expresar, o liberar y examinar cómo se conecta con creencias y estrategias arraigadas. Esto te ayudará a integrar todo lo aprendido en este capítulo.

Práctica: Mapa de tu estado de bloqueo.

Responde a cada una de las siguientes afirmaciones o preguntas escribiendo en tu diario. Empieza por elegir un sentimiento que te cueste expresar y conecta los puntos con las creencias, estrategias y arquetipos que lo acompañan. Después de hacer esto con un sentimiento, examina los demás. Repite esta práctica tantas veces como necesites. Los ejemplos de respuestas están en cursiva.

  1. El sentimiento que estoy reprimiendo es: me siento solo.
  2. En qué parte del cuerpo guardo estos sentimientos: siento soledad en el pecho.
  3. Si tus emociones tuvieran tamaño, forma o color, ¿cómo se verían o sentirían? Siento como si tuviera un gran agujero en el centro del cuerpo.
  4. Las creencias sobre mí y el mundo que he desarrollado a partir de mis emociones reprimidas son: me siento solo porque soy diferente, no encajo y el mundo es un lugar frío y duro.
  5. Las estrategias de supervivencia que he adoptado para conseguir amor y mantenerme a salvo son: Para conseguirlo, estoy dispuesto a actuar de cualquier manera que crea que me hará más atractivo. Intento complacer a todos.

Explorar una nueva declaración de creencias.

Ahora que ves cómo las profundas creencias del pasado aún gobiernan tu vida puedes explorar nuevas opciones. Cuando logras liberarte de la culpa, o de cualquier otro sentimiento destructivo, puedes disfrutar de la sensación de alivio. Pero como la naturaleza aborrece el vacío necesitas llenar ese lugar. Intenta identificar una cualidad muy distinta, u opuesta. a la emoción aflictiva que has liberado. En el caso de la culpa podría sugerir la inocencia, que defino como la capacidad de ver las cosas sin prejuicios. Como la culpa puede derivar de la creencia de, “no soy suficiente”, podrías sustituirla por la de, “soy suficiente tal como soy”.

Práctica: Llenar el vacío.

Cierra los ojos y respira hondo varias veces. Respira y siente el lugar del cuerpo donde alguna vez cargaste con la culpa u otra emoción aflictiva. Disfruta del cómodo vacío que has creado y recuerda un momento o situación en la que realmente sentiste: "Soy suficiente". Pon las palabras, "Soy suficiente", y el sentimiento, "Soy suficiente", en tu vientre, o en el lugar del cuerpo donde alguna vez sentiste culpa u otra emoción dolorosa. Luego, introduce otras afirmaciones que sean creencias nuevas y significativas en ese vacío. Haz esto hasta que te sientas lleno de posibilidades. Luego, abre los ojos.

Tras desenterrar y examinar las emociones almacenadas, las creencias y estrategias de supervivencia resultantes de la infancia, estás listo para profundizar en la siguiente capa: en los aspectos inconscientes de ti mismo que existen como repositorios arquetípicos de los que surgieron esas emociones, creencias y estrategias. En el proceso, conocerás mejor quién eres en tu esencia, el yo esencial que existía antes de que las secuelas del dolor y el trauma lo oscurecieran.

 

Capítulo 4: Involucra al niño herido y al maravilloso.

 

Puedes experimentar la pura y hermosa magia de reconectar con esa parte de ti que es el niño, esa parte llena de alegría, espontaneidad, curiosidad, creatividad, espíritu aventurero e incluso de gran sabiduría. Esta parte de ti nunca debería crecer; siempre debería seguir siendo niño. Tu lado infantil está más cerca de tu ser auténtico y de la esencia de tu alma. Sin embargo, en los últimos años, cuando los psicólogos han prestado atención a lo que llaman el "niño interior", han utilizado el término, con sentido general, para traumas infantiles no resueltos y los efectos duraderos de la disfunción parental que se han almacenado en el subconsciente desde la concepción hasta el inicio de la pubertad. El trabajo terapéutico con el niño interior, también llamado el "niño de dentro", fue desarrollado por varios psicólogos, entre ellos John Bradshaw, quien escribió sobre los efectos continuos de crecer con padres disfuncionales. Bradshaw creía que diversos recuerdos traumáticos almacenados en el subconsciente desde la concepción hasta la pubertad tienen un profundo efecto en el comportamiento posterior. La maestra espiritual, Caroline Myss, escribe extensamente sobre lo que ella llama el arquetipo del niño herido, que es el que más se acerca al niño interior de Bradshaw entre otras variantes del arquetipo del niño que examina. Sin embargo, puede ser fácil ver al niño herido como algo completamente negativo y culpar a los padres de todos los problemas. Pero podemos aprender a ver la infancia herida como una fuente de regeneración y sanación. Como escribió Myss en su libro, Contratos Sagrados: «Las experiencias dolorosas del arquetipo del Niño Herido a menudo despiertan una profunda compasión y el deseo de encontrar un camino de servicio dirigido a ayudar a otros Niños Heridos». 3

3 Caroline Myss, Contratos sagrados: Despertar su potencial divino (Nueva York: Harmony Books, 2001), 373.

Es cierto que tu niño interior puede haber sido herido por experiencias traumáticas. Pero un arquetipo compañero, al que llamo el “niño maravilloso o maravilloso”, puede ser mucho más valioso para ti a largo plazo. El niño maravilloso es la parte juguetona, espontánea, creativa, curiosa y sabia que está más cerca de tu auténtico yo y de tu esencia espiritual, mientras que el niño herido es el aspecto del niño interior que fue herido y necesita cuidado, amor, seguridad y sanación. 4 Aunque te animo a conectar más profundamente con tu niño maravilloso, a menudo es necesario trabajar con él y sanar algunos aspectos antes de conectarlo. Incluso si sufriste un trauma severo en la infancia, llevas dentro tanto al niño maravilloso como al niño herido. Nuestro objetivo es reeducar y sanar al herido para, luego, despertarlo.

4 Para más información sobre el niño maravilloso véase Emmet Fox, The Wonder Child (Camarillo, CA: Devorss & Co., 1932).

Al pasar de la tercera capa, (emociones), a la cuarta, (niño interior), te encontrarás con ambos aspectos de este niño y trabajarás con ellos. Otros dos recursos de la cuarta capa serán fundamentales en el trabajo de sanación que realizarás con tu niño interior: el adulto y el padre o la madre. El niño, el adulto y el padre o la madre son igualmente importantes, aunque la mayor parte del trabajo será con el yo niño. Recorremos estas tres partes a lo largo del día. Como las patas de un trípode, las tres partes necesitan estar equilibradas para crear estabilidad, pero rara vez lo están. Cuando una se vuelve dominante, nos encontramos con dificultades. En este capítulo, te ofreceré maneras de restablecer el equilibrio entre estas tres partes de tu psique.

Poco después de abrir su corazón mi cliente, Jessica, describió su primera experiencia con la práctica "Conectando con tu Niño Interior" que pronto realizarás. "Abrí el corazón y, al principio, sentí oleadas de tristeza y algunas lágrimas, esa soledad tan familiar. Sigo profundizando en mi interior, ¡y entonces allí estaba! Tenía unos cuatro o cinco años. Simplemente me miraba. Tenía los ojos muy abiertos. Estaba muy emocionada. ¡Estaba mareada! Me presenté y se rio y aplaudió. Le pregunté qué quería mostrar o contar, y me respondió: "¡Todo! ¡El universo!". Quiere que la acompañe en una aventura para poder mostrarme todo lo que hay en el universo. Me tiende la mano. Quiere llevarme a algún lugar. Dice: "Nos vamos de aventura". Desapareció, pero regresó rápidamente con un traje de safari. Llevaba un salacot, cantimplora y brújula. Me tomó de la mano, tiró de mi, y dijo: "Vamos". Me muestra una versión aún más joven de mí en una bañera amarilla. Mi mamá y mi abuela están allí. Quiero muchísimo a mi abuela. Es como una luz. Siento tanto amor del la. Realmente me comprende sin palabras. Me acepta tal como soy. ¡Me siento tan feliz! Tan cálida y feliz”.

El papel del niño interior es fundamental, tan esencial como el del adulto y el padre interior; sin embargo, a menudo se pasa por alto y se subestima. Basta pensar en el adulto que le dice al niño: "¡Actúa como tu edad!", cuando lo que el padre realmente quiere decir es: "¡Actúa como mi edad!". Nuestro niño interior es el depósito de la curiosidad y alegría, y sin él, corremos el riesgo de que la vida se convierta en monotonía disciplinada y sin alegría.

La función principal de la parte adulta es asumir responsabilidades, aplicar el pensamiento lógico para resolver problemas cotidianos y asegurarse de pagar las cuentas a tiempo. Es un poco como el ego, que cumple una función de supervivencia. Claro que la parte adulta no existía cuando éramos niños. La parte adulta surge con el tiempo, a medida que crecemos y maduramos. Sin ella nos resultaría difícil desenvolvernos en el mundo.

El papel de la parte parental comparte ciertas características adultas, pero es más de cuidador y maestro. Un buen padre es responsable de la educación ética y espiritual de sus hijos. Cuida y guía a otras personas. Idealmente, la parte parental ve la esencia del alma en la parte infantil, la nutre e invita a sus cualidades a manifestarse, por así decirlo.

Reconecta con tu niño interior.

Debido a que a menudo descuidamos la parte infantil de nuestra naturaleza podemos perder el contacto con valiosa sabiduría y creatividad. Como resultado, nos sorprende conectar con el niño interior a medida que profundizamos en el viaje hacia la esencia del alma. Reconectar con el niño interior es un paso esencial para sanar y recuperar la plenitud.

Puedes pensar en tu niño interior como un ser vivo que existe dentro de ti, que abarca tanto al maravilloso como al niño herido. Partes del niño herido se quedan atrapadas en el tiempo en ciertos momentos, a menudo difíciles o perturbadores. A lo largo de la vida experimentamos sucesos que desencadenan recuerdos de alguno del los, a menudo inconscientes, lo cual activa al niño herido.

En el capítulo anterior, te animé a examinar las emociones fuertes que sientes en un momento dado. A medida que surjan, también puedes preguntarte qué edad parece tener. La primera vez que mi esposa me vio con mi madre, notó que me comportaba diferente. Cuando mi madre nos sirvió una de mis comidas favoritas, mi niño interior de cuatro años se activó y comencé a aplaudir con entusiasmo. (Pronto abordaré cómo trabajar con la edad relativa de tu niño interior).

Se buen padre para que tu niño interior pueda prosperar.

Puedes ser el padre que no tuviste, o del que no tuviste suficiente durante tu infancia. Esto se conoce como “repaternidad”. Jugar a ser el padre que cuida y guía a tu niño interior te permite concentrarte en ser un recurso para tu hijo y brindarle crianza saludable que le ayude a ser más despreocupado y espontáneo. Por ejemplo, quizás recuerdes cómo tus abuelos te adoraban y parecían tener solo palabras de cariño y apoyo, —sin mencionar el dinero que ocasionalmente te daban—, mientras dejaban la disciplina en manos de tus padres. Adoptar esa personalidad con tu niño interior te lleva por el buen camino.

Al realizar las prácticas de este capítulo, piensa en las tres partes o patas que citamos (niño interior, padres y adulto), como recursos a los que puedes recurrir según sea necesario. Aunque parezca complicado necesitas mantenerte en contacto con las tres en algún nivel. Pueden manifestarse con distinta intensidad, pero todas deben ser accesibles para ti. Necesitas la espontaneidad del niño, pero también necesitas equilibrar esa actitud despreocupada con la influencia estabilizadora del adulto y la sabiduría orientadora del padre/madre: las tres patas del trípode que mencioné antes. Incluso mientras desempeñas el papel del niño despreocupado también puedes recordar mantenerte como adulto y ser observador objetivo. No ayuda a tu hijo que actúes como otro niño necesitado de amor y atención. El niño necesita sentir tu presencia y apoyo como adulto. Del mismo modo, si el padre interior se vuelve autoritario puedes recurrir al adulto para mantenerlo bajo control, y al niño para mantener las cosas ligeras. Y si el adulto interior se toma el día libre, tu padres pueden mantener el orden.

Como buen padre o madre, sobre todo necesitas proteger a tu niño interior. Aunque quieras incluirlo en tu vida diaria, hay actividades que no son apropiadas para niños así que debes excluirlo específicamente. Por ejemplo, si tienes una reunión importante con tu jefe no querrás llevar a tu niño interior contigo. Puedes decirle que puede ir a jugar a la playa mientras tú te ocupas de tus asuntos. Lo mismo ocurre, por razones muy diferentes, con la intimidad sexual.

Estate alerta a las actividades de adultos que puedan desencadenar traumas de tu hijo herido. Si sufrió abuso de niño y ahora necesita confrontar a alguien de forma proactiva, por ejemplo, puedes decirle que no necesita estar presente. Anímalo a jugar en el lugar seguro que estableciste en el capítulo 1 y prométele volver a conectar más adelante. Lo mismo ocurre con la actividad sexual, ya que lidiar con las secuelas del abuso sexual infantil es un tema profundo y complejo. Uno de los mejores libros sobre este tema, que recomiendo, es “El Valor de Sanar: Una Guía para Mujeres Sobrevivientes de Abuso Sexual Infantil", del len Bass y Laura Davis. The Courage to Heal: A Guide for Women Survivors of Child Sexual Abuse , edición revisada y ampliada (Nueva York: William Morrow, 2008).

Al conectar con tu niño interior probablemente conectarás con el niño herido. Así que, al acercarte, recuerda que debes respetar sus límites, igual que harías si te encontraras con un niño pequeño en casa de un amigo, o en cualquier otro lugar. Aunque te sientas impulsado a abrazar a tu hijo, no puedes dar por sentado que tu parte infantil lo desea, o lo permitirá. Desde la perspectiva de la parte infantil, el yo adulto puede parecer simplemente otro adulto aterrador al que puede tener miedo. Primero debes presentarte a tu parte infantil y pedirle permiso para sostenerlo. Te guiaré en esto en las próximas prácticas. Por ahora, recuerda que tendrás una experiencia muy diferente si contactas a la niña de siete años, que está siendo avergonzada por su profesor de matemáticas, que si contactas a la niña de cinco años que juega con una varita mágica.

Una vez que hayas contactado con tu niño querrás repetir esa experiencia tantas veces como puedas para generar confianza. La edad del niño variará con el tiempo y, a medida que cambia, presentará necesidades e intereses diferentes. A medida que la relación se desarrolla y profundiza, el niño suele volverse mucho más confiado y disponible, y es más fácil interactuar con él. Y, a medida que se vuelve más juguetón y espontáneo, el niño maravilloso se volverá más accesible. Te resultará más fácil incorporar la despreocupación y la gran sabiduría del niño maravilloso a tu vida diaria. Al hacerlo, establecerás un equilibrio entre tu yo infantil, tu yo adulto, y tu yo paternal.

Los dones de involucrar al niño maravilloso.

Como adulto, especialmente si has pasado por un trauma, puede ser un alivio reconectar con el niño maravilloso que demuestra diversión, espontaneidad, creatividad, alegría y gran sabiduría. Mostrará muchos aspectos de su auténtico yo, que quizás hayas olvidado. Este niño no solo necesita cosas de nosotros, como amor y cariño, sino que también ofrece sorprendentes perspectivas curativas, especialmente sobre cómo hacer los cambios necesarios en la vida. Solo necesitamos abrir el corazón a sus ideas. Estos son algunos de los regalos que puedes recibir.

·         De hecho, el niño maravilloso está cerca de la energía creativa que llevó al poeta Baudelaire a escribir: «El genio no es más que la infancia redescubierta». 6 Incluso ante sucesos traumáticos, el niño maravilloso dice: «¡Vamos a dibujar y pintar! ¡Escribamos ese libro del que tanto has hablado! Reencontremos esa inspiración interior». 6 Jonathan Mayne, ed., Charles Baudelaire, El pintor de la vida moderna, (Reino Unido: Phaidon Publishers, 1970) véase el ensayo titulado “Un artista, hombre de mundo, hombre de multitudes y niño”.

·         El niño maravilloso puede brindarnos una perspectiva de cómo vivimos sin filtros, ya que así es como se comunican los niños por lo general. La curiosidad y la espontaneidad aún están activas en tu hijo; aún no han sido adulteradas, por así decirlo.

·         Puede parecer contradictorio pero el niño maravilloso comparte sabiduría sobre las relaciones desde una perspectiva de amor y alegría, así que busca su perspectiva sobre tu relación romántica o matrimonio.

·         Puede ayudarte a conectar con tu sabiduría más profunda y la curiosidad inherente de tu alma. Gracias a que la comunicación es sin filtros, el niño maravilloso está cerca de la esencia de tu alma y puede ser un trampolín hacia esa sabiduría esencial.

·         Conectarse con ellos puede ayudarte a obtener acceso a una guía interna en lugar de buscar a otra persona.

·         Cuando le preguntas a tu niño maravilloso qué necesita, suele responder que ya lo tiene. En cambio, puede que necesite o quiera que cambies o mejores algún aspecto de ti. Puede que diga, por ejemplo, "Necesitas unas vacaciones", o, "Necesitas tomártelo con calma y divertirte más". Su consejo suele ser más sabio de lo que se espera de su edad, sugiriendo que comas mejor, no más papas fritas y chocolatinas, lo que implica que no deberías ser tan indulgente contigo mismo.

Ten en cuenta que también es posible que la repentina aparición del niño herido te afecte, o le afecte a él, cuando interactúes con personas de tu vida. Si hablas con tu cónyuge, pareja, amigo cercano o familiar, algo que digas o hagas podría recordar un momento difícil de su infancia y activar al niño herido. En ese momento, puedes preguntarte cuál es la edad emocional de la persona con la que estás interactuando. Esto no pretende juzgar sino ayudar a comprender la situación.

Si tienes hijos, es importante sanar la relación con tu niño interior ya que esto mejorará la forma en que te relacionas con ellos. Una vez, cuando llevaba a mis dos hijos a jugar al parque, estaban visiblemente emocionados por jugar al fútbol. Pero como soy un adulto demasiado responsable me centraba más en controlar el tiempo que en divertirme con ellos. Me di cuenta de que necesitaba conectar con mi lado infantil para despertar la sensación de diversión y alegría con la que mis hijos estaban tan conectados todo el tiempo. Cuando planees una actividad divertida con tus hijos, no está de más hacer una pausa para despertar a tu niño interior. Así podrás conectar con su alegría.

Una vez que contactes con el niño maravilloso será más fácil consultarle en el futuro. Si ya has establecido una relación de trabajo, ¡genial! Pero en el probable caso de que te hayas distanciado, recuerda que esta fuerte conexión no solo es un paso esencial en el viaje hacia la esencia de tu alma; también es una fuente de deleite.

Siete pasos para involucrar a tu niño interior.

Quizás quieras usar cada uno de estos siete pasos individualmente, aunque creo que encontrarás que fluyen naturalmente de uno a otro. Te sugiero leer los siete pasos una o dos veces antes de realizarlos para que tengas una idea de su continuidad. Descubrirás que puedes mantener el estado de consciencia relajado y expandido que generaste en el primer paso, y abrir los ojos brevemente para releer los pasos si es necesario. También puedes realizar estas siete prácticas una o dos a la vez y luego descansar antes de continuar. Sin embargo, si sigues los pasos más tarde, o durante más de un día, es buena idea repetir la práctica de expansión de consciencia del paso 1 cada vez que retomes el hilo.

Los siete pasos para trabajar con tu niño interior son:

1 Conexión – 2 Conocer y saludar – 3 Mostrar y contar – 4 Abrazar y amar – 5 Reparto del poder – 6 Tiempo de juego – 7 Integración.

1. Conexión.

Cierra los ojos y respira hondo varias veces para relajarte. Lleva el aire hacia el abdomen para que sientas cómo el vientre se expande al inhalar, y se contrae ligeramente al exhalar. Comienza el proceso de relajar mente y cuerpo, volviéndote hacia el interior y permitiendo que la consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Relaja pies y piernas; luego, relaja manos y brazos; relaja cuello y hombros; relaja cara, mandíbula, boca, ojos y frente.

Imagínate en un lugar donde te sientas seguro, tranquilo y relajado. Usa todos tus sentidos con la mayor intensidad posible para imaginarte en ese lugar especial. Míralo, siéntelo, y experiméntalo. Luego, en tu imaginación, busca un lugar donde puedas sentarte o acostarte. Intenta entrar en un profundo estado meditativo de consciencia expandida mientras te conviertes en el observador objetivo. Esto te brinda una perspectiva más elevada que te permite interactuar con todas tus partes internas y te brinda mayor flexibilidad.

Dirige la atención al centro del pecho, el centro del corazón. Respira y siente el centro del pecho, invitando al corazón a abrirse, pues es la puerta al mundo interior. Al sumergirte en el centro del corazón, y profundizar en tu interior, descubrirás tu yo más joven. El niño.

Permítete ver, o sentir, a tu yo más joven, justo frente a ti, a quien puedes llamar Pequeño ______ (como prefieras). Observa cómo se ve. Observa lo que hace. Observa cómo se siente. En este punto, solo estás observando.

Si te cuesta conectar con tu yo más pequeño ten en cuenta que el podría estar escondido. Debido a un trauma previo tu yo más pequeño podría sentirse tan inseguro que percibe a tu yo adulto como una amenaza, otro adulto que da miedo. Aunque al principio no lo veas ni lo sientas ahí, ese pequeño te observa, espera y escucha para ver qué haces. A veces está jugando un poco al escondite. Dale el tiempo que necesita para salir de su escondite.

Aunque lo mejor es usar cualquier imagen del niño que te venga a la mente, si tienes dificultades, mira fotografías de tu infancia. Mientras miras una foto de la infancia pon la mano en el pecho e invita al corazón a abrirse. Mientras observas la expresión de tu rostro, postura y posición en la foto, observa cómo se siente el niño.

Si descubres a tu niño interior durante un trauma, realiza un "rescate" en lugar del paso 2 para poder intervenir de inmediato. La introducción puede venir después. Toma al niño en tus brazos inmediatamente y retíralo de la situación abusiva o traumática, como harías si entraras en una habitación y descubrieras que tu hijo está herido. Lleva al niño al "lugar seguro" que estableciste. Una vez allí, deberás ofrecerle consuelo y protegerlo de cualquier daño adicional.

2. Conocer y saludar.

Preséntate al niño interior entablando diálogo interno. Esto se diseña para derretir el hielo y establecer comunicación entre tú y tu niño interior. Es el comienzo de un verdadero reencuentro.

Empieza diciendo en silencio algo como: «Hola, soy _____ (tu nombre, como prefieras decirlo). No he estado para ti, pero ahora estoy aquí y me gustaría conocerte mejor». Observa cómo te responde el niño interior.

Después de presentarte el niño podría esconderse, guardar silencio o saltar a tus brazos. Disfruta del momento y evita pedirle que haga o diga algo. Este reencuentro puede ser muy importante tanto para ti usted como él pues, en cierto sentido, se extiende a través del tiempo y debe vivirse con amor y respeto, dándole tiempo y espacio para recibirte como le plazca. La forma en que tu yo infantil se presenta e interactúa será reveladora.

A menudo el niño ha estado esperando conectar y, sin embargo, dado que probablemente haya sufrido algún trauma podría necesitar algo de ti. Quizás quiera contarte alguna experiencia que haya guardado para sí, ya sea alegre o aterradora. Quizás quieras tomarse un tiempo para conectar con tu yo más joven de esta manera, o continuar directamente con el siguiente paso de la práctica.

3. Mostrar y contar.

Puedes continuar el diálogo de conocerte y saludar pasando a la siguiente etapa, que yo llamo "mostrar y contar". Aquí puedes profundizar más preguntándole a tu niño si quiere mostrar o contar algo de especial importancia para él. Esta es una nueva oportunidad para que tu niño interior se deje ver y escuchar, algo que la mayoría de nosotros anhelamos de niños. ¿Le fascina el niño estudiar la naturaleza o le gustan los pasatiempos o los juegos? Puede que te muestre una imagen que tenga importancia simbólica para él y puedes preguntarle qué significa. Puede que te cuente un acontecimiento significativo de su vida que requiera tu atención. En algunos casos, el niño guarda un secreto que no ha compartido abiertamente con nadie, o lo ha hecho pero nadie le ha creído. Si tu parte infantil guarda ese secreto, querrá compartirlo con su yo adulto: tú.

Observa, siente o imagina a tu niño antes de empezar. Quizás te fijes en su ropa y su edad aparente. Pregúntale en silencio: "¿Qué quieres mostrarme o decirme?". Si tu niño interior duda, tranquilízalo. Mantente abierto a lo que te presente.

4. Abrazar y amar a tu niño.

Aquí, nos esforzamos al máximo por satisfacer las necesidades del niño. En esta parte del proceso atenderás cualquier necesidad o deseo que exprese. Si necesita abrazo o cariño, abrázalo. Mientras lo abrazas querrás decirle algunas de las cosas que necesitaba oír y sentir, pero no las sintió. Estas son las cosas que hemos anhelado oír y sentir durante la mayor parte de la vida.

Pide permiso al niño para tomarlo; luego de tenerlo y abrázalo con fuerza, quizás meciéndolo. Mientras lo sostienes con fuerza, repite frases como estas, una y otra vez, lentamente y con sentimiento:

·                    Eres amado

·                    Te amo.

·                    Estás a salvo.

·                    Eres amado, necesario y deseado.

·                    Te abrazaré y no te soltaré.

·                    Otros podrán venir y marcharse, pero yo siempre estaré aquí para ti.

·                    Se acabó. (Un niño que está atrapado en un trauma necesita saberlo).

·                    No es tu culpa

·                    No hay nada que puedas hacer que merezca que te traten mal.

·                    No tienes que hacer nada para ganarte el amor. Es tu derecho de nacimiento.

·                    Te sostengo. Te acepto. Eres suficiente tal como eres.

·                    Te veo.

Puede que te vengan a la mente otras palabras y frases que necesitabas escuchar de niño y no las escuchaste. Siéntete libre de pasar tiempo con el niño y ver qué más se te ocurre. Un niño que ha sido decepcionado por sus padres estará pendiente de si serás como ellos o si cumplirás tus promesas.

Es importante perseverar. Escuchamos mucho sobre la importancia del amor propio, pero no solemos dedicarle tiempo. Louise Hay promovió la práctica de mirarse al espejo y decir "Te amo", o, "Me apruebo". Seguir su consejo puede tener resultados poderosos, pero es aún más efectivo hacerlo con tu parte infantil, porque es ella quien necesita amor. Es aún más directo. Abrazar a tu niño interior y decirle: "Te amo", va directamente a la raíz de la necesidad, y la satisface.

5. Compartir el poder.

Después de haber atendido las necesidades del niño es hora de un proceso que llamo: "compartir el poder". Si el niño ha asumido una gran responsabilidad desde pequeño y la ha llevado hasta ahora, probablemente haya estado experimentando mucha ansiedad. Esta es la parte del niño asustado y sobrecargado que encontré en el estacionamiento del Rotary Club antes de mi charla. Me sorprendió descubrir que podía liberar su ansiedad en menos de un minuto de conexión. De igual manera, Aparna, la médico que quizás recuerden del capítulo anterior, sufría de una hiperresponsabilidad autoimpuesta similar. Ojalá hubiera más conciencia de que muchos casos de trastorno de ansiedad se derivan de una dinámica temprana en la que el niño asume una carga de responsabilidad excesiva. Si más terapeutas se dieran cuenta de esto las ventas de antidepresivos y ansiolíticos se desplomarían.

Compartir el poder restablece el equilibrio entre responsabilidad, cuidado y alegría. Un ejemplo práctico podría ser decir a tu parte infantil: «No necesitas tener esa conversación con mi jefe. Yo me encargo y tú puedes jugar en la playa». A menudo el niño se alegra de ceder esa responsabilidad al yo adulto y se va a jugar.

Esto no implica que estemos eludiendo responsabilidades; simplemente significa permitir que las diferentes partes de uno mismo asuma los papeles que le corresponde. El adulto asume la responsabilidad y no espera que el niño crezca; en cambio, el niño puede jugar. El niño debería poder dejar las preocupaciones y responsabilidades en manos de los adultos, o en este caso, en su yo adulto.

Fui el mayor de tres hijos de padres que se divorciaron antes de que yo cumpliera diez años. De pequeño, una vez vi a mi madre en la mesa de la cocina llorando y desesperada. ¡Ay, no!, me dije. Ya está bastante mal, pero si se desmorona no tendremos a nadie. Algo en mí quería desesperadamente consolar a mi madre, así que mi estrategia de supervivencia fue ser bueno, asumir la responsabilidad y hacer que mamá se sintiera mejor. Parte de mi sanación infantil interior no fue solo conectar con mi yo herido, o el asombrado, sino que el niño que abandonó prematuramente la diversión y asumió la responsabilidad y el cuidado, entregara esa responsabilidad a mi yo adulto, que, por supuesto, no existía en ese entonces. Ahora, puedes devolver el cuidado a tu yo paternal.

Sosteniendo al niño, reconoce el extraordinario trabajo que ha hecho para sobrevivir tanto tiempo. «Lo has gestionado todo tan bien, y ya pasó. Lo lograste. Ya no tienes que seguir haciéndolo. Ya no tienes que ser responsable ni cuidar de nadie. Yo puedo hacerlo ahora. No estaba presente entonces pero ahora estoy aquí y puedo hacerlo. Tú no tienes que hacerlo. Se acabó. Ahora eres libre para jugar. Puedes correr, bailar, cantar, jugar. Eres libre. Libre para ser tú mismo».

Aunque tu niño haya aceptado la sugerencia de que te encargas de las responsabilidades, puede que aún sienta que debe cumplir con alguna en otro momento porque lo ha hecho durante años. En ese momento puedes recordarle que lo has liberado de esa obligación y que puede seguir jugando. Esta es una forma directa de devolver el equilibrio a los tres pilares del trípode: tu adulto interior, tu niño interior, y tu padre interior.

6. Ahora toca jugar.

Después de conocerlo, mostrarle y contarle, abrazar y amarlo, y compartir el poder, tu papel de niño necesita tiempo para jugar. Esto es especialmente cierto cuando el niño se vio obligado a asumir un papel de adulto o cuidador prematuramente, y no tuvo suficiente tiempo para jugar durante la infancia.

Si tu niño interior dice algo como: "Quiero ir a la playa", o, "Vamos a comprar juguetes", puedes imaginarlo haciéndolo con él ahora mismo, o decirle que no puedes hacerlo ahora mismo pero que lo harás el fin de semana, o cuando te sea posible. Es importante tener en cuenta que tendrás que cumplir esa promesa porque, de lo contrario, el niño percibirá que lo decepcionas igual que otros adultos lo han hecho.

Ahora puedes preguntarle al niño: "¿Qué quieres hacer? ¿Adónde quieres ir? ¿A qué te gustaría jugar?". Deja que tu niño te guíe y explora, o juega, con él.

Si eres padre o madre y la relación con tu niño interior no está resuelta esto puede hacer que el niño interior esté resentido y reaccione mal al verte brindar amor y atención a tus hijos. Es aún más importante incluir a tu niño interior cuando juegues con tus hijos.

7. Integración.

La relación continua con tu niño interior recién despertado es esencial. Esto requerirá contacto diario. Puede ser breve y ni siquiera necesita ser una práctica completa. Pero es importante hacerlo porque tu parte infantil estará observando y esperando ver si tu yo adulto cumple.

La integración de los aspectos del niño interior se producirá de diversas maneras. Generalmente, tras acceder a diferentes edades y realizar algunas de las prácticas mencionadas, la edad de tu niño interior se estabilizará. También notarás que, a medida que se satisfacen las necesidades del niño herido, este pierde protagonismo y se integra, mientras que el niño maravilloso se vuelve más accesible y activo.

Aquí tienes una práctica que te permitirá mantener un contacto regular con tu niño interior a medida que integras a este pequeño en tu vida diaria, y en todo tu ser.

Respira profundamente varias veces y coloca la mano sobre tu pecho, en el centro del corazón, y conecta con tu niño interior. Imagina abrazar a tu niño interior de nuevo, como lo hiciste en el paso 4, abrazándolo y amándolo. Ahora imagina colocar a tu pequeño yo allí, en el centro del corazón. Coloca la mano sobre el centro del corazón y recuerda a tu niño interior que está seguro, es amado y querido. Dile: "Estoy aquí para ti". Pregúntale qué necesita en este momento y qué quiere mostrarte y decirte.

Una vez hecho esto, cuando quieras puedes respirar un poco, colocar la mano sobre el centro del corazón y conectar con tu pequeño. Así descubrirás que tu parte infantil se convertirá en parte integral de tu día y de ti mismo. Tu parte infantil volverá a ser una parte más equilibrada y natural de tu ser. También accederás a la sabiduría creativa del niño maravilloso.

No lograrás todo esto en una sola reunión con el niño interior; a menudo desarrollar la relación requiere tiempo y repetición de las prácticas. Una vez completadas puedes realizarlas de forma mucho más breve con el mismo beneficio.

Complementa esta práctica explorando otras vías de comunicación. Te invito a empezar presentándote al niño maravilloso como se mencionó anteriormente, y luego, con unos rotuladores dibuja imágenes sencillas y constructivas como el sol o una cara sonriente. Lleva al niño contigo cuando salgas a hacer recados o a dar un paseo por el bosque. Imagina a tu niño y continúa algunos de los diálogos internos silenciosos que has estado manteniendo. Una forma poderosa de profundizar la relación es escribir juntos.

Práctica: Escribir con Tu NIÑO. (parte 2).

Escribe a al niño desde tu yo adulto con tu mano dominante, y luego escribe desde el niño al yo adulto con la mano no dominante. Esto evita la interferencia consciente. Escribe a mano, no en teclado. Usa papel y lápices, rotuladores o marcadores, en lugar de bolígrafo.

Comienza respirando profundamente varias veces; coloca la mano en el pecho, en el centro del corazón; y conecta con tu niño interior como hiciste para la integración. Escribiendo con la mano dominante preséntate al niño al saludar.

Luego responde, del niño al adulto, usando la mano no dominante, sintiendo lo que el niño siente o quiere decirte.

A continuación, cambia de mano y deja que tu yo adulto responda al niño. Deja que el diálogo fluya de forma natural hasta que sientas que quieres tomarte un descanso. Es mejor terminar de escribir lo que te venga a la mente y luego tomar un tiempo para leer el diálogo.

Pon fecha a cada conversación y guárdala en una sección de tu diario o en una carpeta. ¡Te sorprenderá lo que encontrarás! La primera vez que hice esto escribí: «Quiero intentar mantenerme en contacto con más frecuencia». Y el pequeño Paul me respondió, con letra de molde infantil: «¡NO LO INTENTES! ¡HAZLO!». En otra ocasión escribí: «Paul, te quiero». Me respondió: «Yo también te quiero». Me impactó porque me concentré en cuidar a mi niño interior pero no se me ocurrió que él me correspondería. Pensé que era un camino sin retorno, pero me di cuenta de cuánto me quería mi parte infantil. Fue un momento tan conmovedor que me hizo llorar.

Tres formas efectivas de empoderarse.

Cuando nos avergüenzan, menosprecian, humillan, nos hacen sentir menos, acosan, abusan o traumatizan de cualquier manera, perdemos parte del poder. Nos sentimos disminuidos. Ahora que has reconectado con el niño interior y completado una sanación y reequilibrio esenciales, es hora de recuperar tu poder.

Empezamos por definir límites y asumir el derecho a decir no, luego afirmamos el derecho a existir y, finalmente, recuperamos todo el poder que hemos cedido a otros en pequeñas y grandes formas a lo largo de la vida. Aquí tienes tres prácticas que puedes realizar en secuencia, pero también realizarlas por separado cuando te parezca oportuno.

Práctica: Encontrar el No.

Quizás hayas desarrollado la estrategia de supervivencia del complaciente y aprendido a decir que sí incluso cuando te incomoda, sobre todo si no se han respetado tus límites. O, cuando dices que sí en realidad quieres decir que no. Encontrar tu no te ayuda a establecer límites más claros y es un aspecto fundamental del autocuidado.

Si te cuesta poner límites y encontrar tu zona de comodidad, esta práctica te ayudará a explorar por qué es difícil decir que no y te facilitará poner límites y decir que no cuando lo necesites. Recuerda que el límite físico también es una metáfora del espacio emocional que invaden otras personas.

Puedes hacer esta práctica con un alguien de confianza y la harás tres veces. Haz un juego de papeles con el compañero de práctica fingiendo ser alguien con quien te sientes incómodo. La primera vez tu compañero caminará hacia ti. Cuando te sientas incómodo dirás que no, pero tu compañero seguirá caminando hacia ti. La segunda vez tu compañero caminará hacia ti, y cuando te sientas incómodo le dirás que no, y esta vez tu compañero se detendrá y dirá: "Entiendo tu no, y lo respeto". La tercera vez tu compañero caminará hacia ti, y cuando te sientas incómodo dirás que no. Tu compañero se detendrá, se dará la vuelta, y saldrá de la habitación.

  1. Mientras la persona se acerca e ignora tu no, obsérvate. ¿Cuánto tiempo tardas en decir que no una vez que sientes incomodidad? ¿Es inmediato o ignoras la incomodidad y demoras en decir que no? Mantente lo más centrado y presente posible mientras tu compañero de práctica continúa acercándose. Esto te permitirá observar cómo respondes cuando ignora tu no. Observa tu diálogo interno. Presta atención a lo que la mente te dice. Puedes escucharla decir cosas como: "No debería tener miedo. No debería sentirme incómodo con esto. Esto debería estar bien", aunque te sientas amenazado a medida que la otra persona se acerca. Luego, puedes escuchar a la mente decir algo como: "Le heriré si digo que no; no debería herir sus sentimientos", mientras ignoras o anulas por completo tus propios sentimientos.

La persona debería acercarse lo suficiente como para tocarte. A medida que te sientas aún más incómodo podrías sonreír, reír o incluso intentar tocar a la persona a la que le dijiste que no. Esto envía un mensaje contradictorio a quien invade tu espacio, que puede interpretarse fácilmente como un sí cuando en realidad quieres decir no. Será útil pedirle a tu compañero de práctica que comparta contigo lo que observó cuando dijiste que no y él siguió acercándose.

  1. Esta vez, cuando, como acordamos, tu pareja se detenga y diga: "Te entiendo. Respeto tu no", experimenta cómo se siente que tu no sea escuchado y respetado. ¿Te sientes cómodo diciendo que no? ¿Te arrepientes de haberlo dicho? ¿O se siente bien decir que no, y que lo respeten? Con la práctica, ¡tu no saldrá más fácil!
  2. Después de decir que no y que tu pareja se detenga, dé la vuelta y salga de la habitación, obsérvate. Esta etapa suele revelar el miedo que podemos tener a herir los sentimientos de alguien al pedir lo que queremos, así como el riesgo de sentirnos abandonados.

Esta práctica nos hace conscientes, quizás por primera vez, de lo difícil que puede ser decir que no y de algunos de los miedos por decirlo. El miedo más obvio es herir los sentimientos de alguien, pero la dinámica más oculta puede ser el miedo a ser abandonado si no cedemos. Anteponer los sentimientos de los demás a los los propios, y a la seguridad, nos predispone a violar los límites y a sufrir nuevas heridas.

Tu niño interior tiene un radar muy bueno para detectar posibles peligros y personas peligrosas. Cuando te sientas incómodo y pienses que no deberías sentirte así, conéctate con él. Coloca la mano sobre el centro del pecho y pregúntale en silencio cómo se siente en esa situación, o con esa persona. Priorizar a tu niño interior, y cuidarlo en estas situaciones, te facilitará decir que no y cuidarte.

La mayoría de nosotros hemos pasado por momentos en la vida en los que nos hicieron sentir que no éramos suficientes. Una de las creencias que se forman como resultado de este "sentirse inferior" es que ni siquiera tenemos derecho a existir. Esto puede manifestarse como baja autoestima, junto con la estrategia de supervivencia de hacernos pequeños, invisibles o, como en el caso de Marilyn, inaudibles.

De niña, Marilyn era muy vivaz y enérgica pero su madre la callaba constantemente y le decía que se comportara, hasta el punto de volverse demasiado callada y recatada, perdiendo gran parte de su energía. De adulta esto se manifestó en una voz muy baja y gran dificultad para expresarse. En uno de mis talleres, Marilyn habló muy bajito frente al grupo, e incluso con micrófono, al principio apenas la entendíamos. Empezó débil y cuando dijo: "Tengo derecho a ser escuchada", ¡seguíamos sin oírla! Había llegado a creer que ni siquiera tenía derecho a existir. Trabajar con las frases "Soy" y "Tengo derecho a ser", en los ejercicios que siguen, fue empoderador para ella. Repetía las frases hasta que encontró su voz. Más tarde me escribió para decirme que, incluso unas semanas después, se había vuelto mucho más capaz de expresarse. Estaba asombrada por el cambio.

Esta práctica consta de dos segmentos. Cada segmento es en realidad una declaración. Creo que descubrirás que uno se integra fácilmente con el siguiente. Pero, si lo prefieres, puedes usarlos uno a la vez.

Práctica: Yo Soy.

"Yo soy", no es una pregunta ni una petición de permiso. "Yo soy" es una declaración para ti mismo, para los demás y, en última instancia, para el mundo. Repite: "Yo soy", en voz alta hasta que se convierta en una afirmación enfática que sientas verdadera. Descubrirás que es más efectivo hacerlo de pie, con los pies ligeramente separados.

Puedes empezar de pie, con la mano sobre el vientre y los ojos cerrados, diciendo en voz alta: "¡YO SOY!". Repite: "¡YO SOY!", varias veces, con el mayor énfasis y confianza posible. Siente la resonancia de esas palabras en tu vientre. Una vez que te sientas seguro con esta declaración, permanece de pie con los ojos cerrados e imagina decirle a quien sea necesario: "¡YO SOY!". Una vez que lo hayas dicho a quien necesites decirlo abre los ojos y dile al mundo: "¡YO SOY!".

Puede que te lleve un tiempo mover la fuente de la proyección de la frase desde tu cabeza hacia lo más profundo del cuerpo, hasta el estómago, donde puedas sentirla. También puedes imaginar que tu niño se separa a tu lado y lo hacéis juntos. Dale permiso para que se una a ti y lo diga en voz alta. Una vez que domines tu, "Yo soy", puedes personalizarlo añadiendo algunas de las frases que pongo a continuación, o puedes crear las tuyas.

·            Soy.

·            Yo soy yo.

·            Soy suficiente.

·            Estoy bien tal como soy.

·            Soy mujer.

·            Soy madre

·            Soy hombre.

·            Soy padre.

·            Soy como sea que defina o no mi género y mi sexualidad.

·            Yo soy ______. (Completa con tu palabra o frase personal).

Práctica: Tengo derecho a ser.

«Tengo derecho a ser» es en realidad una extensión de «Soy», aunque a muchos les cuesta más decirlo con seguridad. Mientras que: «Soy», puede significar simplemente que existo, «Tengo derecho a ser» es la declaración de que no solo existo, ¡sino que también tengo derecho a existir! Trabaja con «Tengo derecho a ser», igual que con «Soy», hasta que te resulte real y lo sientas en tus entrañas. NOTA del Traductor. Recordemos que en español tenemos los verbos SER y EXISTIR con un campo semántico casi idéntico, por lo que en este caso es posible decir “tengo derecho a ser”, con el mismo sentido y contenido de; “Tengo derecho a existir”.

Por tanto, imagina recurrir a alguien que te hizo sentir que no tenías derecho a existir, (supongamos que fue un padre, un hermano, un acosador, un abusador, un maestro, un clérigo, un jefe, un oficial al mando), y decirle a esa persona: "¡Tengo derecho a ser!" Una vez que lo hayas dicho con claridad y confianza, (esto puede llevar algún tiempo), después de decir: "Tengo derecho a ser", ¡abre los ojos y díselo al mundo!

Comienza de pie, con los pies ligeramente separados, ojos cerrados y una mano sobre el plexo solar. Repite en voz alta, con la mayor convicción posible: "¡Tengo derecho a ser!". Primero, dítelo a ti, luego, imagínate diciéndoselo a los demás y, finalmente, ¡abre los ojos y díselo al mundo!

Una vez que puedas declarar "Tengo derecho a ser" con confianza y desde tu intuición, quizás quieras añadir algo más personalizado a esta declaración. A continuación se enumeran algunas posibilidades, pero siéntete libre de añadir las tuyas.

·            Tengo derecho a existir.

·            Tengo derecho a ser yo.

·            Tengo derecho a estar vivo.

·            Tengo derecho a ser visto.

·            Tengo derecho a ser escuchado.

·            Tengo derecho a ___. (Completa con tu propia palabra o frase personal.)

Una vez que hayas completado ambas prácticas, te resultará empoderante decir las declaraciones juntas.

¡Soy! ¡Tengo derecho a ser!

El conmovedor trabajo de recuperar tu poder.

Cuando alguien te quita el poder, —un padre, un jefe, un acosador—, es como si te arrebatara parte del alma. Puede que no seas consciente del lo, o no lo pienses así en ese momento. A veces, en la infancia, desarrollamos la estrategia de supervivencia de no plantar cara a los cuidadores cuando abusan de nosotros porque es lo más seguro. Las estrategias de supervivencia infantiles a menudo fueron eficaces, si no inspiradoras, para ayudarnos a superar una situación difícil, pero ya no nos sirven en la edad adulta. De hecho, esa brillante estrategia puede que ahora cause estragos en tu vida. Y así, sean cuales sean las circunstancias originales que te llevaron a desarrollar esas estrategias de supervivencia, necesitas recuperar ese poder y reintegrarlo en tu cuerpo y alma como parte del proceso de volver a empoderarte y sentirte completo. Empieza por hacerte estas preguntas.

  • ¿Quién te quitó el poder? O mejor dicho, ¿a quién se lo diste?
  • ¿Aprendiste a ceder tu poder para mantenerte a salvo?
  • ¿Entregaste tu poder esperando ser amado?
  • ¿Has estado con alguien que era especialmente bueno quitándote el poder?
  • Ahora invierte la ecuación y pregúntate: ¿Quito poder a los demás? ¿Les quito poder?

Sé consciente de que esta dinámica puede funcionar en ambos sentidos. No es raro que quienes sufren de baja autoestima por haber dejado que les arrebataran el poder cambien de actitud y se lo arrebaten a otros, al igual que quienes sufrieron abusos en la infancia suelen convertirse en abusadores más adelante, si no reconocen el patrón. Pero esto no tiene por qué ser así. Ser consciente de tu propia tendencia a arrebatar poder a los demás puede ayudarte a evitar sentirte víctima todo el tiempo. Es una dinámica cíclica que puedes revertir si comprendes cómo funciona el proceso. Te resultará mucho más empoderador recuperar el poder que has dado a otros que arrebatárselo por miedo o ira.

El poder es energía. Ceder tu poder es ceder tu energía. Recuperar tu poder es, en realidad, una forma de recuperar el alma. En las culturas chamánicas, el chamán ayuda a un miembro de la comunidad a recuperar partes de su alma que ha cedido o perdido de diversas maneras. Aquí, buscas recuperar esas partes tuyas, que te fueron arrebatadas o entregadas, para volver a estar más completo.

Práctica: Recupera tu poder.

Prepárate para esta práctica sentándote en silencio y recordando un momento en el que te sentiste impotente, en el que renunciaste a tu poder, te lo arrebataron, o te sentiste impotente. Invita a tu niño interior a practicar contigo. Después de todo, en muchos casos es el niño quien se sintió impotente. Y la parte infantil puede ser de gran ayuda para recuperar el poder.

Como parte de esta práctica, realizarás un escaneo energético de la persona que te quitó el poder. Lo harás con los ojos cerrados, viendo o sintiendo tus propias pequeñas energías sobre, o alrededor, de la persona que estás escaneando. A menos que seas muy intuitivo, realizar este escaneo requiere un estado de consciencia expandido. Por lo tanto, dedica más tiempo al inicio de esta práctica para alcanzar el estado de consciencia expandido necesario para realizar el escaneo y recuperar tu poder.

Siéntate cómodamente y cierra los ojos. Respira profundamente un par de veces para soltar, y comienza el proceso de introspección. Tómate unos momentos para observar tus pensamientos. No te involucres en ellos. Simplemente obsérvalos.

Luego, dirige tu atención al centro de tu pecho, el centro del corazón. Respira y siente el corazón, invitándolo a abrirse. Ahora, imagínate en un lugar hermoso y tranquilo. Usa todos tus sentidos para imaginar lo más vívidamente posible que estás allí. Relaja mente y cuerpo. Cuando sientas que estás allí, profundiza en un estado meditativo que permita que tu consciencia se expanda.

Imagina a la persona, (o situación), ante la que sientes que perdiste tu poder como si estuviera justo frente a ti. Dile en silencio: «Soy yo. Tengo derecho a ser. Elijo vivir».

Usando tu intuición, analiza a la persona. Al hacerlo, observa o siente fragmentos de tu poder en ella o a tu alrededor.

En silencio, o en voz alta, dile a la persona que sostiene o porta tu poder: «Estoy aquí para reclamar mi poder. Te lo di. Me lo quitaste. Es mío, no tuyo. Lo recupero ahora. No tienes derecho a él. Es mío». Y recupera tu poder. Llámalo de vuelta.

Recupéralo. Reclámalo. Recupéralo. Nadie tiene derecho a él. Es tuyo, y solo tuyo.

Da la bienvenida a estos fragmentos de ti. Deja que se acomoden en tu cuerpo. Deja que se acomoden en tu ser. Nota cuánto más pleno y completo te sientes.

Dile a quien le has arrebatado tu poder que puede recurrir a quien le haya quitado su poder para recuperarlo haciendo lo mismo que tú hiciste para recuperar tu poder. Puede recuperar su poder de quien se lo quitó, o dárselo a quien se lo quitó. De esta manera, puedes ayudar a romper este ciclo de desempoderamiento.

Probablemente habrá varias personas o situaciones del pasado para las que quieras repetir esta práctica. Puedes continuar con ellas, una por una, hasta que te sientas completo, o simplemente repetirla al recordar situaciones en las que perdiste tu poder.

Este trabajo, con el niño interior, es una de las capas clave que necesitas abordar para acceder a la esencia de tu alma. Has salido de la cabeza y adentrado en el corazón, superando las capas de protección, heridas, sufrimientos y decepciones, superando algunas cosas que te dijeron o hicieron, y algunas de las creencias que has llegado a tener sobre ti mismo, aunque no sean ciertas. Ahora te estás reconectando con la sabiduría y alegría del arquetipo del niño maravilloso que hay en ti, más intacto, más auténtico, acercándote aún más a la esencia de tu alma.

 

Capítulo 5: Integra las partes y el todo.

 

Un estudiante universitario, llamado Ned, era fisicoculturista dedicado. Desafortunadamente, su dedicación y ética de trabajo llegaron al punto de la obsesión. Su padre lo criticaba a menudo pero su principal adversario era su crítico interno, quien constantemente le decía: "¡No eres lo suficientemente grande!". Como resultado, Ned se comparaba constantemente, de forma desfavorable, con otros fisicoculturistas. Entrenaba constantemente, se esforzaba demasiado y demasiado rápido, hasta que finalmente sufrió una lesión de espalda que lo dejó fuera de juego durante meses, lo que le hizo perder parte de la masa muscular y la fuerza que tanto deseaba aumentar. La voz crítica interna se había convertido en una especie de profecía autocumplida.

En cambio, su entrenador de culturismo le apoyaba sin ser crítico. "Nunca me critica", dijo Ned. Se le ocurrió que le iría mejor si pudiera cambiar el entrenador por su crítico interno. Mientras lo guiaba en un diálogo con su crítico interno, se dio cuenta de que lo estaba llevando a hacer algo perjudicial para su salud. Se preguntó qué pasaría si decidiera darle al crítico interno la voz del entrenador, usando la misma naturaleza repetitiva pero con texto diferente. Después de probar este enfoque, Ned descubrió que el crítico interno adquirió una voz más alentadora; ahora repetía: "¡Lo estás haciendo muy bien! ¡Sigue así!".

Una vez que el subconsciente se adapta a una voz más positiva, se vuelve mucho más fácil lograr lo que intentas. Las afirmaciones positivas de la mente consciente pueden ser útiles, pero al involucrar al subconsciente en un diálogo interno más positivo, no tienes que esforzarte tanto para cambiar tu comportamiento.

A medida que la espalda de Ned sanaba su actitud también mejoraba. Al sentirse menos estresado, ya no se comparaba con otros culturistas y podía adoptar un enfoque más relajado al entrenar sin perder nada de su dedicación. Varios meses después había recuperado la fuerza y mucho más. También había demostrado un valioso principio terapéutico: las voces internas críticas que nos perjudican pueden ser mucho más efectivas cuando trabajan con nosotros y a tu favor. Estas voces internas suelen considerarse parte de la psique.

Las partes de la psique.

En el capítulo anterior entraste en contacto con elementos arquetípicos del subconsciente, incluyendo al niño herido y maravilloso. En este capítulo, que te guía a través de la quinta capa de tu viaje a medida que profundizas en la esencia de tu alma, identificarás y conectarás con otros arquetipos y partes de tu psique que impulsan una amplia gama de comportamientos. Los arquetipos se han convertido en una fuente de fascinación popular en las últimas décadas, y con razón. En resumen, los arquetipos son patrones de comportamiento que todas las personas comparten en cierta medida, cuya importancia ha sido explorada por filósofos y psicólogos desde Platón hasta Carl Jung.

Los arquetipos pueden ser maneras convenientes de comprender patrones energéticos profundamente arraigados que compartimos y que forman parte de la historia humana. Jung exploró la mitología y el folclore del mundo y descubrió patrones de personalidad basados en figuras comunes como la madre, el rey, el embaucador, así como patrones generales de experiencia como la muerte, el renacimiento y la sombra. Ser capaz de identificar arquetipos específicos puede ayudarnos a clarificar las fuerzas que influyen en el comportamiento. Algunos de estos arquetipos pueden ayudarnos en el camino, como la madre, el sanador y el niño maravilloso. Otros, como el crítico interno, el saboteador y la víctima, pueden actuar en nuestra contra hasta que aprendamos a convertirlos en aliados. Si bien los arquetipos representan tipos de carácter antiguos que han acompañado a la humanidad durante milenios y se almacenan en el inconsciente colectivo, muchos otros aspectos de tu personalidad son específicamente tuyos.

Otra forma de analizar los impulsores inconscientes del comportamiento es considerarlos como diferentes partes de la personalidad o, más precisamente, de la psique. En este trabajo me resulta útil usar el término "psique", que proviene de una raíz griega que significa "espíritu que anima", pero que puede referirse tanto al alma como al espíritu. En cierto modo, este término es más preciso porque la mente, tal y como la mayoría la concibe, es mucho más que el cerebro. No es necesario creer en el "alma" como concepto teísta pero sí ayuda comprender que la consciencia es mucho más vasta que un cerebro mecánico que piensa lógicamente, (a veces), y una "voluntad" abstracta que decide actuar. Después de todo, la psicología no estudia el cerebro sino mente y espíritu, que juntos ayudan a crecer, aprender y a desenvolvernos en el mundo.

La psique se compone de varias partes que pueden ayudar o perjudicar, incluyendo los arquetipos. En este capítulo presentaré lo que considero una forma especialmente eficaz de trabajar con estos aspectos de la personalidad, basada en la modalidad conocida como: "terapia de partes". La terapia de partes es una forma de separar artificialmente, y dialogar, con diferentes partes de la psique para resolver conflictos internos y acceder a la sabiduría interior.

Aunque mi enfoque de la terapia de partes se adapta a la forma en la que la utilizo en mis talleres de sanación puedo recomendar tres libros sobre el tema de autores que admiro: David Quigley, Hipnosis Alquímica: Un Manual de Técnicas Prácticas (CreateSpace, 2016, publicado originalmente en 1984); Roy Hunter, Hipnosis para la Resolución de Conflictos Internos: Introducción a la Terapia de Partes. (Crown House Publishing, Ltd., 2005); y Charles Tebbetts, Autohipnosis y Otras Técnicas de Expansión Mental (Port Saint Lucie, FL: Westwood Publishing, 1977).

Una vez que sales de la mente pensante, (capa uno), y el corazón se abre, (capa dos), sueles experimentar una oleada de emociones, (capa tres). Al liberar estas emociones descubrirás al niño interior, (capa cuatro). Como has visto, te has encontrado principalmente con dos aspectos del niño interior: el herido y el maravilloso. A medida que profundizas en tu interior, de la capa cuatro a la cinco, te darás cuenta de otras partes importantes de tu psique que impulsan tu comportamiento.

Reconoce tus partes en acción.

Entiendo que cuando digo que puedes comunicarte con diferentes partes de tu personalidad puede parecer que estoy diciendo que tienes dos o más versiones de ti mismo dentro de tu cabeza. En realidad hay muchas. Lo que llamamos el "yo" es una combinación de muchos yoes o partes. Con esto, no me refiero a nada parecido a las personalidades múltiples que se describen en el popular libro y película Sybil. (Esta situación, ahora llamada trastorno de identidad disociada, suele ser el resultado de una personalidad destrozada por abuso infantil prolongado). El libro titulado Sybil, de Flora Rheta Schreiber, se refiere a La clásica historia real de una mujer poseída por dieciséis personalidades separada.

Las cuatro categorías más fundamentales, o partes, son: el yo físico, el yo intelectual, el yo emocional y el yo espiritual. Todas las partes están interrelacionadas pero encontrarás que cada una está más fuertemente asociada con alguna de esas cuatro categorías. Estas partes se combinan con otros aspectos para formar el, “yo compuesto”. Con demasiada frecuencia algunas de estas partes están en conflicto entre sí causando confusión y dificultad. Probablemente estés familiarizado con el ejercicio: "Una parte de mí realmente quiere hacer esto, pero otra parte está muerta de miedo". Y, "Sé que puedo hacerlo pero algo, dentro de mí, sigue diciéndome que no puedo". O, "Sé que este comportamiento me está matando pero una parte de mí no puede vivir sin él". Algunos terapeutas se refieren a las partes como "subpersonalidades", o "estados del yo", basándose en la idea de que la psique es amalgama de varias personas o egos distintos, como el niño herido o el complaciente con los demás. Aquí me referiré a todos ellos simplemente como "partes".

Comenzaremos identificando las partes que más requieren tu atención y luego trabajaremos para satisfacer las necesidades específicas de cada una. Dado que todas están vivas y activas dentro de ti, una vez que identifiques una parte específica podrás aprender a dialogar con ella de la misma manera que aprendiste a hacerlo con el niño interior.

Al reflexionar sobre el trabajo que realizaste con el niño interior notarás que el niño herido se asocia con el yo emocional, y el maravilloso con el yo espiritual. A medida que avances en la reeducación e integración de tu niño interior, y profundices en tu yo interior, descubrirás otras partes importantes, cada una asociada con una de estas cuatro categorías, es decir, los yoes físico, intelectual, emocional y espiritual.

Puedes empezar conectando con las cuatro partes para explorar sus necesidades y las perspectivas que ofrecen, y luego llegar a un acuerdo mutuo que traerá sanación y empoderamiento a niveles más profundos. Al final, podrás transformar una parte inútil e integrarla de forma saludable. Ahora, analicemos cada una de las partes con más profundidad.

El yo físico. El yo físico, que comprende tus partes físicas, es esencialmente tu cuerpo. Mi cliente, Phil, tenía sobrepeso pero lo negaba. Al entrar en un estado expandido y convertirse en observador objetivo, pudo verse sin las lentes color de rosa de su ego. Al hacerlo se vio de perfil, con su considerable barriga colgando sobre el cinturón. Se horrorizó. Su esposa y médico le habían dicho que necesitaba perder bastante peso pero esas palabras no habían calado. Sin embargo, ver su yo físico desde la perspectiva del observador objetivo tuvo un gran impacto. Phil se dio cuenta de que, efectivamente, necesitaba perder peso. Cuando le preguntó al cuerpo si podía hacer algo al respecto este le respondió que necesitaba más ejercicio y comer mejor. A menudo es mucho más fácil ver estas cosas por uno mismo, una vez que se eliminas el filtro del ego, que escucharlas de otra persona.

Yo intelectual. En el capítulo 1 aprendiste a trabajar con la mente pidiéndole que se hiciera a un lado cuando intentabas expandir tu consciencia y acceder al corazón. Aquí, aprenderás a interactuar con el yo intelectual, que incluye la mente junto con otros aspectos como la curiosidad intelectual, personificándola. Esto te ayudará a explorar cualquier conflicto interno que puedas tener con ese yo. Varias dinámicas comunes operan en el yo intelectual. A menudo sientes que debes controlar el yo emocional porque temes que si sueltas el control de las emociones todo se derrumba, lo que limita tu capacidad de funcionar racionalmente. Además, el yo intelectual también puede atascarse en lo que yo llamo: "intentar encontrarle sentido a lo absurdo". Puede que te cueste entender cómo alguien pudo haberte maltratado tanto. Por ejemplo, ¿cómo pudo tu hermano llevarse las reliquias familiares o toda la herencia? ¿Por qué tu mejor amiga te robó el chico con el que estabas comprometida? Mientras tu yo intelectual intente encontrar una explicación racional serás incapaz de tomar las acciones necesarias.

La madre de dos niños pequeños se sentía agotada y frustrada por dedicar prácticamente todo su tiempo libre al cuidado de estos. Los amaba mucho, pero también amaba la vida intelectual. Mientras dialogaba con su yo mental escuchó a su parte exclamar: "¡Necesito poder sentarme sola y leer un libro!". Por difícil que fuera encontrar tiempo en su agenda para satisfacer su curiosidad intelectual leyendo un buen libro, pudo reservar media hora antes de acostarse, cuando los niños dormían. Tenía dos o tres libros en su mesita de noche para leerlos según su estado de ánimo.

Yo emocional. Las partes emocionales son las que más necesitan atención, como probablemente descubriste al trabajar con las emociones almacenadas en el capítulo 3. Aquí aprenderás a trabajar con tu parte emocional personificándola, al igual que con tu yo intelectual. Tu yo emocional puede manifestarse como un niño herido que busca amor y bondad, o como niño maravilloso que baila de alegría. Quizás descubras que, como resultado de haber trabajado con el niño herido en prácticas anteriores, esa parte ha progresado en la sanación del aspecto emocional del niño. Pero las partes emocionales pueden manifestarse de diversas maneras.

Sam, bebía para calmar sentimientos de soledad y aislamiento. Empezó con una copa de vino para relajarse después del trabajo, pero como no tenía a nadie especial en su vida seguía bebiendo hasta quedar dormido. Cuando dialogó con su yo emocional lo vio hecho un ovillo. Se sentía solo y oscuro. Cuando le preguntó qué necesitaba, respondió que lo abrazaran. Así que Sam lo abrazó. Al principio, el yo dijo que no estaba listo para que lo abrazaran porque tenía miedo de que Sam se fuera. Sam le dijo que no se iría, que solo quería abrazarlo y amarlo. Y una vez que se dejó se sintió tan bien que quiso seguir abrazándolo. Sam se dio cuenta de que consolar a su yo emocional era más efectivo que calmar sus sentimientos de soledad con alcohol.

Yo espiritual. En general, no hemos sido condicionados culturalmente para honrar y confiar en los recursos espirituales internos, al menos no fuera de los confines de la religión institucional. Algunos nos sentimos desconectados del Ser espiritual e incluso podemos pensar que algo anda mal si tenemos dificultades para conectar con él. Pero no hay nada "malo" contigo; vienes equipado con un ser espiritual que posee grandes recursos de sanación y sabiduría pero que puede estar, temporalmente, oculto a la vista por así decirlo. Por lo tanto, si al principio te cuesta conectar con tu ser espiritual recuerda que quizás debas ser paciente contigo mismo y repetir este proceso.

El yo o ser espiritual es la personificación de tu sabiduría interior. Puede aparecer como un ser sagrado o simplemente una presencia cálida que sientes, pero no ves. Quizás hayas leído sobre experiencias espiritualmente transformadoras que parecen alucinantes, pero las más comunes son muy sutiles. Pueden implicar una mayor conexión con la naturaleza o con otras personas, o el deseo de descubrir un propósito particular en la vida en lugar de, simplemente, dedicarte a actividades placenteras.

Práctica: Autoevaluación e Integración.

Este ejercicio de integración es forma eficaz de observar y comunicarse con tus cuatro partes fundamentales: el ser físico, el intelectual, el emocional y el espiritual. Al visitar cada parte observa su edad y estado aparentes. Observa, con el mayor detalle posible, cualquier cosa sobresaliente o inesperada. Puedes comunicarte con cada parte preguntando si necesita atención en algún aspecto. También puedes preguntar si desea comunicar algo al todo.

Tras reconocer las necesidades de cada una de estas cuatro partes puedes empezar a trabajar para satisfacerlas. O, si has recibido una comprensión útil de una del las, puedes actuar en consecuencia. Una vez que hayas iniciado el proceso de sanación puedes recomponer las cuatro partes básicas en un solo ser. La integración resultante aportará mayor armonía, equilibrio y plenitud a tu vida.

Cierra los ojos y respira profundamente para soltar y relajar, iniciando el proceso de relajación y reflexión sobre tu interior, permitiendo que la consciencia expanda los límites de la mente. Dedica unos momentos a observar los pensamientos y a prestar atención a lo que escuchas decir. Ahora, dirige la atención al centro del pecho, el centro del corazón, respirando hacia él e invitándolo a abrirse pues esta es la puerta a tu mundo interior. Empieza a imaginarte en un lugar donde te sientes muy seguro, muy tranquilo y muy relajado. Mientras imaginas este lugar, con la mayor intensidad posible, permite que el cuerpo sienta que realmente estás allí. Deja que la consciencia se expanda más allá de los límites de la mente.

En este estado expandido puedes ver, sentir y experimentar las distintas partes o aspectos de ti mismo de forma objetiva, casi como si estuvieras observando a otra persona. Respira profundamente y relájate, permítete ver, sentir y experimentar tu ser físico. Observa o siente tu yo físico.

Observa cualquier aspecto de tu físico que te llame la atención. Observa su estado general de salud. Observa su postura. ¿Y qué notas de su físico? ¿Cómo está su físico?

Tómate un momento para preguntarle en silencio qué quiere mostrar o decir. Toma nota de lo que te muestre o diga. Dile que captas el mensaje. A continuación, pregúntale qué más necesita ahora, y anótalo también. Dile que escuchas lo que necesita y que harás lo necesario. Ahora, hazle saber que volverás en unos momentos.

Respira lenta y profundamente, y sumérgete en un estado neutral, relajándote aún más profundamente, manteniendo el estado de observador objetivo. Permítete ver, sentir y experimentar tu yo intelectual. Observa cómo se siente. ¿Y qué notas? Pregúntale qué quiere mostrar o decir y anótalo. Dile que captas el mensaje. Pregúntale qué más necesita ahora mismo. Dile que escuchas lo que necesita y que harás lo necesario. Hazle saber que volverás en unos momentos.

Respira lenta, profunda y profundamente, y entra en un estado neutral, manteniendo la observación objetiva. Permítete ver, sentir y experimentar tu yo emocional. Observa cómo se siente. ¿Parece tener tu edad actual, es más joven o es más mayor? ¿Y qué notas? Pregúntale qué quiere mostrar o decirte. Dile que lo entiendes. Pregúntale qué más necesita ahora mismo. Imagina que le das lo que necesita o dile que lo escuchas y que harás lo necesario. Hazle saber que volverás en unos minutos.

Respira hondo y deja ir, relajándote aún más profundamente, volviendo a ese estado neutral, permaneciendo como un observador objetivo. Ahora, permítete ver, sentir o experimentar, en cualquier forma que se presente, tu ser espiritual. ¿Qué notas? Tómate tiempo para percibir cómo se siente estar en presencia de tu ser espiritual. Tu ser espiritual tiene un mensaje para ti. Permítete recibirlo ahora. Quizás haya algo que quieras preguntarle. Mantente abierto a lo que te muestra o dice como respuesta.

Tu ser espiritual podría tener un don que quiera darte. Puede ser una energía, palabras sabias, una herramienta, un objeto, o un símbolo. Permítete recibir este don de tu yo espiritual. Si no estás seguro de para qué sirve, o cómo usarlo, pregúntale qué debes hacer con él.

Ahora reúne en un mismo lugar los cuatro aspectos de ti mismo que has convocado. Reúne a tu ser físico, tu ser intelectual, tu ser emocional y tu ser espiritual. Haz que formen un círculo, tomados de la mano, o se apiñen abrazándose.

Genial, ahora reúnelos en un solo ser compuesto. Mézclalos, fúndelos, congélalos en uno. Observa o siente este nuevo ser compuesto, erguido: fuerte, sano y más vivo. Ahora, únete a ese ser y siente la fuerza, la vitalidad, la nueva sensación de salud y bienestar. Siente la plenitud.

Date un tiempo para integrar todo lo que acabas de experimentar. Y, muy suave y gradualmente, comienza a regresar a tu estado de vigilia normal, conectándote y enraizándote.

Identifica las piezas con las que necesitas trabajar.

Ahora que has conocido y dialogado con las cuatro partes principales estás listo para abordar un problema o tema específico con la parte relacionada. Este enfoque me ha resultado especialmente útil para quienes han experimentado un trauma no resuelto y necesitan ayuda para resolver conflictos internos. La ventaja de la terapia de partes reside en que te brinda acceso directo a las partes de la personalidad cuyo origen no siempre es evidente. No todas las partes internas son necesariamente útiles, pero todas cumplen una función. Como vimos con las estrategias de supervivencia que se formaron en respuesta a ciertas situaciones intolerables, una parte de tu personalidad que nos ayudó en la infancia puede ahora causarnos problemas, o incluso poner en peligro la vida. Sin embargo, es importante mencionar que una de tus partes nunca te hará daño intencionadamente. Incluso si su comportamiento te causa daño, su intención es protegerte. El crítico interno de Ned, una faceta de su yo intelectual, quería que destacara en el culturismo, pero su enfoque hipercrítico le provocó lesiones.

La buena noticia es que puedes interactuar con cada una de estas partes de tu psique. En la mayoría de los casos tus partes trabajarán para ti, pero en algunas circunstancias una del las puede "descontrolarse" y adoptar la voz crítica de un maestro, o incluso de una figura religiosa percibida como Dios o el diablo. O puedes descubrir que una parte trabaja para sí misma porque cree que tú eres incapaz de actuar por ti mismo. Esto suele suceder con el crítico interno, por ejemplo.

Una vez que hayas identificado la parte que se ha vuelto rebelde intenta averiguar todo lo posible sobre ella. Cada parte ha llegado a tu vida con un propósito específico. Averigua por qué existe preguntándote por su propósito. Averigua para quién funciona. Si la parte no funciona para ti, puede que funcione para mamá, papá o alguien más. Todas tus partes deberían funcionar solo para ti. Si una parte no funciona para ti debes liberarla o transformarla de alguna manera. Simplemente recuerda, a cualquier parte rebelde, quién manda.

Dialogar con tus partes.

Como hemos visto, los sucesos traumáticos, especialmente en la infancia, programaron tu subconsciente para actuar de maneras que a veces son dañinas. Simplemente decirte a ti mismo que actúes de una manera más constructiva rara vez funciona ya que eso solo alcanza a la mente consciente, que casi siempre se verá anulada por tu subconsciente. Aunque el subconsciente no te hará daño intencionadamente no siempre sabe la mejor manera de ayudarte. Las prácticas de terapia de partes te brindan una manera de reprogramar tu subconsciente, pero no ordenándole que cambie sino involucrándolo en el proceso de cambiar su enfoque para ayudarte. El subconsciente es como tierra fértil. Cualquier semilla que tú, u otros, planten en esa tierra crecerá, ya sea como algo útil o contraproducente. Y tú quieres nutrir las semillas útiles y transformar las dañinas.

El hábito de Melanie de comer en exceso durante muchos años la había llevado a padecer obesidad mórbida y diabetes, además de insuficiencia cardíaca congestiva. Para colmo, había desgastado el cartílago de las rodillas y necesitaba perder una cantidad considerable de peso para poder someterse a cirugía de reemplazo de rodilla. Cuando dialogó con la parte de su personalidad que la llevaba a comer en exceso, a quien llamaba Comedulces, esta le dijo que su propósito era protegerla de su padre depredador, quien había comenzado a abusar sexualmente del la a los seis años. Comedulces surgió poco después porque si comía suficientes dulces y engordaba su padre la dejaría en paz. La estrategia finalmente tuvo éxito pero con el paso de los años Comedulces seguía llevándola a comer su dulce favorito, llamado Dots. Ahora, a los sesenta años y con diabetes, comer dulces la estaba matando. Melanie había probado la modificación de conducta, y todas las dietas conocidas, pero seguía recuperando tanto o más peso. Su padre había muerto hacía tiempo, pero ella seguía comiendo dulces para mantenerlo alejado.

Melanie confirmó con el Comdulces que su función era mantenerla a salvo. Como el subconsciente no puede razonar tuvo que informarle que comer dulces era muy peligroso. Preguntó al Comedulces si la ayudaría a dejar de comer dulces y a empezar a perder peso ya que eso la mantendría a salvo. Comedulces aceptó el trato y, con el tiempo, la ayudó a perder 32 kilos. Con la incansable ayuda de la parte implicada, Melanie se saltó el paso de seguir una dieta u otras restricciones. "Ya ni siquiera voy por ese pasillo del supermercado", dijo sobre la sección de galletas y dulces. "¡Las galletas ya no saltan del estante a mi carrito!"

Al dialogar con su parte llamada Comedulces Melanie pasó de tener en su subconsciente la creencia de que comer dulces la protegería a la de ayudarla a evitar dulces y galletas. Pero la creencia original y destructiva estaba oculta en la oscuridad, en la sombra, como expresó en su día el psicólogo Carl Jung. Jung describió la "sombra" como la parte de la psique que está oculta a la mente consciente porque esa parte no es aceptable para nosotros. "La sombra personifica todo lo que el sujeto se niega a reconocer sobre sí mismo", escribió Jung. La forma de asimilar la sombra comienza por traerla a la luz y tomar consciencia de su presencia dentro de ti. Esto es cierto independientemente de la categoría a la que pertenezca la parte con la que estás dialogando. (Lease, Carl Jung, Los arquetipos y el inconsciente colectivo (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1968).

Melanie sabía que los dulces y todas las golosinas eran perjudiciales para su salud, pero necesitaba transmitir esa información a la mente subconsciente y hacerle saber que la forma de protegerla era ayudarla a dejar de comer dulces e ingerir sólo alimentos nutritivos.

Convirtiendo tus piezas en aliadas.

Al usar la terapia de partes puedes alcanzar un estado de consciencia relajado, algo expandido, y luego conectar con la parte de tu subconsciente con la que estás trabajando. En lugar de decirle qué hacer le harás preguntas, le permitirás responder y luego le proporcionarás la información que necesitas para hacer lo que está diseñado a hacer: ayudarte, y protegerte.

Por eso es crucial, durante esta interacción y exploración, que evites juzgarla o aislarla. Como es parte de ti mismo, no debes menospreciarla ni enojarte con ella, sino simplemente descubrir qué necesita. Recuerda que tu subconsciente vela por tus intereses y no hará nada que te haga daño. Al comenzar a dialogar con tu parte esta revelará qué hay detrás de esa ansiedad, ira o preocupación, (tal como en el capítulo 3, cuando permitiste que tus emociones almacenadas revelaran tus creencias y estrategias de supervivencia).

Práctica: Redirigir tu parte.

Dialogar con tus partes es una habilidad sutil, y puede que necesites algo de práctica para dominarla. Si te oyes decir “Creo", o, "Me pregunto.", lo más probable es que sea la mente quien te habla. Estás pensando en ello y probablemente has salido de tu modo de observador objetivo. En cambio, cuando tu parte se comunica directamente contigo suele hacerlo en forma de imágenes o palabras, metáforas o símbolos. Si lo que oyes decir a tu parte es diferente de lo que pensabas o esperabas, debes confiar en ello. Recuerda que la intención con la terapia de partes es eludir la mente pensante y acceder al subconsciente y su sabiduría más profunda.

Aquí están los cuatro segmentos de la práctica:

1. Planifica tu sesión de partes. Identifica el problema que quieres abordar y la parte relacionada con él. Dale un título o nombre apropiado a la parte, por ejemplo, el Ansioso, el Comedor de Pizza, o el Enfadado.

2. Dialogar con tu parte. Para este paso necesitarás alcanzar un estado de consciencia expandido y convertirte en el observador objetivo. Al iniciar el diálogo con la parte que has nombrado haz las preguntas a continuación, en silencio. Toma nota mental de las respuestas o escríbelas a medida que avanzas en la práctica. Algunas respuestas de la parte pueden ser no verbales. La parte puede mostrarte o decirte algo, como una escena del pasado. Incluso puede reaccionar de alguna otra manera, como un gesto o una expresión facial en respuesta a las preguntas. Anota cualquier cosa que notes. Acepta cualquier imagen o mensaje como algo que debes tener en cuenta y no descartar, incluso aunque no comprendes su significado.

En el tercer paso de esta práctica (estrategia para una solución), usarás las respuestas a tus preguntas para formular una forma más efectiva de lograr que tu parte te ayude, así que no te preocupes todavía por si tienen sentido.

Estas son las preguntas más relevantes para la parte. Este es un proceso dinámico, y podrías necesitar formular algunas preguntas propias para explorar estos temas con más detalle, dependiendo de cómo responda la parte. Intenta ser flexible. Como vimos con Sam, cuando intentó aceptar su yo emocional, que estaba encogido, al principio le indicó que no estaba listo. Necesitaba una pregunta intermedia para avanzar en el proceso.

·            ¿Cual es tu propósito?

·            ¿Cómo haces tu trabajo?

·            ¿Cuando llegaste a mi vida?

·            ¿Qué te hizo necesario?

·            ¿Para quién trabajas?

Plantear preguntas de manera silenciosa e interna a cada parte es lo más propicio para mantener el estado de observador objetivo necesario en la terapia de partes.

Cierra los ojos y respira profundamente para soltar, iniciando el proceso de relajación y reflexionando sobre tu interior, permitiendo que tu consciencia se expanda más allá de la mente. Dedica unos momentos a observar tus pensamientos y a prestar atención a lo que escuchas decir. Ahora, dirige tu atención al centro de tu pecho, el centro del corazón, respirando hacia él e invitándolo a abrirse, pues esta es la puerta a tu mundo interior. Empieza a imaginarte en un lugar donde te sientes muy seguro, muy tranquilo y muy relajado. Mientras imaginas este lugar con la mayor intensidad posible, permite que tu cuerpo sienta que realmente estás allí.

Desde tu estado de consciencia expandida, como observador objetivo, permítete ver, sentir o experimentar, en cualquier forma que aparezca, la parte que identificaste. Imagínala ahí mismo, frente a ti. Observa cómo aparece y qué parece estar haciendo. Pregúntale: "¿Cuál es tu propósito?".

Al observar la respuesta de la parte pregunta: “¿Cómo haces tu trabajo?”. Nuevamente, observe la respuesta.

Ahora pregúntate:

“¿Cuándo llegaste a mi vida?” Anota la respuesta.

“¿Qué te hizo necesario?” Anota la respuesta.

“¿Para quién trabajas?” Anota la respuesta.

Dile a la parte que regresarás pronto. Permítete, suave y gradualmente, volver a tu estado de vigilia normal, enraizándote y conectando.

3. Estrategia para una solución. Con base en la respuesta de tu parte, deberás desarrollar una estrategia y tomar un nuevo curso de acción. Al volver a tu estado de alerta, escribe una oración corta que resuma el papel y la función originales de tu parte, basándote en las respuestas que recibiste de la parte con la que estás trabajando. Luego, escribe una segunda oración que redirija a tu parte a un nuevo papel útil.

Por ejemplo, basándose en las respuestas que Comedulces le dio a Melanie, ella determinó que: «Me protege haciéndome comer dulces y galletas para engordar, lo que me hará poco atractiva». Puedes resumir tu oración estratégica en una fórmula breve; en este caso, Melanie podría haber escrito: «Comer dulces, engordar, estar a salvo» o simplemente: «Engordar = estar a salvo».

Luego, reflexionando sobre lo aprendido, diseña una estrategia para un papel más útil para tu parte. Recuerda que la parte no te hará daño intencionadamente pero debes ofrecerle una alternativa útil porque no puede razonar por sí misma. Por ejemplo, Melanie le dijo esta alternativa a Comedulces: "Comer dulces es peligroso y ya no me protege". Luego le pidió que la ayudara a comer más sano.

Debido a que el subconsciente no puede razonar, necesitamos darle, —darle de comer con cuchara, si quieres—, cualquier información nueva que necesite. Las partes pueden ser dañinas o útiles, o ambas cosas, en diferentes momentos y de diferentes maneras. Pero aunque el comportamiento pueda ser dañino, tus partes no tienen malas intenciones. El papel de la mente subconsciente es mantenernos seguros y ayudarnos a sobrevivir. Por ejemplo, tu parte podría decirte que hagas algo para mantenerte seguro. Si tu subconsciente te dice que tomes un trago, puede ser para relajarte temporalmente. Repetidos esos tragos habitualmente por supuesto que todas esas bebidas con el tiempo te causarán daño. Es por eso por lo que necesitas negociar con esa parte, informando a tu subconsciente que un comportamiento en particular te está haciendo daño. La nueva comprensión que Melanie tuvo que darle a su parte fue "Gorda = insegura". Entonces, creó un nuevo papel para Comedulces: "Evita comer dulces. Pierde peso". En efecto, Melanie le pidió al Comedulces que la ayudara a dejar de comer en exceso para poder perder el peso que ya no necesitaba para protegerse; La parte de Devoradora de Dulces ahora la protegería ayudándola a comer solo alimentos sanos y nutritivos.

4. Negociar una alianza. Una vez que hayas definido un nuevo papel para la parte en cuestión, te tomarás unos momentos para volver a entrar en el estado expandido e interactuar de nuevo con ella. Basándote en la primera frase que acabas de crear, explica a la parte por qué su comportamiento actual te perjudica en lugar de ayudarte. Con la segunda frase, pídele que cambie su comportamiento para ayudarte a lograr lo que deseas. Recuerda cómo Ned, el fisicoculturista, logró que su crítico interno negativo adoptara la voz de su entrenador, quien lo apoyaba. En ocasiones, una parte se resiste a cambiar de papel porque está muy dedicada a protegerte de la única manera que ha conocido durante muchos años. En este caso, puede que tengas que negociar un poco con tu parte.

Ten en cuenta las dos frases que has preparado y comienza esta práctica entrando en un estado expandido de conciencia, convirtiéndote en el observador objetivo.

Cierra los ojos y respira profundamente para soltar, iniciando el proceso de relajación y reflexionando sobre tu interior, permitiendo que tu consciencia se expanda más allá de la mente. Dedica unos momentos a observar tus pensamientos y a prestar atención a lo que escuchas decir. Ahora, dirige la atención al centro de tu pecho, el centro del corazón, respirando hacia él e invitándolo a abrirse pues esta es la puerta a tu mundo interior. Empieza a imaginarte en un lugar donde te sientes muy seguro, tranquilo y muy relajado. Mientras imaginas este lugar con la mayor intensidad posible, permite que tu cuerpo sienta que realmente estás allí.

Permítete ver, sentir o experimentar, sea cual sea su forma, la parte que identificaste. Simplemente imagínala frente a ti. Usa tu primera frase para decirle que la forma en que ha estado trabajando para protegerte te está causando daño o ya no es necesaria. Recuérdale que trabaja para ti. Usando la segunda frase que formulaste, pídele que te ayude haciendo su trabajo de una manera nueva. Agradécele su disposición a ayudar.

Y luego, de manera suave y gradual, permítete comenzar a regresar a tu estado normal de vigilia, conectándote y arraigándote.

Al abordar esta parte, pueden surgir otras situaciones comunes. Aquí te daré algunas pautas para trabajar con ellas.

Trabajar con una parte que tiene necesidades.

A menudo, durante este trabajo, las personas descubren una parte que necesita consuelo, alivio y amor. Como hiciste con tu niño interior, querrás dar reconocimiento a esa parte, decirle que la has escuchado y brindarle lo que necesite. Cuando la parte de Sam se encogió y dijo que solo necesitaba que la abrazaran, eso fue lo que hizo Sam. Le tomó un tiempo negociar, pero su parte finalmente accedió. Si vas a satisfacer las necesidades de tu parte, puedes hacerlo en ese momento o, si eso no es posible, negociar un tiempo razonable cuando puedas. Digamos que si tu hijo herido quiere jugar en el arenero y tú tienes que volver al trabajo entonces acordáis pasar tiempo juntos más tarde esa noche, o el siguiente día libre.

A un joven, llamado Martín, le habían diagnosticado niveles de colesterol peligrosamente altos que contribuían a sus frecuentes dolores de pecho y a un mayor riesgo de infarto. Era consciente de su salud, hacía ejercicio con regularidad y tomaba suplementos nutricionales, pero no podía controlar su obsesión por el helado. ¡Se comía medio litro al día! Cuando Martín dialogó con su parte ansiosa de helado descubrió que era un niño que extrañaba a su padre. De pequeño, su padre trabajaba muchas horas, seis días a la semana, y rara vez tenía tiempo para él. Pero los domingos, su padre pasaba tiempo con él, lo que solía implicar salir a tomar un helado. Tras la muerte de su padre, Martín adquirió el hábito de comer medio litro de helado cada noche, aunque nunca relacionó ambos sucesos. Cada vez que intentaba dejar el helado su subconsciente le decía que le estaba arrebatando el amor de su padre. Tras dialogar con su parte, Martín decidió dedicar tiempo a expresar su amor de otras maneras, además de consumir helado.

Recibir información de tu parte.

Recuerda que tus partes, como tu niño interior, no solo tienen necesidades, también tienen valiosas perspectivas que ofrecerte. Por ejemplo, la parte de Phil le mostró que tenía sobrepeso y le dijo que necesitaba hacer más ejercicio y comer alimentos más nutritivos. Si te encuentras con eso, reconoce las perspectivas o la sabiduría que te brinde. Agradece y hazle saber que tienes la intención de tomar en serio sus ideas y seguir adelante creando un plan para ponerlas en práctica.

Es probable que tu protector te esté frenando.

La función principal del arquetipo protector, como parte del Ser emocional, es protegernos. Sin embargo, las estrategias que ideamos para protegernos, como hemos visto, suelen ser ineficaces e incluso contraproducentes. Siempre he sido tímido e introvertido, y mi estrategia desde la infancia fue pasar desapercibido, conformándome con roles secundarios, —vicepresidente, miembro de la junta—, cualquier cosa con tal de no ser el centro de atención. No fue hasta que Michael Newton me pidió que le ayudara a organizar y dirigir el Instituto Newton que finalmente tuve que asumir un papel de liderazgo claro. Fue un gran reto para mí, ya que iba en contra de la estrategia de mi protector.

Con el tiempo comencé a aparecer en medios de comunicación y a hablar ante grupos grandes, lo cual era tan estresante que intentaba evitar esas ocasiones. Me di cuenta de que había un conflicto dentro de mí. Mi personalidad, —todos esos aspectos que mencioné antes—, me hace ser relajado y poco ambicioso. Y, sin embargo, soy consciente de que mi alma vino a esta vida con un contrato para ayudar a otras personas, específicamente compartiendo las estrategias de sanación que desarrollé en respuesta a mis propios desafíos. Al asumir un papel de liderazgo en el Instituto Newton pude ver que Michael, cuando hablaba sobre su trabajo de regresión "Vida Entre Vidas", en algunas zonas de estados unidos se topaba con mucha resistencia. El público a menudo lo abucheaba, e incluso recibió amenazas de muerte. Me di cuenta de que eso podría pasarme a medida que me convertía en una figura pública en este campo, y sumado eso a mi reticencia natural por exponerme al público, este conocimiento me hizo dudar de mostrarme más al mundo.

Al mismo tiempo, sé que necesitamos un arquetipo protector pero necesitamos que trabaje a nuestro favor, no en contra. Tal como viste con la protección del corazón en el capítulo 2, tu parte protectora a menudo puede impedirte sentir lo que necesitas sentir. Por ejemplo, cuando tus límites se violan repetidamente necesitas decir no, y tu protector debe ayudarte a decir no en lugar de complacer a tu abusador o a quien te esté haciendo daño. Si mi protector me protegía evitando el conflicto, finalmente me di cuenta de que nunca aprendería a defenderme. Necesitaba que mi protector diera un paso atrás.

El arquetipo del protector es una de las partes emocionales que trabaja para mantenernos a salvo. El protector puede manifestarse como el crítico interno, el saboteador o la víctima/agresor. Analicemos estos tres arquetipos con más detalle.

El crítico interno.

El crítico interno es una voz interiorizada que pretende ayudarnos a dar lo mejor de nosotros, pero con mayor frecuencia mina la autoestima al decirnos constantemente que no somos lo suficientemente buenos. Quiere que evitemos cometer errores, pero su tono hipercrítico puede hacer que cometamos los errores que intenta ayudarnos a prevenir. El crítico interno suele asociarse con el perfeccionismo, exigiendo que ni siquiera intentemos algo a menos que podamos hacerlo con un nivel imposiblemente alto de impecabilidad. Al poner el listón demasiado alto nos impide alcanzar cualquier nivel de éxito y luego nos critica por no esforzarnos lo suficiente. Sería mejor seguir la irónica verdad de: «Todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo mal».

¿Es el deseo de excelencia un aspecto genuino de tu psique o sospechas que, simplemente, has internalizado las críticas quisquillosas de otra persona? Si tuviste maestros estrictos, ya fueran religiosos o seculares, o un padre o entrenador extremadamente crítico e implacable, es posible que hayas desarrollado tu crítico interno como herramienta de supervivencia. "Si hago lo mejor que puedo", podrías haber dicho, "quizás me dejen en paz, o incluso me elogien". En cierto modo, tu crítico, y quien te lo enseñó, intenta protegerte, pero puede que lo esté haciendo de la manera equivocada. Quiere que triunfes, quizás estudiando o entrenando más. Desafortunadamente, si tu crítico insiste constantemente, erosiona tu autoestima hasta el punto de que te resulta difícil sobresalir. Cuando alguien te critica constantemente es más difícil conectar con la creatividad de tu niño interior y, en última instancia, con la esencia de tu alma.

Práctica: Cómo reducir tu crítico interno.

Si tienes un crítico interno hiperactivo y fuera de control, esta práctica te ayudará a controlarlo, facilitando el trabajo con él. También puedes usarla con alguien que te critique o intimide.

Cierra los ojos y respira hondo unas cuantas veces para relajarte. Imagina a tu crítico interno frente a ti. Quizás lo veas, o simplemente lo sientas. Observa cómo se manifiesta. Observa cómo te sientes al enfrentarte a él.

Ahora imagina que tu crítico crece cada vez más, mucho más grande que la vida misma, ¡quizás del tamaño de ¡King Kon! Observa cómo te sientes con tu crítico elevándose sobre ti.

Luego, devuelve ese crítico a su tamaño original y observa cómo te sientes.

Ahora, redúcelo. Redúcelo al tamaño de un ratón o una hormiga, tan pequeño que su voz se vuelva débil y chillona, graciosa o casi insignificante. Y observa cómo te sientes ahora.

Y ahora, suave y gradualmente, permítete comenzar a regresar a tu estado normal de vigilia, conectándote y arraigándote.

Aunque el crítico interno tiene buenas intenciones, debemos aclararlo. La siguiente práctica te ayudará a transformarlo usando muchos de los mismos elementos que usaste en la práctica "Redirigir tu Parte", mencionada anteriormente. Recuerda no atacar a tu crítico, ya que se preocupa por tu éxito y, además, si lo haces solo lograrás que se resista. Al igual que hacemos con la mente cuando interfiere durante una práctica, puedes agradecerle sus buenas intenciones pero hazle saber que te gustaría establecer una relación diferente.

Después de reconocer a tu crítico interno y agradecerle su ayuda, negociarás un acuerdo. Tu objetivo es que, al menos, deje de criticar constantemente. Una solución aún mejor es pedirle que acepte convertirse en tu defensor interno. Si puede causar tanto dolor, ¿por qué no pedirle que se convierta en tu animador? ¡Imagina si la misma voz que te agobia constantemente ahora te animara!

Si tu crítico parece receptivo a tu propuesta, dale la mano para cerrar el trato. Si parece resistirse, pregúntale cuál es su preocupación. Aborda la preocupación de forma creativa, quizás mediante un acuerdo provisional. El crítico podría decir que si no te presiona, no harás las tareas, no comerás mejor, ni harás lo que necesites cambiar. Puedes ofrecerle un periodo de prueba de, por ejemplo, dos semanas, durante el cual aceptará ceder y animarte, y luego verás cómo te va sin que critique constantemente tu progreso.

Es especialmente útil objetivar a tu crítico interno viéndolo o sintiéndolo justo frente a ti para que puedas interactuar con él. Probablemente ya has dedicado tiempo, (quizás demasiado), a pensar en él, así que ahora es tu oportunidad de conectar directamente con él. Ahora puedes pasar de pensar y evaluar constantemente sus comentarios a sentir cómo te sientes en su presencia. Y, en última instancia, quieres pasar del sentimiento al conocimiento, tal como antes en este libro saliste de tu cabeza y entraste en el corazón y. finalmente. entrarás en el conocimiento de tu alma.

Práctica: Convertir el crítico interno en defensor interno.

En este ejercicio negociarás un acuerdo con tu crítico interno comenzando por algunas preguntas. Quizás tendrás que formular preguntas personales para explorar temas con más detalle dependiendo de cómo las respondas y negocies. Intenta ser flexible.

Desde tu estado expandido permítete ver, sentir o experimentar, en cualquier forma que aparezca, a tu crítico interno. Imagínalo ahí mismo, frente a ti. Observa cómo se ve, y qué parece estar haciendo. ¿Su presencia te intimida o te pone aprensivo?

Pregúntale: "¿Cuál es tu propósito?". Toma nota de la respuesta. Pregúntale: "¿Cómo haces tu trabajo?". Nuevamente, toma nota.

Ahora, pregunta: "¿Cuándo entraste en mi vida?", y, "¿Qué te hizo necesario?". Luego, indagar: "¿Para quién trabajas?". Anota la respuesta. Infórmale de que, al criticarte constantemente, te perjudica y te lleva a cometer errores. Recuérdale que te beneficia. Dile que quieres que deje de criticar y que empiece a animarte. Que quieres que haga su trabajo de manera nueva y que se convierta en tu defensor interno. (Esto puede requerir negociación). Agradécele su disposición a ayudarte. Y luego, suave y gradualmente, permítete volver al estado de vigilia normal, conectando con la naturaleza y contigo.

El saboteador.

Nos saboteamos de muchísimas maneras, muchas inconscientemente. A menudo, las personas se esfuerzan por alcanzar una meta, y justo cuando están a punto de triunfar, hacen algo que casi con seguridad socavará el éxito inminente. Luego, cuando fracasan, expresan conmoción e indignación porque alguien externo causa la caída. Se suele decir: "Me dejé la piel para conseguir ese ascenso. ¿Por qué no funcionó?". Y lo dicen tanto a quien quiera escucharlos como a ellos mismos.

La respuesta más probable es que fue tu saboteador, obrando de forma equivocada para protegerte. Supongamos que te esforzaste por conseguir un mejor puesto en tu trabajo y, de repente, te enteras de que se te ha ofrecido uno y, lo que es aún más sorprendente, empiezas a oír una voz interior que te dice: «Ahora a tus amigos no les gustará trabajar para ti. A nadie le cae bien el jefe». O puede que ni siquiera seas consciente de un pensamiento inconsciente que dice: «Ahora tendré que renunciar a más tiempo libre. ¿De verdad quiero tanto el ascenso?». Tu protector ha dado un golpe preventivo para evitar la presión que teme que no puedas soportar.

También podrías tener la creencia subliminal de que no deberías ascender más en la vida que tus padres. En algunos casos un padre puede haber sembrado esa idea, probablemente sin darse cuenta de que lo hacía. Como hiciste con tu crítico interno, asegúrate de que el saboteador esté trabajando para ti, pregúntale por qué llegó a tu vida y cómo funciona, agradécele por protegerte y dile que puede hacerlo mejor de manera que no te haga daño. Los saboteadores son ingeniosos, después de todo, y puedes pedir al tuyo que te proteja de sabotearte o de que te saboteen otros. Por mucho que el saboteador pueda trabajar en tu contra, también puede intentar sabotear a otros. Esto puede ser difícil de reconocer ya que es parte de la sombra que, generalmente, no es aceptable para la mente consciente. ¿De verdad nos sentimos mejor cuando a los colegas no les va bien? Aparentemente, sí. Una cita clásica dice: «No basta alcanzar el éxito personal: el mejor amigo también debe fracasar».

Por naturaleza, los saboteadores trabajan en la sombra. Detectan las debilidades de los demás y buscan la manera de usarlas en su contra. Sin embargo, esta estrategia de gestión resulta ineficaz, ya que si se socava a quienes nos rodean, se pierde su apoyo y nos coloca en una posición más débil, no más fuerte. Lo que debemos hacer es lograr que el saboteador reconozca las fortalezas de los otros, así como las propias. Los saboteadores suelen ser perspicaces y usan la astucia para manipular a los demás; puedes orientarlo para que use esa perspicacia en ayudar, tanto a ti como a los demás, en tener éxito.

El binomio víctima/agresor: romper el ciclo.

La mayoría hemos sido víctimas de una u otra forma. Como resultado, nos sentimos impotentes. La forma en la que algunos reaccionan ante este hecho es convertirse en agresores o perpetradores. Cuando me formaba profesionalmente para trabajar con víctimas de abuso sexual infantil mi instructora trabajaba con depredadores sexuales encarcelados y, en mi ingenuidad, el conocer eso indignó. Entre clases la abordé para preguntarle cómo podía justificar trabajar con esos depredadores. Su respuesta fue: "¿Qué crees que les pasó para llegar a ser así?". En ese momento no se me había ocurrido abordar ese aspecto de la persona. El cliché que dice que, "La gente herida hiere a la gente", tiene mucha verdad.

Las víctimas se convierten en agresores, y viceversa. En efecto, son caras opuestas de la misma moneda. Por eso, castigar a los perpetradores no cura el impulso. La mayoría de los acosadores en el patio de recreo no nacieron así. Probablemente alguien tuvo que hacerlos sentir impotentes para crearles la necesidad de dominar a otros niños. Sin embargo, los psiquiatras afirman que algunas personas nacen con predisposición genética a la agresión y violencia, conocida técnicamente como “psicosis idiopática”, que incluye afecciones como la esquizofrenia y se caracteriza por falta de empatía. Yo iría más allá y diría que algunas personas tienen lo que se llamaría "predisposición del alma", y esto lo digo por mi experiencia en el trabajo de regresión a vidas pasadas. Este es un tema complejo que desarrollaremos con más profundidad a partir del capítulo 6 pero baste decir, por ahora, que hay más en cosas implicadas en el asunto que cualidades puramente psicológicas.

La única manera de romper el ciclo víctima-agresor es sanar a la víctima que desarrolló la faceta de agresor. Lo mismo ocurre con el agresor interno, que nació de la victimización e impotencia. Es fácil sentir compasión por las víctimas pero también es importante que la desarrollemos por el agresor. Te resultará más fácil encontrar esa compasión si reconoces que no estás perdonando sus acciones sino, simplemente, viendo a la víctima en el agresor.

A temprana edad algunos desarrollan la actitud de víctima para protegerse, en lugar de enfrentar al agresor. Con el tiempo, el deseo de seguridad a toda costa puede llevar a convertirse en víctima profesional. Esta línea de pensamiento dice que generaré más compasión si siempre soy la víctima . La gente sentirá lástima por mí.

En el binomio víctima/agresor, la parte víctima trabajará arduamente para mantenernos seguros y obtener el amor y atención que necesitamos por serlo. Aunque esa respuesta te haya servido al principio, ahora puedes aprender a recuperar tu poder. Debes agradecer a esa parte mantenerte a salvo y conseguir lo que necesitabas, y luego decirle que puede ayudarte a satisfacer tus necesidades de otras maneras. Esto no significa convertirte en verdugo, perpetrador o agresor, que es justo lo contrario a ser víctima, sino reconocer tu responsabilidad y defenderte, y defender tus derechos frente a ataques. Esa parte de víctima puede ayudarte a satisfacer tus necesidades de otras maneras. Una forma, como ya vimos, es encontrar tu "no", y establecer límites.

La terapia de partes es un trabajo muy profundo e integrador. Sé amable contigo y dale tiempo al trabajo que has realizado hasta ahora para que se asiente. Creo que descubrirás que muchos de los conflictos internos con los que has luchado, consciente o inconscientemente, se resolverán gracias a lo que has hecho. Esto te ayudará a alcanzar mayor paz y equilibrio interior, preparándote para acceder a más sabiduría que reside en tu interior.

  

Capítulo 6: Desenreda e integra las partes fragmentadas de tu alma.

 

 Hasta aquí has recorrido cinco niveles en el proceso de Sanación Esencial. Has estado trabajando con tu mundo interior de una manera que implica la naturaleza inmaterial y espiritual del alma. Ahora, en el sexto nivel, estás listo para profundizar en el trabajo con el alma y explorar, más directamente, las fuentes intangibles del dolor, el trauma, comportamientos habituales, y emociones aflictivas. En este capítulo abordaremos algunas maneras con las que puedes manejar aspectos de tu alma que están entrelazados con otras personas, incluyendo a padres y antepasados. También exploraremos formas de recuperar partes de tu alma que hayas perdido temporalmente en el camino.

Si todo esto te suena un poco abstracto quizás el símil más cercano que puedo ofrecerte es el concepto de "entrelazamiento", un elemento clave de la física cuántica. Los físicos saben, desde hace tiempo, que si separan dos fotones, (es decir, partículas elementales de luz con cargas eléctricas complementarias), y se cambia la carga de uno de ellos, el otro cambiará instantáneamente la carga sin importar la distancia que medie entre ellos. Esto es cierto tanto si están separados por unos metros como por años luz. Parece igual de probable que la energía psíquica pueda transmitirse a través de distancias de tiempo y espacio correspondientemente grandes. Como verás, no solo puedes devolver la carga de culpa y vergüenza que te impusieron personas de tu vida presente, como padres, hermanos, maestros, o compañeros de clase, sino que también puedes neutralizar y devolver la carga energética generada por culpa o vergüenza iniciada generaciones atrás, quizás incluso en otro país. Hacer esto no solo afecta a tu presente sino que también libera la carga en el alma de tus antepasados.

No pretendo comprender la física cuántica. De hecho, muchos físicos admiten que tampoco saben cómo funciona, pero aceptan que funciona. De forma similar he visto los efectos, en las personas, de liberar la culpa y la vergüenza que les transmitieron sus antepasados y de las que no eran conscientes. Te pido que, al menos, consideres la posibilidad de que existimos en un estado de entrelazamiento energético con otras personas, con antepasados y con partes "perdidas" de la propia alma, un concepto que abordaremos a lo largo del capítulo.

“¿Qué llevo y para quién lo llevo?”

Probablemente seas consciente de cargar con tu propio bagaje, incluyendo decisiones cuestionables y acciones contraproducentes de etapas anteriores de tu vida. Pero probablemente seas menos consciente del equipaje que cargas por otras personas, como tus padres o hermanos, profesores, acosadores de patio de recreo, etc. Para ahondar en este tipo de bagaje puedes empezar por preguntarte: "¿Qué llevo, y para quién lo llevo?". Para buscar respuestas a esta pregunta te recomiendo, siempre que sea posible, que hables con familiares vivos y revises álbumes de fotos y otros archivos familiares para ayudarte a discernir si tu historia familiar, (incluyendo fotos de tu infancia), puede proporcionar pistas sobre el origen de cualquier baja autoestima, culpa residual, ira, depresión, vergüenza o ansiedad que estés sintiendo. Esos sentimientos pueden provenir principalmente de tu infancia, tal vez de un padre abusador o negligente, un hermano que murió en un accidente, o una hermana que está internada en una institución psiquiátrica.

David, de veinticinco años, aspiraba a ser abogado, pero le costaba concentrarse en sus estudios debido a la depresión, intensos ataques de ira, y maltrato verbal. Sus arrebatos distanciaron a su prometida, quien lo abandonó. El padre de David, Samuel, es alcohólico y nunca tuvo una carrera exitosa, por lo que tuvo dificultades para administrar una pequeña tienda de mercadería varia. La ira, la depresión, la adicción, y la inestabilidad financiera de Samuel crearon un ambiente de incertidumbre e inestabilidad emocional para David y sus hermanos.

Durante años, David creyó que su ira se dirigía a su padre por tratarlo mal y descuidarlo. Intentó resolver los problemas con su padre mediante diversas terapias, pero seguía experimentando depresión, ira y, más recientemente, pensamientos y planes suicidas. Trabajando con la práctica que se llama, "Devolver el Equipaje que Cargas", que verás en breve, David se dio cuenta de que, debido a una profunda lealtad invisible hacia su padre, inconscientemente había cargado con la ira de este hacia él. Para liberarse del la carga, David tuvo que devolver a su padre la ira que sentía por él, e invitarlo a que a su vez, éste la devolviera a la fuente primigenia: su abuelo. Probablemente debido al alcoholismo de su padre David no pudo hablar con él sobre la dinámica de la ira, pero después de devolverla su depresión se disipó y tuvo muchos menos arrebatos de ira.

Solo porque la vida de tus padres esté atrapada en el pasado eso no significa que tú también estés atrapado allí. Una vez que devuelves cualquier culpa, vergüenza, ira u otras emociones heredadas, todo se suaviza, la niebla se levanta y, finalmente, puedes liberarte de los enredos ocultos. Entonces puedes salir de la lealtad malsana hacia tus padres que te deja a merced de bloqueos ancestrales. Por ejemplo, puede que ya no aceptes cargar con la baja autoestima de tu padre asumiendo que eres "menos que" otras personas. Cuando eras niño puede que hayas desarrollado una técnica de supervivencia que dice: "Si no llevo esto a papá es posible que no me quiera". Este proceso puede comenzar en el útero, donde el feto en desarrollo ya absorbe la ansiedad y otras emociones problemáticas de la madre y, por extensión, del padre. Si transmites ansiedad, mal humor o depresión de tus padres, durante la próxima práctica aprenderás cómo devolver eso para que ellos, a su vez, puedan también devolverlo al lugar de donde vinieron, tal vez a sus propios padres o abuelos.

Hecho esto, una energía nutritiva, servicial y amorosa puede fluir a través de ti, conectándote con algo superior, con el Espíritu o el Universo. Pasarás de sentirte víctima —o, por el contrario, ser un agresor o perpetrador enojado—, a madurar como ser equilibrado, compasivo y amoroso. Cuando logramos comprender algo mucho más grande que la propia vida nos empoderamos para asumir la responsabilidad de las acciones. Una vez que comprendemos que parientes y antepasados no cometieron errores intencionadamente, que habrían actuado de manera diferente si hubieran sabido lo que sabemos ahora, el perdón llega con mayor facilidad. Llegamos a comprender que la verdadera lección tras la limitada "historia" de la vida es que el alma continúa aprendiendo y creciendo.

Práctica: Devolver el equipaje que llevas.

En esta práctica invocarás a una persona por la que sientas culpa, vergüenza, ira, miedo u otra emoción destructiva. Podría ser uno de tus padres, un hijo por el que sientas culpa por haberte divorciado de su madre, un amigo o conocido gravemente enfermo, un profesor que te hizo sentir culpable, o la pareja que te avergonzó. Durante la práctica, presta atención a la reacción de la persona a la que le estás devolviendo tu carga emocional. No tienes que responsabilizarte de su reacción, pero si percibes que la rechaza déjasela sin juzgarla. No te corresponde a ti resolver sus acciones; tu trabajo es no seguir cargándola.

Puedes realizar esta práctica en cualquier entorno, ya sea en una habitación, lugar de meditación o al aire libre, en un bosque o un parque. Imagina que la persona está frente a ti. Mantén la firmeza al realizar esta práctica. No le estás pidiendo que cargue con el equipaje; le estás diciendo que se lo devuelves. Puedes decirle que puede devolver lo que le das a quien a su vez se lo dio, pero no te responsabilices de lo que haga con él. Déjalo en sus manos y deja que sea la persona quien decida qué hacer con él. De lo contrario, seguirás cargándolo.

Respira profundamente para centrarte. Imagina a la persona por la que has estado cargando equipaje. Mírala y dile: «Como tu fiel ____ (hija, hijo, amigo, etc.), he cargado con esta ___ (vergüenza, etc.) por ti. No me corresponde. Con amor y respeto ahora lo dejo ir y te lo devuelvo. No es mío, y ya no lo poseeré, ni lo llevaré ni lo creeré. Ahora _____ te devuelvo esta (vergüenza, etc.)».

Di a la persona: «Puedes hacer con él lo que quieras. Incluso puedes devolverlo a quienquiera que te lo haya dado en su momento. Ahora sigo adelante con mi vida y mi carrera. Elijo ___,  (aquí expresas tu deseo personal, algo que harás ahora porque te has liberado de lo que has devuelto)».

Observa cómo reacciona la persona al devolverle el objeto. Si lo rechaza, puedes dejarlo a sus pies sin responsabilizarte de lo que haga con él. Tu objetivo es no seguir cargándolo.

Al empezar a devolver la vergüenza, por ejemplo, podrías descubrir que la heredaste de muchas personas a lo largo del tiempo. Si es así, puedes usar esta práctica varias veces, o con más de una persona. La clave es dejar de cargar con lo ajeno y retornar, lo que has cargado, a sus orígenes.

El novio de Laura la criticaba constantemente por su sobrepeso. Laura se sentía avergonzada de su cuerpo pero seguía comiendo en exceso, subiendo de peso y sintiéndose aún más avergonzada. Cuando hizo esta práctica y devolvió la vergüenza a su novio, este se mostró reacio a quedársela. Pero cuando ella le dijo que podía devolverla a quienquiera de quién él la recibiera, estuvo mucho más dispuesto a aceptarla. Como resultado de completar la práctica, se sintió mucho más libre de vergüenza y logró tener una imagen corporal más favorable. ¡Al final perdió peso y se deshizo de su humillador novio!

Pon fin a tu enredo con el trauma ancestral.

Es probable que la vida de tus antepasados haya moldeado la tuya de maneras que desconoces. Complejas cadenas de culpa y trauma ancestrales pueden extenderse desde el pasado e interferir tu vida actual. En esta sección ampliarás el trabajo que has realizado con los arquetipos de tu hijo y padre, remontándonos más allá de tu nacimiento a tu linaje ancestral de varias generaciones o más allá. Para ello nos basaremos en el trabajo profundo que mi esposa, Sophia Kramer, experta en terapia regresiva y sistemas familiares, ha realizado en este ámbito. Sophia ayuda a las personas a sanar e integrar partes de su alma, fragmentadas por el trauma, mediante un proceso único que busca revelar y sanar dinámicas familiares no reconocidas, y enredos inconscientes.

Sophia Kramer es maestra hipnoterapeuta certificada e instructora especializada en sistemas familiares, terapia de regresión a vidas pasadas y de vida entre vidas, y sanación espiritual. Su pasión es ayudar a las personas a comprender el viaje de su alma y a reintegrar sus partes fragmentadas .

Las perspectivas y técnicas que Sophia desarrolló a lo largo de años de trabajo con clientes me han ayudado a comprender la necesidad de ir más allá de la sanación individual, ir a la sanación de los ancestros y del colectivo. Tras experimentar la interconexión y una sensación de completa unidad con todo durante mi experiencia cercana a la muerte, me di cuenta de que debemos ir más allá de la consciencia del "yo" para alcanzar la plenitud, y la sanación ancestral nos ofrece una forma de lograrlo. Ya sea que un ancestro esté vivo o muerto, su alma. y la consciencia restante. siguen cargando con las experiencias del pasado, las cuales tienen una gran influencia en ti, como individuo, y en la sociedad.

Juntos, Sophia y yo, hemos impartido talleres sobre la historia traumática, y le agradezco enormemente su ayuda para comprender esta dinámica ancestral. (Las prácticas y las historias de los clientes en esta sección se derivan directamente de su trabajo). No tratamos con el ADN ni otras herencias físicas, sino con una herencia espiritual, o no física, que ha viajado con el alma y ha sido transportada por ella. Por lo tanto, necesitaremos trabajar en un nivel más amplio y profundo que el psicológico. Por la misma razón, no es necesario realizar estas prácticas con la persona con quien se busca resolver un problema, ni siquiera comunicarle necesariamente lo que se está haciendo.

Lo que llevas de tus antepasados.

Una vez que superamos la capa inmediata del trauma, podemos remontarnos a sucesos más distantes. La vergüenza y la culpa residuales pueden provenir de una abuela que perdió a su bebé, un bisabuelo que fue desplazado o murió en una guerra o catástrofe natural, o un familiar homosexual que fue rechazado generaciones atrás.

Sophia y yo hemos trabajado con personas que cargan con culpa y vergüenza porque su abuelo o bisabuelo fue agresor en una guerra o genocidio y negaba todo sobre las personas que mató y las familias que sufrieron por ello. Los descendientes de tales criminales creen profundamente que “no fui responsable de las atrocidades de mis antepasados”, pero su conciencia y alma creen de manera diferente: inconscientemente cargan la creencia de que “mi abuelo era una persona horrible y es responsable, así que cargo con la culpa por él”. Esta creencia inconsciente necesita ser identificada y sanada para que puedas desenredarte del pasado y liberarte de su influencia negativa. Sin embargo, ten en cuenta que no necesitas encontrar prueba documental de tales traumas históricos. El hecho de que no conozcas los sucesos que iniciaron el linaje de culpa, vergüenza u otro residuo traumático no disminuye el poder que esos sucesos tienen dentro de ti.

Tu alma puede estar inconscientemente entrelazada con el alma de un antepasado o familiar, y su trauma. Podría decirse que una parte de tu alma lleva y vive algún patrón o dinámica que en realidad pertenece a alguien anterior de tu linaje familiar. Durante uno de los talleres anuales en Pietrasanta, Italia, Frank quería trabajar con sus recurrentes pérdidas financieras y numerosos fracasos empresariales. Al realizar la práctica de "Devolver el Equipaje que Cargas", se dio cuenta de que, inconscientemente, cargaba con la culpa y la vergüenza de su bisabuelo por un negocio fallido, así como con el resentimiento de los empleados cuyo dinero había robado al intentar salvar el negocio antes de escapar a Estados Unidos. De niño, Frank había escuchado algunas historias familiares vagas sobre su “poco honrado” bisabuelo, pero no tenía ni idea de que cargaba con el engaño y el fracaso de su antepasado, y que esta era la fuente de sus propios fracasos. Con el regreso a este conocimiento, Frank pudo resolver sus problemas y poner fin a generaciones de dificultades financieras.

Revisa LAS historias familiares.

Piensa en cualquier historia o cuento familiar que hayas escuchado. Repito, no necesitas tener pruebas de estas historias, ni siquiera creer que sean ciertas. Lo importante es que las hayas escuchado, o que haya un rumor sobre ellas, y que ahora formen parte de tu consciencia o tu subconsciente. Quizás quieras conseguir fotos de tus antepasados, de tus familiares, o de esa caja en el ático, o preguntarles qué saben o recuerdan.

De nuevo, incluso más importante que los hechos y las historias sobre tus antepasados es que confíes en tu guía y en tu intuición. No pienses en ello. Confía en lo que surge de inmediato, y sigue esa intuición. Si sientes cierta resistencia al hacer el ejercicio tómate un tiempo para conectar contigo mismo y recuerda que esta sensación es parte del proceso de sanación, y que pasará.

Devuelve lo negativo y toma lo positivo.

En la práctica que sigue trabajarás con dos dinámicas esenciales. Primero, devolverás la emoción, la carga o el patrón destructivo que has estado llevando en nombre de tus padres y antepasados. Luego, recibirás de tus antepasados, con gratitud, lo bueno para ti y tu vida.

Si sientes, o conoces, cargas específicas que has heredado de tus antepasados tales como ansiedad, vergüenza, culpa o depresión, nómbralas. Si conoces patrones como dejar o abandonar, traicionar, guardar secretos o volverse loco, nómbralos también. O imagina cualquier posible trauma que tus padres o tus linajes pudieron haber experimentado en sus vidas, dependiendo de dónde vivieron y de las crisis locales o globales a las que sobrevivieron.

Asimismo, ten en cuenta cómo algunos de tus rasgos positivos, como el entusiasmo por la música o el cultivo de tu jardín, pueden provenir de tus padres o antepasados. Estos beneficios podrían abarcar cualquier habilidad que te hayan enseñado o cualquier aptitud que te hayan transmitido personal, genética o culturalmente como la capacidad artística o musical, las habilidades y conocimientos técnicos o académicos, la capacidad atlética o intelectual, la afinidad por la práctica espiritual o la capacidad para administrar dinero y finanzas.

Esta práctica consta de cuatro pasos. En los dos primeros identificarás y devolverás el bagaje que has heredado. En los dos últimos acompañarás la devolución con amor y aceptación, así como con los talentos y habilidades que te apoyarán. Así como necesitas liberarte de culpa y vergüenza, también necesitas expresar aprecio y gratitud por cualidades y capacidades positivas que posees al haber nacido en tu linaje familiar.

Práctica: DEVOLVIENDO A tus padres y antepasados.

Asegúrate de estar en lugar tranquilo donde nadie te moleste. Siéntate en una silla, en posición vertical, o túmbate boca arriba en el suelo, sofá o cama. Céntrate y asegúrate de sentirte tranquilo y seguro.

1. Determinar el origen de lo que devolverás.

Determina el sistema de creencias o problema que has estado arrastrando y que deseas devolver. Puede tratarse de un patrón o hábito repetitivo, o de comportamientos que has realizado durante mucho tiempo sin resultados positivos. Esto te ayudará a formular tu problema en una declaración de creencias, como hiciste en el capítulo 3.

La bisabuela de Verónica emitió cheques sin fondos que perjudicaron su situación financiera. Aunque Verónica no lo sabía, acumuló una enorme deuda con sus tarjetas de crédito, deuda que no tenía esperanza realista de pagar. Sabía las consecuencias pero no podía dejar de hacerlo. Verónica identificó esta dinámica como algo en lo que quería trabajar. Su creencia era: «Siempre gasto dinero que no tengo».

Tu enunciado de creencia podría comenzar con algo así como: “Siempre me preocupo" . Luego, pregúntate: "¿De qué me preocupo?". Sé específico. Siempre me preocupa no tener suficiente dinero, me preocupa no caerle bien a la gente, o, me preocupa volver a enfermar. Confía en lo que surja, porque tu alma te mostrará lo que está listo para ser liberado. Si te resulta difícil formular una oración de creencia como la descrita en el capítulo 3, puedes simplemente nombrar tu problema; por ejemplo, "mi ansiedad", "mi anhelo", "mi culpa", "siempre elijo a la pareja equivocada", "mi enfermedad", "mis fracasos", "mi pérdida de dinero", o, "mi tristeza".

Ponte cómodo, sentado o acostado, en lugar tranquilo donde nadie te moleste. Respira hondo y cierra los ojos para emprender tu viaje interior. Cuando estés listo imagina tu habitación de sanación, o espacio seguro. Ahora entra en ese lugar. Respira suavemente con las palmas de las manos hacia arriba. Siente cómo se abre el corazón y prepárate para liberar y recibir. Llama a tu madre y a tu padre a tu lugar de sanación. Imagínalos de pie, frente a ti. Imagina a sus antepasados detrás de cada uno. Si es el caso, también puedes imaginar los países de donde provienen tus padres y sus antepasados.

Al observarlos mientras piensas en tu problema o creencia, ¿quién sientes que responde o resuena con ello? ¿Tu padre y su familia, o tu madre y su familia? ¿A qué lado te sientes más atraído? (Por ejemplo, podrías pensar en el padre de tu padre, tu abuelo. No empieces a pensar en ello. Simplemente confía en ello).

2. Devolver lo que llevas.

Ahora, en silencio o en voz alta, llama a tu madre o padre, (según el linaje que hayas identificado como la fuente), por el nombre que les das: (Mamá, Papá, etc.). Abre el corazón y, desde una perspectiva superior, más allá de la personalidad y el ego, visualiza que conectas alma con alma. Diles: «Como tu leal hijo/hija, he llevado este _____ (nombra tu problema), por ti y por quienes te precedieron. No pretendo hacerte daño, pero no me corresponde seguir cargándolo. Me niego a poseerlo y a cargarlo más. _______ (cita la cosa u objeto). Te devuelvo este, (problema), con amor y respeto. Si es el caso, puedes devolvérselo a quien te lo haya dad. Y ellos, si quieren, también pueden devolvérselo a quien o quienes se lo hayan dado, desde sus orígenes. Pongo fin a esto, aquí».

Cuando sugieras a tus padres o antepasados que devuelvan lo que se tenga que devolver a quienes los precedieron, sea cual sea el asunto que se devuelva, hazlo sabiendo que no es tu responsabilidad controlar si tus padres y antepasados realmente lo devuelven. Como se mencionó anteriormente, es su responsabilidad hacerlo; eres tú quien realiza el cambio por ti mismo. Sin embargo, tu cambio en el tablero de ajedrez de tu linaje familiar crea un movimiento que permite que otros también cambien y avancen.

3. Reconocer a quienes vinieron antes que tú y devolverles lo que has heredado.

Reconoce a quienes, en tu linaje, les estás devolviendo algo, diciendo: “Ahora te veo. Te reconozco. Eres mi ________ (di aquí el nombre del pariente, abuela, etc.)”. O, si lo que ves es algo vago, di: “Eres mi ancestro”. Luego di: “Con amor, libero _____ (nombra tu problema), y te lo devuelvo. Sea lo que sea que te haya causado este dolor, se acabó. Ahora puedes comprender que puedes soltarlo. Libéralo y deja que se resuelva”. Quizás notes cómo tu ancestro libera algo. O tal vez alguien, que estuvo antes, lo hace. En tu imagen interior, retrocede y observa desde una posición objetiva. Deja ir esto ahora.

Observa lo que sucede. Observa cualquier cambio en tus sentimientos. Observa cualquier sensación de que tu energía regresa a ti. Observa cualquier cambio en aquellos a quienes devuelves, cualquier sensación de resolución, de que las cosas se alinean para ellos. Quizás incluso de que las cosas vuelven a su orden natural en el linaje familiar.

Así como los abuelos suelen ser más generosos y menos críticos con sus nietos que sus padres, tú puedes aceptar el amor y la generosidad de tus antepasados que no recibiste de tus padres. Una cliente llamada Maxine, quien no recibió el amor de su padre, descubrió en la siguiente parte de esta práctica que aunque su padre no podía expresar su amor abiertamente ella sí podía recibirlo de sus abuelos. Incluso sintió que su padre se benefició de esta lluvia de amor, pues se volvió más cariñoso con ella después de realizar la práctica.

4. Aprovechar lo que los antepasados nos ofrecen.

Ahora piensa en las habilidades, aptitudes o talentos que tu antepasado te haya transmitido. Imagínate actuando según ese rasgo heredado y continúa diciendo: « ______ (Nombra a tu antepasado), ahora tomo de ti, con gratitud, lo que es bueno para mí y para mi vida». Si te resulta difícil completar esta frase, podrías empezar diciendo: «Te agradezco cualquier habilidad aún no descubierta que pueda residir en mí».

Respira hondo y observa cómo te sientes. ¿Te sientes conmovido? ¿Te sientes más completo? ¿O más libre, o más emocionado? Observa lo que sucede entre tú y tu ancestro. Date tiempo para experimentar, sentir y ver qué sucede. Observa lo que te muestra o te dice. Si te sientes completo después de los pasos de devolver y tomar imagina que regresas todo al principio, a los problemas o dificultades que pudiste haber cargado con el familiar. Dile: «Con gratitud, tomo de ti todo el poder fortalecedor y nutritivo. Y con gratitud, te dejo lo que te corresponde». Acepta lo que tus ancestros tienen para ofrecerte. Y cuando estés listo, céntrate y regresa al aquí y ahora, permitiendo que abriendo los ojos, conectando contigo mismo.

Pérdida y recuperación del alma.

Tu alma es fluida y no está estática ni fija en un solo lugar, como tu cuerpo. Cuando tu cuerpo se desarrolla en el útero tu alma viene y va y, con el tiempo se asienta o integra plenamente en el cuerpo. Además, durante la vida diversos traumas pueden hacer que el alma, o alguna parte de ella, abandone el cuerpo y se atasque o regrese a su hogar espiritual. (La investigación de Michael Newton demostró que una porción del alma permanece en el otro lado, en el mundo espiritual, cuando encarnamos. Cuando una parte de tu alma se separa durante un suceso traumático puede quedarse allí hasta que el trauma se resuelva). Sin estas partes del alma estás incompleto, lo que dificulta mucho vivir plenamente, cumplir tu propósito y aprender las lecciones de la vida.

Me refiero a esto como "pérdida personal del alma" porque, si bien es similar a la pérdida que resulta de traumas ancestrales, también es más inmediata y, a menudo, más fácil de rastrear. Mientras rememoraba la experiencia cercana a la muerte que había relatado, Víctor describió esta escena: su coche derrapaba en una carretera helada y se dirigía hacia un poste de luz. Al darse cuenta de que un gran impacto era inminente sintió que la energía de su alma se elevaba fuera de su cuerpo para evitar estar presente cuando el coche, a toda velocidad, se estrellara contra el poste. Cuando llegaron los servicios de emergencia Víctor sobrevoló la escena observando cómo un paramédico trabajaba para liberar su cuerpo y reanimarlo. Una vez que recuperó la respiración sintió que lo arrastraban de vuelta a su cuerpo, pero también fue consciente de que una parte de él se había quedado atrás.

Aunque podemos perder partes del alma a través de diversos sucesos traumáticos, estos aspectos no se destruyen ni se pierden para siempre. O bien se quedan atascados donde ocurrió el trauma, las retiene quien las arrebata, o bien regresaron a su hogar espiritual, donde residen temporalmente. Incluso si no somos conscientes de haber perdido una parte de la esencia anímica sentimos las consecuencias. Nos encontramos inmersos en todos los aspectos de la vida. Sentimos que algo nos falta o que no estamos plenamente presentes. Podemos sufrir ansiedad y pánico sin poder identificar la causa.

El trauma y la pérdida del alma pueden ser consecuencia de un accidente o enfermedad grave que afecte profundamente a ti o a otro miembro de tu familia. El impacto puede ser tan fuerte que desgarra una parte de tu alma dejándola con miedo o ansiedad profundamente arraigada al momento del suceso. Pueden pasar años antes de que puedas conectar tu ansiedad y depresión presentes con el suceso que las causó. Al igual que en los ejemplos anteriores, esta es una forma de pérdida personal del alma que se inmovilizó en el tiempo, por lo que esta pieza del rompecabezas te falta hasta que la busques, la encuentres y la reintegres.

Según la tradición chamánica, con miles de años de historia en muchas partes del mundo, la razón por la que parte de la esencia del alma se separa durante un suceso traumático es para ayudarnos a sobrevivir la experiencia escapando del impacto total del dolor. Las culturas chamánicas se refieren a esta separación como "pérdida del alma", para lo cual el chamán suele realizar una práctica llamada "recuperación del alma". En mi experiencia, puede parecer como si una parte del alma se separara y se quedara estancada en el tiempo o el espacio, lo que produce una pérdida de fuerza vital y sentimientos constantes de carencia, desconexión, enfermedad o disociación. Como se mencionó, es posible que no siempre seas consciente de haber perdido el acceso a una parte de tu alma, como sería el caso de la capacidad de sentir alegría y placer, o incluso sentirte seguro en el mundo. Hasta que no recuperes esa parte de tu alma es posible que no puedas experimentar la alegría plenamente; por lo tanto, es igualmente importante sanar la fuente de tu trauma personal y resolver la pérdida del alma que se produjo como resultado del trauma. Trabajar el trauma, sin recuperar el alma, es incompleto; deja una pieza esencial del rompecabezas fuera. La recuperación del alma es un elemento a menudo descuidado en la resolución del trauma. Recuperar estas partes faltantes, e integrarlas, te completará y te empoderará, devolviéndote los aspectos de fuerza vital que hayas perdido.

Nota. Puedes consultar el libro de Bridgitte Jackson-Buckley, “¿Qué es la recuperación del alma?”, Gaia (30 de marzo de 2017), https://www.gaia.com/article/what-is-soul-retrieval. Sandra Ingerman, Recuperación del alma: Reparando el yo fragmentado (Nueva York: HarperOne, 2006).

Un minero de carbón en Canadá sufrió un infarto mientras trabajaba. Posteriormente relató que, mientras lo reanimaban con un desfibrilador, observó toda la escena desde arriba, incluyendo el traslado en ambulancia al hospital y otros detalles comunes de una experiencia cercana a la muerte. Aunque fue resucitado con éxito, se sintió tan amado incondicionalmente en el lugar al que fue durante su experiencia cercana a la muerte que no quiso regresar y lo hizo a regañadientes. Como resultado, nunca se sintió completo después del incidente y a menudo se disociaba. Cuando realizó esta práctica de recuperación del alma y regresó mentalmente a la escena de su colapso y "muerte", descubrió que, debido a los desafíos que enfrentaba en el momento del accidente, no quería seguir viviendo. A nivel médico le iba bien con su marcapasos pero aún sentía que le faltaba una parte del alma y no sabía cómo resolver el trauma. La práctica de recuperación del alma le ayudó a recobrar las partes faltantes de su alma y sintió que podía estar más presente para su familia de lo que había estado en el pasado.

Práctica: Recuperación del alma tras trauma Y pérdida del alma.

Recuerda un momento en el que sufriste un trauma y sospechas que perdiste parte de la energía de tu alma. Como parte de esta práctica realizarás un barrido o escaneo energético de la persona, y del lugar o la situación en la que perdiste parte o partes de tu alma. Lo harás con los ojos cerrados, viendo o sintiendo los fragmentos del alma perdidos, y atrayéndolos de vuelta. Este escaneo y recuperación requiere un estado de consciencia alterado o expandido. Dedica suficiente tiempo al inicio de esta práctica para alcanzar el estado de consciencia más expandido necesario para realizar el barrido y recuperar tus partes del alma.

Sentado cómodamente, cierra los ojos. Respira profundamente para soltar y comienza el proceso de reflexionar sobre tu interior. Dedica unos momentos a observar tus pensamientos. No te involucres en ellos. Simplemente obsérvalos. Luego, dirige tu atención al centro de tu pecho, el centro del corazón. Respira y siente el corazón, invitándolo a abrirse. Ahora, imagínate en un lugar hermoso y tranquilo. Usa todos tus sentidos para imaginar estar allí lo más vívidamente posible. Relaja mente y cuerpo. Cuando sientas que estás allí, profundiza en un estado meditativo, permitiendo que tu consciencia se expanda.

Recuerda la situación en la que perdiste tu alma. Usando la intuición, explora la persona, el lugar o la situación en busca de las partes perdidas de tu alma. Al explorar, verás o sentirás fragmentos de tu alma que se han perdido o estancado en el tiempo. Recupera estas partes de tu alma. Son tuyas y de nadie más. Resonarán con las demás partes del alma, así que recupéralas. Puedes imaginar que las alcanzas y recuperas, o puedes respirarlas hacia el corazón y plexo solar. Recupéralas. Reclámalas. Rescátalas. Da la bienvenida a estos fragmentos de alma. Dales tiempo para que se reintegren. Deja que se asienten en tu cuerpo. Deja que se asienten en tu ser. Observa cómo se siente recuperar estas partes del alma.

Conéctate y céntrate, siente tu cuerpo y toma conciencia del espacio que te rodea, abriendo los ojos cuando te sientas listo.

En casos en los que se hayan producido incidentes traumáticos violentos a lo largo del tiempo, puedes repetir esta práctica y continuar con los incidentes, uno por uno, hasta sentirte completo. O bien, puedes repetir la práctica más adelante al recordar situaciones en las que perdiste parte de tu energía anímica y estás listo para recuperarla.

Un movimiento hacia la muerte.

Mientras escribía este libro escuché el testimonio de una mujer llamada Rashanna, que padeció cáncer durante varios años y a quien los oncólogos le dijeron que ya no podían hacer nada por ella. Le aconsejaron que regresara a casa y se preparara para recibir cuidados paliativos. Su esposo, Leon, la había cuidado a diario durante dos años, pero poco después de que ella regresara a casa se fracturó el brazo y tuvo que ingresarla en cuidados paliativos. Allí, lo primero que hicieron los trabajadores fue hacerle la prueba de COVID-19. Cuando dio positivo le dijeron a Leon que no podía quedarse con ella en cuidados paliativos, que solo podía visitarla durante una hora, como máximo. También le hicieron la prueba a Leon, y cuando se descubrió que tenía el virus, aunque era asintomático, el centro de cuidados paliativos le dijo que no podía volver a ver a su esposa. Así, después de casi dos años de cuidarla a diario, no pudo estar con ella mientras se acercaba a la muerte, una situación que causó gran angustia a ambos.

Leon me dijo: "Solo espero poder morir pronto y estar con ella en el más allá". Dijo que nunca se suicidaría, pero que esperaba morir. Esto es lo que yo llamo un "movimiento hacia la muerte". Esto no significa que estés considerando el suicidio o la "muerte asistida" como una opción, sino que, al considerar la idea de no querer estar aquí, una parte de tu alma comienza a moverse hacia la muerte. A medida que la situación avanzaba y Leon permanecía asintomático, el hospicio decidió permitirle quedarse con su esposa varias horas al día. Eso proporcionó cierto alivio a la pareja, pero aún está por verse cómo afrontará su muerte, que es inminente. Leon podría beneficiarse de esta práctica después de lo que parece ser la inevitable pérdida de Rashanna, y ello después de que pase el duelo por su esposa fallecida.

Cuando te repite durante mucho tiempo que quieres morir tu subconsciente interpreta ese deseo al pie de la letra y el cuerpo responde haciéndolo realidad. Por lo tanto, necesitas contrarrestar ese impulso hacia la muerte o tu cuerpo lo cumplirá. Una de mis primeras pacientes de hipnoterapia fue una mujer que vivía la vida de sus sueños. Había conocido a un hombre al que no solo amaba profundamente, sino que también tenía la estabilidad económica suficiente como para cumplir su sueño de montar una peluquería en su magnífica casa. Y entonces, aparentemente de la nada, le diagnosticaron cáncer de mama en etapa cuatro. Acudió a mí después de recibir el diagnóstico queriendo saber por qué le había sucedido algo tan terrible. Mediante varias prácticas, en particular la regresión al niño interior, pudo recuperar recuerdos profundamente enterrados de su infancia, tan dolorosa, que con frecuencia sentía y se decía, que la única salida aceptable era morir. Había deseado morir con toda la fuerza del deseo de una niña, aunque eso, obviamente, no sucedió en aquel momento. Continuó con su vida y esta cambió para mejor. Pero todo ese tiempo su cuerpo había estado cumpliendo su desesperado deseo de morir hasta que, finalmente, lo logró.

Si vives tu vida para otro; si alguna vez has sentido tanto dolor físico o emocional; o si te sentiste tan triste, enojado o deprimido que deseaste que tu vida simplemente terminara, o pensaste en terminarla por ti mismo, una parte de ti inició el camino hacia la muerte. «Elijo vivir», es una declaración empoderadora que puedes usar para recuperar tu vida y tomar la decisión consciente de vivirla plenamente.

Práctica: Elijo vivir.

Haz esta práctica con los ojos abiertos y di: «Elijo vivir», con la mayor convicción posible. «Elijo vivir» es diferente de: «Quiero vivir». «Elijo vivir» es la declaración de haber tomado la decisión consciente de vivir, que revierte una decisión pasada, (consciente o inconsciente), de no continuar.

De pie, con los pies ligeramente separados, ojos abiertos y mano en el bajo vientre, declara en voz alta: "¡Elijo vivir!". Una vez que lo hayas dicho con claridad y seguridad, (esto puede llevar un tiempo), imagina a alguien a quien sientas que necesitas decirle esto, y dile: "¡Elijo vivir!".

¿Deseas morir por alguien?

Quizás alguien cercano a ti murió y pensaste: Debería haber sido yo. Cuando alguien cercano a nosotros está muy enfermo o muere, una parte nuestra puede querer ir por ellos, o ir con ellos. Si estamos muriendo por otra persona no podemos vivir la propia vida plenamente. Georgina, mujer de unos cuarenta y tantos años estaba luchando con fatiga extrema y varias situaciones físicas desafiantes. Su salud general se deterioraba lentamente sin diagnóstico médico claro del porqué. Cuando le pregunté cuándo comenzó a declinar su salud, dijo: "Mi salud ha empeorado desde que mi hermana murió en un accidente de taxi, en la ciudad de Nueva York. Somos gemelas, ¡y supe el momento en que sucedió! Lo sentí . Fue un gran shock. La extraño mucho. Es tan difícil vivir sin ella".

Era natural que Georgina estuviera de luto por la muerte de su hermana y experimentara cierta depresión, pero algo más parecía estar ocurriendo para que ese dolor afectara tanto a su salud. Mientras realizaba la práctica de recuperación del alma, Georgina comentó que sentía que una parte de su alma se había ido con su hermana gemela, y describió haberla seguido hasta su interior y haber permanecido allí con ella durante un tiempo. Su descripción recordaba a una experiencia cercana a la muerte, aunque también era significativamente diferente, ya que no experimentó una revisión de vida ni se encontró con un ser de luz. Cuando la guié en la práctica de recuperación del alma para recuperar la parte que se había ido con su hermana, Georgina temía perder el contacto con ella si la traía de vuelta. Pero en el proceso se dio cuenta de que necesitaba el fragmento de alma perdido para vivir y que, sin él, su salud seguiría empeorando. Tenía que detener su camino hacia la muerte. Georgina se sintió más “viva” después de integrar el fragmento de alma que le faltaba y, aunque continuó lamentando la muerte de su gemela, su salud mejoró gradualmente siguiendo esta práctica.

Práctica: Elegir vivir ANTE a la muerte.

Puedes utilizar esta variación de la práctica “Elijo vivir” para optar por seguir viviendo incluso cuando un ser querido haya fallecido.

Sentado cómodamente, cierra los ojos. Respira profundamente para soltar y comienza a mirar hacia tu interior. Observa tus pensamientos durante unos momentos. Luego, dirige la atención al centro del pecho, el centro del corazón. Respira y siente el corazón, invitándolo a abrirse. Ahora, imagínate en un lugar hermoso y tranquilo. Usa todos los sentidos para imaginarte allí con la mayor intensidad posible. Relaja mente y cuerpo. Cuando sientas que estás allí, profundiza en un estado meditativo, permitiendo que la consciencia se expanda.

Imagina que estás frente a la persona fallecida y le dices: «Aunque hayas muerto, elijo vivir. Aunque a veces sea tan difícil, elijo vivir». Observa cómo responde tu ser querido.

Ahora, recupera todas las partes de tu alma que acompañaron a la persona fallecida al espíritu. Descubrirás que siguen conectadas contigo de alguna manera porque son tuyas. Recupéralas. Puedes imaginar que las alcanzas y las atraes, o puedes respirarlas hacia el corazón y plexo solar. Dales tiempo para que se reintegren. Deja que se asienten de nuevo en tu cuerpo. Deja que se asienten de nuevo en tu ser. Observa cómo se siente recuperar estas partes de tu alma.

Ahora, dile a tu cuerpo, en silencio o en voz alta: «Cuerpo, elijo vivir. Escúchame, cuerpo. Elijo vivir».

Conéctate y céntrate, siente tu cuerpo y toma consciencia del espacio que te rodea. Ábrete cuando te sientas conectado y completo.

Una vez que puedas decir: "Elijo vivir". con confianza y fuerza, revisa la siguiente lista y descubre si quieres decir otras variantes de la frase. O puedes crear una frase propia.

·            Aunque tú mueras, yo elijo vivir.

·            Aunque a veces sea difícil, elijo vivir.

·            Yo elijo vivir para mí.

·            Yo elijo vivir para mí, no para ti ni para nadie más.

·            Yo elijo vivir mi vida.

·            Reclamo mi vida.

·            Reclamo mi vida.

·            Elijo vivir mi vida plenamente..

La sanación ancestral y la recuperación del alma ofrecen numerosas recompensas personales. Este trabajo profundamente transformador va mucho más allá de tu sanación individual. Al recuperar los fragmentos del alma y reintegrarlos te conviertes en un catalizador para la sanación y la reconciliación, no solo para tu alma sino, también, para tus ancestros o seres queridos involucrados en la maraña de relaciones familiares. Encontrarás la plenitud de ser quien comience a encontrar las piezas faltantes y logre cambiar el paradigma en el tablero de ajedrez de tu familia y la tribu a la que perteneces.

Ahora que has comenzado a trabajar con capas más sutiles de tu psique, puedes avanzar para explorar la naturaleza, a menudo esquiva, de cómo tu cuerpo físico se comunica con tu alma, y viceversa.

 

 

Capítulo 7: Aprende a confiar en tu sabiduría interior.

 

 Entrar en la séptima capa significa escuchar tu sabiduría interior. Comenzarás escuchando la sabiduría del cuerpo y luego profundizarás aún más, conectando con tu sabiduría interior. Cada célula del cuerpo está llena de sabiduría innata que se te comunica constantemente. Solo tienes que aprender a escuchar. Te sorprenderá lo que puedes aprender. Ya sean de naturaleza física o emocional, la enfermedad en general y el dolor en particular, pueden ser mensajes que tu cuerpo te envía. Escucharlos y responder a ellos son pasos esenciales en el proceso de curación. Si dejas que esos mensajes pasen desapercibidos, la verdadera curación no será posible. Independientemente del tratamiento médico que recibas para una afección, tus síntomas pueden empeorar o reaparecer en algún momento, de alguna manera, hasta que les prestes toda tu atención y "entiendas" lo que tienen que decirte.

Escuchar y comprender qué nos incomoda es justo lo contrario de lo que la mayoría quiere. Tendemos a ocultar, ignorar, reprimir o adormecer las sensaciones incómodas. Sin embargo, cuanto más ignoramos o adormecemos activamente una zona o sensación dolorosa, más fuerte se volverá el cuerpo. Solo prestando atención a la zona afectada, y escuchándola, es posible la sanación.

Antes de intentar hacer algo con la parte del cuerpo que lo necesita, primero debes explorarla a fondo. Conócela. Pregúntate de dónde proviene la dolencia o dolor. Averigua cuánto tiempo lleva ahí la causa subyacente de la situación. Pregúntate su propósito, porque no estaría ahí si no tuviera un propósito. Mientras tenga algún propósito, permanecerá. Si la necesitas por alguna razón, no podrás transformarla ni liberarla, así que pregúntale por qué está ahí. Si tu rodilla es el problema, podría decirte que te duele porque la forzaste demasiado jugando al baloncesto o esquiando. O podría decirte que fue tu decisión seguir los pasos de tu padre en su negocio en lugar de ir a la universidad para perseguir tu pasión. Tu situación médica puede tener una causa física, como la torcedura de rodilla, sobrepeso, enfermedad de Lyme, o artritis, por lo que conviene hacerte un examen médico para descartar otras causas, pero esa situación tiene otros componentes que pueden remontarse a una etapa anterior de la vida, a la infancia, o incluso a la etapa en el útero o a una vida pasada. Explorar y escuchar el lugar incómodo te permite disminuir la intensidad del mensaje que te envía, y el síntoma comenzará a disminuir o a desaparecer. Tras transmitir su mensaje, podrá soltarse.

Para comenzar el viaje de sanación, con la práctica que sigue, permitirás que la consciencia adquiera el tamaño justo para recorrer tu cuerpo, y que tu sabiduría te guíe directamente a la raíz del problema. Digo "la raíz" porque el síntoma puede ser diferente de la raíz del problema. Puedes confiar en que el cuerpo lo sabe.

Hace un tiempo, una amiga sufría de un dolor agudo de cuello y fuertes dolores de cabeza. Cuando le pregunté sobre las posibles causas me confesó que se había lesionado el cuello años atrás en un grave accidente de coche así que, naturalmente, asumí que el origen del dolor era su antigua lesión. Pero, para mi sorpresa, cuando la sabiduría de su cuerpo guió su consciencia hacia la raíz del problema, se encontró no en el cuello, sino en su corazón. Al dialogar con su centro cardíaco este le indicó que necesitaba llorar a gritos porque llevaba más de un año aferrándose al dolor por la muerte de su madre. Tras su fallecimiento, esta amiga hizo todo lo que debía hacer: vendió la casa, tramitó el testamento, ayudó a sus hermanos a afrontar la pérdida, pero aún no había derramado una sola lágrima. El dolor de cuello se debía a que, inconscientemente, había cerrado la válvula de sus emociones al no permitirse llorar para poder hacer lo que tenía que hacer.

En el momento en que la sabiduría interior le reveló esto, comenzó a llorar desconsoladamente, liberando las lágrimas que había contenido inconscientemente durante tanto tiempo. Después, el dolor desapareció. El pionero psiquiatra y ensayista inglés Henry Maudsley, (1835-1918), describió este fenómeno con elocuencia: «El dolor que no encuentra salida en las lágrimas puede hacer llorar a otros órganos». Henry Maudsley, Fisiología y patología de la mente (Nueva York: D. Appleton & Comp, 1874), 138.

El nacimiento del proceso de sabiduría corporal.

Hasta aquí, hemos ido profundizando en el interior, de mente a corazón, tomando consciencia de las creencias y estrategias de supervivencia, explorando el papel de arquetipos y partes, y reconociendo linajes generacionales y ancestrales. Ahora hemos llegado al punto en el que podemos acceder a un nivel más profundo de la sabiduría interior. A menudo pensamos que la sabiduría existe, de alguna manera, separada del cuerpo, que está "ahí afuera", en la "conciencia". Pero, de hecho, la sabiduría reside en el cuerpo. No la reconocemos como tal porque, como acabamos de ver, no escuchamos realmente lo que nos dice. Al trabajar en este capítulo con el proceso de “Sabiduría Corporal y el Sabio Interior” comenzamos no solo a escuchar sino, también, a dialogar con la sabiduría que nos es inherente.

Casi al comienzo de mi carrera profesional como hipnoterapeuta trabajé durante cinco años en la consulta de un médico especializado en el tratamiento de pacientes con enfermedad y dolor crónicos, especialmente fibromialgia. Utilizaba la hipnosis sugestiva tradicional y la hipnoanestesia, técnica de larga tradición en el alivio del dolor mediante hipnosis con paciente despierto. Los dentistas habían utilizado la hipnoanestesia con éxito, a lo largo de los años, para aliviar el dolor en ciertos procedimientos como cirugías bucales menores. Mediante un proceso similar podía ayudar a aliviar el dolor crónico pero solía ser de forma efímera por lo que, a las pocas semanas, los pacientes regresaban para otro tratamiento analgésico. Enseñé a los pacientes a usar la hipnoanestesia para ellos mismos pero, como siempre, el alivio del dolor solía ser temporal o simplemente se trasladaba a otra parte del cuerpo. Me frustraba que los pacientes recibieran un alivio tan breve.

En el proceso descubrí que los pacientes con fibromialgia eran el grupo más difícil de hipnotizar. Tras sufrir dolor durante tanto tiempo les costaba relajarse. Muchos habían aprendido a desconectar del cuerpo, por lo que ya se encontraban en una especie de entumecimiento autoinducido. Buscando maneras de reducir aún más sus niveles de dolor, comencé a experimentar con el enfoque inverso a la disociación. En vez de apartar la atención del dolor les animaba a estar más presentes en su cuerpo, y a ser más consciente del dolor que sentían, en lugar de menos.

Utilizando este enfoque, al que llamo "presencia", les enseñé a conectar con el dolor en lugar de desconectarse e intentar auto anestesiarse. A medida que empezaban a sentir el dolor, y a dialogar con él, la sabiduría interior de su cuerpo solía revelar la causa raíz de la afección lo que, naturalmente, facilitaba mucho su resolución. A partir de este trabajo, desarrollé lo que ahora llamo el “Proceso de Sabiduría Corporal”.

Aunque al principio este método hizo que algunos pacientes fueran más conscientes de su dolor, al dejar de disociarse, a medida que continuaban con el enfoque solían experimentar avances notables. Cuando los pacientes dialogan con el cuerpo para encontrar la manera de sanar una afección específica, su primera reacción suele ser curiosidad, desconcierto, o silencioso asombro. A veces el alivio es inmediato, en cuyo caso no tienen tiempo para cuestionar la naturaleza de la modalidad de sanación y se sienten agradecidos. Otras sanaciones se producen con el tiempo a medida que la persona sigue los consejos de su cuerpo. Una vez que el cuerpo ha captado tu atención, y abordas las causas de su dolencia, generalmente comenzará a ceder.

EL cuerpo tiene un mensaje para ti.

Si el cuerpo nos envía, constantemente, información valiosa quizá te preguntes por qué parece que no la escuchamos. Muchos expulsamos la energía del cuerpo por donde nos duele, como una rodilla dolorida o la acidez estomacal, porque, comprensiblemente, no queremos sentir el dolor. Incluso podemos enojarnos y sentirnos traicionados con el cuerpo por causarnos dolor. Pero si llevamos la consciencia al cuerpo, y confiamos en que tiene una sabiduría innata, una que va más allá del intelecto, y la escuchamos, el cuerpo nos guiará. Lo difícil es aprender a escuchar la sabiduría corporal.

Un tenista profesional, llamado Tom, tenía lo que los médicos creían que era un tumor en la glándula suprarrenal que querían extirpar quirúrgicamente. Él no creía necesitar cirugía y acudió a mí para una segunda opinión. Tras “hablar” con la glándula suprarrenal y el riñón, (al que está adherida la glándula suprarrenal), le dijeron: "¡Opérate, te salvará la vida!". Le sorprendió el mensaje que recibió y decidió pasar por la cirugía. Cuando los médicos a extirpar el tumor descubrieron que era canceroso, adherido a la glándula suprarrenal, por lo que, extirparon tanto esta como el riñón, impidiendo que el cáncer se propagara al resto del cuerpo. El cuerpo suele percibir cualquier cirugía como una invasión y tiende a resistirse, requiriéndose por ello más anestesia y alargando el proceso de recuperación. En este caso, al haber sido incluido el cuerpo en el proceso de la decisión sobre la cirugía, el cuerpo ayudó a la curación. La anestesióloga dijo que solo necesitó la mitad de la anestesia que normalmente se habría usado, y Tom pudo salir del hospital mucho antes de lo habitual para un procedimiento de este tipo. Además, necesitó muy pocos analgésicos después de la intervención.

Nota: Véase el trabajo de Peggy Huddleston, Prepare for Surgery, Heal Faster: A Guide of Mind-Body Techniques , 4ª ed. (Nueva York: Angel River, 2012).

Escúchalo desde dentro.

Durante una entrevista para un programa de televisión sobre sanación y la mente me di cuenta de que, aunque mi presentador vestía elegantemente con traje y corbata, también llevaba pantuflas. No pude evitar notar este extraño contraste, así que le pregunté. No pareció contento con mi pregunta ante la cámara, pero me dijo que sufría de gota y que usar zapatos normales le resultaba demasiado doloroso. La gota suele asociarse con el estilo de vida adinerado de la aristocracia de siglos pasados, pero sigue siendo una enfermedad grave que a veces puede llevar a la amputación. Le pregunté si me permitiría mostrarle una práctica que podría ayudarle a encontrar la causa subyacente a su dolencia. Con cierta reticencia se sentó en el sillón reclinable que tengo en mi oficina y lo guie en el Proceso de Sabiduría Corporal, que tú aprenderás en este capítulo. Le pedí que redujera su consciencia, (como hicimos en el procedimiento conocido como «Restablecer el nivel de alerta protectora de su 'Panel de control'», la práctica del capítulo 2), y le pedí que se desplazara hacia el pie afectado por la gota para que pudiera dialogar con él. Y dejamos que su pie le hablara.

Lo primero que le expliqué a Michael, que así lo llamaré,  fue que el origen del dolor no siempre se localiza donde se manifiestan los síntomas. Empecé por pedirle que preguntara al pie: "¿Qué quieres decirme?". Michael, con cara de desconcierto, dijo que había recibido una respuesta pero que era demasiado personal como para compartirla ante la cámara. Era comprensible, y para mí no era tan importante saber la respuesta como para él oírla. Mientras entendiera el mensaje, me parecía bien. A medida que seguía dialogando con su pie se mostraba más dispuesto a compartir las demás cosas que le venían a la mente. Una de las primeras cosas que le dijo su pie fue: "Deja de beber tanto vino".

La gota es una forma de artritis causada por exceso de ácido úrico en el torrente sanguíneo. Cuando los cristales de ácido úrico se acumulan en las articulaciones, (típicamente, la articulación de la base del dedo gordo del pie), se vuelve extremadamente dolorosa. La gota suele exacerbarse con una dieta demasiado rica y con demasiado alcohol. La otra cosa que el pie le dijo fue: "Deja de comer mollejas". A Michael le gustaban las mollejas, el tipo de manjar sabroso que puede causar o agravar la gota. Un médico ya le había dicho que se mantuviera alejado de esos alimentos y del vino, pero no hizo caso. Pero cuando el pie le dijo: "Me curaré si evitas estas cosas y haces algunos cambios en tu estilo de vida", se lo tomó más en serio. Como he dicho, es más convincente cuando el propio cuerpo, o mente, nos dice algo que cuando lo escuchamos de un médico o un ser querido.

En ese momento le pedí que dijera a su cuerpo: «Te escucho. Entendí el mensaje». Cuando no escuchamos al cuerpo, o suprimimos lo que nos dice, simplemente se vuelve más fuerte. Los síntomas empeoran hasta que finalmente lo escuchamos. Por eso es importante reconocer al cuerpo, incluso agradecerle por llamarnos la atención. Si tienes dolor crónico puede ser difícil decir gracias. Preferiríamos odiarlo y deshacernos de él. Pero si podemos hablar con el dolor y preguntarle cuál es el mensaje, podemos aprender y crecer a partir de él y, entonces, a menudo, ya no lo necesitamos. Por eso le decimos al dolor crónico, en este caso: «Gracias. Lo entiendo. Ya puedes irte».

Práctica: Accediendo al proceso de sabiduría corporal.

Comienza por comprender que tu cuerpo está lleno de sabiduría y que puedes confiar en que esa sabiduría revelará la causa de un síntoma y te guiará al origen del problema. Recuerda que el lugar del dolor, o la disfunción, no es necesariamente el mismo que el de su origen. Ten en cuenta que, al explorar el origen del problema, lo que "ves" no tiene por qué ser anatómicamente correcto. Como vimos con Michael, el dolor insoportable en su pie se debía a un problema renal, (es decir, el exceso de ácido úrico no se eliminaba por los riñones y se cristalizaba en las articulaciones de los pies, causando el dolor de la gota). La sabiduría del cuerpo puede comunicarse contigo a través de diferentes medios, como palabras, imágenes o metáforas. También puedes experimentar sensaciones físicas como calambres, hormigueos, o zumbidos. Simplemente imagina cómo se ve o se siente. Tómate un tiempo para explorar la zona.

Luego harás una serie de preguntas y, después de dialogar con el cuerpo de esta manera, puedes referirte a una o más de las técnicas de liberación emocional que practicamos en el capítulo 3, (como la práctica de "La liberación del volcán", "La liberación del globo", o la de, "Liberando tus cargas"). Si necesitas sanar más, tómate un tiempo para imaginar cómo sería esta zona si estuviera perfectamente sana. Imagina sanarla de manera que te funcione. Puedes imaginar pegar huesos, extraer células cancerosas, masajear tu colon atascado, lubricar articulaciones, lijar artritis, enfriar inflamación, reducir el dolor. Cambiar colores fuertes, como el rojo o el negro, (los más comunes para el dolor o la enfermedad), a pasteles suaves como el rosa o el gris tiene un efecto de debilitamiento o alivio. Puedes ablandar un objeto duro, o encoger uno enorme. Sé creativo. Lo que sea que imagines, tu cuerpo responderá a ello como si, realmente, estuviera sucediendo.

El proceso de sabiduría corporal sigue estos sencillos pasos:

  1. Logra la conciencia expandida.
  2. Localiza el área que necesita curación.
  3. Explórala.
  4. Descubre su propósito o mensaje.
  5. Agradécelo y acepta ponerte en acción.
  6. Finalmente, libera o transforma la situación.

Tienes dos maneras de usar el “Proceso de Sabiduría Corporal” para explorar cualquier situación que quieras tratar. Puedes dialogar con el síntoma en sí, o ir a su origen que puede estar en un lugar completamente diferente. He creado un enfoque distinto para cada método, y probablemente uno te funcione mejor. Trabajar con el síntoma es más apropiado para una situación aguda, una que causa dolor inmediato como sería un esguince de tobillo. Dialogar con el origen del síntoma es más efectivo para situaciones crónicas, aquellas en las que el dolor continúa apareciendo regularmente, como la osteoartritis. Puedes elegir una de las dos prácticas siguientes según si tu situación es aguda o crónica. Sin embargo, si no estás seguro de cuál es la más apropiada te recomiendo hacer ambas prácticas y ver cuál te funciona mejor.

Ambas prácticas se benefician de lo que yo llamo: “período de gestación”. Debes ir a tu propio ritmo a medida que sigues las instrucciones. Date tiempo para detenerte de vez en cuando y esperar las respuestas, en lugar de forzarte a pensar en algo rápido.

Cuando comenzamos estas prácticas, en el capítulo 1, dejábamos que se "despertara", dando tiempo para que se produjeran las transiciones. Pero aquí es aún más importante que te tomes tu tiempo. Deja que las reacciones visuales, verbales o sensoriales se desarrollen de forma natural antes de pasar a la siguiente parte de la práctica.

Sabiduría corporal: dialogo con el síntoma.

Cierra los ojos y respira profundamente para soltar, iniciando el proceso de relajación y reflexionando sobre tu interior, permitiendo que la consciencia se expanda. Dedica unos momentos a observar los pensamientos, y a prestar atención a lo que escuchas decir a la mente. Ahora, dirige la atención al centro del pecho, el centro del corazón, respirando hacia él e invitándolo a abrirse, pues esta es la puerta a tu mundo interior.

Permite que la consciencia adquiera el tamaño justo para poder viajar por tu cuerpo. Confía en la sabiduría del cuerpo y ve directamente al lugar donde sientes molestias. Y permanece ahí, ahora. Imagina que puedes ver o sentir lo que sucede en esa zona. Tómate tiempo para explorarla. Observa el color, la textura, la forma, el olor, y cualquier sonido. ¿Qué notas?

Ahora, retrocede un poco y descubrirás que puedes comunicarte con la zona afectada. Puedes hacerle preguntas y responderá. La respuesta puede presentarse en forma de palabras, conocimiento, imágenes o sensaciones.

Pregúntale a esta área qué quiere mostrarte, o decirte. Observa cómo responde. Pregúntale cuál es su propósito. Pregúntale qué necesita para sanar, y cuánto tiempo le tomará.

Agradécele por haber llamado tu atención y dile que lo has escuchado y que ya puede irse. Prométele que tomarás medidas para ayudar a sanar.

Ahora, imagina cómo se vería, o se sentiría, esta zona si estuviera perfectamente sana. Con imágenes sanadoras, libera lo que necesite ser liberado, o repara lo que necesite ser reparado.

Deja que tu consciencia recupere su tamaño normal y, suave y gradualmente, empieza a sentir tus pies en el suelo. Date un tiempo para integrar todo lo que acabas de experimentar. Y, muy suave y gradualmente, vuelve a tu estado de vigilia normal. Conectándote y conectando, permite que los ojos se abran.

Sabiduría corporal: dialogo con la fuente del problema.

Cierra los ojos y respira profundamente para soltar, iniciando el proceso de relajación y reflexionando sobre tu interior, permitiendo que la consciencia se expanda. Dedica unos momentos a observar los pensamientos, y a prestar atención a lo que escuchas decir a la mente. Ahora, dirige la atención al centro del pecho, el centro del corazón, respirando hacia él e invitándolo a abrirse, pues esta es la puerta a tu mundo interior.

Permite que la consciencia adquiera el tamaño justo para poder viajar por tu cuerpo. Confía en la sabiduría del cuerpo y ve directamente al lugar donde sientes molestias. Y permanece ahí, ahora. Imagina que puedes ver o sentir lo que sucede en esa zona. Tómate tiempo para explorarla. Observa el color, la textura, la forma, el olor, y cualquier sonido. ¿Qué notas?

Ahora, retrocede un poco y descubrirás que puedes comunicarte con la zona afectada. Puedes hacerle preguntas y responderá. La respuesta puede presentarse en forma de palabras, conocimiento, imágenes o sensaciones.

Pregúntale en silencio a la fuente de tu problema qué te muestra o te dice. Observa cómo responde. ¿Qué te muestra o te dice? Pregúntale cuál es su propósito. Pregúntale qué necesita sanar y cuánto tiempo podría tardar.

Agradécele por haber llamado tu atención y dile que lo has escuchado y que ya puede irse. Prométele que tomarás medidas para ayudarlo a sanar.

Ahora, imagine cómo se vería o se sentiría esta área si estuviera perfectamente sana.

Deja que tu consciencia recupere su tamaño normal y, suave y gradualmente, empieza a sentir tus pies en el suelo. Date un tiempo para integrar todo lo que acabas de experimentar. Y, muy suave y gradualmente, vuelve a tu estado de vigilia normal. Conectándote y conectando, permite que tus ojos se abran.

Recuerda que puedes comunicarte con tu cuerpo en cualquier momento. Solo tienes que detenerte y escuchar lo que dice. Tu cuerpo está lleno de sabiduría que va mucho más allá de tu intelecto. Ha trabajado arduamente durante mucho tiempo para captar tu atención. Ahora sabes cómo escucharlo y comprender realmente lo que te dice. Tu cuerpo te lo agradecerá con mejor salud y conocimientos útiles ahora que ha recibido toda tu atención.

Lo que la mente piensa es diferente de lo que el cuerpo te dice.

Mi primera oficina en casa tenía una escalera empinada que bajaba de la oficina a la planta principal. Un día, yendo demasiado rápido, caí hacia adelante y, al intentar detener la caída agarrándome a la barandilla, me disloqué el hombro. Un amigo que estaba allí me ayudó tirando de mi brazo para que el hombro volviera a su lugar, pero luego descubrí que también me había lesionado el manguito rotador. Años después, tenía dificultades para dormir debido al dolor en ese hombro. Utilicé la técnica del “Proceso de Sabiduría Corporal”, y lo primero que noté fue que el dolor probablemente se debía a jugar a la pelota con mi hijo esa primavera. Puede que tuviera algo de cierto, y era lo lógico, pero practicarlo me brindó una comprensión mucho más profunda. Cuando escuché a mi cuerpo, en lugar de a mi mente, mi hombro me dijo: «Te estás exigiendo demasiado. Has estado ampliando tu consulta, has creado una organización sin fines de lucro y un grupo de trabajo en red mensual, para profesionales alternativos». Y continuó: «Tienes que soltar algo».

Normalmente no soy de los que empiezan algo y luego no lo terminan, pero decidí dejar atrás el almuerzo mensual de trabajo en red y le dije al cuerpo que lo haría. En ese preciso instante mi hombro inflamado dejó de doler. Como probablemente les ocurre a muchos, esa lesión me ha servido como un barómetro. Cuando se comporta mal, puede que me haya olvidado de él, pero lo más probable es que esté intentando decirme algo.

Despierta al Sabio Interior.

El sabio interior encarna la gama completa de cualidades masculinas y femeninas, incluyendo la identidad no binaria. Si bien idealmente deseamos desarrollar un equilibrio de género me parece que suele ser más fácil realizar una práctica separada para cada aspecto. Puedes beneficiarte de realizar la práctica que te atraiga, o la de ambas.

Un buen amigo, trabajador social colegiado, realizó su tesis de maestría basándose en la investigación sobre terapeutas masculinos criados por madres solteras. Estos hombres parecían haber desarrollado aspectos tradicionalmente femeninos lo que les permitía, en su opinión, ser mejores terapeutas y más empáticos. Me parece lógico. En algunas tradiciones espirituales asiáticas, el concepto y símbolo del yin-yang ofrecen una representación gráfica y perspicaz del equilibrio entre lo masculino y lo femenino. El yin representa no solo el principio femenino, sino también el principio receptivo, la frescura, la oscuridad y la luna, mientras que el yang representa el principio masculino, el principio activo, el calor, la luz y el sol. En el símbolo del yin-yang que todos conocemos, el origen del yin, (el pequeño punto), ya existe dentro del yang, y viceversa. Todos tenemos aspectos masculinos y femeninos; uno puede ser más prominente en algunas personas, y en otras puede ser que ninguno de los dos géneros sea dominante, pero todos tenemos una mezcla.

Sin embargo, muchos hombres han tendido a sobrevalorar sus atributos masculinos convencionalmente definidos, (como agresión, fuerza, acción), y a minimizar o ignorar los femeninos que comparten con las mujeres, como la receptividad a nuevas ideas y la capacidad de cuidar y consolar a los demás. Las restricciones sociales y los estereotipos han impedido que tanto hombres como mujeres desarrollen su naturaleza no binaria, y ahora nos encontramos en una época de reajuste al reconocer la fluidez del género.

Esta reestructuración puede, en ocasiones, conducir a una especie de sobrecompensación. Por ejemplo, algunas mujeres me han comentado que se sintieron obligadas a sobre enfatizar atributos masculinos, a menudo menos compasivos, porque habían llegado a creer que necesitaban esas cualidades para triunfar en el mundo empresarial y de los negocios. Lo mismo ocurre en el ámbito académico, la medicina y el ejército. Es evidente que las mujeres necesitan empoderarse para buscar y disfrutar de una verdadera igualdad con los hombres en todos los ámbitos laborales, pero adoptar la mentalidad despiadado que ha predominado en el mundo empresarial no ayudará a las empresas a tratar a los trabajadores, hombres y mujeres, por igual, con mayor compasión. Las actitudes hiperagresivas y ferozmente competitivas del entorno laboral masculino, impulsadas casi exclusivamente por el afán de lucro, han resultado ser destructivas para el tejido social de formas más profundas y disruptivas.

Descubre a la mujer sabia que llevas dentro.

En un taller, la primera voluntaria en participar fue Betty, mujer de unos treinta años, que compartió una larga lista de problemas que la aquejaban. Había fundado lo que se convertiría en un enorme negocio, en internet, con un hombre que se aprovechaba presionándola para que hiciera más de lo que le correspondía. Betty estaba casada pero no tenía hijos, así que el trabajo era su principal prioridad y se esforzaba incansablemente. Cuando su socio la criticaba, cosa que solía hacer, no podía hacerle frente porque ella era demasiado crítica consigo misma y temía que, de hablar, no le caería bien. Aunque eran socios en igualdad de condiciones se refería a él como su jefe. Betty temía constantemente no complacer a los demás y no ser apreciada.  Decía: «Tengo que agradar para conseguir lo que necesito». De joven, desarrolló su lado complaciente para mantenerse a salvo, pero ahora eso le estaba causando problemas. Su necesidad de complacer y de ser apreciada le dificultaba conseguir que sus empleados hicieran bien el trabajo.

Cuando Betty hizo la práctica y conoció a su mujer sabia, esta la señaló con el dedo, criticándola a gritos. Aunque esto es inusual, el objetivo de la mujer sabia era mostrar a Betty que eso era precisamente lo que se estaba haciendo a sí misma. "Tienes que dejar de criticarte porque te está frenando", afirmó. Mientras continuaba con la práctica, Betty dijo: "Ahora la mujer sabia se me muestra como un hombre amable, compasivo y muy atractivo. Cualquier mujer que estuviera con él se sentiría como si hubiera ganado la lotería, ¡como si fuera la persona más querida del mundo! Quiere que sepa que soy amada y que soy suficiente. Siento mucha compasión de ella. Me dice que tenga la misma compasión por mí misma. Quiere que supere el verme equivocada. Porque mientras me vea equivocada, percibiré que los demás me critican, ¡especialmente los hombres! Por eso se ha transformado en hombre. Dice que puedo seguir siendo dura conmigo misma, pero la vida será mucho más agradable si no lo soy".

Si yo, como terapeuta de Betty, le hubiera señalado esto, quizá ella lo habría interpretado como una crítica más. Pero al haber surgido de lo más profundo de sí, en la figura de la mujer sabia, le fue mucho más fácil escuchar y actuar en consecuencia.

Unos meses después del taller recibí un correo electrónico de Betty contando lo siguiente: «He experimentado grandes cambios esta última semana como líder, y en mi relación con mi socio». Como líder, me resulta más fácil delegar y crear sistemas para gestionar los flujos de trabajo, y siento que tengo autoridad sin preocuparme por las consecuencias de si a la gente no le gusta lo que les pido. Con mi jefe, también me siento más empoderada, como si tuviera más espacio para defenderme porque soy mucho menos crítica conmigo misma. E hice algo que nunca antes había hecho. La semana pasada, cuando empezó a gritarme por una razón ridícula, le respondí. Y lo más importante, no me sentí culpable como si hubiera hecho algo terrible por lo que tuviera que disculparme; que es como habría reaccionado en el pasado si alguna vez me hubiera permitido gritar así, lo cual hice. Y, de hecho, me dolió la garganta durante unas horas por lo mucho grité, ¡y se siente bien!

Ahora, aquí está la práctica que realizó Betty para conectarse con su mujer sabia, que puedes usar para obtener acceso a este nivel más profundo de sabiduría y poder.

Práctica: Despertar a la mujer sabia que llevamos dentro.

Quizás quieras mantener el diario a tu lado para registrar los mensajes que recibes de tu mujer sabia.

Ponte cómodo con los pies en el suelo, o sentado con las piernas cruzadas. Cierra los ojos y concentra la atención en la respiración. Respira profundamente, más larga y relajadamente. Comienza el proceso de introspección y relajación de mente y cuerpo.

Empieza a imaginarte en un lugar donde te sientes muy seguro, muy tranquilo y muy relajado. Mientras imaginas este lugar con la mayor intensidad posible, permite que tu cuerpo sienta que realmente estás allí.

Profundiza cada vez más en tu interior y relájate más. Lleva tu atención al centro de tu pecho, al centro del corazón: el centro de tus sentimientos, emociones y amor. Invita al corazón a abrirse, porque esta es realmente la puerta a tu mundo interior. Al respirar hacia este corazón más abierto, permite que afloren los sentimientos que has estado reteniendo. Puede que hayas sido fuerte, valiente, temeroso, preocupado, amoroso, asustado. Sean cuales sean los sentimientos, abre este corazón y permíteles venir y dejar que se vayan. Puede ser risa. Puede ser llanto. Puede ser una mezcla. Simplemente permítelo. Abre el corazón.

Inhalando y exhalando, sumérgete en el corazón ahora, a través de todas esas capas de protección. A través de todas esas emociones. Cada vez más profundo. Sumérgete hasta tu útero, hasta tu hara, hasta tus entrañas. Hasta ese lugar profundo de tu interior, donde habita tu mujer sabia. Emprende ese viaje ahora, hacia tu mujer sabia. ¡Porque ella te espera!

Permítete ver, sentir o experimentar a tu mujer sabia ante ti, ahora. Observa cómo se te presenta. Observa cómo te sientes en su presencia. Recíbela, o acércate a ella. Tómate un tiempo para disfrutar de este reencuentro.

Tu mujer sabia tiene uno o más mensajes para ti. Ábrete a recibirlos, ahora. ¿Qué te muestra, o te dice, tu mujer sabia?

Tu mujer sabia tiene un regalo para ti. ¿Qué te ofrece? Recíbelo ahora. Si no sabes para qué sirve, o cómo usarlo, pregúntale.

Quizás tengas una pregunta para tu mujer sabia. Pregúntasela ahora.

Ahora, acércate a tu mujer sabia, permítele acercarse a ti y abrázala. Al abrazarla, y al abrazarte, únete a ella, fúndete con ella, porque ella es quien realmente eres. Siente la unión. Siente el poder, la creatividad, la sensualidad, y el amor incondicional. Siente cómo esa energía femenina sagrada despierta en tu interior.

Como la mujer sabia y despierta que eres, comienza a sentir suave y gradualmente tus pies en el suelo. Siente la silla, el sofá o el suelo debajo de ti, arraigándose en tu cuerpo. Y cuando estés lista, abre los ojos de nuevo.

Después de realizar esta práctica, puedes volver a pedir a tus mujeres sabias su perspectiva o consejo durante la práctica. Si tienes una situación específica sobre la que te gustaría profundizar, antes de buscar el consejo de una amiga o maestra, puedes empezar a recurrir a tu propia sabiduría interior.

Descubra al hombre sabio que lleva dentro.

Durante un taller sobre el “Hombre Sabio Interior”, en Estambul, un hombre que dirigía la división de tecnología de internet de una gran empresa reveló que su padre lo había menospreciado de niño por no ser "suficientemente hombre". Paradójicamente, el hombre temía enfrentarse a su padre, por lo que había cedido su poder personal toda la vida y, al principio, parecía pequeño y demasiado callado. Cuando llegó el momento de encontrar a su hombre sabio no solo emergió sino que, también, se enfrentó al espíritu de su padre. Declaró en voz alta y contundente, con voz grave y profunda: "¡Soy un hombre!". Al final del taller tanto su voz como su comportamiento habían mejorado, y esos cambios persistieron incluso años después, cuando lo vi en otro taller.

La energía masculina a menudo se manifiesta como la fuerza y la autodisciplina del guerrero aplicadas a fines pacíficos, como cuando, por ejemplo, tropas militares ayudan a salvar vidas en tiempos de desastres naturales, inundaciones o enfermedades. Obviamente, las mujeres ahora sirven en el ejército y poseen cualidades de fuerza y autodisciplina, pero no han sido bien vistas por poseerlas. De igual manera, los hombres generalmente no reciben apoyo por mostrar sensibilidad. La siguiente práctica podría serte útil para acceder a tu energía masculina.

Práctica: Despertar al hombre sabio interior.

Quizás quieras tener el diario a tu lado para registrar los mensajes que recibes de tu hombre sabio.

Ponte cómodo, sentado en una silla con los pies en el suelo o las piernas cruzadas. Cierra los ojos y concentra la atención en la respiración. Respira profundamente, dejándote llevar. Comienza el proceso de conectar con tu interior y relajar la mente y cuerpo.

Ahora, imagínate en un lugar donde te sientes muy seguro, muy tranquilo y muy relajado. Mientras imaginas este lugar con la mayor intensidad posible, permite que tu cuerpo sienta que realmente estás allí.

Profundizando cada vez más en tu interior, tómate un momento para observar tus pensamientos. Ahora dirige tu atención al centro del pecho, el centro del corazón, el centro de tus sentimientos, emociones y amor. Invita al corazón a abrirse, porque esta es realmente la puerta a tu mundo interior. Al respirar hacia este corazón más abierto, permite que cualquier sentimiento que hayas estado reteniendo salga a la superficie. Dejándolos ir y venir.

Inhalando y exhalando, sumérgete en este corazón ahora, a través de todas esas capas de protección. A través de todas esas emociones. Cada vez más profundo. Sumérgete en el conjunto, en el sistema reproductor masculino, llega hasta tu hara, tu centro vital, tus entrañas. Hasta ese lugar profundo en tu interior, donde reside tu hombre sabio. Emprende este viaje ahora, hacia tu hombre sabio. ¡Porque te espera!

Permítete ver, sentir o experimentar a tu hombre sabio ante ti, ahora. Observa cómo se te presenta. Observa cómo te sientes en su presencia. Recíbelo, o acércate a él.

Tu sabio tiene uno o más mensajes para ti. Recíbelos ahora. ¿Qué te ha mostrado, o dicho tu hombre sabio?

Tu hombre sabio tiene un regalo para ti. ¿Qué te ofrece? Recíbelo ahora. Si no sabes para qué sirve ,o cómo usarlo, pregúntale.

Quizás tengas una pregunta para él. Hazla ahora.

Ahora, acércate a tu hombre sabio, deja que se acerque a ti, y abrázalo. Al abrazarlo, y al abrazarte, únete a él, fúndete con él, porque él es quien realmente eres. Siente su fuerza inquebrantable, tu poder, tu naturaleza protectora y guerrera, tu energía valiente y paternal. Siente cómo esa energía masculina sagrada despierta en ti.

Como el sabio despierto que eres, comienza a sentir suave y gradualmente tus pies en el suelo. Siente la silla, el sofá, el cojín o el suelo debajo de ti. Conectándote con tu cuerpo, cuando estés listo, abre los ojos de nuevo y tómate un tiempo para integrar la experiencia.

Si tienes una situación específica sobre la cual te gustaría obtener más información, puedes repetir esta práctica para recurrir a tus propios recursos de sabiduría interior y pedir a tu hombre sabio que te dé su opinión o consejo.

Una cliente, llamada Rita, sufría ataques de pánico debido a la ansiedad que sentía por su identidad sexual. Había tenido relaciones con hombres y mujeres, pero como en ese momento le parecía más aceptable estar con un hombre estableció una relación sentimental con uno. Quería ser monógama y honrar su relación con ese hombre pero, aun así, lo engañaba con otras mujeres. Cuando Rita realizó la práctica de la mujer sabia descubrió que su mujer estaba "momificada" y enterrada profundamente. La desenterró y desenvolvió la momia, y su mujer sabia le dijo que, debido a que se había sentido tan insegura siendo mujer al crecer en su casa, (tanto su padre como su padrastro la habían maltratado de niña), había dejado de lado su aspecto femenino y desarrollado excesivamente sus características masculinas. Esto funcionó tan bien que, aunque disfrutaba de su relación con su novio y futuro esposo, su yo masculino sentía la ocasional necesidad de tener aventuras con otras mujeres.

Tras la práctica, Rita se sintió más cómoda como mujer en una relación monógama con un hombre y, finalmente, se casó con su novio y dejó de tener aventuras. Logró integrar sus aspectos masculinos y femeninos y encontrar el equilibrio en su vida.

Aprender a mirar, (y a escuchar), hacia adentro, así como aprovechar tus capacidades intuitivas innatas puede hacerte más autosuficiente en lugar de recurrir únicamente a tu capacidad lógica para sopesar todos los pros y los contras. El pensamiento lógico tiene su lugar en la toma de decisiones, pero también puede resultarte útil acceder a tu sabiduría intuitiva. A menudo puede parecer vago o superficial decir que consultamos la intuición, pero en realidad es lo contrario. Cuanto más nos acercamos a la esencia del Ser, la esencia del alma que mencioné al principio de este libro, más podemos confiar en la guía interior.

Ahora que estás aprendiendo a conectar con la sabiduría interior de tus aspectos femenino y masculino, estás listo para regresar a los recuerdos de tu alma, que yacen aún más ocultas que la mujer y el hombre sabios que llevas dentro. Lo haremos en la octava capa, basándonos en los muchos años de trabajo que he realizado con la regresión de Vida Entre Vidas.

 

 

Capítulo 8: Regresa a los recuerdos de tu alma

 

Revivir mi experiencia cercana a la muerte mediante la práctica de la regresión, como describí en la introducción, fue un suceso que me cambió la vida. En ese momento supe que tendría que descubrir la manera de ayudar a las personas a tener ese mismo tipo de experiencia profunda sin necesidad de morir, o casi morir. La experiencia fue tan poderosa que quise compartirla con el mundo, pero en ese momento no tenía claro cómo hacerlo.

Al acercarse a la esencia de tu alma en esta octava capa, las prácticas que he desarrollado abrirán la puerta a recuerdos de tu tiempo en el útero, así como a los del aprendizaje de tu alma acumulados en vidas anteriores. Si eso parece mucho pedir, te puedo decir que me llevó un tiempo darme cuenta de que yo mismo podía acceder a ese tipo de recuerdos.

Poco después de haber regresado a mi experiencia cercana a la muerte, y de haber comenzado la búsqueda de maneras de replicarla, Michael Newton me invitó a asistir a un entrenamiento en su método de hipnoterapia. Allí lo vi realizar una brillante variación de la regresión a vidas pasadas. Psicólogo e hipnoterapeuta talentoso, Newton desarrolló una forma única de terapia regresiva que le permitía ayudar a sus clientes a alcanzar una consciencia expandida y a recordar un período entre su muerte en una vida anterior y su renacimiento en esta. Consideraba que la mente está compuesta por tres círculos concéntricos: la mente consciente, el subconsciente, y el núcleo más profundo, al que llamó mente superconsciente. Creía que la mente superconsciente alberga la verdadera identidad. «La mente superconsciente puede no ser un nivel en absoluto, sino el alma misma», escribió.

NOTA. Consulta el libro de Michael Newton, Viaje de las almas: estudios de casos de vida entre vidas (Portland, OR: Llewellyn Worldwide, 1994).

El gran avance de Newton se produjo cuando trasladó, espontáneamente, a una paciente de regresión a vidas pasadas a un momento posterior a su muerte en una vida anterior a su renacimiento en la siguiente. En ese espacio intermedio, relató, las almas de sus pacientes solían ser recibidas por sus seres queridos, y algunas encontraban un guía espiritual que les ayudaba a comprender lo que habían logrado en vidas anteriores. Una vez que Newton observó lo que sucedía durante esta fase de transición en la existencia del alma "entre vidas en la Tierra", se propuso llevar a las personas a esa etapa, un proceso que denominó: "Vida Entre Vidas", (ahora comúnmente abreviado como VEV). Durante unos treinta y cinco años realizando regresiones, trabajó con unos siete mil pacientes, tomando notas detalladas de sus sesiones.

Basándose en esas notas escribió su revolucionario libro “La vida entre vida” o “Journey of Souls” en el original inglés, publicado en 1994. Desde entonces hasta su muerte, en 2017, Newton continuó explorando y creando una hoja de ruta que muestra el camino que atraviesa el alma entre vidas.

Estando en la habitación con Newton, cuando demostraba cómo llevar a alguien de regreso a su tiempo en el mundo del espíritu, entre encarnaciones, sentí que me atravesaba un rayo diferente. Me di cuenta de que me estaba proporcionando el eslabón perdido que había estado buscando y que me permitiría ayudar a otros a experimentar algo como lo que sentí en la playa, cuando cumplí cuarenta y me sumergí en todas esas capas para descubrir la esencia de mi alma. Por segunda vez, en tan solo unos años, mi vida tomó una nueva dirección.

El aspecto del trabajo de Michael Newton me permitió ayudar a mis clientes a resolver problemas y dificultades específicas de sus vidas actuales. Desde entonces, al realizar miles de regresiones a vidas pasadas y a vidas entre vidas, he sido testigo del extraordinario efecto restaurador que el proceso de regresión puede tener en una amplia gama de afecciones físicas, psicológicas y emocionales, tales como la ansiedad, la depresión y el dolor crónico. La regresión a vidas pasadas también puede ayudar a quienes tienen preguntas más profundas sobre por qué se encuentran en una situación determinada, o sobre cuál es su misión vital. Al mismo tiempo, pueden reexperimentar su identidad como ser espiritual inmortal cuya consciencia continúa después de la muerte del cuerpo.

Sería poco realista e injusto, que intentara guiarte a través del proceso completo de una regresión VEV, o de Vida Entre Vidas, que dura de siete a ocho horas repartidas en dos días. Para empezar, es un procedimiento interactivo que requiere retroalimentación individual entre terapeuta y paciente que no es posible en un libro de esta naturaleza. Ni siquiera puedo realizar una regresión VEV para mí mismo después de todos estos años. Creo que las regresiones a vidas pasadas, y a vidas entre vidas, se guían mejor con un terapeuta de regresión capacitado, pero sí creo que puedes realizar una regresión autoguiada a momentos anteriores en esta vida, incluyendo tu vida en el útero, y aun así experimentar muchas de las valiosas características y perspectivas que podrías obtener de una sesión con un terapeuta capacitado. En este capítulo, y en el siguiente, aprenderás prácticas que facilitarán la regresión al útero, la identificación del propósito de tu alma, y el encuentro con tu guía espiritual.

El proceso de hipnosis en la terapia de regresión abre la puerta a la mente inconsciente, no solo para localizar el origen de las emociones, creencias y estrategias de supervivencia almacenadas, sino también para descubrir talentos y habilidades del pasado. Esos recuerdos se vuelven tan accesibles como los recuerdos conscientes que llevamos de cosas que nos sucedieron en etapas anteriores de la vida, desde la infancia hasta la semana pasada. Podemos pensar que los recuerdos se almacenan en el cerebro, pero lo cierto es que ni siquiera los neurocientíficos saben exactamente dónde se almacenan los recuerdos a largo plazo. Teorías recientes sugieren que los nuevos recuerdos se forman en el hipocampo y luego se transfieren a la corteza frontal. Pero los investigadores no pueden proporcionar pruebas de ninguna de las dos ubicaciones. A falta de evidencia científica que demuestre lo contrario, mi experiencia me dice que los recuerdos traumáticos se alojan en el cuerpo y la mente subconsciente, y una amplia variedad de recuerdos se almacenan en la mente superconsciente, o alma, a lo largo de muchas vidas.

Nota. Puedes consultar el trabajo de Moheb Costandi, “¿Dónde se almacenan los recuerdos antiguos en el cerebro?”, Scientific American (10 de febrero de 2009), https://www.scientific american.com/article/the-memory-trace/.

La terapia de regresión pide a la mente consciente que se aparte para que los recuerdos, (buenos o dolorosos), puedan aflorar desde el subconsciente. El proceso es similar a intentar recordar el nombre de alguien con quien te acabas de encontrar en la calle. Puede que no lo recuerdes en ese momento, por mucho que lo intentes, pero media hora después, mientras haces otra cosa, el nombre te viene a la mente sin invitación. Por eso pedimos a la mente que se aparte y simplemente observe y registre, para que el subconsciente pueda activarse durante la regresión. Hicimos lo mismo en el capítulo 1, para que la mente dejara de bloquear el acceso al corazón y a las emociones y así poder reconectar con los sentimientos enterrados. Aquí, queremos acceder al subconsciente y al superconsciente para poder revivir recuerdos profundamente enterrados de sucesos agradables o traumáticos del pasado. Una vez que nos acostumbramos a dejar que los recuerdos subconscientes afloren a la consciencia, se vuelve más fácil con el tiempo.

Cuando realizo regresiones hipnóticas generalmente primero regreso a los recuerdos de la infancia. Una razón para esto es acostumbrar a las personas al proceso de confiar en los recuerdos y permitir que afloren en lugar de intentar recordar o "imaginar" lo sucedido. Hago esto incluso si el cliente viene buscando específicamente una regresión a vidas pasadas, o a una vida pasada después de haber leído los libros de Newton, o haber oído hablar de la regresión a vidas pasadas. A menudo desean tener una experiencia "extraña", como una atracción espiritual en un parque de diversiones, pero eso sería contraproducente. En la mayoría de los casos es mejor mirar primero su vida actual y luego retroceder.

Muchas personas tienen recuerdos maravillosos de etapas anteriores de su vida que han olvidado o enterrado. Así que empiezo invitándolas a regresar a algo agradable o placentero de la infancia. A menudo recuerdan una fiesta de cumpleaños, una experiencia en la naturaleza o simplemente momentos tranquilos con sus padres, hermanos o amigos. Sin embargo, no siempre regresan directamente a un momento agradable. Cuando comencé este proceso con una mujer que me contó que había sido abusada sexualmente por su padre, insistiendo en que no tenía recuerdos agradables de su infancia, regresó a una escena en la que su padre la abusaba. Pero a medida que avanzamos en este recuerdo recordó que su tío había entrado en la habitación, vio lo que estaba sucediendo y la sacó rápidamente de allí. La rescató y procedió a cuidarla, pero ella había enterrado ese buen recuerdo con todos los malos: el recuerdo de alguien que se preocupó por ella y la rescató de su padre incestuoso. Tan solo ese recuerdo positivo despertó un torrente de otros recuerdos de momentos más felices que había bloqueado por completo.

A menudo, la gente se preocupa de que la regresión no funcione porque suena a fantasía. Pero la verdad es que retrocedemos espontáneamente, y a menudo inconscientemente, a lo largo del día. Cuando oigo el tintineo de los cubitos de hielo en un vaso retrocedo, espontáneamente, a cuando tenía catorce o quince años y oía a mi padrastro preparándose su primera copa del día. Esa era mi alerta roja para prepararme a las diatribas y rabietas que, probablemente, vendrían después. De igual manera, cada vez que oigo a alguien barajando cartas recuerdo cuando tenía siete u ocho años y mis padres invitaban a amigos a jugar al bridge. Es una asociación agradable porque mi hermano y yo estábamos en pijama viendo las series favoritas y quizás hurtando dulces de la cocina. En ambos casos, no solo recuerdo un momento del pasado sino que me adentro en el estado de ánimo que sentía en esas situaciones tan diferentes.

Con la siguiente práctica comenzarás retrocediendo a un recuerdo agradable de la infancia, la adolescencia o incluso del año pasado, antes de pasar a formas de regresión más complejas.

Práctica: Regresión a un recuerdo agradable.

Esta práctica no trata de intentar recordar sino, simplemente, de dejar que los recuerdos te lleguen. Si no tienes recuerdos agradables de la infancia puedes recordar algo agradable de días recientes, del mes pasado o de hace un año, lo que sea agradable que te venga a la mente. Aunque el objetivo sea recordar algo agradable es posible que te encuentres adentrándote en un momento ambiguo o no tan agradable. Si eso ocurre respira hondo y regresa a tu lugar seguro. Luego, vuelve a empezar y espera a que un momento agradable llegue a la memoria.

Respira profundamente y deja que tus ojos se cierren mientras comienzas a relajar mente y cuerpo. Relaja pies y piernas. Relaja manos y brazos. Relaja cara, frente, ojos y boca.

Ahora, tómate unos momentos para observar los pensamientos. Simplemente presta atención a lo que la mente te dice. Ahora, dirige la atención al centro del corazón, el centro de tus sentimientos y emociones. Respira hacia el centro del corazón, invitándolo a abrirse ya que es la puerta a tu mundo interior. A medida que el corazón se abre, observa los sentimientos que afloran. Deja que esos sentimientos surjan, y déjalos ir.

Ahora, imagínate en un lugar donde te sientas seguro, tranquilo y relajado. Puede ser un lugar real o imaginario. Usa todos tus sentidos con la mayor intensidad posible para imaginar que estás allí. Siéntate o recuéstate cómodamente y entra en un estado meditativo profundo: un estado de consciencia expandida. Deja que tu consciencia se expanda más allá de los límites de la mente.

Empieza a flotar, a retroceder en el tiempo, a lo largo de la línea temporal de tu vida. Regresa ahora a algún momento agradable o placentero de tu infancia, no algo que tengas que intentar recordar, sino algo que permitas que surja de la mente más profunda. Simplemente déjalo suceder. Confía y deja que la escena se desarrolle. Puede ser algo que veas, intuyas o sientas. Tómate todo el tiempo que necesites para disfrutar de tus recuerdos, tal como surgen. Si te sientes juguetón o despreocupado, deja que esas emociones te llenen y recuerda que puedes regresar a esa escena y a esos sentimientos cuando quieras.

Aférrate a esas buenas sensaciones y regresa suave y gradualmente al momento, lugar, día y fecha actuales. Regresa completamente. Regresa a tu estado normal de consciencia. Toma consciencia del cuerpo en la silla, el sofá o el cojín. Y cuando estés listo, abre los ojos y tómate un tiempo para integrar tu experiencia.

Recuerdos del alma en el útero.

Como introvertido, a menudo me ha costado estar frente a una audiencia, aunque se ha convertido en parte integral de mi trabajo. Necesitaba resolver la creciente incomodidad que sentía al hacer más apariciones públicas. Me di cuenta de que, en todas mis regresiones, había pasado algo por alto por completo. Si bien era consciente de mi propósito en esta vida no fue hasta que hice una regresión al útero que entablé un diálogo entre mi personalidad humana y mi alma. Le dije a mi alma que subir al escenario público era doloroso y mi alma respondió: "Para eso estás aquí". Le pregunté por qué tenía una personalidad tan tímida cuando necesitaba justo lo contrario.

Mi alma dijo que mi personalidad es lo que hace que las personas se sientan seguras al abrirse y confiar en mí porque no estoy basado en el ego ni tengo la necesidad de ser famoso. Por primera vez, vi mi introversión como una ventaja, y a partir de eso reconocí que la personalidad de mi alma y mi personalidad humana son diferentes por una razón. Ahora tengo mucho menos conflicto sobre esa diferencia y me ha resultado más fácil ayudar a otros a superar su propia incomodidad con tener la naturaleza de un alma y una personalidad humana. A estas alturas, probablemente ya estés vislumbrando la naturaleza de tu alma y observando la diferencia entre ella y tu naturaleza humana. A medida que continúes por este camino te darás cuenta de que la naturaleza que vislumbras durante las experiencias espirituales, como la regresión o la entrada en los estados expandidos que has experimentado en las prácticas a lo largo de este libro, es quién realmente eres. Las prácticas de este capítulo representan el siguiente paso en ese viaje de expansión hacia la esencia de tu alma.

Como sabes, las emociones, creencias y estrategias de supervivencia que desarrollamos en la infancia influyen en la vida actual. Pero decir que las desarrollamos en la infancia no lo explica todo. He visto que, en muchos casos, estos elementos comenzaron a desarrollarse en el útero materno, donde también se fusionaron con elementos traídos de vidas anteriores a esta vida por la mente superconsciente. (Nota: Uso los términos "superconsciente" y "alma" indistintamente). Una vez en el útero materno, además, los aspectos del alma traídos de vidas pasadas se fusionan con el cuerpo y el cerebro en desarrollo de la persona en la que te convertirás, y esa fusión incluye los pensamientos y sentimientos de los padres, especialmente los de la madre.

Tras el nacimiento, la mente subconsciente permanece relativamente libre de filtros durante los primeros seis años de la infancia, hasta que la mente consciente, o mental, asume el control con mayor plenitud. Por ello, el entorno emocional y físico de la madre seguirá teniendo un gran impacto en el desarrollo de las emociones, creencias y estrategias.

Los elementos que elv alma trajo al útero, (tales como emociones, creencias y estrategias), combinados con toda la sabiduría y experiencia adquiridas a lo largo de múltiples vidas, también forman parte del desarrollo espiritual. En el útero, la mente, la personalidad y el cerebro se desarrollan junto con el cuerpo. Mientras tanto, el alma que nace, con su intención de desarrollarse en esta vida, se fusiona con el cuerpo en el útero. Durante la gestación, hay un libre ir y venir en el útero, y esa fusión continúa después del nacimiento, un proceso que, según algunos, continúa durante los primeros seis o siete años de vida física.

Puedes leer los trabajos de Bruce H. Lipton, La biología de la creencia: Liberando el poder de la conciencia, la materia y los milagros , edición revisada (Carlsbad: Hay House, 2015), 122, 179–180. Véase también Thomas R. Verny y Pamela Weintraub, Pre-Parenting: Nurturing Your Child from Conception (Nueva York: Simon & Schuster, 2003).

Y así, a medida que retrocedemos hipnóticamente a la vida en el útero, nos acercamos al ser auténtico, a la sabiduría interior, al plan divino que trajimos de la vida anterior. Cuanto más accedamos a esa sabiduría mejor podremos ver la verdadera naturaleza sin obstáculos. Pero, durante la regresión, también necesitamos percibir cómo esa sabiduría interactuó con el cuerpo físico que estamos desarrollando y el impacto que tendrá en la vida futura.

Obtener acceso a la memoria intrauterina.

Todas tus experiencias se graban en tu memoria subconsciente, por lo que puedes conectar con ellas mediante la regresión. Y sabemos, por el trabajo de Michael Newton, Brian Weiss y otros, que los recuerdos también se graban en el aspecto inmaterial de tu ser, tu superconsciente o alma. Lo que llamamos "recuerdos intrauterinos" es significativo porque representa el primer vistazo a la naturaleza del alma: una consciencia que aún no está completamente integrada con el cuerpo y, por lo tanto, no se ve afectada, ni para bien ni para mal, por la vida que viene.

La memoria intrauterina también refuta la creencia de que los recuerdos se almacenan en el cerebro, ya que este no se forma completamente en el útero. Las personas a menudo pueden describir con detalle los sucesos que le sucedieron a su madre mientras aún estaban en el útero.

Una mujer de mediana edad, Muriel, tenía una fobia al fuego tan severa que no podía tener una vela encendida en su casa, y no permitía que su esposo encendiera fuego en la chimenea. Sin embargo, mientras Muriel estaba de cena en casa de una amiga, el anfitrión encendió fuego en la chimenea, lo que la hizo salir corriendo y gritando de la casa. Ese incidente llevó a Muriel a buscar tratamiento, y durante la regresión al útero, describió haber visto a su madre en su casa una noche, cuando el quemador de aceite se incendió, la casa se llenó de humo y su madre salió corriendo a la calle gritando a sus vecinos que llamaran a los bomberos. Muriel no tenía ningún recuerdo consciente del suceso, pero después de la sesión llamó a su madre y esta confirmó la historia. Su madre se sorprendió de que preguntara al respecto ya que el suceso ocurrió mientras estaba embarazada de Muriel y nunca se lo había contado tras el parto. Unos meses después, Muriel expresó su alegría cuando su esposo pudo encender la chimenea y ella no tuvo reacción adversa.

También almacenamos otros tipos de recuerdos en el útero. El útero también es el primer punto de acceso a los recuerdos almacenados en el alma sobre su propósito al encarnar. La investigación de Michael Newton, con pacientes que regresaron al tiempo entre vidas, estableció que el alma interactúa con sus guías en una serie de sesiones de planificación pre-vida. Durante estas sesiones, sus clientes informaron que trabajaron en colaboración con guía o guías para determinar el plan de renacimiento, basándose en lo que su alma necesitaba trabajar en la próxima vida.

Cynthia se quejaba de que sentía que algo le faltaba desde hacía mucho tiempo. No podía identificar qué era y le preocupaba. Tenía una relación que la apoyaba y sus necesidades materiales estaban cubiertas pero no podía quitarse de encima la sensación de que algo faltaba. Retrocediendo a la infancia sintió esa ausencia incluso siendo muy pequeña. Cuando regresó al útero de repente dijo: «No estoy sola. Hay alguien más aquí. ¡No puede ser!». Cynthia exclamó: «¡Tengo una gemela!». Luego se detuvo y añadió: «Pero no tengo gemela, así que no puede ser. Eso es lo que me falta».

Salió de la consulta confundida y perturbada sin saber si hablaba en sentido literal o metafórico. Esa noche, cuando contactó a su madre y le preguntó si había tenido una hermana gemela, aquella rompió a llorar. Reveló que uno de sus dos bebés había nacido muerto, pero que estaba tan desconsolada que pidió a los médicos que "cuidaran" del otro bebé y nunca más volvió a hablar del tema.

Las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte afirman que a menudo no recuerdan gran parte de lo aprendido durante ellas, especialmente si ocurrieron durante un paro cardíaco o suceso catastrófico similar. Su mente consciente suele bloquear por completo el recuerdo y no pueden recordarlo en absoluto. Además, el uso de anestesia y sedantes en muchos casos altera aún más el recuerdo de una experiencia cercana a la muerte. Creo que una alteración similar ocurre al nacer, cuando alma y cuerpo abandonan el "lugar seguro" del útero con su colchón de líquido amniótico. El complejo cuerpo-alma que constituye un recién nacido de repente tiene que empezar a respirar por sí mismo, a calentarse y, en efecto, a alimentarse. Michael Newton escribió elocuentemente sobre la conmoción de esa salida del útero:

Pasar este tiempo dentro de la madre no significa que estemos completamente preparados para el impactante paroxismo del parto, con luces cegadoras de hospital, tener que respirar aire repentinamente y ser manipulados físicamente por primera vez. Mis pacientes dicen que si compararan el momento del nacimiento con el de la muerte el impacto físico de nacer es mucho mayor. Newton, “El destino de las almas

Regresión intrauterina para encontrar el propósito de vida.

Al nacer el alma no solo abandona la comodidad del vientre materno sino también lo que era antes del renacimiento, el abrazo del amor expansivo e incondicional, con la libertad de viajar a cualquier lugar a voluntad, y tiene que encajar en un bebé necesitado y llorón, completamente dependiente de quienes lo rodean.

Samantha era una psíquica exitosa pero había comenzado a cuestionar su propósito vital porque nunca sentía que lograba lo suficiente. Aunque tenía setenta años, una energía enorme, (más que muchas personas de cuarenta que conozco), vivía la vida con gran urgencia. Tenía la agobiante sensación de que aún quedaba mucho por hacer. Al regresar al útero experimentó que su alma tenía una enorme energía, y al observar al diminuto feto desde arriba se preguntó cómo podría encajar toda en aquel diminuto cuerpo en formación. "Tengo mucho trabajo por hacer", exclamó. "¡Tengo cosas muy importantes que lograr!"

Samantha estaba consternada porque, dado su ambicioso plan de vida, no iba a poder ni siquiera caminar ni hablar durante varios años. "¿Y los pañales?", preguntó riendo. "¡Debes estar bromeando! ¿Cómo voy a hacer todo lo que necesito en esta vida?". Al mismo tiempo, vio que su trabajo como psíquica le otorgaba poderes mucho mayores que no estaban restringidos por los límites de la materialidad humana. Poco a poco llegó a comprender sus frustraciones y pudo aceptar mejor sus limitaciones físicas. Con esa aceptación se dio cuenta de que lograba lo que se había propuesto, aunque no lo sintiera así.

A menudo nos sorprende cómo lo que se revela durante una regresión intrauterina respalda un plan de vida que desconocemos. Al final de sus treinta, Terry me contó que estaba preocupado y se preguntaba sobre su propósito en la vida. Cuando le pregunté si podía ser más específico dijo que pensaba que quizás era hora de sentar cabeza, aunque no estaba realmente dispuesto a hacerlo. Nunca había tenido trabajo, vivido en un mismo lugar durante más de dos o tres años, ni una relación seria que durara más de uno o dos años por lo que sus amigos y familiares le aconsejaban que se sentara la cabeza y encontrara estabilidad. Tras la regresión intrauterina Terry exploró cómo se sentía su alma en ese momento sobre lo que venía a hacer en este planeta. En el proceso reconectó con la naturaleza de su alma, que era la de un explorador. Recordó que mientras estaba en el útero su objetivo había sido tener en esta vida tantas experiencias diferentes como fuera posible. Y aunque estaba en la edad en que la mayoría de la gente suele sentar cabeza, iba por buen camino para cumplir la misión de su alma. Aprender esto le ayudó a sentirse más cómodo con su resistencia a establecerse, al menos en ese momento de su vida. Si hubiera ido en contra de su propósito de vida, intentado establecerse prematuramente, las consecuencias podrían haber sido realmente dolorosas.

Práctica: Regresando al propósito de tu alma.

Puedes acceder a tus recuerdos del alma, y comprender tu propósito de vida, mediante una regresión autoguiada al útero. (En el siguiente capítulo, después de conocer a tu guía, podrás realizar una revisión de vida como forma adicional de identificar el propósito de tu alma).

Respira profundamente y deja que tus ojos se cierren mientras comienzas a relajar mente y cuerpo. Relaja pies y piernas. Relaja manos y brazos. Relaja cara, frente, ojos y boca.

Tómate unos momentos para observar los pensamientos. Presta atención a lo que la mente te dice. Ahora, dirige la atención al centro del corazón, el centro de tus sentimientos y emociones. Respira hacia el centro del corazón, invitándolo a abrirse, ya que es la puerta a tu mundo interior. A medida que el corazón se abre observa los sentimientos que afloran. Deja que estos sentimientos surjan, y déjalos ir.

Ahora, imagínate en un lugar donde te sientas seguro, tranquilo y relajado. Puede ser un lugar real o imaginario. Usa todos los sentidos con la mayor intensidad posible para imaginar que estás allí. Ponte cómodo, sentado o tumbado, y sumérgete en estado meditativo profundo: un estado de consciencia expandida. Deja que la consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Empieza a flotar, a retroceder en el tiempo a lo largo de la línea temporal de tu vida.

Viaja al pasado ahora, a lo largo de esa línea temporal. Recuerda alguna ocasión agradable o placentera de tu juventud, quizás incluso de tu infancia. Simplemente deja que suceda, que fluya y regrese a algo placentero y agradable. Deja que la escena se desarrolle y confía en lo que viene. Puede ser algo que veas, percibas o sientas. Simplemente deja que los recuerdos se desarrollen. Observa lo que sucede a tu alrededor. Observa cómo te sientes.

Respira hondo, relájate de nuevo y continúa tu viaje en el tiempo. Retrocede ahora a ese momento único en el útero, a mitad de tu desarrollo. Adéntrate en él, y en tu cuerpo en desarrollo. ¿Qué es lo primero que notas? Observa cómo te sientes al nacer. ¿Cuál es tu sentido de por qué vienes? Pregúntale a tu alma el porqué vienes. Pregúntale qué espera hacer en la próxima vida. Pregúntale qué quiere aprender durante esta vida. Tómate todo el tiempo que necesites para permitir que tu alma te revele cuál es su propósito al venir en este momento.

Con una mayor comprensión de lo que vienes a hacer aquí. y recordando todo lo que has vivido, emprende tu viaje de regreso a este día, a esta fecha, hora y lugar. Regresa plenamente. Reconecta con tu cuerpo y conéctate a tierra. Respira más profundamente. Mueve un poco manos y pies. Abre los ojos cuando estés listo.

Dedica unos minutos a registrar en tu diario lo que aprendiste sobre el propósito de tu vida. Repetir este ejercicio te ayudará a reconectar con la sabiduría y el propósito de tu alma para estar aquí, fortalecerá tu comprensión y aclarará tu percepción de cuál es tu meta en esta vida. Puede ser fácil generalizar que tu misión aquí es aprender a amar, pero eso es cierto para todos en algún nivel. Pregunta a tu alma qué aspecto del amor, o qué aplicación del amor, estás aquí para explorar.

Cómo nos influyen las experiencias en el útero.

Aunque el estado mental y bienestar físico de los padres pueden afectar al feto en desarrollo de forma duradera, en gran medida ignoramos las causas profundas de una disfunción. La ansiedad a menudo se puede reducir con la práctica: "Encontrar tu lugar seguro", que aprendiste en el capítulo 1, pero a veces no es suficiente. La razón de esta falta de resolución puede ser que la causa raíz de la ansiedad no surgió en la primera infancia, sino en el útero o incluso antes de esta vida. Por la misma razón que la terapia de conversación convencional tiene dificultades para abordar los traumas implantados en el subconsciente durante la primera infancia o en el útero, por lo general no se puede abordar los traumas de vidas pasadas que el alma trae a esta vida.

El feto en desarrollo almacena la ansiedad en alguna parte del cuerpo, a menudo en el vientre o el pecho. La ansiedad de la madre también puede afectar el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso. No es que la madre haya hecho algo malo sino que experimenta ansiedad por alguna razón y el feto, en cierto sentido, se macera en la ansiedad mientras el alma que nace se adapta al cuerpo. La ansiedad que ha sido absorbida y almacenada en el vientre del feto en desarrollo permanecerá allí durante la edad adulta. De hecho, si tuviste dificultades para liberar emociones perturbadoras durante las diversas prácticas de liberación del capítulo 3 puede que la siguiente práctica te resulte más efectiva porque llega a un nivel más profundo.

La mente superconsciente y subconsciente que se forma en el feto en desarrollo genera creencias a partir de emociones almacenadas, como ansiedad, miedo, depresión o ira. Creencias como: «No soy amado ni deseado» , «Soy un problema» , «Es mi culpa», o, «No hay suficiente» se forman, residen en el subconsciente, y afectan profundamente la vida.

En esta situación, el alma encarnada genera estrategias de supervivencia. El alma del feto puede intentar consolar a la madre enviando pensamientos o energía reconfortantes. A veces el alma provoca que el feto patee para llamar la atención de la madre sobre su ansiedad. En este caso, el bebé tiene que calmar y tranquilizar a su madre en lugar de lo contrario. Las posibles repercusiones de esta estrategia se extienden a la vida adulta.

Otra estrategia, —la de atrincherarse—, consiste en las diversas maneras de resguardar el alma mediante la construcción de capas de protección. Otra, lleva a la consciencia en desarrollo del bebé a contraerse, de forma similar al insecto que se enrollan formando una bola defensiva al ser tocado. Si la situación en el útero es demasiado incómoda el alma puede salir por un tiempo; puede entrar y salir del cuerpo en desarrollo y regresar solo al nacer. Esto puede causar problemas más adelante en la vida, en cuanto a la relación con el cuerpo, produciendo disociación. Incluso un suceso menor puede desencadenar la respuesta de abandonar el cuerpo. La mayoría de los psicólogos no piensan en la disociación como energía del alma que abandona el cuerpo, pero eso es lo que sucede.

También podemos desarrollar creencias limitantes basadas en experiencias vividas en el útero. Sandy, una paciente, tenía grandes dificultades en su relación sentimental a pesar de que el novio le decía a menudo cuánto la amaba. "Lo dice, pero no puedo creerlo", dijo. "No soy digna de amor, así que nadie podrá amarme".

Cuando Sandy regresó al origen de su sentimiento de falta de amor recordó haber estado en el vientre de su madre, de dieciséis años, y sentirse desamparada e indeseada. Su madre, católica, había sido enviada a un hogar comunitario donde padres católicos solían enviar a sus hijas solteras y embarazadas a tener a sus bebés, que posteriormente daban en adopción. Aunque la madre de Sandy decidió no abortar y dio a luz a una niña sana, durante su embarazo no sintió ni expresó amor ni afecto por la vida que se gestaba en su interior. Una vez nacida Sandy, su madre nunca la abrazó ni creó un vínculo con ella antes de que Sandy fuera entregada a otra pareja. Esa ausencia de amor, que se manifestaba como indiferencia, había transmitido a Sandy que no era deseada.

En la práctica de regresión uterina, Sandy se transformó en un feto del vientre de su madre, lo colocó en su propio vientre y le dijo al embrión que lo amaba y deseaba. Se acarició el vientre con cariño, como había visto hacer a tantas embarazadas. Sandy superó su sentimiento de no ser digna de amor al enviar al bebé en desarrollo el amor que nunca había recibido. Tras esta práctica, Sandy descubrió que podía confiar en el amor de su novio y, finalmente, se casó con él y formó su propia familia.

Tienes dentro de ti la capacidad de reorientar tu vida actual asumiendo el papel de padre o madre. A menudo nos preguntamos con frustración cómo pudimos elegir a los padres biológicos, pero sea cual sea tu creencia sobre la planificación de pre encarnación, sin duda tienes el poder de revisar y tomar las riendas de tu propia gestación ahora. Al brindar a tu feto el amor y el consuelo que no recibió, al liberar las causas de ansiedad o miedo que afectaron a tu madre y, por ende, a ti mismo, puedes, en cierto sentido, convertirte en el padre o madre que desearías haber tenido.

Práctica: Reeducando a tu yo en el útero.

En esta práctica comenzarás retrocediendo a tu infancia, yendo hasta el útero materno. Una vez allí tomarás al feto y lo colocarás en el corazón o útero, liberando cualquier emoción aflictiva proveniente de tu madre o padre, o de cualquier otro elemento del entorno. Luego, brindarás al feto en desarrollo el amor y consuelo que necesitaba, pero que no recibió plenamente.

Puede que sientas una sensación de calma, paz y amor al entrar al útero. Si es así, no intentes arreglar lo que no está roto. Acéptalo y disfrútalo.

Respira profundamente y deja que tus ojos se cierren mientras comienzas a relajar mente y cuerpo. Relaja pies y piernas. Relaja manos y brazos. Relaja cara, frente, ojos y boca.

Ahora, tómate unos momentos para observar los pensamientos. Simplemente presta atención a lo que la mente te dice. Ahora, dirige tu atención al centro del corazón, el centro de tus sentimientos y emociones. Respira profundamente en el corazón, invitándolo a abrirse, ya que es la puerta a tu mundo interior. A medida que el corazón se abre, observa los sentimientos que afloran. Deja que estos sentimientos surjan, y déjalos ir.

Ahora, imagínate en un lugar donde te sientas seguro, tranquilo y relajado. Puede ser un lugar real o imaginario. Usa todos tus sentidos con la mayor intensidad posible para imaginar que estás allí. Ponte cómodo, sentado o tumbado, y sumérgete en un estado meditativo profundo: un estado de consciencia expandida. Deja que tu consciencia se expanda más allá de los límites de la mente. Empieza a flotar, a retroceder en el tiempo, a lo largo de la línea temporal de tu vida.

Viaja al pasado ahora, a lo largo de esa línea temporal de tu vida. Retrocede a algún momento agradable o placentero de tu infancia, quizás incluso de tu adolescencia. Simplemente deja que suceda, que fluya, y regresa a algo agradable y placentero. De muy joven. Deja que la escena se desarrolle y confía en lo que viene. Puede ser algo que veas, percibas o sientas. Simplemente deja que los recuerdos se desarrollen. Observa lo que sucede a tu alrededor. Observa cómo te sientes.

Respira hondo otra vez, relájate, y continúa el viaje en el tiempo. Retrocede ahora a ese momento único en el útero, a mitad de tu desarrollo. Adentrándote en el útero y en tu cuerpo en desarrollo, ¿qué es lo primero que notas?

Como el adulto cariñoso y amoroso que eres hoy, acércate a ese pequeño tú, sostenlo en tus manos o ponlo en tu útero (si eres mujer), o en el corazón. Sostén ese pequeño tú y dile lo siguiente: “Estás a salvo, amado, eres necesario, eres deseado. Te veo. ¡Eres bienvenido!”. Da la bienvenida a este pequeño que eres tú, a ese cuerpo en desarrollo, a la familia a la que está llegando. Da la bienvenida al mundo a este pequeño que eres tú. Da a este pequeño la bienvenida que necesitabas pero que no recibiste en aquel momento. Di a tu pequeño tú: “Te amo. Estoy aquí para ti. Estás a salvo conmigo”. Como hiciste con tu niño interior, pregunta a tu pequeño tú qué es lo que más quiere o necesita en este momento, y bríndaselo.

Sintiéndote más seguro, amado y aceptado, emprende el viaje de regreso a este día, fecha, hora y lugar. Regresa plenamente. Reconecta con tu cuerpo y conéctate a tierra. Respira más profundamente. Mueve un poco manos y pies. Siente las caderas y la pelvis. Abre los ojos cuando estés listo.

El proceso de reparentalización suele ser gradual. No es necesario repetir la práctica, pero sí conectar regularmente con el alma que reparentaliza durante, al menos, una semana o más, casi como si estuvieras con el embarazo de la nueva vida que necesitas nutrir. Esto es similar a lo que hiciste con tu niño interior. Conectar con el alma que llega es una forma de sanar traumas tempranos al establecer intimidad y aceptar quién eres en lo más profundo de tu ser. Puede que te sea útil colocar la mano sobre tu vientre y repetir las frases que usaste en el capítulo 4: «Soy. Tengo derecho a ser. Elijo vivir».

Quizás una de las autocríticas más frecuentes que debes afrontar es: «Algo anda mal conmigo». Conectar con los recuerdos del alma, y nutrirlos, puede ser de gran ayuda para resolver ese reproche. Y, en el proceso, te acerca a tu objetivo final, que no es otro que conectar con la esencia de tu alma.

 

Capítulo 9: Conecta con la esencia de tu alma y conoce a tu guía.

 

Como espero que ya sepas, en lo profundo de cada uno de nosotros reside un gran espíritu, un lugar de profunda sabiduría, creatividad, poder y amor, que ha sido oscurecido por capas endurecidas de dolor y defensas de la infancia. Tras haber explorado las capas en los capítulos anteriores, comenzando con la intervención consciente y las prácticas de apertura del corazón de los capítulos 1 y 2, es posible que ya hayas comenzado a vislumbrar la esencia de tu alma, que es la capa en la que nos centraremos en este capítulo.

Mi primer profesor de hipnoterapia dijo que una vez que pasas de la mente consciente al subconsciente y has eliminado algunos de los bloqueos subconscientes que te frenan, puedes empezar a progresar del subconsciente al superconsciente y a tener experiencias espirituales más profundas. En este punto de tu viaje esencial de sanación puede que tú también estés empezando a notar esto.

La esencia del alma posee una gran sabiduría proveniente de vidas de experiencia, y ha llegado a esta vida con un propósito. Es consciente de lo que desea lograr y de las valiosas lecciones que quiere aprender para crecer espiritualmente. En este capítulo te guiaré a través de diversos métodos y te brindaré herramientas para conectar con tu esencia del alma y descubrir la mayor verdad posible sobre tu misión.

Recuerda quién eres, y sé eso.

A veces, lo que creemos que es la esencia es, en realidad, una ilusión. Dora, mujer de veintitantos años, se sumergió en las capas de su alma para encontrar un horrible demonio, con ojos saltones, rojos y pequeños. Está claro que nuestra esencia no es malvada pero esto es lo que ella creía que era en su esencia porque, durante toda la infancia, ¡así fue como su padre le dijo que era! Si te encuentras con proyecciones que has adoptado o absorbido de otros, especialmente a edad temprana, necesitas saber que no son lo que tu eres y que debes seguir adelante. Dora, por ejemplo, siguió cavando y encontró una esencia de alma mucho más hermosa de lo que podría haber imaginado, que luego se expandió y rompió con toda la basura ilusoria que su padre le había impuesto. El proceso destruyó la imagen dolorosa con la que había vivido durante más de veinte años. Es un proceso poderoso, y como quizás necesites repetirlo varias veces para llegar al final, te ofreceré una guía para reiterarlo.

La siguiente práctica replica e integra todas las anteriores, comenzando con el proceso de relajación del capítulo 1. Al sumergirnos en la mente y el corazón, analizando todo lo que nos han dicho y hecho, lo que hemos llegado a creer sobre nosotros mismos, explorando todos los papeles que hemos desempeñado, llegamos a la esencia misma del Ser, ese lugar donde reside la esencia del alma. Contactarás con ese yo interior y lo invitarás a manifestarse. Luego, observarás cómo te sientes en su presencia. Puede que tenga un mensaje, algo que quiera mostrar y decirte. En última instancia, quieres invitarlo a manifestarse. Sea cual sea tu experiencia con la esencia de tu alma, tu objetivo es contactar con ese yo interior y hacerlo emerger.

Así como has notado que tu niño interior a veces puede estar escondido, al principio podrías tener dificultades para localizar la esencia de tu alma o identificar dónde está. De niña, Adelaida, fue criada por una madre con trastorno límite de la personalidad, que a veces era amorosa otras una bruja aterradora. Sin saber nunca qué personalidad aparecería, Adelaida guardó la esencia de su alma en un recipiente de acero y lo enterró profundo para mantenerla a salvo. Mucho después de haber crecido y dejado el hogar perdió contacto con su esencia y casi olvidó dónde la había escondido. Cuando Adelaida practicó este ejercicio y necesitó desenterrar su esencia descubrió que aún estaba guardada en el cilindro de acero que enterró para protegerla. Abrió el recipiente y la invitó a salir, como genio que se libera de la lámpara de Aladino.

Si tienes problemas para localizar la esencia de tu alma, primero debes confiar en que está ahí. Tendrás que convencerla de que salga de su escondite haciéndole saber que es seguro presentarse. Puedes ver o sentir cómo es. Por eso a menudo llamo a este proceso: "Recuerda quién eres y sé eso". Puedes experimentar la esencia de tu alma como bola de luz, llama danzante, cristal brillante o, tal vez, una forma animal o un pájaro; puedes tener respuestas auditivas o táctiles, o alguna combinación de estas. También puedes experimentarla como una percepción o emoción, algo tan profundo como la sensación de que eres un ser divino. o tan simple como la sensación de que, después de todo, estás bien. En última instancia tu esencia no es un concepto mental, es un estado del ser.

Práctica: Conectando con la esencia de tu alma.

El objetivo de esta práctica es permitir sumergirte en las capas con las que has trabajado hasta ahora y avanzar hacia la esencia de tu alma. No se trata de detenerte a interactuar con esas capas sino, principalmente, de atravesarlas. Quizás recuerdes parte del trabajo realizado en prácticas anteriores, pero simplemente observa y continúa avanzando hacia la esencia de tu alma.

Cierra los ojos y respira hondo, larga, lenta y profundamente, relajando mente y cuerpo. Comienza el proceso de mirar hacia tu interior y permitir que la consciencia se expanda. Tómate unos momentos para observar tus pensamientos. Simplemente presta atención a lo que la mente te dice. No necesitas hacer nada al respecto. Simplemente presta atención a lo que te dice. ¿Qué es lo que la oyes decir?

Ahora, respira hondo, más lento y profundo, dejando ir tu atención de tus pensamientos a tus sentimientos. Para ello, coloca una mano en el centro del pecho, en el centro del corazón, y respira y siente hacia tu centro, invitando al corazón a abrirse. Deja caer esos escudos, esos muros, al menos por ahora, y comienza tu viaje hacia tu interior. Profundizando cada vez más hacia el interior, hacia la esencia misma de tu ser. Como una flecha que atraviesa los escudos, protecciones y armadura. Profundizando cada vez más en tu interior. Hacia tu ser interior. Superando cualquier herida, daño o decepción que hayas experimentado. Más profundo cada vez. Superando todo lo que la gente te dijo, o te hizo. Más allá de todo lo que llegaste a creer de ti mismo. Superando todas las personalidades, los diferentes papeles que has desempeñado. Superando a la madre o al padre, al hijo o a la hija, a la pareja, al esposo o la esposa, al hermano o la hermana. Superando al maestro, al sanador, a la víctima, al complaciente, al responsable. Sigue superando cualquier papel que hayas adoptado. Profundiza cada vez más en tu interior, en la esencia misma de tu ser. Hacia lo que llamamos “esencia del alma”. Explora todo lo que has llevado para los demás, incluyendo a tus padres, abuelos y generaciones anteriores de tu linaje familiar.

Y si te sientes más cómodo relajando la mano a tu costado en este momento, claro que está bien. Profundiza en tu interior, más allá de todas esas capas de suciedad. Porque en lo más profundo de tu ser reside tu esencia, tu auténtico yo. Tu yo sabio y maravilloso. La esencia de tu alma.

Continúa profundizando hacia el interior hasta que puedas ver, sentir y experimentar ante ti ese auténtico tú, ese tu que es la esencia, tu alma. Sea cual sea su forma, permítete conectar con tu esencia ahora. Si tienes alguna dificultad para ver o sentir la esencia del alma invócala. Invítala a que se acerque, o encuentra dónde ha estado escondida, o la escondiste, para protegerla, y déjala salir.

Tómate tiempo para percibir cómo se siente estar en presencia de tu auténtico yo, de tu sabiduría interior, creatividad, poder y amor, de tu esencia del alma. Y tu esencia tiene un mensaje para ti, algo que ha querido transmitirte, quizás desde hace mucho tiempo. Permítete tomar consciencia de esas palabras de sabiduría, de esa energía sanadora o luz, sea lo que sea. ¿Qué quiere mostrar, o decirte, tu auténtico yo?

Que cada respiración sea una invocación a la esencia de tu alma, llamándola hacia adelante. Invítala a llenar tu ser: el corazón, la mente y tu cuerpo. Deja que rompa esas capas ásperas que se han acumulado con el tiempo para que te llene por completo. Invítala a crecer hasta que irradie más allá de los límites del cuerpo. (O, si lo prefieres, date tiempo para experimentar tu esencia del alma antes de compartirla con los demás).

Deja que te llene e irradie más allá de los límites físicos del cuerpo y mente. Llena tus pensamientos, tus palabras, tus acciones, tu hogar, tu vida con la esencia que siempre ha estado ahí, en lo más profundo de tu ser.

Y en este estado de consciencia más expandido, permítete tomar consciencia gradual y pausada de tu entorno, y de la nueva energía que te rodea. Y abre los ojos poco a poco. Permítete ver a través de estos nuevos ojos. Siente a través de esta nueva piel. Experimenta el mundo como la esencia de tu alma.

Después de esta práctica te recomiendo, encarecidamente, que uses tu diario o una hoja de papel para crear una imagen, o serie de imágenes, quizás incluyendo palabras de cómo se te presenta tu esencia del alma ahora, y lo que te comunicó durante la práctica. Por eso, puedes combinar imágenes y palabras de forma creativa si lo consideras oportuno. Luego, puedes dejar el papel en casa, la oficina o el dormitorio. No se trata de habilidad artística,, sino de crear una referencia que te ayude a recordar la experiencia de nuevo, a recordar quién eres realmente. Es buena idea mirar de vez en cuando lo que has escrito y dibujado en los días posteriores a la práctica de esencia del alma. Te animo a que prestes atención a cómo ves ahora a los demás, ya sean seres queridos a quienes ves a diario, o personas con las que te encuentras por casualidad en una tienda, tabajo, o restaurante.

Durante días después de mi propia revelación de la esencia del alma, viví y respiré la experiencia. Con el paso del tiempo, quizás inevitablemente, el poder de la experiencia se desvaneció un poco, y aprendí que debía seguir nutriendo y facilitando el surgimiento de mi esencia del alma. De hecho, diría que es previsible esta disminución de intensidad, que incluso muchos practicantes y maestros espirituales altamente realizados han experimentado.

El prestigioso maestro budista estadounidense Jack Kornfield llenó un libro entero con historias de experimentados maestros y practicantes de meditación de diversas tradiciones espirituales que, tras alcanzar altos niveles de realización, aún se enfrentaban a la tarea de trasladar esa libertad a la vida cotidiana, no siempre con éxito. Véase el libro de Kornfield, «Después del éxtasis, la colada: Cómo el corazón se vuelve sabio en el camino espiritual» .

Una vez que hayas completado la práctica te resultará más fácil y rápido repetirla para nutrir tu conexión con la esencia de tu alma. Cuanto más lo hagas, más te conectes con tu esencia adentrándote en el corazón y luego conectando la mente desde esa perspectiva, más natural te parecerá. Con el tiempo, esto podría convertirse en una práctica regular, incluso diaria.

Ciertamente, es necesario profundizar en el interior antes de alcanzar niveles superiores de conciencia. Maestros espirituales de diversas tradiciones han afirmado que todos llevamos dentro una chispa de la naturaleza divina, o búdica, y que solo tenemos que despejar las obstrucciones que la han encubierto.

Ahora que has conectado con la esencia de tu alma puedes avanzar en tu camino. Tras acceder a tu sabiduría interior puedes ir más allá y conectar con tu sabiduría superior. Ya has resuelto problemas en tu cuerpo y en tu subconsciente en el camino de conectar con tu esencia. Por muy iluminada que sea tu esencia en comparación con la mente consciente, tu alma carga con otros problemas que necesitas resolver, como vimos en el capítulo anterior. Una forma de identificar y resolver esos problemas es conectar con tu guía para que te ayude a revisar tu progreso en esta vida.

Los guías son maestros amorosos.

Uno de los aspectos más profundos de mi experiencia cercana a la muerte fue que, incluso cuando mi cuerpo parecía haber muerto, mi consciencia seguía funcionando. Persistía independientemente de mi mente y cuerpo, mucho más allá de las limitaciones normales del tiempo y el espacio. Y algo más se me hizo evidente. Comprendí que, contrariamente a mis peores temores, no estaba solo. Tenía ayuda en todo esto. La parte de mí que podía contemplar mi cuerpo, alcanzado por un rayo, continuó alejándose de la Tierra, se encontró con mi guía y experimentó un amor completo e incondicional.

Esto es lo que sucedió, como describí en la introducción, cuando mi colega hipnoterapeuta David Quigley me guió a través de una regresión a mi experiencia cercana a la muerte. De repente, recibí la ayuda de un ser sabio y amoroso del que había sido prácticamente inconsciente. Ese ser me condujo al "Mar Universal de la Conciencia", donde me sentí conectado con toda la vida y, sin embargo, mantuve la identidad aunque sin la sensación de separación que suele acompañar a la autoconciencia. Durante esa extraordinaria experiencia, recibí un mensaje: "Escucha", me dijo. "Escucha al espíritu. Tienes una mente maravillosa, pero confías demasiado en ella. Medita, introdúcete en tu interior y escucha. El espíritu te habla constantemente; solo necesitas escuchar. Escucha al corazón. Escucha a tu alma. Escucha al espíritu".

Además, recibí un mensaje que indicaba que el trabajo que estaba realizando iba por buen camino, pero que necesitaba abordarlo con más intensidad, en lugar de con una mera comprensión intelectual. En ese momento tuve claro que no se trataba de la voz interior de mi ser superior, ni de mi esencia espiritual, sino de mi guía. Conocía el concepto de guía espiritual por haber leído a Raymond Moody y Michael Newton, pero nunca había sentido una relación con un guía como un ser separado de mí. Como ya he dicho, no oí una voz en mi cabeza, pero sí sentí como si recibiera un flujo de pensamientos de una fuente externa.

La mayoría de nosotros tenemos más de un guía. Quienes practican la mediumnidad suelen depender de más de un guía para recibir información del "otro lado", y estos guías suelen ser distintos de tu guía principal. Suzanne Giesemann, excomandante de la Marina y destacada profesora de mediumnidad, reconoce que algunos guías tienen un papel o función específica, pero que todos tenemos "al menos un guía espiritual principal, que nos acompaña desde el primer aliento terrenal hasta el último". Por supuesto, ese mismo guía también nos ha acompañado en vidas pasadas y nos acompañará en el futuro. Vease, Suzanne Giesemann, y su audio: “Mediumnidad: Trabajando con tus guías” (Hemi-Sync, 2018).  Al compartir lo que sus guías le han dicho, Giesemann transmite este mensaje:

Todos estamos aquí para responder a tus preguntas y brindarte asistencia, pero no responderemos a aquellas preguntas que requieren que aprendas con tu propio esfuerzo y decisiones. Te responderemos de la mejor manera posible, ya sea mediante impulsos intuitivos, atrayendo a la persona adecuada a tu vida o grabando pensamientos en tu consciencia. NOTA; Vease el libro de Giesemann, “La mediumnidad” .

Los guías siempre abogan por el libre albedrío y rara vez nos dicen que hagamos algo. Quieren que aprendamos, por lo que es tan probable que nos hagan preguntas como que nos den respuestas. Pero se comunican de diversas maneras, como veremos, y debes estar atento a las diferentes formas en que pueden hacerlo.

“Estoy aquí, contigo”.

Ruby tenía unos cincuenta años cuando realizó la práctica: "Conoce a tu guía y revisa tu vida", que realizarás más adelante en este capítulo. La razón para buscar ayuda fue la sensación de no tener a nadie que la apoyara durante la mayor parte de su vida. Se sentía sola y sin el apoyo de sus padres, su pareja ni compañeros de trabajo. Cuando esperaba encontrar a su guía, durante la práctica no había guía, lo que tomó como confirmación de que realmente no contaba con el apoyo de nadie. Sin embargo, en mi experiencia todos tenemos un guía, o, más probablemente varios, y solo es cuestión de contactar.

A medida que Ruby se irritaba cada vez más se dio cuenta de que, a lo lejos, percibía una presencia y se preguntó si esa sería su guía. En la mayoría de los casos tu guía se acercará a tu encuentro o te sentirás atraído hacia él. Pero a veces, sobre todo si siente fuerte resistencia, puede que se retraiga un poco. Impaciente, Ruby empezó a quejarse. "¿Por qué no estás aquí?", preguntó casi con amargura. "¿Por qué no me ayudas?".

En ese momento, el guía se acercó. No describió su apariencia, pero sí usó el pronombre masculino. Él hizo un gesto con la mano y señaló una escena de su vida pasada más reciente. En esa vida, que había terminado prematuramente, vio que no había logrado mucho por lo que sentía un profundo arrepentimiento. Al salir de esa vida Ruby formó la intención del alma de trabajar mucho más duro y demostrar que podía tener éxito por sí sola. El guía dijo: «Dijiste que querías vivir esta vida por tu cuenta. Pero no tiene por qué ser así. Puedo ayudarte, pero solo si me lo pides».

Como Ruby se comprometió a hacerlo todo sola, su promesa quedó fuertemente grabada en su conciencia. Su guía no podía agitar una varita mágica y cambiar esa decisión. Tomaría tiempo, y tendría que pasar página, por así decirlo, ver la inutilidad de su contrato anterior y aceptar que su guía la ayudara. Poco a poco comprendió que su guía siempre había estado ahí y que solo necesitaba que le pidiera ayuda. La abrazó y le repitió que no estaba sola. «Estoy aquí contigo», dijo, «y siempre lo he estado».

Los guías siempre nos enseñan, tanto en su forma de aparecer e interactuar con nosotros como en lo que nos dicen. No necesitan decir que te aman; su sola presencia a menudo te llena de la radiante sensación de ser amado.

Los guías nos ayudan a aprender y crecer.

Ese sentimiento de ser amado incondicionalmente es otro de los regalos que brindan los guías. En los numerosos relatos publicados de experiencias cercanas a la muerte, lo primero que muchas personas mencionan es su encuentro con un "ser de luz". Si bien quienes tienen una experiencia cercana a la muerte también pueden mencionar haber sido recibidos por seres queridos fallecidos, generalmente relatan la experiencia sobrecogedora de ser recibidos por una luz brillante que irradia calidez y amor incondicional, como nunca antes experimentaron en la Tierra. Este ser de luz suele ser un guía espiritual cuya función es calmar el miedo y la ansiedad de la persona que tiene la experiencia cercana a la muerte. El guía suele ser quien les informa que deben regresar a la vida, en la Tierra. En algunos casos, ofrecen la opción de regresar a la vida o continuar y cruzar el umbral hacia "el otro lado", lo que equivaldría a morir físicamente, aunque esto se informa con menos frecuencia que la simple orden de que deben regresar porque tienen más que aprender, o lograr.

La contribución de Michael Newton al campo de la regresión consistió en guiar a sus pacientes, bajo hipnosis profunda, para explorar una larga experiencia en el período comprendido entre su muerte en una vida anterior y su renacimiento en la actual. Lo que experimentaron fue similar, en muchos aspectos, a una experiencia cercana a la muerte, en particular el descubrimiento de que contaban con un guía principal que les había acompañado durante muchas vidas. Además, sus pacientes relataron interacciones con otros guías y seres sabios que les ayudaron en diferentes aspectos de sus vidas.

Una de las experiencias más reconfortantes y gratificantes de trabajar con la regresión ha sido conocer no solo a mis guías sino, también, los de las numerosas personas a las que he ayudado a conectar con estos seres asombrosos. Almas más evolucionadas que la mayoría de los seres humanos, los guías espirituales nos han acompañado durante siglos pero muchos aún desconocemos que tenemos guías, cómo conectar con ellos, y cuánto pueden ayudarnos. Los guías están ahí para ayudarnos a aprender y crecer, no para criticar, castigar o menospreciar.

Muchas personas describen el primer encuentro con su guía como el reencuentro con un amigo perdido hace mucho tiempo. Puedes sentir que algo que te faltaba en la vida finalmente se ha restablecido y que te sientes plenamente comprendido, como si fuera la primera vez. Si tu guía se comporta de otra manera al principio, es señal de que está actuando por alguna razón. Si tu guía actúa como un cómico, como el mío, puede que esté intentando decirte que te relajes. Cuando parece criticón, puede que refleje tu actitud hipercrítica hacia ti mismo, o hacia los demás.

Tienes todas las respuestas dentro de ti.

Los guías a menudo se comunican a través de imágenes, así como con su comportamiento. Invitada a escribir algunas preguntas para su guía, María preparó cuatro páginas, a espacio simple, que abarcaban una larga lista de indagaciones metafísicas. Cuando realizó la práctica y conoció a su guía, su primera pregunta fue: "¿Cómo se crean las almas?". Su guía pareció encogerse de hombros. Ella no entendió lo que quería decir y repitió la pregunta. "No lo sé", dijo. "Dímelo tú". Los guías pueden ser graciosos a veces, pero este intentaba enviar un mensaje. Cuando ella continuó con una pregunta similar, finalmente su guía dijo: "Has visitado a todo tipo de psíquicos, tarotistas, astrólogos y médiums, haciéndoles este tipo de preguntas. Tienes que entender que dentro de ti tienes toda la sabiduría que necesitas".

Para reforzar su punto, el guía de María le mostró lo que ella describió como una vasta estructura que parecía una biblioteca antigua, con interminables filas de estanterías en muchos niveles. El mensaje era que necesitaba aprender a confiar en sus propios recursos internos.

En otras ocasiones los guías pueden ser sorprendentemente específicos. Una artista que conocí le pidió una vez a su guía que la ayudara a encontrar un lugar donde alojarse en Nueva York que fuera asequible pero suficientemente espacioso como para pintar. Había vivido durante muchos años en el Hotel Chelsea, la residencia en la calle Veintitrés de Manhattan, que una vez fue el hogar de artistas, escritores y músicos legendarios, desde Dylan Thomas hasta Sid Vicious. Pero el hotel había cambiado de dueño, el nuevo propietario lo estaba renovando y los alquileres se disparaban, así que tuvo que mudarse. Su guía le mostró lo que parecía un mapa de Google Maps con una flecha que señalaba la esquina de una calle en el lado oeste de Midtown Manhattan. Dijo que la ubicación parecía improbable porque estaba en medio de un distrito comercial, pero cuando fue allí encontró un desván residencial, en alquiler, que se ajustaba a su presupuesto y era lo suficientemente grande como para pintar.

Lo que necesitas saber antes de reunirte con tu guía.

Aunque tu guía principal te ha acompañado toda la vida puede que no seas consciente de su presencia. En ese sentido, tu encuentro es una especie de reencuentro. Tu guía probablemente tenga su propio plan sobre qué y cómo quiere comunicarse contigo. Así que, además de hacerle preguntas, asegúrate de dedicar tiempo a escuchar lo que tiene que compartir contigo. Sus comunicaciones van más allá de la simple transferencia de información; desea brindar a tu alma una experiencia más allá del nivel cognitivo que pueda evocar asombro y otras emociones. Por ejemplo, podrías pedirle que te brinde una experiencia de amor incondicional, o de unidad.

Comunicarse con tu guía conlleva un componente energético, así que aprovéchalo también. Sobre todo, sé abierto y receptivo, absorbiéndolo desde lo más profundo de tu ser. Escucha con el corazón y el alma, no solo con la mente.

Ten en cuenta que tu guía puede tener, o no, forma humana, género específico, y es igual de probable que sea una bola de luz informe o incluso algo no visual: una energía cálida y amorosa. Aparecen como quieren, y la forma en que aparecen puede ser significativa. Los guías se comunican telepáticamente así que no esperes verlos hablar o mover los labios. Puedes "escuchar" sus comunicaciones en tu interior. Conversan en metáforas y es probable que te muestren símbolos o imágenes, pero también pueden guiarte a través de ciertas experiencias para que entiendas su punto de vista. Las personas a menudo informan que su guía les muestra una vida pasada o se encuentran en medio de la vida misma, una experiencia que algunos han comparado con la realidad virtual. El paralelismo con la realidad virtual es útil porque cuando tienes una experiencia de esa realidad sabes que no está sucediendo en un plano físico y, sin embargo, sientes como si estuvieras allí mismo, en medio de todo.

Si le haces una pregunta a tu guía en silencio podrías obtener una respuesta mental y preguntarte si la inventaste. Eso puede suceder, pero cuando intentas formular tu pregunta y obtienes una respuesta antes de hacerla, esa es una buena señal de que has establecido una conexión sólida. Recuerda, tu guía puede comunicarse contigo mediante mensajes telepáticos, metáforas, imágenes, experiencias y sentimientos.

Lo que acarreamos.

Además de emociones almacenadas y creencias limitantes que llevamos en el subconsciente, también acarreamos en el alma creencias de vidas pasadas. Una razón importante por la que estamos aquí en la Tierra es comprender el origen de estas creencias limitantes, y superarlas.

Una revisión de la vida suele formar parte de una experiencia cercana a la muerte. En la siguiente práctica, facilitarás tu propia revisión de vida con tu guía sin tener que estar a punto de morir. Esta es la etapa en la que podrías resolver algunos de los malentendidos limitantes que arrastraste de experiencias del alma anteriores. La idea de que las almas acuerdan de antemano trabajar en el aprendizaje de ciertas lecciones a lo largo de las vidas la conocí por primera vez gracias a Henry Leo Bolduc, autor del libro: “Patrones de vida, lecciones del alma y perdón". Para Bolduc, la razón principal por la que vivimos más de una vida es para aprender una serie de lecciones. Véase Henry Leo Bolduc, “Patrones de vida, lecciones del alma y perdón”. (Nueva York: Adventures into Time, 1994).

Como mencioné en el capítulo 3, durante mi infancia sufrí una artritis tan grave que a los cuatro años tuve que ingresar en una residencia de ancianos del norte de California. Estaba en silla de ruedas y el personal tenía que alimentarme y bañar. Gracias a fisioterapia intensiva y una serie de inyecciones de esteroides, me curé de la artritis en aproximadamente un año, y hoy no tengo rastro de esa dolencia. Años después, durante una sesión con mi guía, este me mostró vidas anteriores en las que me dediqué a cuidar a otros y pero no me descuidé. Aparentemente planeaba repetir ese tema en esta vida,  y descubrí que al comienzo de la misma estaría discapacitado por lo que no podría cuidarme y tendría que aprender a dejar que otros me cuidaran: a recibir en lugar de siempre dar. Puede parecer una lección dura, aunque estoy seguro de que fue más difícil para mis padres. Aunque pude ver mi necesidad de aprender a dejarme cuidar, el impulso de vidas pasadas llevaba a mi alma a repetir el patrón de cuidar a otros, y todavía tiendo hacer eso. Estoy seguro de que si no hubiera pasado por esa enfermedad de la infancia ,bien podría haber repetido ese patrón una vez más.

Práctica: Conoce a tu guía y revisa tu vida.

En esta práctica percibirás la presencia de tu guía; te reunirás con él y comenzarás a comunicarte directamente con él. Después del encuentro puedes pedirle que revise contigo las lecciones actuales de tu vida y del alma. Quizás quieras escribir algunas preguntas con antelación. Lo mejor es que sean breves y sencillas, y que se limiten a dos o tres cosas que te preocupen.

Si no tienes claro algo que el guía te muestre puedes preguntar directamente. Comprueba si su intención es la misma que tú crees. Un guía podría mostrarte una escalera que lleva al cielo, lo cual podría significar que es hora de ir a algún lugar, pero también simbolizar subir una escalera para llegar a un plano superior de conciencia y comunicarse con tu guía. Puedes preguntar al guía qué interpretación es la más relevante. Quizás te preguntes por qué no te lo explica con palabras. Si quieres saber por qué lo hace pregúntale cuando estés allí. Si tienes dificultades para entender, díselo y pídele más claridad.

Esta práctica consta de dos secciones: reencuentro, y revisión de vida. También puedes adaptar esta práctica para hacer preguntas específicas sin tener que rehacer tu revisión de vida. En la sección de reencuentro, tómate tiempo para reconectar con tu guía, sintiendo su amor y apoyo, y manteniéndote abierto a lo que te quiera comunicar. En la sección de revisión de vida tendrás la oportunidad de preguntarle sobre tu propósito y las lecciones del alma.

Antes de terminar la práctica pregunta cómo puedes conectar con los guías de forma más directa, por tu cuenta. Podría sugerirte practicar meditación, escritura automática, paseos por la naturaleza u otras modalidades accesibles para casi cualquier persona.

Cierra los ojos y respira hondo, lenta y profundamente, para relajar la mente y el cuerpo. Empieza a mirar hacia tu interior y a permitir que la consciencia se expanda. Tómate unos momentos para observar tus pensamientos. Presta atención a lo que la mente te dice.

Ahora, respira hondo, más lento y profundo, y traslada tu atención de tus pensamientos a tus sentimientos. Para ello, coloca una mano en el centro de tu pecho, el centro del corazón, y respira y siente el corazón, invitándolo a abrirse y a comenzar tu viaje interior. Sumérgete cada vez más en tu interior, en lo más profundo de tu ser, directamente en la esencia de tu alma. Conecta con tu esencia ahora, y únete a ella permitiendo que la consciencia se expanda aún más.

En este estado superior de consciencia expandida, dirígete hacia tu guía, o percibe su presencia. Observa, siente, o experimenta a tu guía ahí mismo, contigo, ahora.

Reunión. Observa cómo aparece tu guía. Observa cómo se siente estar en su presencia. Ábrete ahora a lo que quiere comunicarte. Escucha desde lo más profundo de tu ser, desde la esencia de tu alma. ¿Qué te muestra, o te dice? Sé abierto y receptivo a lo que te ofrece.

Análisis de vida. Pide a tu guía que te ayude a revisar la vida. Puedes preguntar cuál es el propósito de tu alma, qué tienes que hacer aquí, para qué estás aquí, qué tienes que aprender. También puedes preguntar si tienes contratos para conocer personas específicas, incluyendo a tu alma gemela. Pregúntate cómo vas con tus lecciones, es decir, cómo estás progresando. Podrías preguntar qué creencias y estrategias de supervivencia has heredado de vidas anteriores y cómo eso te están afectando.

Cuando termines de responder tus preguntas, pregunta a tu guía cómo puedes mantenerte en contacto y agradécele su ayuda antes de volver a tu estado de consciencia normal. Si lo consideras útil, puedes pedirle que te de un nombre para llamarlo. (La mayoría de los guías dicen que no usan nombres, reconociéndose por la naturaleza de su vibración de luz o sonido, pero que comprenden la necesidad de nombres).

Manteniéndote conectado con tu guía y la esencia de tu alma, regresa completamente al ahora. Siente tu cuerpo. Toma consciencia de la habitación, del entorno, conectándote con la tierra y el planeta. Cuando estés listo, abre los ojos.

Tómate unos minutos para escribir o registrar las reflexiones que has tenido y adquirido al reunirte y comunicarte con tu guía. Cuanto más te comuniques con él, más fácil será establecer líneas de comunicación. Con el tiempo, puedes simplemente reflexionar sobre tu interior, invocar a tu guía, hacerle una pregunta y obtener la respuesta al instante sin necesidad de preámbulos. No solo te resultará más fácil conectar sin una larga práctica previa, sino que también tendrás que confiar menos en la mente y más en la intuición. Empezarás a comunicarte a un nivel superior de consciencia; pensarás y te preocuparás menos, y confiarás más en tu intuición y percepción. Nos gusta que nos expliquen las cosas claramente y a menudo confiamos demasiado en lo que la mente cree que queremos. Pero es más probable que consigas lo que realmente quieres si empiezas por conectar con tu intuición y luego usas la lógica y la razón de la mente para poner en práctica la intuición y los mensajes internos.

Puedes hacer preguntas específicas a tu guía.

Después de hacer la revisión de tu vida puedes adaptar fácilmente la práctica para reunirte y consultar con tu guía cuestiones específicas, en las que necesites orientación, sin tener que hacer una revisión de vida. Hace tiempo, intentaba decidir si dejar, o no, una organización sin fines de lucro en la que llevaba trabajando desde hacía quince años. Había sido una experiencia positiva pero empezaba a tener dudas sobre muchas de sus normas. Cuando les comuniqué la decisión de irme me ofrecieron un atractivo ascenso. Podría trasladarme a la sede central, ser nombrado administrador y vicepresidente, y me dijeron que me prepararían para ser el próximo presidente. Era una oferta tentadora y la hablé con un amigo, un terapeuta, y mi guía. Mi guía, sin querer decirme qué debería hacer, me lo resumió así: "Ayúdame a entender", dijo, usando la jerga terapéutica clásica, "tienes dificultades con las normas de esta organización, ¿y vas a convertirte en el administrador que va a imponer esas normas a otros?" Eso fue más efectivo que si mi guía me hubiera insistido en que no aceptara la oferta.

Cuando quieras conectar con tu guía primero tómate unos momentos para conectar con la esencia de tu alma. Desde ese estado de consciencia expandida conéctate con tu guía como has estado haciendo. Dile que has venido a visitarlo hoy porque necesitas su ayuda con algo.

Ahora cuentas con una serie de procesos de autocuración que puedes seguir practicando por tu cuenta. Como descubrí en mis inicios como hipnoterapeuta clínico, anestesiar el dolor es solo un enfoque sintomático: trabaja de afuera hacia adentro, por así decirlo. La verdadera sanación implica profundizar en tu interior, localizar la fuente del dolor y sanar desde adentro hacia afuera. Conectar con la esencia del alma que ha estado enterrada en tu interior lo hace posible. A medida que esa esencia emerge, rompiendo y desprendiendo las capas ásperas de viejas creencias, protecciones y emociones almacenadas, comienzas a vivir desde adentro hacia afuera con regularidad. En lugar de tratar solo los síntomas, llegas más profundamente a la raíz del dolor.

La idea central de la sanación esencial es acceder a la sabiduría que trasciende tu intelecto, tu experiencia vital, e incluso el corazón. El corazón es la puerta, no el destino. Puede que la esencia de tu alma aún no esté completamente perfeccionada pero está mucho más desarrollada que la mente o el corazón. Conectar con ella abre el camino a una forma de vida más auténtica y satisfactoria. Ahora tienes las herramientas para ayudarte a ser ese yo auténtico y, con ello, a encarnar una nueva forma de vida.

GUÍA PRÁCTICA.

A continuación te presentamos una guía práctica para aplicar algunos de los procesos de autocuración con los que has trabajado.

Situación.

Práctica.


Dolor, enfermedad


Accediendo al proceso de sabiduría corporal, Capítulo 7

dificultad para dormir

Recordar a tu cuerpo: “Estoy a salvo”, Encontrando tu lugar seguro, Capítulo 1

Redirigir tu parte, Capítulo 5

Ansiedad / miedo

Salir de la mente

Recordar a tu cuerpo “Estoy a salvo”, Restableciendo el nivel de alerta protectora de tu “Sala de Control”, Capítulo 1

Preocupación / confusión, encrucijada

Despertar a la Mujer Sabia Interior; Despertar al Hombre Sabio Interior, Capítulo 7

Conoce a tu Guía y Revisa tu Vida, Capítulo 9


Pérdida (muerte, salud, empleo, finanzas, libertad, estilo de vida)


Redirigir tu parte, Capítulo 5

Depresión

La liberación del volcán, La liberación del globo, Liberando tu carga, Capítulo 3

Redirigir tu parte, Capítulo 5

Enojo / Rabia

La liberación del volcán, La liberación del globo, Liberando tu carga, Capítulo 3

Redirigir tu parte, Capítulo 5

Trauma reactivado

Recordándole a su cuerpo “Estoy a salvo”, Encontrando su lugar seguro, Capítulo 1

Redirigir tu parte, Capítulo 5

EXPRESIONES DE GRATITUD.

Sophia, mi todo. Mi esposa, mi mejor amiga, mi caja de resonancia, mi crítica, mi pareja, mi animadora, mi editora, mi inspiración, mi oyente. Viste algo en mí que yo no veía y, con tanto amor y aceptación, me ayudaste a convertirme en quien soy hoy. Gracias por todo tu amor, apoyo, espacio para escribir, ánimo, paciencia y tu ocasional empuje para seguir adelante y asegurarte de que esto se escribiera.

Peter Occhiogrosso, escuchaste mi voz y me ayudaste a compartirla en estas páginas. Gracias por las muchas horas creativas que dedicaste a debatir el significado de una palabra, investigar temas y desarrollar conceptos para poder transmitirlos con claridad y significado. Te admiro profundamente por tu brillante intelecto, tu humor ingenioso, tu profunda experiencia y tu ingeniosa guía que hicieron posible este libro.

Leslie Meredith, mi agente, gracias por creer en mí. Agradezco tu apoyo y tu hábil guía en cada paso de esta nueva etapa como autor. Tu perspicacia y amplia experiencia editorial fueron contribuciones inesperadas que agradezco profundamente.

Muchas gracias a mis editores, Ryan Buresh y Jennifer Holder, y al equipo de New Harbinger por atreverse a ser diferentes al desarrollar un proceso de escritura y publicación que apoya a autores en activo como yo, para que pudiera seguir enseñando y dando clases mientras escribía. Me desafiaron, me animaron, y su trabajo editorial fue magistral. Gracias por sacar lo mejor de este libro.

Michael Newton, mi querido amigo y brillante mentor, quien me retó e inspiró de tantas maneras por las que siempre estaré agradecido. Me alegra mucho de que nos conociéramos y compartiéramos la pasión por el bodysurf después de esos largos e intensos días de entrenamiento en Virginia Beach, y que esos momentos especiales dieran lugar a una profunda amistad y al trabajo y enseñanza juntos.

Henry Leo Bolduc, gracias por ser el primero en animarme a escribir y ofrecerme mentoría cuando estaba comenzando mi carrera como terapeuta.

Mi amigo Tom Nolan, gracias por insistir para que escribiera este libro. ¡Tu amable persistencia me mantuvo en marcha!

SOBRE EL AUTOR.


Paul Aurand, residente en Nueva York, es un galardonado maestro hipnoterapeuta con más de treinta años de experiencia en el campo. Sobrevivió al impacto de un rayo y tuvo una experiencia cercana a la muerte (ECM) transformadora que ha integrado en sus talleres de Sanación Esencial que imparte internacionalmente. Aurand fue el primer presidente electo del Instituto Michael Newton y actualmente es su director de educación e instructor principal. Ha aparecido en documentales y programas de televisión por su trabajo con la innovadora terapia de regresión "Vida Entre Vidas".

 

 FIN DEL LIBRO.

 Nota del Traductor. Doy gracias al autor y a cuantas personas hacen posible que se pueda difundir este conocimiento. No se pretende defraudar el trabajo de quienes invierten tiempo y patrimonio escribiendo estos libros pero cuando no se editan en español tengo la convicción de que el mensaje debe también llegar al mundo en español. Y solo pasa lo que tiene que pasar. Somos meros eslabones en una gran cadena de amor.